AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Verhandlung [Privado]
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Verhandlung [Privado]
La miseria humana misma, la infinita depravación debe aceptar la limosna, así mismo debe servir a la aristocracia del dinero y de la cultura para el entretenimiento, para satisfacer la propia arrogancia... ¿Qué más que no sea un convenio? Las innumerables asociaciones de beneficios, así como las exhibiciones que se obtiene del poder por la simple diversión de revolcarse en la lucha.
Que espectáculo se forjaba en toda Paris, el Conde con el porte victorioso se hace lucir; su llegada se agitaba a los vientos declarándose ser portador de un poderío supremo, ¡Que insultaría! Si creían que el dinero era de su importancia pero los bienes son fuente para sosegar al poder, tener la mano firme y con el habla para cualquier mandato, aunque ante esos orbes ilustrados de una fuerza inexplicable parecía ser intocable. Pero nadie sabe que su único enemigo es su propia mente.
Estratégico, un genio en la especulación, amaba a su patria, la respetaba haciendo valer las leyes pero aquella mentira de difamación, esa traición quedaba ya bajo sus pies porque ahora en lo alto, ningún Rosenthal de los que quedaban seria humillado, renacía el linaje con respeto, temor para aquellos que lo ensuciaron, porque ¡Su jodida arrogancia le engalana! ¡Ich träume von Deutschland! Volvía a engendrar, enmascarada a la putrefacción con su lucro, eso, Paris se enaltecía con su llegada y no era de esperarse pues los negocios tenían que ser discernidos en otro enfoque; « ¡Que sigan las putas convirtiéndose en emperatriz, que sean mis putas las que me guíen a los juegos de la crueldad! »Aclamaba el Conde, gozando los juegos engendrados con la simple mente, desnudarla, discernirla y fortalecerla cada vez más para que sea incapaz de ser vencida en una estrategia, por ello adentrándose a la matriz de los vicios, envolverse al bajo mundo de pasiones como al superior cosmo donde el titulo era uno más de sus trofeos. Y todo fue ante esa interrogativa, «¿Qué tienes para exportar?»Los niños tomados para que su propia fuerza se fortaleciera, aquellas putas que se les prestaba el titulo para que pagaran sus deudas, esas deudas que daban frutos a los imperios que jamás podrían aspirar pero todo esto es la crueldad que emana de una lucha, ofrecer a los débiles una oportunidad, acabar con los que se creían superiores por la mierda que representaban. Así era este juego, así es el Conde y nadie jamás lo sabrá.
¡Leben in Paris! Si supieran que la muerte, la fama y el dinero eran sus coronas ya que el señor Tracy sí que adornaba el banco de Francia. Un hombre honorable en cuestión de convenios donde ambas partes eran beneficiadas, hombre de confiar pero la desgracia no podía quedarse fuera de esta maniobra, tras haberse enterado de su desfallecimiento, debía conseguir la manera de que ese pacto se llevara a cabo, que los problemas no continuaran por su partida, fue así que se hizo llamar el maestro de los mercaderes de la perdición, indago, mando a inspeccionar el acuerdo que se había realizado, mandando a seguir a su linaje y sobre todo a su esposa, la mujer viuda la cual contacto por medio de cartas para poder conversar acerca de los viejos negocios de su marido y si tuviera que hacerlo, obligarla a que continuara de esa manera, porque, París se tiño de sueños olvidados, de un infierno ofreciendo cielos, bajo las estrellas, bajo el lunar creciente y la aurora donde todo se había transformado en “Paris des Second Empire von Huren” (Paris, el segundo imperio de las putas).
Sin esperar más, después de unos días de haber llegado, tomo la decisión de ir al banco de Francia, el lugar donde se encontraba la mujer, esa reina de negocios, así que todo había pasado a sus manos y por ende su meta era seguir extrayendo a las “Mesalinas” que significaban; «Mujeres poderosas o aristócratas y de costumbres disolutas»
Púes era reinar con las putas, hermosas que aspiran como un bohemio, como un poeta que les tocaran con palabras además de caricias, eran personificadas, conocían de antiguos métodos para someterse a una disposición sexual que no simplemente se basaban en penetrar y masturbar, entregando el alma a su deber por el progreso de su existencia, unirse a esta batalla por defender lo que representaban.
Y ahí estaba enfrente del banco mas importante en esa índole, esperando dentro de su carruaje, solo, como el hombre orgulloso de su propia mano, mandando a su mayordomo el cual era el único con el que confiaba a que sea anunciada su visita, era inesperada y eso hacia de esto un exquisito ajedrez, encontrar la pieza mas valiosa.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Verhandlung [Privado]
"La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas."
Karl Marx
Karl Marx
Era la primera en llegar y la última en irse. El taconeo de su paso corto, firme, rápido y seguro, era el sonido que escuchaba al alba y al anochecer, retumbando entre los muros erigidos años atrás, testigos silenciosos de la burguesía financiera que tejía y destejía el destino de las potencias europeas. Bárbara jamás había imaginado el poder que iba a tener en sus manos, si quiera el peso que significaría para su menuda espalda. No había estado preparada para enfrentar la vida de dama independiente, sin embargo, sabía que sus horizontes se expandían cada mañana, cada tarde y cada noche. Se valía por sí misma, tenía todo lo que quería y más; su fortuna era tan inmensa que ni siquiera ella conocía el valor real de la misma, pero estaba segura que necesitaría varias vidas para gastarla toda. Había desarrollado una ambición de la cual solía asustarse; su instinto para los negocios se agudizaba conforme pasan las jornadas. Cada día aprendía algo nuevo, se instruía mejor, y eso era lo que más le gustaba: desconocer sus límites. Vivía sumergida entre sus papeles, entre los viajes, las reuniones, los pleitos; las voces de sus asesores letrados, y la de su propia consciencia, habían tomado lugares preponderantes que le imposibilitaban el sueño tranquilo, el descanso en las noches. Sin embargo, lo disfrutaba con la plenitud que le otorgaba sentirse inalcanzable, y que su existencia no pasaría inadvertida ni para sus colegas ni para las generaciones futuras.
Su nombre se pronunciaba con respeto, con temor, con envidia, con recelo, con resquemor. La viuda de Turner estaba al tanto de las habladurías, y había aprendido a convivir con ellas y crear su propia coraza de orgullo y altivez para que rebotasen sin provocarle daño. Su alma, curtida por el pasado de dolor y de desvergüenza, absorbía con voracidad lo que le interesaba, lo que fuese capaz de cultivarla, y expulsaba aquello que no le servía para incrementar su capital. Su existencia, que otrora consideraba vacía, en su presente giraba en torno a los emprendimientos, a las planificaciones y al dinero, el bendito Dios dinero. Bárbara no estaba exenta del culto a la deidad de las finanzas, aquella a la que todos veneraban, aquella a la que todos aspiraban; y si bien conservaba sus escrúpulos, en ocasiones solía sorprenderse de su increíble capacidad para saltarse su propia moral o la dignidad de los demás. <<Quizá no soy tan diferente a los de mi familia>> pensaba con cierto arrojo de culpa, para descartarlo inmediatamente. Nada debía sacarla de su eje.
Pero, a pesar del goce que le significaba toda su carrera en el mundo del capitalismo, había temas delicados, de los cuales no había tenido conocimiento, y que comenzaban a provocarle un insomnio que le devastaba los nervios. Las cartas que había recibido de un antiguo socio de su marido, el finado y –ya no tan- respetado Lord Turner, era el motivo principal de la suave tonalidad violácea que rodeaba sus ojos, conformando unas ojeras que sus doncellas se esmeraban en ocultar con polvo de arroz. Bárbara detestaba el maquillaje, estaba orgullosa de la lozanía etérea de su piel, de sus pestañas abundantes y de sus cejas de seda, sin contar con su boca exótica, que solía decorar con un suave carmín. La joven, se miraba al espejo, y le gustaba lo que veía, y al mismo tiempo, lo detestaba; ese reflejo era el que había provocado su gran pesadilla, la que la marcó de por vida y la que la convirtió en un espectro autómata. Porque no había necesidad de ignorar su mirada triste, su rictus de amargura y su apariencia avejentada; tenía tan sólo veinte años, y su alma tenía el peso de una de sesenta.
Su intuición era casi infalible, y no le sorprendió en lo más mínimo cuando, al final de la jornada, uno de sus secretarios, le informó la presencia de Bertok Rosenthal. Tenía terminantemente prohibida la utilización de los títulos de nobleza, detestaba aquella denominación, que ya pecaban de retrógrada. En un universo regido por las leyes económicas, sólo importaba los posesiones y el capital con el cual se contara, y no si tras el potentado nombre había un miembro de las casas más nobles de Europa. Al único que se nombraba con aquella condecoración, era al antiguo presidente y difunto esposo de Bárbara. La viuda le pidió a su subordinado que lo hiciera pasar, y el muchacho comentó con cierto grado de pudor, que era el mayordomo del Conde el que había hecho acto de presencia. Destutt de Tracy se tomó unos segundos para responder, y el empleado mantuvo contenida la respiración.
—No hablo con mayordomos, salvo para pedirles un té. Que su señor se presente aquí o me disculpe para retirarme, ha sido un largo día y el Sol ya se ha ocultado —dicho esto, despachó al joven con una mano, se puso de pie, y se asomó por el ventanal de su despacho, que ocupaba la mayor parte del tercer piso. Podía verse la calle principal que cruzaba frente al Banque de France, y distinguió un carruaje, no podía ser otro más que él. Algo, muy interno y profundo, le decía que aquel caballero pretendía jugar con ella. Sus comisuras se levantaron fugazmente, en lo más parecido a una sonrisa que podía expresar, y pensó en lo mucho que había aprendido a disfrutar de ser subestimada.
Su nombre se pronunciaba con respeto, con temor, con envidia, con recelo, con resquemor. La viuda de Turner estaba al tanto de las habladurías, y había aprendido a convivir con ellas y crear su propia coraza de orgullo y altivez para que rebotasen sin provocarle daño. Su alma, curtida por el pasado de dolor y de desvergüenza, absorbía con voracidad lo que le interesaba, lo que fuese capaz de cultivarla, y expulsaba aquello que no le servía para incrementar su capital. Su existencia, que otrora consideraba vacía, en su presente giraba en torno a los emprendimientos, a las planificaciones y al dinero, el bendito Dios dinero. Bárbara no estaba exenta del culto a la deidad de las finanzas, aquella a la que todos veneraban, aquella a la que todos aspiraban; y si bien conservaba sus escrúpulos, en ocasiones solía sorprenderse de su increíble capacidad para saltarse su propia moral o la dignidad de los demás. <<Quizá no soy tan diferente a los de mi familia>> pensaba con cierto arrojo de culpa, para descartarlo inmediatamente. Nada debía sacarla de su eje.
Pero, a pesar del goce que le significaba toda su carrera en el mundo del capitalismo, había temas delicados, de los cuales no había tenido conocimiento, y que comenzaban a provocarle un insomnio que le devastaba los nervios. Las cartas que había recibido de un antiguo socio de su marido, el finado y –ya no tan- respetado Lord Turner, era el motivo principal de la suave tonalidad violácea que rodeaba sus ojos, conformando unas ojeras que sus doncellas se esmeraban en ocultar con polvo de arroz. Bárbara detestaba el maquillaje, estaba orgullosa de la lozanía etérea de su piel, de sus pestañas abundantes y de sus cejas de seda, sin contar con su boca exótica, que solía decorar con un suave carmín. La joven, se miraba al espejo, y le gustaba lo que veía, y al mismo tiempo, lo detestaba; ese reflejo era el que había provocado su gran pesadilla, la que la marcó de por vida y la que la convirtió en un espectro autómata. Porque no había necesidad de ignorar su mirada triste, su rictus de amargura y su apariencia avejentada; tenía tan sólo veinte años, y su alma tenía el peso de una de sesenta.
Su intuición era casi infalible, y no le sorprendió en lo más mínimo cuando, al final de la jornada, uno de sus secretarios, le informó la presencia de Bertok Rosenthal. Tenía terminantemente prohibida la utilización de los títulos de nobleza, detestaba aquella denominación, que ya pecaban de retrógrada. En un universo regido por las leyes económicas, sólo importaba los posesiones y el capital con el cual se contara, y no si tras el potentado nombre había un miembro de las casas más nobles de Europa. Al único que se nombraba con aquella condecoración, era al antiguo presidente y difunto esposo de Bárbara. La viuda le pidió a su subordinado que lo hiciera pasar, y el muchacho comentó con cierto grado de pudor, que era el mayordomo del Conde el que había hecho acto de presencia. Destutt de Tracy se tomó unos segundos para responder, y el empleado mantuvo contenida la respiración.
—No hablo con mayordomos, salvo para pedirles un té. Que su señor se presente aquí o me disculpe para retirarme, ha sido un largo día y el Sol ya se ha ocultado —dicho esto, despachó al joven con una mano, se puso de pie, y se asomó por el ventanal de su despacho, que ocupaba la mayor parte del tercer piso. Podía verse la calle principal que cruzaba frente al Banque de France, y distinguió un carruaje, no podía ser otro más que él. Algo, muy interno y profundo, le decía que aquel caballero pretendía jugar con ella. Sus comisuras se levantaron fugazmente, en lo más parecido a una sonrisa que podía expresar, y pensó en lo mucho que había aprendido a disfrutar de ser subestimada.
Bárbara Destutt de Tracy- Humano Clase Alta
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Re: Verhandlung [Privado]
“La ley básica del capitalismo es tú o yo, no tú y yo.”
Permaneciendo en la caja trasera del carruaje, el cual era de un color carmín y un negro azabache, engalanado de un brillo, expectante se muestra, reflejando el rostro en el cristal de la ventanilla, se acerco para apreciar la estructura del banque, detonando que aquel que posee poder fluye en el valioso discernimiento, cada materia empleada a este se embellecía, era de esperarse de la belle Paris; fascinante arte empleado, era una joya exquisita que debía ser respetada con orgullo y coraje a defender los componentes interiores de este.
Pensando que ninguno debe obedecer a los que no tienen derecho a mandar, pero si respetar aquellos que están dispuestos a la transformación del bien común, por ello es que se levanta, abre la puerta y posa la suela del zapato negro en el ballestón, asomado al mundo exterior, saliendo en breve de este sin esperar más a su gestor.
Pisando la tierra que reinara en perfectas emperatrices, una supremacía que se funde en el terror, en la violencia, en la opresión de libertad por la satisfacción de los que se creían ser amos de las propiedades ajenas, posesiones que eran traspasadas por dotes engañosos. Siendo acariciado por el aire que es el testigo de la cruda realidad que sobrepasa este núcleo.
Alzando la mirada, rozando en la distancia ese edificio, valorando el sentido de imperio que aquella viuda ya representaba ante los orbes del Conde. Y sin más presintió la cercanía de su acompañante, enarcando la ceja que desliza las manos en los bolsillo del pantalón, emprendiendo paso hacia el interior del Banque, asintiendo a las palabras liberadas del encargado y demando que esperara, acudiendo a ese encuentro que ya ansiaba esa presencia.
Las puertas del inmueble fueron abiertas, se adentra examinando lo de su alrededor, ventanales que extraían la nocturna noche, modernos candelabros que maquillaban la reflexión de la luz, y el tapizar del suelo, refinado detallado, púes los murales eran una belleza suprema, significado de la historia de su construcción.
Recorriendo el pasadizo hasta que un empleado le muestra el camino que debía tomar, siendo anunciado, y ahí se encuentra con la regla del oro y el secreto del orden, era un modelo inesperado, una señora hecha y dada con su apariencia de tener un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio, impecable mirada de firmeza, sus iris con la audacia de estudiar a fondo lo que percaten.
Pero el avanzo hacia ella, con la naturalidad de su porte valeroso de lo que se había engendrado por la razón. —Mi más sincero pésame, madama de Tracy —Aparte de ser una mujer y el valor que le determina ofrece una leve inclinación, guardando la admiración hacia su señor…Aunque el dolor se podría reflejar aun en ese semblante, como su fuese un juramento no cumplido el cual se desvaneció con su perfume en esa sala la cual resplandece. — Formalmente me presento, Bertok Rosenthal, para servirle…—El tono de su voz era gruesa pero atrayente en su forma de hablar, el francés lo había aprendido por la misma razón de ejecutar tratados internacionales, decidido sin un psique de duda, ni engaño alguno, era el dictamen de palabra a palabra. Ya que la mayor virtud consiste en poseer la ilimitada demanda sin abusar de el.
—Como ya se le ha informado del convenio existente con su difunto esposo, le pregunto, ¿Esta en clara la situación en la que se encuentra? Como le explique en una de las cartas, es preciso reanudar ese acuerdo. Y dada la posición me gustaría tratar de este tema, enterarla de cada punto establecido, quiero pensar que quiere saber mas sobre el asunto, Y su deber es tomar una decisión, continuar o cerrar cualquier pacto adjunto— Vaya humana más hermosa, por su inteligencia deducirá que esta criatura voluntaria tiene poderes que quizás no se imagina pero si comprendería. Porque su corazón es una caja maravillosa que el Conde está comenzando a codiciar para beber tan solo una gota de esa pócima.
Desenmascarado luce, las verdaderas intenciones eran expuesta, parecía un juego más pero era de suma importancia ganar, porque demasiada gente volvería a un sufrimiento efímero y les seria negada la oportunidad de aspirar a más.Así puestas las cartas en la mesa, tenia que esperar la decisión final, ¿Que camino tomara? De cualquier forma, no fue ahí para recibir un no,aunque dada las condiciones, la fachada en la que absolutamente la venta de personas significaba, había un propósito que beneficiaba a toda la población, mas bien a los entes que propician un mundo mejor con las mismas tonadas que un bastardo concluiría para atacar..
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Verhandlung [Privado]
“El lenguaje es el gran instrumento de la ambición humana.”
Adam Smith
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La luz del farol ubicado en la entrada, le mostró fugazmente el recorrido del caballero, desde su carruaje hasta perderse en la entrada del edificio. Se quedó observando la calle, ennegrecida por la noche cerrada que se había presentado con una rapidez que Bárbara no había logrado percibir. Siempre era igual; perdía la noción del tiempo, abstraída en su trabajo, no importaba si era de día o las horas nocturnas ya habían llegado. Era incansable, o al menos eso quería creer. No se permitía flaquear, no se permitía bostezar, no permitía que el cansancio le abnegase los sentidos, y hacía caso omiso cuando algún que otro dolor de cabeza le mitigaba el ánimo. No soportaba el láudano, y lo único que permitía era que su doncella o su mayordomo de confianza le preparasen un té de valeriana, muy suave, cuando su jornada había sido agotadora y el sueño se negaba a llegar. En más de una ocasión había pasado varios días sin dormir, sin percatarse de ello, hasta que la migraña realmente se le hacía insoportable, y una leve molestia en las articulaciones le recordaba que era una simple mortal, con las mismas necesidades que cualquier otro. Hacía viajes fugaces; no tenía prescripciones a la hora de subirse a un buque y traspasar el Canal de la Mancha, o encaramarse a un tren o a una carreta y recorrer los peligrosos caminos que separaban los países de la Europa Occidental.
—Buenas noches, Monsieur —saludó en cuanto el recién llegado traspasó el umbral. Bárbara seguía vistiendo el riguroso luto que la enfundaba desde el día de su matrimonio. Ya había perdido la noción de lo que era llevar algún color distinto, salvo en las joyas, de las cuales estaba despojada en ésta oportunidad. —Le agradezco sus condolencias. Mi difunto esposo sembró un camino de amistades en éste mundo terrenal —dijo. Cada vez le sorprendía más su capacidad para halagar a un hombre al cual había conocido poco antes de que éste muriese. En su mente no había tenido más opciones que crear una imagen, seguramente alejada de la realidad, de un esposo con el cual a duras penas cruzó palabra. Su matrimonio había sido orquestado tras bambalinas, se habían dejado correr rumores de un largo cortejo, de un romance casi de novela, de un enamoramiento cuasi instantáneo; algo completamente viciado y distorsionado. Pero su rol de viuda era lo real, y debía cumplirlo tal como las normas sociales demandaban.
—Las cartas suelen poner cierta distancia y prestarse a confusión. Deberíamos arrojarle luz a—hizo una leve pausa, como quien no encuentra qué decir, aunque ella lo sabía muy bien— mi situación, como usted le llama. Aunque preferiría denominarla "nuestra". —le agradó el aspecto de Rosenthal. Era un caballero soberbio, alto, de un porte que más de uno envidiaría. Olía bien y se notaba su pulcritud. Además, el hecho de ser expeditivo con sus palabras, de no protocolizar en el asunto, perderse en banalidades; fue directo al grano, al quid de la cuestión que los tenía reunidos a tan altas horas, horas que para cualquier dama ya estaban fuera de lo moralmente permitido. Agradecía el hecho de que su secretario se encontrase allí, en más de una ocasión le habían atribuido romances, y hasta con personas con las cuales ella no había intercambiado más que un saludo formal en algún que otro evento social. En un principio, las habladurías le nublaban el ánimo, pero supo que si quería sobrevivir, debía dejarlas de lado y preocuparse sólo por lo importante.
— ¿Gusta una copa de vino? —preguntó, acercándose a una esquina del despacho donde diversas bebidas sobre una mesa de madera le cambiaban el aspecto serio y frío a la habitación. Tomó dos copas, que se encontraban junto a las botellas, de las cuales eligió un suave merlot, regalo de un allegado que poseía viñedos en la zona de Burdeos, y regresó hacia su escritorio, donde colocó una frente a su acompañante, y otra frente a ella. Como si se tratase de un hombre, descorchó fácilmente el vino, y se deleitó con el aroma. Sirvió una escasa cantidad en la copa de Rosenthal, sólo para que éste la probase. Era de un color rubí intenso, de un añejado que no recordaba, pero a juzgar por su olor, podía decirse que era una pieza de calidad. —Dígame si es de su agrado —se sirvió otro tanto para ella, y tomó asiento con naturalidad, como si sus faldas, repletas de enaguas, fuesen simples gajos de tela que le facilitaban el andar.
—Buenas noches, Monsieur —saludó en cuanto el recién llegado traspasó el umbral. Bárbara seguía vistiendo el riguroso luto que la enfundaba desde el día de su matrimonio. Ya había perdido la noción de lo que era llevar algún color distinto, salvo en las joyas, de las cuales estaba despojada en ésta oportunidad. —Le agradezco sus condolencias. Mi difunto esposo sembró un camino de amistades en éste mundo terrenal —dijo. Cada vez le sorprendía más su capacidad para halagar a un hombre al cual había conocido poco antes de que éste muriese. En su mente no había tenido más opciones que crear una imagen, seguramente alejada de la realidad, de un esposo con el cual a duras penas cruzó palabra. Su matrimonio había sido orquestado tras bambalinas, se habían dejado correr rumores de un largo cortejo, de un romance casi de novela, de un enamoramiento cuasi instantáneo; algo completamente viciado y distorsionado. Pero su rol de viuda era lo real, y debía cumplirlo tal como las normas sociales demandaban.
—Las cartas suelen poner cierta distancia y prestarse a confusión. Deberíamos arrojarle luz a—hizo una leve pausa, como quien no encuentra qué decir, aunque ella lo sabía muy bien— mi situación, como usted le llama. Aunque preferiría denominarla "nuestra". —le agradó el aspecto de Rosenthal. Era un caballero soberbio, alto, de un porte que más de uno envidiaría. Olía bien y se notaba su pulcritud. Además, el hecho de ser expeditivo con sus palabras, de no protocolizar en el asunto, perderse en banalidades; fue directo al grano, al quid de la cuestión que los tenía reunidos a tan altas horas, horas que para cualquier dama ya estaban fuera de lo moralmente permitido. Agradecía el hecho de que su secretario se encontrase allí, en más de una ocasión le habían atribuido romances, y hasta con personas con las cuales ella no había intercambiado más que un saludo formal en algún que otro evento social. En un principio, las habladurías le nublaban el ánimo, pero supo que si quería sobrevivir, debía dejarlas de lado y preocuparse sólo por lo importante.
— ¿Gusta una copa de vino? —preguntó, acercándose a una esquina del despacho donde diversas bebidas sobre una mesa de madera le cambiaban el aspecto serio y frío a la habitación. Tomó dos copas, que se encontraban junto a las botellas, de las cuales eligió un suave merlot, regalo de un allegado que poseía viñedos en la zona de Burdeos, y regresó hacia su escritorio, donde colocó una frente a su acompañante, y otra frente a ella. Como si se tratase de un hombre, descorchó fácilmente el vino, y se deleitó con el aroma. Sirvió una escasa cantidad en la copa de Rosenthal, sólo para que éste la probase. Era de un color rubí intenso, de un añejado que no recordaba, pero a juzgar por su olor, podía decirse que era una pieza de calidad. —Dígame si es de su agrado —se sirvió otro tanto para ella, y tomó asiento con naturalidad, como si sus faldas, repletas de enaguas, fuesen simples gajos de tela que le facilitaban el andar.
Bárbara Destutt de Tracy- Humano Clase Alta
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Re: Verhandlung [Privado]
¡Se aclama fuerzas! Porque cuando los hombres se ven reunidos para algún fin, descubren que pueden alcanzar también otros fines cuya consecución depende de su mutua unión.
Y es que esa mujer representa a millones de hombres…
Conociéndose a la perfección Bertok, actuaba con sensatez, reconocía una belleza suprema, destacando supremo a aquello elevado de valor, un honor refundado con la fija mirada y el rojizo de sus cabellos que emanaban poderío en franqueza dialogada, mostrando la postura del arte de dar a cada quien lo que se merece, una justicia hermosa pintada en la fachada de proxeneta, este era el mundo en el que se envolvía, penetrarse hasta lo más atroz de un país, porque las consecuencias se reflejaban en la estabilidad de sus negocios.
¡Y aquella viuda era de codiciar! Comprendía cada replica ofrecida, la actitud destaca, aunque la imaginación no era el método más adecuado sino la razón para conocer la realidad, apoderarse de la información y enaltecer la sabiduría de lidiar con cualquier obstáculo, no había cosas en sí, solo hay verdades manifestadas por las regularidades de cada quien, no existía ley si no era refutada por el respeto, y así el Conde manifestaba la importancia y el honor en sus palabras para el fin que tanto ya se venía venir en los labios ajenos.— No madame, no se puede denominar nuestra cuando de usted pende el crecimiento de París, ambos sabemos a la perfección que este país está volviendo a caer y es amamantado a un término “derecha e izquierda” No importan las razas existentes, el pueblo se está dividiendo por su interés personal. Entonces, ¿Dónde queda el usufructo? Esto es el motivo de controlar las controversias, está habiendo más pobreza y más muertes. Por ello, ¿Por qué no sacar provecho a lo olvidado? —Cada rasgo se debe a la protección de la vida, así es como comenzaba a inculcar el orden y calmas las tempestades para evitar un golpe de estado, y así comprendido por su manía acepta la copa de vino, atraído al gusto por el Merlot en cuanto fue descorchado y la esencia se disperso en el recinto, seducido por el pequeño manantial dentro de esa copa al posar su licor, elevando la mano a tomarla en seguida de ser un sorbo el que haga el decoro.—Sumamente exquisito, mi gratitud madame —Seguía con la mirada a la viuda de Tracy al tomar asiento , no era caballeroso por ser beneficiado, si no solo desprendía la realidad de lo que observaba, así como encantado por su elegancia y el secreto de la fascinación por el vino; era estar presente a la sangre que le tienta.
—El devenir del mundo es preocupante, por ello, este negocio va más allá de ganancias, no solo es cuestión de dinero. Le seré sincero, lo que necesito es el buen estar socio-económico de la gente que ha sido esclavizada a la miseria, han sido desterrados de los privilegios como ciudadanos, no tienen voz para escapar de una guerra; del hambre, de las enfermedades, de la muerte sobre todo que ya es una problemática no solo aquí, sino en muchos países, la raza humana está por desaparecer y sé que usted está al tanto de esto.
Y después de ello, toma asiento, quedando frente a ella, que no había mejor panorama que vislumbrar una mujer de negocios en su escritorio. —En la carta, le destaque que quiero seguir extrayendo a las “Mesalinas”, convertir en un segundo imperio París, un imperio para meretrices. En el cual ya no solo son mujeres, sino hombres y hasta niños lamentablemente, pero entre los dos últimos hay opciones, les damos elegir entre el reclutamiento. Porque además de tal título de nobleza, soy poseedor de un linaje que lucha por el bien estar del pueblo, un soldado preparado para la guerra. Pero prefiero que se quede guardado entre nosotros, no hay verdad que deba ser dicha a los demás, que me sigan viendo con la imagen de un cabrón avaricioso que solo se dedica a vender a la gente por interés personal.—El autentico Rosenthal se mostró ante ella, ya que fue más el respeto que no quería mentiras entre ellos, empezando por lo básico si es que acepta ser partícipe de esta causa, el caso ya era concreto, la fuerza de la vida tenía que ser representada, haciendo intercambio mutuo para poder ser una ventaja.
Y es que esa mujer representa a millones de hombres…
Conociéndose a la perfección Bertok, actuaba con sensatez, reconocía una belleza suprema, destacando supremo a aquello elevado de valor, un honor refundado con la fija mirada y el rojizo de sus cabellos que emanaban poderío en franqueza dialogada, mostrando la postura del arte de dar a cada quien lo que se merece, una justicia hermosa pintada en la fachada de proxeneta, este era el mundo en el que se envolvía, penetrarse hasta lo más atroz de un país, porque las consecuencias se reflejaban en la estabilidad de sus negocios.
¡Y aquella viuda era de codiciar! Comprendía cada replica ofrecida, la actitud destaca, aunque la imaginación no era el método más adecuado sino la razón para conocer la realidad, apoderarse de la información y enaltecer la sabiduría de lidiar con cualquier obstáculo, no había cosas en sí, solo hay verdades manifestadas por las regularidades de cada quien, no existía ley si no era refutada por el respeto, y así el Conde manifestaba la importancia y el honor en sus palabras para el fin que tanto ya se venía venir en los labios ajenos.— No madame, no se puede denominar nuestra cuando de usted pende el crecimiento de París, ambos sabemos a la perfección que este país está volviendo a caer y es amamantado a un término “derecha e izquierda” No importan las razas existentes, el pueblo se está dividiendo por su interés personal. Entonces, ¿Dónde queda el usufructo? Esto es el motivo de controlar las controversias, está habiendo más pobreza y más muertes. Por ello, ¿Por qué no sacar provecho a lo olvidado? —Cada rasgo se debe a la protección de la vida, así es como comenzaba a inculcar el orden y calmas las tempestades para evitar un golpe de estado, y así comprendido por su manía acepta la copa de vino, atraído al gusto por el Merlot en cuanto fue descorchado y la esencia se disperso en el recinto, seducido por el pequeño manantial dentro de esa copa al posar su licor, elevando la mano a tomarla en seguida de ser un sorbo el que haga el decoro.—Sumamente exquisito, mi gratitud madame —Seguía con la mirada a la viuda de Tracy al tomar asiento , no era caballeroso por ser beneficiado, si no solo desprendía la realidad de lo que observaba, así como encantado por su elegancia y el secreto de la fascinación por el vino; era estar presente a la sangre que le tienta.
—El devenir del mundo es preocupante, por ello, este negocio va más allá de ganancias, no solo es cuestión de dinero. Le seré sincero, lo que necesito es el buen estar socio-económico de la gente que ha sido esclavizada a la miseria, han sido desterrados de los privilegios como ciudadanos, no tienen voz para escapar de una guerra; del hambre, de las enfermedades, de la muerte sobre todo que ya es una problemática no solo aquí, sino en muchos países, la raza humana está por desaparecer y sé que usted está al tanto de esto.
Y después de ello, toma asiento, quedando frente a ella, que no había mejor panorama que vislumbrar una mujer de negocios en su escritorio. —En la carta, le destaque que quiero seguir extrayendo a las “Mesalinas”, convertir en un segundo imperio París, un imperio para meretrices. En el cual ya no solo son mujeres, sino hombres y hasta niños lamentablemente, pero entre los dos últimos hay opciones, les damos elegir entre el reclutamiento. Porque además de tal título de nobleza, soy poseedor de un linaje que lucha por el bien estar del pueblo, un soldado preparado para la guerra. Pero prefiero que se quede guardado entre nosotros, no hay verdad que deba ser dicha a los demás, que me sigan viendo con la imagen de un cabrón avaricioso que solo se dedica a vender a la gente por interés personal.—El autentico Rosenthal se mostró ante ella, ya que fue más el respeto que no quería mentiras entre ellos, empezando por lo básico si es que acepta ser partícipe de esta causa, el caso ya era concreto, la fuerza de la vida tenía que ser representada, haciendo intercambio mutuo para poder ser una ventaja.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Verhandlung [Privado]
Bárbara no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban. Simplemente, se dedico a contemplar a Rosenthal. Estaba, abiertamente, invitándola a ser parte de un negocio que, mirase por donde lo mirase, lo juzgaba amoral. Sabía del éxito que tenía la prostitución y sus derivados, del gran provecho económico que sacaban quienes participaban en él. Pero, lo cierto era que a la viuda no le interesaba explotar a seres humanos para su propio beneficio, prefería elegir el camino más largo, pero sí uno honesto, donde no implicase que las personas se vendiesen como un trozo de carne. Aunque, a su parecer, el propio sistema capitalista llevaba a las personas a convertirse en mercancías al vender su fuerza de trabajo para el enriquecimiento de los burgueses más importantes. No concebía ser parte de una mafia que hasta era capaz de utilizar a niños para que satisficieran las perversiones de extraños, que serían capaces de cualquier cosa, por el sólo y sencillo hecho de que tenían los recursos económicos para pagar una salvajada del tipo que fuera. La cabeza de la muchacha había entrado en ebullición, y sabía que estaba acorralada. Su difunto esposo, Lord Turner, le había heredado un imperio y la mayor disyuntiva de su vida.
Se mostró inmutable, como si el discurso del vampiro fuese algo cotidiano, como si no fuese una invitación a saltar al vacío. Sabía que le sería imposible participar de algo semejante, el reto estaba en cómo salir de ello. La imagen de niños sometidos se le representó tan vívidamente, que por un instante, casi pierde la compostura. Se vio a sí misma cuando era abusada y sometida a la lascivia de su abuelo, y el recuerdo de sus manos tocándole los pechos le provocó un leve estremecimiento. Bárbara sabía que tenía un gran poder, podía arruinar y enaltecer con una simple firma; la riqueza de los miembros de la casta poderosa de Europa estaba en sus manos, y en Bertok Rosenthal estaba el poder para arruinarla. No conocía específicamente cuán implicada estaba en el asunto, qué tan cuantiosas eran las ganancias de su finado esposo en aquel mundo. Y si bien el caballero tenía razón, cientos de personas estaban reducidas a la miseria, Bárbara no creía que la salida estuviese en la sociedad que le estaban proponiendo.
—Me alegra que el vino sea de su agrado —fue lo primero que pudo decir, aún buscando las palabras que la ayudasen a encontrar una salida en ese laberinto. —Lo cierto es que el marco que me está planteando es muy complejo, está muy bien informado. He recibido informes sobre varios hombres encumbrados que han caído en la quiebra y no he podido salvarlos de la desgracia económica. Lamentablemente, hay intereses que me exceden y que debo priorizar, a pesar de que siempre está en mí la mejor de las voluntades para colaborar con aquellos que me necesitan —se mojó escasamente los labios con el vino. El sabor dulzón fue una caricia a la cordura.
—La imagen lo es todo, Monsieur —comentó con un tono suave, casi pícaro. Conocía perfectamente la necesidad de aparentar algo, de mostrarles a los demás un escudo protector. —Será en un secreto que quedará guardado entre estas paredes —aseguró. —Permítame decirle que juzgo un tanto exagerada la posición de creer que la raza humana desaparecerá. Es una perspectiva fatalista, el ser humano viene sobreviviendo desde hace miles de años, ¿por qué caería ahora? ¿Por qué la desaparición tan inminente? Quizá usted maneje una información de la que estoy careciendo —cualquier idea era bienvenida para esquivar, el mayor tiempo posible, la cuestión de una nación de meretrices. — ¿Usted tendría la amabilidad de iluminarme con respeto a ello? Sé que es un caballero y que tendrá la generosidad de compartir conmigo lo que estoy ignorando —se acomodó con elegancia en su asiento, dispuesta a seguir escuchando lo que Rosenthal tuviera para decirle. Sorbió vino, un pequeño trago que cruzó por su garganta sin hacer el más mínimo sonido. Agradeció tener siempre disponible una bebida reconfortante.
Se mostró inmutable, como si el discurso del vampiro fuese algo cotidiano, como si no fuese una invitación a saltar al vacío. Sabía que le sería imposible participar de algo semejante, el reto estaba en cómo salir de ello. La imagen de niños sometidos se le representó tan vívidamente, que por un instante, casi pierde la compostura. Se vio a sí misma cuando era abusada y sometida a la lascivia de su abuelo, y el recuerdo de sus manos tocándole los pechos le provocó un leve estremecimiento. Bárbara sabía que tenía un gran poder, podía arruinar y enaltecer con una simple firma; la riqueza de los miembros de la casta poderosa de Europa estaba en sus manos, y en Bertok Rosenthal estaba el poder para arruinarla. No conocía específicamente cuán implicada estaba en el asunto, qué tan cuantiosas eran las ganancias de su finado esposo en aquel mundo. Y si bien el caballero tenía razón, cientos de personas estaban reducidas a la miseria, Bárbara no creía que la salida estuviese en la sociedad que le estaban proponiendo.
—Me alegra que el vino sea de su agrado —fue lo primero que pudo decir, aún buscando las palabras que la ayudasen a encontrar una salida en ese laberinto. —Lo cierto es que el marco que me está planteando es muy complejo, está muy bien informado. He recibido informes sobre varios hombres encumbrados que han caído en la quiebra y no he podido salvarlos de la desgracia económica. Lamentablemente, hay intereses que me exceden y que debo priorizar, a pesar de que siempre está en mí la mejor de las voluntades para colaborar con aquellos que me necesitan —se mojó escasamente los labios con el vino. El sabor dulzón fue una caricia a la cordura.
—La imagen lo es todo, Monsieur —comentó con un tono suave, casi pícaro. Conocía perfectamente la necesidad de aparentar algo, de mostrarles a los demás un escudo protector. —Será en un secreto que quedará guardado entre estas paredes —aseguró. —Permítame decirle que juzgo un tanto exagerada la posición de creer que la raza humana desaparecerá. Es una perspectiva fatalista, el ser humano viene sobreviviendo desde hace miles de años, ¿por qué caería ahora? ¿Por qué la desaparición tan inminente? Quizá usted maneje una información de la que estoy careciendo —cualquier idea era bienvenida para esquivar, el mayor tiempo posible, la cuestión de una nación de meretrices. — ¿Usted tendría la amabilidad de iluminarme con respeto a ello? Sé que es un caballero y que tendrá la generosidad de compartir conmigo lo que estoy ignorando —se acomodó con elegancia en su asiento, dispuesta a seguir escuchando lo que Rosenthal tuviera para decirle. Sorbió vino, un pequeño trago que cruzó por su garganta sin hacer el más mínimo sonido. Agradeció tener siempre disponible una bebida reconfortante.
Bárbara Destutt de Tracy- Humano Clase Alta
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Re: Verhandlung [Privado]
¿Cómo explicar las controversias que se han establecido? Era una esfera en la cual los problemas iban a la par, y cada uno comenzaba a sumar otros y así sucesivamente. Y parece que su lector no comparte el mismo pensamiento, pero, ¿Quién lo hacía? Cada uno de cierta manera se enfocaba en los fines propios, excluyendo sentimientos porque con ello se estaría en la derrota.
El Conde con la idea cimentada, le da poder a las palabras, no miente, en ningún momento lo está haciendo, no cabe tiempo para las mentiras para con ella. Cada enunciado pronunciado, era la verdad absoluta, porque si la información daba poder, se tenía que notar eso. Estaba dándole herramientas a la viuda para que de una vez aceptara. Esto era un negocio, y en negocios hay que valerse de todo, hasta de su propia identidad para seguir con el otro paso, y así llegar a lo que uno está esperando. En este caso, el Conde busca, regresar la dignidad que le arrebataron tras ayudar a su pueblo.
En pocas palabras se lo dijo a la viuda, pero parece que está afectada por algún sentimiento y ahí es que encontró su debilidad. A base del silencio de sus palabras que lo mencionaron. Por eso, fue que iba a aclarar ciertos malentendidos, no estaba situado por el interés propio, estaba invitando a su lectora a que fuera más allá de las palabras del Conde, le aconsejaba que no se guie por el simple significado de unas, ya que si es de esa manera, no es el mensaje que desea transmitir, sino debe en conjunto comprenderlo. No era algún beneficio pecuniario lo que interesa, al menos para él, sino para la gente quien lo necesitaba, ni mucho menos, considera una fortuna la explotación, por lo que está creyendo que de esa manera lo interpretó, y claramente se veía que era afectada por un sentimiento propio, el cual la estaba cegando de la realidad.
—Agradezco su consideración por ello. —menciono, en cuanto el secreto que deseaba mantener, bien se dice que la apariencia lo es todo, una fortaleza propia para ser unificados en poder. Pero el motivo real, es lo que está a punto de hablar, por lo que, volvió a dar un trago, la quemazón en su garganta era el punto excitante para apreciar una bebida, y darse al sabor que para los inmortales se asemeja a la necesidad de sangre.
— No es algo complejo de entender. Y por lo que respecta de la humanidad, los tiempos cambian, no hay que cerrarnos en un solo tiempo o lugar, las circunstancias se han venido acoplando, y justo en esta época, se está luchando con el fenómeno de lo oculto. Como bien sabemos, hay sectas en donde los miembros son seres sobrenaturales. —poso la copa en el escritorio cerca, y observo cada ademan, gesto que le pudiera dar ciertas palabras.
—Primero que nada, ¿Usted está enterada sobre la existencia de sobrenaturales? —Debía cuestionar, aunque la respuesta era más que obvia, hoy en dia esta noticia ya resonaba en las calles de Paris, y porque unos ya se querían apoderar del país. —Me temo que está bien informada de esto, bien, a esto me réferi con que la humanidad se extinguirá. ¿Por qué? Paris es un nido de ello, están naciendo más bestias peligrosas. Para que sea entendible, coloquémoslo en una cadena mortecina, todos se matan unos a otros, pero la especie más débil está desapareciendo porque es considerado como una fuerza para seguir en esta batalla, ¿Qué quiere decir esto? Es el objeto principal de los vampiros, si no los devoran, son esclavizados hasta matarlos cuando ya no les sirven o peor, convertidos en la especie mencionada. Y así es como lo estoy viendo. Hoy en dia, los humanos son orillados a perder su especie, por el poder mismo, por las guerras, por fenomen0s sociales, económicos y naturales. Temen a morir, a ser controlados ya sea por sentimientos negativos o por la simple habilidad que poseen quienes lo hacen. Las estadísticas vienen descendiendo, la mortalidad va en aumento. Y lo que esta dominando son los sobrenaturales, estamos perdiendo esa humanidad, oh, es que ¿Aun piensa que es algo exagerado? Porque esto es la realidad, y quiero establecerlo con los sucesos que se han venido dando.
El Conde con la idea cimentada, le da poder a las palabras, no miente, en ningún momento lo está haciendo, no cabe tiempo para las mentiras para con ella. Cada enunciado pronunciado, era la verdad absoluta, porque si la información daba poder, se tenía que notar eso. Estaba dándole herramientas a la viuda para que de una vez aceptara. Esto era un negocio, y en negocios hay que valerse de todo, hasta de su propia identidad para seguir con el otro paso, y así llegar a lo que uno está esperando. En este caso, el Conde busca, regresar la dignidad que le arrebataron tras ayudar a su pueblo.
En pocas palabras se lo dijo a la viuda, pero parece que está afectada por algún sentimiento y ahí es que encontró su debilidad. A base del silencio de sus palabras que lo mencionaron. Por eso, fue que iba a aclarar ciertos malentendidos, no estaba situado por el interés propio, estaba invitando a su lectora a que fuera más allá de las palabras del Conde, le aconsejaba que no se guie por el simple significado de unas, ya que si es de esa manera, no es el mensaje que desea transmitir, sino debe en conjunto comprenderlo. No era algún beneficio pecuniario lo que interesa, al menos para él, sino para la gente quien lo necesitaba, ni mucho menos, considera una fortuna la explotación, por lo que está creyendo que de esa manera lo interpretó, y claramente se veía que era afectada por un sentimiento propio, el cual la estaba cegando de la realidad.
—Agradezco su consideración por ello. —menciono, en cuanto el secreto que deseaba mantener, bien se dice que la apariencia lo es todo, una fortaleza propia para ser unificados en poder. Pero el motivo real, es lo que está a punto de hablar, por lo que, volvió a dar un trago, la quemazón en su garganta era el punto excitante para apreciar una bebida, y darse al sabor que para los inmortales se asemeja a la necesidad de sangre.
— No es algo complejo de entender. Y por lo que respecta de la humanidad, los tiempos cambian, no hay que cerrarnos en un solo tiempo o lugar, las circunstancias se han venido acoplando, y justo en esta época, se está luchando con el fenómeno de lo oculto. Como bien sabemos, hay sectas en donde los miembros son seres sobrenaturales. —poso la copa en el escritorio cerca, y observo cada ademan, gesto que le pudiera dar ciertas palabras.
—Primero que nada, ¿Usted está enterada sobre la existencia de sobrenaturales? —Debía cuestionar, aunque la respuesta era más que obvia, hoy en dia esta noticia ya resonaba en las calles de Paris, y porque unos ya se querían apoderar del país. —Me temo que está bien informada de esto, bien, a esto me réferi con que la humanidad se extinguirá. ¿Por qué? Paris es un nido de ello, están naciendo más bestias peligrosas. Para que sea entendible, coloquémoslo en una cadena mortecina, todos se matan unos a otros, pero la especie más débil está desapareciendo porque es considerado como una fuerza para seguir en esta batalla, ¿Qué quiere decir esto? Es el objeto principal de los vampiros, si no los devoran, son esclavizados hasta matarlos cuando ya no les sirven o peor, convertidos en la especie mencionada. Y así es como lo estoy viendo. Hoy en dia, los humanos son orillados a perder su especie, por el poder mismo, por las guerras, por fenomen0s sociales, económicos y naturales. Temen a morir, a ser controlados ya sea por sentimientos negativos o por la simple habilidad que poseen quienes lo hacen. Las estadísticas vienen descendiendo, la mortalidad va en aumento. Y lo que esta dominando son los sobrenaturales, estamos perdiendo esa humanidad, oh, es que ¿Aun piensa que es algo exagerado? Porque esto es la realidad, y quiero establecerlo con los sucesos que se han venido dando.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Verhandlung [Privado]
Como dueña del Banque de France, Bárbara ostentaba una de las posiciones de poder más importantes de la Europa. Por sus manos pasaban los capitales de cientos de gobernantes y burgueses acomodados, que depositaban en el innovador sistema bancario, las esperanzas de un futuro próspero. Sabía, perfectamente, que la burguesía financiera se haría, más temprano que tarde, con las armas para manejar el mundo. Y no era que a la viuda le interesase la dominación, pues sabía que ésta conllevaba desgracias para los más desfavorecidos en la estructura social, pero sí buscaba los propios beneficios, no sólo para sí, sino también para sus asociados, que no eran muchos. El pequeño círculo al que Bárbara favorecía, podía considerarse afortunado, aunque también estaba advertido sobre su accionar. Lo que más le gustaba a la joven, era el control; y sobre ellos, y muchos más, lo tenía.
La discusión cuasi esotérica entre sobrenaturales y hombres, la tenía sin cuidado. Para ella, la condición de cada ser, era lo de menos, siempre y cuando tuvieran la mente lo suficientemente avispada para los negocios. El mundo, según Bárbara, giraba en torno al gran capital, y no en la cuestión del origen de tal o cual persona. Entre sus amistades, conocidos y allegados, contaba con toda clase de seres, desde el vampiro que tenía frente a ella, hasta licátropos, cambiantes y, por supuesto, simples humanos, como ella misma. No les temía, como tampoco implicaba un impedimento si alguien poseía o no algún poder pagano. A la viuda, lo que realmente le interesaba, era el poder para conseguir inversiones y para que éstas prosperasen. Las otras cuestiones, aquellas dedicadas a lo que los ojos no podían ver y las manos no podían tocar, ya eran de índole pura y exclusiva de la Iglesia Católica, con la cual, por supuesto, también tenía tratativas que giraban en torno al dinero y los metales preciosos.
—Permítame disentir, Monsieur Rosenthal —suavizó su voz para dirigirse a él. —Estamos concibiendo al mundo de forma lineal y, ciertamente, condenándolo antes de tiempo. Para usted, el quid de la cuestión es una guerra entre sobrenaturales y seres humanos —mientras hablaba, acariciaba suavemente la base de la copa que se encontraba frente a ella. —Para mí, y es, por supuesto, una mera opinión personal, todo gira en torno a lo que tenemos guardado en las bodegas de éste banco y de lo que usted, yo, y otros tantos, tenemos invertido fuera de aquí —impostó levemente la voz, pero continuó con su discurso, sin desviar sus ojos de los del noble rumano. —Utilizándome como ejemplo, a ningún vampiro le sirvo muerta. A los vampiros verdaderamente poderosos, les conviene estar en buenos términos conmigo, saben lo que pueden obtener si me respetan, y saben lo que pueden perder si no —la confianza se reflejaba, no sólo en la seguridad con la que se expresaba, sino también en su postura. —No crea que me considero todopoderosa, sólo Dios tiene esa virtud, pero sé que no soy una humana como cualquier otra. Y, mientras haya más como yo, la humanidad no desaparecerá —volvió a mojarse los labios con el vino.
—Pero usted no ha venido a que filosofemos sobre éstas cuestiones. Si está aquí, es porque necesita financiamiento o, porque quiere llegar a un acuerdo conmigo —Bárbara era la clase de mujer que se cansaba fácilmente de hablar de un tema. — ¿Qué ha hecho que, un hombre de su estirpe, haya tenido la amabilidad de venir hasta aquí y conversar con ésta simple viuda? Los tratos con mi difunto esposo están en sus manos —desvió, por un instante, la vista, y la dirigió hacia la pared donde un retrato del finado Lord Turner se alzaba con estoicismo. — ¿Qué necesita de mí, Monsieur Rosenthal? ¿Una opinión sobre una causa altruista y desinteresada, o que lleguemos a alguna especie intercambio en el que ambos nos veamos favorecidos? —Bárbara era una mujer sumamente solidaria, que hacía importantes donaciones anónimas, pero que, al mundo, se mostraba inalterable e indiferente sobre cuestiones que, a más de uno, horrorizarían. Tenía sus límites, por supuesto, y siempre intentaba que los más humildes ganaran de alguna u otra manera, pero también era consciente de que no siempre podía velar por la humanidad, y que sí debía hacerlo siempre, por sobre todas las cosas, por sí misma.
La discusión cuasi esotérica entre sobrenaturales y hombres, la tenía sin cuidado. Para ella, la condición de cada ser, era lo de menos, siempre y cuando tuvieran la mente lo suficientemente avispada para los negocios. El mundo, según Bárbara, giraba en torno al gran capital, y no en la cuestión del origen de tal o cual persona. Entre sus amistades, conocidos y allegados, contaba con toda clase de seres, desde el vampiro que tenía frente a ella, hasta licátropos, cambiantes y, por supuesto, simples humanos, como ella misma. No les temía, como tampoco implicaba un impedimento si alguien poseía o no algún poder pagano. A la viuda, lo que realmente le interesaba, era el poder para conseguir inversiones y para que éstas prosperasen. Las otras cuestiones, aquellas dedicadas a lo que los ojos no podían ver y las manos no podían tocar, ya eran de índole pura y exclusiva de la Iglesia Católica, con la cual, por supuesto, también tenía tratativas que giraban en torno al dinero y los metales preciosos.
—Permítame disentir, Monsieur Rosenthal —suavizó su voz para dirigirse a él. —Estamos concibiendo al mundo de forma lineal y, ciertamente, condenándolo antes de tiempo. Para usted, el quid de la cuestión es una guerra entre sobrenaturales y seres humanos —mientras hablaba, acariciaba suavemente la base de la copa que se encontraba frente a ella. —Para mí, y es, por supuesto, una mera opinión personal, todo gira en torno a lo que tenemos guardado en las bodegas de éste banco y de lo que usted, yo, y otros tantos, tenemos invertido fuera de aquí —impostó levemente la voz, pero continuó con su discurso, sin desviar sus ojos de los del noble rumano. —Utilizándome como ejemplo, a ningún vampiro le sirvo muerta. A los vampiros verdaderamente poderosos, les conviene estar en buenos términos conmigo, saben lo que pueden obtener si me respetan, y saben lo que pueden perder si no —la confianza se reflejaba, no sólo en la seguridad con la que se expresaba, sino también en su postura. —No crea que me considero todopoderosa, sólo Dios tiene esa virtud, pero sé que no soy una humana como cualquier otra. Y, mientras haya más como yo, la humanidad no desaparecerá —volvió a mojarse los labios con el vino.
—Pero usted no ha venido a que filosofemos sobre éstas cuestiones. Si está aquí, es porque necesita financiamiento o, porque quiere llegar a un acuerdo conmigo —Bárbara era la clase de mujer que se cansaba fácilmente de hablar de un tema. — ¿Qué ha hecho que, un hombre de su estirpe, haya tenido la amabilidad de venir hasta aquí y conversar con ésta simple viuda? Los tratos con mi difunto esposo están en sus manos —desvió, por un instante, la vista, y la dirigió hacia la pared donde un retrato del finado Lord Turner se alzaba con estoicismo. — ¿Qué necesita de mí, Monsieur Rosenthal? ¿Una opinión sobre una causa altruista y desinteresada, o que lleguemos a alguna especie intercambio en el que ambos nos veamos favorecidos? —Bárbara era una mujer sumamente solidaria, que hacía importantes donaciones anónimas, pero que, al mundo, se mostraba inalterable e indiferente sobre cuestiones que, a más de uno, horrorizarían. Tenía sus límites, por supuesto, y siempre intentaba que los más humildes ganaran de alguna u otra manera, pero también era consciente de que no siempre podía velar por la humanidad, y que sí debía hacerlo siempre, por sobre todas las cosas, por sí misma.
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Re: Verhandlung [Privado]
No escucha, o quizás, está jugando con el Conde, con las palabras, con su tiempo. No era suficiente el licor tomado como para perderse en sus motivos, en la rotunda conversación que parecía no ser precisa, se había desviado el Conde de su propósito tras hablar de la guerra y de la vida, de las muertes que quieren poder y del dinero que representan en cada suceso llevado. Parece que la viuda aún no ha experimentado la tragedia, lo difícil que es luchar contra los obstáculos para sobrevivir, parece que la muerte de su difunto esposo solo le ha enseñado a protegerse a sí misma, a valerse de sus manos y no de otros. Admirando la seguridad, esa confianza en mantener su postura, pero, ¿A cambio de qué? A que sus palabras destruyan lo que representa, lo que exterioriza.
— No es lineal madame, apuesto con mis bienes a que así será. Quizás sean cuestiones personales pero superan los efectos a terceros, y estos a su vez afectan los secundarios. Es en efecto que todo radica en el poder, ¿Y qué es el poder?... Efectivamente, para tenerlo, su base principal es el dinero, las relaciones correctas para negociar, generar riquezas en diversos aspectos. Pero no se olvide que para tenerlo se necesita de un ente físico. —Miro fijamente esas pupilas, si la confianza era brindaba, el Conde no podía evitar encontrar roturas, fallas que le hagan dudar. No todo en el mundo debía ser la decisión. — Usted lo ve por el lado humano, pero con el mismo ejemplo, para la naturaleza será necesaria, ya que por algo se destaca en su deber, mas veámoslo en lo sobrenatural, ¿Quién me dice que usted no podrá ser manejada? Dice que la necesitamos, si me incluyo a su ejemplo para simplificarlo. Está en lo incierto, puede ser sustituida de su cargo, como ha dicho, hay varios que son poderosos, ya sean humanos o sobrenaturales. Mientras se esté en el mismo bando, no importa el género, ni la raza… Pero está olvidando algo muy importante, que no deja de ser humana, su fuerza es la misma medida que su debilidad. Al fin de cuentas, está propensa a la muerte. ¿Ahora entiende a lo que me refiero?
Sus comentarios iban más allá de una mente abierta, no amenazaba, ni quería devaluar, simplemente pensaba en todo lo que podía suceder, ya que esa es la auténtica negociación, que se acepten los términos sabiendo a lo que se enfrenta.
Y sonrió, sin ofensa alguna, porque desde un principio dejo al descubierto que lo único que necesitaba era seguir con las negociaciones que su difunto esposo le heredó. — Y volvamos al principio, quiero ambas, tanto el financiamiento como el acuerdo estipulado. Hay un escrito, que debe tener bajo su poder, donde se marcaban las cantidades y fechas para transportar las mesalinas de país a país y el capital que las financie. De lo que se requiere para el funcionamiento. — Miro aquel retrato, pensando por qué no pidió la inmortalidad, si bien que podía adquirirla con solo pedirlo.
—No es una simple viuda, me lo acaba de decir, más, ¿Que puedo decir de lo que se ha dicho? No puede exonerarse de lo pactado con lo de su difunto esposo, beneficiados seremos todos los que participamos. Le entregó la copia de lo pactado, porque al parecer no lo ha encontrado, más si le pido discreción, y cuidado. No es un papel que deba ser expuesto. Aquí están las cláusulas que su marido coloco, se las he señalado por puntos, usted sabrá si sigue con lo acordado o bien, está dispuesta a hacer cambios.
Claro, debajo del sostén recio que compone su rostro, se concibió así: pendiente de no decir nada, balbuceando palabras sobrias carentes de contenido personal. Se encuentra en el entrecejo del silencio imperante y el arma afilada de la trascendencia, donde todo muere, todo calla al poner el documento sobre sus manos. Emergiendo en él una pena eterna de no ser gobernante de todas las mesalinas, porque los personajes que van y vienen algunas terminan por ser amantes de la nobleza, tonificando así, la vida que considero real dentro de los parámetros físicos; aquellas personas que toco. Las horas que intento pisar con la coherencia de sus discursos internos, que son aquéllas las que pretende asilar en las fallas propias del pensar, divergiendo aún más la carencia. Aquéllos que se tropiezan y escaman entre los estratos risueños del poder, los que quieran ser exitosos, lo harán.
Estando dispuesto a obsequiar tiempo; solo era cuestión de días, mínimo 3, máximo 5 días. Para que cavilara, observara y estudiara el pacto.
Por lo que se levantó del asiento, con un gesto respetuoso y firme. —Le otorgare un plazo de 4 días. Cumplido el plazo nos veremos en este mismo lugar, a esta misma hora. Porque sé que no llegaremos a un acuerdos el día de hoy, así que medítelo. Le confiare el pacto en sus manos, está por demás decirle que es de suma discreción.
Inclino el rostro, no despidiéndose, pero si, concluyendo ese encuentro. Debía inspeccionar las áreas de trabajo, por lo que no demoro más. — Nos volveremos a ver, viuda de Tracy…
Formulo una media sonrisa y en seguida su espalda le dio. Se dirigía ahora lo que es conocido como Cabaret
—Y bien, ¿Qué ha decidido entonces hacer? …
— No es lineal madame, apuesto con mis bienes a que así será. Quizás sean cuestiones personales pero superan los efectos a terceros, y estos a su vez afectan los secundarios. Es en efecto que todo radica en el poder, ¿Y qué es el poder?... Efectivamente, para tenerlo, su base principal es el dinero, las relaciones correctas para negociar, generar riquezas en diversos aspectos. Pero no se olvide que para tenerlo se necesita de un ente físico. —Miro fijamente esas pupilas, si la confianza era brindaba, el Conde no podía evitar encontrar roturas, fallas que le hagan dudar. No todo en el mundo debía ser la decisión. — Usted lo ve por el lado humano, pero con el mismo ejemplo, para la naturaleza será necesaria, ya que por algo se destaca en su deber, mas veámoslo en lo sobrenatural, ¿Quién me dice que usted no podrá ser manejada? Dice que la necesitamos, si me incluyo a su ejemplo para simplificarlo. Está en lo incierto, puede ser sustituida de su cargo, como ha dicho, hay varios que son poderosos, ya sean humanos o sobrenaturales. Mientras se esté en el mismo bando, no importa el género, ni la raza… Pero está olvidando algo muy importante, que no deja de ser humana, su fuerza es la misma medida que su debilidad. Al fin de cuentas, está propensa a la muerte. ¿Ahora entiende a lo que me refiero?
Sus comentarios iban más allá de una mente abierta, no amenazaba, ni quería devaluar, simplemente pensaba en todo lo que podía suceder, ya que esa es la auténtica negociación, que se acepten los términos sabiendo a lo que se enfrenta.
Y sonrió, sin ofensa alguna, porque desde un principio dejo al descubierto que lo único que necesitaba era seguir con las negociaciones que su difunto esposo le heredó. — Y volvamos al principio, quiero ambas, tanto el financiamiento como el acuerdo estipulado. Hay un escrito, que debe tener bajo su poder, donde se marcaban las cantidades y fechas para transportar las mesalinas de país a país y el capital que las financie. De lo que se requiere para el funcionamiento. — Miro aquel retrato, pensando por qué no pidió la inmortalidad, si bien que podía adquirirla con solo pedirlo.
—No es una simple viuda, me lo acaba de decir, más, ¿Que puedo decir de lo que se ha dicho? No puede exonerarse de lo pactado con lo de su difunto esposo, beneficiados seremos todos los que participamos. Le entregó la copia de lo pactado, porque al parecer no lo ha encontrado, más si le pido discreción, y cuidado. No es un papel que deba ser expuesto. Aquí están las cláusulas que su marido coloco, se las he señalado por puntos, usted sabrá si sigue con lo acordado o bien, está dispuesta a hacer cambios.
Claro, debajo del sostén recio que compone su rostro, se concibió así: pendiente de no decir nada, balbuceando palabras sobrias carentes de contenido personal. Se encuentra en el entrecejo del silencio imperante y el arma afilada de la trascendencia, donde todo muere, todo calla al poner el documento sobre sus manos. Emergiendo en él una pena eterna de no ser gobernante de todas las mesalinas, porque los personajes que van y vienen algunas terminan por ser amantes de la nobleza, tonificando así, la vida que considero real dentro de los parámetros físicos; aquellas personas que toco. Las horas que intento pisar con la coherencia de sus discursos internos, que son aquéllas las que pretende asilar en las fallas propias del pensar, divergiendo aún más la carencia. Aquéllos que se tropiezan y escaman entre los estratos risueños del poder, los que quieran ser exitosos, lo harán.
Estando dispuesto a obsequiar tiempo; solo era cuestión de días, mínimo 3, máximo 5 días. Para que cavilara, observara y estudiara el pacto.
Por lo que se levantó del asiento, con un gesto respetuoso y firme. —Le otorgare un plazo de 4 días. Cumplido el plazo nos veremos en este mismo lugar, a esta misma hora. Porque sé que no llegaremos a un acuerdos el día de hoy, así que medítelo. Le confiare el pacto en sus manos, está por demás decirle que es de suma discreción.
Inclino el rostro, no despidiéndose, pero si, concluyendo ese encuentro. Debía inspeccionar las áreas de trabajo, por lo que no demoro más. — Nos volveremos a ver, viuda de Tracy…
Formulo una media sonrisa y en seguida su espalda le dio. Se dirigía ahora lo que es conocido como Cabaret
—Y bien, ¿Qué ha decidido entonces hacer? …
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Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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