AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The bug [Privado]
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The bug [Privado]
Recostada en el pasto, rodeada de hermosas flores y paz, Lionetta disfrutaba de su día, que era de uno de esos que se podían llamar perfectos.
Para comenzar con la perfección del día, se había levantado de excelente humor y tan temprano como para ir al mercado en la hora más concurrida, situación que le ayudo en demasía para hacerse de tanta comida y objetos como quiso, sin que nadie se percatara de la ausencia de las cosas. Después, había tenido una presentación en el circo gitano y todo resulto demasiado bien para ser verdad. Ninguno de sus compañeros se hizo daño y la asistencia fue tal que recibieron una buena cantidad de francos por su presentación. Gracias a lo robado y lo ganado, Lio comió como reina y hasta tuvo la oportunidad de comprar telas nuevas para más atuendos. Claro que existía otro detalle que alegraba a la gitana y ese era que Boyd, un policía que no se cansaba de fastidiarla y perseguirla, no se le había aparecido.
En un principio, la gitana pensó que toparse con aquel oficial había sido algo casual, que no volvería a repetirse y pensaba eso porque Boyd, no era el primer policía con el que se topaba. Los gitanos poseían una mala reputación, misma que los llevaba a ser perseguidos por las autoridades (sobre todo los que eran nuevos), quienes tarde o temprano, se rendían y los dejaban ser, sin embargo, Boyd era diferente. Aquel oficial perseguía a Lionetta como si ella fuese la única delincuente en todo París; la seguía prácticamente desde que salía el sol hasta que se ponía. La gitana creía que el que madrugase tenía que ver con la ausencia de Boyd y pensaba que si necesitaba madrugar todos los días para librarse de él, el sacrificio bien valdría la pena.
La gitana cerró entonces los ojos y soltó un suspiro. Se hallaba tan tranquila y relajada que creía que nada podría arruinarle el día, siendo que lo que experimentaba era en realidad, la calma que precede a la tormenta.
Para comenzar con la perfección del día, se había levantado de excelente humor y tan temprano como para ir al mercado en la hora más concurrida, situación que le ayudo en demasía para hacerse de tanta comida y objetos como quiso, sin que nadie se percatara de la ausencia de las cosas. Después, había tenido una presentación en el circo gitano y todo resulto demasiado bien para ser verdad. Ninguno de sus compañeros se hizo daño y la asistencia fue tal que recibieron una buena cantidad de francos por su presentación. Gracias a lo robado y lo ganado, Lio comió como reina y hasta tuvo la oportunidad de comprar telas nuevas para más atuendos. Claro que existía otro detalle que alegraba a la gitana y ese era que Boyd, un policía que no se cansaba de fastidiarla y perseguirla, no se le había aparecido.
En un principio, la gitana pensó que toparse con aquel oficial había sido algo casual, que no volvería a repetirse y pensaba eso porque Boyd, no era el primer policía con el que se topaba. Los gitanos poseían una mala reputación, misma que los llevaba a ser perseguidos por las autoridades (sobre todo los que eran nuevos), quienes tarde o temprano, se rendían y los dejaban ser, sin embargo, Boyd era diferente. Aquel oficial perseguía a Lionetta como si ella fuese la única delincuente en todo París; la seguía prácticamente desde que salía el sol hasta que se ponía. La gitana creía que el que madrugase tenía que ver con la ausencia de Boyd y pensaba que si necesitaba madrugar todos los días para librarse de él, el sacrificio bien valdría la pena.
La gitana cerró entonces los ojos y soltó un suspiro. Se hallaba tan tranquila y relajada que creía que nada podría arruinarle el día, siendo que lo que experimentaba era en realidad, la calma que precede a la tormenta.
Lionetta Giordano- Gitano
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Fecha de inscripción : 21/04/2017
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Re: The bug [Privado]
Odiaba completamente su desesperante vida.
Se había despertado en el interior de su cama y con una mujer desconocida a su lado. La despertó y esta se fue hacia donde fuera su residencia, se dio un baño y después termino por ir a trabajar que le mantuvo ocupado durante todo el día. Estuvo deteniendo gitanos y ladrones, a algunos los había trincado él mismo, algún que otro navajazo se llevó pero sintiéndose orgulloso de haber hecho bien su trabajo. Cuando acabo su jornada laboral, fue a un restaurante en el que comió el menú del día.
La ventana estaba para observar la gente pasar de manera aburrida por los adoquines de la calle, Boyd estaba con su entrecot y mientras partía la carne un alboroto se formaba en las calles y eso significaba que tenía que volver al trabajo, pero para cuando dejo la servilleta en la mesa, la pelea fue controlada por unos compañeros suyos de policía. Volvió a su plato y cuando acabo pidió un café para después ya salir hacia su residencia. Estaba cansado en realidad pero también de la rutina.
La rutina, una enemiga que quería deshacerse de ella por lo que cuando se fue hacia su mansión, se le ocurrió la idea de ir al jardín botánico ya que prefiere conocerlo antes de irse a su casa, hacer algo diferente y que nunca se le hubiera ocurrido hacer con anterioridad.
A veces hasta a él mismo le costaba hacer nuevas cosas, tenía que darse cuenta rápidamente, si no se quedaría en el sillón del aburrimiento mientras ve su vida pasar de largo y él piensa que la vida es para vivirla por lo que ahora hará algo diferente yendo hacia el Jardín Botánico en donde no esperaba a encontrarse a Lionetta, una gitana de poca monta que siempre le traía de cabeza.
- ¡Estas en la sopa, insignificante mugre gitana! – Dijo un Boyd enfadado cuando la vio ahí delante, la tomo del brazo, al parecer Boyd le había interrumpido pero el policía atrapo uno de sus brazos con su mano derecha para después poder levantarla del suelo en el que estaba – A ver, ¿descansando de tus robos? Lo mismo puedes robar algo para el camino de cuando te enviemos a prisión – Dijo de manera divertida, tomo el mentón de Lionetta y la puso contra un árbol, presionando su cuerpo contra el de ella – Si fueras algo menos sucia, estarías abierta de piernas y yo dándote bien fuerte por detrás – Dijo sonriente, mientras una de sus manos libres acariciaba por encima la cintura de la gitana como si fuera un premio bastante experado.
Se había despertado en el interior de su cama y con una mujer desconocida a su lado. La despertó y esta se fue hacia donde fuera su residencia, se dio un baño y después termino por ir a trabajar que le mantuvo ocupado durante todo el día. Estuvo deteniendo gitanos y ladrones, a algunos los había trincado él mismo, algún que otro navajazo se llevó pero sintiéndose orgulloso de haber hecho bien su trabajo. Cuando acabo su jornada laboral, fue a un restaurante en el que comió el menú del día.
La ventana estaba para observar la gente pasar de manera aburrida por los adoquines de la calle, Boyd estaba con su entrecot y mientras partía la carne un alboroto se formaba en las calles y eso significaba que tenía que volver al trabajo, pero para cuando dejo la servilleta en la mesa, la pelea fue controlada por unos compañeros suyos de policía. Volvió a su plato y cuando acabo pidió un café para después ya salir hacia su residencia. Estaba cansado en realidad pero también de la rutina.
La rutina, una enemiga que quería deshacerse de ella por lo que cuando se fue hacia su mansión, se le ocurrió la idea de ir al jardín botánico ya que prefiere conocerlo antes de irse a su casa, hacer algo diferente y que nunca se le hubiera ocurrido hacer con anterioridad.
A veces hasta a él mismo le costaba hacer nuevas cosas, tenía que darse cuenta rápidamente, si no se quedaría en el sillón del aburrimiento mientras ve su vida pasar de largo y él piensa que la vida es para vivirla por lo que ahora hará algo diferente yendo hacia el Jardín Botánico en donde no esperaba a encontrarse a Lionetta, una gitana de poca monta que siempre le traía de cabeza.
- ¡Estas en la sopa, insignificante mugre gitana! – Dijo un Boyd enfadado cuando la vio ahí delante, la tomo del brazo, al parecer Boyd le había interrumpido pero el policía atrapo uno de sus brazos con su mano derecha para después poder levantarla del suelo en el que estaba – A ver, ¿descansando de tus robos? Lo mismo puedes robar algo para el camino de cuando te enviemos a prisión – Dijo de manera divertida, tomo el mentón de Lionetta y la puso contra un árbol, presionando su cuerpo contra el de ella – Si fueras algo menos sucia, estarías abierta de piernas y yo dándote bien fuerte por detrás – Dijo sonriente, mientras una de sus manos libres acariciaba por encima la cintura de la gitana como si fuera un premio bastante experado.
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: The bug [Privado]
La gitana se encontraba tan cómoda en el jardín botánico, que recostada sobre el pasto como estaba, dejo que su mente comenzara a irse, sumergiéndose ella en una somnolencia que sabía pronto la haría caer completamente dormida en aquel sitio donde se encontraba, y la verdad era que no le importaba si eso pasaba. El jardín botánico era tan pacifico, tan silencioso que nada, ni nadie, podría hacerle mal ahí. Poco a poco, sin darse verdaderamente cuenta del momento en que sucedía, Lionetta se quedo completamente dormida, rodeada por la tranquilidad de la naturaleza.
De manera repentina, el sueño y el día perfecto de la gitana se vieron abruptamente interrumpidos por una presencia indeseable. La voz que con rudeza llevaba a Lionetta a abrir los ojos, no era de otro más que Boyd, el policía completamente obsesionado con ella.
– ¿Qué? – preguntó, confundida aún debido a su despertar tan repentino – ¿Qué hice? ¿Qué pasa? – las preguntas salían de sus labios al tiempo que con brusquedad era obligada a ponerse de pie, como si se tratara de la peor escoria que hubiera pisado París. La gitana estaba segura de no ser la peor escoria de Paris, así que, ¿Por qué Boyd siempre buscaba molestarla? ¿No tenía que seguir otros ladrones o incluso sobre naturales?. Con salvajismo, Boyd la pegó en el árbol más cercano, interrogándola sobre sus actos criminales del día, esos de los que seguramente no tenía ni idea pero que ya se imaginaba habían ocurrido. Aún con algo de pesadez debido al sueño le miró con molestia – ¿Cuál es tu problema? – trató de empujarlo lejos de su cuerpo sin mucho éxito – Solo he venido a tomar un descanso, no he hecho nada para que vengas a fastidiarme la vida el día de hoy y aléjate de mi, que no tienes ningún motivo para llevarme a prisión o acercarte tanto a mi – mencionó mientras que se removía, tratando inútilmente de poner algo de distancia entre el policía y ella.
¿Cuál era el verdadero problema con aquel hombre? ¿Por qué insistía en seguirle y hacerle a vida imposible? Hasta aquel instante no tenía respuesta a esas interrogantes, pero definitivamente no permitiría que él la continuara atosigando. La ira provocó que la somnolencia desapareciera por completo y prueba de ello fue el golpe que dio a la mano masculina que se posaba sobre su cintura de manera descarada.
– No te atrevas a tocarme y mucho menos a creer que en alguna vida estaría con un hombre tan repugnante como tu – sus palabras salieron cargadas de desprecio, mismo que se volvió evidente cuando con burla, recorrió el rostro y la parte del cuerpo del policía que podía ver desde la incomoda posición en que se hallaban – Así que aléjate oficial – y tras decir eso, puso la mano en el pecho de Boyd para empujarle con toda la fuerza de la que era capaz.
De manera repentina, el sueño y el día perfecto de la gitana se vieron abruptamente interrumpidos por una presencia indeseable. La voz que con rudeza llevaba a Lionetta a abrir los ojos, no era de otro más que Boyd, el policía completamente obsesionado con ella.
– ¿Qué? – preguntó, confundida aún debido a su despertar tan repentino – ¿Qué hice? ¿Qué pasa? – las preguntas salían de sus labios al tiempo que con brusquedad era obligada a ponerse de pie, como si se tratara de la peor escoria que hubiera pisado París. La gitana estaba segura de no ser la peor escoria de Paris, así que, ¿Por qué Boyd siempre buscaba molestarla? ¿No tenía que seguir otros ladrones o incluso sobre naturales?. Con salvajismo, Boyd la pegó en el árbol más cercano, interrogándola sobre sus actos criminales del día, esos de los que seguramente no tenía ni idea pero que ya se imaginaba habían ocurrido. Aún con algo de pesadez debido al sueño le miró con molestia – ¿Cuál es tu problema? – trató de empujarlo lejos de su cuerpo sin mucho éxito – Solo he venido a tomar un descanso, no he hecho nada para que vengas a fastidiarme la vida el día de hoy y aléjate de mi, que no tienes ningún motivo para llevarme a prisión o acercarte tanto a mi – mencionó mientras que se removía, tratando inútilmente de poner algo de distancia entre el policía y ella.
¿Cuál era el verdadero problema con aquel hombre? ¿Por qué insistía en seguirle y hacerle a vida imposible? Hasta aquel instante no tenía respuesta a esas interrogantes, pero definitivamente no permitiría que él la continuara atosigando. La ira provocó que la somnolencia desapareciera por completo y prueba de ello fue el golpe que dio a la mano masculina que se posaba sobre su cintura de manera descarada.
– No te atrevas a tocarme y mucho menos a creer que en alguna vida estaría con un hombre tan repugnante como tu – sus palabras salieron cargadas de desprecio, mismo que se volvió evidente cuando con burla, recorrió el rostro y la parte del cuerpo del policía que podía ver desde la incomoda posición en que se hallaban – Así que aléjate oficial – y tras decir eso, puso la mano en el pecho de Boyd para empujarle con toda la fuerza de la que era capaz.
Lionetta Giordano- Gitano
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Fecha de inscripción : 21/04/2017
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Re: The bug [Privado]
La diversión del policía era evidente. Se mofaba de la gitana de manera en que esta se sintiera completamente incomoda con su presencia jugando con sus manos sobre el cuerpo de esta y no dejándola ganar en su esfuerzo de apartarla de su persona – mira que eres traviesa – Dijo sonriente cuando se alejó de ella, pero le tomo de las manos y al darle la vuelta en el sitio la esposó por detrás - ¿te van los juegos rudos al parecer, eh? – Dijo a modo de pregunta, queriendo alimentar la necesidad de diversión en aquel momento.
Cuando la tenía esposada, Boyd comenzó a marearse y buscó de inmediato aquello que le quitaba el mareo, un pequeño frasco de vitaminas que tenía que tomarse todos los días, se lo tomo y cogiendo a la gitana de los brazos la llevaba consigo fuera del lugar – A ver gitanusca, dime que has robado esta vez – la sentó de mala gana en un banco - Hemos recibido muchísimas quejas de gente del mercado a las que le han desaparecido muchas cosas como por ejemplo telas, accesorios, vasijas….-miraba la lista que había sacado, esperaba que al menos la gitana colaborase pero no quería llegar al momento de tener que pegarla – Vamos, hazme el día un poco mejor – Diciendo esto, Boyd, al encontrarse un poco mejor se limpió la frente perlada de sudor, aunque había sombra el calor empezaba a apretar e iba siendo una molestia para el policía.
-Podemos hacerlo de una manera pacífica, de la que no tengamos que depender de la violencia. Tú me dices que has robado junto con tu pandilla de guarros a la gente del mercado y puede que te deje ir sin dilación alguna – Se cruzó de brazos sobre el pecho, mirándola de manera fija y autoritaria, no la dejaría ir hacia ninguna parte. Los gitanos se creían que por ser rápidos en la mano larga, podían ser también rápidos en irse por patas. De todas maneras, apretó un poco más las esposas que la gitana tenia puestas en sus muñecas. Boyd se agachó a la altura de la gitana y la miró a los ojos, pero sonriendo comenzó a tocar la rodilla de la gitana, lentamente subiendo por el muslo hasta que la tomo del mentón.
– Estoy esperando a que hables gitana o tendrás que sentir mis manos por tu cuerpo, ¿sabes? Hoy están juguetonas y quieren buscar algo con lo que divertirse – Su mano ahora bajaba por la curvatura de su cuello, su hombro y lentamente acercándose con peligro por su clavícula amenazante hacia abajo – Sé que esto te desagrada y a mí me está poniendo burro, pero te puedo prometer que si empiezas a hablar, podría ahorrarte la vergüenza de violarte contra aquel árbol – Y como estaba jugando con ella, Boyd se sentó al lado de la mujer, sonriente la acerco para apoyarla contra su torso – Auhmm…que bonita pareja hacemos, ¿no lo crees? – Dijo observándola con diversión y sujetándola con fuerza – Ya sabes que hacer...Habla.
Cuando la tenía esposada, Boyd comenzó a marearse y buscó de inmediato aquello que le quitaba el mareo, un pequeño frasco de vitaminas que tenía que tomarse todos los días, se lo tomo y cogiendo a la gitana de los brazos la llevaba consigo fuera del lugar – A ver gitanusca, dime que has robado esta vez – la sentó de mala gana en un banco - Hemos recibido muchísimas quejas de gente del mercado a las que le han desaparecido muchas cosas como por ejemplo telas, accesorios, vasijas….-miraba la lista que había sacado, esperaba que al menos la gitana colaborase pero no quería llegar al momento de tener que pegarla – Vamos, hazme el día un poco mejor – Diciendo esto, Boyd, al encontrarse un poco mejor se limpió la frente perlada de sudor, aunque había sombra el calor empezaba a apretar e iba siendo una molestia para el policía.
-Podemos hacerlo de una manera pacífica, de la que no tengamos que depender de la violencia. Tú me dices que has robado junto con tu pandilla de guarros a la gente del mercado y puede que te deje ir sin dilación alguna – Se cruzó de brazos sobre el pecho, mirándola de manera fija y autoritaria, no la dejaría ir hacia ninguna parte. Los gitanos se creían que por ser rápidos en la mano larga, podían ser también rápidos en irse por patas. De todas maneras, apretó un poco más las esposas que la gitana tenia puestas en sus muñecas. Boyd se agachó a la altura de la gitana y la miró a los ojos, pero sonriendo comenzó a tocar la rodilla de la gitana, lentamente subiendo por el muslo hasta que la tomo del mentón.
– Estoy esperando a que hables gitana o tendrás que sentir mis manos por tu cuerpo, ¿sabes? Hoy están juguetonas y quieren buscar algo con lo que divertirse – Su mano ahora bajaba por la curvatura de su cuello, su hombro y lentamente acercándose con peligro por su clavícula amenazante hacia abajo – Sé que esto te desagrada y a mí me está poniendo burro, pero te puedo prometer que si empiezas a hablar, podría ahorrarte la vergüenza de violarte contra aquel árbol – Y como estaba jugando con ella, Boyd se sentó al lado de la mujer, sonriente la acerco para apoyarla contra su torso – Auhmm…que bonita pareja hacemos, ¿no lo crees? – Dijo observándola con diversión y sujetándola con fuerza – Ya sabes que hacer...Habla.
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: The bug [Privado]
El empujón que le daba a Boyd pareció surtir efecto y quizás aquella hubiera sido la oportunidad perfecta para que Lionetta echara a correr hasta alejarse del oficial, sin embargo, aún se encontraba algo débil y un tanto adormilada así que no fue capaz de reaccionar tan rápido como deseaba. Antes de que siquiera pudiera dar un paso en retroceso, las manos de la gitana eran sujetadas bruscamente por Boyd, quien haciendo uso de su fuerza la hizo girar y usando las esposas que siempre cargaba, apreso las muñecas de la italiana.
– Deja de decir tonterías y suéltame – se removió – Ya te he dicho que no hice nada, me he pasado la mañana aquí, descansando de ver tu repugnante rostro – soltó aquellas palabras observando por sobre su hombro a Boyd.
Haciendo uso de su fuerza, el oficial tiró de Lionetta y la llevó hasta una pequeña banca cercana. Fue en aquella banca que forzó a la gitana a sentarse para poder él, interrogarla de una manera más eficiente.
– Que no he robado nada – la mirada furiosa de la gitana fue a posarse sobre los ojos del hombre aquel. La italiana no era un alma de Dios. Solía robar todo lo que podía y a quien podía, además de que podía decir orgullosa que siempre se salía con la suya, sin embargo aquel día en particular, era verdaderamente inocente y por primera vez desde que conocía a Boyd, el oficial cometía una injusticia en su contra – No voy a aceptar haber robado nada porque no hice nada – las palabras no provocaban efecto alguno en el oficial, así que la gitana opto por mantenerse en completo silencio, contemplando únicamente, con el desprecio tatuado en el rostro, a Boyd.
Cerró los ojos y en su rostro destello el dolor cuando el oficial apretó más las esposas. El silencio en que Lionetta se mantenía era absoluto. No pensaba darle a aquel individuo lo que deseaba, fue por eso que al abrir los ojos observó al frente, centrando su atención en un arbusto.
Las manos de Boyd comenzaron a recorrer su cuerpo y unas nauseas tremendas invadieron el cuerpo de la italiana, que nuevamente observo con molestia el rostro del oficial que insistía en que confesara su crimen. Nada de lo que él decía logaría convencer a Lionetta de confesar un crimen, mucho menos porque ella sabía que era lo que le deparaba si es que lo hacía. Tener las manos del oficial recorriendo su cuerpo era repulsivo, pero morir en los calabozos era mucho peor, así que prefería mil veces soportar a aquel bruto.
Un respingó dio la italiana al sentir la cercanía con el oficial y tras escuchar lo que él tenía para decir sobre la hermosa pareja que hacían, la gitana lanzó un escupitajo al suelo.
– Ya sabes lo que opino de ti y ya he dicho lo que tenía que decir – fueron las únicas palabras que lograron salir de los labios de Lionetta antes de que volviera a guardar silencio y tratara en esta ocasión de alejarse nuevamente de él.
– Deja de decir tonterías y suéltame – se removió – Ya te he dicho que no hice nada, me he pasado la mañana aquí, descansando de ver tu repugnante rostro – soltó aquellas palabras observando por sobre su hombro a Boyd.
Haciendo uso de su fuerza, el oficial tiró de Lionetta y la llevó hasta una pequeña banca cercana. Fue en aquella banca que forzó a la gitana a sentarse para poder él, interrogarla de una manera más eficiente.
– Que no he robado nada – la mirada furiosa de la gitana fue a posarse sobre los ojos del hombre aquel. La italiana no era un alma de Dios. Solía robar todo lo que podía y a quien podía, además de que podía decir orgullosa que siempre se salía con la suya, sin embargo aquel día en particular, era verdaderamente inocente y por primera vez desde que conocía a Boyd, el oficial cometía una injusticia en su contra – No voy a aceptar haber robado nada porque no hice nada – las palabras no provocaban efecto alguno en el oficial, así que la gitana opto por mantenerse en completo silencio, contemplando únicamente, con el desprecio tatuado en el rostro, a Boyd.
Cerró los ojos y en su rostro destello el dolor cuando el oficial apretó más las esposas. El silencio en que Lionetta se mantenía era absoluto. No pensaba darle a aquel individuo lo que deseaba, fue por eso que al abrir los ojos observó al frente, centrando su atención en un arbusto.
Las manos de Boyd comenzaron a recorrer su cuerpo y unas nauseas tremendas invadieron el cuerpo de la italiana, que nuevamente observo con molestia el rostro del oficial que insistía en que confesara su crimen. Nada de lo que él decía logaría convencer a Lionetta de confesar un crimen, mucho menos porque ella sabía que era lo que le deparaba si es que lo hacía. Tener las manos del oficial recorriendo su cuerpo era repulsivo, pero morir en los calabozos era mucho peor, así que prefería mil veces soportar a aquel bruto.
Un respingó dio la italiana al sentir la cercanía con el oficial y tras escuchar lo que él tenía para decir sobre la hermosa pareja que hacían, la gitana lanzó un escupitajo al suelo.
– Ya sabes lo que opino de ti y ya he dicho lo que tenía que decir – fueron las únicas palabras que lograron salir de los labios de Lionetta antes de que volviera a guardar silencio y tratara en esta ocasión de alejarse nuevamente de él.
Lionetta Giordano- Gitano
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Re: The bug [Privado]
Con el uso de su olfato, Boyd olio la cabellera de la gitana de manera que a ella le resultase repulsivo. Estando de hecho pensando en ir un poco más allá, se detuvo en el momento en que pasaba un hombre, para cuando este pasó de largo, vio como la gitana no estaba tan a gusto que introdujo la mano izquierda entre sus piernas a la vez que acercaba sus labios al oído de esta.
-Ya sabes que es lo que tienes que decir….- Sonriéndole saco la mano de aquel sitio en donde había mantenido su mano para ponerla sobre el borde del escote, tentando en bajarlo si no le respondía aunque no pretendía violarla ni obligarla a algo deshonroso, tan solo le gustaba jugar a su antojo con ella, estar todo el rato tocándole las narices hasta que realmente explotara pero que no le explotara encima estaba claro. Pero lo que enseguida hizo Boyd fue separar sus manos de ella, la tomo del mentón con una de sus manos de nuevo e hizo que le mirara al rostro, dirigiendo los ojos de la gitana hacia los ajenos.
- Bien, te dejaré tranquila pero se me olvido decirte, que seguramente mis compañeros policías han estado tocando sus pertenencias, han entrado en tu carpa, desmantelado todo esperando encontrar lo que has robado tú con tus amigas ratas. Me puedo imaginar el desorden que puede haber entre todas tus cosas….tus demás amigos gitanos siendo capturados por la policía….-le soltó el mentón y se levantó del banco como si nada – Bueno gitana, nos vemos por las calles de Paris – Dijo, comenzó a irse hasta que recordó. Se giró en dirección a la gitana y le enseño las llaves de los grilletes - ¿Quieres esto por cierto? – Dijo riendo entre dientes y lanzo las llaves de dichas esposas al interior del lago – ups vaya que torpe que soy – Dijo mirando a la gitana con una sonrisa socarrona de oreja a oreja.
Con aquello dicho, una mujer llegó corriendo hasta su lado para decirle con urgencia de que un incendio había comenzado. Boyd miro detrás de su espalda y en efecto, la vista de las llamas a lo lejos podía ser de un incendio al que enseguida, sin detenerse Boyd comenzó a ir hacia él para ver si podía dar algún tipo de ayuda
-Ya sabes que es lo que tienes que decir….- Sonriéndole saco la mano de aquel sitio en donde había mantenido su mano para ponerla sobre el borde del escote, tentando en bajarlo si no le respondía aunque no pretendía violarla ni obligarla a algo deshonroso, tan solo le gustaba jugar a su antojo con ella, estar todo el rato tocándole las narices hasta que realmente explotara pero que no le explotara encima estaba claro. Pero lo que enseguida hizo Boyd fue separar sus manos de ella, la tomo del mentón con una de sus manos de nuevo e hizo que le mirara al rostro, dirigiendo los ojos de la gitana hacia los ajenos.
- Bien, te dejaré tranquila pero se me olvido decirte, que seguramente mis compañeros policías han estado tocando sus pertenencias, han entrado en tu carpa, desmantelado todo esperando encontrar lo que has robado tú con tus amigas ratas. Me puedo imaginar el desorden que puede haber entre todas tus cosas….tus demás amigos gitanos siendo capturados por la policía….-le soltó el mentón y se levantó del banco como si nada – Bueno gitana, nos vemos por las calles de Paris – Dijo, comenzó a irse hasta que recordó. Se giró en dirección a la gitana y le enseño las llaves de los grilletes - ¿Quieres esto por cierto? – Dijo riendo entre dientes y lanzo las llaves de dichas esposas al interior del lago – ups vaya que torpe que soy – Dijo mirando a la gitana con una sonrisa socarrona de oreja a oreja.
Con aquello dicho, una mujer llegó corriendo hasta su lado para decirle con urgencia de que un incendio había comenzado. Boyd miro detrás de su espalda y en efecto, la vista de las llamas a lo lejos podía ser de un incendio al que enseguida, sin detenerse Boyd comenzó a ir hacia él para ver si podía dar algún tipo de ayuda
Orpheus Leahy- Cazador Clase Alta
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Re: The bug [Privado]
Aquel individuo era más que despreciable. Lionetta lo odiaba con todas sus fuerzas y aún así, se veía siempre en la desgracia de tener que soportarlo.
– No tengo nada para decirte porque no pienso mentir y ya te he dicho, no he robado nada – la gitana había pensado que el hombre que se acercaba hasta ellos podría ser su método de escape, si gritaba o llamaba su atención, Boyd se desconcentraría lo suficiente como para que ella lo empujara y saliera corriendo de ahí, pero al parecer el policía le leía la mente, pues apenas se entreabrían los labios de la gitana, él introdujo su mano entre sus piernas, ocasionando que las palabras de auxilio se ahogaran en la garganta de la gitana, quien indefensa, observo como el hombre los pasaba de largo sin siquiera mirarlos.
La italiana tuvo unas tremendas ganas de llorar al darse cuenta de que no tenía escapatoria. Hasta ahí llegaba su travesía, esa que no le dejaría ver a su hermana una vez más. Una lágrima comenzaba a rodar por su mejilla cuando Boyd se alejó de ella, advirtiéndole que si bien él no haría nada, no garantizaba lo mismo de parte de sus compañeros, que en ese momento se encontraban en el campamento gitano.
– Eres un… – comenzó a decir, levantando un brazo para golpearlo pero deteniéndose al darse cuenta de que algo raro sucedía. Cuando sus ojos fueron entonces a sus manos, se dio cuenta de que el oficial la había esposado – Dijiste que no harías nada – reclamó, avanzando hacía él – Tienes que liberarme, yo no he hecho nada y… – con asombró, vio como es que él lanzaba las llaves a un estanque cercano. Los ojos de la gitana pasaron de las llaves que se hundían al rostro burlón de Boyd, pero pronto su atención se desvió a algo mucho más importante.
Detrás de la figura del oficial, enormes llamas comenzaban a levantarse, mismas que fueron detectadas no solamente por los ayudantes de Boyd sino también por las demás personas que paseaban en el jardín. Pronto se escucharon gritos, seguidos por personas que corrían en dirección a la salida. El oficial, centrado en el incendio dejo de mirarla y después de mirarse las manos, Lionetta decidió que aquella era su oportunidad de escapar. Antes de que Boyd volviera la vista en su dirección, la gitana salió corriendo entre un grupo de personas, esas que no notaron que iba esposada pues lo único que deseaban era escapar de las llamas que comenzaban a extenderse. Boyd podría pensar que ella era una tonta al escaparse esposada, sin embargo, los gitanos siempre tenían maneras de liberarse y estaba tan segura de que podría liberarse que corrió en dirección al campamento donde si bien algunos de los suyos habrían caído presos de los ayudantes de Boyd, muchos otros estarían planeando ya la manera vengarse, justo y como ella lo iba pensando también.
– No tengo nada para decirte porque no pienso mentir y ya te he dicho, no he robado nada – la gitana había pensado que el hombre que se acercaba hasta ellos podría ser su método de escape, si gritaba o llamaba su atención, Boyd se desconcentraría lo suficiente como para que ella lo empujara y saliera corriendo de ahí, pero al parecer el policía le leía la mente, pues apenas se entreabrían los labios de la gitana, él introdujo su mano entre sus piernas, ocasionando que las palabras de auxilio se ahogaran en la garganta de la gitana, quien indefensa, observo como el hombre los pasaba de largo sin siquiera mirarlos.
La italiana tuvo unas tremendas ganas de llorar al darse cuenta de que no tenía escapatoria. Hasta ahí llegaba su travesía, esa que no le dejaría ver a su hermana una vez más. Una lágrima comenzaba a rodar por su mejilla cuando Boyd se alejó de ella, advirtiéndole que si bien él no haría nada, no garantizaba lo mismo de parte de sus compañeros, que en ese momento se encontraban en el campamento gitano.
– Eres un… – comenzó a decir, levantando un brazo para golpearlo pero deteniéndose al darse cuenta de que algo raro sucedía. Cuando sus ojos fueron entonces a sus manos, se dio cuenta de que el oficial la había esposado – Dijiste que no harías nada – reclamó, avanzando hacía él – Tienes que liberarme, yo no he hecho nada y… – con asombró, vio como es que él lanzaba las llaves a un estanque cercano. Los ojos de la gitana pasaron de las llaves que se hundían al rostro burlón de Boyd, pero pronto su atención se desvió a algo mucho más importante.
Detrás de la figura del oficial, enormes llamas comenzaban a levantarse, mismas que fueron detectadas no solamente por los ayudantes de Boyd sino también por las demás personas que paseaban en el jardín. Pronto se escucharon gritos, seguidos por personas que corrían en dirección a la salida. El oficial, centrado en el incendio dejo de mirarla y después de mirarse las manos, Lionetta decidió que aquella era su oportunidad de escapar. Antes de que Boyd volviera la vista en su dirección, la gitana salió corriendo entre un grupo de personas, esas que no notaron que iba esposada pues lo único que deseaban era escapar de las llamas que comenzaban a extenderse. Boyd podría pensar que ella era una tonta al escaparse esposada, sin embargo, los gitanos siempre tenían maneras de liberarse y estaba tan segura de que podría liberarse que corrió en dirección al campamento donde si bien algunos de los suyos habrían caído presos de los ayudantes de Boyd, muchos otros estarían planeando ya la manera vengarse, justo y como ella lo iba pensando también.
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Lionetta Giordano- Gitano
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