AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
No one else like you [Privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
No one else like you [Privado]
Si no me encuentras al principio no te descorazones,
si no estoy en un lugar me hallarás en otro,
en alguna parte te espero.
John Green
¿Cuánto tiempo había pasado desde la separación? Bueno pues el tiempo era demasiado relativo cuando tu existencia se resumía con la palabra inmortalidad y sin embargo, Vyse sabía que había sido demasiado sin ver a June, a su June. Ellos se pertenecían e igual la separación no afectaría demasiado a la relación que tenían, pero necesitaba verla de nuevo y saberla bien. La última vez que se vieron; ni siquiera recordaba que era exactamente lo que los había alejado, solo sabía que June había desaparecido de su lado y que le fue imposible encontrarla de nuevo. Vyse siguió su rastro, ese aroma incomparable que ella poseía y pese a todos sus esfuerzos fue incapaz de encontrarle; lo bueno es que ahora parecía que París le estaba dando una nueva oportunidad de encontrarse con ella.
Fue unas noches atrás de la que ahora enfrentaba cuando cerca de una calla reconoció el aroma de su June. Estaba completamente seguro de que era ella, sus sentidos no podían engañarle de esa manera, mucho menos cuando se trataba de la vampiro a quien se prometio regalarle todas sus noches. Con toda la sinceridad de su persona; él podía decir que no era del tipo de los que se entregaban completamente a alguien o al menos así había sido gran parte de su existencia, cuando únicamente pensaba en cumplir sus propósitos y encontrar diversión con algunos brujos hasta que June llego, como una casualidad que se piensa será pasajera y termino convirtiéndose en lo más esencial para Vyse.
Esa noche se estaba dedicando a buscarla, tal cual lo había estado haciendo desde que sintiera su aroma, pero esa noche un detalle era completamente diferente a las anteriores.
Siguió con cuidado y atención el rastro que June había dejado detrás de ella, como si fuera algo únicamente en el mundo para que Vyse pudiera notarlo y de esa manera ambos se vieran una vez más. En esta oportunidad, sin embargo, él no planeaba dejarle desaparecer de nuevo sin importar cual fuera el motivo por el que necesitaran separarse. Conforme avanzaba en su búsqueda de la única mujer capaz de mantenerle sereno y en un estado de relativa paz; el aroma le llevaba de manera lenta a las zonas más alejadas de la ciudad y por su parte eso era mucho mejor. Requería de algo de tiempo en la soledad de las lejanías con June para sentir que ese momento de verdad estaba ocurriendo.
Se detuvo después de andar un buen rato, en una zona que tenía algunos árboles pero asemejaba mas ser un claro. Sus ojos recorrieron la oscuridad del lugar y una sonrisa picara asomo a sus labios.
– June, ¿Estas pensando en tenerme como un idiota siguiendo tu aroma por más tiempo? Porque bien sabes que no necesitas hacer eso – y de verdad que no lo necesitaba. Él ya estaba idiota por ella.
si no estoy en un lugar me hallarás en otro,
en alguna parte te espero.
John Green
¿Cuánto tiempo había pasado desde la separación? Bueno pues el tiempo era demasiado relativo cuando tu existencia se resumía con la palabra inmortalidad y sin embargo, Vyse sabía que había sido demasiado sin ver a June, a su June. Ellos se pertenecían e igual la separación no afectaría demasiado a la relación que tenían, pero necesitaba verla de nuevo y saberla bien. La última vez que se vieron; ni siquiera recordaba que era exactamente lo que los había alejado, solo sabía que June había desaparecido de su lado y que le fue imposible encontrarla de nuevo. Vyse siguió su rastro, ese aroma incomparable que ella poseía y pese a todos sus esfuerzos fue incapaz de encontrarle; lo bueno es que ahora parecía que París le estaba dando una nueva oportunidad de encontrarse con ella.
Fue unas noches atrás de la que ahora enfrentaba cuando cerca de una calla reconoció el aroma de su June. Estaba completamente seguro de que era ella, sus sentidos no podían engañarle de esa manera, mucho menos cuando se trataba de la vampiro a quien se prometio regalarle todas sus noches. Con toda la sinceridad de su persona; él podía decir que no era del tipo de los que se entregaban completamente a alguien o al menos así había sido gran parte de su existencia, cuando únicamente pensaba en cumplir sus propósitos y encontrar diversión con algunos brujos hasta que June llego, como una casualidad que se piensa será pasajera y termino convirtiéndose en lo más esencial para Vyse.
Esa noche se estaba dedicando a buscarla, tal cual lo había estado haciendo desde que sintiera su aroma, pero esa noche un detalle era completamente diferente a las anteriores.
Siguió con cuidado y atención el rastro que June había dejado detrás de ella, como si fuera algo únicamente en el mundo para que Vyse pudiera notarlo y de esa manera ambos se vieran una vez más. En esta oportunidad, sin embargo, él no planeaba dejarle desaparecer de nuevo sin importar cual fuera el motivo por el que necesitaran separarse. Conforme avanzaba en su búsqueda de la única mujer capaz de mantenerle sereno y en un estado de relativa paz; el aroma le llevaba de manera lenta a las zonas más alejadas de la ciudad y por su parte eso era mucho mejor. Requería de algo de tiempo en la soledad de las lejanías con June para sentir que ese momento de verdad estaba ocurriendo.
Se detuvo después de andar un buen rato, en una zona que tenía algunos árboles pero asemejaba mas ser un claro. Sus ojos recorrieron la oscuridad del lugar y una sonrisa picara asomo a sus labios.
– June, ¿Estas pensando en tenerme como un idiota siguiendo tu aroma por más tiempo? Porque bien sabes que no necesitas hacer eso – y de verdad que no lo necesitaba. Él ya estaba idiota por ella.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
"Mi corazón no conocía de temporadas. Parecía siempre primavera"
Haber conocido a Vyse era de las cosas más extrañas que me habían sucedido. Digo extraña, aunque no menos maravillosa de lo que pudiera describir. Recuerdo verlo pasando de largo, con la frente en alto y un orgullo propio de la belleza que él mismo rezumaba en su inmortalidad. Sus cabellos tenían el color de la plata y no se detenía a mirar a nadie que no le interesara. Era de esos que no pretenden gustarle a otros ni buscan aprobación. Él era así, tan único e imponente y tan lejos de mi interés que me sorprende saber que él fue capaz de lograr todo lo contrario.
Los seres como él era aquellos a quienes yo buscaba refutar sus teorías o de los que me alejaba con una ligera molestia en mi afán de ignorarlos. Y así hice con él, evitando siquiera verlo en lugares comunes por las noches y desviando mis pasos al sentir su presencia. Sin embargo un día dejé de evitarlo, dado que parecía que la casualidad hacía mella de mis molestias como si fuera una burla o, como dije con el tiempo, un plan.
Vyse me mostró algo de sí que no esperaba, algo que me atrajo fuertemente a él y que, al poco tiempo, me sedujo irreparablemente. Él seguía siendo el mismo, pero el modo en que se acercaba a mí era algo que hasta la fecha no puedo describir.
Por un tiempo estuvimos juntos, compartiendo años en un mismo lugar antes de movernos a otros y las experiencias eran como granos de arena que se desbordan en las manos cuando se junta demasiado. Y así, como la arena, nuestra cercanía parecía deshacerse y nos abandonamos a tiempo antes de perderlo todo. O quizás deba decir que fui yo quien lo abandoné, esperando que los años detuvieran lo ganado y que al volvernos a encontrar pudiéramos edificar sobre las bases de nuevo. No sé si él fue consciente de lo que sucedía, pero yo tampoco pude explicarlo y en el más mortal de los silencios, partí.
Años han pasado desde entonces, desde que dejara a aquél vampiro más antiguo que yo, con un camino que recorrer a solas antes de encontrar a alguien conforme a él. Sabía que no le sería difícil continuar sólo, pero jamás dejé de evocarlo en mi memoria, hasta que el destino, como quiero llamarlo, me trajo hasta París y le sentí de nuevo.
Tal vez no quise aparecer de pronto, puesto que no sabía cómo los años habían tratado con él. Tampoco tenía idea sobre cómo había tomado mi partida y, sobre todo, si el amor que me profesaba antaño aún seguía vigente. Por eso fui dejando pequeñas muestras de mi presencia, paseándome por lugares cercanos a los que él solía acudir y aumentando el tiempo de permanencia conforme avanzaba el tiempo ¿Por qué? Porque si él me alcanzaba, me permitiría responder casi al azar todas mis preguntas. Y de hecho, así fue.
—Quería saber cuánto deseabas estar aquí— respondí girando para verlo, dejando de darle la espalda y respondiendo a esa voz que tanto anhelaba una vez apareció. Y a mi propio riesgo, sonreí.
Los seres como él era aquellos a quienes yo buscaba refutar sus teorías o de los que me alejaba con una ligera molestia en mi afán de ignorarlos. Y así hice con él, evitando siquiera verlo en lugares comunes por las noches y desviando mis pasos al sentir su presencia. Sin embargo un día dejé de evitarlo, dado que parecía que la casualidad hacía mella de mis molestias como si fuera una burla o, como dije con el tiempo, un plan.
Vyse me mostró algo de sí que no esperaba, algo que me atrajo fuertemente a él y que, al poco tiempo, me sedujo irreparablemente. Él seguía siendo el mismo, pero el modo en que se acercaba a mí era algo que hasta la fecha no puedo describir.
Por un tiempo estuvimos juntos, compartiendo años en un mismo lugar antes de movernos a otros y las experiencias eran como granos de arena que se desbordan en las manos cuando se junta demasiado. Y así, como la arena, nuestra cercanía parecía deshacerse y nos abandonamos a tiempo antes de perderlo todo. O quizás deba decir que fui yo quien lo abandoné, esperando que los años detuvieran lo ganado y que al volvernos a encontrar pudiéramos edificar sobre las bases de nuevo. No sé si él fue consciente de lo que sucedía, pero yo tampoco pude explicarlo y en el más mortal de los silencios, partí.
Años han pasado desde entonces, desde que dejara a aquél vampiro más antiguo que yo, con un camino que recorrer a solas antes de encontrar a alguien conforme a él. Sabía que no le sería difícil continuar sólo, pero jamás dejé de evocarlo en mi memoria, hasta que el destino, como quiero llamarlo, me trajo hasta París y le sentí de nuevo.
Tal vez no quise aparecer de pronto, puesto que no sabía cómo los años habían tratado con él. Tampoco tenía idea sobre cómo había tomado mi partida y, sobre todo, si el amor que me profesaba antaño aún seguía vigente. Por eso fui dejando pequeñas muestras de mi presencia, paseándome por lugares cercanos a los que él solía acudir y aumentando el tiempo de permanencia conforme avanzaba el tiempo ¿Por qué? Porque si él me alcanzaba, me permitiría responder casi al azar todas mis preguntas. Y de hecho, así fue.
—Quería saber cuánto deseabas estar aquí— respondí girando para verlo, dejando de darle la espalda y respondiendo a esa voz que tanto anhelaba una vez apareció. Y a mi propio riesgo, sonreí.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No one else like you [Privado]
Me embargó la profunda calma de aquel lugar, experimenté una misteriosa paz, como si una mano familiar me acariciase el pecho a la altura del corazón.
Takashi Hiraide
Se hicieron un hueco para el otro en el corazón muerto y no había sido una tarea sencilla. Ambos eran como la primavera y el invierno, completamente diferentes en modos de pensar y actuar; era por eso mismo increíble que June le soportara de la manera en que lo hacía, en momentos donde ni siquiera él mismo era capaz de soportarse. La inmortal sacaba lo mejor de él, aquello que estaba demasiado oculto por las sombras que le comieran el corazón cuando era un humano y que únicamente empeoraron cuando se volvió vampiro. En los tiempos que conoció a June estaba tan entregado a esa oscuridad que le había sido imposible notarla debidamente pero de manera lenta, la inmortal se había vuelto visible para quien solo buscaba brujos y la peculiaridad de que uno de los suyos le llamara de esa manera lo empujo a seguirla hasta poder tenerla lo suficientemente cerca como para darse cuenta de que ella cambiaba todo.
Aunque era diferente cuando estaban juntos, se separaron con él tiempo; pero esa era la naturaleza de los inmortales, pedir que se quedaran unidos por siempre era como exigir a un humano que viviera eternamente y mantuviese su humanidad intacta. Las separaciones eran necesarias y Vyse no dudo ni un segundo en que la encontraría cuando fuera el momento, tal cual ocurría en ese tiempo. Él regreso a las andadas, a la búsqueda de brujos y a la destrucción de todo aquello que alcanzaba a tocar porque nada era tan tranquilizador como la presencia de June, nada podía mantenerle en calma como ella lo hacía.
Verla fue regresar el tiempo que había transcurrido, hacerle creer a la mente del vampiro que no habían pasado años y que fueron apenas unas horas donde perdió de vista a June. Era la misma, con aquel rostro calmo y hermoso, aquellos ojos que siempre le miraban de manera fija y sin temor alguno y con aquella sonrisa tan inocente como seductora.
– La verdad es que no deseaba del todo estar aquí, seguir tu aroma y captarlo de una manera correcta cuando huele tanto a naturaleza es bastante complicado además, me gusta cuando puedo olerte mucho más de cerca y llenarme de ese aroma – dio unos cuantos pasos hasta que la distancia entre ambos se volvió un mero recuerdo – pero por volver a verte, estaría en cualquier lugar al que me guiaras – no temía a nada, si usualmente enfrentaba cualquier cosa ¿Cómo no enfrentar algo en nombre de June?
Acercó entonces el rostro al femenino y paso sus labios por la mejilla de June en una muestra de cariño que solo realizaba si era con ella y para ella. Era su peculiar manera de decirle que le extraño, aunque de sus labios no saliera esas palabras.
– Pensé que tardaría muchos más años en volver a verte. Me alegra que no sea de esa manera y espero que no vayas a irte nuevamente – se alejo de ella y le miro antes de entrecerrar los ojos – No has estado con algún otro vampiro ¿o si? porque de ser afirmativa tu respuesta entonces deberé buscarlos y acabar con ellos – era un posesivo y no le molestaba ni afectaba demostrarlo tan abiertamente – en fin ¿Me contaras que has estado haciendo sin mi? – y le sonrió de esa manera tan peculiar en que lo hacía, sintiendo nuevamente como nada a su alrededor importaba mientras su June estuviese ahí.
Takashi Hiraide
Se hicieron un hueco para el otro en el corazón muerto y no había sido una tarea sencilla. Ambos eran como la primavera y el invierno, completamente diferentes en modos de pensar y actuar; era por eso mismo increíble que June le soportara de la manera en que lo hacía, en momentos donde ni siquiera él mismo era capaz de soportarse. La inmortal sacaba lo mejor de él, aquello que estaba demasiado oculto por las sombras que le comieran el corazón cuando era un humano y que únicamente empeoraron cuando se volvió vampiro. En los tiempos que conoció a June estaba tan entregado a esa oscuridad que le había sido imposible notarla debidamente pero de manera lenta, la inmortal se había vuelto visible para quien solo buscaba brujos y la peculiaridad de que uno de los suyos le llamara de esa manera lo empujo a seguirla hasta poder tenerla lo suficientemente cerca como para darse cuenta de que ella cambiaba todo.
Aunque era diferente cuando estaban juntos, se separaron con él tiempo; pero esa era la naturaleza de los inmortales, pedir que se quedaran unidos por siempre era como exigir a un humano que viviera eternamente y mantuviese su humanidad intacta. Las separaciones eran necesarias y Vyse no dudo ni un segundo en que la encontraría cuando fuera el momento, tal cual ocurría en ese tiempo. Él regreso a las andadas, a la búsqueda de brujos y a la destrucción de todo aquello que alcanzaba a tocar porque nada era tan tranquilizador como la presencia de June, nada podía mantenerle en calma como ella lo hacía.
Verla fue regresar el tiempo que había transcurrido, hacerle creer a la mente del vampiro que no habían pasado años y que fueron apenas unas horas donde perdió de vista a June. Era la misma, con aquel rostro calmo y hermoso, aquellos ojos que siempre le miraban de manera fija y sin temor alguno y con aquella sonrisa tan inocente como seductora.
– La verdad es que no deseaba del todo estar aquí, seguir tu aroma y captarlo de una manera correcta cuando huele tanto a naturaleza es bastante complicado además, me gusta cuando puedo olerte mucho más de cerca y llenarme de ese aroma – dio unos cuantos pasos hasta que la distancia entre ambos se volvió un mero recuerdo – pero por volver a verte, estaría en cualquier lugar al que me guiaras – no temía a nada, si usualmente enfrentaba cualquier cosa ¿Cómo no enfrentar algo en nombre de June?
Acercó entonces el rostro al femenino y paso sus labios por la mejilla de June en una muestra de cariño que solo realizaba si era con ella y para ella. Era su peculiar manera de decirle que le extraño, aunque de sus labios no saliera esas palabras.
– Pensé que tardaría muchos más años en volver a verte. Me alegra que no sea de esa manera y espero que no vayas a irte nuevamente – se alejo de ella y le miro antes de entrecerrar los ojos – No has estado con algún otro vampiro ¿o si? porque de ser afirmativa tu respuesta entonces deberé buscarlos y acabar con ellos – era un posesivo y no le molestaba ni afectaba demostrarlo tan abiertamente – en fin ¿Me contaras que has estado haciendo sin mi? – y le sonrió de esa manera tan peculiar en que lo hacía, sintiendo nuevamente como nada a su alrededor importaba mientras su June estuviese ahí.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
"Oscuro como la sombra que la invitaba a volver"
Había dedicado años de mi existencia vampírica a recorrer el mundo, observando y analizando con atención cuanto veía, sin exponerme jamás a sufrir daño alguno a manos de los de mi especie, sin suscitar sus recelos ni dejar que adivinaran mi presencia. Y del mismo modo actuaba con Vyse, desde antes de cruzar nuestras primeras palabras, hasta el momento en que me alejé de él para volver a hacer acto de presencia ahora, sobre el año mil ochocientos en donde la tecnología ha avanzado y las costumbres cambian apoteósicamente ¿Habría cambiado también en él con el paso de aquellos años en que anduve ausente? Sus palabras, aunque pocas hasta ahora, me hacían comprender que no.
—No te gusta el olor de la ausencia— interpreté en sus palabras. Y en realidad era eso, estábamos en una zona demasiado alejada donde ni siquiera se sentía el aroma de la sangre humana. No había nadie aparte de nosotros dos y un par de animales escondidos como si ellos también nos reconocieran como los predadores que éramos. Vyse le llamó naturaleza, yo, ausencia, y era en esas diferencias que convergían nuestros deseos. Sus pasos se acortaron y yo permanecí inmóvil, buscando en sus ojos algún rastro de ira o de querer obtener venganza por haberlo dejado como lo hice. Él no era un hombre de medias tintas, era radical e incluso no reparaba en nada a la hora de cobrar afrentas. Entonces me reformulé mi pregunta ¿Habría cambiado conmigo?
La respuesta también me fue dada pronto y no pude menos que sonreírle. Su beso sobre la piel de mi mejilla me resultó cálido y helado al mismo tiempo, como una mezcla de él mismo que me llevaba a querer reposar en sus brazos de nuevo por días y noches como fuera antaño. —Es bueno que no hayas sentido el paso del tiempo— respondí con calma, con ese tono de voz pausado que usaba casi siempre con él, como si quisiera acariciarlo también en cada palabra. Con respecto al tiempo, yo lo había sentido con un peso más eterno, un peso tal que me hizo querer buscarlo antes, hasta que razonaba en los motivos de mi partida y me resistía para no desmoronar lo que quería edificar con más fuerza de nuevo.
Quise llevarlo de allí conmigo, pero él se alejó pronto, me miró como si sospechara algo y lo que me preguntó me robó una pequeña risa, una de gusto por saber que continuaba siendo el mismo, y una de gracia por lo que se le ocurría preguntar. Acorté entonces la distancia y tomé una de sus manos entre las mías, sin entrelazar los dedos hasta confirmar que me amaba como siempre —No tienes que matar a nadie. Ven, camina conmigo a otro lugar diferente. Ya sabes por qué te guie aquí. Ahora podemos irnos— en realidad no le había respondido la pregunta, pero era como siempre, lo dejaba en medio de un “sí” y un “no” que lo apaciguara o lo encendiera más. Y me gustaba así, demostrando por momentos que no le importaba nada. Y enseñándome en otros que lo valía todo.
—No te gusta el olor de la ausencia— interpreté en sus palabras. Y en realidad era eso, estábamos en una zona demasiado alejada donde ni siquiera se sentía el aroma de la sangre humana. No había nadie aparte de nosotros dos y un par de animales escondidos como si ellos también nos reconocieran como los predadores que éramos. Vyse le llamó naturaleza, yo, ausencia, y era en esas diferencias que convergían nuestros deseos. Sus pasos se acortaron y yo permanecí inmóvil, buscando en sus ojos algún rastro de ira o de querer obtener venganza por haberlo dejado como lo hice. Él no era un hombre de medias tintas, era radical e incluso no reparaba en nada a la hora de cobrar afrentas. Entonces me reformulé mi pregunta ¿Habría cambiado conmigo?
La respuesta también me fue dada pronto y no pude menos que sonreírle. Su beso sobre la piel de mi mejilla me resultó cálido y helado al mismo tiempo, como una mezcla de él mismo que me llevaba a querer reposar en sus brazos de nuevo por días y noches como fuera antaño. —Es bueno que no hayas sentido el paso del tiempo— respondí con calma, con ese tono de voz pausado que usaba casi siempre con él, como si quisiera acariciarlo también en cada palabra. Con respecto al tiempo, yo lo había sentido con un peso más eterno, un peso tal que me hizo querer buscarlo antes, hasta que razonaba en los motivos de mi partida y me resistía para no desmoronar lo que quería edificar con más fuerza de nuevo.
Quise llevarlo de allí conmigo, pero él se alejó pronto, me miró como si sospechara algo y lo que me preguntó me robó una pequeña risa, una de gusto por saber que continuaba siendo el mismo, y una de gracia por lo que se le ocurría preguntar. Acorté entonces la distancia y tomé una de sus manos entre las mías, sin entrelazar los dedos hasta confirmar que me amaba como siempre —No tienes que matar a nadie. Ven, camina conmigo a otro lugar diferente. Ya sabes por qué te guie aquí. Ahora podemos irnos— en realidad no le había respondido la pregunta, pero era como siempre, lo dejaba en medio de un “sí” y un “no” que lo apaciguara o lo encendiera más. Y me gustaba así, demostrando por momentos que no le importaba nada. Y enseñándome en otros que lo valía todo.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No one else like you [Privado]
Dijo que ella era el agua, y yo era las rocas, y que lo único que íbamos a conseguir era chocar uno contra el otro hasta que no quedara nada de ninguno de los dos...
John Green
El tiempo no transcurría de la misma manera cerca de ella. Era terriblemente lento pero maravillosamente hermoso; la inmortalidad adquiría un significado diferente al de la diversión, era más bien que existía algo que de verdad le importaba y buscaba atesorar, porque ni siquiera la eternidad la sentía suficiente para poder aprender todo lo que deseaba de June, para poder absorber su esencia, su belleza, su calma.
Ella tenía razón en que no le gustaba el olor a ausencia, pero Vyse podía soportar cualquier ausencia eternamente, menos la de ella. Pero dentro de si, sabía que ella se encontraba a salvo. Así como él era despreocupado y se exponía quizás en demasía a los inquisidores, cazadores y todo aquello capaz de destruirlo; June era lo contrario, se protegía a si misma como él no sabía hacerlo y evitaba todo aquello que significara la destrucción o una pelea; por eso nunca temió por no verle nuevamente. Ese encuentro que ahora se daba era lo inminente después de tanto tiempo sin saber nada del otro.
– No es que no me guste el olor de la ausencia, es solo que cuando tu aroma esta cerca me siento diferente… – la cercanía le confirmaba entonces lo que tenía en la mente – Cuando se que estas cerca, lo que no me gusta es el olor de tu ausencia. Todo se vuelve tan vació – y es que June le llenaba los espacios de las venganzas, de la ira, de la destrucción. Suplía todo por un deseo por ella imposible de ignorarse.
¿Realmente quería decirle que no había sentido el paso del tiempo? Por supuesto que no. Lo que pasaba era que otras cosas le llenaban los espacios. Él mismo buscaba que eso sucediera para no fastidiarla, para no seguirle como el maldito demente que era y consumirla hasta acabar con la esencia de ambos. Lo positivo es que la mente de Vyse actuaba de maneras extrañas, de maneras que ni él mismo solía entender pero que agradecía. Después de todo, de cierta manera la única que parecía comprenderle hasta en las locuras era la mujer de los cabellos rojizos que tenía frente a sí.
Su manera de ser sincero y demostrar el amor por ella era bastante burda. No exigía nada de manera directa pero deseaba cerciorarse de que él seguía siendo importante para ella. Una nueva sonrisa apareció en sus labios cuando la distancia termino, esta vez a causa de June y entonces las manos de ambos se encontraron y la separación de años quedo en el pasado. La tormenta y la calma se unían, provocaban un equilibrio que pocos entendían pero que para ambos era completamente funcional.
– ¿Segura? – pregunto sin soltarle la mano y se acerco más a ella, hasta inclinarse y olerle el cuello, buscando rastros de alguien que no aparecerían en ella jamás – ¿A dónde quieres ir? – pregunto antes de separarse de su cuello y soltar una carcajada ante sus palabras – Claro que sé porque me has guiado hasta aquí; y tu ya sabes porque te he seguido – frunció el ceño – lo que me recuerda ¿Dónde has estado quedándote? No encontré tu aroma en ningún lado y creo que necesitamos un sitio donde quedarnos ambos – Parecía grosera su manera de dar por sentadas las cosas, pero así era todo entre ellos, un constante pedir y ceder por parte de ambos. No peleaban nunca, y no porque a Vyse no le gustara hacerlo, sino porque con June, no existía esa necesidad.
John Green
El tiempo no transcurría de la misma manera cerca de ella. Era terriblemente lento pero maravillosamente hermoso; la inmortalidad adquiría un significado diferente al de la diversión, era más bien que existía algo que de verdad le importaba y buscaba atesorar, porque ni siquiera la eternidad la sentía suficiente para poder aprender todo lo que deseaba de June, para poder absorber su esencia, su belleza, su calma.
Ella tenía razón en que no le gustaba el olor a ausencia, pero Vyse podía soportar cualquier ausencia eternamente, menos la de ella. Pero dentro de si, sabía que ella se encontraba a salvo. Así como él era despreocupado y se exponía quizás en demasía a los inquisidores, cazadores y todo aquello capaz de destruirlo; June era lo contrario, se protegía a si misma como él no sabía hacerlo y evitaba todo aquello que significara la destrucción o una pelea; por eso nunca temió por no verle nuevamente. Ese encuentro que ahora se daba era lo inminente después de tanto tiempo sin saber nada del otro.
– No es que no me guste el olor de la ausencia, es solo que cuando tu aroma esta cerca me siento diferente… – la cercanía le confirmaba entonces lo que tenía en la mente – Cuando se que estas cerca, lo que no me gusta es el olor de tu ausencia. Todo se vuelve tan vació – y es que June le llenaba los espacios de las venganzas, de la ira, de la destrucción. Suplía todo por un deseo por ella imposible de ignorarse.
¿Realmente quería decirle que no había sentido el paso del tiempo? Por supuesto que no. Lo que pasaba era que otras cosas le llenaban los espacios. Él mismo buscaba que eso sucediera para no fastidiarla, para no seguirle como el maldito demente que era y consumirla hasta acabar con la esencia de ambos. Lo positivo es que la mente de Vyse actuaba de maneras extrañas, de maneras que ni él mismo solía entender pero que agradecía. Después de todo, de cierta manera la única que parecía comprenderle hasta en las locuras era la mujer de los cabellos rojizos que tenía frente a sí.
Su manera de ser sincero y demostrar el amor por ella era bastante burda. No exigía nada de manera directa pero deseaba cerciorarse de que él seguía siendo importante para ella. Una nueva sonrisa apareció en sus labios cuando la distancia termino, esta vez a causa de June y entonces las manos de ambos se encontraron y la separación de años quedo en el pasado. La tormenta y la calma se unían, provocaban un equilibrio que pocos entendían pero que para ambos era completamente funcional.
– ¿Segura? – pregunto sin soltarle la mano y se acerco más a ella, hasta inclinarse y olerle el cuello, buscando rastros de alguien que no aparecerían en ella jamás – ¿A dónde quieres ir? – pregunto antes de separarse de su cuello y soltar una carcajada ante sus palabras – Claro que sé porque me has guiado hasta aquí; y tu ya sabes porque te he seguido – frunció el ceño – lo que me recuerda ¿Dónde has estado quedándote? No encontré tu aroma en ningún lado y creo que necesitamos un sitio donde quedarnos ambos – Parecía grosera su manera de dar por sentadas las cosas, pero así era todo entre ellos, un constante pedir y ceder por parte de ambos. No peleaban nunca, y no porque a Vyse no le gustara hacerlo, sino porque con June, no existía esa necesidad.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
"Voy a hacer como que no te entiendo del todo.
Para que me hables desde lo más profundo."
Para que me hables desde lo más profundo."
Los años podían pasar, uno tras otro hasta convertirse en siglos. Pero aun así, no me acostumbraba a Vyse y a sus modos de preguntar y obtener lo que quería. Y quizás era por lo mismo que muchas cosas me seguían cayendo en gracia y en vez de obtener enojo por mi parte, sucedía más bien todo lo contrario. —Entonces no has cambiado para mí— le susurré entre las sonrisas que me provocaba, como si sus palabras no llevaran dobles intenciones que sólo habitaban en su subconsciente.
—¿Qué haces? — pregunté tras una corta carcajada cuando lo sentí oler mi cuello, buscando resquicios de algún otro que no existía. Pero ¿No podía preguntar yo también si había existido otra en mi ausencia? Claro que podía, pero me resistía a saberlo, porque yo sabía que él era capaz de seducir a cualquiera por más que la desechara al poco tiempo. Eso lo tenía claro, del mismo modo en que sabía que Vyse tenía demasiados secretos, unos que yo no era capaz de exigir por considerar que a su tiempo, él me revelaría lo que su corazón reclamara y yo tomaría eso como la real prueba del amor que creía él me profesaba. Jamás había exigido nada y, a pesar que los tiempos hubiesen cambiado, yo no lo había hecho.
—Quizás no estoy segura del porque seguiste mi rastro— musité sin soltarle la mano y caminé queriendo alejarlo de ese lugar que le generaba molestia. Y no mentía, porque sus intenciones podían tratarse de cualquier cosa pese a que respondiera a mi manera de tomarle la mano. —Estaba en un hotel a las afueras de París. Llevo pocos días aquí y tampoco he dado con tu lugar de descanso. Decidí no buscarlo— a pesar del tono de voz que Vyse usaba, yo respondía igual de tranquila, dando por hecho que no era necesario aclarar lo que ambos ya sabíamos. Quizás incluso él dedujera que no había buscado su paradero exacto para darle el espacio de buscarme y como modo de confirmación sobre sus ganas de verme —Aunque entiendo que quieres que me quede contigo— musité queriendo reír de nuevo y mientras avanzaba evité mirarlo aunque quería. Él lucía serio y seguro y yo fruncía los labios como si la sonrisa se me quisiera escapar todo el tiempo.
Vyse seguía con su esencia incomprensible para cualquiera, y era justamente eso lo que me confirmaba que no me negaría a sus deseos de buscar un lugar para los dos. Yo seguía siendo suya, si así quería llamarlo, porque al final, somos de quien nos exprime hasta la última gota de amor sin dejarnos secos por dentro. No importaba que nuestra relación fuera extraña y que actitudes extrañas por parte de cada uno se sucedieran antes que cualquier abrazo o beso que deseáramos. Era como si el tiempo no existiera y como si actuáramos como un par de buenos conocidos que aguardan para cualquier negocio. Eso a ojos externos, porque en el fondo de cada uno se sucedía algo distinto y, en mi caso, algo tan real que no comprendía como no podía exteriorizarlo y hacerlo lo más fuerte que había conocido.
—¿Qué haces? — pregunté tras una corta carcajada cuando lo sentí oler mi cuello, buscando resquicios de algún otro que no existía. Pero ¿No podía preguntar yo también si había existido otra en mi ausencia? Claro que podía, pero me resistía a saberlo, porque yo sabía que él era capaz de seducir a cualquiera por más que la desechara al poco tiempo. Eso lo tenía claro, del mismo modo en que sabía que Vyse tenía demasiados secretos, unos que yo no era capaz de exigir por considerar que a su tiempo, él me revelaría lo que su corazón reclamara y yo tomaría eso como la real prueba del amor que creía él me profesaba. Jamás había exigido nada y, a pesar que los tiempos hubiesen cambiado, yo no lo había hecho.
—Quizás no estoy segura del porque seguiste mi rastro— musité sin soltarle la mano y caminé queriendo alejarlo de ese lugar que le generaba molestia. Y no mentía, porque sus intenciones podían tratarse de cualquier cosa pese a que respondiera a mi manera de tomarle la mano. —Estaba en un hotel a las afueras de París. Llevo pocos días aquí y tampoco he dado con tu lugar de descanso. Decidí no buscarlo— a pesar del tono de voz que Vyse usaba, yo respondía igual de tranquila, dando por hecho que no era necesario aclarar lo que ambos ya sabíamos. Quizás incluso él dedujera que no había buscado su paradero exacto para darle el espacio de buscarme y como modo de confirmación sobre sus ganas de verme —Aunque entiendo que quieres que me quede contigo— musité queriendo reír de nuevo y mientras avanzaba evité mirarlo aunque quería. Él lucía serio y seguro y yo fruncía los labios como si la sonrisa se me quisiera escapar todo el tiempo.
Vyse seguía con su esencia incomprensible para cualquiera, y era justamente eso lo que me confirmaba que no me negaría a sus deseos de buscar un lugar para los dos. Yo seguía siendo suya, si así quería llamarlo, porque al final, somos de quien nos exprime hasta la última gota de amor sin dejarnos secos por dentro. No importaba que nuestra relación fuera extraña y que actitudes extrañas por parte de cada uno se sucedieran antes que cualquier abrazo o beso que deseáramos. Era como si el tiempo no existiera y como si actuáramos como un par de buenos conocidos que aguardan para cualquier negocio. Eso a ojos externos, porque en el fondo de cada uno se sucedía algo distinto y, en mi caso, algo tan real que no comprendía como no podía exteriorizarlo y hacerlo lo más fuerte que había conocido.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No one else like you [Privado]
Me falta vocabulario para describir cómo es amar […] y ser amado por ella.
Erich Segal
No habían cambiado, eran más viejos y quizás un poco más sabios, cada uno a su estilo pero seguían actuando exactamente igual a como Vyse recordaba el paso del tiempo al lado de ella.
– Me gusta como hueles – aseguro aún cerca del cuello de ella pero cuando se alejo le miro satisfecho – y me gusta más que no huelas a nada más – No existía aroma alguno o rastro de que alguien más hubiera estado cerca de la perfecta piel de June y así era mejor. Dentro de la mente de Vyse cualquier cosa se destruía, todo era un objeto con potencial para su propia diversión; todo excepto June. La vampiro estaba en un sitio en su mente que ni siquiera su locura podía alcanzar; no lo decía, lo demostraba de manera un tanto incoherente y salvaje, pero June era lo único sagrado que el rumano poseía.
Le siguió los pasos sin preguntar a donde se dirigían ahora. Estaba claro o al menos él lo veía de esa manera; que le seguiría a donde ella deseara ir. No pudo evitar reír cuando ella dijo no estar segura del porque le había seguido; la realidad era que Vyse seguía por mera diversión pero a ella la seguía porque su cuerpo entero se lo decía y ese lugar en su mente donde June era intocable le guiaba a ella. El motivo de de que ella fuera intocable, de que cambiara a su lado y que le siguiera era sencillo de saberse, pero para el rumano imposible de explicarse. La amaba. De esa manera en la que en su vida humana amo el conocimiento y el poder; la diferencia radicaba en que aquello no fue lo suficientemente fuerte para mantenerle cuerdo cuando ocurrió su transformación y el mero aroma de June si era capaz de calmar sus hambrientos demonios.
– Lo seguí porque lo dejaste para mi – apretó un poco más la mano femenina – y porque quería verte – y así, entre sus frases que no decían nada certero, decía a la inmortal todo lo que sentía por ella. Las palabras eran una mera herramienta que no le servia para expresarse debidamente con ella. Le sobrepasaba el amor que sentía por ella y esa era la única verdad a la que el inmortal deseaba aferrarse.
– Tampoco es que yo lleve mucho aquí – admitió y se encogió de hombros aunque ella no pudiese verlo del todo – Bueno, al menos decidiste dejar un rastro para mi y eso es mucho más agradable para mi que el hecho de que me buscaras – ¿Quería que le buscará? Claro que lo quería, pero en donde se quedaba tenía secretos. Mikolas era parte de una historia que aún no le había revelado a June, pero siendo sinceros ¿Qué era lo que le había revelado? Siempre creyendo que ninguno necesitaba saber nada del otro, pues pensaba que les bastaba saberse del otro y en el fondo sabía que no existía historia o secreto posible que pudiera alejarlos – Si quiero que te quedes – confirmo finalmente – Y aunque lleves poco tiempo aquí, ¿Has visto un lugar donde quieras quedarte? Puedo conseguir lo que sea para ti – sus pasos seguían a ciegas y su mente iba a sus secretos. ¿No era momento de que hablara con ella de todo eso? Su cordura le decía que el reencuentro era la oportunidad perfecta de mostrar todo. Vyse también deseaba saber más de ella, descubrir cosas sobre aquello que amaba siempre había sido un motor un su existencia pero en el fondo, temía. No sabía como nombrar a su propio miedo porque nunca antes había esperado no perder algo, pero temía perder a June y no por un momento, temía perderla por siempre si es que hacía un mal movimiento.
Erich Segal
No habían cambiado, eran más viejos y quizás un poco más sabios, cada uno a su estilo pero seguían actuando exactamente igual a como Vyse recordaba el paso del tiempo al lado de ella.
– Me gusta como hueles – aseguro aún cerca del cuello de ella pero cuando se alejo le miro satisfecho – y me gusta más que no huelas a nada más – No existía aroma alguno o rastro de que alguien más hubiera estado cerca de la perfecta piel de June y así era mejor. Dentro de la mente de Vyse cualquier cosa se destruía, todo era un objeto con potencial para su propia diversión; todo excepto June. La vampiro estaba en un sitio en su mente que ni siquiera su locura podía alcanzar; no lo decía, lo demostraba de manera un tanto incoherente y salvaje, pero June era lo único sagrado que el rumano poseía.
Le siguió los pasos sin preguntar a donde se dirigían ahora. Estaba claro o al menos él lo veía de esa manera; que le seguiría a donde ella deseara ir. No pudo evitar reír cuando ella dijo no estar segura del porque le había seguido; la realidad era que Vyse seguía por mera diversión pero a ella la seguía porque su cuerpo entero se lo decía y ese lugar en su mente donde June era intocable le guiaba a ella. El motivo de de que ella fuera intocable, de que cambiara a su lado y que le siguiera era sencillo de saberse, pero para el rumano imposible de explicarse. La amaba. De esa manera en la que en su vida humana amo el conocimiento y el poder; la diferencia radicaba en que aquello no fue lo suficientemente fuerte para mantenerle cuerdo cuando ocurrió su transformación y el mero aroma de June si era capaz de calmar sus hambrientos demonios.
– Lo seguí porque lo dejaste para mi – apretó un poco más la mano femenina – y porque quería verte – y así, entre sus frases que no decían nada certero, decía a la inmortal todo lo que sentía por ella. Las palabras eran una mera herramienta que no le servia para expresarse debidamente con ella. Le sobrepasaba el amor que sentía por ella y esa era la única verdad a la que el inmortal deseaba aferrarse.
– Tampoco es que yo lleve mucho aquí – admitió y se encogió de hombros aunque ella no pudiese verlo del todo – Bueno, al menos decidiste dejar un rastro para mi y eso es mucho más agradable para mi que el hecho de que me buscaras – ¿Quería que le buscará? Claro que lo quería, pero en donde se quedaba tenía secretos. Mikolas era parte de una historia que aún no le había revelado a June, pero siendo sinceros ¿Qué era lo que le había revelado? Siempre creyendo que ninguno necesitaba saber nada del otro, pues pensaba que les bastaba saberse del otro y en el fondo sabía que no existía historia o secreto posible que pudiera alejarlos – Si quiero que te quedes – confirmo finalmente – Y aunque lleves poco tiempo aquí, ¿Has visto un lugar donde quieras quedarte? Puedo conseguir lo que sea para ti – sus pasos seguían a ciegas y su mente iba a sus secretos. ¿No era momento de que hablara con ella de todo eso? Su cordura le decía que el reencuentro era la oportunidad perfecta de mostrar todo. Vyse también deseaba saber más de ella, descubrir cosas sobre aquello que amaba siempre había sido un motor un su existencia pero en el fondo, temía. No sabía como nombrar a su propio miedo porque nunca antes había esperado no perder algo, pero temía perder a June y no por un momento, temía perderla por siempre si es que hacía un mal movimiento.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
"Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte"
Julio Cortázar
Julio Cortázar
Él no sabía ser sutil y eso me gustaba, porque lo haría un mal mentiroso. Y él tampoco necesitaba mentir, porque se sentía orgulloso de sus hazañas, de sus modos se comportarse y de cada pensamiento. Era bueno ocultando cosas, pero no inventándolas, y era por lo mismo que también lo amaba.
—No amo dos veces en poco tiempo ni permito ceder a lo que muchos lo hacen. Tú lo sabes, aunque buscas confirmarlo todo— respondí acariciando su mejilla, como si en vez de recriminar nada le dijera que lo entendía. En el fondo yo sabía que fomentaba en él ese modo extraño de comportarse, esa falta de delicadeza para decir las cosas y el modo de dominarme que tal vez sin planear tenía. Yo sabía que era contraproducente permitir la cercanía de nadie cuando estaba Vyse y aunque quizás debí contrariarlo y enseñarle que debía confiar en mí por encima de todo, lo seguía dejando superponerse a mis actos y mantenerme cerca como si quisiera ponerme en una especie de caja de cristal emocional a la que sólo él tenía acceso.
—Así es, lo dejé para ti porque quería eso que acabas de decirme, que querías verme, tanto como yo a ti a pesar del tiempo— le dije luego de encontrar belleza en sus palabras, de esas que recorren el cuerpo como el alma, a través de los sentidos, sin llegar al tacto pero acariciando el corazón. Yo no necesitaba grandes declaraciones o actos para comprenderlo, yo había aprendido a leerlo entre todas las líneas que le gustaba poner a sus emociones, como ocultando entre letras algún enigma que lo representaba a él mismo.
Y en esas líneas que sabía leer, comprendí con claridad que su morada continuaría siendo un secreto, lo supe cuando en vez de imponer sus deseos como solía suceder –sin que me molestara- me preguntó por algún lugar que yo prefiriera, aun cuando eso le supusiera a él la incomodidad de una mudanza —Lejos, sólo quiero un lugar lo más alejado del ruido posible. Donde pueda cambiar las risas ajenas por el correr de cualquier agua y donde en vez de escuchar puertas cerrarse, pueda tener el ruido de las ramas moverse al viento— mencioné con calma y suspiré ¿Qué intentaría ocultarme? Aquella pregunta se quedaría sólo en mi mente y en vez de centrarme en ello, detuve mi paso para ponerme frente a él y sonreírle de nuevo a pesar que él luciera tan serio todavía, como si estuviera enojado a pesar que yo sabía bien que no —Lo conseguiré yo misma y luego dejaré de nuevo mi rastro. Siempre prefiero saber que aún deseas seguirme—.
El lugar era lo de menos teniendolo a él, pensé, mirándolo aún a los ojos como si buscara algo, levantando de nuevo mi mano para recorrerle la mejilla y acariciarlo como creía que él necesitaba. Su frialdad era enorme, pero yo siempre buscaba derretir su hielo completo. No era adusto conmigo y de hecho amaba su personalidad extraña tanto como lo amaba a él y a sus mejores cosas. Sus defectos eran para mí cosas que lo hacían único y en sus ojos encontré esa nueva ubicación que quería. Por eso era que no me importaba demasiado un lugar, porque era él precisamente donde yo deseaba estar. Por lo mismo y sin saber cómo reaccionaría ahora, rodeé su cuello con mis brazos y le besé la mejilla con todo mi amor y calma. Lo hubiera besado de buena gana en los labios, pero siempre avanzaba lento, sin arriesgarme a que mis deseos de él lo asfixiaran.
—No amo dos veces en poco tiempo ni permito ceder a lo que muchos lo hacen. Tú lo sabes, aunque buscas confirmarlo todo— respondí acariciando su mejilla, como si en vez de recriminar nada le dijera que lo entendía. En el fondo yo sabía que fomentaba en él ese modo extraño de comportarse, esa falta de delicadeza para decir las cosas y el modo de dominarme que tal vez sin planear tenía. Yo sabía que era contraproducente permitir la cercanía de nadie cuando estaba Vyse y aunque quizás debí contrariarlo y enseñarle que debía confiar en mí por encima de todo, lo seguía dejando superponerse a mis actos y mantenerme cerca como si quisiera ponerme en una especie de caja de cristal emocional a la que sólo él tenía acceso.
—Así es, lo dejé para ti porque quería eso que acabas de decirme, que querías verme, tanto como yo a ti a pesar del tiempo— le dije luego de encontrar belleza en sus palabras, de esas que recorren el cuerpo como el alma, a través de los sentidos, sin llegar al tacto pero acariciando el corazón. Yo no necesitaba grandes declaraciones o actos para comprenderlo, yo había aprendido a leerlo entre todas las líneas que le gustaba poner a sus emociones, como ocultando entre letras algún enigma que lo representaba a él mismo.
Y en esas líneas que sabía leer, comprendí con claridad que su morada continuaría siendo un secreto, lo supe cuando en vez de imponer sus deseos como solía suceder –sin que me molestara- me preguntó por algún lugar que yo prefiriera, aun cuando eso le supusiera a él la incomodidad de una mudanza —Lejos, sólo quiero un lugar lo más alejado del ruido posible. Donde pueda cambiar las risas ajenas por el correr de cualquier agua y donde en vez de escuchar puertas cerrarse, pueda tener el ruido de las ramas moverse al viento— mencioné con calma y suspiré ¿Qué intentaría ocultarme? Aquella pregunta se quedaría sólo en mi mente y en vez de centrarme en ello, detuve mi paso para ponerme frente a él y sonreírle de nuevo a pesar que él luciera tan serio todavía, como si estuviera enojado a pesar que yo sabía bien que no —Lo conseguiré yo misma y luego dejaré de nuevo mi rastro. Siempre prefiero saber que aún deseas seguirme—.
El lugar era lo de menos teniendolo a él, pensé, mirándolo aún a los ojos como si buscara algo, levantando de nuevo mi mano para recorrerle la mejilla y acariciarlo como creía que él necesitaba. Su frialdad era enorme, pero yo siempre buscaba derretir su hielo completo. No era adusto conmigo y de hecho amaba su personalidad extraña tanto como lo amaba a él y a sus mejores cosas. Sus defectos eran para mí cosas que lo hacían único y en sus ojos encontré esa nueva ubicación que quería. Por eso era que no me importaba demasiado un lugar, porque era él precisamente donde yo deseaba estar. Por lo mismo y sin saber cómo reaccionaría ahora, rodeé su cuello con mis brazos y le besé la mejilla con todo mi amor y calma. Lo hubiera besado de buena gana en los labios, pero siempre avanzaba lento, sin arriesgarme a que mis deseos de él lo asfixiaran.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No one else like you [Privado]
El beso no había significado nada excepto por el hecho de que me había salvado la vida.
David Safier
Ella le aseguraba su amor con palabras que salían de sus labios sin dificultad alguna, parecía para ella ser tan sencillo como el mero acto de caminar. En momentos así, Vyse envidiaba esa capacidad de otros para hablar tan abiertamente de lo que existía en su mente, para él era mucho más complicado hacerlo, todo por el simple motivo de que su mente era una maraña indescifrable incluso para él mismo. Aún así, escuchar de labios de la vampiro que adoraba aquello, le hacía inmensamente feliz al punto que los demonios de su mente permanecían callados más tiempo porque deseaban, al igual que él, escucharle decir aquellas cosas.
– Confirmas cosas y conocer, esas son cosas que adoro pero que no tiene sentido que te lo diga porque ya lo sabes – aquel detalle del rumano era por lejos lo que más obvio era en su inmortal existencia, ya que conocer y buscar poder no había cambiado con la transformación, simplemente había pasado que nada de lo que obtuviera podía saciarlo y eso quizás a la larga le hubiese empujado a destruirse él mismo, pero antes de que eso ocurriera, había aparecido June.
Ella era uno de esos acontecimientos que no pueden explicarse, pero que llegaban en el momento justo de la existencia. Cuando la cordura de Vyse corría el mayor peligro, ella había llegado a callar los demonios con su presencia. La parte más cuerda del inmortal siempre le agradecería eso, junto con el hecho de que le hubiese amado sin necesidad de nada.
– ¿Eso querías que te dijera? – le miro con una sonrisa – pero si yo siempre quiero verte aunque no te lo diga, quiero olerte también y tenerte muy cerca de mi – era aprensivo con ella, hasta un nivel considerado enfermo. Vyse sin embargo, estaba enfermo y no le importaba demostrar esa enfermedad, ese amor que rayaba en la obsesión por la inmortal que ahora volvía a estar cerca de él. Se expresaba con rudezas, con acciones que podían tomarse todo lo contrario al romanticismo que muchas féminas buscaban, June aún así le comprendía y mientras fuera de esa manera, se sentía libre de hablar de la manera en que fuera – Tiempo tenemos de sobra – aseguro para después agregar – No me gustaría aún así que volvieses a dejarme, eso es algo que no deseo para nada y esta vez, te seguiría aunque no lo desearas – indirectamente aquello era su manera de decirle que cuando no estaba cerca, extrañaba su presencia.
Escucho con atención la descripción del lugar donde a June le gustaría estar. No tenía problemas con ir al sitio que ella le pidiera así que asentía mientras pensaba en el sitio indicado para llevarla. Era en lo primero que sentía debía enfocarse, ya después podría hablar debidamente con ella acerca de los detalles que omitía y seguro ella sospechaba, pero aún así guardaba silencio. June no le exigía más de lo que sabía él podía ofrecerle y era eso lo que impulsaba al inmortal a buscar darle cuanto pudiera a la vampiro con quien planeaba pasar la eternidad.
– Eso que mencionas parece ser una casa en los bosques o en lo más alejado de la civilización, estoy seguro de que podemos conseguir una sin necesidad de buscar mucho – aseguro antes de fruncir el ceño pero tan solo se requirió que ella se detuviese y lo mirase, para sacarle una sonrisa – Si eso te hace feliz, ten por seguro que no me opondré a ello y te seguiré, ya lo he dicho, aunque no quieras que lo haga, lo haré – los ojos de ambos se encontraban y sin moverse, Vyse dejo que los brazos de aquella quien calmaba todo su ser le rodearan el cuello y buscando el cariño de ella, como si fuera lo que le mantenía vivo en lugar de la sangre, Vyse le rodeo la cintura y le olía nuevamente – Aun me pregunto, cómo es que haces todo esto – se refería claro al hecho de que le soportara pese a todo. Aprovecho entonces esa cercanía que tenía y se separo apenas lo suficiente como para buscarle los labios. No le era suficiente con un beso en la mejilla, no después de todos aquellos años de separación.
Aquellos delicados labios le supieron a ausencia, una que se desvanecía conforme continuaba el beso y ese detalle, ese cambio que notaba entre el beso, le hacía saber que habían vuelto a donde pertenecían, habían vuelto al otro.
David Safier
Ella le aseguraba su amor con palabras que salían de sus labios sin dificultad alguna, parecía para ella ser tan sencillo como el mero acto de caminar. En momentos así, Vyse envidiaba esa capacidad de otros para hablar tan abiertamente de lo que existía en su mente, para él era mucho más complicado hacerlo, todo por el simple motivo de que su mente era una maraña indescifrable incluso para él mismo. Aún así, escuchar de labios de la vampiro que adoraba aquello, le hacía inmensamente feliz al punto que los demonios de su mente permanecían callados más tiempo porque deseaban, al igual que él, escucharle decir aquellas cosas.
– Confirmas cosas y conocer, esas son cosas que adoro pero que no tiene sentido que te lo diga porque ya lo sabes – aquel detalle del rumano era por lejos lo que más obvio era en su inmortal existencia, ya que conocer y buscar poder no había cambiado con la transformación, simplemente había pasado que nada de lo que obtuviera podía saciarlo y eso quizás a la larga le hubiese empujado a destruirse él mismo, pero antes de que eso ocurriera, había aparecido June.
Ella era uno de esos acontecimientos que no pueden explicarse, pero que llegaban en el momento justo de la existencia. Cuando la cordura de Vyse corría el mayor peligro, ella había llegado a callar los demonios con su presencia. La parte más cuerda del inmortal siempre le agradecería eso, junto con el hecho de que le hubiese amado sin necesidad de nada.
– ¿Eso querías que te dijera? – le miro con una sonrisa – pero si yo siempre quiero verte aunque no te lo diga, quiero olerte también y tenerte muy cerca de mi – era aprensivo con ella, hasta un nivel considerado enfermo. Vyse sin embargo, estaba enfermo y no le importaba demostrar esa enfermedad, ese amor que rayaba en la obsesión por la inmortal que ahora volvía a estar cerca de él. Se expresaba con rudezas, con acciones que podían tomarse todo lo contrario al romanticismo que muchas féminas buscaban, June aún así le comprendía y mientras fuera de esa manera, se sentía libre de hablar de la manera en que fuera – Tiempo tenemos de sobra – aseguro para después agregar – No me gustaría aún así que volvieses a dejarme, eso es algo que no deseo para nada y esta vez, te seguiría aunque no lo desearas – indirectamente aquello era su manera de decirle que cuando no estaba cerca, extrañaba su presencia.
Escucho con atención la descripción del lugar donde a June le gustaría estar. No tenía problemas con ir al sitio que ella le pidiera así que asentía mientras pensaba en el sitio indicado para llevarla. Era en lo primero que sentía debía enfocarse, ya después podría hablar debidamente con ella acerca de los detalles que omitía y seguro ella sospechaba, pero aún así guardaba silencio. June no le exigía más de lo que sabía él podía ofrecerle y era eso lo que impulsaba al inmortal a buscar darle cuanto pudiera a la vampiro con quien planeaba pasar la eternidad.
– Eso que mencionas parece ser una casa en los bosques o en lo más alejado de la civilización, estoy seguro de que podemos conseguir una sin necesidad de buscar mucho – aseguro antes de fruncir el ceño pero tan solo se requirió que ella se detuviese y lo mirase, para sacarle una sonrisa – Si eso te hace feliz, ten por seguro que no me opondré a ello y te seguiré, ya lo he dicho, aunque no quieras que lo haga, lo haré – los ojos de ambos se encontraban y sin moverse, Vyse dejo que los brazos de aquella quien calmaba todo su ser le rodearan el cuello y buscando el cariño de ella, como si fuera lo que le mantenía vivo en lugar de la sangre, Vyse le rodeo la cintura y le olía nuevamente – Aun me pregunto, cómo es que haces todo esto – se refería claro al hecho de que le soportara pese a todo. Aprovecho entonces esa cercanía que tenía y se separo apenas lo suficiente como para buscarle los labios. No le era suficiente con un beso en la mejilla, no después de todos aquellos años de separación.
Aquellos delicados labios le supieron a ausencia, una que se desvanecía conforme continuaba el beso y ese detalle, ese cambio que notaba entre el beso, le hacía saber que habían vuelto a donde pertenecían, habían vuelto al otro.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
“Amor. El amor nos exige fuerza, nos exige resistencia,
nos exige aceptar todo cuanto nos es desconocido”
nos exige aceptar todo cuanto nos es desconocido”
—Sí, sé muchas cosas. Pero jamás me he cansado de escucharte— respondí con esa voz mezcla de sonrisa y paciencia que le otorgaba siempre, como si su estado mental que se alteraba con facilidad pudiera ser dominado con dulzura o como si yo misma hubiese aprendido a volar sin límites desafiando su cielo, bailando con gracia en su abismo y tomándolo de la mano en su locura. Y con todo sabía que me abandonaba a mí misma y no me importaba. Él era mi vida cuando estaba a su lado y mi completa mente cuando me alejaba. Me había entregado a amarlo sin pedirle ni siquiera que me amara del mismo modo, y era por lo mismo que hacía todo con calma, impidiéndome a mi misma el entregarme a sus demonios y abismos y ser consumida por los mismos. Amar no siempre significa sufrir, y yo sentí amor por él con una naturalidad dulce y conmovedora que se manifestaba a través de mis palabras, de mi morir a mis deseos de tener todo bajo control y a mi entrega completa y silenciosa.
—Pero me había ido, te había dejado aunque no fuera fácil y necesitaba saberte como siempre o diferente— musité como respuesta, aunque en realidad le buscaba las palabras como confirmación de sus tantos silencios y de su manera de omitir tantas cosas. —Regresé a ti con la firme idea de no alejarme de nuevo. Aunque sabes por qué lo hice antaño— suspiré, quise dejar esa parte del pasado estancada, detenida como las aguas de cada verdad de Vyse, sin fluir para ahogar o cubrir nada.
—Vi una casa como la que describo hace unos días. Está casi en el centro del bosque y la vi cuando dejaba mi rastro para ti. Iré mañana de nuevo a verla, en cuanto anochezca y de nuevo te buscaré. Pero por favor no repitas eso, donde crees que no quiero que me sigas. No creas eso que no te digo, porque estoy en París por ti y no tengo más motivos que tú— casi parecía que intentaba acariciarlo con las palabras, como si la mano que extendía a su mejilla no fuera suficiente para calmar esas pequeñas alteraciones que tenía su carácter fuerte y su mente tan rebelde como esporádica. Aunque eso no me preocupaba, porque yo sabía hasta donde podría salvarlo o, más que nada, hasta donde podría él salvarse, porque era finalmente por su propia causa que continuaba vivo.
— ¿Hacer qué? — pregunté susurrando a su oído, en aquél abrazo que él también afianzaba y que me sumergía en un estado aún más calmo de lo que ya de por sí era el mío. Pero nada igualó el momento en que le besé la mejilla y el encontró mis labios. Cualquiera diría que tardamos demasiado y que hablamos mucho antes de manifestar lo que podíamos extrañarnos. Pero él era así, y yo me movía conforme a lo que conocía. Por lo mismo le besé con desesperada calma, tomándome el tiempo de saborear su ausencia y sentir hasta poder describir la textura de sus labios finos y pronunciados al punto de la provocación y el desorden que yo bien controlaba. Y no lo solté, mis brazos siguieron en su cuello incluso cuando me detuve nuestro beso y me mantuve cerca y con ojos cerrados —Esto anhele en todos mis años sin ti. Tu esencia, la verdad que reflejas cada vez que mueves los labios sólo para besarme—.
Y contuve un suspiro, por recriminarme mi manera absurda y mansa de ceder a él. Era una relación extraña. Y eso no sólo lo podían ver otros. En el fondo, nosotros también lo sabíamos y lo seguíamos cultivando como una cocecha un par de ciegos.
—Pero me había ido, te había dejado aunque no fuera fácil y necesitaba saberte como siempre o diferente— musité como respuesta, aunque en realidad le buscaba las palabras como confirmación de sus tantos silencios y de su manera de omitir tantas cosas. —Regresé a ti con la firme idea de no alejarme de nuevo. Aunque sabes por qué lo hice antaño— suspiré, quise dejar esa parte del pasado estancada, detenida como las aguas de cada verdad de Vyse, sin fluir para ahogar o cubrir nada.
—Vi una casa como la que describo hace unos días. Está casi en el centro del bosque y la vi cuando dejaba mi rastro para ti. Iré mañana de nuevo a verla, en cuanto anochezca y de nuevo te buscaré. Pero por favor no repitas eso, donde crees que no quiero que me sigas. No creas eso que no te digo, porque estoy en París por ti y no tengo más motivos que tú— casi parecía que intentaba acariciarlo con las palabras, como si la mano que extendía a su mejilla no fuera suficiente para calmar esas pequeñas alteraciones que tenía su carácter fuerte y su mente tan rebelde como esporádica. Aunque eso no me preocupaba, porque yo sabía hasta donde podría salvarlo o, más que nada, hasta donde podría él salvarse, porque era finalmente por su propia causa que continuaba vivo.
— ¿Hacer qué? — pregunté susurrando a su oído, en aquél abrazo que él también afianzaba y que me sumergía en un estado aún más calmo de lo que ya de por sí era el mío. Pero nada igualó el momento en que le besé la mejilla y el encontró mis labios. Cualquiera diría que tardamos demasiado y que hablamos mucho antes de manifestar lo que podíamos extrañarnos. Pero él era así, y yo me movía conforme a lo que conocía. Por lo mismo le besé con desesperada calma, tomándome el tiempo de saborear su ausencia y sentir hasta poder describir la textura de sus labios finos y pronunciados al punto de la provocación y el desorden que yo bien controlaba. Y no lo solté, mis brazos siguieron en su cuello incluso cuando me detuve nuestro beso y me mantuve cerca y con ojos cerrados —Esto anhele en todos mis años sin ti. Tu esencia, la verdad que reflejas cada vez que mueves los labios sólo para besarme—.
Y contuve un suspiro, por recriminarme mi manera absurda y mansa de ceder a él. Era una relación extraña. Y eso no sólo lo podían ver otros. En el fondo, nosotros también lo sabíamos y lo seguíamos cultivando como una cocecha un par de ciegos.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No one else like you [Privado]
“Las mujeres son la perdición de la cordura de un hombre
pero tú eres mi salvación”
– ¿De verdad no te cansas? – y la pregunta estaba de sobra cuando él mismo disfrutaba tanto de escucharle y verle, de notar aquellas muestras de amor profundo que únicamente June era capaz de proporcionarle. A su modo Vyse trataba de corresponder aquel amor, aunque en muchas situaciones fallaba de una manera terrible, pero hacía tanto como estaba a su disposición, tanto como lo permitía su mente para demostrarle que su amor era completamente correspondido y que su locura la tenía situada en un lugar tan sagrado, que era la única capaz de alejarle de los demonios y mostrarle lo que era una existencia feliz.
Vyse no había hecho grandes cosas en su vida humana y en su vida inmortal había hecho cosas de las que ninguno se encontraría orgulloso, quizás era por eso que gran parte de su historia la mantenía aún oculta de June. Ella era tan hermosa, tan llena de una pureza que él no podía explicarse que temía porque al contarle la realidad de su vida, terminara por mancillar aquella belleza. Estaba seguro de que la amaría siempre, a pesar de todo; aún así, nunca se perdonaría ser él quien hiciera que la naturaleza de June cambiara. Cuando se encontraba al lado de la inmortal era cuando se daba cuenta de que algo bueno debía haber hecho para merecer que ella estuviese a su lado y era seguro que no tenía idea de que había sido el acto bueno merecedor de la presencia femenina, pero se encontraba sumamente agradecido por ser capaz de hacerlo y gracias a eso, tenerla a su lado.
– Muchas cosas podrían cambian en esta existencia, pero yo contigo siempre seré el mismo. No sé como es que estoy tan seguro de eso, pero lo estoy – le dijo con una sonrisa. June que le conocía tan bien debía saber que sus palabras eran ciertas y por eso era que no debía temer de que las cosas hubieran cambiado, porque los actos de ambos indicaban que no era así y las palabras de Vyse terminaban por confirmarlo. Al rumano le emociono hasta un punto indescriptible saber que ella no se alejaría nuevamente de su lado; una vez se habían permitido una separación más necesaria que nada, pero tal parecía ser que una segunda ocasión quedaba completamente prohibida por parte de los dos – Los por qué de la separación son parte del pasado; claro que sé los motivos, pero no me interesan cuando estas tan cerca de mi.
Era maravilloso escucharla hablar de aquella casa que le describía y no solo eso, sino que lo que le era más pacifico era el saber que ella ya tenía las cosas planeadas, que pensó en él antes de todo eso y que le compartía los planes de lo que se haría porque estaba dispuesta a que continuaran juntos desde ese momento y en delante.
– No voy a repetir nada de eso – le aseguro entonces, consciente de que a él tampoco le gustaría que June le dijese algo parecido – Pero si esa casa te ha gustado y existe forma de que sea nuestra, no deberíamos perder el tiempo; adquirirla no debe ser complicado y no hay nada que quiera más que hacerte feliz, en estos momentos y en los que vengan – sus palabras eran, aunque no lo parecieran una promesa. Le diría todas las verdades que ocultaba cuando el momento llegara y le haría feliz, tan feliz como pudiera porque a su mente no podía exigibles tanto, pero aún así, él lo hacía por ella y su mente respetaba ese deseo.
– Todo lo que haces – respondió sin dar mucho tiempo – Ser tu y provocar tantas cosas en mi que nunca se describir. Ni con el pasar de los años he aprendido a describir que es eso que me haces con cada mirada, con cada caricia y con cada palabra – él era suyo, por completo. Quienes les vieran podían deducirlo; aunque no estuvieran seguros de que en especifico hacía que se dieran cuenta de eso. Y cuando la beso; eso era el cielo para seres como ellos. Vyse podía perderse en aquella manera lenta y paciente en que ella le besaba; no le importaba continuar besándola hasta que el sol saliera y los borrara de la faz de la tierra. Continuaron juntos aún cuando el beso llego a su fin y en los labios del rumano apareció una sonrisa juguetona – Yo anhele todo de ti. No existe algo que no deseara más que tu completa presencia cerca de mi – y tras esas palabras, dejo que el tiempo transcurriera lento pero siempre eterno para ellos – June, pronto habrá cosas que deberas saber de mi – le tomo el rostro con suavidad entre sus manos – y sin importar que pase recuerda siempre todo lo que esa verdad que reflejo te dice, aunque yo sea incapaz de decirte ahora todo, siempre ten en cuenta todo lo que mis silencios te han asegurado de mis sentimientos por ti – no sabía porque le decía aquello y sin embargo, necesitaba decirle todo eso.
pero tú eres mi salvación”
– ¿De verdad no te cansas? – y la pregunta estaba de sobra cuando él mismo disfrutaba tanto de escucharle y verle, de notar aquellas muestras de amor profundo que únicamente June era capaz de proporcionarle. A su modo Vyse trataba de corresponder aquel amor, aunque en muchas situaciones fallaba de una manera terrible, pero hacía tanto como estaba a su disposición, tanto como lo permitía su mente para demostrarle que su amor era completamente correspondido y que su locura la tenía situada en un lugar tan sagrado, que era la única capaz de alejarle de los demonios y mostrarle lo que era una existencia feliz.
Vyse no había hecho grandes cosas en su vida humana y en su vida inmortal había hecho cosas de las que ninguno se encontraría orgulloso, quizás era por eso que gran parte de su historia la mantenía aún oculta de June. Ella era tan hermosa, tan llena de una pureza que él no podía explicarse que temía porque al contarle la realidad de su vida, terminara por mancillar aquella belleza. Estaba seguro de que la amaría siempre, a pesar de todo; aún así, nunca se perdonaría ser él quien hiciera que la naturaleza de June cambiara. Cuando se encontraba al lado de la inmortal era cuando se daba cuenta de que algo bueno debía haber hecho para merecer que ella estuviese a su lado y era seguro que no tenía idea de que había sido el acto bueno merecedor de la presencia femenina, pero se encontraba sumamente agradecido por ser capaz de hacerlo y gracias a eso, tenerla a su lado.
– Muchas cosas podrían cambian en esta existencia, pero yo contigo siempre seré el mismo. No sé como es que estoy tan seguro de eso, pero lo estoy – le dijo con una sonrisa. June que le conocía tan bien debía saber que sus palabras eran ciertas y por eso era que no debía temer de que las cosas hubieran cambiado, porque los actos de ambos indicaban que no era así y las palabras de Vyse terminaban por confirmarlo. Al rumano le emociono hasta un punto indescriptible saber que ella no se alejaría nuevamente de su lado; una vez se habían permitido una separación más necesaria que nada, pero tal parecía ser que una segunda ocasión quedaba completamente prohibida por parte de los dos – Los por qué de la separación son parte del pasado; claro que sé los motivos, pero no me interesan cuando estas tan cerca de mi.
Era maravilloso escucharla hablar de aquella casa que le describía y no solo eso, sino que lo que le era más pacifico era el saber que ella ya tenía las cosas planeadas, que pensó en él antes de todo eso y que le compartía los planes de lo que se haría porque estaba dispuesta a que continuaran juntos desde ese momento y en delante.
– No voy a repetir nada de eso – le aseguro entonces, consciente de que a él tampoco le gustaría que June le dijese algo parecido – Pero si esa casa te ha gustado y existe forma de que sea nuestra, no deberíamos perder el tiempo; adquirirla no debe ser complicado y no hay nada que quiera más que hacerte feliz, en estos momentos y en los que vengan – sus palabras eran, aunque no lo parecieran una promesa. Le diría todas las verdades que ocultaba cuando el momento llegara y le haría feliz, tan feliz como pudiera porque a su mente no podía exigibles tanto, pero aún así, él lo hacía por ella y su mente respetaba ese deseo.
– Todo lo que haces – respondió sin dar mucho tiempo – Ser tu y provocar tantas cosas en mi que nunca se describir. Ni con el pasar de los años he aprendido a describir que es eso que me haces con cada mirada, con cada caricia y con cada palabra – él era suyo, por completo. Quienes les vieran podían deducirlo; aunque no estuvieran seguros de que en especifico hacía que se dieran cuenta de eso. Y cuando la beso; eso era el cielo para seres como ellos. Vyse podía perderse en aquella manera lenta y paciente en que ella le besaba; no le importaba continuar besándola hasta que el sol saliera y los borrara de la faz de la tierra. Continuaron juntos aún cuando el beso llego a su fin y en los labios del rumano apareció una sonrisa juguetona – Yo anhele todo de ti. No existe algo que no deseara más que tu completa presencia cerca de mi – y tras esas palabras, dejo que el tiempo transcurriera lento pero siempre eterno para ellos – June, pronto habrá cosas que deberas saber de mi – le tomo el rostro con suavidad entre sus manos – y sin importar que pase recuerda siempre todo lo que esa verdad que reflejo te dice, aunque yo sea incapaz de decirte ahora todo, siempre ten en cuenta todo lo que mis silencios te han asegurado de mis sentimientos por ti – no sabía porque le decía aquello y sin embargo, necesitaba decirle todo eso.
Karl Redfield- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 26/08/2014
Re: No one else like you [Privado]
"Que no haya necesidad de rompernos para saber de qué estamos hechos"
Sus frases sonaban de tanto en tanto groseras, frías, filosas como navajas que parecen saber hacia dónde apuntar, pero que finalmente son sólo impulsos. Y mi mente lo tenía claro, porque con los años había aprendido a disimular lo que no entendía y a esperar a que otra de sus frases rescatara la noche y me hiciera comprenderlo todo. Sin embargo siempre tenía la opción de preguntar, antes de asumir cualquier idea que me viniera a la mente y que fuera determinada por cualquiera de mis emociones de momento — ¿Cansarme? ¿De qué? — cuestioné frunciendo las cejas pero acompañándolas de una sonrisa que realmente declaraba que no le comprendía.
Mientras estuve lejos me cuestioné acerca de nuestra relación, del hecho de comunicarnos poco y saber que me ocultaba mucho. Me pregunté por horas si lo mejor no sería dejarlo sólo, con esos pensamientos dominantes que habían sido capaces de mantenerlo en pie durante sus casi cuatro mil años, permitiéndole permanecer firme y no ceder a las emociones que yo misma le representaba y escapando de su mundo que aún no comprendía. Él no me necesitaba, aunque a veces quisiera creer que sí. Yo había aparecido de modo reciente y pese a nuestras pocas desavenencias, no era en absoluto primordial. Incluso, casi sentía que podía ser al contrario, y saberme de algún modo su debilidad me preocupaba.
—Shh, no tientes al futuro— le pedí, como si le solicitara que no me hiciera promesas de las cuales ninguno tenía certeza —Ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, Vyse— porque todo está sujeto a cambios, sin excepción de forma o tamaño. Él no era el mismo, aunque me amara todavía. Yo tampoco era igual, porque los años me pulían y martillaban, dejando partes lisas y otras astilladas. —Y todo nos forma. El estar lejos, el estar cerca. Todo tiene su valor— musité, como si la paz de mi corazón no tuviera límites ni precedentes y como si estuviera disponible para él cada vez que así lo deseara.
—La casa es lo de menos, pero voy a ir por ella mañana. Sé que te será sencillo encontrarme cuando ya esté ahí. — y era cierto, por lo mismo yo me haría cargo de cada trámite necesario, ocupándome yo de las legalidades del trámite que seguramente aburrirían a Vyse. Él era un hombre de cosas directas y firmes, sin papeleos ni negociaciones de por medio.
—No tienes que describir nada. Estoy aquí para ti, estaré para ti— “Cuando enloquezcas y me odies. Cuando amanezca y de nuevo me ames” concluí en mi mente. Mi querido rumano era complejo, indescriptible como eso que decía que yo le provocaba. Y las palabras se volvían innecesarias cuando sus labios se ocupaban de algo distinto a escupir palabras, porque manifestaba sentimientos que no podía caracterizar, pero que claramente se hacían presentes en momentos como esos.
—Tus silencios siempre han estado presentes. Mantenlos allí si es lo correcto, y si la verdad corta, déjala ser, déjala en el pasado si es allí donde yace y pertenece— sugerí con mi rostro en sus manos y mis ojos en los suyos, profundos, como si temieran algo que pronto yo sabría. No me importaba que la ignorancia de muchos de sus actos continuara en mi mente, y más aún cuando podían llegar a cambiar de modo drástico lo que recuperábamos ahora. A veces, la ignorancia de ciertas cosas, constituye realmente una especie de bendición.
Mientras estuve lejos me cuestioné acerca de nuestra relación, del hecho de comunicarnos poco y saber que me ocultaba mucho. Me pregunté por horas si lo mejor no sería dejarlo sólo, con esos pensamientos dominantes que habían sido capaces de mantenerlo en pie durante sus casi cuatro mil años, permitiéndole permanecer firme y no ceder a las emociones que yo misma le representaba y escapando de su mundo que aún no comprendía. Él no me necesitaba, aunque a veces quisiera creer que sí. Yo había aparecido de modo reciente y pese a nuestras pocas desavenencias, no era en absoluto primordial. Incluso, casi sentía que podía ser al contrario, y saberme de algún modo su debilidad me preocupaba.
—Shh, no tientes al futuro— le pedí, como si le solicitara que no me hiciera promesas de las cuales ninguno tenía certeza —Ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, Vyse— porque todo está sujeto a cambios, sin excepción de forma o tamaño. Él no era el mismo, aunque me amara todavía. Yo tampoco era igual, porque los años me pulían y martillaban, dejando partes lisas y otras astilladas. —Y todo nos forma. El estar lejos, el estar cerca. Todo tiene su valor— musité, como si la paz de mi corazón no tuviera límites ni precedentes y como si estuviera disponible para él cada vez que así lo deseara.
—La casa es lo de menos, pero voy a ir por ella mañana. Sé que te será sencillo encontrarme cuando ya esté ahí. — y era cierto, por lo mismo yo me haría cargo de cada trámite necesario, ocupándome yo de las legalidades del trámite que seguramente aburrirían a Vyse. Él era un hombre de cosas directas y firmes, sin papeleos ni negociaciones de por medio.
—No tienes que describir nada. Estoy aquí para ti, estaré para ti— “Cuando enloquezcas y me odies. Cuando amanezca y de nuevo me ames” concluí en mi mente. Mi querido rumano era complejo, indescriptible como eso que decía que yo le provocaba. Y las palabras se volvían innecesarias cuando sus labios se ocupaban de algo distinto a escupir palabras, porque manifestaba sentimientos que no podía caracterizar, pero que claramente se hacían presentes en momentos como esos.
—Tus silencios siempre han estado presentes. Mantenlos allí si es lo correcto, y si la verdad corta, déjala ser, déjala en el pasado si es allí donde yace y pertenece— sugerí con mi rostro en sus manos y mis ojos en los suyos, profundos, como si temieran algo que pronto yo sabría. No me importaba que la ignorancia de muchos de sus actos continuara en mi mente, y más aún cuando podían llegar a cambiar de modo drástico lo que recuperábamos ahora. A veces, la ignorancia de ciertas cosas, constituye realmente una especie de bendición.
Serge Ivánovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 09/11/2012
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Nothing as It Seems | Privado
» Sur La Mer | Privado
» Can you help me with this...? *Privado*
» This is not the end [Privado]
» Who We Are ● Privado
» Sur La Mer | Privado
» Can you help me with this...? *Privado*
» This is not the end [Privado]
» Who We Are ● Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour