AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hantée (Privado)
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Hantée (Privado)
"No salgas de noche", "Mantente en la casa", "No te metas en problemas", esas eran unas de las cosas que siempre le estaba diciendo Jarko una y otra vez, una pequeña sonrisa se curvaba en los labios de Lanna, alguien se preocupaba por ella o tal vez era simple cortesía, sí, claro, eso era lo que tenía que ser, ni más ni menos y ahora estaba ahí, en medio de la noche, en un cementerio, escuchando como el viento soplaba con gran fuerza, sus ojos se mantenían un poco anegados en las lágrimas que luchaban por salir pero siempre intentaba mantenerlas en su lugar, recordaba todo eso, como era tener una casa, como era poder dormir con el estómago lleno, pero ¿Y ahora? Ahora no tenía nada de eso y por decisión propia.
Suspiró largamente y se sentó en una de las tumbas que estaba ahí, custodiada por un pequeño ángel labrado en piedra, una de sus alas estaba rota y las flores de los maceteros estaban un tanto marchitas, además de que el olor del agua podía llegar a sus fosas nasales con facilidad, estaba podrida, como ella. Sus brazos rodearon su cintura intentando cobijarla. Se mordió el labio inferior. ¿Por qué había decidido irse de aquella casa? ¿Por qué había sido una malagradecida? Era todo muy sencillo, porque Akseli ya no estaba y la idea de que Jarko no la soportaba era cada vez más latente, nunca se le había quitado, aunque en realidad tampoco nunca había preguntado, siempre eran sus ideas las que la hacían actuar.
Se quedó mirando la lápida que tenía delante, no entendía lo que ahí estaba escrito, apenas podía reconocer unos números, pero no le decían nada, y del nombre... Ni que decir, nunca había aprendido a leer, ¿Y si sus padres estaban ahí enterrados? No sabía en que había terminado aquella noche, todo estaba tan borroso, todo era tan lejano que realmente no lograba hilar todas las ideas, además de que siempre que salían a la luz se sentía demasiado triste y Lanna reprimía dentro de ella todo porque no podía sacarlo, además... ¿Cómo hacer para ver a Jarko de forma normal? Nunca había intentado acercarse a ella de forma maliciosa, pero tenía miedo, sí, debía aceptar que le daba miedo desde que supo lo que era ¿Y si en verdad lo hacía enojar? Se pasó las manos por el rostro intentando pensar lo que fuera, tal vez ahora en verdad estaba molesto porque ella se fue así sin más pero... Hubiera preferido que Akseli nunca le dijera la verdad sobre lo que ellos eran, siempre había preferido la ignorancia.
-Lo extraño-Murmuró tan bajo que ni siquiera fue como para romper el silencio sepulcral de aquél lugar, pero ¿Qué extrañaba Lanna? ¿A Jarko? ¿La casa? ¿La protección? ¿A Max? ¿O todo? Quizá era eso, quizá era que se había acostumbrado tanto que ahora le hacía falta aquél hogar que estúpidamente había abandonado.
Suspiró largamente y se sentó en una de las tumbas que estaba ahí, custodiada por un pequeño ángel labrado en piedra, una de sus alas estaba rota y las flores de los maceteros estaban un tanto marchitas, además de que el olor del agua podía llegar a sus fosas nasales con facilidad, estaba podrida, como ella. Sus brazos rodearon su cintura intentando cobijarla. Se mordió el labio inferior. ¿Por qué había decidido irse de aquella casa? ¿Por qué había sido una malagradecida? Era todo muy sencillo, porque Akseli ya no estaba y la idea de que Jarko no la soportaba era cada vez más latente, nunca se le había quitado, aunque en realidad tampoco nunca había preguntado, siempre eran sus ideas las que la hacían actuar.
Se quedó mirando la lápida que tenía delante, no entendía lo que ahí estaba escrito, apenas podía reconocer unos números, pero no le decían nada, y del nombre... Ni que decir, nunca había aprendido a leer, ¿Y si sus padres estaban ahí enterrados? No sabía en que había terminado aquella noche, todo estaba tan borroso, todo era tan lejano que realmente no lograba hilar todas las ideas, además de que siempre que salían a la luz se sentía demasiado triste y Lanna reprimía dentro de ella todo porque no podía sacarlo, además... ¿Cómo hacer para ver a Jarko de forma normal? Nunca había intentado acercarse a ella de forma maliciosa, pero tenía miedo, sí, debía aceptar que le daba miedo desde que supo lo que era ¿Y si en verdad lo hacía enojar? Se pasó las manos por el rostro intentando pensar lo que fuera, tal vez ahora en verdad estaba molesto porque ella se fue así sin más pero... Hubiera preferido que Akseli nunca le dijera la verdad sobre lo que ellos eran, siempre había preferido la ignorancia.
-Lo extraño-Murmuró tan bajo que ni siquiera fue como para romper el silencio sepulcral de aquél lugar, pero ¿Qué extrañaba Lanna? ¿A Jarko? ¿La casa? ¿La protección? ¿A Max? ¿O todo? Quizá era eso, quizá era que se había acostumbrado tanto que ahora le hacía falta aquél hogar que estúpidamente había abandonado.
Lanna- Humano Clase Baja
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 07/01/2013
Re: Hantée (Privado)
Primero Akseli, luego Lanna. Si lo pensaba bien, quizás la cambiaformas que me había cruzado en la búsqueda de mi hermano tenía razón: La causa, era yo. Era probable que el paso de los años no me hiciera más sabio sino más molesto, como la mayoría de los viejos que se vuelven insoportables con tanta manía en vez de ser más hábiles e inteligentes en una conversación o en una relación cualquiera. Empezaba a creerme la teoría de la pelirroja desconocida.
Cuando supe de la imprudencia de Akseli al revelarle a Lanna lo que éramos, tuve claro que en cualquier momento huiría por más que ninguno de nosotros la tratara mal. Yo era duro, estricto, sí, pero jamás me hubiera atrevido a usar palabras inadecuadas con ella y mucho menos maltratarla, ni siquiera para probar su sangre que siempre me tentó tanto. Pero ya todo estaba hecho y no tenía sentido habitar una mansión en la que me encontraba sólo. Tenía los empleados de siempre, pero ellos iban y venían y, en cuanto a Max, Lanna lo abandonó y el perro sólo se lamentaba cada vez que podía. Estaba bien si quería irse, pero ¿Y el perro? Siempre parecieron muy unidos y el hecho del abandono a él sí me resultaba extraño. Lo mío era comprensible, pero los quejidos constantes del husky me sembraron la duda sobre el paradero de la humana que nos había soportado durante un tiempo.
En teoría, yo era un rastreador, pero tenía mis serias dudas luego de no dar con el paradero de mi hermano ¿Sería entonces capaz de encontrar a Lanna o también sería tan inútil como en la primera búsqueda? Sólo podía comprobarlo con hechos.
En cuanto cayó la noche salí de la casa, sin más compañero que el viento tibio propio del clima en el que empezábamos. Al menos eso era un aliento, ella no moriría de frío. En el fondo sabía que debía de estar vagando, dudaba que volviera donde sus antiguos amos dada la violencia que los mismos ejercían contra ella. Y no me equivocaba. Por suerte para mí, mi don seguía vigente por lo menos en ella y tras una hora de recorrido todo me guio hasta el cementerio, la peor de las elecciones que podía hacer ella para ir de noche. No aprendía, no entendía y por lo visto no iba a hacerlo. A lo lejos la contemplé, abrazándose a sí misma como si eso le diera consuelo. La luz que alguna vez vi en su rostro parecía apagada y ella misma estaba tan ensimismada que ni siquiera notó mi presencia. Estuve unos minutos ahí, quieto, observándola desde atrás hasta que habló, pero no para mí, lo hacía consigo misma pero de manera audible.
-Yo también- le respondí desde atrás –Pero no tengo idea si volverá o no. ¿Qué estás haciendo aquí?- la cuestioné con un tono de voz frío pero que no reclamaba. Finalmente no podía, ella ya no estaba a mi servicio. Según yo, sólo me quedaba retribuirla por el tiempo servido y eso iba a hacer: Asegurarme que permaneciera bien por un buen tiempo más allá de no trabajar para nosotros.
Cuando supe de la imprudencia de Akseli al revelarle a Lanna lo que éramos, tuve claro que en cualquier momento huiría por más que ninguno de nosotros la tratara mal. Yo era duro, estricto, sí, pero jamás me hubiera atrevido a usar palabras inadecuadas con ella y mucho menos maltratarla, ni siquiera para probar su sangre que siempre me tentó tanto. Pero ya todo estaba hecho y no tenía sentido habitar una mansión en la que me encontraba sólo. Tenía los empleados de siempre, pero ellos iban y venían y, en cuanto a Max, Lanna lo abandonó y el perro sólo se lamentaba cada vez que podía. Estaba bien si quería irse, pero ¿Y el perro? Siempre parecieron muy unidos y el hecho del abandono a él sí me resultaba extraño. Lo mío era comprensible, pero los quejidos constantes del husky me sembraron la duda sobre el paradero de la humana que nos había soportado durante un tiempo.
En teoría, yo era un rastreador, pero tenía mis serias dudas luego de no dar con el paradero de mi hermano ¿Sería entonces capaz de encontrar a Lanna o también sería tan inútil como en la primera búsqueda? Sólo podía comprobarlo con hechos.
En cuanto cayó la noche salí de la casa, sin más compañero que el viento tibio propio del clima en el que empezábamos. Al menos eso era un aliento, ella no moriría de frío. En el fondo sabía que debía de estar vagando, dudaba que volviera donde sus antiguos amos dada la violencia que los mismos ejercían contra ella. Y no me equivocaba. Por suerte para mí, mi don seguía vigente por lo menos en ella y tras una hora de recorrido todo me guio hasta el cementerio, la peor de las elecciones que podía hacer ella para ir de noche. No aprendía, no entendía y por lo visto no iba a hacerlo. A lo lejos la contemplé, abrazándose a sí misma como si eso le diera consuelo. La luz que alguna vez vi en su rostro parecía apagada y ella misma estaba tan ensimismada que ni siquiera notó mi presencia. Estuve unos minutos ahí, quieto, observándola desde atrás hasta que habló, pero no para mí, lo hacía consigo misma pero de manera audible.
-Yo también- le respondí desde atrás –Pero no tengo idea si volverá o no. ¿Qué estás haciendo aquí?- la cuestioné con un tono de voz frío pero que no reclamaba. Finalmente no podía, ella ya no estaba a mi servicio. Según yo, sólo me quedaba retribuirla por el tiempo servido y eso iba a hacer: Asegurarme que permaneciera bien por un buen tiempo más allá de no trabajar para nosotros.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
Localización : Helsinki, Finland
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Re: Hantée (Privado)
Gracias al cielo, el viento estaba tibio o ella estaría metida en un problema pues se había puesto apenas un pequeño vestido, que le cubría el cuerpo, pero que no era lo suficiente para evitar las intemperies. Todos los días se arrepentía de haber huido, sin embargo aquél recuerdo que atormentaba sus pensamientos hacía de todo eso algo más lógico, nunca había podido tener una familia por alguien como Jarko y Akseli, se habían encargado de quitarle a sus padres, a pesar de que ellos les habían servido toda su vida, eso no había importado en lo más mínimo. Un suspiro abandona sus labios, intentando que las lágrimas que afloran en sus ojos no lleguen a salir, a pesar de todo, podía llegar a entender que ser débil realmente no servía de nada, que tenía que mostrarse siempre segura o entera, porque de otra forma cualquiera podía llegar a abusar de ella. Se mordió el labio inferior con fuerza. Recordando aquellas veces en que Akseli hacía cualquier maldad para hacerla reír o asustarla, como Max le correteaba y a su modo siempre la cuidaba, sus fiestas cuando le dejaba salir y finalmente a Jarko, aquél gesto serio que siempre mostraba como si fuera irrompible, una máscara más dura que el hierro que nunca supo como hacer para ver si era de verdad o de mentira, no había ninguna sonrisa, no había una mueca de diversión.
Podía decir que en ese momento se sentía completamente sola, desprotegida y sumamente tonta, pero todo ese cúmulo de emociones sólo hacían que se sumiera más en sus propias cavilaciones. No se dio cuenta de nada hasta que escuchó aquella voz ¿Estaba soñando? Parpadeó varias veces y observó aquella figura que se erigía delante de ella, sus cabellos, su rostro serio, su palidez... Sus palabras, y sobre todo, aquella mirada que siempre le había helado la sangre -Yo...- no supo que decir pues ni siquiera recordaba sus propias palabras, era todo tan extraño ¿Cómo? -¿Jarko?- preguntó con aquél tono esperanzado de que en verdad fuera él, aunque ¿En serio quería que fuera él? -Yo...- De nuevo se trabó, una vez más las palabras le abandonaron al igual que las fuerzas y se aventó a sus brazos cual niña pequeña, tocó sus manos, su espalda, su camisa y finalmente sus dedos llegaron hasta su rostro, aquél rostro blanquecino que parecía carecer de toda emoción. Ahora sí no podía evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos. Sus yemas definieron cada una de sus líneas -Dios, sí eres tú...- aquellas palabras habían salido apenas en un leve susurro y de pronto los recuerdos se agolparon, fue como si le hubieran dado un golpe en la cabeza y dio un paso hacia atrás, las mejillas ahora se mostraban sonrosadas y su labio era preso de sus dientes -Lo siento, señor...- ahora estaba en su realidad, estaba en lo que tenía que ser, en el respeto que siempre le había pedido y tal vez nunca le había dado.
Sus ojos se clavaron en el piso, se sentía sumamente avergonzada -Perdóneme... No, no fue mi intención...- su voz había salido apenas en un suave hilo que se podía confundir con el viento, sin embargo sus manos jugaban nerviosas con sus dedos, sintiendo como estos sudaban -¿Necesita algo?- preguntó sin atreverse a mirarlo, sabía que todo su actuar había sido malo, desde que se salió, hasta hace un par de segundos en donde casi se le abalanza, o mejor dicho se le abalanzó.
Podía decir que en ese momento se sentía completamente sola, desprotegida y sumamente tonta, pero todo ese cúmulo de emociones sólo hacían que se sumiera más en sus propias cavilaciones. No se dio cuenta de nada hasta que escuchó aquella voz ¿Estaba soñando? Parpadeó varias veces y observó aquella figura que se erigía delante de ella, sus cabellos, su rostro serio, su palidez... Sus palabras, y sobre todo, aquella mirada que siempre le había helado la sangre -Yo...- no supo que decir pues ni siquiera recordaba sus propias palabras, era todo tan extraño ¿Cómo? -¿Jarko?- preguntó con aquél tono esperanzado de que en verdad fuera él, aunque ¿En serio quería que fuera él? -Yo...- De nuevo se trabó, una vez más las palabras le abandonaron al igual que las fuerzas y se aventó a sus brazos cual niña pequeña, tocó sus manos, su espalda, su camisa y finalmente sus dedos llegaron hasta su rostro, aquél rostro blanquecino que parecía carecer de toda emoción. Ahora sí no podía evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos. Sus yemas definieron cada una de sus líneas -Dios, sí eres tú...- aquellas palabras habían salido apenas en un leve susurro y de pronto los recuerdos se agolparon, fue como si le hubieran dado un golpe en la cabeza y dio un paso hacia atrás, las mejillas ahora se mostraban sonrosadas y su labio era preso de sus dientes -Lo siento, señor...- ahora estaba en su realidad, estaba en lo que tenía que ser, en el respeto que siempre le había pedido y tal vez nunca le había dado.
Sus ojos se clavaron en el piso, se sentía sumamente avergonzada -Perdóneme... No, no fue mi intención...- su voz había salido apenas en un suave hilo que se podía confundir con el viento, sin embargo sus manos jugaban nerviosas con sus dedos, sintiendo como estos sudaban -¿Necesita algo?- preguntó sin atreverse a mirarlo, sabía que todo su actuar había sido malo, desde que se salió, hasta hace un par de segundos en donde casi se le abalanza, o mejor dicho se le abalanzó.
Lanna- Humano Clase Baja
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 07/01/2013
Re: Hantée (Privado)
En todos mis años conocí personas tercas, pero como Lanna, ninguna. Ella era una completa incógnita para mí, la creía obstinada y al momento siguiente dulce. Insolente y altanera después y luego demasiado inocente al punto de poder perdonársele todo. Su humanidad me molestaba y me gustaba al tiempo. Su modo de hacer las cosas me irritaba y también me causaba gracia. Y era por todo eso que la mantenía lo más lejos de mí posible. Servía bien, de eso no cabía duda, inclusive se sobrepasaba con la limpieza y seguía y seguía como si no existiera para ella otra cosa diferente a esa. Y era todo ese cúmulo de cosas el porqué de mi búsqueda, de quererla a salvo. En el fondo sabía que ella a la intemperie no sobreviviría, más aun teniendo en cuenta que ni siquiera era una muchacha fea a la que cualquiera pasara de largo. Necesitaba estar a salvo y yo tranquilo.
Pensé que huiría de mí en cuanto me viera pero su reacción fue más bien todo lo contrario. Titubeó, como siempre, pero se abalanzó hacia mí de tal modo que tuve casi que esforzarme por permanecer impávido. El esfuerzo no era mucho dada mi personalidad, pero era al fin y al cabo esfuerzo. –No, no soy Dios– respondí a modo de broma aunque siempre me sonaba de mala gana, sobre todo si ni siquiera me reía. Sus manos tocaron mi piel helada pero era como si acariciara una estatua de mármol. Ella lo sentiría así, pétreo, helado, inmóvil. La aparté de mí por los hombros y la miré sin siquiera parpadear –Claro que fue tu intensión. Uno no se va porque sí ¿Acaso eres sonámbula entonces? Ambos sabemos que no. Además, ni siquiera regresaste y dejaste a tu perro en la casa. Me tiene harto con tanto llanto. ¿Vas a regresar o no?- cuestioné con evidente molestia por más que intenté disimularlo. –No me llames Señor, no lo seré más, sólo quiero que me respondas. Planeo que te quedes allá esperando a Akseli. Yo voy a salir, pero te puedes quedar en paz esperándolo si se te da la gana, claro- por algún motivo sentí que debía hablarle firme, quería que volviera a estar protegida y quizás ese era el modo de hacerlo.
Me giré y avancé unos tres o cuatro pasos antes de girarme de nuevo a mirarla –Respóndeme de una vez o voy a ir a traerte tu perro- farfullé. Estaba siendo tan o más duro que siempre, pero todo era por un bien mayor: El bienestar de ella. Sin embargo verla ahí de pie y cabizbaja como si se tratara de una pequeña, me hizo regresar a donde estaba y levantarle el rostro por el mentón, con la suavidad que me inspiraba ella. Entrecerré los ojos al mirarla y no la solté porque sabía que volvería a mirar al suelo -¿Has estado llorando o es impresión mía? Si es así dime porque lo hacías, dime si te hicieron algo o si sólo sufrías por débil- estaba preocupado, pero a ella no se le podía dar el brazo a torcer con tibiezas. Si le habían hecho algo, pagarían, pero si no, nada me haría desistir de mis deseos de saberla a salvo.
Sin embargo la solté, tal vez el sentirse libre le hiciera decir la verdad, al final y en el fondo eso era lo que quería -Dime por qué te fuiste, Lanna. Yo sé que la desaparición de mi hermano no es algo sencillo dado el trato que tenía contigo ¿Pero es ese el motivo por el que te fuiste o es la verdad que te reveló él? Dime si tienes miedo y dime si ese miedo que tienes es por mí-
Pensé que huiría de mí en cuanto me viera pero su reacción fue más bien todo lo contrario. Titubeó, como siempre, pero se abalanzó hacia mí de tal modo que tuve casi que esforzarme por permanecer impávido. El esfuerzo no era mucho dada mi personalidad, pero era al fin y al cabo esfuerzo. –No, no soy Dios– respondí a modo de broma aunque siempre me sonaba de mala gana, sobre todo si ni siquiera me reía. Sus manos tocaron mi piel helada pero era como si acariciara una estatua de mármol. Ella lo sentiría así, pétreo, helado, inmóvil. La aparté de mí por los hombros y la miré sin siquiera parpadear –Claro que fue tu intensión. Uno no se va porque sí ¿Acaso eres sonámbula entonces? Ambos sabemos que no. Además, ni siquiera regresaste y dejaste a tu perro en la casa. Me tiene harto con tanto llanto. ¿Vas a regresar o no?- cuestioné con evidente molestia por más que intenté disimularlo. –No me llames Señor, no lo seré más, sólo quiero que me respondas. Planeo que te quedes allá esperando a Akseli. Yo voy a salir, pero te puedes quedar en paz esperándolo si se te da la gana, claro- por algún motivo sentí que debía hablarle firme, quería que volviera a estar protegida y quizás ese era el modo de hacerlo.
Me giré y avancé unos tres o cuatro pasos antes de girarme de nuevo a mirarla –Respóndeme de una vez o voy a ir a traerte tu perro- farfullé. Estaba siendo tan o más duro que siempre, pero todo era por un bien mayor: El bienestar de ella. Sin embargo verla ahí de pie y cabizbaja como si se tratara de una pequeña, me hizo regresar a donde estaba y levantarle el rostro por el mentón, con la suavidad que me inspiraba ella. Entrecerré los ojos al mirarla y no la solté porque sabía que volvería a mirar al suelo -¿Has estado llorando o es impresión mía? Si es así dime porque lo hacías, dime si te hicieron algo o si sólo sufrías por débil- estaba preocupado, pero a ella no se le podía dar el brazo a torcer con tibiezas. Si le habían hecho algo, pagarían, pero si no, nada me haría desistir de mis deseos de saberla a salvo.
Sin embargo la solté, tal vez el sentirse libre le hiciera decir la verdad, al final y en el fondo eso era lo que quería -Dime por qué te fuiste, Lanna. Yo sé que la desaparición de mi hermano no es algo sencillo dado el trato que tenía contigo ¿Pero es ese el motivo por el que te fuiste o es la verdad que te reveló él? Dime si tienes miedo y dime si ese miedo que tienes es por mí-
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Hantée (Privado)
Estaba emocionada, pero también un tanto perturbada, no sabía que decir, además de todo se le acumulaba la vergüenza que le comenzaba a helar cada parte de ella, era un todo y un nada que se le estaba mezclando en el estómago y que no sabía exactamente cómo controlarlo, respiró profundo y mordió su labio inferior al escucharlo hablar, estaba evidentemente molesto, y la realidad es que no era para menos, ella se había comportado bastante mal, como si no le importaran los Nygard, lo cual era la más espantosa mentira que alguien hubiera podido crear, pues ella daría todo porque ellos estuvieran bien -Es que...- De nuevo las palabras se habían quedado atoradas ahí, en su garganta, parecía que algo no las dejaba salir, era como si sus impulsos fueran mucho más fuertes que cualquier otra disculpa -¿Se va a ir? ¿A dónde se va? ¿Necesita que le ayude a empacar?- de nuevo parecía que su cabeza estaba mal engranada, no carburaba como debía ser o eso era lo que ella pensaba en alguna que otra ocasión -Yo... Sí, sí quiero regresar, pero sólo... Si usted me recibe, es que... Lo siento...- dijo finalmente mirando a los ojos al vampiro, a pesar del miedo, a pesar de todo quería que él se diera cuenta que estaba arrepentida de la estupidez que había hecho en un momento de arrebato.
-¿Usted quiere que regrese o no?- sabía perfectamente que ella no tenía por qué preguntar, pero lo estaba haciendo porque ese había sido el motivo principal de su partida, aquellos gestos serios y molestos que parecían estarla reprochando a cada momento, invitándola a salir de su vista lo más rápido posible -Nunca fue mi intención dejar a Max, ni a usted tampoco- negó con la cabeza, intentando que las lágrimas se quedaran exactamente donde debían, lo último que quería en esos momentos era hacer que Jarko se enojara aún más.
-No sufría por débil- su ceño se frunció casi de forma automática -Todos tenemos derecho a llorar... Nadie me hizo nada...- contestó frunciendo los labios y se le quedó viendo -Lloraba porque quería llorar, tal vez lo necesitaba, me sentía triste- se pasó la mano por los ojos intentando quitar el agua que quería correr por ellos y suspiró largamente, estaba un poco melancólica, pero más porque no podía abrazarlo y decirle que le había extrañado, pero ahora con sólo verlo sentía aquella seguridad que siempre le habían brindado los vampiros.
La siguiente pregunta la dejó casi helada, no sabía realmente qué responder, así que se mordió los labios casi de forma inconsciente -Extraño a Akseli sí, pero si te digo por qué me fui te vas a enojar más de lo que ya estás- dijo de manera automática y le miró -Siempre he pensado que no soy de tu agrado, creía que no me querías ahí, no quería molestarte- su voz se iba haciendo cada vez menos audible mientras iba hablando pero bajó la mirada, jugando con sus pies con la tierra del panteón -No te tengo miedo, Jarko, no porque me vayas a matar...- tal vez esa aclaración no la tenía que haber hecho pero ya había hablado -Tengo miedo de esa mirada que parece reprochar el simple hecho de que existo y no es miedo, es... sentimiento de pensar que no te caigo bien por mucho que me esfuerce- ya lo había soltado, tal vez de nuevo se enojaría, pero por el momento no importaba, ya vería como solucionaría aquello.
-¿Usted quiere que regrese o no?- sabía perfectamente que ella no tenía por qué preguntar, pero lo estaba haciendo porque ese había sido el motivo principal de su partida, aquellos gestos serios y molestos que parecían estarla reprochando a cada momento, invitándola a salir de su vista lo más rápido posible -Nunca fue mi intención dejar a Max, ni a usted tampoco- negó con la cabeza, intentando que las lágrimas se quedaran exactamente donde debían, lo último que quería en esos momentos era hacer que Jarko se enojara aún más.
-No sufría por débil- su ceño se frunció casi de forma automática -Todos tenemos derecho a llorar... Nadie me hizo nada...- contestó frunciendo los labios y se le quedó viendo -Lloraba porque quería llorar, tal vez lo necesitaba, me sentía triste- se pasó la mano por los ojos intentando quitar el agua que quería correr por ellos y suspiró largamente, estaba un poco melancólica, pero más porque no podía abrazarlo y decirle que le había extrañado, pero ahora con sólo verlo sentía aquella seguridad que siempre le habían brindado los vampiros.
La siguiente pregunta la dejó casi helada, no sabía realmente qué responder, así que se mordió los labios casi de forma inconsciente -Extraño a Akseli sí, pero si te digo por qué me fui te vas a enojar más de lo que ya estás- dijo de manera automática y le miró -Siempre he pensado que no soy de tu agrado, creía que no me querías ahí, no quería molestarte- su voz se iba haciendo cada vez menos audible mientras iba hablando pero bajó la mirada, jugando con sus pies con la tierra del panteón -No te tengo miedo, Jarko, no porque me vayas a matar...- tal vez esa aclaración no la tenía que haber hecho pero ya había hablado -Tengo miedo de esa mirada que parece reprochar el simple hecho de que existo y no es miedo, es... sentimiento de pensar que no te caigo bien por mucho que me esfuerce- ya lo había soltado, tal vez de nuevo se enojaría, pero por el momento no importaba, ya vería como solucionaría aquello.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: Hantée (Privado)
–Es que nada– la interrumpí de golpe porque no quería creerle nada. Yo odiaba las mentiras y no la creía en realidad una mentirosa, pero escuchar sus argumentos sólo me provocaría más enojo. –Sobra decir que no es tu asunto a donde voy o no ¿Por qué habría de decírselo a alguien a quien le gusta escapar? – siempre que le decía que me iba, ella parecía activar el chip de preguntas. Lanna funcionaba de un modo automáticamente servil que omitía cualquier situación en la que se encontrara, justo como pasaba ahora. –No vine a saludarte, Lanna, si quieres volver vine a llevarte y si no a pagarte lo que corresponde por el tiempo que nos serviste. No repito las cosas y bien lo sabes. Ahora limítate a caminar, no tengo buen humor para que me hagas preguntas durante todo el camino– protesté y puse los ojos en blanco ante ese nuevo interrogante que en realidad era el mismo de siempre. Otra manía de Lanna era preguntar lo mismo de modos distintos como si nunca me creyera.
–Ya hablamos de intenciones, deja de mentir y dime más bien si vas a caminar o no – fruncí el ceño de nuevo y me giré para irme, sabiendo que me comportaba casi como un tirano con una mujer que me miraba con los ojos llorosos y con un temblor en la voz y en el cuerpo. No me era tan sencillo, pero no sabía actuar de otra manera. No con ella. Sin mencionar que me sentía traicionado por todos. Por Lanna que siempre parecía jurar fidelidad, y por mi hermano en quien creí ciegamente durante tantos años.
–Bueno, ya lloraste, espero no tener que volver a verlo– no me gustaba verla llorar, me hacía sentir como un maldito, pero eso le hacía bien a ella, necesitaba ser fuerte frente a una vida que la llevaba y traía como marioneta de los peores amos. –Seguro hasta hambre tienes– afirmé demostrando mi preocupación y alejándome más por eso mismo. –Akseli va a volver, por eso pretendo que estés para cuando llegue porque preguntará por ti irremediablemente– quise dejar la conversación ahí y tomarla por la muñeca para llevármela, sin embargo eso sería similar a obligarla y la podría poner peor –No, no me agradas y tampoco me desagradas. Pero si me perturbara tu presencia yo mismo te habría despedido. Si regresas, voy a hacerlo cuando deje de soportarte por completo– todo eso era real, la quería en casa y su eficiencia no me dejaba espacio a quejas, sin embargo que negara que tenía miedo que yo la matara me sembraba la duda. Si no lo hubiera pensado en algún momento, no lo habría dicho de esa manera. –No puedo verte de otra manera. No sé cómo quieres que te mire o porque le das tanta importancia. Así miro siempre, así seguirá siendo. Te trato fuerte, pero no mal, en eso debería basarte. Te pagamos bien, no tienes preocupaciones de nada e incluso tienes una mascota ¿Qué más quieres? ¿Estabas mejor con esos que te maltrataban o qué? – al comienzo hablé tranquilamente pero finalicé de mal humor, no entendía el punto al que iba y, si supiera lo que deseaba su sangre todo el tiempo también estaría conforme con mi modo de tratarla.
–Ya hablamos de intenciones, deja de mentir y dime más bien si vas a caminar o no – fruncí el ceño de nuevo y me giré para irme, sabiendo que me comportaba casi como un tirano con una mujer que me miraba con los ojos llorosos y con un temblor en la voz y en el cuerpo. No me era tan sencillo, pero no sabía actuar de otra manera. No con ella. Sin mencionar que me sentía traicionado por todos. Por Lanna que siempre parecía jurar fidelidad, y por mi hermano en quien creí ciegamente durante tantos años.
–Bueno, ya lloraste, espero no tener que volver a verlo– no me gustaba verla llorar, me hacía sentir como un maldito, pero eso le hacía bien a ella, necesitaba ser fuerte frente a una vida que la llevaba y traía como marioneta de los peores amos. –Seguro hasta hambre tienes– afirmé demostrando mi preocupación y alejándome más por eso mismo. –Akseli va a volver, por eso pretendo que estés para cuando llegue porque preguntará por ti irremediablemente– quise dejar la conversación ahí y tomarla por la muñeca para llevármela, sin embargo eso sería similar a obligarla y la podría poner peor –No, no me agradas y tampoco me desagradas. Pero si me perturbara tu presencia yo mismo te habría despedido. Si regresas, voy a hacerlo cuando deje de soportarte por completo– todo eso era real, la quería en casa y su eficiencia no me dejaba espacio a quejas, sin embargo que negara que tenía miedo que yo la matara me sembraba la duda. Si no lo hubiera pensado en algún momento, no lo habría dicho de esa manera. –No puedo verte de otra manera. No sé cómo quieres que te mire o porque le das tanta importancia. Así miro siempre, así seguirá siendo. Te trato fuerte, pero no mal, en eso debería basarte. Te pagamos bien, no tienes preocupaciones de nada e incluso tienes una mascota ¿Qué más quieres? ¿Estabas mejor con esos que te maltrataban o qué? – al comienzo hablé tranquilamente pero finalicé de mal humor, no entendía el punto al que iba y, si supiera lo que deseaba su sangre todo el tiempo también estaría conforme con mi modo de tratarla.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Hantée (Privado)
Seguía enojado y tal vez era normal, por otro lado también era su estado de ánimo natural y aunque ella se esforzaba por quedarse callada un impulso mucho más fuerte que ella misma le ganaba, haciendo que la boca se moviera mucho más rápido que su cerebro, algo que por más tiempo que pasara no iba a poder mejorar, tal vez tenía que aceptarse así, siempre había querido heredar la obediencia de sus padres, pero todo era tan confuso que entendía el porqué no había sido así, sin embargo nadie entendía sus ideas, ni siquiera ella misma, así que volvía todo mucho más complicado de lo que quizás era.
Cuando lo vio que comenzó a caminar, le siguió a paso lento, mirando sus espaldas, un suspiro salió de sus labios y terminó por bajar la mirada -Realmente nunca tienes buen humor y eso sí te puedo asegurar que no es culpa mía o que haya sido a partir de que me fui...- Se quedó callada dejando que su ceño se frunciera, afortunadamente no caminaba rápido y era fácil seguirle -No estoy mintiendo, sí tenía miedo después de que supe que eras, muchas imágenes vinieron a mi cabeza, pero a pesar de todo no era miedo de ti y tampoco de Akseli, era miedo de los recuerdos y de eso que hay en tu mirada, no es muerte, ya te dije, es desprecio y creo que le tengo mucho más miedo que a que me mates, porque eso no lo harás- Tal vez era muy atrevido de su parte asegurarlo, sin embargo eso era lo que sentía ella ahora.
-¿Hambre? Creo que comí ayer, no recuerdo, pero casi no siento el hueco en el estómago, así que no te preocupes, estuve haciendo pequeños trabajos que me dejaban lo suficiente para comer ¿Querías que trajera a Max así? No soy inhumana, Jarko, sabía que a regañadientes pero lo cuidarías, cosa que aunque yo quisiera, ahora no podría- de nuevo un suspiro sale de sus labios y se detiene porque uno de sus zapatos se ha quedado atorado así que tiene que regresar, aún así mantiene la vista observando el camino del vampiro, igual podía llegar a la casa, casi con los ojos cerrados.
Le dio alcance aunque tuvo que recuperar el aire que había recuperado en el camino -Akseli es amable y no le ha pasado nada por serlo, sé que son diferentes y no quiero que seas igual que él, pero entonces que a ti te baste con que limpie aunque sientas que no te obedezco- sí, Lanna estaba buscando problemas en ese momento pero a veces la lograba sacar de su serenidad, igual que ella a él parecía casi un juego extraño -¿No es lo mismo que me has dicho? Tal vez incluso podría llegar a sonar justo, no lo sé, pero tú podrías decidirlo- Se le quedó viendo intentando observar también el camino, aunque era un poco complicado.
Cuando lo vio que comenzó a caminar, le siguió a paso lento, mirando sus espaldas, un suspiro salió de sus labios y terminó por bajar la mirada -Realmente nunca tienes buen humor y eso sí te puedo asegurar que no es culpa mía o que haya sido a partir de que me fui...- Se quedó callada dejando que su ceño se frunciera, afortunadamente no caminaba rápido y era fácil seguirle -No estoy mintiendo, sí tenía miedo después de que supe que eras, muchas imágenes vinieron a mi cabeza, pero a pesar de todo no era miedo de ti y tampoco de Akseli, era miedo de los recuerdos y de eso que hay en tu mirada, no es muerte, ya te dije, es desprecio y creo que le tengo mucho más miedo que a que me mates, porque eso no lo harás- Tal vez era muy atrevido de su parte asegurarlo, sin embargo eso era lo que sentía ella ahora.
-¿Hambre? Creo que comí ayer, no recuerdo, pero casi no siento el hueco en el estómago, así que no te preocupes, estuve haciendo pequeños trabajos que me dejaban lo suficiente para comer ¿Querías que trajera a Max así? No soy inhumana, Jarko, sabía que a regañadientes pero lo cuidarías, cosa que aunque yo quisiera, ahora no podría- de nuevo un suspiro sale de sus labios y se detiene porque uno de sus zapatos se ha quedado atorado así que tiene que regresar, aún así mantiene la vista observando el camino del vampiro, igual podía llegar a la casa, casi con los ojos cerrados.
Le dio alcance aunque tuvo que recuperar el aire que había recuperado en el camino -Akseli es amable y no le ha pasado nada por serlo, sé que son diferentes y no quiero que seas igual que él, pero entonces que a ti te baste con que limpie aunque sientas que no te obedezco- sí, Lanna estaba buscando problemas en ese momento pero a veces la lograba sacar de su serenidad, igual que ella a él parecía casi un juego extraño -¿No es lo mismo que me has dicho? Tal vez incluso podría llegar a sonar justo, no lo sé, pero tú podrías decidirlo- Se le quedó viendo intentando observar también el camino, aunque era un poco complicado.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: Hantée (Privado)
–Si sabes que nunca tengo buen humor ¿Para qué me provocas? Una cosa es que sea serio la mayor parte del tiempo y otra que me sienta molesto como lo hago ahora y como me sigues poniendo– manoteé y desprendí un florero metálico de esos que adhieren a las tumbas que acomodan unas sobre otras de modo vertical. El objeto calló con brusquedad al suelo y en el impacto terminó de quebrarse. Algo me dijo que aquel acto haría retroceder a Lanna y por ello me giré de inmediato. –No sé de qué hablas. Tus recuerdos antes de nosotros son peores de lo que tienes en casa ¿O no? No te entiendo, jamás te he mirado de otra forma, ya deberías saberlo. Akseli no debió mimarte tanto, te comportas como una maldita niña caprichosa– bufé, más furioso aún por tantas cosas que decía Lanna. –Te pago bien, no te falta nada, casi no me ves, ¿Qué más da que ni siquiera te hable? – acto seguido me arrepentí de haber dicho eso. Lo hice porque aquella muchacha era huérfana, estaba sola en el mundo y apenas nos hablaba a mi hermano y a mí. Por eso le había regalado al perro, ese mismo que había dejado tirado para largarse como una mal agradecida. Otra vez estaba furioso.
La escuché seguirme, devolverse y a pesar que había avanzado un poco me giré para cerciorarme que no huía y la esperé. –Me basta con que me obedezcas, trabajas para mí. Te tomas atribuciones que no te corresponden y como te exijo, entonces lloras y haces todo este drama. Me cansa eso y tú eres una cabeza dura que no entiende nada porque no quiere. Madura de una buena vez, hazte ese favor y házmelo a mí– de nuevo estaba siendo duro pero demasiado sincero. Si Akseli estuviera presente, ya nos estaríamos peleando por eso. –Te pago, Lanna, para que hagas lo que te pido, no lo que tú elijas ¿Vas a entenderlo alguna vez? – respiré entrecortado, ya estaba logrando que me saliera de mis casillas y pese a que eso no era muy difícil, ella me llevaba a niveles que no imaginaba.
Cuando habló de justicia me devolví demasiado rápido para que ella lo notara. Seguramente se llevaría un buen susto pero ya estaba realmente harto. –¿Quieres hablar de justicia? Eres tonta, mujer, más de lo que quisiera. No pido que sepas mucho, sólo que diferencies quien manda y quien obedece. – apoyé mi mano en uno de sus hombros y aunque la miraba airado no la trataba con fuerza –Basta ya, por tu propio bien cállate y camina–.
Esperaba que con eso bastara, en el fondo sí la quería y era por lo mismo que la dejaría en casa y me iría yo. Era mi hogar, claro, pero no era capaz de dejarla desamparada o en manos de cualquiera y, además, no quería ver por un tiempo a Akseli.
La escuché seguirme, devolverse y a pesar que había avanzado un poco me giré para cerciorarme que no huía y la esperé. –Me basta con que me obedezcas, trabajas para mí. Te tomas atribuciones que no te corresponden y como te exijo, entonces lloras y haces todo este drama. Me cansa eso y tú eres una cabeza dura que no entiende nada porque no quiere. Madura de una buena vez, hazte ese favor y házmelo a mí– de nuevo estaba siendo duro pero demasiado sincero. Si Akseli estuviera presente, ya nos estaríamos peleando por eso. –Te pago, Lanna, para que hagas lo que te pido, no lo que tú elijas ¿Vas a entenderlo alguna vez? – respiré entrecortado, ya estaba logrando que me saliera de mis casillas y pese a que eso no era muy difícil, ella me llevaba a niveles que no imaginaba.
Cuando habló de justicia me devolví demasiado rápido para que ella lo notara. Seguramente se llevaría un buen susto pero ya estaba realmente harto. –¿Quieres hablar de justicia? Eres tonta, mujer, más de lo que quisiera. No pido que sepas mucho, sólo que diferencies quien manda y quien obedece. – apoyé mi mano en uno de sus hombros y aunque la miraba airado no la trataba con fuerza –Basta ya, por tu propio bien cállate y camina–.
Esperaba que con eso bastara, en el fondo sí la quería y era por lo mismo que la dejaría en casa y me iría yo. Era mi hogar, claro, pero no era capaz de dejarla desamparada o en manos de cualquiera y, además, no quería ver por un tiempo a Akseli.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Hantée (Privado)
Sabía exactamente como sacar a Jarko de sus casillas, aunque realmente ella no lo quería así, era algo bastante extraño en verdad, no sabía como lograrlo, ni siquiera sabía si era algo que hiciera consciente, por mucho que ella intentara que las cosas fueran diferentes, siempre pasaba algo que la hacía caer en sus juegos y responderle, tal vez todo sería mejor si era tan sumisa como su madre, ese era uno de sus pensamientos más recurrentes, pero por mucho que intentara no podía, era como algo que le habían puesto en el alma. Escuchó como el florero se estrelló contra el pavimento y un pequeño brinco la asaltó mientras seguía caminando detrás de él, era tan explosivo y ella tan tonta.
-No soy una niña caprichosa, Jarko, te prometo que si supiera que es lo que me pasa no me comportaría de esta forma, pero es algo que no sé como explicar, es raro y aunque tú te enojes yo no puedo cambiarlo, no sé como y con gritos no me ayudas, sólo haces que me ponga nerviosa, no es que seas el mejor con los cambios de humor...- quien sabe que tanto había dicho, pero sus ojos se abrieron como platos cuando él terminó de girar rápidamente, que si no la agarra del hombro hubiera terminado por azotar en el piso, eso era más que lógico, así que simplemente respiró profundamente, intentando que las piernas no le temblaran más de lo normal.
-Es que tú nada más gritas ¿No sabes hacer otra cosa? Sólo me gritas, me gritas y me gritas, me dices que eres el señor, no soy tonta, Jarko, sé que sin ti y sin Akseli yo estaría muerta, que haberme salido así de la casa estuvo mal, pero tú solo te contradices, me dices que salga, que hable con gente y cuando eso pasa te enojas y te pones como loco a gritarme ¿Entonces qué hago? ¿Me quedo con Max a que me ladre y mueva la cola?- parecía que ambos estaban explotando y aunque ella no quisiera a veces se enojaba más de la cuenta, a pesar de no saber nada acerca de nada, sólo sabía como limpiar, como coser, como hacer comida, pero nada más, lo otro lo ignoraba por completo -Ahora tú te vas en unos días y yo me quedo con el perro de nueva cuenta ¿Y?- su ceño se frunció y sus labios casi hicieron un puchero -Yo no sé si todos los vampiros sean así, pero ¿sabes? Nunca he tenido nadie que me abrace si me siento mal, nunca he tenido nadie que me explique por que son estos nudos que siento en la garganta y porque lloro sin sentido y tú no haces nada más que confundirme- pasó su mano por su rostro limpiando las lágrimas que se le habían escapado y lo miró de nueva cuenta -No sé porqué quiero llamar tu atención y tú te das cuenta pero te das la vuelta, tal vez yo soy tonta, Jarko, pero tú no ¿y te digo algo? entre más te alejas, más me angustia esto que me comprime el pecho, me cuidas, pero tus desplantes me confunden, y por eso me da tanto miedo que un día sin más te vayas, porque nadie me podrá cuidar, Akseli se fue y no le importó y él me demostraba que se preocupaba, pero ¿tú? ¿Tú que sólo gritas y manoteas? No sé que esperar...- había dicho muchas cosas que ahora realmente no tenían una conexión real en su cabeza o si la ponían a repetir no sabría que hacer, porque no las recordaba -Vamos a casa, para que le arregle sus ropas, señor...- le quitó el brazo de su hombro y comenzó a caminar, aunque realmente no sabía si iba por el camino correcto.
-No soy una niña caprichosa, Jarko, te prometo que si supiera que es lo que me pasa no me comportaría de esta forma, pero es algo que no sé como explicar, es raro y aunque tú te enojes yo no puedo cambiarlo, no sé como y con gritos no me ayudas, sólo haces que me ponga nerviosa, no es que seas el mejor con los cambios de humor...- quien sabe que tanto había dicho, pero sus ojos se abrieron como platos cuando él terminó de girar rápidamente, que si no la agarra del hombro hubiera terminado por azotar en el piso, eso era más que lógico, así que simplemente respiró profundamente, intentando que las piernas no le temblaran más de lo normal.
-Es que tú nada más gritas ¿No sabes hacer otra cosa? Sólo me gritas, me gritas y me gritas, me dices que eres el señor, no soy tonta, Jarko, sé que sin ti y sin Akseli yo estaría muerta, que haberme salido así de la casa estuvo mal, pero tú solo te contradices, me dices que salga, que hable con gente y cuando eso pasa te enojas y te pones como loco a gritarme ¿Entonces qué hago? ¿Me quedo con Max a que me ladre y mueva la cola?- parecía que ambos estaban explotando y aunque ella no quisiera a veces se enojaba más de la cuenta, a pesar de no saber nada acerca de nada, sólo sabía como limpiar, como coser, como hacer comida, pero nada más, lo otro lo ignoraba por completo -Ahora tú te vas en unos días y yo me quedo con el perro de nueva cuenta ¿Y?- su ceño se frunció y sus labios casi hicieron un puchero -Yo no sé si todos los vampiros sean así, pero ¿sabes? Nunca he tenido nadie que me abrace si me siento mal, nunca he tenido nadie que me explique por que son estos nudos que siento en la garganta y porque lloro sin sentido y tú no haces nada más que confundirme- pasó su mano por su rostro limpiando las lágrimas que se le habían escapado y lo miró de nueva cuenta -No sé porqué quiero llamar tu atención y tú te das cuenta pero te das la vuelta, tal vez yo soy tonta, Jarko, pero tú no ¿y te digo algo? entre más te alejas, más me angustia esto que me comprime el pecho, me cuidas, pero tus desplantes me confunden, y por eso me da tanto miedo que un día sin más te vayas, porque nadie me podrá cuidar, Akseli se fue y no le importó y él me demostraba que se preocupaba, pero ¿tú? ¿Tú que sólo gritas y manoteas? No sé que esperar...- había dicho muchas cosas que ahora realmente no tenían una conexión real en su cabeza o si la ponían a repetir no sabría que hacer, porque no las recordaba -Vamos a casa, para que le arregle sus ropas, señor...- le quitó el brazo de su hombro y comenzó a caminar, aunque realmente no sabía si iba por el camino correcto.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: Hantée (Privado)
Muchas personas mantienen la teoría de que nadie cambia, que lo que es, no deja de ser y que no hay nada que se pueda hacer con ello. Al respecto, yo no solía creer demasiado en esa teoría, o al menos fue así hasta que Lanna se cruzó en mi vida y comprendí que ella hacía parte de ese tipo de personas que categorizan dentro de esa idea o por las cuales elaboran ese tipo de teorías. Lanna no iba a cambiar, ni a las buenas, ni a las malas, ni sola, ni con nosotros. Ella era así, su esencia la llevaba a incomodarme y a lograr que quisiera protegerla con la misma intensidad. En resumen, era una chica extraña.
—Eso se demuestra con hechos, Lanna. Hasta entonces me seguirás pareciendo igual, una niña caprichosa que no es capaz de decir lo que le pasa por tener un miedo infundado. Porque al final es eso, no he hecho nada para que me temas y aun así te imaginas no sé cuantas cosas. — rezongué y fui bajando el tono de voz —Pues dilo como te salga, porque no voy a andar detrás de ti adivinando que te pasa. Vamos de una vez, o si no quieres ir, pues también habla y te dejaré aquí sola— por supuesto que no iba a dejarla sola y a su suerte, -a menos que fuera el amanecer- detrás de esa respondona había una mujer absolutamente indefensa y la cual se lesionaba hasta llevando el desayuno a su propia cama. Pero no iba a paladear sus rabietas y tampoco iba a ceder ante ella y sus quejas infundadas y malcriadas hasta última instancia por mi hermano. —No cambio de humor, siempre estoy molesto y a ti parece gustarte provocarme más. No encuentro la novedad—.
—¿No eres tonta? Pues demuéstralo, porque te he dicho veinte veces que no me tutees y lo sigues haciendo. Voy a hablarte en un tono tranquilo hasta llegar a casa y lo voy a hacer para que de una vez por todas termines tu drama. No entiendo a qué viene todo. ¿Te vas por nervios infundados, en serio? — Yo estaba más tranquilo, sí, pero más confundido también ¿Acaso estaba loca? Muchas mujeres darían cualquier cosa por tener el empleo que tenía ella, uno donde no tuviera a sus jefes encima, donde tuviera buena paga, buena comida, buena dormida e incluso hasta una mascota. Pero no, ella quería más y tampoco ayudaba a lograrlo ¿Hasta dónde pensaba a llegar? —Te dije que salieras, pero no de noche. Ves, luego dices que no eres tonta. Mejor no te pido que vayas a nadar, porque de seguro te arrojas a algún acantilado— bufé de mala gana y le volteé el rostro negando, dándole a entender lo absurdo de todas sus teorías que hasta ahora no lograban convencerme de nada ni muchos menos hacerme sentir culpable.
—Obvio que me voy a ir y tú te vas a quedar trabajando. Me reclamas como si fueras la esposa que no tengo y que pensándolo bien, no quiero tener— mi sarcasmo avanzaba al igual que el tono de voz y la grosería de Lanna. Pude haberla gritado o abandonado, pero me convencí a mí mismo que aquello duraría poco, porque definitivamente nosotros tres: mi hermano, Lanna y yo, no podíamos convivir en paz bajo el mismo maldito techo. —Dile a Akseli que te abrace, yo no voy a hacer de nana— en el fondo me conmovió cuando me dio a entender su soledad y lo mal que se sentía, pero ya había avanzado demasiado como para sacar algo bueno de mí más allá de ponerla a salvo —¿Confundirte? Siempre te trato igual. No te comprendo— el enojo pasó a ser duda y empecé a buscar una explicación para la manera confusa que tenía ella de expresar sus sentimientos. Suspiré y la miré más calmo —Akseli ha vuelto, lo verás en unos días y estoy seguro que al llegar, lo primero que hará será preguntar por ti. No soy bueno con el trato con nadie, Lanna, ni siquiera con mi propia sangre. Necesito que lo entiendas, que me ignores, que te hagas el favor de no prestarme atención ni preocuparte por mí. Ya sabes lo que soy, y soy alguien muy viejo como para poder sobrevivir por un par de años más. Vamos a ir a casa, pero no a que me arregles nada, vamos a ir en calma para que te despidas de mí y te prepares para la nueva compañía que tendrás en la casa. — había visto a mi hermano y se lo expresaba. Había visto su compañía al volver, y sabía que la iba a llevar a vivir con él, como le era costumbre. Pero también tuve una especie de piedad sin forma, en la que le expresaba a Lanna lo mejor que podía darle: mi ausencia.
—Eso se demuestra con hechos, Lanna. Hasta entonces me seguirás pareciendo igual, una niña caprichosa que no es capaz de decir lo que le pasa por tener un miedo infundado. Porque al final es eso, no he hecho nada para que me temas y aun así te imaginas no sé cuantas cosas. — rezongué y fui bajando el tono de voz —Pues dilo como te salga, porque no voy a andar detrás de ti adivinando que te pasa. Vamos de una vez, o si no quieres ir, pues también habla y te dejaré aquí sola— por supuesto que no iba a dejarla sola y a su suerte, -a menos que fuera el amanecer- detrás de esa respondona había una mujer absolutamente indefensa y la cual se lesionaba hasta llevando el desayuno a su propia cama. Pero no iba a paladear sus rabietas y tampoco iba a ceder ante ella y sus quejas infundadas y malcriadas hasta última instancia por mi hermano. —No cambio de humor, siempre estoy molesto y a ti parece gustarte provocarme más. No encuentro la novedad—.
—¿No eres tonta? Pues demuéstralo, porque te he dicho veinte veces que no me tutees y lo sigues haciendo. Voy a hablarte en un tono tranquilo hasta llegar a casa y lo voy a hacer para que de una vez por todas termines tu drama. No entiendo a qué viene todo. ¿Te vas por nervios infundados, en serio? — Yo estaba más tranquilo, sí, pero más confundido también ¿Acaso estaba loca? Muchas mujeres darían cualquier cosa por tener el empleo que tenía ella, uno donde no tuviera a sus jefes encima, donde tuviera buena paga, buena comida, buena dormida e incluso hasta una mascota. Pero no, ella quería más y tampoco ayudaba a lograrlo ¿Hasta dónde pensaba a llegar? —Te dije que salieras, pero no de noche. Ves, luego dices que no eres tonta. Mejor no te pido que vayas a nadar, porque de seguro te arrojas a algún acantilado— bufé de mala gana y le volteé el rostro negando, dándole a entender lo absurdo de todas sus teorías que hasta ahora no lograban convencerme de nada ni muchos menos hacerme sentir culpable.
—Obvio que me voy a ir y tú te vas a quedar trabajando. Me reclamas como si fueras la esposa que no tengo y que pensándolo bien, no quiero tener— mi sarcasmo avanzaba al igual que el tono de voz y la grosería de Lanna. Pude haberla gritado o abandonado, pero me convencí a mí mismo que aquello duraría poco, porque definitivamente nosotros tres: mi hermano, Lanna y yo, no podíamos convivir en paz bajo el mismo maldito techo. —Dile a Akseli que te abrace, yo no voy a hacer de nana— en el fondo me conmovió cuando me dio a entender su soledad y lo mal que se sentía, pero ya había avanzado demasiado como para sacar algo bueno de mí más allá de ponerla a salvo —¿Confundirte? Siempre te trato igual. No te comprendo— el enojo pasó a ser duda y empecé a buscar una explicación para la manera confusa que tenía ella de expresar sus sentimientos. Suspiré y la miré más calmo —Akseli ha vuelto, lo verás en unos días y estoy seguro que al llegar, lo primero que hará será preguntar por ti. No soy bueno con el trato con nadie, Lanna, ni siquiera con mi propia sangre. Necesito que lo entiendas, que me ignores, que te hagas el favor de no prestarme atención ni preocuparte por mí. Ya sabes lo que soy, y soy alguien muy viejo como para poder sobrevivir por un par de años más. Vamos a ir a casa, pero no a que me arregles nada, vamos a ir en calma para que te despidas de mí y te prepares para la nueva compañía que tendrás en la casa. — había visto a mi hermano y se lo expresaba. Había visto su compañía al volver, y sabía que la iba a llevar a vivir con él, como le era costumbre. Pero también tuve una especie de piedad sin forma, en la que le expresaba a Lanna lo mejor que podía darle: mi ausencia.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Hantée (Privado)
Por mucho que ella se esforzara no sabía como manejar la situación, no entendía tantas cosas, no sabía que le ocurría y eso mismo la podía llegar a traumar ¿Quién no sabe lo que le pasa asimismo? seguramente nadie, todos deben de tener una idea, pero ella no, ella siempre tenía que preguntar todo, aunque en realidad sólo le había preguntado a Akseli una que otra cosa, porque sus demás señores siempre la ignoraban, aunque no había sentido esa tristeza que ahora notaba con Jarko, era diferente sin duda alguna, siempre había hecho lo que tenía que hacer, pero con él, tenía una imperiosa necesidad de hacerse notar, una verdadera tontería y ella lo comprendía perfectamente, pero no podía evitarlo y quizás tampoco quería hacerlo.
-No te quita nada si te hablo de tú o de usted, Jakro, nunca te he faltado al respeto, siempre te obedezco o eso es lo que intento, hago lo mejor que puedo, de verdad, pero es que es muy raro todo, y tú no ayudas con tu ceño fruncido y tus palabras cortantes- suspiró largamente y se adelantó un poco en el paso para darle alcance pues se estaba quedando de nuevo atrás, parecía que no tenía caso ninguna de esas palabras, nada de lo que dijera haría que el vampiro cambiara de opinión, por mucho que se esforzara ella no sabría explicarse y él se esforzaría toda la vida por no entenderlo, era un juego de nunca acabar, en donde él siempre ganaba, así eran las reglas, la regla universal, la del más fuerte, más inteligente y Lanna no era ni una ni mucho meno lo otro.
Dio un par de pasos más y se colocó delante de él, sacando valor de quien sabe donde mientras le miraba -Pues no soy tonta lo creas o no tal vez soy ignorante, pero es algo diferente...- encogió los hombros y tomó todo el aire que había en aquél lugar -Tú dices que a mí no me quita nada el hablarte de usted, que tengo que hacerlo ¿Verdad? Pero entonces ¿Qué te quita a ti darme un abrazo? ¿Qué te cuesta? ¿No has pensado que con darme un abrazo te puedes evitar todo este tipo de conversaciones, estas peleas?- le miró con los ojos llorosos, aunque no era por querer conmoverlo, sabía que no podía funcionar, simplemente era esa necesidad de querer sacar lo que tenía dentro.
-¿Voy a tener nueva compañía? ¿Otro perro? ¿O esta vez será un gato?- preguntó un poco confundida ante las palabras de Jarko, aunque la realidad era que Akseli vendría con novia, siempre había una mujer en casa, aunque eso ya lo había aprendido y no lo criticaba de hecho a Lanna le causaba un poco de gracia, sin embargo pensar en que alguna de esas mujeres podría irse con Jarko no le agradaba mucho -¿Tú con quién te vas?- de pronto esa duda le había saltado, aunque quizá no tendría respuesta alguna a sus preguntas.
-No te quita nada si te hablo de tú o de usted, Jakro, nunca te he faltado al respeto, siempre te obedezco o eso es lo que intento, hago lo mejor que puedo, de verdad, pero es que es muy raro todo, y tú no ayudas con tu ceño fruncido y tus palabras cortantes- suspiró largamente y se adelantó un poco en el paso para darle alcance pues se estaba quedando de nuevo atrás, parecía que no tenía caso ninguna de esas palabras, nada de lo que dijera haría que el vampiro cambiara de opinión, por mucho que se esforzara ella no sabría explicarse y él se esforzaría toda la vida por no entenderlo, era un juego de nunca acabar, en donde él siempre ganaba, así eran las reglas, la regla universal, la del más fuerte, más inteligente y Lanna no era ni una ni mucho meno lo otro.
Dio un par de pasos más y se colocó delante de él, sacando valor de quien sabe donde mientras le miraba -Pues no soy tonta lo creas o no tal vez soy ignorante, pero es algo diferente...- encogió los hombros y tomó todo el aire que había en aquél lugar -Tú dices que a mí no me quita nada el hablarte de usted, que tengo que hacerlo ¿Verdad? Pero entonces ¿Qué te quita a ti darme un abrazo? ¿Qué te cuesta? ¿No has pensado que con darme un abrazo te puedes evitar todo este tipo de conversaciones, estas peleas?- le miró con los ojos llorosos, aunque no era por querer conmoverlo, sabía que no podía funcionar, simplemente era esa necesidad de querer sacar lo que tenía dentro.
-¿Voy a tener nueva compañía? ¿Otro perro? ¿O esta vez será un gato?- preguntó un poco confundida ante las palabras de Jarko, aunque la realidad era que Akseli vendría con novia, siempre había una mujer en casa, aunque eso ya lo había aprendido y no lo criticaba de hecho a Lanna le causaba un poco de gracia, sin embargo pensar en que alguna de esas mujeres podría irse con Jarko no le agradaba mucho -¿Tú con quién te vas?- de pronto esa duda le había saltado, aunque quizá no tendría respuesta alguna a sus preguntas.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: Hantée (Privado)
¿Qué pasaría si dejábamos volar a Lanna? Con tanta necesidad de llamar la atención quizás le vendría bien un marido. Si tomaba la decisión y encontraba a un sujeto medianamente bueno, no dudo que le permitiéramos seguir trabajando para nosotros junto con él. Podrían hacer de cuidadores de casa o irse en las noches a hacer su vida lejos del servicio a la muerte, es decir, a nosotros. Estaría bien que alguien la mimara con todo lo que ella pedía y le diera hijos que la mantuvieran distraída y con el corazón lleno, como suelen decir las mujeres. Pero seguramente si se lo sugería iba a negarse, aunque no estaba demás intentarlo.
—Consíguete un marido de una vez por todas, Lanna, tal vez eso es lo que te falta para calmarte— dije, sabiendo que no había sido el mejor modo de expresar mi idea. Del modo en que lo expresé, sonaba con tal machismo que ella podría enojarse terriblemente por eso. Y estaba bien, si eso lograba hacer que se callara y dejara de decir tantas tonterías acerca de mi trato hacia ella. —Ya se me van agotando las ideas contigo, mujer, llevas el tiempo suficiente para saber que siempre tengo el mismo maldito humor que tanto te molesta. Es más, si es así ¿Para qué demonios continuas trabajando para nosotros? Te puedo buscar a alguien más blando, alguien que tolere tus insolencias, porque a eso, Lanna, lo veo como la falta de respeto que estás negando— por momentos sentía ganas de apuntarle con el índice mientras le decía todo aquello. Ese indicio de amenaza quizás la hiciera entender. O quizás no, era más probable que ella fuera un caso perdido, al menos para mí.
Mientras hablábamos, avanzábamos. Pero ella en un trotecito me alcanzó y con su irreverencia se puso frente a mí, retándome de nuevo, provocándome más a tomar decisiones más drásticas con respecto a ella —Ignorante y tonta— espeté deteniéndome y cruzándome de brazos —No voy a abrazarte, porque no significas nada para mí. Eres alguien que me sirve, como las tantas que he tenido. Las peleas me las evitaría si te despidiera o te cortara la lengua. Entiende de una vez y quítate de mi camino— sentí un nudo en la garganta al ver como se le inundaban los ojos de lágrimas. Si estaba a punto de llorar, era probable que con lo que acababa de decirle rompiera completamente en llanto y me culpara, y me terminara también de decir todo lo que se tenía guardado. Pero era necesario, si le seguía el juego terminaría bebiendo por fin de ella, como venía resistiendo.
Sin embargo seguía con su retahíla de idioteces, esas que no debía decir si realmente me respetaba como amo. Pero era obvio que no, yo no representaba autoridad para ella a pesar de todo y eso era lo que más me molestaba. Harto, me incliné y mis labios quedaron cerca de su oído —Será la muerte, sino cierras de una vez el pico— susurré y me quedé ahí, cerca, sintiendo el olor de su sangre y con la tentación haciéndome agua la boca —Corre ahora a casa. No voltees a verme o cumpliré lo que te he dicho. Escapa ya, maldita sea— amenacé.
—Consíguete un marido de una vez por todas, Lanna, tal vez eso es lo que te falta para calmarte— dije, sabiendo que no había sido el mejor modo de expresar mi idea. Del modo en que lo expresé, sonaba con tal machismo que ella podría enojarse terriblemente por eso. Y estaba bien, si eso lograba hacer que se callara y dejara de decir tantas tonterías acerca de mi trato hacia ella. —Ya se me van agotando las ideas contigo, mujer, llevas el tiempo suficiente para saber que siempre tengo el mismo maldito humor que tanto te molesta. Es más, si es así ¿Para qué demonios continuas trabajando para nosotros? Te puedo buscar a alguien más blando, alguien que tolere tus insolencias, porque a eso, Lanna, lo veo como la falta de respeto que estás negando— por momentos sentía ganas de apuntarle con el índice mientras le decía todo aquello. Ese indicio de amenaza quizás la hiciera entender. O quizás no, era más probable que ella fuera un caso perdido, al menos para mí.
Mientras hablábamos, avanzábamos. Pero ella en un trotecito me alcanzó y con su irreverencia se puso frente a mí, retándome de nuevo, provocándome más a tomar decisiones más drásticas con respecto a ella —Ignorante y tonta— espeté deteniéndome y cruzándome de brazos —No voy a abrazarte, porque no significas nada para mí. Eres alguien que me sirve, como las tantas que he tenido. Las peleas me las evitaría si te despidiera o te cortara la lengua. Entiende de una vez y quítate de mi camino— sentí un nudo en la garganta al ver como se le inundaban los ojos de lágrimas. Si estaba a punto de llorar, era probable que con lo que acababa de decirle rompiera completamente en llanto y me culpara, y me terminara también de decir todo lo que se tenía guardado. Pero era necesario, si le seguía el juego terminaría bebiendo por fin de ella, como venía resistiendo.
Sin embargo seguía con su retahíla de idioteces, esas que no debía decir si realmente me respetaba como amo. Pero era obvio que no, yo no representaba autoridad para ella a pesar de todo y eso era lo que más me molestaba. Harto, me incliné y mis labios quedaron cerca de su oído —Será la muerte, sino cierras de una vez el pico— susurré y me quedé ahí, cerca, sintiendo el olor de su sangre y con la tentación haciéndome agua la boca —Corre ahora a casa. No voltees a verme o cumpliré lo que te he dicho. Escapa ya, maldita sea— amenacé.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: Hantée (Privado)
¿En serio se estaba escuchando? Parecía que Jarko de verdad quería librarse de ella de una vez por todas, pero Lanna era demasiado terca, no sabía exactamente de donde lo había aprendido, tal vez era de esas cosas que había salido por haber reprimido tantas otras, no se lo preguntaba, porque tampoco lo veía como un verdadero defecto, ese era su más grande error. Por muchas cosas malas que le pasaran ella lo veía normal, era lo que debía ocurrirle simplemente por ser pobre e ignorante, era su lógica la que le decía eso, aunque no sabía si era la verdad de las cosas, se conformaba con la explicación que su cabeza ya había maquinado para ese tiempo.
Miró al vampiro, los ojos cada vez se le aguaban más pero él parecía no prestar atención, él sólo quería que su autoridad fuera respetada y la chica por mucho que intentara explicarse no podría, era como si hablaran dos idiomas diferentes, la madurez de él contra la inocencia, o tontería, de ella, cualquiera que los viera pensaría que eran dos polos opuestos y no estaría para nada equivocado. Suspiró profundamente -Yo no quiero un esposo ¿Para qué? ¿Para qué me pegue? ¿Para qué quiera tener muchos hijos y después dejarme por ahí sola? No, yo no quiero eso, ya mucho he visto, se van a los lugares esos donde las mujeres traen poca ropa, además ¿Quién se va a fijar en mí?- de verdad que no entendía como alguien podía mandarla a casar cuando en realidad Lanna no daría ni siquiera un céntimo por ella, las malas experiencias que había visto en las casas que había trabajado no le dejaban un buen sabor de boca.
Esas palabras hicieron que algo dentro de ella se desquebrajara por completo y el corazón se le detuvo en ese momento. "No significas nada para mí", se repetía esa frase una y otra vez en la cabeza mientras intentaba volver a encontrar la función de su cuerpo, de hacer algo por reaccionar pero en realidad no podía, sentía como si se estuviera comenzando a desplomar poco a poco hasta que el cuerpo frío de él se sintió cerca de ella. Sus brazos se tensaron y cerró los ojos casi de inmediato, podía oler la piel del vampiro y sentir como su aliento chocaba contra su cuello y aquello la puso nerviosa -No voy a correr...- la necedad seguía siendo dueña de ella o mejor dicho era lo único que le había quedado después de todo -No... No te tengo miedo, Jarko- negó con la cabeza mientras su respiración había vuelto, esta vez un poco acelerada, logrando sentir como su pecho subía y bajaba -No eres capaz de matarme...- sentenció con una seguridad que ni siquiera ella sabía que tenía, pero que en ese momento había salido a relucir.
Miró al vampiro, los ojos cada vez se le aguaban más pero él parecía no prestar atención, él sólo quería que su autoridad fuera respetada y la chica por mucho que intentara explicarse no podría, era como si hablaran dos idiomas diferentes, la madurez de él contra la inocencia, o tontería, de ella, cualquiera que los viera pensaría que eran dos polos opuestos y no estaría para nada equivocado. Suspiró profundamente -Yo no quiero un esposo ¿Para qué? ¿Para qué me pegue? ¿Para qué quiera tener muchos hijos y después dejarme por ahí sola? No, yo no quiero eso, ya mucho he visto, se van a los lugares esos donde las mujeres traen poca ropa, además ¿Quién se va a fijar en mí?- de verdad que no entendía como alguien podía mandarla a casar cuando en realidad Lanna no daría ni siquiera un céntimo por ella, las malas experiencias que había visto en las casas que había trabajado no le dejaban un buen sabor de boca.
Esas palabras hicieron que algo dentro de ella se desquebrajara por completo y el corazón se le detuvo en ese momento. "No significas nada para mí", se repetía esa frase una y otra vez en la cabeza mientras intentaba volver a encontrar la función de su cuerpo, de hacer algo por reaccionar pero en realidad no podía, sentía como si se estuviera comenzando a desplomar poco a poco hasta que el cuerpo frío de él se sintió cerca de ella. Sus brazos se tensaron y cerró los ojos casi de inmediato, podía oler la piel del vampiro y sentir como su aliento chocaba contra su cuello y aquello la puso nerviosa -No voy a correr...- la necedad seguía siendo dueña de ella o mejor dicho era lo único que le había quedado después de todo -No... No te tengo miedo, Jarko- negó con la cabeza mientras su respiración había vuelto, esta vez un poco acelerada, logrando sentir como su pecho subía y bajaba -No eres capaz de matarme...- sentenció con una seguridad que ni siquiera ella sabía que tenía, pero que en ese momento había salido a relucir.
Lanna- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
Re: Hantée (Privado)
Colmar la paciencia de cualquiera constituye una completa estupidez. Sobre todo cuando se sabe que aquél a quien se harta es mucho más fuerte y explosivo que cualquiera. Pero ella no entendía eso, ni nada. Vivía en un mundo de fantasía, rodeado por pesadillas pero relleno de ilusiones absurdas y necesidades superficiales que yo no estaba dispuesto a suplir.
—Para que te quite la histeria, mujer, para eso. — espeté intentando de nuevo volver a mi poca sutileza, guardando mis ganas de decirle que necesitaba hacerse mujer para dejar de ser una niña tonta y caprichosa. Pero conforme pasaba el tiempo, menos quería hablarle. Mi tiempo con ella era tiempo perdido porque tenía la mente cerrada de tal forma que cuando mis ideas colisionaban con ella, terminaba llorando o quejándose de nuevo de una u otra forma. —Se llaman burdeles. Y de todo lo que dices, tienes razón en una cosa. Nadie se va a fijar en ti, Lanna, y no precisamente por lo físico. La demora contigo es que abres la boca y eres imposible, insoportable al punto de la intolerancia ¿No te enseñaron a no exigir? Porque me exiges cuando soy yo quien te paga para que hagas lo que yo quiero ¿Quién es el amo y quién es el sirviente? — cuestioné de nuevo, pretendiendo que todo lo conversado hasta el momento sirviera para que ella captara el asunto de una vez por todas.
Yo no tenía que darle gusto, ni con mis palabras, ni con mis actos, ni con nada. Incluso era injusto todo aquél desborde de ira cuando lo único que hacía era mantenerme al margen como consideraba que debía hacer. Y ella debió hacer lo mismo, pero Akseli, mi hermano, fue el que se encargó de darle alas e incluso de hacerle creer que podía pedir algo. Él y sus afectos me demostraban de nuevo que yo no podía caer en lo mismo y efectivamente no lo haría. Esa partida de él y este comportamiento de Lanna me daban a entender que ya no podía soportar a ninguno y que lo mejor que podía hacer era largarme, alejarme antes de amontonar más ira y terminar cometiendo un asesinato innecesario.
Y ahí cerca de su cuello quise tomarla en mis brazos y beberla hasta que no volviera a hablar jamás. Pero no había tenido más de cinco mil años en vano y pese a que me seguía provocando, apreté los puños y fruncí los labios con excesiva molestia —Soy capaz de matarte y de arrancarte primero la lengua. Pero no te soporto. Espero que esta sea la última vez que te vea— le dije igual de cerca, dejando que a mis palabras las controlara la ira y me fui, a una velocidad que ella jamás alcanzaría ni siquiera a ver. Era todo, era hora de largarme y dejarla a su suerte, como ella misma se lo buscó.
—Para que te quite la histeria, mujer, para eso. — espeté intentando de nuevo volver a mi poca sutileza, guardando mis ganas de decirle que necesitaba hacerse mujer para dejar de ser una niña tonta y caprichosa. Pero conforme pasaba el tiempo, menos quería hablarle. Mi tiempo con ella era tiempo perdido porque tenía la mente cerrada de tal forma que cuando mis ideas colisionaban con ella, terminaba llorando o quejándose de nuevo de una u otra forma. —Se llaman burdeles. Y de todo lo que dices, tienes razón en una cosa. Nadie se va a fijar en ti, Lanna, y no precisamente por lo físico. La demora contigo es que abres la boca y eres imposible, insoportable al punto de la intolerancia ¿No te enseñaron a no exigir? Porque me exiges cuando soy yo quien te paga para que hagas lo que yo quiero ¿Quién es el amo y quién es el sirviente? — cuestioné de nuevo, pretendiendo que todo lo conversado hasta el momento sirviera para que ella captara el asunto de una vez por todas.
Yo no tenía que darle gusto, ni con mis palabras, ni con mis actos, ni con nada. Incluso era injusto todo aquél desborde de ira cuando lo único que hacía era mantenerme al margen como consideraba que debía hacer. Y ella debió hacer lo mismo, pero Akseli, mi hermano, fue el que se encargó de darle alas e incluso de hacerle creer que podía pedir algo. Él y sus afectos me demostraban de nuevo que yo no podía caer en lo mismo y efectivamente no lo haría. Esa partida de él y este comportamiento de Lanna me daban a entender que ya no podía soportar a ninguno y que lo mejor que podía hacer era largarme, alejarme antes de amontonar más ira y terminar cometiendo un asesinato innecesario.
Y ahí cerca de su cuello quise tomarla en mis brazos y beberla hasta que no volviera a hablar jamás. Pero no había tenido más de cinco mil años en vano y pese a que me seguía provocando, apreté los puños y fruncí los labios con excesiva molestia —Soy capaz de matarte y de arrancarte primero la lengua. Pero no te soporto. Espero que esta sea la última vez que te vea— le dije igual de cerca, dejando que a mis palabras las controlara la ira y me fui, a una velocidad que ella jamás alcanzaría ni siquiera a ver. Era todo, era hora de largarme y dejarla a su suerte, como ella misma se lo buscó.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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