AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El orden de la Entropía {Katrynna Báthory}
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El orden de la Entropía {Katrynna Báthory}
Pasada la media noche, aquella era una perfecta noche de primavera. El clima era fresco, pero no lo suficiente para que el frío atravesase la chaqueta de cuero que el brujo llevaba puesta, el cielo era claro y se vislumbraban perfectamente las constelaciones y otros cuerpos celestes, como millones de luciérnagas inmóviles atrapadas por algún hechizo astral. Dexter volteó su mirada hacia arriba, y por un momento fue asaltado por un escalofrío -¡Qué grande es el universo!- pensó alarmado, y en seguida tomó su recientemente adquirida pipa de maíz para fumar y liberar una bocanada de humo hacia el cielo.
–Mucho mejor- exclamó con una sonrisa, mientras contemplaba cómo, por un momento efímero, el humo del tabaco cubría parcialmente la inmensidad del cielo. Por supuesto, este comportamiento se debía en gran parte a la influencia del alcohol, el cual había estado consumiendo en la taberna hacía apenas unos minutos.
En la taberna había estado jugando, algo que hace comúnmente para poder sostener su estilo de vida despreocupado. Los dados, el dominó y los juegos de cartas son medios fáciles para conseguir dinero de los viajeros, comerciantes e inclusive obreros, que asisten a aquellos lugares para distraerse después de sus cansadas jornadas de trabajo. En la noche los jugadores ya están cansados, y es fácil aplicar uno que otro truco para asegurar la ganancia de la ocasión sin que ellos lo noten. Por supuesto siempre hay sus excepciones, e inclusive algunos que, aunque sin advertir truco alguno, llaman al ganador mentiroso, tramposo e inclusive hasta brujo (Cosa que para él, no es el gran insulto). “Arfarfan'arf contemptible munz-watcher dog” había sido llamado por un marinero inglés, mientras quebraba una botella de ron sobre la mesa. Aquel hombre se había enfurecido después de que el brujo le quitara su dinero, y además su nueva pipa de maíz traída de América. Dexter decidió no hacer más escándalo, tomó su ganancia, bebió con un sorbo lo que quedaba del ron, encendió su nueva pipa, cuyo contenido no conocía pero asumió como tabaco, y se retiró del lugar.
En la calle reía fuertemente recordando lo sucedido hasta que llegó al Café de París. Nunca se le había ocurrido pasar por ahí a tales horas de la noche, y le pareció curioso que aún permaneciera abierto, así que se dirigió hacia el lugar para corroborarlo. En efecto, el lugar permanecía en servicio, aunque muy pocos eran los comensales y nadie parecía quedarse a tomar sus bebidas en el lugar. Le pareció un sitio interesante e ingresó al establecimiento, sentándose en un lugar cercano a la esquina más cercana a la entrada y subiendo los pies sobre la mesa, mientras aspiraba su pipa y dejaba salir copiosamente el humo de sus pulmones. Fue entonces que, sin estar seguro de si era real o una alucinación provocada por el alcohol, percibió un aura diferente, un aura que seguramente no era humana, un aura que quizás ni siquiera era mortal. Pero él no hizo nada, simplemente esperó en su lugar.
–Mucho mejor- exclamó con una sonrisa, mientras contemplaba cómo, por un momento efímero, el humo del tabaco cubría parcialmente la inmensidad del cielo. Por supuesto, este comportamiento se debía en gran parte a la influencia del alcohol, el cual había estado consumiendo en la taberna hacía apenas unos minutos.
En la taberna había estado jugando, algo que hace comúnmente para poder sostener su estilo de vida despreocupado. Los dados, el dominó y los juegos de cartas son medios fáciles para conseguir dinero de los viajeros, comerciantes e inclusive obreros, que asisten a aquellos lugares para distraerse después de sus cansadas jornadas de trabajo. En la noche los jugadores ya están cansados, y es fácil aplicar uno que otro truco para asegurar la ganancia de la ocasión sin que ellos lo noten. Por supuesto siempre hay sus excepciones, e inclusive algunos que, aunque sin advertir truco alguno, llaman al ganador mentiroso, tramposo e inclusive hasta brujo (Cosa que para él, no es el gran insulto). “Arfarfan'arf contemptible munz-watcher dog” había sido llamado por un marinero inglés, mientras quebraba una botella de ron sobre la mesa. Aquel hombre se había enfurecido después de que el brujo le quitara su dinero, y además su nueva pipa de maíz traída de América. Dexter decidió no hacer más escándalo, tomó su ganancia, bebió con un sorbo lo que quedaba del ron, encendió su nueva pipa, cuyo contenido no conocía pero asumió como tabaco, y se retiró del lugar.
En la calle reía fuertemente recordando lo sucedido hasta que llegó al Café de París. Nunca se le había ocurrido pasar por ahí a tales horas de la noche, y le pareció curioso que aún permaneciera abierto, así que se dirigió hacia el lugar para corroborarlo. En efecto, el lugar permanecía en servicio, aunque muy pocos eran los comensales y nadie parecía quedarse a tomar sus bebidas en el lugar. Le pareció un sitio interesante e ingresó al establecimiento, sentándose en un lugar cercano a la esquina más cercana a la entrada y subiendo los pies sobre la mesa, mientras aspiraba su pipa y dejaba salir copiosamente el humo de sus pulmones. Fue entonces que, sin estar seguro de si era real o una alucinación provocada por el alcohol, percibió un aura diferente, un aura que seguramente no era humana, un aura que quizás ni siquiera era mortal. Pero él no hizo nada, simplemente esperó en su lugar.
Dexter Ravenheart- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 08/06/2013
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Re: El orden de la Entropía {Katrynna Báthory}
Otra noche aburrida en el café. Las cosas interesantes ocurrían muy esporádicamente, apenas podía contar 2 desde que atendía el local y ambas ocurrieron el mismo día; que lejana se le hacía ya esa noche y no habían pasado más que un par de días. Desde entonces todo había ido muy lento.
Desde detrás del mostrador veía pasar uno que otro carruaje solitario, y algunos peatones: en su mayoría obreros ebrios que volvían a casa luego de la jornada laboral y el respectivo descanso, de los cuales uno de cada tres entraba al local por un café bien cargado. La vampiro suspiró con enojo, diciendo que esa noche se marcharía temprano y dejaría el negocio en manos de sus empleados; después de todo, no había mucha gente a quien atender.
Se marchó a la parte trasera del local para cambiarse de ropa, quitarse el humilde vestido gris que usaba durante su jornada laboral, que si bien no estaba obligada a hacer la distraía un poco en días monótonos, reemplazándolo con un hermoso pero sencillo vestido turquesa. Soltó su cabello del moño que lo sujetaba anteriormente, dejándolo libre de moverse con la brisa, y salió finalmente del vestidor para dar unas últimas instrucciones a sus empleados antes de marcharse.
Lo que vio al salir del mostrador por poca la deja con la boca abierta de la sorpresa. Había un hombre medio ebrio sentado en su local, con los pies sobre sus inmaculadas mesas y fumando pipa. Poco le falto para poner un grito en el cielo y mandarlo al demonio, pero se contuvo con mucho esfuerzo. Después de un par de respiraciones, tomó una carta y se acercó al hombre con intención de atenderlo ella misma.
Una vez junto a la mesa que ocupaba el maleducado caballero, le arrebató la pipa de la boca y empujó sus piernas hasta hacerlas caer al suelo, lugar donde deberían estar. -Buenas noches Monsieur, si desea fumar le sugiero usar las mesas del exterior. ¿Sabe ya qué desea ordenar o le gustaría ver lo que ofrecemos?- cuestionó lo último ofreciéndole la carta. Su tono fue en todo momento cortés, aunque todo lo que deseaba era echarlo a patadas por su osadía. ¿Acaso creía que estaba en la sala de su casa?
Desde detrás del mostrador veía pasar uno que otro carruaje solitario, y algunos peatones: en su mayoría obreros ebrios que volvían a casa luego de la jornada laboral y el respectivo descanso, de los cuales uno de cada tres entraba al local por un café bien cargado. La vampiro suspiró con enojo, diciendo que esa noche se marcharía temprano y dejaría el negocio en manos de sus empleados; después de todo, no había mucha gente a quien atender.
Se marchó a la parte trasera del local para cambiarse de ropa, quitarse el humilde vestido gris que usaba durante su jornada laboral, que si bien no estaba obligada a hacer la distraía un poco en días monótonos, reemplazándolo con un hermoso pero sencillo vestido turquesa. Soltó su cabello del moño que lo sujetaba anteriormente, dejándolo libre de moverse con la brisa, y salió finalmente del vestidor para dar unas últimas instrucciones a sus empleados antes de marcharse.
Lo que vio al salir del mostrador por poca la deja con la boca abierta de la sorpresa. Había un hombre medio ebrio sentado en su local, con los pies sobre sus inmaculadas mesas y fumando pipa. Poco le falto para poner un grito en el cielo y mandarlo al demonio, pero se contuvo con mucho esfuerzo. Después de un par de respiraciones, tomó una carta y se acercó al hombre con intención de atenderlo ella misma.
Una vez junto a la mesa que ocupaba el maleducado caballero, le arrebató la pipa de la boca y empujó sus piernas hasta hacerlas caer al suelo, lugar donde deberían estar. -Buenas noches Monsieur, si desea fumar le sugiero usar las mesas del exterior. ¿Sabe ya qué desea ordenar o le gustaría ver lo que ofrecemos?- cuestionó lo último ofreciéndole la carta. Su tono fue en todo momento cortés, aunque todo lo que deseaba era echarlo a patadas por su osadía. ¿Acaso creía que estaba en la sala de su casa?
Cilla Citroen- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 21/07/2014
Re: El orden de la Entropía {Katrynna Báthory}
Dexter se apoyó en el respaldo de su silla y la inclinó ligeramente hacia atrás. Cerró sus ojos y se perdió un instante en sus pensamientos, sin perder de “vista” aquella presencia extraña que había captado anteriormente. La silueta del aura se movía de un lado a otro, al parecer por la parte trasera del local, fuera de la vista del público pero aparentemente sin el menor temor a ser descubierta. Esto él lo interpretó como una señal de que ella era alguien importante en aquel sitio. El brujo se sentía impaciente por saber quién sería la dueña de semejante huella energética, e inclusive rechazó que lo atendiera un empleado del local (y también ignoró sus amenazas por fumar y subir los pies a la mesa), con la esperanza de que lograse llamar su atención.
Estaba a punto de rendirse y pedir un poco de café con algo más fuerte cuando sucedió: a través de la puerta que daba al interior del establecimiento emergió la inmortal. No la volteó a ver enseguida, pero no le fue difícil percibir inmediatamente la furia que se había provocado en la mujer al ver a un personaje como él. Inmediatamente pensó que sería echado por la fuerza del café, sin embargo ella pareció calmarse y avanzar hacia donde se encontraba. Cuando llegó hasta él, le quitó su pipa y lo forzó a bajar los pies de la mesa, algo que le pareció tan rudo como divertido, y prosiguió a ofrecerle servicio con el más cortés de los tonos.
Fue entonces que volteó a verla por primera vez con detenimiento. Dexter no era un experto en vampiros, pero se había tomado su tiempo para investigar y estudiar acerca de ellos, y evidentemente se encontraba en la presencia de una “hija de la noche”. Los vampiros siempre habían sido un tema de fascinación para el hechicero, “los depredadores perfectos” les había llamado alguien, “demonios en cuerpos humanos” había dicho otro estudioso del tema, fuesen lo que fuesen era innegable que eran seres tan maravillosos como terribles. Aunado a eso, los encuentros de Dexter con las criaturas nocturnas nunca habían tenido un final agradable, cuando no habían intentado atacarlo habían intentado llevarlo con otro de su estirpe para que él lo hiciera, y eso provocaba que aquella situación, aparentemente tan cotidiana, le pareciera aún más extraña.
Pronto se dio cuenta de que, mientras todo esto había pasado por su mente, había estado observando a la mujer de una forma que fácilmente podría haber sido malinterpretada por otro tipo de conducta. Intentó recobrar su postura despreocupada, esperando que ella no hubiera notado aquel comportamiento y habló imitando su tono.
-Muy buenas noches, señorita humana- esta última parte dicha en inglés: “human lady” -Primero que nada- continuó en francés -me gustaría que me devolviera mi pipa, un estimado amigo acaba de traérmela directamente de América y preferiría que no le pasara nada- extendió la mano esperando que se la entregara y prosiguió –Por otro lado, me gustaría un poco de té negro, si es posible-
Esperó algún tipo de respuesta por parte de la dama, y justo cuando despegó los labios para pronunciar palabra la interrumpió nuevamente en inglés –humana- dijo con una sonrisa.
Estaba a punto de rendirse y pedir un poco de café con algo más fuerte cuando sucedió: a través de la puerta que daba al interior del establecimiento emergió la inmortal. No la volteó a ver enseguida, pero no le fue difícil percibir inmediatamente la furia que se había provocado en la mujer al ver a un personaje como él. Inmediatamente pensó que sería echado por la fuerza del café, sin embargo ella pareció calmarse y avanzar hacia donde se encontraba. Cuando llegó hasta él, le quitó su pipa y lo forzó a bajar los pies de la mesa, algo que le pareció tan rudo como divertido, y prosiguió a ofrecerle servicio con el más cortés de los tonos.
Fue entonces que volteó a verla por primera vez con detenimiento. Dexter no era un experto en vampiros, pero se había tomado su tiempo para investigar y estudiar acerca de ellos, y evidentemente se encontraba en la presencia de una “hija de la noche”. Los vampiros siempre habían sido un tema de fascinación para el hechicero, “los depredadores perfectos” les había llamado alguien, “demonios en cuerpos humanos” había dicho otro estudioso del tema, fuesen lo que fuesen era innegable que eran seres tan maravillosos como terribles. Aunado a eso, los encuentros de Dexter con las criaturas nocturnas nunca habían tenido un final agradable, cuando no habían intentado atacarlo habían intentado llevarlo con otro de su estirpe para que él lo hiciera, y eso provocaba que aquella situación, aparentemente tan cotidiana, le pareciera aún más extraña.
Pronto se dio cuenta de que, mientras todo esto había pasado por su mente, había estado observando a la mujer de una forma que fácilmente podría haber sido malinterpretada por otro tipo de conducta. Intentó recobrar su postura despreocupada, esperando que ella no hubiera notado aquel comportamiento y habló imitando su tono.
-Muy buenas noches, señorita humana- esta última parte dicha en inglés: “human lady” -Primero que nada- continuó en francés -me gustaría que me devolviera mi pipa, un estimado amigo acaba de traérmela directamente de América y preferiría que no le pasara nada- extendió la mano esperando que se la entregara y prosiguió –Por otro lado, me gustaría un poco de té negro, si es posible-
Esperó algún tipo de respuesta por parte de la dama, y justo cuando despegó los labios para pronunciar palabra la interrumpió nuevamente en inglés –humana- dijo con una sonrisa.
Dexter Ravenheart- Hechicero Clase Media
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