Body & Soul [Privado]

por **Mariagna** Lun Ago 25, 2014 2:59 pm

Y entonces regresaste a mí, como la estación fría que nadie espera.

Hice una pausa para poder continuar. A últimas fechas los colores se disipaban en una terrible oscuridad que caía sobre mis hombros de forma cruel. A veces podía escuchar el pulso de mis latidos un tanto débiles, me encontraba ahí entumecida en el fondo de un laberinto sin salida. El pequeño Jerome se encontraba lejos de mis brazos y protección, él estaba buscando abrirse camino por cuenta propia, ampliaba sus alas al mundo y me daba mucho gusto que así fuese, mientras tanto las mías apenas podían mantenerme en vuelo. Esa noche particularmente decidí tomar un rumbo nuevo, despierta Mariagna, levántate de este letargo.

Pedí a la servidumbre me dejaran sola. Tomé un baño y me vestí para salir al teatro nuevamente, en el rito de transformación frente al espejo no dejaba de darme vueltas en la cabeza que había hecho mal para encontrarme en este estado. ¿Acaso haber dado muerte a ese hombre me estaba cobrando factura? La vida misma se estaba encargando de recaudar mi deuda, pero había sido suficiente, no necesitaba ni quería seguir así, por más que me miraba en el espejo no lograba encontrar a la verdadera Mariagna, esa mujer soñadora que ahora se escondía tras el velo de la soledad y el encierro.

Evite usar el carruaje de Sebastién. Él me había acostumbrado a pasear de su brazo de manera continua, pero esta ocasión decidí llegar a pie, quería sentirme viva una vez más contemplando las formas de la capital parisina, quería ser una con las sonrisas de aquellos transeúntes que se pasaban la vida sin preocupaciones, quería ser yo otra vez. Dediqué una de mis mejores sonrisas a un par de infantes que se acercaron a saludarme atraídos por la artificialidad de mi vestuario, no era común que alguien como yo caminara solitaria por sus calles. Apresuré un poco el paso y finalmente me interné en aquel edificio, portentoso y en silencio sus puertas me dieron la bienvenida una vez más, me sentí entusiasmada al estar ahí.

Escuché que la compañía de Teatro había renovado a su personal por lo que habría muchos actores nuevos en escena, me apresuré a tomar asiento. La obra dio inicio y a lo lejos las escenas transcurrían una tras otra y fue como un relámpago que me partió el corazón en dos, el chico que ahora se mostraba frente a nosotros tenía un parecido impresionante, pero, no podía ser, él debía compartir una edad similar a la mía y sin embargo los años parecían no haber hecho deterioro en su jovialidad ¿Mi mente estaba jugando conmigo o el simple hecho de anhelar verle algún día estaba haciéndome alucinar? Los aplausos me despertaron del trance y de inmediato la presentación de sus nombres me dejó asombrada.

Joshua, Joshua Maloney. El mismo que había conocido hace años, ese mismo jovencito noble y dulce estaba frente a mí una vez más, en semanas posteriores hice un par de invitaciones al consorcio a una cena en mi mansión, hasta ahora no había tenido una respuesta. Recibí una carta que confirmó la asistencia de un solo invitado, uno solo. No importaba quien fuera no quería estar sola, me preparé a recibirlo con vino y un amplio repertorio culinario, yo me encontraba frente al espejo nuevamente decidida a dejar a la vieja Mariagna dentro de ese reflejo, tomé una decisión y esta no incluía temores o remordimientos, solo la visión de una nueva vida por y para mí.