Redenciones || Mackenzie Clark

por **Emil Ivanov** Jue Ago 28, 2014 1:03 am

El sol va tomando posesión, entre los bosques están algunos inquisidores, unos heridos y otros concadenas de platas atando a una persona en el centro donde cuerpos sin gota de sangre yacen en el suelo, el amanecer está llegando lento y se apresuran a su cometido, uno de los inquisidores, el líder del grupo mira a uno de sus soldados exigiéndole que se quede y se cerciore que el trabajo sea finalizado a su cabalidad, para que ningún secuaz del vampiro a redimir lo salve, el hombre acepta su nueva tarea, lleva sin dormir toda la noche pero lo acepta gustoso; sus colegas se marchan dejándolo con la tarea de sepultar cuerpos decapitados y de esperar por la ejecución de aquel que solo se ríe y lo maldice en todas las lenguas posibles

El sol se va alzando poco a poco hasta que el infeliz atado empieza a arder lentamente, el fuego lo consume por completo hasta quedar carbonizado –Que dios se apiade de tu alma pecadora- realiza una seña, se santigua y comienza a rezar por la salvación de aquel que dieron redención por sus pecados.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén

Se santigua en la santa cruz para dar sepultura, pero no era cristiana y no era en tierra santa, un cementerio, era en el bosque, y lo hacían con el fin de que su cuerpo no fuera encontrado y no tomaran venganza y más que nada era para que nadie supiera de él, borraban todo rastro de aquel hombre que una vez fue hombre y solo quede con el saber de qué “lucho por su vida”

Al terminar su tarea deja todo como si no hubiera ocurrido una masacre para alejarse del lugar hasta que un ruido hace que tome su arma de fuego, pensando que se trataba de alguna bestia cambiante que era aliado de aquel que dieron fin los inquisidores –muéstrate por tu voluntad o haré que lo hagas por la fuerza- amenaza sin importarle si es hombre o mujer, o una bella mujer que sería su perdición.

por **Mackenzie Clark** Lun Sep 01, 2014 5:09 pm

La noche había estado algo agitada. En la zona boscosa un vampiro había estado haciendo de las suyas. Mackenzie por su parte no gustaba de inmiscuirse en asuntos de inmortales, no mientras no la atacaran directamente a ella o a alguien que a ella le importase, y la zona de gitanos estaba bastante cerca, por lo que se mantuvo vigilante, no demasiado lejos como para no sentirlo pero tampoco demasiado cerca para ser demasiado obvia. Sólo estaba cuidando el que consideraba su territorio.

El ser inmortal estaba ya acercándose demasiado a la zona de gitanos, por lo que la loba tuvo que comenzar a prepararse. Evitaría al máximo tener que luchar, pero si era necesario lo haría. Cuando vio que ya era inminente el acercamiento de la bestia hacia su terreno, la licántropo a punto estuvo de lanzarse sobre él; sin embargo, un grupo de cazadores llegó justo a tiempo para deshacerse de él. En su vida nunca había visto a un grupo de humanos cazar un vampiro; sabía que existían, y que incluso cazaban a los que eran como ella, pero nunca había tenido la oportunidad de apreciarlo con sus propios ojos.

Guiada por la curiosidad, Mac se mantuvo cerca observando en silencio la lucha en la que tanto los humanos como el vampiro salieron heridos, pero al final el vampiro no era tan fuerte y los cazadores le superaban considerablemente en número, consiguiendo una merecida victoria justo antes del amanecer. Pensaba marcharse cuando notó que la mayoría de aquellos cazadores se marchaban dejando sólo a uno de ellos a cargo del vampiro y, suponía, limpiar el desastre que éste había provocado. Habría continuado con su plan de marcharse de no ser porque el hombre era guapísimo. A simple vista habría pensado que era uno de los suyos, tenía el estilo típico de los machos, pero sus sentidos confirmaban lo falso de aquello.

En adelante no supo cuando tiempo pasó observándolo cavar huecos para enterrar los cadáveres humanos de aquellos que fueron los últimos en alimentar al vampiro recientemente hecho cenizas. Iba de un lado a otro cargando cuerpos, cavando y tapando luego. La alarma llegó a su cabeza cuando el hombre comenzaba a retirarse, siendo en su dirección la salida del humano, lo que la llevó a moverse hacia atrás sin pensar lo que hacía, pisando algunas ramas y hojas secas en su camino, sonidos que la descubrieron rápidamente. Cuando la amenaza llegó, se pensó si ser una presa fácil y entregarse, o si comenzar a correr esperando que la siguiese.

Decidió que la segunda opción sería mucho más divertida, y comenzó a correr a una velocidad que podría considerarse normal para una mujer humana, sinceramente deseando que él corriese tras ella.

por **Emil Ivanov** Vie Sep 12, 2014 9:54 pm

El viento rugiendo cual fulgor de armas en plena batalla, así de fuerte y peligroso estaba en la fría noche que entre aquellos árboles los miles de peligros acechan y si no se está preparado para enfrentarlos se morirá a manos de ellos, por suerte para Emil aquello no pasaría más que solo como una presunción porque estaba armado hasta los dientes con una pistola de doble cañon con balas de plata santificadas, una cuchilla bañada en agua bendita con filo de plata y a sus pies estaba una ballesta eso sin contar que en su zurda colgaba un rosario de cuentas rojas, denominado el rosario de la preciosísima sangre.

Y ahí estaba aquel hombre que rezaba besando el crucifijo de su rosario, apuntando el arma hacia los arbustos y grandes árboles que erigen altivos en medio del bosque, el silencio esa fue toda la respuesta que recibió a su pregunta, Emil sabía que eso correspondía a que lo estaban cazando, de ser así solo una cuestión se le vino a su mente religiosa “Deben ser los esbirros de este infame” jaló el gatillo dispuesto a dejar el tiro correr junto a la sangre, pero antes de tomar decisiones impulsivas opto por una cacería limpia al menos el daría una muerte decente, morir peleando que como un perro; soltó el gatillo del arma enfundándola en su cinto, tomó la cuchilla de igual manera y la única que lanzo algo en contra de lo que fuera, fue la ballesta, una flecha con una punta de plata recubierta con el veneno de algunas plantas de la zona, aquella flecha se incrustó en la corteza de uno de los robles de ahí, para con eso asustar un poco a quien fuera, Emil conocía aquella zona perfectamente sabía por dónde podría atacar más rápido y por eso en vez de seguir en línea recta a aquel bribón que le estaba espiando opto por correr por otro lado, él sabía que aquel que le viera correría a la ciudad y tomando atajo por el lado derecho corrió tan fuerte y rápido que cuando alcanzó a ver a alguien no dudo en acelerar el paso, subiendo por una cuesta llegó casi antes que aquel ser y cuando le vio no dudó en lanzarse sobre aquel, pero, ¿sería aquel?.

Cayendo sobre aquel cuerpo sus manos fueron a donde sería la cadera, una que estaba contorneada, le tomó del hombro, muy fino para ser de hombre y comenzaron a rodar hasta que quedó sobre aquel cuerpo apuntando con su cuchilla en el cuello de…de…¿una mujer? La miró a los ojos horrorizado viendo como estaban los dos cuerpos unidos tanto así que se levantó de inmediato extendiendo la mano a la mujer –Madame usted no debería estar por aquí, casi cometo un error, un gran error pensando que era- guardó silencio haciendo una reverencia a la dama en cuestión –Que hace por aquí usted ¿acaso no tiene miedo que algunos demonios la ataquen? Acaso detesta su vida o está en busca de aquellos seres endemoniado- cuestionó algo serio mirando a todos lados con el ceño fruncido para ver si no había alguien más siguiendo a aquella pobre alma inocente, o eso él creía.

por **Mackenzie Clark** Sáb Oct 11, 2014 11:30 pm

Tal como ella había esperado, el cazador había ido a por ella. Considerándola una amenaza, la había asechado y alcanzado, lanzándose sobre ella, dando ambos algunos giros en el suelo. Cuando lograron detenerse, él se encontraba sobre ella posando el cuchillo contra su cuello con una cara de sorpresa y estupefacción que causaron muchísima gracia a la loba. Cuando él se levantó, ella no pudo evitar romper en una carcajada nerviosa, por un momento pensó que él realmente le clavaría el cuchillo en el cuello, pero finalmente no lo había hecho. La risa histérica la acompañó por unos minutos, incluso mientras tomaba su mano para ayudarse a ponerse de pie.

Cuando finalmente logró reponerse un poco, escuchó lo que él tenía para decir, mientras limpiaba las lágrimas que la risa había provocado. -Lo siento, lo siento, Monsieur. Soy gitana, vivo acá cerca-. Pronunció señalando la dirección por la que había llegado hasta él. -Suelo despertar temprano, y salir a caminar. Escuché un ruido extraño y me acerqué. Debo admitir que sus palabras me han espantado, no he sabido cómo reaccionar y he salido corriendo. Supongo que fue iluso de mi parte creer que podría escapar- sonrió y volteó la mirada fingiendo estar apenada. Bajó la vista hacia su ropa y observó que la falda negra se había ensuciado y su blusa blanca no sólo eso, también se había roto un poco en su brazo, donde además tenía un corte.

-Demonios- fue todo lo que dijo mientras terminaba de romper un trozo de tela para cubrir la herida y evitar que entrara más tierra. Es cierto que era un licántropo y que sanaba mucho más rápido de lo normal, pero aún así tenía la costumbre gitana de ser cuidadosa con las heridas abiertas. Mientras llevaba a cabo su ritual de vendaje, cambió la dirección de la conversación y la llevó hacia él. -¿Usted qué hacía por acá a estas horas, Monsieur? ¿Acaso iba cazando algún animal?- preguntó fingiendo demencia, pero haciendo notar la cantidad de armas que el hombre portaba consigo.

-Por esta zona no es común ver animales salvajes. Motivo por el que los gitanos decidimos acampar acá. Supongo que fue una de las cosas que más me espantaron en primer lugar. Pensé que si me cogía, me mataría- como casi lo hace, pensó mientras continuaba con su actuación, aquel hombre parecía demasiado inocente. Sólo quedaba saber hasta qué punto.

por Contenido patrocinado

Redenciones || Mackenzie Clark

Redenciones || Mackenzie Clark

Re: Redenciones || Mackenzie Clark

Re: Redenciones || Mackenzie Clark

Re: Redenciones || Mackenzie Clark

Re: Redenciones || Mackenzie Clark