Stéfano Tiersen | ID

Stefano es un hombre con muchas virtudes, pero a la par con muchos defectos. La vida lo ha transformado totalmente, de su niñez poco se puede rescatar. Un ataque contra su familia y convirtiéndose él en el posible asesino de sus padres, hizo que perdiera la inocencia y se llenara de rencor y odio. Lo único que conservó es la forma de amar, un tesoro que sólo entregó a una mujer y bajo una adversidad tuvo que abandonar convirtiéndose en ese momento en un hombre sin palabra al haberla engañado. Siendo un mentiroso, un ladrón y un asesino encontró un oficio como timador, atribuyéndose además una gran labia y pocos remordimientos para usar sus poderes en su beneficio abusando de los que considera se lo merecen. Pero en él también hay bondad, y aquella mujer a la que amó lo descubrió. Stefano es leal aunque impredecible, puede ser un auténtico dulce pero de ser necesario un verdadero demonio. Defiende a los que considera amigos a muerte y de fracasar los venga. Ese podría ser el peor de sus defectos, la venganza que se impulsa con una gran virtud, la perseverancia. Es un hombre con decisión, sabe lo que quiere y hace lo imposible para obtenerlo, pero también es precipitado y no arriesga cuando piensa que sus seres queridos pueden pagarlo. Prefiere estar solo, puede hacer que las personas hagan lo que quiera con su poder pero no puede controlar sus sentimientos por lo que se encuentra de vez en cuando atormentado por su pasado y lo que llega a ser para sobrevivir. Para los suyos es alegre y vivaz, es el alma de las fiestas; sabe escuchar y dar buenos consejos, se esmera para que los indefensos aprendan a sobrevivir, pues es de los que piensan que «se les debe de enseñar a pescar no darle el pescado». Al ser nómada no se engancha en relaciones sentimentales, la única vez que lo hizo entregó su corazón y desde entonces no ha encontrado a alguien que pueda cobijarlo con confianza y deseos de amar.

Nació en los campos cercanos a París, proveniente de una familia campesina, humilde y con mucha determinación pese a la falta de economía. Era el hermano menor de otro varón y el mayor de una mujer. Stefano era el más querido para su hermana, siendo su confidente. Ellos descendían de una familia muy antigua de hechiceros y brujas, heredando todo tipo de poderes, en el caso de Stefano, la magia oscura floreció en él, por supuesto, sus padres lo guiaron de tal forma en que los poderes los nulificó, por lo que se volvió grande maestro en la hechicera y el arte de la herbolaria. La familia Tiersen era muy prudente y reservada, no usaban sus conjuros para su beneficio, a menos que fuera sumamente indispensable cuando las cosechas iban malas; bajo otras circunstancias usaban sus poderes en privacidad.

La magia había sido una gran sustituta para la búsqueda de comodidad y modernidad que otros buscaban. Desde niño, disfrutó mucho sus poderes. Al principio, empezó a controlar a otros, incluyendo a sus hermanos por medio de sus poderes, pero al darse cuenta sus padres de que ese camino podía llevarle a la perdición, comenzaron a darle una educación más particular, fue cuando le enseñaron la hechicería para compensar el hecho de que sus poderes eran oscuros, diferentes a los de sus hermanos. Bajo la buena tutela de sus padres y los bien puntualizados consejos de su hermano, aprendió que sus poderes no debían emplearse para beneficio propio, tenía grandes responsabilidades y sobre todo no debía exponerse, no cuando la inquisición aún poseía gran poder y constantemente enviaban a sus asesinos.

La noche más oscura…

Una noche, cuando tenía ya quince años. Llegaron unos invasores a su granja. Los primeros en verlos fue su hermano que corrió por la casa alertando a todos. Eran inquisidores, pero no cualquiera, sino condenados. Esa noche, las últimas palabras de sus padres fueron: —Coge a tu hermana y váyanse— ellos y su hermano salieron a enfrentarlos. Stefano no desobedeció, confiaba en su familia y sobre todo sabía la responsabilidad que tenía en ese momento. Salvar a su hermana. Entre llanto, ella le contó que la habían visto usar la magia y se echaba la culpa. Stefano trató de tranquilizarla pero su corazón clamaba que en efecto era culpable. Cuando llegaron al bosque un espectro se alzó cerrándoles el paso, Stefano quiso hacerle frente pero el espectro le dijo que no venía a hacerles daño, venía a informarles que sus padres habían sido capturados, conocía el poder de Stefano así que lo usó para que cobrara la venganza que el espectro ansiaba. Lleno de ira y motivado por las palabras del espectro; Stefano regresó.

En el trayecto, el espectro le decía conjuros para que los invocara y así se fue haciendo de un ejército de muertos, para cuando llegó los condenados estaban preparados. Eran tan sólo cinco, un licántropo con el absoluto control de su transformación, tres hechiceros y un vampiro. Los muertes se abalanzaron sobre ellos, caían pero se volvían a levantar. Fue entonces cuando el licántropo se dirigió hacía Stefano, el espectro le susurró unas palabras al joven y su alma se desprendió de su cuerpo invadiendo a la bestia. El licántropo perdió la razón y se volvió más salvaje con el alma de Stefano dentro de él, empezó a atacar a los hechiceros matando a dos de ellos, el vampiro fue a envestirlo pero el alma de Stefano ahora tomó posesión de él y mató al licántropo, el tercer hechicero le cortó la cabeza al vampiro pero ya no estaba el alma de Stefano, guiado por el espectro regresó a su cuerpo, totalmente inconsciente.

Al despertar encontró no solamente muertos a los inquisidores, sino también a sus padres y su hermano. Stefano lo había hecho, o al menos eso le había asegurado el espectro. Pero no pudo quedarse a llorarles, un reconocimiento de la orden de la inquisición había llegado y observaban el resultado del poder de Stefano. acusado en ese momento de parricidio y la muerte de cinco inquisidores comenzó la cacería en su contra. Era una amenaza que tenían que eliminar. Stefano regresó al bosque pero su hermana ya no estaba, sólo el espectro le acompañaba.

Una luz pelirroja en un camino tormentoso…

Consiguió sobrevivir por cinco largos años en compañía del espectro. La vida había sido dura, su temperamento se había endurecido y aquellos consejos se volvieron obsoletos. La supervivencia nulificaba toda enseñanza, no sólo tenía que huir, sino también comer y subsistir. Después de una larga persecución en Italia donde se vio en la necesidad de cometer dos asesinatos en contra de esa orden de locos (como los consideraba él), llegó a París una mañana, con la idea de que entre más cerca del enemigo, más lejos del peligro. Así que viviendo cerca de la catedral intentó tener una vida un tanto normal, o al menos en lo que se podía llamar para él normal.

A los pocos días ya tenía un empleo en una barbería y con lo mínimo que recibía le alcanzaba para comer sin mayor problemas. Un día al ir al mercado por pan, contempló a lo lejos a una niña una pelirroja que le recordó a su hermana. La contempló con curiosidad, era bastante bella pero no debía de vivir en buenas condiciones dado su aspecto. Rondaba por la gente, se le veía nerviosa, tímida. Stefano se acercó un poco a ella pero midió su distancia. Pronto la niña se detuvo frente a una panadería. Sus ojos revelaban la intención de robar una hogaza y aunque sintió deseos de ir con ella y evitar el robo, prefirió quedarse a contemplar la escena. Seguramente ella sabía lo que hacía, mas Stefano se arrepentiría cuando con torpeza la chica tomó el pan y atrajo la atención del panadero. Un escándalo se generó en el lugar y fue cogida. Stefano no consiguió mantenerse alejado, así que intervino pagándole al panadero extra y sacando a la niña de allí.

Cuando se la llevó a un lugar apartado, un lugar donde pudieran estar solos y seguros, un lugar para comer con tranquilidad. Stefano se dio cuenta que no se trataba de una niña realmente, ya era una adolescente. No debía llevar mucho tiempo llevando esa vida de calle, algo muy malo debió haberle pasado para que la vida la hay convertido en una joven temerosa que fingía ser valiente. Conforme hablaban fue corroborando sus conjeturas. El nombre de la joven era Lilith y había sido abandonada por su tutora, nada sabía de sus verdaderos padres; en ese momento Stefano se prometió que cuidaría de ella y aunque era cinco años mayor comenzaron a tener una relación especial, la trataba no sólo como su protegida, sino también como su hermana, era delicado y muy atento con ella. Le enseñó lo que sabía sobre la supervivencia y conforme más tiempo pasaba con ella, más dejaba de verla como un familiar, Lilith era tan hermosa en cuerpo y alma que terminó conquistando el corazón de Stefano, la felicidad había llegado a él, Lilith era esa luz que él había perdido y decidido a pasar el resto de su vida con ella, abandonó la búsqueda por saber que había pasado esa noche, una búsqueda que acarreaba muerte.

La vida sin ella…

Una noche el espectro llegó a él después de varios meses de no verlo. Lo habían localizado y estaban preparando una emboscada para matarle; o al menos eso le decía el espectro. Stefano contempló a Lilith durmiendo, totalmente feliz y llena de dicha. La mirada de Stefano se ensombreció, fue con ella y la despertó, le confesó lo que era y que le seguía, que corría peligro si seguía junto a él. Le dijo que se iría pero estaba tranquilo por saber que estaría bien; por supuesto,  ella que le correspondía en sentimientos le pedió ir con él. Por Stefano viviría a su estilo de vida, huyendo de ser necesario. Stefano la conocía muy bien, por lo que recurrió al engaño para asegurarse que no lo seguiría. La aceptó en su viaje, le contó un plan falso, un destino al que nunca iría y durmiendo junto a ella la abordó con sosiego y confianza. Así durmió ella la última vez que la vio, antes de irse le besó la frente y le pidió perdón, luego, simplemente se fue.

Lilith había conseguido ver a través de esa alma atormentada y tocada por la maldad, pero mientras más pasaba alejado de ella, más cambiaba su carácter. Era un forajido, un asesino, un ladrón y un embustero. Cada vez se volvía más mortal en sus ataques y la piedad ya no era concebible a sus enemigos. Por otro lado, a los que consideraba aliados los trataba muy bien. Con los años, mostró dos caras distintas a la sociedad, el timador asesino y el bienaventurado hombre del pueblo. Era como si la vida hubiera creado dos almas y las hubiera encerrado en un sólo cuerpo.