AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nunca más. // Stéfano Tiersen
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Nunca más. // Stéfano Tiersen
No pude dormir esa mañana.
Mi cuerpo aún no terminaba de acostumbrarse por completo a que en las noches debía estar despierta y en las mañanas tenía que ir a la cama.
Desde que me habia ido a vivir con Lucciano la acción comenzaba durante las primeras manchas moradas que brotaban del cielo anunciando que el sol estaba muriendo. No importaba lo que pasara; si el vampiro me habia dado alguna otra lección de lo que sería mi vida inmortal, si tan solo nos habiamos dediacado la noche entera a pelear, si algún enemigo de Lucciano atacaba la casa de nuevo... en fin, siempre al primer rayo de sol todo terminaba.
Recordé luego como el vampiro me había usado para liberarse de aquellos inquisidores. Desde que había bebido su sangre el podía tomar control sobre mi cuerpo y eso me molestaba, pero ese día yo misma le habia pedido que me usara... incluso aún recuerdo como para tranquilizar al vampiro de su claustrofobia le prometí nunca mas desobedecerlo. ¿Porque había hecho eso?
Salí de mi cama y me acerqué a la inmensa ventana cubierta por largas cortinas obscuras las cuales impedían el acceso a la luz.
-Parece que aún falta mucho para ser como ellos...aprovecharé mis ultimos soles. -y dicho esto, de un solo jalón estiré las cortinas para dar paso al sol a mi cuarto y buscar mi ropa, sabía en donde encontraría las respuestas a mis propios enigmas.
A pasos rápidos y desesperados llegue finalmente a mi destino.
Me quité los zapatos y mientras corría los avente al azar sin importar en donde caían, necesitaba meter mis pies al agua y sentir que el mar una vez mas se llevaba mis preocupaciones y penas.
Una vez sentí el agua entre mis dedos me senté ahí mismo en la orilla sin temer a que el agua mojara mi ropa, entre mas me tocara era mejor... necesitaba que me limpiara de todas mis preocupaciones.
¿Que me asustaba realmente?
¿El entregarle mi libertad por completo a alguien? ¿Que me usaran a su antojo por siempre?
O quizas era el simple hecho de hacer toda mi rebeldía a un lado y por fin doblegarme.
No... mi temor era sin duda otro en el cual al sentirme tan solitaria solo lo volvía aún mas peor que todo lo anterior: enamorarme de nuevo.
Estiré mis piernas dejando que el agua las empapara y pasé mis brazos hacia atrás de mi espalda para dejar mi cabeza colgando y hablándole al cielo.
-...no Lilith, no se apoderarán de esa forma de ti de nuevo. Nunca jamás. -finalmente le regalé un suspiro al amanecer que estaba por concluir y me dejé rodear por los brazos de la suave y deliciosa brisa del mar.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Ya llevaba más de medio año en París y la había encontrado muy rápido. Después de todo con la ayuda de los muertos no era difícil. Estaba muy decepcionado por la forma en la que se ganaba la vida, si se había arrepentido por tanto tiempo de no llevársela, siempre trataba de decirse que ella era capaz de ser alguien más. Pero se había equivocado. Y luego, una simple noche Lilith había desaparecido justo cuando pensaba encararla. Stéfano no era un alcohólico pero lo que había hecho Lilith y su repentina desaparición le dolió y creyendo que el vino le ayudaría iba constantemente a la cantina sin obtener verdaderamente algo que lo tranquilizara.
Pero finalmente un día llegó a él la información que tanto anhelaba. Su pelirroja vivía con un vampiro. Un maldito vampiro. Aquella noche sin poder controlar su ira asesino a un inocente por lo que tuvo que huir un par de semanas. Mas no significó que olvidaba el hecho de que ella estaba a merced de un vampiro que hacía con ella lo que quería. Posiblemente ella ya era una chupa sangre y no podría hacer nada al respecto, no valdría la pena disculparse por abandonarla. Perdería el amor que aún le tenía, ¿un vampiro? Desde la muerte de sus padres había quedado obsesionado, uno de los inquisidores había sido un vampiro y aunque lo acusaron a él mismo de asesinar a sus padres, no perdonó a ninguna de las razas involucradas. Licántropo, vampiro y cambiantes.
Una mañana decidió regresar, viajó por días y llegó a la playa. Pensaba que la mar tranquilizaría su alma, después, buscaría a Lilith, no podía vivir prisionera, no quería creer eso y cuando empezó a creer que posiblemente vivía en un calabozo o algo peor; la vio en parada frente a la mar, con los pies en el agua y los brazos extendidos. Stéfano se acercó por detrás con mucho cuidado, su corazón se aceleró y una revolución de sensaciones lo invadió: atracción, felicidad, asco, tristeza, decepción, alegría y otras que no quiso definir.
—¿Por qué no?, ¿por qué estás tan segura cuando te pueden obligar ha hacerlo?— la cuestionó estando a su espalda y con total seriedad.
Pero finalmente un día llegó a él la información que tanto anhelaba. Su pelirroja vivía con un vampiro. Un maldito vampiro. Aquella noche sin poder controlar su ira asesino a un inocente por lo que tuvo que huir un par de semanas. Mas no significó que olvidaba el hecho de que ella estaba a merced de un vampiro que hacía con ella lo que quería. Posiblemente ella ya era una chupa sangre y no podría hacer nada al respecto, no valdría la pena disculparse por abandonarla. Perdería el amor que aún le tenía, ¿un vampiro? Desde la muerte de sus padres había quedado obsesionado, uno de los inquisidores había sido un vampiro y aunque lo acusaron a él mismo de asesinar a sus padres, no perdonó a ninguna de las razas involucradas. Licántropo, vampiro y cambiantes.
Una mañana decidió regresar, viajó por días y llegó a la playa. Pensaba que la mar tranquilizaría su alma, después, buscaría a Lilith, no podía vivir prisionera, no quería creer eso y cuando empezó a creer que posiblemente vivía en un calabozo o algo peor; la vio en parada frente a la mar, con los pies en el agua y los brazos extendidos. Stéfano se acercó por detrás con mucho cuidado, su corazón se aceleró y una revolución de sensaciones lo invadió: atracción, felicidad, asco, tristeza, decepción, alegría y otras que no quiso definir.
—¿Por qué no?, ¿por qué estás tan segura cuando te pueden obligar ha hacerlo?— la cuestionó estando a su espalda y con total seriedad.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Toda esa tranquilidad que me había dado el mar de pronto se vio sustituida por todo lo demás… Yo conocía esa voz, no la había olvidado. ¿Cómo habría de hacerlo si me estuvo atormentando durante tantos años?
Mis piernas se tensaron y lentamente bajé mis brazos tratando de mantener mi respiración tranquila, pero mucho me costaba. No voltee de inmediato, sin embargo quería comprobar que no era otra de mis tantas ilusiones que alguna vez me imaginé de niña al pensar que volvería a mi lado, mas no me atrevía.
-A… alguien… -mi voz se quebraba torpemente, no podía formar bien ninguna palabra ante la sorpresa. Me detuve un breve momento para tragar saliva y aclarar mi garganta. Luego tomé aire y lo intenté de nuevo con una mejro voz aunque aún temblorosa, sin mirarle y dándole la espalda. -…alguien me dijo una vez que… yo era un alma libre… y nadie volvería a obligarme a hacer algo si yo no quisiera. –quizás no eran exactamente esas palabras que en el pasado el mismo me había pronunciado, pero con algo parecido era como recordaba el consuelo que Stéfano me había dado al sentirme tan indefensa después de todos los maltratos que había vivido en ese entonces. Yo había sido alguien muy diferente a los 16 años…
Mi dedos temblaron y por un momento mis ojos se sintieron humedecerse, pero no caería nuevamente en aquellas falsas visiones como las que ya había tenido cuando recién Stéfano se había ido. En aquellos momentos hundida en tristeza lloraba en este mismo lugar frente al mar imaginando que quizás aparecería disculpándose por haberme mentido y abandonado justo en el lugar en el cual podía sentir que ahora estaba... pero en ese momento apenas miraba detrás y tan solo veía arena de mar.
Me concentré en lo mas profundo de las aguas, justo en esa delgada linea donde se junta con el cielo. El mar siempre se llevaba mis angustias, justamente con él había aprendido eso, tan solo rogué en mis adentros que no esto no fuera una excepción aunque su presencia no me permitía concentrar mi petición.
No pude mas, la desesperación al sentirlo cada vez mas cerca de mí me invadió.
Me armé de valor para terminar de una vez por todas con la situación del momento, desde hacía años que no me pasaba… pero si esta era otra mala jugarreta de mi memoria quería acabar con ella en ese momento.
Tomé aire lo mas profundo que pude y di media vuelta esperando ver nuevamente tan solo la arena como tantas veces había pasado hace años, pero mis ojos esta vez vieron todo lo contrario.
Llevé mi mano a la boca tratando de ocultar inútilmente el gemido de sorpresa que llegó a mi garganta apenas me topé con sus obscuros ojos los cuales ahora llegaban como si nada a marcarme nuevamente el alma.
Reconocí su rostro, quizá algo cambiado y con el pelo mas corto de lo que recordaba, la misma barba partida con la cual acentuaba mas su atractivo, tan guapo como siempre.... también tenía unas cejas mas marcadas, pero siempre con la misma mirada que tanto me había costado borrar.
Mis piernas se tensaron y lentamente bajé mis brazos tratando de mantener mi respiración tranquila, pero mucho me costaba. No voltee de inmediato, sin embargo quería comprobar que no era otra de mis tantas ilusiones que alguna vez me imaginé de niña al pensar que volvería a mi lado, mas no me atrevía.
-A… alguien… -mi voz se quebraba torpemente, no podía formar bien ninguna palabra ante la sorpresa. Me detuve un breve momento para tragar saliva y aclarar mi garganta. Luego tomé aire y lo intenté de nuevo con una mejro voz aunque aún temblorosa, sin mirarle y dándole la espalda. -…alguien me dijo una vez que… yo era un alma libre… y nadie volvería a obligarme a hacer algo si yo no quisiera. –quizás no eran exactamente esas palabras que en el pasado el mismo me había pronunciado, pero con algo parecido era como recordaba el consuelo que Stéfano me había dado al sentirme tan indefensa después de todos los maltratos que había vivido en ese entonces. Yo había sido alguien muy diferente a los 16 años…
Mi dedos temblaron y por un momento mis ojos se sintieron humedecerse, pero no caería nuevamente en aquellas falsas visiones como las que ya había tenido cuando recién Stéfano se había ido. En aquellos momentos hundida en tristeza lloraba en este mismo lugar frente al mar imaginando que quizás aparecería disculpándose por haberme mentido y abandonado justo en el lugar en el cual podía sentir que ahora estaba... pero en ese momento apenas miraba detrás y tan solo veía arena de mar.
Me concentré en lo mas profundo de las aguas, justo en esa delgada linea donde se junta con el cielo. El mar siempre se llevaba mis angustias, justamente con él había aprendido eso, tan solo rogué en mis adentros que no esto no fuera una excepción aunque su presencia no me permitía concentrar mi petición.
No pude mas, la desesperación al sentirlo cada vez mas cerca de mí me invadió.
Me armé de valor para terminar de una vez por todas con la situación del momento, desde hacía años que no me pasaba… pero si esta era otra mala jugarreta de mi memoria quería acabar con ella en ese momento.
Tomé aire lo mas profundo que pude y di media vuelta esperando ver nuevamente tan solo la arena como tantas veces había pasado hace años, pero mis ojos esta vez vieron todo lo contrario.
Llevé mi mano a la boca tratando de ocultar inútilmente el gemido de sorpresa que llegó a mi garganta apenas me topé con sus obscuros ojos los cuales ahora llegaban como si nada a marcarme nuevamente el alma.
Reconocí su rostro, quizá algo cambiado y con el pelo mas corto de lo que recordaba, la misma barba partida con la cual acentuaba mas su atractivo, tan guapo como siempre.... también tenía unas cejas mas marcadas, pero siempre con la misma mirada que tanto me había costado borrar.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Comenzó hacer aire cuando ella se giró. El viento se coló por las extremidades de la camisa haciendo que ésta se moviera. Finalmente se encontraban frente a frente, un silencio hubo entre ellos. El viento se hizo más bravo y desabotonó la camisa de Stéfano mostrando su torso y pectorales definidos por el trabajo que realizó como bandido, el ejercicio diario de mente y cuerpo quedaban en evidencia en ese momento. Se concentró en observar los ojos de Lilith la que ilusamente llamó suya cuando ya no la tenía; cuando el espectro lo había engañado para alejarlo de ella. Llevó sus manos a las bolsas de su pantalón escondiéndolas de los ojos de Lilith y se negó a mudar de expresión. La recordó bailando en el burdel y esa imagen le inyecto de un profundo sentimiento de decepción. Pronto, sus ojos se entristecieron y las comisuras de sus labios decayeron intentando transmitir su decepción, como si ella supiese que él llevaba siguiéndole el rastro desde hacía tiempo, Stéfano se dio media vuelta y caminó pretendiendo alejarse de ella pero se detuvo cuando dio el cuarto paso.
—Eres un alma libre… —dijo y se dio la vuelta, el viento se había vuelto pasivo, sacó las manos de los bolsillos y las alzó con las palmas abiertas hacía ella como señalándola—. Pero aunque ya no deberías ser ingenua sigues siéndolo Lilith… pero bastante ingenua —dejó caer los brazos y moviendo su cabeza de izquierda a derecha acentuó el tono de decepción en su voz—, tus ojos ya ven a los bebedores de sangre, de tu oficio debiste de escuchar muchos rumores y ya debiste haber comprobado algunos —le reprochó y avanzó dos pasos hacía ella con las cejas fruncidas—. Existimos seres que podemos quebrar el alma de una persona y hacer que hagan lo que queramos, que se haga nuestra voluntad. Se te puede despojar fácilmente de tu vida o peor aún arrastrarte a una oscuridad de la que es bastante difícil salir, condenándote por toda la existencia —hizo una pausa y caminó a ella un poco más.
—Estás envuelta en fuego Lilith y las llamas son tan grandes que no te das cuenta que ya eres una prisionera, pero me dirás… ¿quién soy yo para juzgarte? Esa respuesta tu misma la podrías responder porque te las dice el niño que te encontró no el hombre al que vez, el que te abandonó aquella noche —sintió tantos deseos de abrazarla pero no era el momento, quizás ese momento nunca llegaría. Ahora era tiempo de que ella se desahogara, que le gritase, que llorase, que le reclamara, que lo odiara. Porque Stéfano sabía perfectamente que ella lo amó y él le falló pese a sentir lo mismo.
El viento volvió hacerse presente y Stéfano se dio cuenta de que era el espectro el que estaba ocasionando el fenómeno y pese a ello, se limitó a relajar sus músculos, a escuchar y contemplar la belleza de Lilith.
—Eres un alma libre… —dijo y se dio la vuelta, el viento se había vuelto pasivo, sacó las manos de los bolsillos y las alzó con las palmas abiertas hacía ella como señalándola—. Pero aunque ya no deberías ser ingenua sigues siéndolo Lilith… pero bastante ingenua —dejó caer los brazos y moviendo su cabeza de izquierda a derecha acentuó el tono de decepción en su voz—, tus ojos ya ven a los bebedores de sangre, de tu oficio debiste de escuchar muchos rumores y ya debiste haber comprobado algunos —le reprochó y avanzó dos pasos hacía ella con las cejas fruncidas—. Existimos seres que podemos quebrar el alma de una persona y hacer que hagan lo que queramos, que se haga nuestra voluntad. Se te puede despojar fácilmente de tu vida o peor aún arrastrarte a una oscuridad de la que es bastante difícil salir, condenándote por toda la existencia —hizo una pausa y caminó a ella un poco más.
—Estás envuelta en fuego Lilith y las llamas son tan grandes que no te das cuenta que ya eres una prisionera, pero me dirás… ¿quién soy yo para juzgarte? Esa respuesta tu misma la podrías responder porque te las dice el niño que te encontró no el hombre al que vez, el que te abandonó aquella noche —sintió tantos deseos de abrazarla pero no era el momento, quizás ese momento nunca llegaría. Ahora era tiempo de que ella se desahogara, que le gritase, que llorase, que le reclamara, que lo odiara. Porque Stéfano sabía perfectamente que ella lo amó y él le falló pese a sentir lo mismo.
El viento volvió hacerse presente y Stéfano se dio cuenta de que era el espectro el que estaba ocasionando el fenómeno y pese a ello, se limitó a relajar sus músculos, a escuchar y contemplar la belleza de Lilith.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Pareciera como si algún animal ponzoñoso me hubiera picado y me hubiera dejado ahí paralizada y sin poder hacer nada. Quería gritar, llorar, reír… quería golpearlo y reclamarle por todo el dolor que me habia hecho pasar en el pasado pero, en el fondo también me moría por correr y lanzarme a sus brazos... él estaba ahí frente a mi, estaba bien y había podido escapar, estaba vivo y mas saludable que nunca.
Sus ojos me hicieron sentir una repentina culpa por haberlo odiado tanto, en el fondo a pesar de que me hubiese preocupado estaba feliz por verlo sano. Estuve a punto de correr a abrazarlo, pero su expresión parecía haber cambiado por una de decepción y tristeza, parecía haberse arrepentido de haberme hablado y una vez mas se marchaba de mi lado.
Apenas dio algunos pasos y de inmediato yo di uno corto detrás de él a su mismo ritmo, pero me detuve al no estar segura si debería impedir que se fuera de mi otra vez o debería dejarlo ir, después de todo él ya había decidido seguir su camino solo... sin mi.
Pronto el mismo hechicero se detuvo para dedicarme algunas palabras, las cuales percibí con un ligero tono de molestia aún cuando era yo quien debía estar enojada.
Me quedé callada ansiando escuchar cada vez mas y sintiendo como ese ligero pensamiento de perdón que habia pasado por mi cabeza se esfumaba por completo en ese mismo momento en el que comprendí que él había estado todos estos años ahí, siempre detrás de mi escondido en las sombras aún cuando yo no sabía si quiera si seguía con vida.
Bufé con incredulidad al escuchar como se sumaba a toda esa gente que me insistía en alejarme de mis deseos por ser inmortal.
-¿Ahora te vas a preocupar por mí?, ¿Tu? Ha… -solté una risa llena de sarcasmo y me llevé ambas manos a la cabeza –La peor condena es cuando eliges entregarle toda tu vida y tu confianza a alguien con esperanza de que nunca te engañe... pero al final lo hace. –solté a secas dejando que mi rencor me guiara e ignorando todos mis demás sentimientos por el, aunque no necesitaba decir nada más ni hacer ningún reclamo de manera clara, Stéfano lo sabía todo mejor que nadie.
Miré a todos lados para alejarme de esa mirada tan pesada que tenía sobre mi, observando cada detalle de como había cambiado tanto del cuerpo como de la cara, como si tuviera mucho tiempo sin verme aun cuando había sido todo lo contrario... No lo soportaba.
Finalmente apreté mis ojos y dejé que mi voz temblorosa delatara toda la nostalgia que sentía –¿Sabes cuánto tiempo estuve esperando este momento? –dirigí mis palabras a la arena con la cabeza baja mientras mi puño se cerraba, necesitaba algo de tiempo para retomar fuerzas antes de mirarle nuevamente a la cara. -…pero ya no me interesa Stéfano. –sonreí y alcé mi mirada de nuevo para enfrentarle y así se diera cuenta de la firmeza de mis palabras. Si bien el recuerdo de ese joven del que me había enamorado me dolería para siempre, sin embargo era un dolor al cual ya me sentía acostumbrada. -Ese niño del que hablas para mí se murió una noche. La niña de cabellos rojizos estuvo esperando su regreso por demasiado tiempo… pero jamás volvió a verlo y ella se murió de desesperación junto con él... ¿Entiendes? -Un ligero frío recorrió por mi espalda haciendo que mi piel se erizara y me invadiera una profunda lástima por aquella pobre niña tonta llena de ideas y esperanzas falsas. Él mismo la habia asesinado.
El coraje me dio las fuerzas necesarias para poder caminar hacia él y eliminar la distancia, mi puño seguía apretado y en cualquier momento parecía que no soportaría mas y soltería el golpe, mas no lo hice. –Así que… ¿te enteraste de los lugares en los que he trabajado? –una vez más mi voz cargada de irónica y rencor salieron a relucir junto con mi puño el cual tan solo desdobló un dedo para poder señalarlo. –Seguro hasta has de saber en qué tipo de lugar conocí a Lucciano, ¿No es así? –mi dedo índice y rígido concentraba todo mi coraje, le toqué el pecho pero no para sentirlo ni acariciarlo, si no para juzgarlo por haberme estado vigilando sin haberme avisado.
Seguro que sabía todo lo que había tenido que hacer esa noche desde que conocí a ese vampiro con el que ahora vivía, sabía como lo había visto desde lo lejos y como su manera tan fría y desinteresada me había atrapado lo suficiente como para desear seducirlo y obtener información sobre su vampirismo. Me preguntaba si él se había dado cuenta de aquel asesinato que había tenido que cometer como una prueba de confianza hacia Lucciano antes de salir del burdel.
Una sonrisa dura inundó mis labios al pensar que quizás el hechicero había visto todo y nunca había hecho nada... sin embargo aquí estaba él, tratando de protegerme de lo que ahora sería inevitable. –A estas alturas ya debes saber lo que soy capaz de hacer y arriesgar por lo que quiero… ¿Qué demonios te hace pensar que escucharé tus palabras? –ladeé mi cabeza esperando una respuesta razonable, aunque sabía perfecto que aunque le tenía cariño y agradecía saber que estaba con vida, jamás lo perdonaría ni volvería a creer en sus palabras.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Esperó recibir un golpe que nunca llegó. Stéfano mantuvo su semblante buscando dentro de ella a la niña de hacía años pero como había dicho ya había muerto. Mas él sabía perfectamente que la vela nunca se apagaba del todo, siempre quedaba una mecha que podía encenderse en cualquier momento; pero en este caso no era así y todo era culpa del chupa sangre. —Tienes razón, sé muchas cosas, bastantes a mi parecer —no se atrevió a mencionar su nombre, estaba demasiado dolido para pronunciarlo—, Estás corrupta, contaminada por el hechizo de sangre de ese monstruo llamado Lucciano, ni siquiera los recuerdos que tienes de mi han de ser verdaderos. Tu no me conoces, la única realidad es que terminó por destruir a Lilith creando lo que mis ojos ven. No eres más que una simple esclava que ansía la sangre inmortal. Pero tan ilusa que no comprende que ese deseo pudo ser implantado por ese maldito vampiro. Por eso no escucharás mis palabras —le espetó.
—Ya no tiene sentido hablar con otro monstruo. Pero escucha esto esclava… La raza a la que responde tu preciado vampiro fue quien exterminó a mi familia. Te dejé porque serías incapaz de defenderte, pero fui un estúpido al creer que podías estar segura cuando París está infestado por esos malditos chupa sangre. En el momento en que te conviertas en un vampiro serás mí enemiga y no me tentaré el corazón para clavar una estaca en tu pecho, tal como lo haré con Lucciano.
Le dio la espalda y comenzó a caminar de nuevo, alejándose de ella pero entonces el espectro comenzó aconsejarlo. «¿Por qué no la mataba ahora y se ahorraba el trabajo de hacerlo siendo ella una vampiro?». Tenía razón, la mente corrupta de Stéfano se llenó de ira y se dio media vuelta. Un aura oscura emergió de él, sus ojos se volvieron blancos y su rostro se ensombreció. —¿Para qué esperar? —dijo con una voz gutural al tiempo en que se acercaba amenazante sobre Lilith—, cuando puedo liberarte de esa semilla que se te implantó… asesina —la voz más bien parecía la del espectro y el mismo semblante de Stéfano pareció cambiar por el de otra persona.
Antes de que Lilith pudiera hacer algo Stéfano alzó su brazo derecho hacía ella y abrió la palma. — Dominatio —conjuró su poder de dominación para controlar el cuerpo de Lilith a su voluntad y no permitir que pudiera moverse—, terminemos con esto —comenzó a caminar hasta ella—, arrodillate —ordenó mientras pasaba a un lado y se colocó frente a ella—. Si tan sólo hubiera llegado un mes antes pude haberte salvado —el rostro de Stéfano no le pertenecía a él, el espectro lo guiaba y no dejaba de llenarle la cabeza de ideas que no hacían más que dolerle las decisiones que Lilith tomó desde que llegó a París e inició a vigilarla llevándose la primera decepción al enterarse de que era una puta.
—Ya no tiene sentido hablar con otro monstruo. Pero escucha esto esclava… La raza a la que responde tu preciado vampiro fue quien exterminó a mi familia. Te dejé porque serías incapaz de defenderte, pero fui un estúpido al creer que podías estar segura cuando París está infestado por esos malditos chupa sangre. En el momento en que te conviertas en un vampiro serás mí enemiga y no me tentaré el corazón para clavar una estaca en tu pecho, tal como lo haré con Lucciano.
Le dio la espalda y comenzó a caminar de nuevo, alejándose de ella pero entonces el espectro comenzó aconsejarlo. «¿Por qué no la mataba ahora y se ahorraba el trabajo de hacerlo siendo ella una vampiro?». Tenía razón, la mente corrupta de Stéfano se llenó de ira y se dio media vuelta. Un aura oscura emergió de él, sus ojos se volvieron blancos y su rostro se ensombreció. —¿Para qué esperar? —dijo con una voz gutural al tiempo en que se acercaba amenazante sobre Lilith—, cuando puedo liberarte de esa semilla que se te implantó… asesina —la voz más bien parecía la del espectro y el mismo semblante de Stéfano pareció cambiar por el de otra persona.
Antes de que Lilith pudiera hacer algo Stéfano alzó su brazo derecho hacía ella y abrió la palma. — Dominatio —conjuró su poder de dominación para controlar el cuerpo de Lilith a su voluntad y no permitir que pudiera moverse—, terminemos con esto —comenzó a caminar hasta ella—, arrodillate —ordenó mientras pasaba a un lado y se colocó frente a ella—. Si tan sólo hubiera llegado un mes antes pude haberte salvado —el rostro de Stéfano no le pertenecía a él, el espectro lo guiaba y no dejaba de llenarle la cabeza de ideas que no hacían más que dolerle las decisiones que Lilith tomó desde que llegó a París e inició a vigilarla llevándose la primera decepción al enterarse de que era una puta.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
-Los únicos recuerdos que tengo de ti ahora son de cuando me dejaste sola... y ambos estamos de acuerdo en que son verdaderos. ¿No es así? –traté de no reclamarle y mantener la paciencia y la cordura, pero en mi tono de voz se escuchaba el rencor que en mi vivía y relucía al mismo tiempo con una sonrisa dura y llena de ironía. Tan solo trataba de no estallar en reclamos y sentirme calmada por todo ese cariño que alguna vez le había tenido pero sus palabras acusadoras no me estaban ayudando en nada, tan solo parecía querer matar con todas sus fuerzas aquél único recuerdo bueno que tenía en mi corazón sobre él.
-NO-SOY-SU ESCLAVA... -levanté la voz ofendida ante tal afirmación de su parte. -...y no voy a permitir que me toques ni me hagas más daño nunca más ¿entendiste? -Sus palabras asegurando que me mataría me estaban doliendo aún más que cuando se había ido, él sabía perfecto que nadie nunca me había querido y que de no ser por él yo hubiera crecido como una niña sin cariño convirtiéndome en alguien totalmente diferente a lo que ahora era, probablemente de no ser por él desde hace mucho que yo ya estuviera muerta en medio de la calle. Él me había salvado una vez y había cambiado mi vida, pero a pesar de todo eso pareció no importarle.
La exasperación en mi rostro no podía ocultarse, sentía demasiada frustración por tratar de ocultar mi coraje y demostrarle que a pesar de que las cosas jamás volverían a ser las mismas... Yo le quería.
Maldito cariño hacia las personas, eso siempre nos detenía a seguir nuestros propios caminos y había aprendido eso con él, por eso me había condenado a mí misma a no volver a encariñarme a nadie y me estaba costando tanto aceptar lo que sentía por las personas que me rodeaban ahora, en especial con Lucciano. El amor hacia algunas personas te debilita tanto que pierdes la razón de ser y comienzas a tratarlos diferente y no como realmente se merecen, deseaba tanto gritarle y odiar a ese hechicero… Pero ahí estaba Stefano frente a mí, la única persona que había querido en toda mi vida. ¿Cómo iba a ser capaz de odiarlo?, ¿Cómo no me iban a doler todas esas palabras hirientes y llenas de ira hacia mí?
Un nudo se atravesó en mi garganta haciendo que me lastimase, debía gritar, llorar, reclamarle su ausencia y pedirle perdón también por haberlo decepcionado, deseaba tanto explicarle que no todo era como él creía y sobre todo rogarle por un abrazo para que por primera vez en muchos años deshacerme de todo el peso que sentía de mi soledad... Pero no lo hice, no tenía porque hacerlo. Ahora mi orgullo era más grande que todo el dolor que pudiera estar sintiendo.
Apenas dio la vuelta y decidí resistirme con todas mis fuerzas a esos impulsos que querían desbordarse sobre mí, estaba decidida a aguantar hasta que desapareciera de mi vista y llorar en cuanto se marchara. No iría tras él de nuevo ni iría a buscarlo después de hacerme más fuerte como tanto lo había planeado, esta vez no le rogaría que se quedase y por el amor que le tenía lo dejaría marchar aunque fuera con todo ese odio hacia mí.
Pero jamás se fue...
Mis ojos se abrieron ante la sorpresa de cómo había cambiado su rostro, sus ojos blancos lucían demasiado aterradores pero aun así no me marché.
-¿Qué te pasa...? –dije con una voz asustada antes de verlo acercarse y hablarme con un tono espantoso aunque no me estuviera gritando. Su voz al llegar a mis oídos se convirtió en un electrizante impulso escalofriante que recorrió todo mi cuerpo, mi instinto me lo advertía… tenía que huir. -Quédate ahí Stéfano. No... te me acerques. -apenas mi voz se escuchó en un susurro. Mi respiración comenzó a ser más marcada, pero no quería que oliera mi miedo. Di unos cuantos pasos de espalda por la orilla del mar mientras los pasos amenazantes del brujo se acercaban más hacia mí. ¿Enserio se atrevería a hacerme daño?
Mi cuerpo se paralizó en cuanto el brujo levantó su brazo y no pude alejarme más.
-No te atreverías… -me atreví a retarlo. Me rodeó lentamente mientras yo intentaba moverme y alejarme cuanto antes de ahí, pero mi cuerpo ya no me respondía. -¡PARA YA CON ESTO! –grité enojada al escuchar su orden de arrodillarme. ¿Por qué me rebajaría a eso?
Sentí mis piernas doblarse en contra de mi voluntad, luché por mantenerlas estiradas y no terminar arrodillándome ante él pero, luchar contra su magia requería de mucha fuerza y me hacía sentir cada vez más agotada.
Finalmente… caí.
-¿Por qué me haces esto? –mi fuerza física se había agotado y mis rodillas cayeron a la arena. Emocionalmente también me sentí agotada y mis lágrimas de tristeza pero a la vez de coraje no se pudieron ocultarse más. –Yo solo… quería buscarte… -confesé en voz suave y con la cabeza baja para que no me viera llorar. -…hubiera hecho lo que fuera para… dejar de ser débil y estar contigo. -traté de calmar mis sollozos y me quedé callada un momento para tomar un respiro hasta que se detuvieran mis lágrimas. Levanté mi cabeza y me armé de valor y coraje para mirarle a esa cara monstruosa a la que había cambiado repentinamente. -Tú me hiciste sentir débil… y ahora te odio por eso.
-NO-SOY-SU ESCLAVA... -levanté la voz ofendida ante tal afirmación de su parte. -...y no voy a permitir que me toques ni me hagas más daño nunca más ¿entendiste? -Sus palabras asegurando que me mataría me estaban doliendo aún más que cuando se había ido, él sabía perfecto que nadie nunca me había querido y que de no ser por él yo hubiera crecido como una niña sin cariño convirtiéndome en alguien totalmente diferente a lo que ahora era, probablemente de no ser por él desde hace mucho que yo ya estuviera muerta en medio de la calle. Él me había salvado una vez y había cambiado mi vida, pero a pesar de todo eso pareció no importarle.
La exasperación en mi rostro no podía ocultarse, sentía demasiada frustración por tratar de ocultar mi coraje y demostrarle que a pesar de que las cosas jamás volverían a ser las mismas... Yo le quería.
Maldito cariño hacia las personas, eso siempre nos detenía a seguir nuestros propios caminos y había aprendido eso con él, por eso me había condenado a mí misma a no volver a encariñarme a nadie y me estaba costando tanto aceptar lo que sentía por las personas que me rodeaban ahora, en especial con Lucciano. El amor hacia algunas personas te debilita tanto que pierdes la razón de ser y comienzas a tratarlos diferente y no como realmente se merecen, deseaba tanto gritarle y odiar a ese hechicero… Pero ahí estaba Stefano frente a mí, la única persona que había querido en toda mi vida. ¿Cómo iba a ser capaz de odiarlo?, ¿Cómo no me iban a doler todas esas palabras hirientes y llenas de ira hacia mí?
Un nudo se atravesó en mi garganta haciendo que me lastimase, debía gritar, llorar, reclamarle su ausencia y pedirle perdón también por haberlo decepcionado, deseaba tanto explicarle que no todo era como él creía y sobre todo rogarle por un abrazo para que por primera vez en muchos años deshacerme de todo el peso que sentía de mi soledad... Pero no lo hice, no tenía porque hacerlo. Ahora mi orgullo era más grande que todo el dolor que pudiera estar sintiendo.
Apenas dio la vuelta y decidí resistirme con todas mis fuerzas a esos impulsos que querían desbordarse sobre mí, estaba decidida a aguantar hasta que desapareciera de mi vista y llorar en cuanto se marchara. No iría tras él de nuevo ni iría a buscarlo después de hacerme más fuerte como tanto lo había planeado, esta vez no le rogaría que se quedase y por el amor que le tenía lo dejaría marchar aunque fuera con todo ese odio hacia mí.
Pero jamás se fue...
Mis ojos se abrieron ante la sorpresa de cómo había cambiado su rostro, sus ojos blancos lucían demasiado aterradores pero aun así no me marché.
-¿Qué te pasa...? –dije con una voz asustada antes de verlo acercarse y hablarme con un tono espantoso aunque no me estuviera gritando. Su voz al llegar a mis oídos se convirtió en un electrizante impulso escalofriante que recorrió todo mi cuerpo, mi instinto me lo advertía… tenía que huir. -Quédate ahí Stéfano. No... te me acerques. -apenas mi voz se escuchó en un susurro. Mi respiración comenzó a ser más marcada, pero no quería que oliera mi miedo. Di unos cuantos pasos de espalda por la orilla del mar mientras los pasos amenazantes del brujo se acercaban más hacia mí. ¿Enserio se atrevería a hacerme daño?
Mi cuerpo se paralizó en cuanto el brujo levantó su brazo y no pude alejarme más.
-No te atreverías… -me atreví a retarlo. Me rodeó lentamente mientras yo intentaba moverme y alejarme cuanto antes de ahí, pero mi cuerpo ya no me respondía. -¡PARA YA CON ESTO! –grité enojada al escuchar su orden de arrodillarme. ¿Por qué me rebajaría a eso?
Sentí mis piernas doblarse en contra de mi voluntad, luché por mantenerlas estiradas y no terminar arrodillándome ante él pero, luchar contra su magia requería de mucha fuerza y me hacía sentir cada vez más agotada.
Finalmente… caí.
-¿Por qué me haces esto? –mi fuerza física se había agotado y mis rodillas cayeron a la arena. Emocionalmente también me sentí agotada y mis lágrimas de tristeza pero a la vez de coraje no se pudieron ocultarse más. –Yo solo… quería buscarte… -confesé en voz suave y con la cabeza baja para que no me viera llorar. -…hubiera hecho lo que fuera para… dejar de ser débil y estar contigo. -traté de calmar mis sollozos y me quedé callada un momento para tomar un respiro hasta que se detuvieran mis lágrimas. Levanté mi cabeza y me armé de valor y coraje para mirarle a esa cara monstruosa a la que había cambiado repentinamente. -Tú me hiciste sentir débil… y ahora te odio por eso.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Los ojos de Stéfano se volvieron blancos, la voz susurrante del espectro cruzó de plano. —Ahora, libérate Stéfano, se libre —se escuchaba de forma gutural. Las palabras de Lilith no llegaron al corazón corrupto, oscuro y perdido del hombre que alguna vez conoció.
—…y ahora te odio por eso —las palabras llenas de puro rencor atravesaron la defensa del espectro, Stéfano se tambaleó y el poder de dominación que ejercía sobre ella se desvaneció. Luego, simplemente cayó de cuclillas sobre la arena, cogió con sus puños una gran cantidad y lágrimas salieron de su rostro.
—Nadie es capaz de odiarme como me odio a mí mismo y ya veo que aunque te condene Lucciano no existirá otra persona que te haga más daño que yo. Al final Lilith, fue lo mejor irme. Hasta el día de hoy vivía arrepentido por haberte dejado, habías decidido acompañarme porque me amabas y yo te traicioné; creí que fue egoísmo mío. Pero ahora lo veo claro. Mi destino no está enlazado con el tuyo, pero te puedo asegurar algo, el amor que siento por ti nunca se marchitará como si lo hará mi piel cuando alcance la vejez, aunque para serte sincero, mi corazón está tan oscuro y podrido que no creo vivir por mucho tiempo —la miró a los ojos, la sombra del espectro crecía alrededor de él como un enorme monstruo.
Stéfano se puso de pie y dio unos pasos hacía ella para ayudarla a reincorporarse, mas se detuvo antes de que ella lo rechazara. —Que ironía, unos vampiros mataron a mi familia, me quitaron lo que valía tanto para mí. Y ahora, otro te llevará a ti. Esa maldita raza me lo ha quitado todo —no había furia en su voz, había tristeza, una muy profunda tristeza. —Quisiera creerte Lilith, que no eres su esclava, que tus sentimientos por él son puros. Pero yo no creo en ellos y tienen el poder para implantar recuerdos falsos en las personas, dominan sus mentes y consiguen obligar al corazón a amarles y los dueños de esos corazones y mentes piensan que realmente son amados y ese sentimiento es puro. Yo no creo en él y tu tampoco deberías de hacerlo —soltó un suspiro—, que más da, tal vez aunque tus sentimientos por él sean creados, no quita el hecho de que sientas comodidad, tal vez vivir engañada no sea del todo malo. Te envidio, ojalá encuentre a alguien que me haga sentir lo que sientes por él, que pueda aminorar el dolor que me resulta haberte perdido. Soy más malvado que él y no estoy sólo, un espectro viaja conmigo, mi única compañía, mi consejera y lo único que tengo en este mundo. Dios te salve Lilith, que yo fracasé en hacerte feliz —el espectro se colocó a un lado del hechicero y movió la mano de Stéfano, éste no opuso resistencia, alzó su rostro y miro el mar—. Que bello es, uno de mis deseos cuando estábamos juntos era traerte al mar, que navegaremos juntos a un lugar lejano, quizás America, já, la fantasía de un niño.
—…y ahora te odio por eso —las palabras llenas de puro rencor atravesaron la defensa del espectro, Stéfano se tambaleó y el poder de dominación que ejercía sobre ella se desvaneció. Luego, simplemente cayó de cuclillas sobre la arena, cogió con sus puños una gran cantidad y lágrimas salieron de su rostro.
—Nadie es capaz de odiarme como me odio a mí mismo y ya veo que aunque te condene Lucciano no existirá otra persona que te haga más daño que yo. Al final Lilith, fue lo mejor irme. Hasta el día de hoy vivía arrepentido por haberte dejado, habías decidido acompañarme porque me amabas y yo te traicioné; creí que fue egoísmo mío. Pero ahora lo veo claro. Mi destino no está enlazado con el tuyo, pero te puedo asegurar algo, el amor que siento por ti nunca se marchitará como si lo hará mi piel cuando alcance la vejez, aunque para serte sincero, mi corazón está tan oscuro y podrido que no creo vivir por mucho tiempo —la miró a los ojos, la sombra del espectro crecía alrededor de él como un enorme monstruo.
Stéfano se puso de pie y dio unos pasos hacía ella para ayudarla a reincorporarse, mas se detuvo antes de que ella lo rechazara. —Que ironía, unos vampiros mataron a mi familia, me quitaron lo que valía tanto para mí. Y ahora, otro te llevará a ti. Esa maldita raza me lo ha quitado todo —no había furia en su voz, había tristeza, una muy profunda tristeza. —Quisiera creerte Lilith, que no eres su esclava, que tus sentimientos por él son puros. Pero yo no creo en ellos y tienen el poder para implantar recuerdos falsos en las personas, dominan sus mentes y consiguen obligar al corazón a amarles y los dueños de esos corazones y mentes piensan que realmente son amados y ese sentimiento es puro. Yo no creo en él y tu tampoco deberías de hacerlo —soltó un suspiro—, que más da, tal vez aunque tus sentimientos por él sean creados, no quita el hecho de que sientas comodidad, tal vez vivir engañada no sea del todo malo. Te envidio, ojalá encuentre a alguien que me haga sentir lo que sientes por él, que pueda aminorar el dolor que me resulta haberte perdido. Soy más malvado que él y no estoy sólo, un espectro viaja conmigo, mi única compañía, mi consejera y lo único que tengo en este mundo. Dios te salve Lilith, que yo fracasé en hacerte feliz —el espectro se colocó a un lado del hechicero y movió la mano de Stéfano, éste no opuso resistencia, alzó su rostro y miro el mar—. Que bello es, uno de mis deseos cuando estábamos juntos era traerte al mar, que navegaremos juntos a un lugar lejano, quizás America, já, la fantasía de un niño.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
La voz llena de odio y que me provocaba escalofríos apareció nuevamente por un instante, pero mi dolor ni mi rencor me permitieron prestarle atención a sus palabras aún y cuando el hombre cayó a la arena.
Lo vi llorar y por un instante mi corazón se suavizó y me provocó verlo con lástima como si se tratara de un pobre cachorro mientras parecía darme de una vez por todas la explicación que había estado esperando por tantos años, pero no podía confiarme. El brujo ya no me hacía sentir segura como antes.
Se acercó a mí con intención de ayudar pero sin poder controlar la reacción de mi cuerpo inmediatamente me dejé caer hacia atrás arrastrándome con mis manos para alejarme de él, inconcientemente le temía y lo quería lejos.
Lo vi a los ojos para buscar algún rastro de sinceridad en sus palabras y sorpresivamente ya no había nada que me causara pavor. ¿Debía confiar en su perdón y la tristeza que todo eso le provocaba?
“…tienen el poder para implantar recuerdos falsos en las personas, dominan sus mentes.” No tenía el coraje para negar eso, yo lo había visto con mis propios ojos muchas veces en las que había acompañado a Lucciano. Había controlado los recuerdos de aquella mujer en el orfanato cuando se vio obligado a matar a un niño neófito, de igual manera lo había hecho para salvar nuestras vidas en alguna ocasión, pero… ¿Conmigo?
-…no, él jamás sería capaz de eso. Me lo ha prometido. –dije en voz baja mientras me levantaba de la arena pero notoria inseguridad en mi voz. El vampiro ya me había engañado más de una vez para contrarrestar mi rebeldía y usar mi cuerpo a su antojo para que dejara de moverme o hiciera algo por él, había manipulado mi cuerpo en múltiples ocasiones tanto para su conveniencia como para salvarnos a ambos de aquél incidente con los inquisidores. ¿Qué me garantizaba que no lo hiciera con mi sentimientos?, ¿Por qué no habría de hacerlo? Estaba casi segura de que no lo haría pero, ¿Porque? No tenía ninguna razón para creerlo.
Comencé a ver hacia distintas direcciones confusa como si de alguna forma aquello me diera una respuesta, pero nada me respondía… sabía que él tenía razón.
Las sospechas de que algo más estaba con él fueron aclaradas por fin. Abrí los ojos sorprendida ante tal confesión y me quedé muda al darme cuenta de todos los malos entendidos que pudimos haber tenido desde siempre. ¿Desde hace cuánto estaba ese espectro con él? Mas ideas confusas en mi cabeza y de pronto un deseo enorme de volver a confiar en él nuevamente, pero esta vez con cautela.
-Espera… -solté antes de que el brujo mirara ese bello mar que tanto me encantaba de igual manera. –Lo sé… y me hubiera encantado ir. Este es mi lugar favorito en todo el lugar. –confesé después de escuchar esos sueños tristemente frustrados que se habían quedado tan solo en un “hubiera”.
Crucé mis brazos sosteniéndolos fuertemente como si aún tratara de seguir escondiéndome, tímidamente. –Yo… he venido aquí siempre que me siento desesperada y débil. Fue aquí en este lugar donde me fui curando el alma después de tu partida tratando de entender. También donde… -me detuve bruscamente pensando si de verdad valía la pena explicarle durante mi estancia en el burdel. Suspiré y decidí continuar. –Stéfano, yo solo quería ser más fuerte, no soporto seguir siendo una débil humana a la que todos pueden humillar… bailar en ese burdel era la forma más sencilla de conseguir a alguien que me pudiera ayudar y no sabes lo desagradable que era cuando alguien no lo entendía e intentaban propasarse conmigo. ¡Estaba sola! –alcé mi voz harta al cielo y solté mis brazos bruscamente liberando la energía acumulada. -…siempre he estado sola y he tenido que acostumbrarme a eso tirando mis lágrimas en el mar, aquí puedo ser débil. –me avergoncé un poco de mis palabras, la debilidad era algo que ya no me permitía mostrar a la gente pero ¿Qué podía esconderle yo a ese brujo que no conociera ya de mí?
-Luego llegó él... Pero se ha ido por unos meses y no quise acompañarle porque sabía que si lo hacía me acostumbraría demasiado. –Por primera vez había confesado los temores que tanto guardaba para mis adentros en voz alta. -…y yo no quiero repetir de nuevo todo el dolor que ya pasé contigo.
Intenté dar un paso adelante para acercarme a Stéfano, pero apenas di un paso y decidí arrastrar mi pie nuevamente hacia atrás, el conocimiento sobre la presencia de aquel espectro me atemorizaba un poco. ¿Qué sería capaz de hacer él en contra mía o de Stéfano?
-¿A dónde irás ahora? Seguro te siguen buscando… no seguirás huyendo, ¿verdad? –me mostré preocupada. Si bien nuestro primer encuentro después de tantos años no había sido tan agradable y aún mantenía la guardia alta, el hecho de que su vida estuviera en peligro aún me tenía inquieta.
Lo vi llorar y por un instante mi corazón se suavizó y me provocó verlo con lástima como si se tratara de un pobre cachorro mientras parecía darme de una vez por todas la explicación que había estado esperando por tantos años, pero no podía confiarme. El brujo ya no me hacía sentir segura como antes.
Se acercó a mí con intención de ayudar pero sin poder controlar la reacción de mi cuerpo inmediatamente me dejé caer hacia atrás arrastrándome con mis manos para alejarme de él, inconcientemente le temía y lo quería lejos.
Lo vi a los ojos para buscar algún rastro de sinceridad en sus palabras y sorpresivamente ya no había nada que me causara pavor. ¿Debía confiar en su perdón y la tristeza que todo eso le provocaba?
“…tienen el poder para implantar recuerdos falsos en las personas, dominan sus mentes.” No tenía el coraje para negar eso, yo lo había visto con mis propios ojos muchas veces en las que había acompañado a Lucciano. Había controlado los recuerdos de aquella mujer en el orfanato cuando se vio obligado a matar a un niño neófito, de igual manera lo había hecho para salvar nuestras vidas en alguna ocasión, pero… ¿Conmigo?
-…no, él jamás sería capaz de eso. Me lo ha prometido. –dije en voz baja mientras me levantaba de la arena pero notoria inseguridad en mi voz. El vampiro ya me había engañado más de una vez para contrarrestar mi rebeldía y usar mi cuerpo a su antojo para que dejara de moverme o hiciera algo por él, había manipulado mi cuerpo en múltiples ocasiones tanto para su conveniencia como para salvarnos a ambos de aquél incidente con los inquisidores. ¿Qué me garantizaba que no lo hiciera con mi sentimientos?, ¿Por qué no habría de hacerlo? Estaba casi segura de que no lo haría pero, ¿Porque? No tenía ninguna razón para creerlo.
Comencé a ver hacia distintas direcciones confusa como si de alguna forma aquello me diera una respuesta, pero nada me respondía… sabía que él tenía razón.
Las sospechas de que algo más estaba con él fueron aclaradas por fin. Abrí los ojos sorprendida ante tal confesión y me quedé muda al darme cuenta de todos los malos entendidos que pudimos haber tenido desde siempre. ¿Desde hace cuánto estaba ese espectro con él? Mas ideas confusas en mi cabeza y de pronto un deseo enorme de volver a confiar en él nuevamente, pero esta vez con cautela.
-Espera… -solté antes de que el brujo mirara ese bello mar que tanto me encantaba de igual manera. –Lo sé… y me hubiera encantado ir. Este es mi lugar favorito en todo el lugar. –confesé después de escuchar esos sueños tristemente frustrados que se habían quedado tan solo en un “hubiera”.
Crucé mis brazos sosteniéndolos fuertemente como si aún tratara de seguir escondiéndome, tímidamente. –Yo… he venido aquí siempre que me siento desesperada y débil. Fue aquí en este lugar donde me fui curando el alma después de tu partida tratando de entender. También donde… -me detuve bruscamente pensando si de verdad valía la pena explicarle durante mi estancia en el burdel. Suspiré y decidí continuar. –Stéfano, yo solo quería ser más fuerte, no soporto seguir siendo una débil humana a la que todos pueden humillar… bailar en ese burdel era la forma más sencilla de conseguir a alguien que me pudiera ayudar y no sabes lo desagradable que era cuando alguien no lo entendía e intentaban propasarse conmigo. ¡Estaba sola! –alcé mi voz harta al cielo y solté mis brazos bruscamente liberando la energía acumulada. -…siempre he estado sola y he tenido que acostumbrarme a eso tirando mis lágrimas en el mar, aquí puedo ser débil. –me avergoncé un poco de mis palabras, la debilidad era algo que ya no me permitía mostrar a la gente pero ¿Qué podía esconderle yo a ese brujo que no conociera ya de mí?
-Luego llegó él... Pero se ha ido por unos meses y no quise acompañarle porque sabía que si lo hacía me acostumbraría demasiado. –Por primera vez había confesado los temores que tanto guardaba para mis adentros en voz alta. -…y yo no quiero repetir de nuevo todo el dolor que ya pasé contigo.
Intenté dar un paso adelante para acercarme a Stéfano, pero apenas di un paso y decidí arrastrar mi pie nuevamente hacia atrás, el conocimiento sobre la presencia de aquel espectro me atemorizaba un poco. ¿Qué sería capaz de hacer él en contra mía o de Stéfano?
-¿A dónde irás ahora? Seguro te siguen buscando… no seguirás huyendo, ¿verdad? –me mostré preocupada. Si bien nuestro primer encuentro después de tantos años no había sido tan agradable y aún mantenía la guardia alta, el hecho de que su vida estuviera en peligro aún me tenía inquieta.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Llevó sus manos los bolsillos mientras dejaba que la brisa y las palabras femeninas llegaran a él. —El burdel como medio de buscar ayuda… —dijo en un suspiro mientras negaba con la cabeza apretando sus labios—, eso está mal —concluyó pero no le miraba a los ojos, seguía viendo la mar en una búsqueda anhelante de la quietud que seguramente Lilith obtenía al venir a desahogarse en este aparente lugar solo—. Buscabas una salida a tu realidad, por eso ese vampiro te conquistó, porque era diferente, no era humano y sólo Dios sabe que ha sucedido entre ustedes en el tiempo antes de mi llegada —Stéfano caminó unos pasos hacía la mar, las olas tocaron sus zapatos él alzó la vista a los cielos.
—No quieres vivir entonces. Lilith, la vida está llena de dolores —bajó la mirada al agua y luego se giró hacía ella—. Yo me arriesgaría nuevamente a amar para compartir el dolor y así se abran los caminos felices, efímeros, pero no por eso felices. Pero Lilith, la eternidad es muy larga y no encontraras una felicidad allí, no hay nada más hermoso que la vida humana —le sonrió con la esperanza de que ella le devolviera la sonrisa, le gustaría verla sonreír pero la única sonrisa que le vio salir de sus labios fue cuando estaba con Lucciano y eso le dolió, una lágrima se formó en su iris y cerró los ojos para que se derramara por su mejilla hasta que desapareciera de su rostro. El espectro, dio a la escena un teatro aterrador cuando la lágrima a medio camino se evaporó y de ese vapor extrañamente gris se formó un rostro macabro.
—Seguiré en París Lilith, me voy hacer inquisidor. Sólo así podré cuidarte, sólo así, si decides volverte una vampiro podré protegerte de esos lunáticos. Seré un perro de la iglesia —Stéfano extendió su brazo derecho a ella como si la llamara, él no podía acercarse porque le temía y del mismo modo sabía que no iría a él—. Creo que es tiempo de marcharme, si tengo suerte podré verte muy de cerca, pero créeme, será circunstancial. Mañana me presentaré a la cede de París para ser registrado como uno de esos inquisidores malditos —sonrió de lado y bajó su brazo.
—Te amo… —susurró mientras el espectro reía en el viento.
—No quieres vivir entonces. Lilith, la vida está llena de dolores —bajó la mirada al agua y luego se giró hacía ella—. Yo me arriesgaría nuevamente a amar para compartir el dolor y así se abran los caminos felices, efímeros, pero no por eso felices. Pero Lilith, la eternidad es muy larga y no encontraras una felicidad allí, no hay nada más hermoso que la vida humana —le sonrió con la esperanza de que ella le devolviera la sonrisa, le gustaría verla sonreír pero la única sonrisa que le vio salir de sus labios fue cuando estaba con Lucciano y eso le dolió, una lágrima se formó en su iris y cerró los ojos para que se derramara por su mejilla hasta que desapareciera de su rostro. El espectro, dio a la escena un teatro aterrador cuando la lágrima a medio camino se evaporó y de ese vapor extrañamente gris se formó un rostro macabro.
—Seguiré en París Lilith, me voy hacer inquisidor. Sólo así podré cuidarte, sólo así, si decides volverte una vampiro podré protegerte de esos lunáticos. Seré un perro de la iglesia —Stéfano extendió su brazo derecho a ella como si la llamara, él no podía acercarse porque le temía y del mismo modo sabía que no iría a él—. Creo que es tiempo de marcharme, si tengo suerte podré verte muy de cerca, pero créeme, será circunstancial. Mañana me presentaré a la cede de París para ser registrado como uno de esos inquisidores malditos —sonrió de lado y bajó su brazo.
—Te amo… —susurró mientras el espectro reía en el viento.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Mis palabras seguían justificando el porque de mis pasos, segura de cada una de mis decisiones tomadas en el pasado y sin ningún tipo de arrepentimiento, pero en su rostro notaba el total desinterés, su mirada de lástima me penetraba como una estaca en el pecho mientras seguía negando con la cabeza rechazando las decisiones que había tomado como si estuviera ante una pobre alma perdida.
-Dios. Jm... –me reí al escuchar esa palabra en voz baja y de forma sarcástica apretando los labios y desviando la mirada. ¿Como se atrevía a mencionar a ese personaje que tanto nos estaba jodiendo la vida?
Pasó a mi lado dejando su rastro de aroma que se asemejaba a la tierra mojada, mis ojos se cerraron embriagados por el olor esperando a tenerlo mas cerca y deseando poder abrazarlo para sentir ese nuevo cuerpo que se había apoderado del adolescente que yo habia conocido. Sentí la necesidad de conocerlo de nuevo...
El hechicero siguió su camino hasta fundir sus extremidades con el agua, mis ojos se abrieron para poder seguirlo y poder contemplar su cuerpo pero lo miré con tristeza. Era tan difícil aceptar que ya no estábamos de acuerdo en todo como hace algunos ayeres, nada de lo que dijera me cambiaría el pensamiento y por mas que intentara yo no podía entender su argumento de la “hermosa vida” de la que él tanto hablaba ¿Por qué el simplemente no quería que yo fuera mas fuerte?
Ahora lo sentía como si estuviera en mi contra. Me sentí sola de nuevo.
Sus ojos parecían tornarse llorosos ocasionando que mi piel se enchinara, temiendo que su mirada me conmoviera y me convirtiera en su esclava. Tuve que desviar la mirada y prestarle atención a una insignificante concha enterrada en la arena para no dejarme llevar y luego quebrarme, en el peor de los casos acceder a todo lo que él me pidiera por un instante al detenerme en esos bellos ojos negros que siempre me habían dominado.
El sol ya estaba colocado por completo en los cielos y el calor de la tarde comenzaba a hacerse notar en las pieles, pero a pesar de eso una brisa helada se apoderó de la nada. Mi cuerpo tembló y sentí la misma temperatura helada que hace rato ya había experimentado... Sabía lo que eso significaba.
Mis brazos actuaron de abrigo alrededor de mi cuerpo cubriéndome en un abrazo para protegerme de ese incómodo escalofrío. Le dirigí a Stéfano una mirada de terror pensando que aquél espectro que había mencionado antes le dominaría de nuevo.
-Yo no necesito... que me protejas. -mi voz disminuía el volumen con cada palabra. Traté de mantenerme fuerte pero lo cierto era que le temía a esa extraña aura que le acompañaba, no la quería cerca de mi nuevamente.
Como si fuera un impulso y sin pensarlo mi pie dio un paso hacia atrás en cuanto él extendió su brazo, no lo tocaría mientras tuviera tan cerca aquella presencia.
-…no tienes que hacerlo. –rogué por última vez convencida de que no podría persuadirlo ahora que eramos tan contrarios, pero tenía que hacer el intento. -Si piensas que los vampiros son malos, aquellas bestias de la iglesia son peores... Me ha tocado enfrentarlas con Lucciano y casi hemos muerto en sus manos. –las palabras resbalaron solas por mi boca sin pasar por un filtro en mi mente. -…si ellos se enteran de ESA COSA que te acompaña… -el tono despectivo hacía el espectro se hacía notar en mi voz. -...por favor, no lo hagas.
Miré detenidamente su mano deseando tomarla, quería volver a tocarlo pero la sensación tétrica que mi débil percepción humana sentía me impedía arriesgarme y pasar aquella humillación una vez más.
Aquella declaración había sido muy clara a pesar de que las hubiera dicho en voz baja, fueron esas palabras que expresó en un susurro las que finalmente me derrumbaron, eran palabras que hace años no escuchaba y las que al final me terminaron quebrando.
-…no quiero perderte de nuevo. –Mi voz quebrantada hizo un último ruego antes de que diera un paso mas lejos sin saber cuando podría volver a verlo.
-Dios. Jm... –me reí al escuchar esa palabra en voz baja y de forma sarcástica apretando los labios y desviando la mirada. ¿Como se atrevía a mencionar a ese personaje que tanto nos estaba jodiendo la vida?
Pasó a mi lado dejando su rastro de aroma que se asemejaba a la tierra mojada, mis ojos se cerraron embriagados por el olor esperando a tenerlo mas cerca y deseando poder abrazarlo para sentir ese nuevo cuerpo que se había apoderado del adolescente que yo habia conocido. Sentí la necesidad de conocerlo de nuevo...
El hechicero siguió su camino hasta fundir sus extremidades con el agua, mis ojos se abrieron para poder seguirlo y poder contemplar su cuerpo pero lo miré con tristeza. Era tan difícil aceptar que ya no estábamos de acuerdo en todo como hace algunos ayeres, nada de lo que dijera me cambiaría el pensamiento y por mas que intentara yo no podía entender su argumento de la “hermosa vida” de la que él tanto hablaba ¿Por qué el simplemente no quería que yo fuera mas fuerte?
Ahora lo sentía como si estuviera en mi contra. Me sentí sola de nuevo.
Sus ojos parecían tornarse llorosos ocasionando que mi piel se enchinara, temiendo que su mirada me conmoviera y me convirtiera en su esclava. Tuve que desviar la mirada y prestarle atención a una insignificante concha enterrada en la arena para no dejarme llevar y luego quebrarme, en el peor de los casos acceder a todo lo que él me pidiera por un instante al detenerme en esos bellos ojos negros que siempre me habían dominado.
El sol ya estaba colocado por completo en los cielos y el calor de la tarde comenzaba a hacerse notar en las pieles, pero a pesar de eso una brisa helada se apoderó de la nada. Mi cuerpo tembló y sentí la misma temperatura helada que hace rato ya había experimentado... Sabía lo que eso significaba.
Mis brazos actuaron de abrigo alrededor de mi cuerpo cubriéndome en un abrazo para protegerme de ese incómodo escalofrío. Le dirigí a Stéfano una mirada de terror pensando que aquél espectro que había mencionado antes le dominaría de nuevo.
-Yo no necesito... que me protejas. -mi voz disminuía el volumen con cada palabra. Traté de mantenerme fuerte pero lo cierto era que le temía a esa extraña aura que le acompañaba, no la quería cerca de mi nuevamente.
Como si fuera un impulso y sin pensarlo mi pie dio un paso hacia atrás en cuanto él extendió su brazo, no lo tocaría mientras tuviera tan cerca aquella presencia.
-…no tienes que hacerlo. –rogué por última vez convencida de que no podría persuadirlo ahora que eramos tan contrarios, pero tenía que hacer el intento. -Si piensas que los vampiros son malos, aquellas bestias de la iglesia son peores... Me ha tocado enfrentarlas con Lucciano y casi hemos muerto en sus manos. –las palabras resbalaron solas por mi boca sin pasar por un filtro en mi mente. -…si ellos se enteran de ESA COSA que te acompaña… -el tono despectivo hacía el espectro se hacía notar en mi voz. -...por favor, no lo hagas.
Miré detenidamente su mano deseando tomarla, quería volver a tocarlo pero la sensación tétrica que mi débil percepción humana sentía me impedía arriesgarme y pasar aquella humillación una vez más.
Aquella declaración había sido muy clara a pesar de que las hubiera dicho en voz baja, fueron esas palabras que expresó en un susurro las que finalmente me derrumbaron, eran palabras que hace años no escuchaba y las que al final me terminaron quebrando.
-…no quiero perderte de nuevo. –Mi voz quebrantada hizo un último ruego antes de que diera un paso mas lejos sin saber cuando podría volver a verlo.
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Algo le impedía irse, no era el espectro. Stéfano no podía soportar el hecho de que viviera con un vampiro y sobre todo ¿qué peleara con él? —Luchar junto a él.. . ¿eh! —dijo en un tono decepcionante y con su mirada perdida en la quietud del mar. Cerró sus ojos y respiró la brisa marina buscando el sosiego que no conseguía en ese momento—, luchar contra mortales inquisidores por defender a un vampiro —apretó sus labios alzando su rostro al cielo pero con sus ojos aún cerrados—. Eso está mal —soltó un suspiro muy lento y totalmente desencantado. Ese Lucciano la estaba usando, ¡MALDICIÓN! cómo es que no lo sospeche siquiera, ¿acaso es estúpida?, o él es tan poderoso que le nubla toda razón. Quizás estaba en desacuerdo con la Inquisición pero no existía mayor mal que un vampiro. Stéfano pensaba en los licántropos, desdichados hombres que pierden el control en una sola noche, los cambiantes que a su voluntad controlan su naturaleza, pero los vampiro, ellos controlan la voluntad de otros y eso no lo perdonaba y mucho menos cuando lo hacían con la mujer que amaba.
Pensó un momento antes de argumentar su decisión de unirse a esa orden de asesinos al servicio de la Iglesia. Abrió sus ojos y la miró, su belleza no tenía igualdad y casi se echó a llorar. ¿Lo haría para tener toda la información de Lucciano y matarlo por su propia mano, o mejor dicho con sus poderes? Lamentaría el haber tocado a Lilith... pero ¡maldición!, ¿podría Lucciano ser sincero con ella, tener lo que no tienen... humanidad? Era un dilema que lo asfixiaba. El silencio se fue prolongado y ahí estaban los dos mirándose, como dos desconocidos que desconfiaban el uno del otro. Pero al fin encontró las palabras.
—Seré inquisidor porque estoy cansado de huir. Seré inquisidor porque aunque me rechaces ellos no podrán tocarte. Seré inquisidor porque quiero destruir el mal, no ser un juez pero con el libre albeldrio para perdonar o ejecutar. Seré inquisidor porque estoy destinado a hacerlo —cerca de Stéfano había una roca alta donde tomó asiento. Cogió un puñado de arena y dejó que ésta se desvaneciera en su mano—, ellos saben de la existencia del espectro, por él estoy con vida. El espectro es muy valioso para la iglesia y no pueden asesinarme porque está atado a mí, él y yo somos compartimos el mismo cuerpo —como una sombra el espectro creció a espaldas de Stéfano, mostrándose en todo su esplendor, con la nitidez con la que Stéfano lo veía.
Stéfano alzó el rostro invadido por un silencioso llanto— día a día lucho contra el espectro. Estoy desesperado Lilith. Soy un nigromante, la muerte es parte de mi, soy maldad y estoy perdiendo el control sobre el espectro, ya lo viste tu. Solamente una alma puede ocupar un cuerpo —apareció una sonrisa triste, las lágrimas dejaron de salir escondiéndose en las comisuras de sus labios; se levantó y arrojó aire, como un alivio a todo ese dolor que tenía. Deseaba abrazar a Lilith, lo deseaba tanto que casi un arrebato le hizo lanzarse sobre ella, pero sólo dio un paso, luego se detuvo y suspiró—. ¿Lo entiendes? —el espectro desapareció, se desplazó hacía Stéfano escondiéndose bajo su sombra—, la inquisición quiere al espectro y sí ellos me ayudan a controlarlo... podré conservar mi cuerpo. No tengo otro camino Lilith, mi alma es una tenue luz frente a un enorme faro que representa al espectro —no dijo más, su boca quedó entreabierta como si anunciara que tenía algo más que decir, mas sólo el silencio salió de sus labios.
Pensó un momento antes de argumentar su decisión de unirse a esa orden de asesinos al servicio de la Iglesia. Abrió sus ojos y la miró, su belleza no tenía igualdad y casi se echó a llorar. ¿Lo haría para tener toda la información de Lucciano y matarlo por su propia mano, o mejor dicho con sus poderes? Lamentaría el haber tocado a Lilith... pero ¡maldición!, ¿podría Lucciano ser sincero con ella, tener lo que no tienen... humanidad? Era un dilema que lo asfixiaba. El silencio se fue prolongado y ahí estaban los dos mirándose, como dos desconocidos que desconfiaban el uno del otro. Pero al fin encontró las palabras.
—Seré inquisidor porque estoy cansado de huir. Seré inquisidor porque aunque me rechaces ellos no podrán tocarte. Seré inquisidor porque quiero destruir el mal, no ser un juez pero con el libre albeldrio para perdonar o ejecutar. Seré inquisidor porque estoy destinado a hacerlo —cerca de Stéfano había una roca alta donde tomó asiento. Cogió un puñado de arena y dejó que ésta se desvaneciera en su mano—, ellos saben de la existencia del espectro, por él estoy con vida. El espectro es muy valioso para la iglesia y no pueden asesinarme porque está atado a mí, él y yo somos compartimos el mismo cuerpo —como una sombra el espectro creció a espaldas de Stéfano, mostrándose en todo su esplendor, con la nitidez con la que Stéfano lo veía.
Stéfano alzó el rostro invadido por un silencioso llanto— día a día lucho contra el espectro. Estoy desesperado Lilith. Soy un nigromante, la muerte es parte de mi, soy maldad y estoy perdiendo el control sobre el espectro, ya lo viste tu. Solamente una alma puede ocupar un cuerpo —apareció una sonrisa triste, las lágrimas dejaron de salir escondiéndose en las comisuras de sus labios; se levantó y arrojó aire, como un alivio a todo ese dolor que tenía. Deseaba abrazar a Lilith, lo deseaba tanto que casi un arrebato le hizo lanzarse sobre ella, pero sólo dio un paso, luego se detuvo y suspiró—. ¿Lo entiendes? —el espectro desapareció, se desplazó hacía Stéfano escondiéndose bajo su sombra—, la inquisición quiere al espectro y sí ellos me ayudan a controlarlo... podré conservar mi cuerpo. No tengo otro camino Lilith, mi alma es una tenue luz frente a un enorme faro que representa al espectro —no dijo más, su boca quedó entreabierta como si anunciara que tenía algo más que decir, mas sólo el silencio salió de sus labios.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/08/2014
Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
La angustia iba en aumento mientras escuché sus palabras, sabía que su decisión ya estaba tomada desde el momento en que me la había hecho saber, siempre había sido así y poco había que hacer para hacerlo cambiar de opinión.
Había tanta desdicha en su rostro que me olvidé de todo el daño que alguna vez me había hecho. Mi corazón recordó todo ese amor que había sentido por él alguna vez lo cual me hizo enternecerme y olvidar todo sin ningún rencor.
Caminé hacia la roca en donde se hallaba sentado para ponerme frente a él y poder regalarle un abrazo que lo tranquilizara aunque fuera por un momento, sin embargo no logré acercarme tanto hacia Stéfano. De inmediato y apenas levanté un brazo, la sombra celosa hizo su aparición cuidando las espaldas del brujo a sabiendas de que yo no querría estar cerca de ella. Dejé caer mi brazo de nuevo y me mantuve a la margen temerosa de lo que fuera capás de hacer el espectro.
A pesar de que ese ser obscuro careciera de ojos, mi instinto me advertía que estaba siendo vigilada por su "mirada" amenazadora cuidando cada paso que daba como si estuviera lista para poder habitar de nuevo el cuerpo de el brujo en cualquier momento mientras se mostraba débil. Pude entender entonces un poco sobre ella y su forma de trabajar.
Me sobresalté un poco en cuanto él se puso de pie, sin embargo de inmediato recobré mi tranquilidad y me sentí mejor en cuanto el espectro volvió a esconderse, sabía que seguiría presente aunque, el hecho de no verlo me daba la confianza para no salir huyendo ni alejarme de Stéfano el cual lucía mas calmado.
Tenía deseos de abrazarlo, tan sólo tenía que ir a paso lento para asegurarme que todo estaría bien y que poco a poco el miedo iba a ir desvaneciendo. Mis pies lentamente lo siguieron hasta donde estaba como si fueran imanes atraidos por él, los ojos obscuros y cristalinos de aquél brujo aún lo lograban todo dentro de mí después de tantos años.
-¿Hay… algo más? –pregunté al ver su rostro pensativo sin poder decidir si seguir hablando o no. –Stéfano… Sigues corriendo peligro, ¿No es así? –mis ojos asustados lo miraron esperando saber la respuesta de lo que todavía se estaba guardando.
Me acerqué un poco más a él esperando a que nada malo pasara, con la esperanza de encontrarme por vez primera frente a frente con Stéfano y no con la bestia que había conocido hace un rato.
-Tengo miedo a perderte de nuevo... -susurré una vez que estuve lo suficientemente cerca y levantando mi mano en dirección a su frente esperando poder tocarlo. -Por favor, déjame ayudarte esta vez, no me abandones de nuevo ahora que ya te he encontrado. -Una sonrisa tímida se dibujó en mi rostro apelando a mis palabras.
Mis dedos rozaron la piel de su rostro sin ningún problema sintiendo un enorme alivio dentro de mi pecho, la confianza podía estar regresando y finalmente pude tomar su cara entre las palmas de mis manos. Acaricié sus mejillas con mis pulgares y luego rocé sus labios con mis dedos de igual forma, quería sentirlo en mis manos para estar segura de nuevo que aquello estaba pasando.
¡Realmente era él quien estaba frente a mis ojos y ahora lo estaba tocando! En ese momento entendí que ahora que podía tenerlo de nuevo conmigo no sería capás de perderlo otra vez, ni siquiera por un espectro que al parecer se aprovechaba de sus momentos negativos. No permitiría que Stéfano me hiciera a un lado otra vez.
-De joven siempre pensé que éramos como almas gemelas, tan similares en muchas cosas… -sonreí. –…y así como tu serías capás de todo por protegerme, yo también quiero que confíes en mi. –mi voz se tornó seria antes de proseguir, pero sin deseos de soltarlo. –Stéfano… tú crees que “él” te salvó la vida pero tan solo te ha causado problemas. -traté de hablarlo de manera calmada para que no se alterara y poder lograr que me entendiera, sabía que cualquier movimiento en falso podría hacer que se liberara de nuevo aquél monstruo. Necesitaba estar segura que Stéfano no dependía de él, sabía que en el fondo aún era bueno y yo podía recuperarlo. -No solo tienes que controlarlo... Tienes que dejarlo ir y deshacerte de él. Prométeme que lo harás. –supliqué una vez más.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Localización : Mansión de Lucciano Vecchio
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Sentir las manos de Lilith en su rostro le trajo una quietud que no sentía en años. Pareció ver en ella una cálida luz que repelía al espectro y eso lo hizo sonreír. Deseó atesorar ese momento, cerró sus ojos y se dijo así mismo que estaba hecho, no olvidaría la sensación ni el hecho de haberse encontrado con la única mujer a la que ha amado y amará hasta que la oscuridad lo venza o la muerte se apiade de él antes. Stéfano desvió los ojos pues todo lo que decía Lilith era cierto. —Si, hay algo más Lilith, sigo corriendo peligro y por eso no puedo dejar ir al espectro aun si pudiera hacerlo —suspiró y tomó las manos de Lilith retirándolas de su rostro, las junto y besó el dorso de ambas manos.
—Tampoco quiero perderte, pueden haber cientos de circunstancias que quieran separarnos pero escúchame Lilith, no será mi voluntad apartarte de mí. Eres la razón de mi existir —torció ligeramente su boca en la misma sonrisa juvenil con que se presentó ante ella por primera vez y en cada momento en que pasaron juntos tantos años atrás, una sonrisa que el espectro había hecho desvanecer y ahora resurgía con calidez. Stéfano observó los ojos de su amada y lentamente dirigió sus labios amenazantes a la boca de ella, mas no la besó. Tan sólo acarició la comisura de sus labios—. ¡Te amo Lilith! —tocó su cabello rojo y suspiró en su piel derramando un par de lágrimas que se bifurcaron en su boca, luego introdujo su labio inferior en su boca y retrocedió.
Los ojos de Stéfano se volvieron en su totalidad oscuros desapareciendo las pupilas, su aura verde como el fuego lo envolvió, el espectro se elevó como un manto oscuro y atacó el cuerpo de Stéfano apoderándose de él. Languidamente levantó su brazo derecho apuntando con su dedo a Lilith, después, la paralizó con la dominación, bajó el brazo y abrió la boca emergiendo un sonido espetral, el viento se alejó de ellos y un frío se esparció por la arena. —Quieres que Stéfano confíe en ti —su voz gutural invadió directamente los oídos de Lilith—, ¿por qué no conoces su dolor, sus miedos y lo que está consumiendo su alma…? ¡La esperanza! —la cuestionó y parte del espectro entró en Lilith.
Le mostró la familia de Stéfano, su pequeña hermana y él jugando en el campo de la casa que poseían en el campo, luego, la invasión de los vampiros condenados al servicio de la inquisición. La lucha entre sus padres y los inquisidores que perdieron sin remedio, la persecusión del pequeño de diez años y su hermana de cinco, el vampiro que les cerró el paso y el fantasma de su padre que se interpuso en su camino y se fue deformando hasta convertirse en el espectro, la unión del espectro con Stéfano que consiguió la decapitación al vampiro. El resto de vampiros y luego oscuridad. Stéfano sólo en el bosque y gritando «COLLETE» el nombre de su hermana que desapareció. El niño llorando por su hermana y el espectro mostrando el rostro del padre dando ánimos a su hijo y haciéndole prometer que no dejara de buscar a su hermana, Stéfano prometiendo y el padre convirtiéndose en el espectro «no temas de mi hijo mío, abracé la oscuridad para darte la fuerza que necesitarás para enfrentar a tus enemigos» la voz se volvió gutural y Stéfano comenzó su camino en medio de una tormenta que como llanto caía sobre él.
El espectro abandonó el cuerpo de Lilith y regresó en su totalidad a su hijo, otra vez el sonido de su boca como emergiendo de los infiernos. —¿Quieres ayudarlo?, ¿quieres que no me apoderé de él?, encuentren a mi hija... aléjate del vampiro o me encaré de destruirlos —un último sonido infernal y un remolino oscuro cubrió a Stéfano por unos instantes, segundos más tarde el espectro desapareció y sus ojos recuperaron su color. Stéfano desvió sus ojos de ella avergonzado. —Esa es la verdad Lilith, ¿qué puedo hacer?
—Tampoco quiero perderte, pueden haber cientos de circunstancias que quieran separarnos pero escúchame Lilith, no será mi voluntad apartarte de mí. Eres la razón de mi existir —torció ligeramente su boca en la misma sonrisa juvenil con que se presentó ante ella por primera vez y en cada momento en que pasaron juntos tantos años atrás, una sonrisa que el espectro había hecho desvanecer y ahora resurgía con calidez. Stéfano observó los ojos de su amada y lentamente dirigió sus labios amenazantes a la boca de ella, mas no la besó. Tan sólo acarició la comisura de sus labios—. ¡Te amo Lilith! —tocó su cabello rojo y suspiró en su piel derramando un par de lágrimas que se bifurcaron en su boca, luego introdujo su labio inferior en su boca y retrocedió.
Los ojos de Stéfano se volvieron en su totalidad oscuros desapareciendo las pupilas, su aura verde como el fuego lo envolvió, el espectro se elevó como un manto oscuro y atacó el cuerpo de Stéfano apoderándose de él. Languidamente levantó su brazo derecho apuntando con su dedo a Lilith, después, la paralizó con la dominación, bajó el brazo y abrió la boca emergiendo un sonido espetral, el viento se alejó de ellos y un frío se esparció por la arena. —Quieres que Stéfano confíe en ti —su voz gutural invadió directamente los oídos de Lilith—, ¿por qué no conoces su dolor, sus miedos y lo que está consumiendo su alma…? ¡La esperanza! —la cuestionó y parte del espectro entró en Lilith.
Le mostró la familia de Stéfano, su pequeña hermana y él jugando en el campo de la casa que poseían en el campo, luego, la invasión de los vampiros condenados al servicio de la inquisición. La lucha entre sus padres y los inquisidores que perdieron sin remedio, la persecusión del pequeño de diez años y su hermana de cinco, el vampiro que les cerró el paso y el fantasma de su padre que se interpuso en su camino y se fue deformando hasta convertirse en el espectro, la unión del espectro con Stéfano que consiguió la decapitación al vampiro. El resto de vampiros y luego oscuridad. Stéfano sólo en el bosque y gritando «COLLETE» el nombre de su hermana que desapareció. El niño llorando por su hermana y el espectro mostrando el rostro del padre dando ánimos a su hijo y haciéndole prometer que no dejara de buscar a su hermana, Stéfano prometiendo y el padre convirtiéndose en el espectro «no temas de mi hijo mío, abracé la oscuridad para darte la fuerza que necesitarás para enfrentar a tus enemigos» la voz se volvió gutural y Stéfano comenzó su camino en medio de una tormenta que como llanto caía sobre él.
El espectro abandonó el cuerpo de Lilith y regresó en su totalidad a su hijo, otra vez el sonido de su boca como emergiendo de los infiernos. —¿Quieres ayudarlo?, ¿quieres que no me apoderé de él?, encuentren a mi hija... aléjate del vampiro o me encaré de destruirlos —un último sonido infernal y un remolino oscuro cubrió a Stéfano por unos instantes, segundos más tarde el espectro desapareció y sus ojos recuperaron su color. Stéfano desvió sus ojos de ella avergonzado. —Esa es la verdad Lilith, ¿qué puedo hacer?
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/08/2014
Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Mi corazón se enterneció al escucharlo hablar así como en los viejos tiempos en los que tan sólo éramos él y yo en el mundo, una vez más nada que no fuéramos nosotros dos importaba y aquello me hacia volver a sentir como la niña pura e inocente que aún creía en el amor y en toda la perfección que ese sentimiento aparentaba.
-Tampoco quiero apartarme de ti de nuevo Stéfano... -susurré bajito con los ojos cerrados dejándome llevar entre las caricias sobre mis labios.
A diferencia de Lucciano al cual le tenía un amor pasional, violento y quiza hasta enfermizo, con Stéfano todo era más dulce y tranquilo. Era demasiado obvio que a pesar de su ausencia y de todo el sufrimiento que me habia causado al irse, mi corazón aún no lo había olvidado por completo.
Rejuveneci por un minuto, todas las paredes que había construido con los años se desvanecieron y el aire se hizo mas ligero.
Luego toda esa magia acabó.
Fue imposible hacer algo para escapar de el monstruo que había invadido una vez más dentro del cuerpo del brujo llenando de terror y obscuridad todo el ambiente.
-No... Vuelve conmigo, quédate conmigo, ¡No lo escuches!-traté de advertirle para que sacara a ese monstruo de adentro de él y no dejara dominarse más por la bestia pero, aquella sombra había actuado más rápido congelando mi cuerpo y entrando a mi mente.
Aparecí en un campo abandonado de la ciudad, yo me encontraba sobre una pequeña colina en donde se alcanzaba a apreciar perfecto como a lo lejos se hallaba una casa pequeña y acogedora. Afuera una familia feliz aprovechaba el calor de el día, una señora dándole de comer a unos animales y unos niños jugando afuera mientras el padre los observaba por la ventana.
Pude reconocer a la perfección a ese niño de cabellos largos y rizados, tenia tan sólo unos cuantos años más de juventud de cuando lo había conocido, con el mismo rostro pero con una diferente mirada la cual parecía inocente y feliz.
-A donde me trajiste... -pronuncié en tono muy quedo mientras observaba aquél cuadro familiar encima de una colina cercana en donde se podía apreciar todo. Luego escuché ruidos de pasos caminando con mucha prisa por detrás mío pero, al voltear para identificar a los inquisidores me di cuenta de que había reaccionado tarde pues ellos ya me habían atravesado y ya estaban comenzando a atacar la casa del campo.
Inmediatamente me di cuenta de la escena de guerra entre los padres de Stefano y los inquisidores que varios años atrás aunque sin muchos detalles el brujo me había relatado.
-No quiero ver esto, sácame de aquí. ¡AHORA! -grité al aire mientras uno de aquellos condenados le arrancaba la cabeza a la mujer y otro terminaba por desangrar al padre. Los pequeños niños corrieron hacia la dirección en que yo estaba... Pero yo no podía hacer nada.
De pronto el hombre que acababa de ser asesinado volvió a la vida, aunque no de una forma humana. Su forma fantasmal se obscureció rápidamente para fusionarse al cuerpo de Stefano y convertirlo en un monstruo despiadado, aquella sería la primera vez en que la mirada pura de ese niño se había roto y junto a eso el crimen se amarraba a sus manos. El espectro tomó su cuerpo para que juntos terminaran de matar al vampiro que lo había estado persiguiendo, pero no solo lo habían asescinado de una manera inhumana y sangrienta como ellos con los padres, si no que el hambre de venganza no había quedado satisfecha y al terminar con ese cuerpo, el brujo siguió buscando más sangre de los que habían sido los asesinos de su familia.
-¡PARA!, ¡NO LO HAGAS! -grité a sabiendas de que no me escucharía, yo no existía en ese plano y no quedaba ya nada que pudiera hacer él para poder rescatar a su familia, sabía que la sed de venganza solamente lograría envenenar su corazón porque así era el hombre que yo había conocido que, a pesar de toda la bondad que me enamoraba una parte de su corazón estaba manchada.
Uno los fue cada inquisidor fue decapitado y masacrado, a pesar de que uno de ellos lleno de terror y de miedo había rogado por su vida, Stéfano con una edad tan pequeña no se había detenido a tocarse el corazón que ahora tenía envuelto por la obscuridad de el espectro.
En cuanto ni un signo de vida quedó en el lugar de la matanza y todo se hubo teñido de rojo los ojos de Stefano cambiaron como si se hubiera acordado de algo. ¿Que era aquello único que lograba que pudiera salir de su trance si aún no me conocía?
-La niña... -susurré como si hubiera podido leer su mente mientras sentía mi cara empalidecerse.
De pronto entendí todo al verlo corriendo por todo el campo gritando el nombre de su hermana, pude darme cuenta de quien era esa sombra que siempre lo acompañaba y por fin pude entender el dolor por el que mi gran amor de toda la vida había estado pasando y lo que había tenido que recorrer buscando a su hermana.
-Tú... Eres su padre. Lo estás usando para encontrar y que proteja a tu hija. -afirmé al entenderlo finalmente. Traté de asimilar todo el daño que hacia el espectro con tal de cuidar a su hijo, toda la maldad que ocasionaba en el brujo era con tal de protegerlo a el y por encontrar a la pequeña Colette pero, por más que quise de justificarlo en mi mente me era imposible perdonar el hecho de que convirtiera a su hijo en un prisionero de su propio cuerpo. -No puedes seguir haciéndole esto... Dejalo libre. Se que el la seguirá buscando, te lo prometo. -rogué.
Volví al mundo real a la misma velocidad en la que me había sumergido dentro de la visión del pasado con una ligera sensación de náuseas y desorientación. Me toqué la frente y me tallé los ojos en cuanto el ser maligno salió de mi mente, luego miré a el hombre que tenía frente a mi con la esperanza de que fuera el mismo de nuevo sin embargo me había equivocado...
-¡Pero tu no entiendes! Lucciano no es como ellos... ¡Espera! -por primera vez rogué al monstruo que no se fuera para tratar de dialogar y llegar a un acuerdo con él. Una vez mas había hecho caso omiso a mis palabras.
Nuevamente tenía a mi querido Stefano devuelta conmigo sin atreverse a mirarme si quiera y sin darse cuenta que realmente el no tenía la culpa de nada, tan sólo había sido una pobre víctima del destino y del intenso amor que su padre tenía por sus hijos.
Me sentí llena de ternura, conmovida por lo que había visto de su pasado y al mismo tiempo culpable por haberlo juzgado por años... Eso ya no tenía más importancia, de ahora en adelante no lo dejaría sólo nunca.
Corrí a abrazarlo.
-Tranquilo... Hey tranquilo. Yo no voy a dejarte sólo en esto. -enrede mis brazos sobre su cuello y hundí mi cara en su cuerpo. -No quiero que te hagan más daño. Nadie... ni siquiera tu padre aunque fuera para protegerte, no lo permitiré. -por primera vez en mucho tiempo me sentí valiente.
Mis palabras no tenían mucho sentido porque, ¿Que iba a hacer una simple humana en contra de una fuerza obscura como la que se apoderaba de Stefano? Sin embargo yo estaba segura de que me quedaría a su lado y de alguna forma podría ayudarlo y la única forma era...
-Encontrare a Colette. -afirme con mis labios cerca de su oreja. -Juntos lo haremos. Yo te ayudaré y... -comencé a dudar de mis siguientes palabras y separe mi rostro de su cuerpo. Me dolía tener que tomar la desisión, pero sabía que era lo correcto. -Y... Me alejaré... De Lucciano. -sentí una punzada de dolor en mi pecho por cada palabra, ni siquiera me atreví a mirarle a los ojos por temor a que viera mi dolor en ellos, aún me costaba aceptar que le tenía cariño a ese vampiro.
Luego mis brazos lo soltaron.
-Pero no puede ser para siempre. -aclaré rápidamente apenas presenti que reaccionaba a mis palabras de abandonar a Lucciano. -Mira... Yo sé que es difícil para ti entenderlo pero... El y yo tenemos un trato ahora. -mi cabeza seguía baja, después de haber visto como unos vampiros habían asesinado a su familia de una forma tan despiadada ahora me era muy complicado hablar de ellos con tanta naturalidad como antes, más si pensaba convertirme en uno de ellos para volverme mas fuerte. -Lucciano jamás me ha abandonado y yo no puedo hacerlo con él, sería traicionarlo. Así como el protege mi vida ahora yo tengo que hacerlo con él cuando... -volví a detenerme avergonzarme por temor a su reacción, pero era algo que yo ya había decidido y el brujo tenía que entenderlo a pesar de todo. Suspiré. -...cuando su parte de el trato este hecho. -busque las palabras más sutiles que se me ocurrían antes de decir "cuando él me convierta", "cuando sea vampiro", "cuando tenga que tomar sangre humana".
-¡Pero yo quiero ayudarte! -me apresuré de nuevo antes de que me malinterpretara. -..Y si para eso tengo que alejarme de él, entonces voy a hacerlo mientras encontramos a tu hermana. -lo miré de nuevo y le sonreí. -Pero luego... tengo que regresar. Lo entiendes... ¿Verdad?
-Tampoco quiero apartarme de ti de nuevo Stéfano... -susurré bajito con los ojos cerrados dejándome llevar entre las caricias sobre mis labios.
A diferencia de Lucciano al cual le tenía un amor pasional, violento y quiza hasta enfermizo, con Stéfano todo era más dulce y tranquilo. Era demasiado obvio que a pesar de su ausencia y de todo el sufrimiento que me habia causado al irse, mi corazón aún no lo había olvidado por completo.
Rejuveneci por un minuto, todas las paredes que había construido con los años se desvanecieron y el aire se hizo mas ligero.
Luego toda esa magia acabó.
Fue imposible hacer algo para escapar de el monstruo que había invadido una vez más dentro del cuerpo del brujo llenando de terror y obscuridad todo el ambiente.
-No... Vuelve conmigo, quédate conmigo, ¡No lo escuches!-traté de advertirle para que sacara a ese monstruo de adentro de él y no dejara dominarse más por la bestia pero, aquella sombra había actuado más rápido congelando mi cuerpo y entrando a mi mente.
Aparecí en un campo abandonado de la ciudad, yo me encontraba sobre una pequeña colina en donde se alcanzaba a apreciar perfecto como a lo lejos se hallaba una casa pequeña y acogedora. Afuera una familia feliz aprovechaba el calor de el día, una señora dándole de comer a unos animales y unos niños jugando afuera mientras el padre los observaba por la ventana.
Pude reconocer a la perfección a ese niño de cabellos largos y rizados, tenia tan sólo unos cuantos años más de juventud de cuando lo había conocido, con el mismo rostro pero con una diferente mirada la cual parecía inocente y feliz.
-A donde me trajiste... -pronuncié en tono muy quedo mientras observaba aquél cuadro familiar encima de una colina cercana en donde se podía apreciar todo. Luego escuché ruidos de pasos caminando con mucha prisa por detrás mío pero, al voltear para identificar a los inquisidores me di cuenta de que había reaccionado tarde pues ellos ya me habían atravesado y ya estaban comenzando a atacar la casa del campo.
Inmediatamente me di cuenta de la escena de guerra entre los padres de Stefano y los inquisidores que varios años atrás aunque sin muchos detalles el brujo me había relatado.
-No quiero ver esto, sácame de aquí. ¡AHORA! -grité al aire mientras uno de aquellos condenados le arrancaba la cabeza a la mujer y otro terminaba por desangrar al padre. Los pequeños niños corrieron hacia la dirección en que yo estaba... Pero yo no podía hacer nada.
De pronto el hombre que acababa de ser asesinado volvió a la vida, aunque no de una forma humana. Su forma fantasmal se obscureció rápidamente para fusionarse al cuerpo de Stefano y convertirlo en un monstruo despiadado, aquella sería la primera vez en que la mirada pura de ese niño se había roto y junto a eso el crimen se amarraba a sus manos. El espectro tomó su cuerpo para que juntos terminaran de matar al vampiro que lo había estado persiguiendo, pero no solo lo habían asescinado de una manera inhumana y sangrienta como ellos con los padres, si no que el hambre de venganza no había quedado satisfecha y al terminar con ese cuerpo, el brujo siguió buscando más sangre de los que habían sido los asesinos de su familia.
-¡PARA!, ¡NO LO HAGAS! -grité a sabiendas de que no me escucharía, yo no existía en ese plano y no quedaba ya nada que pudiera hacer él para poder rescatar a su familia, sabía que la sed de venganza solamente lograría envenenar su corazón porque así era el hombre que yo había conocido que, a pesar de toda la bondad que me enamoraba una parte de su corazón estaba manchada.
Uno los fue cada inquisidor fue decapitado y masacrado, a pesar de que uno de ellos lleno de terror y de miedo había rogado por su vida, Stéfano con una edad tan pequeña no se había detenido a tocarse el corazón que ahora tenía envuelto por la obscuridad de el espectro.
En cuanto ni un signo de vida quedó en el lugar de la matanza y todo se hubo teñido de rojo los ojos de Stefano cambiaron como si se hubiera acordado de algo. ¿Que era aquello único que lograba que pudiera salir de su trance si aún no me conocía?
-La niña... -susurré como si hubiera podido leer su mente mientras sentía mi cara empalidecerse.
De pronto entendí todo al verlo corriendo por todo el campo gritando el nombre de su hermana, pude darme cuenta de quien era esa sombra que siempre lo acompañaba y por fin pude entender el dolor por el que mi gran amor de toda la vida había estado pasando y lo que había tenido que recorrer buscando a su hermana.
-Tú... Eres su padre. Lo estás usando para encontrar y que proteja a tu hija. -afirmé al entenderlo finalmente. Traté de asimilar todo el daño que hacia el espectro con tal de cuidar a su hijo, toda la maldad que ocasionaba en el brujo era con tal de protegerlo a el y por encontrar a la pequeña Colette pero, por más que quise de justificarlo en mi mente me era imposible perdonar el hecho de que convirtiera a su hijo en un prisionero de su propio cuerpo. -No puedes seguir haciéndole esto... Dejalo libre. Se que el la seguirá buscando, te lo prometo. -rogué.
Volví al mundo real a la misma velocidad en la que me había sumergido dentro de la visión del pasado con una ligera sensación de náuseas y desorientación. Me toqué la frente y me tallé los ojos en cuanto el ser maligno salió de mi mente, luego miré a el hombre que tenía frente a mi con la esperanza de que fuera el mismo de nuevo sin embargo me había equivocado...
-¡Pero tu no entiendes! Lucciano no es como ellos... ¡Espera! -por primera vez rogué al monstruo que no se fuera para tratar de dialogar y llegar a un acuerdo con él. Una vez mas había hecho caso omiso a mis palabras.
Nuevamente tenía a mi querido Stefano devuelta conmigo sin atreverse a mirarme si quiera y sin darse cuenta que realmente el no tenía la culpa de nada, tan sólo había sido una pobre víctima del destino y del intenso amor que su padre tenía por sus hijos.
Me sentí llena de ternura, conmovida por lo que había visto de su pasado y al mismo tiempo culpable por haberlo juzgado por años... Eso ya no tenía más importancia, de ahora en adelante no lo dejaría sólo nunca.
Corrí a abrazarlo.
-Tranquilo... Hey tranquilo. Yo no voy a dejarte sólo en esto. -enrede mis brazos sobre su cuello y hundí mi cara en su cuerpo. -No quiero que te hagan más daño. Nadie... ni siquiera tu padre aunque fuera para protegerte, no lo permitiré. -por primera vez en mucho tiempo me sentí valiente.
Mis palabras no tenían mucho sentido porque, ¿Que iba a hacer una simple humana en contra de una fuerza obscura como la que se apoderaba de Stefano? Sin embargo yo estaba segura de que me quedaría a su lado y de alguna forma podría ayudarlo y la única forma era...
-Encontrare a Colette. -afirme con mis labios cerca de su oreja. -Juntos lo haremos. Yo te ayudaré y... -comencé a dudar de mis siguientes palabras y separe mi rostro de su cuerpo. Me dolía tener que tomar la desisión, pero sabía que era lo correcto. -Y... Me alejaré... De Lucciano. -sentí una punzada de dolor en mi pecho por cada palabra, ni siquiera me atreví a mirarle a los ojos por temor a que viera mi dolor en ellos, aún me costaba aceptar que le tenía cariño a ese vampiro.
Luego mis brazos lo soltaron.
-Pero no puede ser para siempre. -aclaré rápidamente apenas presenti que reaccionaba a mis palabras de abandonar a Lucciano. -Mira... Yo sé que es difícil para ti entenderlo pero... El y yo tenemos un trato ahora. -mi cabeza seguía baja, después de haber visto como unos vampiros habían asesinado a su familia de una forma tan despiadada ahora me era muy complicado hablar de ellos con tanta naturalidad como antes, más si pensaba convertirme en uno de ellos para volverme mas fuerte. -Lucciano jamás me ha abandonado y yo no puedo hacerlo con él, sería traicionarlo. Así como el protege mi vida ahora yo tengo que hacerlo con él cuando... -volví a detenerme avergonzarme por temor a su reacción, pero era algo que yo ya había decidido y el brujo tenía que entenderlo a pesar de todo. Suspiré. -...cuando su parte de el trato este hecho. -busque las palabras más sutiles que se me ocurrían antes de decir "cuando él me convierta", "cuando sea vampiro", "cuando tenga que tomar sangre humana".
-¡Pero yo quiero ayudarte! -me apresuré de nuevo antes de que me malinterpretara. -..Y si para eso tengo que alejarme de él, entonces voy a hacerlo mientras encontramos a tu hermana. -lo miré de nuevo y le sonreí. -Pero luego... tengo que regresar. Lo entiendes... ¿Verdad?
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/04/2014
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Localización : Mansión de Lucciano Vecchio
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Sintió el abrazó y eso hizo que suspirara, la tensión de su cuerpo se relajó y un par de lágrimas salieron de sus ojos, aún lo amaba, lo hacía, o al menos eso creía. Escuchó las palabras de Lilith, su corazón se revolucionaba de una manera drástica. Estaría con él, lo ayudaría, se alejaría de Lucciano, todo parecía ser perfecto. Stéfano pensó en la noche en que dolorosamente tuvo que dejar a Lilith para que no fuera víctima, no sólo de la inquisición, sino de su mismo padre. Escuchó a su padre afirmar que si encontraban a Colette permitiría que realizara su vida con Lilith, la mujer que ha amado. Stéfano cerró sus ojos, pensó en las emigraciones, en la caza de inquisidores y en como huía también de ellos y en todo momento pensaba en Lilith, en su amada pelirroja. Era cierto que el brujo quería recuperar a su hermana, pero más deseaba a Lilith.
Sin embargo, la fantasía de Stéfano se desvaneció cuando mencionó que no sería para siempre, el brujo cogió de la cintura a Lilith mientras la escuchaba perplejo, sus ojos dejaron de brillar y su rostro se volvió inexpresivo. —¿Verdad? —repitió las últimas palabras de Lilith mientras un aura verde se alzaba sobre él, no era el espectro, era su energía, era Stéfano. El brujo sintió desprecio, su mente evocó el recuerdo de los vampiros, escuchó la voz del espectro, su padre, diciendo «no lo hagas» pero ya había perdido la cabeza. Sujetó con más fuerte la cintura de Lilith y usando toda su fuerza la arrojó lejos de él, extendió su mano y usó la dominación a su máximo poder manteniendo a Lilith sobre la arena, sin darle oportunidad siquiera a hablar.
—¿Me crees estúpido? —vociferó, sus ojos se volvieron dorados. La sombra oscura se alzó sobre Stéfano liberando a Lilith de la dominación, pero la luz del aura desvaneció la sombra, ésta volvió a surgir para detener a su hijo, pero Stéfano usó su poder de Nigromante para volver físico al espectro y nuevamente usó la dominación no solamente sobre Lilith también sobre su padre para que no lo deteniese—. ¿Sabes?, no he podido perdonar a mi padre porque me obligó a separarme de ti, me alejó de ti, la mujer a la que amo, ME ALEJÓ DE TI, cuando te volví a ver pese a que tu a mi no, me enteré de ese maldito trato que hiciste con Lucciano —la ira en su rostro era apenas comparable con el tono lleno de rabia de Stéfano, el brujo chasqueó sus dedos y aparecieron diez espiritus, cinco a su derecha y los otros a su izquierda—. Te he vigilado Lilith, estos espiritus que están bajo mi poder me lo han contado todo, algunos permanecen cerca de Lucciano y otros contigo. SI, TE HE MENTIDO, NO HAS SIDO CONTROLADA PERO ERES UNA MALDITA HIPÓCRITA, ¿NO ME DEJARÁS SOLO PERO REGRESARÁS CON ESE MALDITO VAMPIRO?, NO QUIERO TU DESPRECIABLE PIEDAD CUANDO TU ÚNICA INTENCIÓN ES SALVAR A LUCCIANO DE MI ENCONTRANDO A MI HERMANA, ¿NO ES ASÍ?, ¿CREES QUE ENCONTRÁNDOLA IBA A ESTAR SATISFECHO Y TE OLVIDARÍA —su voz se desgarró y el llanto vino a él ejerciendo más poder sobre Lilith y su padre, el espectro.
—Te quería de vuelta Lilith, añoraba estar contigo, envejecer juntos y morir juntos, nunca más me iría. Pero tu... pero tu... ESTÁS CASADA CON LA IDEA DE SER INMORTAL, BEBER DE LOS HUMANOS, ROBARLES PARTE DE SU VIDA, SU ALMA, SU ENERGÍA. QUÉ ESTÚPIDA ERES AL NO COMPRENDERLO. ¿QUÉ PIENSAS? ¿QUÉ AL NO MATAR AL HUMANO DEL QUE BEBAS NO DEJARÁS DAÑO EN ÉL? SOY UN HECHICERO, HE VISTO LO QUE HACEN LOS VAMPIROS Y LOS HUMANOS NO VUELVEN A SER LO MISMO, YO PUEDO VER LA LUZ DE ELLOS Y LOS VAMPIROS DISMINUYEN ESA LUZ, LA OPACAN... ¡OBSERVA CON ATENCIÓN, ESTO NO LO SABE NI SIQUIERA LUCCIANO, POCOS VAMPIROS SIQUIERA LO SABEN! —las manos de Stéfano parecieron convulcionarse y las almas que lo acompañaron perdieron su forma humana y se deformaron, dejaron de tener su apariencia humana mostrándose como realmente eran, más parecidas a monstruos, todos tenían las marcas de colmillos y emitían sonidos guturales, lastimeros tan espantosos como ellos—. No te atrevas a cerrar los ojos, mira lo que los vampiros les hacen a sus almas con tan sólo beber de ellos, no importa cuanta sangre beban de ellos. ¿Crees que la sangre es lo que los mantiene con vida?, te equivocas, en la sangre está la energía vital de las personas, se llevan parte de su alma y su alma se marchita dentro del cuerpo aún vivo, las personas parecen comunes pero no lo son, ya no, su alma se marchita y se convierten en esto al morir. Nigromantes como yo les ayudamos a que adopten su verdadera apariencia, algunos los usamos para nuestros propósitos, otros los liberan. ¿Tu quieres hacer esto? —su voz se había calmado un poco pero no dejó de ejercer su dominación, lo que sí hizo fue regresar a los espiritus a la forma en como se los mostró en un principio—. La energía es lo que mantiene con vida a cualquier ser vivo, cuando los vampiros se dan cuenta de eso, já, la mayoría se inmolan en el fuego. Me pregunto que clase de vampiro es Lucciano, cuando un vampiro bebe de un humano se lleva parte del alma y se genera un vínculo, cuando el humano muere el alma vuelve a unirse y se ancla al vampiro ¿Quieres que te diga cuantas almas rodean a Lucciano?, bueno, las cinco que viste a la derecha estaban pegadas a él, las liberé para saber de él, quién es en realidad, qué es lo que hace, saber sus murmullos, todo, absolutamente todo. Sé quien era mucho antes de que nosotros dos nacieramos. ¿Pero realmente quieres saberlo? No, sólo quieres ser una asesina para conservar tu juventud —Stéfano movió la cabeza de un lado a otro negando las acciones de Lilith, después su rostro volvió a destellar rabia, su aura verde se oscureció ligeramente manifestándose como llamas y dándole al brujo un aspecto más amenazante.
—¡Maldigo el día en que te volví a ver, maldigo este día y te maldigo a ti, que caiga sobre ti la desgracia, no quiero tu ayuda, transformate en un vampiro hazlo! ¡QUE YO ME ENCARGARÉ DE QUE ESTÉS DE NUEVO SOLA, MATARÉ A LUCCIANO PARA QUE NO TENGAS A NADIE QUE TE GUIÉ, ESTARÁS MALDITA POR SIEMPRE, PORQUE AHORA SABES LO QUE LES HARÁS REALMENTE A LOS HUMANOS, POBRE DE TI, DESALMADA, PATÉTICA LUZ QUE SE EXTINGUE CON TANTA RÁPIDEZ QUE YA NO ES POSIBLE SALVAR. SÍ MEJOR SALVA TU BELLEZA CON LA INMORTALIDAD PORQUE SI MUERES NO PODRÉ RECONOCERTE, no puedo amar a alguien que ama a su belleza más que a otra cosa —el espectro se liberó y se introdujo sobre Stéfano, la dominación desapareció y Stéfano cayó de rodillas, las almas se desvanecieron y con las manos en su cabeza comenzó a gritar, el brujo intentó reincorporarse pero era inútil era como si por dentro fuera golpeado. El aura verde fue sustituida por la del espectro y se escuchó su voz—. ¡Huye mi niña, aléjate de él tu y tu maldito vampiro huyan o maten a Stéfano porque él no descansará hasta encontrarlos y cumplir con sus palabras has sido maldecida por su corazón, su corazón se ha oscurecido y con esa misma maldición se maldijo así mismo para que él no piense más que en matar a Lucciano. La única forma de que la maldición se rompa es que uno de los dos muera. Ahhhhhh, pero prómeteme que si piensas matar a mi hijo primero dejen que encuentre a mi hija. Ella es una inquisidora, esa es la razón por la que entramos a las filas de la inquisición para encontrarla, ahora huye —el espectro fue expulsado del cuerpo de Stéfano y explotó, el hechicero se levantó pero trastabilló, sus ojos no veían con claridad a Lilith, se sentía débil y previó que perdería el conocimiento, así que en su último aliento desgarró parte de su camisa, justo donde se hayaba su corazón, sangre brotó de su dedo índice derecho, llevó ese dedo a donde estaba su corazón y dibujó un símbolo y recitó un lenguaje oscuro, el símbolo resplandecío, la sangre desapareció pero como un tatuaje se conservó el símbolo—. Mi padre tenía razón, mi maleficio me ha atado a Lucciano, si he de querer librarme de él tendré que matarlo y créeme, ahora que estoy hechizado es lo único que quiero hacer —balbuceó y cayó en la arena. Las almas aparecieron rodeándole, por unos segundos tuvieron su apariencia humana pero cuando Stéfano perdió el conocimiento, desapareciendo su aura, las almas tomaron su verdadera apariencia, decrepitos y emitiendo ese sepulcral sonido.
Sin embargo, la fantasía de Stéfano se desvaneció cuando mencionó que no sería para siempre, el brujo cogió de la cintura a Lilith mientras la escuchaba perplejo, sus ojos dejaron de brillar y su rostro se volvió inexpresivo. —¿Verdad? —repitió las últimas palabras de Lilith mientras un aura verde se alzaba sobre él, no era el espectro, era su energía, era Stéfano. El brujo sintió desprecio, su mente evocó el recuerdo de los vampiros, escuchó la voz del espectro, su padre, diciendo «no lo hagas» pero ya había perdido la cabeza. Sujetó con más fuerte la cintura de Lilith y usando toda su fuerza la arrojó lejos de él, extendió su mano y usó la dominación a su máximo poder manteniendo a Lilith sobre la arena, sin darle oportunidad siquiera a hablar.
—¿Me crees estúpido? —vociferó, sus ojos se volvieron dorados. La sombra oscura se alzó sobre Stéfano liberando a Lilith de la dominación, pero la luz del aura desvaneció la sombra, ésta volvió a surgir para detener a su hijo, pero Stéfano usó su poder de Nigromante para volver físico al espectro y nuevamente usó la dominación no solamente sobre Lilith también sobre su padre para que no lo deteniese—. ¿Sabes?, no he podido perdonar a mi padre porque me obligó a separarme de ti, me alejó de ti, la mujer a la que amo, ME ALEJÓ DE TI, cuando te volví a ver pese a que tu a mi no, me enteré de ese maldito trato que hiciste con Lucciano —la ira en su rostro era apenas comparable con el tono lleno de rabia de Stéfano, el brujo chasqueó sus dedos y aparecieron diez espiritus, cinco a su derecha y los otros a su izquierda—. Te he vigilado Lilith, estos espiritus que están bajo mi poder me lo han contado todo, algunos permanecen cerca de Lucciano y otros contigo. SI, TE HE MENTIDO, NO HAS SIDO CONTROLADA PERO ERES UNA MALDITA HIPÓCRITA, ¿NO ME DEJARÁS SOLO PERO REGRESARÁS CON ESE MALDITO VAMPIRO?, NO QUIERO TU DESPRECIABLE PIEDAD CUANDO TU ÚNICA INTENCIÓN ES SALVAR A LUCCIANO DE MI ENCONTRANDO A MI HERMANA, ¿NO ES ASÍ?, ¿CREES QUE ENCONTRÁNDOLA IBA A ESTAR SATISFECHO Y TE OLVIDARÍA —su voz se desgarró y el llanto vino a él ejerciendo más poder sobre Lilith y su padre, el espectro.
—Te quería de vuelta Lilith, añoraba estar contigo, envejecer juntos y morir juntos, nunca más me iría. Pero tu... pero tu... ESTÁS CASADA CON LA IDEA DE SER INMORTAL, BEBER DE LOS HUMANOS, ROBARLES PARTE DE SU VIDA, SU ALMA, SU ENERGÍA. QUÉ ESTÚPIDA ERES AL NO COMPRENDERLO. ¿QUÉ PIENSAS? ¿QUÉ AL NO MATAR AL HUMANO DEL QUE BEBAS NO DEJARÁS DAÑO EN ÉL? SOY UN HECHICERO, HE VISTO LO QUE HACEN LOS VAMPIROS Y LOS HUMANOS NO VUELVEN A SER LO MISMO, YO PUEDO VER LA LUZ DE ELLOS Y LOS VAMPIROS DISMINUYEN ESA LUZ, LA OPACAN... ¡OBSERVA CON ATENCIÓN, ESTO NO LO SABE NI SIQUIERA LUCCIANO, POCOS VAMPIROS SIQUIERA LO SABEN! —las manos de Stéfano parecieron convulcionarse y las almas que lo acompañaron perdieron su forma humana y se deformaron, dejaron de tener su apariencia humana mostrándose como realmente eran, más parecidas a monstruos, todos tenían las marcas de colmillos y emitían sonidos guturales, lastimeros tan espantosos como ellos—. No te atrevas a cerrar los ojos, mira lo que los vampiros les hacen a sus almas con tan sólo beber de ellos, no importa cuanta sangre beban de ellos. ¿Crees que la sangre es lo que los mantiene con vida?, te equivocas, en la sangre está la energía vital de las personas, se llevan parte de su alma y su alma se marchita dentro del cuerpo aún vivo, las personas parecen comunes pero no lo son, ya no, su alma se marchita y se convierten en esto al morir. Nigromantes como yo les ayudamos a que adopten su verdadera apariencia, algunos los usamos para nuestros propósitos, otros los liberan. ¿Tu quieres hacer esto? —su voz se había calmado un poco pero no dejó de ejercer su dominación, lo que sí hizo fue regresar a los espiritus a la forma en como se los mostró en un principio—. La energía es lo que mantiene con vida a cualquier ser vivo, cuando los vampiros se dan cuenta de eso, já, la mayoría se inmolan en el fuego. Me pregunto que clase de vampiro es Lucciano, cuando un vampiro bebe de un humano se lleva parte del alma y se genera un vínculo, cuando el humano muere el alma vuelve a unirse y se ancla al vampiro ¿Quieres que te diga cuantas almas rodean a Lucciano?, bueno, las cinco que viste a la derecha estaban pegadas a él, las liberé para saber de él, quién es en realidad, qué es lo que hace, saber sus murmullos, todo, absolutamente todo. Sé quien era mucho antes de que nosotros dos nacieramos. ¿Pero realmente quieres saberlo? No, sólo quieres ser una asesina para conservar tu juventud —Stéfano movió la cabeza de un lado a otro negando las acciones de Lilith, después su rostro volvió a destellar rabia, su aura verde se oscureció ligeramente manifestándose como llamas y dándole al brujo un aspecto más amenazante.
—¡Maldigo el día en que te volví a ver, maldigo este día y te maldigo a ti, que caiga sobre ti la desgracia, no quiero tu ayuda, transformate en un vampiro hazlo! ¡QUE YO ME ENCARGARÉ DE QUE ESTÉS DE NUEVO SOLA, MATARÉ A LUCCIANO PARA QUE NO TENGAS A NADIE QUE TE GUIÉ, ESTARÁS MALDITA POR SIEMPRE, PORQUE AHORA SABES LO QUE LES HARÁS REALMENTE A LOS HUMANOS, POBRE DE TI, DESALMADA, PATÉTICA LUZ QUE SE EXTINGUE CON TANTA RÁPIDEZ QUE YA NO ES POSIBLE SALVAR. SÍ MEJOR SALVA TU BELLEZA CON LA INMORTALIDAD PORQUE SI MUERES NO PODRÉ RECONOCERTE, no puedo amar a alguien que ama a su belleza más que a otra cosa —el espectro se liberó y se introdujo sobre Stéfano, la dominación desapareció y Stéfano cayó de rodillas, las almas se desvanecieron y con las manos en su cabeza comenzó a gritar, el brujo intentó reincorporarse pero era inútil era como si por dentro fuera golpeado. El aura verde fue sustituida por la del espectro y se escuchó su voz—. ¡Huye mi niña, aléjate de él tu y tu maldito vampiro huyan o maten a Stéfano porque él no descansará hasta encontrarlos y cumplir con sus palabras has sido maldecida por su corazón, su corazón se ha oscurecido y con esa misma maldición se maldijo así mismo para que él no piense más que en matar a Lucciano. La única forma de que la maldición se rompa es que uno de los dos muera. Ahhhhhh, pero prómeteme que si piensas matar a mi hijo primero dejen que encuentre a mi hija. Ella es una inquisidora, esa es la razón por la que entramos a las filas de la inquisición para encontrarla, ahora huye —el espectro fue expulsado del cuerpo de Stéfano y explotó, el hechicero se levantó pero trastabilló, sus ojos no veían con claridad a Lilith, se sentía débil y previó que perdería el conocimiento, así que en su último aliento desgarró parte de su camisa, justo donde se hayaba su corazón, sangre brotó de su dedo índice derecho, llevó ese dedo a donde estaba su corazón y dibujó un símbolo y recitó un lenguaje oscuro, el símbolo resplandecío, la sangre desapareció pero como un tatuaje se conservó el símbolo—. Mi padre tenía razón, mi maleficio me ha atado a Lucciano, si he de querer librarme de él tendré que matarlo y créeme, ahora que estoy hechizado es lo único que quiero hacer —balbuceó y cayó en la arena. Las almas aparecieron rodeándole, por unos segundos tuvieron su apariencia humana pero cuando Stéfano perdió el conocimiento, desapareciendo su aura, las almas tomaron su verdadera apariencia, decrepitos y emitiendo ese sepulcral sonido.
Stéfano Tiersen- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 28/08/2014
Re: Nunca más. // Stéfano Tiersen
Todo se tranquilizó por un breve momento en el que otra vez parecía que podía tener a mi querido brujo bajo control, pero la calma no duró mucho.
Nunca había visto a ese hombre tan molesto conmigo, ni siquiera cuando compartimos tanto tiempo juntos. Ese día a pesar de que el reencuentro había sido emotivo al principio, no había momento en que el brujo no me recordara lo fácil que era destruirme y manipularme por cualquier ser superior a lo humano.
El abrazo pronto se volvió duro y hasta asfixiante, desee que me soltara para alejarme pronto de sus tenazas pero antes de que pudiera pedírselo el brujo ya me había empujado contra la arena creándome un ligero raspón en el brazo.
Grité de la sorpresa ante su reacción más no pude reclamar nada después. Quise exigirle que me bajara de donde me tenía aunque mi voz no fue capaz de salir ni siquiera para poder quejarme.
De nuevo sentí la opresión entre todo mi cuerpo como cuando me tomó con sus manos aunque en este momento nada más que su poder me estaba tocando y lastimando cada órgano dentro de mí, pero los golpes que más llegué a sentir fueron aquellas palabras llenas de odio y coraje.
-¡Sabes que yo nunca te haría daño! También es difícil para mí Stefano, por favor. -grité para tratar de calmarlo a lo lejos cuando me hizo caer al suelo al mismo tiempo en que podía ver esa lucha interna entre él y su padre, pero ni si quiera el poder del espectro fue suficiente para combatir con su corazón roto.
El hombre que había visto morir en la visión de ese día y convertirse en la sombra de su hijo después se apareció nuevamente a lado mío, Stéfano lo había traído a la vida de nuevo o por lo menos eso parecía a mi simple vista humana. Tenía que ayudarlo, tenía que hacer algo… ¿Pero que podía hacer una simple y débil humana? La angustia me estaba dominando por completo sin saber qué hacer.
La libertad duró muy poco otra vez.
-Por favor detente... Te harás más daño tu solo. –la voz salió temblorosa de mi garganta. Estaba segura de que toda esa crueldad se debía a la tristeza de su corazón porque me amaba tanto como yo a él, sólo que ya no podía hacer las cosas como él las quería, no era tan simple como cuando niños.
Si, el daño físico que ejercía sobre mi dolía demasiado, pero la culpa y el que su único deseo de él para mi fuera mi sufrimiento era peor que todo el dolor de mi cuerpo. Las letanías que soltaba ese hombre al que tanto había amado estaban llenas de rabia y se sentían como navajas que atacaban directo a mi pecho.
-No es... así mi querido Stéfano, sabes que si yo hubiera sabido todo esto antes... -no pude terminar de hablar. El llanto me invadió sin saber como explicarle lo que ni siquiera to misma quería aceptar, Lucciano se había convertido en alguien casi igual de importante que Stéfano. Respiré hondo para tratar de calmarme y poder hablar dulcemente. -Yo sé que no es fácil para ti… tampoco lo ha sido para mí en todo este tiempo… -traté de sonreír pero lo hice de una manera muy forzada ante el miedo de lo que el brujo pudiera seguir haciendo. -…pero podemos solucionar esto porque te quiero y enserio quiero ayudAAGH -el dolor sobre mi cuerpo aumentó como si fuera a estallar desde adentro, a Stéfano no le importaba lo que tuviera que decirle.
Manchas obscuras y deformes invadieron el área, las almas de quienes estaban a lado de Stefano comenzaron a tomar figuras deprimentes y grotescas, pero no me asustaban.
Stefano había aprendido más de él vampiro en unos días de lo que yo había conocido en unos meses. La energía, las almas, lo que hacía y seguro hasta lo que había sido antes... Había visto y aprendido TODO de él como si hubiera estado obsesionado.
-No... Es... Así -seguí tratando de rogarle entre respiraciones forzadas para evitar escuchar todas esas injurias, mis energías y el control sobre mi propio cuerpo ya era muy escaso. Me sentí rendida, no podría hacer nada yo sola, ni siquiera defender mi vida, estaba segura de que moriría en cualquier momento en sus manos.
...pero la intensión de Stefano era más cruel que simplemente asesinarme.
Sólo él era capás de saber las palabras exactas para romperme el corazón. Al amarlo tanto, yo misma le había dado junto a mi corazón aquellas armas exactas para poder destruirme cuando quisiera sin importar el tiempo que pasara. Habían pasado ya muchos años y ambos habíamos cambiado, pero la esencia de lo que éramos no se iría jamás a pesar de las máscaras que usábamos frente a otros, sabíamos perfecto como destruirle la vida al otro y él estaba usando esas armas que yo le había dado con el tiempo contra mí misma.
Así como él, yo estaba segura de cuál era la forma para hacer que se tranquilizara y todo estuviera bien nuevamente, sabía que alejándome de lo que tanto deseaba y quedándome a su lado todo estaría como antes de nuevo, pero esta vez no estaría dispuesta a vivir en el conformismo por amor. Con Stéfano viviría muy cómoda y feliz, el me cuidaría para siempre y nos haríamos viejos juntos hasta la muerte… pero para mí todo eso nunca sería suficiente, sobretodo porque ahora había conocido a Lucciano y no era capás de abandonarlo. De alguna forma me había enamorado de quien había jurado no enamorarme convirtiéndolo en mi debilidad... y el brujo se había dado cuenta de eso antes de que yo misma pudiera aceptarlo para poner lo que sentía en mi contra.
Caí al suelo otra vez.
-No puedo... –le contesté débilmente al espectro que me habló con aquella voz humana que había tenido en vida. -...no puedo dejar morir a ninguno, no quiero hacerlo. –No soportaba la idea de que me hiciera elegir entre los dos, no podía abandonarlos cuando más me necesitaban ni mucho menos dejar que muriera uno de ellos.
De pronto se me ocurrió una idea ante el la promesa que me pedía el fantasma.
–Su hija… ¿Colette? -¡Eso era lo que necesitaba! Así Stéfano se daría cuenta de que Lucciano no era como aquellos condenados. ¿Y si apresuraba mi conversión para ayudar a encontrarla?
Me puse de pie lentamente y di pasos pequeños como los de un pequeño que apenas aprende a caminar.
-Yo… yo la encontraré. –dije en voz baja aún con mis energías muy débiles. No podía arriesgar a Lucciano ante la inquisición y aunque quisiera él jamás ayudaría a alguien que fuera parte de esta.
Tenía que trabajar por mí misma.
Caminé lentamente y pasé a su lado, pero en ese momento una llama verdosa cegó mis ojos y entonces el espectro desapareció trayendo de vuelta a Stéfano. Lo vi tambalear y sangrar lo cual me hizo detenerme a observar.
-No lo harás porque no te abandonaré… -dije muy segura de mis palabras. –No sé lo que sigue, pero te juro que me alejaré de él y te ayudaré a encontrar a su hermana Stéfano. –caminé hacia atrás por si de pronto quisiera volver a tomarme mas no alcanzó a tocarme en cuanto tocó la arena. –Sé que no eres malo… -le dije a su cuerpo inconsciente con la esperanza de que pudiera escucharme. –Sé que yo tengo la culpa de todo esto que estás sintiendo pero te juro que te lo recompensaré y no descansaré hasta que ella aparezca con bien ¿Me oyes amor? –me tenté por unos segundos para acercarme y agacharme cerca de él, pero las almas salieron para rodearlo.
El grito de aquellos seres me produjo escalofríos y no me acerqué más. Di unos pasos de espalda alejándome de él esperando a que pronto estuviera bien.
-Entiendo lo que hiciste porque siempre te he amado… y si tu sientes lo mismo entonces entenderás por qué no puedo morir a tu lado. –luego de esto di la media vuelta y caminé con mis débiles piernas lo más rápido que pude hacia afuera de la playa.
Nunca había visto a ese hombre tan molesto conmigo, ni siquiera cuando compartimos tanto tiempo juntos. Ese día a pesar de que el reencuentro había sido emotivo al principio, no había momento en que el brujo no me recordara lo fácil que era destruirme y manipularme por cualquier ser superior a lo humano.
El abrazo pronto se volvió duro y hasta asfixiante, desee que me soltara para alejarme pronto de sus tenazas pero antes de que pudiera pedírselo el brujo ya me había empujado contra la arena creándome un ligero raspón en el brazo.
Grité de la sorpresa ante su reacción más no pude reclamar nada después. Quise exigirle que me bajara de donde me tenía aunque mi voz no fue capaz de salir ni siquiera para poder quejarme.
De nuevo sentí la opresión entre todo mi cuerpo como cuando me tomó con sus manos aunque en este momento nada más que su poder me estaba tocando y lastimando cada órgano dentro de mí, pero los golpes que más llegué a sentir fueron aquellas palabras llenas de odio y coraje.
-¡Sabes que yo nunca te haría daño! También es difícil para mí Stefano, por favor. -grité para tratar de calmarlo a lo lejos cuando me hizo caer al suelo al mismo tiempo en que podía ver esa lucha interna entre él y su padre, pero ni si quiera el poder del espectro fue suficiente para combatir con su corazón roto.
El hombre que había visto morir en la visión de ese día y convertirse en la sombra de su hijo después se apareció nuevamente a lado mío, Stéfano lo había traído a la vida de nuevo o por lo menos eso parecía a mi simple vista humana. Tenía que ayudarlo, tenía que hacer algo… ¿Pero que podía hacer una simple y débil humana? La angustia me estaba dominando por completo sin saber qué hacer.
La libertad duró muy poco otra vez.
-Por favor detente... Te harás más daño tu solo. –la voz salió temblorosa de mi garganta. Estaba segura de que toda esa crueldad se debía a la tristeza de su corazón porque me amaba tanto como yo a él, sólo que ya no podía hacer las cosas como él las quería, no era tan simple como cuando niños.
Si, el daño físico que ejercía sobre mi dolía demasiado, pero la culpa y el que su único deseo de él para mi fuera mi sufrimiento era peor que todo el dolor de mi cuerpo. Las letanías que soltaba ese hombre al que tanto había amado estaban llenas de rabia y se sentían como navajas que atacaban directo a mi pecho.
-No es... así mi querido Stéfano, sabes que si yo hubiera sabido todo esto antes... -no pude terminar de hablar. El llanto me invadió sin saber como explicarle lo que ni siquiera to misma quería aceptar, Lucciano se había convertido en alguien casi igual de importante que Stéfano. Respiré hondo para tratar de calmarme y poder hablar dulcemente. -Yo sé que no es fácil para ti… tampoco lo ha sido para mí en todo este tiempo… -traté de sonreír pero lo hice de una manera muy forzada ante el miedo de lo que el brujo pudiera seguir haciendo. -…pero podemos solucionar esto porque te quiero y enserio quiero ayudAAGH -el dolor sobre mi cuerpo aumentó como si fuera a estallar desde adentro, a Stéfano no le importaba lo que tuviera que decirle.
Manchas obscuras y deformes invadieron el área, las almas de quienes estaban a lado de Stefano comenzaron a tomar figuras deprimentes y grotescas, pero no me asustaban.
Stefano había aprendido más de él vampiro en unos días de lo que yo había conocido en unos meses. La energía, las almas, lo que hacía y seguro hasta lo que había sido antes... Había visto y aprendido TODO de él como si hubiera estado obsesionado.
-No... Es... Así -seguí tratando de rogarle entre respiraciones forzadas para evitar escuchar todas esas injurias, mis energías y el control sobre mi propio cuerpo ya era muy escaso. Me sentí rendida, no podría hacer nada yo sola, ni siquiera defender mi vida, estaba segura de que moriría en cualquier momento en sus manos.
...pero la intensión de Stefano era más cruel que simplemente asesinarme.
Sólo él era capás de saber las palabras exactas para romperme el corazón. Al amarlo tanto, yo misma le había dado junto a mi corazón aquellas armas exactas para poder destruirme cuando quisiera sin importar el tiempo que pasara. Habían pasado ya muchos años y ambos habíamos cambiado, pero la esencia de lo que éramos no se iría jamás a pesar de las máscaras que usábamos frente a otros, sabíamos perfecto como destruirle la vida al otro y él estaba usando esas armas que yo le había dado con el tiempo contra mí misma.
Así como él, yo estaba segura de cuál era la forma para hacer que se tranquilizara y todo estuviera bien nuevamente, sabía que alejándome de lo que tanto deseaba y quedándome a su lado todo estaría como antes de nuevo, pero esta vez no estaría dispuesta a vivir en el conformismo por amor. Con Stéfano viviría muy cómoda y feliz, el me cuidaría para siempre y nos haríamos viejos juntos hasta la muerte… pero para mí todo eso nunca sería suficiente, sobretodo porque ahora había conocido a Lucciano y no era capás de abandonarlo. De alguna forma me había enamorado de quien había jurado no enamorarme convirtiéndolo en mi debilidad... y el brujo se había dado cuenta de eso antes de que yo misma pudiera aceptarlo para poner lo que sentía en mi contra.
Caí al suelo otra vez.
-No puedo... –le contesté débilmente al espectro que me habló con aquella voz humana que había tenido en vida. -...no puedo dejar morir a ninguno, no quiero hacerlo. –No soportaba la idea de que me hiciera elegir entre los dos, no podía abandonarlos cuando más me necesitaban ni mucho menos dejar que muriera uno de ellos.
De pronto se me ocurrió una idea ante el la promesa que me pedía el fantasma.
–Su hija… ¿Colette? -¡Eso era lo que necesitaba! Así Stéfano se daría cuenta de que Lucciano no era como aquellos condenados. ¿Y si apresuraba mi conversión para ayudar a encontrarla?
Me puse de pie lentamente y di pasos pequeños como los de un pequeño que apenas aprende a caminar.
-Yo… yo la encontraré. –dije en voz baja aún con mis energías muy débiles. No podía arriesgar a Lucciano ante la inquisición y aunque quisiera él jamás ayudaría a alguien que fuera parte de esta.
Tenía que trabajar por mí misma.
Caminé lentamente y pasé a su lado, pero en ese momento una llama verdosa cegó mis ojos y entonces el espectro desapareció trayendo de vuelta a Stéfano. Lo vi tambalear y sangrar lo cual me hizo detenerme a observar.
-No lo harás porque no te abandonaré… -dije muy segura de mis palabras. –No sé lo que sigue, pero te juro que me alejaré de él y te ayudaré a encontrar a su hermana Stéfano. –caminé hacia atrás por si de pronto quisiera volver a tomarme mas no alcanzó a tocarme en cuanto tocó la arena. –Sé que no eres malo… -le dije a su cuerpo inconsciente con la esperanza de que pudiera escucharme. –Sé que yo tengo la culpa de todo esto que estás sintiendo pero te juro que te lo recompensaré y no descansaré hasta que ella aparezca con bien ¿Me oyes amor? –me tenté por unos segundos para acercarme y agacharme cerca de él, pero las almas salieron para rodearlo.
El grito de aquellos seres me produjo escalofríos y no me acerqué más. Di unos pasos de espalda alejándome de él esperando a que pronto estuviera bien.
-Entiendo lo que hiciste porque siempre te he amado… y si tu sientes lo mismo entonces entenderás por qué no puedo morir a tu lado. –luego de esto di la media vuelta y caminé con mis débiles piernas lo más rápido que pude hacia afuera de la playa.
Lilith O'Hara- Prostituta Clase Baja
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