Be friends │ A.L.

Shigeru permanecía inmóvil, porque le resultaba doloroso moverse. Tenía golpes de hace días que se molestaba en ocultar de las miradas. Después de ser expulsado de la casa de su anterior amo, había echado a andar hacia cualquier parte, como hacía siempre, atravesando las calles vacías de detrás de las tiendas. Ahora solo era un vagabundo mas que tenía que robar para vivir, lo había atrapado hace unos días y dado una golpiza, creía que se lo merecía por haber robado. No se defendió.

De pronto, estaba allí, aunque ignoraba dónde. No podía ver, y apenas podía moverse. Imaginaba que se encontraba dentro de una casa abandona, por la superficie plana y dura sobre la que estaba sentado y recostado. Un suelo y una pared, adivinó. Se encontraba en un lugar viejo, porque percibía el olor a cerrado. Pese a estar dentro, hacía frío. Soplaba la brisa de vez en cuando y no sentía calor alguno. Se alegraba de haberse abrochado la chaqueta cuando fue expulsado y de haberse puesto el gorro antes de haber sido echado a la calle. En aquellos momentos, no podía moverse. No quería. Se había refugiado y había dormido un buen tiempo allí, su estomago rugió. Volvía a tener hambre, se levanto y salio de ese lugar. Ni siquiera recordaba como había llegado hasta ahí la noche anterior.

Sólo podía pensar. Había estado pensando mucho desde que había recorrido esas calles. Recordar que las pocas personas que eran amables con él eran personas de clase baja, y recordaba el rostro de alguien que le había regalado una vez una corteza de pan cuando más lo necesitaba, una mujer muy bonita y joven. No recordaba su nombre. Pero quizá lo recordara más tarde. En aquellos momentos, su principal preocupación era doble: el estómago vacío y el frío creciente. Paseo por las calles abrazado a si mismo hasta que las personas a su alrededor aumentaron, caminando entre ellos Shigeru miraba con delicia alguna de las tiendas con comida dentro.

Subió unas calles más mirando los alimentos, viendo como algunas personas con un crosán en cada mano y cara que parecía decir que no podían seguir comiendo más, continuaban devorando sus desayunos matinales. Fue a esperar en la calle, mirando a una de las tiendas y dejando que su cuerpo se enfríe por no moverse. Evoco el mes de febrero en la antigua mansión de sus amos en Japón, con las mimosas en flor a orillas del rió y los soldados del río con sus embarcaciones alargadas y estrechas, tantas y tan juntas que casi podías caminar por ellas y llegar a la otra orilla... a veces la fantasía era mejor que la realidad y a Shigeru le estaba comenzando a gustar vivir en el pasado.

El chico estaba allí, sentado en solitario, y contemplaba la zona de comidas con el estomago hambriento. La mano en su hombro le asusto y casi dio un salto de miedo, cuando observo estando a su lado a una mujer bonita hablándole, preguntadole si tenía hambre. Observo la bolsa que ella le ofrecía y de inmediato el olor a comida le inundo las fosas nasales haciendo que abra muy grande sus ojos. Quiso aceptar de inmediato, observo a la mujer que le tenía la mano a un desconocido como él.

No se diferenciaba mucho de los demás pero, por alguna razón, enseguida lo supo. Algunas personas brillan. Esa mujer pertenecía a ese grupo. Incluso ahora, pese a todo el tiempo que ha pasado, volvía a sentirse atraído por esa llama de bondad en las personas como esa mujer. De no ser por esa mujer, probablemente hubiera decidido terminar con su sufrimiento e ir a dormir a las montañas en medio del frió. Al fin y al cabo, existen cosas peores que la pobreza. No podía volver a su país, no podía regresar a servir en la casa de su antiguo amo que lo había echado... ni siquiera por migajas, ni siquiera por el orgullo que poco le quedaba.

- gracias -La tristeza inundó al chico, pena por ser una molestia para esa mujer, tan solo, en su mayoría sin mucha esperanza, pero viviendo su vidas en la medida de sus posibilidades.- gracias -repitió en un tono más contrito abrazado la bolsa con el pan y el queso dentro, cuando le pregunto si quería ir a un lugar más cálido asintió-

Se levanto sin soltar la bolsa de pan entre sus brazos como con temor a que se le fuera arrebatado. Ella le había pronunciado las palabras mas tranquilizadoras que no oyó por culpa de su pequeño llanto que comenzó cuando se levanto, pero que le serenaron y al final se echó a llorar en silencio, dejó escapar los sollozos largos y agotados de alguien que ha visto más de lo que sus ojos son capaces de soportar, que ha sufrido más de lo que su corazón puede resistir mientras con mucha timidez tomaba el dedo meñique de la mujer con sus dedos, no quería mancharle ni mucho menos, pero tenía la cabeza gacha para que no le mirara llorar en silencio por culpa de cuan feliz se sentía de no tener que pasar frió o hambre.

Espero pacientemente a que las lágrimas cesaran para poder levantar la cabeza de nuevo siendo guiado por la mujer amable