AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Old Friends [Privado]
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Old Friends [Privado]
Su mirada se mantenía fija en la entrada del restaurante mientras que aguardaba con cierto desespero por la llegada de su vieja amiga, compañera en el crimen y amor platónico, Olivia. Fagan se había alejado un tiempo de la ciudad de París, viajó por distintos lugares y después de un tiempo, regresó a aquella ciudad en la que desde su llegada ocurrieron muchas cosas, cosas que en definitiva tenía que platicar con aquella mujer que desde temprana edad se había convertido en su mejor amiga, alguien a quien podía contarle aquello que aquejaba su alma y sobre todo a quien no debía ocultarle su naturaleza de licántropo, por la sencilla razón de que en una casualidad del destino, ella también la poseía.
Que ambos hubieran acabado siendo licántropos fue algo inesperado. Cuando se entero de aquel hecho, Fagan se sintió terrible por Olivia debido a que quería que su gran amiga fuera completamente feliz, pero al mismo tiempo una parte de él se llenó de regocijo al saber que existía alguien de su pasado a quien no tendría que ocultarle la verdad. Y no era en definitiva cualquier alguien pues durante un tiempo, Olivia fue la persona con la que Fagan debía casarse, aunque claro, eso desde la perspectiva del lobo quedaba en el pasado.
Antes de que sus ojos detectaran a Olivia, el aroma de la fémina fue reconocido por Fagan quien enseguida lució una enorme sonrisa en el rostro. La Van Aldin entraba con aquel aire característico de una mujer que tenía poder, porque su amiga tenía el poder de todo un clan, algo que se decía fácil pero que era sumamente complicado ya que la responsabilidad de todos caía completamente sobre los hombros de la guapa castaña.
– No sabes lo mucho que extrañe verte – fue lo primero que dijo mientras que se ponía de pie para recibir de manera educada a su amiga – Aunque es mi imaginación o… ¿Estas más delgada? – la observó de arriba a abajo, consciente de que era probable que la delgadez de su amiga fuera en parte su culpa, después de todo, él fue quien prometió ayudarle a distraerse de sus responsabilidades además de darle consejos sobre el clan, promesa a la que falto al salir de París – ¿Ser líder del clan es tan pesado? O ¿Existe algo más que te este agobiando? – interrogó mientras que movía una silla para permitir que la licántropo tomara asiento.
Que ambos hubieran acabado siendo licántropos fue algo inesperado. Cuando se entero de aquel hecho, Fagan se sintió terrible por Olivia debido a que quería que su gran amiga fuera completamente feliz, pero al mismo tiempo una parte de él se llenó de regocijo al saber que existía alguien de su pasado a quien no tendría que ocultarle la verdad. Y no era en definitiva cualquier alguien pues durante un tiempo, Olivia fue la persona con la que Fagan debía casarse, aunque claro, eso desde la perspectiva del lobo quedaba en el pasado.
Antes de que sus ojos detectaran a Olivia, el aroma de la fémina fue reconocido por Fagan quien enseguida lució una enorme sonrisa en el rostro. La Van Aldin entraba con aquel aire característico de una mujer que tenía poder, porque su amiga tenía el poder de todo un clan, algo que se decía fácil pero que era sumamente complicado ya que la responsabilidad de todos caía completamente sobre los hombros de la guapa castaña.
– No sabes lo mucho que extrañe verte – fue lo primero que dijo mientras que se ponía de pie para recibir de manera educada a su amiga – Aunque es mi imaginación o… ¿Estas más delgada? – la observó de arriba a abajo, consciente de que era probable que la delgadez de su amiga fuera en parte su culpa, después de todo, él fue quien prometió ayudarle a distraerse de sus responsabilidades además de darle consejos sobre el clan, promesa a la que falto al salir de París – ¿Ser líder del clan es tan pesado? O ¿Existe algo más que te este agobiando? – interrogó mientras que movía una silla para permitir que la licántropo tomara asiento.
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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Re: Old Friends [Privado]
Ser líder de un linaje tan antiguo no era precisamente una tarea sencilla. Las obligaciones que semejante título tenía iban mucho más allá de dictar órdenes o de ser elogiado continuamente; se debía vivir en un constante bucle de apariencias, mentiras y traiciones. Olivia, mejor que nadie, estaba al tanto de esto, pues había convivido con todas esas situaciones desde muy pequeña, y ahora que era una adulta, estaba menos alejada de aquella realidad, en especial por ser considerada la próxima líder del clan. No era algo que quisiera, sentía que no estaba preparada para afrontar tan importante reto; además, primero tenía que ganarse la confianza de todos, para así poder hacer los cambios que su nombramiento traería, algo que no sería una tarea tan sencilla, como, quizás, algunos creerían.
En un principio, y debido al cambio repentino de ciudad, Olivia se sintió infelizmente sola; apenas soltaba sus quejas con Odín, aquel lobo blanco que la seguía a todas partes. Pero, más allá de todo ello, no platicaba con más nadie, simplemente se dedicaba a hacer lo suyo, y luego, huía de toda la presión social a la que era sometida constantemente. Y fue entonces, en uno de sus tantos paseos clandestinos, que recordó a alguien de su infancia, a quien deseó tener a su lado más que a nadie en este mundo. Fagan se había ganado su estima y lealtad; ambos, no sólo compartían una inquebrantable amistad, sino, la misma naturaleza. La licantropía llegó a los dos de maneras distintas, sin embargo, eso no quitaba que eran prácticamente lo mismo. Incluso, hasta pudieron haberse casado, sólo que el destino no quiso que así fuera, tal vez porque tenía otras cosas preparadas para ellos. Aun así, aquello no era excusa para que Olivia no dejara de llevarlo siempre en su mente y en su corazón.
Pero, para su sorpresa, el milagro simplemente ocurrió. Recibió una misiva por parte de su querido amigo, y eso fue suficiente para que el día le resultara encantador, y todo cuanto le agobiara, se hiciera a un lado sin problemas. Aunque esperar tantas horas para su cita le resultaba un hastío; ya no veía llegar el momento indicado en el que pudiera estar de nuevo en compañía de quien era un pilar en su vida. Y debía admitirlo, se sentía como una adolescente, en especial cuando arribó a aquel restaurante en donde Fagan la esperaba.
Olivia esbozó una amplia sonrisa al verlo y al escuchar su voz después de tanto tiempo. Incluso tuvo la necesidad de abrazarlo apenas terminó de hablar, como respuesta a todas sus palabras.
—Yo también te extrañé mucho. No sabes cuánto lo hice —respondió con entusiasmo, mientras se apartaba un poco—. Estoy realmente contenta de verte, de verdad. No vuelvas a desaparecerte así —le reprochó, acercando su rostro lo suficiente—, y deja de fijarte en mi figura en público. No seas maleducado.
Y claro que no era un regaño o que a Olivia le disgustara aquello, fue simple broma. Existía la confianza suficiente como para tomarse ciertos comentarios como cualquier cosa, sin sentirse agredidos de ninguna manera.
—No hables del clan, tampoco soy líder, o sea, tengo preferencias, pero mi tío aún continúa haciendo las tareas pesadas —dijo, una vez que tomó asiento y él había hecho lo mismo—. Podría ser eso lo que me pesa en los hombros, pero no lo creo. Casi toda mi vida viví rodeada de lo mismo, sólo que... No sé si fue una idea grandiosa venir a esta ciudad, o tal vez debí haberme quedado en Austria. —Exhaló, pero, antes de adentrarse en tan nefasto tema, quería saber qué era lo que había ocurrido con Fagan después de tanto tiempo, así que sólo cambió el sentido de la plática antes de seguir hablando de sus cosas—. Cuéntame más sobre ti, ¿qué tanto ocurrió en tus viajes como para que te ausentaras por completo?
En un principio, y debido al cambio repentino de ciudad, Olivia se sintió infelizmente sola; apenas soltaba sus quejas con Odín, aquel lobo blanco que la seguía a todas partes. Pero, más allá de todo ello, no platicaba con más nadie, simplemente se dedicaba a hacer lo suyo, y luego, huía de toda la presión social a la que era sometida constantemente. Y fue entonces, en uno de sus tantos paseos clandestinos, que recordó a alguien de su infancia, a quien deseó tener a su lado más que a nadie en este mundo. Fagan se había ganado su estima y lealtad; ambos, no sólo compartían una inquebrantable amistad, sino, la misma naturaleza. La licantropía llegó a los dos de maneras distintas, sin embargo, eso no quitaba que eran prácticamente lo mismo. Incluso, hasta pudieron haberse casado, sólo que el destino no quiso que así fuera, tal vez porque tenía otras cosas preparadas para ellos. Aun así, aquello no era excusa para que Olivia no dejara de llevarlo siempre en su mente y en su corazón.
Pero, para su sorpresa, el milagro simplemente ocurrió. Recibió una misiva por parte de su querido amigo, y eso fue suficiente para que el día le resultara encantador, y todo cuanto le agobiara, se hiciera a un lado sin problemas. Aunque esperar tantas horas para su cita le resultaba un hastío; ya no veía llegar el momento indicado en el que pudiera estar de nuevo en compañía de quien era un pilar en su vida. Y debía admitirlo, se sentía como una adolescente, en especial cuando arribó a aquel restaurante en donde Fagan la esperaba.
Olivia esbozó una amplia sonrisa al verlo y al escuchar su voz después de tanto tiempo. Incluso tuvo la necesidad de abrazarlo apenas terminó de hablar, como respuesta a todas sus palabras.
—Yo también te extrañé mucho. No sabes cuánto lo hice —respondió con entusiasmo, mientras se apartaba un poco—. Estoy realmente contenta de verte, de verdad. No vuelvas a desaparecerte así —le reprochó, acercando su rostro lo suficiente—, y deja de fijarte en mi figura en público. No seas maleducado.
Y claro que no era un regaño o que a Olivia le disgustara aquello, fue simple broma. Existía la confianza suficiente como para tomarse ciertos comentarios como cualquier cosa, sin sentirse agredidos de ninguna manera.
—No hables del clan, tampoco soy líder, o sea, tengo preferencias, pero mi tío aún continúa haciendo las tareas pesadas —dijo, una vez que tomó asiento y él había hecho lo mismo—. Podría ser eso lo que me pesa en los hombros, pero no lo creo. Casi toda mi vida viví rodeada de lo mismo, sólo que... No sé si fue una idea grandiosa venir a esta ciudad, o tal vez debí haberme quedado en Austria. —Exhaló, pero, antes de adentrarse en tan nefasto tema, quería saber qué era lo que había ocurrido con Fagan después de tanto tiempo, así que sólo cambió el sentido de la plática antes de seguir hablando de sus cosas—. Cuéntame más sobre ti, ¿qué tanto ocurrió en tus viajes como para que te ausentaras por completo?
Olivia Van Aldin- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/08/2016
Localización : París, Francia
Re: Old Friends [Privado]
Se había encontrado nervioso durante su espera en el restaurante. La realidad era que la carta que envió a Olivia fue más que nada un salto de fe, pues era consciente de que faltar a una promesa no era cualquier cosa. El licántropo dejó a su amiga cuando más le necesitaba y todo gracias a su debilidad. Que Saskia lo dejará rompió no solamente el corazón de Fagan sino también su voluntad, sus sueños e ideas; así que, buscando alejarse de todo y todos huyó de París sin dar explicación alguna. Ahora regresaba como un perro arrepentido, esperando que no fuese demasiado tarde para retomar todo lo que abandono por un amor que no supo corresponderle y al menos, con Olivia, parecía ser que todo continuaría igual, aún a pesar de la falta de comunicación por parte de Fagan.
El abrazo que recibió de Olivia resultó ser uno de los más reconfortantes que sintió en su vida. Su amiga emitía un calor que alegro el corazón de Fagan, más de lo que lo hacía el simple hecho de verla ahí, aceptando la invitación de alguien que se creía un traidor a su amistad.
– Puedo tener una idea de cuanto me has extrañado – aquellas palabras bien podían ser malinterpretadas, hacerlo ver como que se daba demasiada importancia, sin embargo, su comentario carecía de presunción alguna y se orientaba a hacerle ver a la Van Aldin que probablemente los dos se hubiesen echado de menos con la misma intensidad. Alejándose entonces ligeramente uno del otro, el licántropo no pudo evitar encogerse de hombros ante el reproche por su ausencia – Las cosas no me salieron como esperaba y debí darme un tiempo para mi mismo, pero tranquila, no volveré a dejarte – aseguró con sus ojos clavados en los de Olivia – lo prometo – sentenció justo antes de ser consciente de la cercanía entre los rostros de ambos. Dicho acercamiento desemboco en una carcajada por parte de Fagan, quien levanto ambas manos hasta la altura de sus hombros – No diré nada más sobre tu hermosa figura en público – pero al decir aquello, lo hizo en voz alta, convirtiéndolos a ambos en el centro momentáneo de la atención.
Una vez que la atención indeseada cedió y ambos se encontraban plácidamente sentados en la mesa, Olivia e corrigió sobre su lugar dentro del clan.
Fagan la conocía muy bien, algunas veces quizás demasiado bien, tanto como para darse cuenta que aunque no fuera la líder oficial –aún- pronto tomaría ese puesto, lo que la estaría llevando a esforzarse de más, organizar todo para su nombramiento, aún cuando dijera que no lo hacía. Un suspiro salió de los labios del licántropo, que miro fijamente el rostro de Olivia.
– Viviste toda tu vida rodeada de esto, pero no es lo mismo. Las responsabilidades que tomas ahora son mayores, tienes que demostrar a aquellos que dudan de ti que eres una buena opción para ser líder – guardo silencio y sonrió – aunque no sé que idiota dudaría de tus capacidades para liderar. Respecto a París – dirigió su mirada a una ventana cercana desde la cual se podía ver a los transeúntes ir y venir – No es la ciudad más bella del mundo pero definitivamente es en la que necesitas estar, al menos por ahora – y con la mención del mundo, vino un tema que él prefería evitar pero del que no podía escapar más, en especial ya que debía una explicación a su amiga. Rió con cierto nerviosismo – Quería estar solo un tiempo, lejos de esta ciudad que me recordaba a alguien – hizo una pausa antes de volver a mirar a Olivia a los ojos – Me fui porque tenía el corazón roto, ¿Qué tan infantil suena eso?.
El abrazo que recibió de Olivia resultó ser uno de los más reconfortantes que sintió en su vida. Su amiga emitía un calor que alegro el corazón de Fagan, más de lo que lo hacía el simple hecho de verla ahí, aceptando la invitación de alguien que se creía un traidor a su amistad.
– Puedo tener una idea de cuanto me has extrañado – aquellas palabras bien podían ser malinterpretadas, hacerlo ver como que se daba demasiada importancia, sin embargo, su comentario carecía de presunción alguna y se orientaba a hacerle ver a la Van Aldin que probablemente los dos se hubiesen echado de menos con la misma intensidad. Alejándose entonces ligeramente uno del otro, el licántropo no pudo evitar encogerse de hombros ante el reproche por su ausencia – Las cosas no me salieron como esperaba y debí darme un tiempo para mi mismo, pero tranquila, no volveré a dejarte – aseguró con sus ojos clavados en los de Olivia – lo prometo – sentenció justo antes de ser consciente de la cercanía entre los rostros de ambos. Dicho acercamiento desemboco en una carcajada por parte de Fagan, quien levanto ambas manos hasta la altura de sus hombros – No diré nada más sobre tu hermosa figura en público – pero al decir aquello, lo hizo en voz alta, convirtiéndolos a ambos en el centro momentáneo de la atención.
Una vez que la atención indeseada cedió y ambos se encontraban plácidamente sentados en la mesa, Olivia e corrigió sobre su lugar dentro del clan.
Fagan la conocía muy bien, algunas veces quizás demasiado bien, tanto como para darse cuenta que aunque no fuera la líder oficial –aún- pronto tomaría ese puesto, lo que la estaría llevando a esforzarse de más, organizar todo para su nombramiento, aún cuando dijera que no lo hacía. Un suspiro salió de los labios del licántropo, que miro fijamente el rostro de Olivia.
– Viviste toda tu vida rodeada de esto, pero no es lo mismo. Las responsabilidades que tomas ahora son mayores, tienes que demostrar a aquellos que dudan de ti que eres una buena opción para ser líder – guardo silencio y sonrió – aunque no sé que idiota dudaría de tus capacidades para liderar. Respecto a París – dirigió su mirada a una ventana cercana desde la cual se podía ver a los transeúntes ir y venir – No es la ciudad más bella del mundo pero definitivamente es en la que necesitas estar, al menos por ahora – y con la mención del mundo, vino un tema que él prefería evitar pero del que no podía escapar más, en especial ya que debía una explicación a su amiga. Rió con cierto nerviosismo – Quería estar solo un tiempo, lejos de esta ciudad que me recordaba a alguien – hizo una pausa antes de volver a mirar a Olivia a los ojos – Me fui porque tenía el corazón roto, ¿Qué tan infantil suena eso?.
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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Re: Old Friends [Privado]
A veces... No, casi siempre, sus responsabilidades dentro del clan de los Van Aldin solían ser una enorme carga, como una piedra que le empezaba a destrozar los hombros lentamente. ¿Cuánto más podía soportar aquel peso terrible? Quizá todo iba a llegar a su límite en cualquier momento, aunque ella se negara a que las cosas fueran a terminar mal, de algún modo u otro, deseaba que todo acabara de una vez por todas. Deseaba despertar de esa nefasta pesadilla lo más pronto posible. Aunque, lo más probable, es que luego le iba a quedar un sabor amargo, demasiado agrio para su gusto. Se hallaba verdaderamente confundida, sin embargo, viniendo de un linaje de personas de fuerte carácter, Olivia estaba dispuesta a buscar paciencia de donde fuera.
Y por cosas del destino, esa búsqueda no se tornó tan larga como creyó en su momento. Que Fagan estuviera ahora a su lado le brindaba cierta tranquilidad; su apoyo incondicional era lo único que necesitaba en ese instante, en el que sentía su propio mundo venirse abajo. ¡Por fin! Ya no tendría que lidiar sola con todas las molestas preocupaciones que le empezaban a taladrar la cabeza. Olivia, al igual que su padre, no estaba a favor de las políticas de la familia Van Aldin, ni de esa venganza que tantas muertes injustas había causado (incluyendo la de sus propios padres). ¡Los Babenberg estaban casi destruidos! ¿Por qué seguir con la terquedad de acabarlos por completo? Después de tantos siglos, lo mejor era, indudablemente, una tregua. Tal y como lo había considerado su propio padre...
Lo había considerado, y nunca llegó a cumplirse, ahora le correspondía a ella a hacer lo propio, ¿acaso podría? Lidiar con el pesimismo no era tarea sencilla, y mucho menos cuando Fagan le había recordado absolutamente todo con su pregunta. No debía juzgarlo, porque de seguro tendría tanta curiosidad sobre los hechos, como ella quería saber de sus aventuras.
—Viví, sí, es verdad. Pero no fue lo que elegí, porque fueron las circunstancias las que eligieron por mí. Ahora mírame, tengo que lidiar con cosas que no son mínimamente lo que deseo —respondió de manera escueta, sintiendo que no había sido lo correcto no ahondar en más detalles. Después de todo era su amigo ¿no? Claro, tampoco pretendía preocuparlo, pero así estaban las cosas—. Quizá es porque me parezco más a mi padre que a mi tío. Y él siempre fue tan diferente a todos ellos... Ya no sé si estoy siguiendo el camino correcto. Pero tienes razón, tengo que demostrarles, con creces, de que tengo la razón. Todo esto tiene que acabar algún día, y lo hará de buena manera. Al menos esta vez.
Quiso seguir con su plática, pero un mesero los interrumpió en ese momento, y tras haber tomado el pedido de ambos, se retiró. A Olivia le incomodó el silencio que se hizo en ese instante breve, tanto que luego no pudo seguir hablando de sí misma, sino de él. La curiosidad suya fue mayor que todas sus quejas sobre su injusta vida. ¿Qué demonios había ocurrido con Fagan en todo ese tiempo? Ay, ¡qué egocéntrica había sido! Lo de su clan resultaba cualquier cosa, a decir verdad. Pero lo de su amigo... bueno, eso sí estaba un poco más grave, porque odiaba verlo tan apagado.
—¿Por qué nunca me contaste nada? Eres un tonto y un infantil, sí —replicó, mientras estrechaba su mano en el centro de la mesa que compartían—. Lo fuiste por no haber acudido a mí, no por tener el corazón roto, eso es algo que... supongo le puede pasar a cualquiera. A mí no, por ahora —rió un poco, haciendo a un lado aquel comentario estúpido de su parte—. ¿Qué fue lo que pasó? Puedes contarme sin problemas, sólo si quieres hacerlo, por supuesto. No quisiera incomodarte, ya lo sabes.
Y por cosas del destino, esa búsqueda no se tornó tan larga como creyó en su momento. Que Fagan estuviera ahora a su lado le brindaba cierta tranquilidad; su apoyo incondicional era lo único que necesitaba en ese instante, en el que sentía su propio mundo venirse abajo. ¡Por fin! Ya no tendría que lidiar sola con todas las molestas preocupaciones que le empezaban a taladrar la cabeza. Olivia, al igual que su padre, no estaba a favor de las políticas de la familia Van Aldin, ni de esa venganza que tantas muertes injustas había causado (incluyendo la de sus propios padres). ¡Los Babenberg estaban casi destruidos! ¿Por qué seguir con la terquedad de acabarlos por completo? Después de tantos siglos, lo mejor era, indudablemente, una tregua. Tal y como lo había considerado su propio padre...
Lo había considerado, y nunca llegó a cumplirse, ahora le correspondía a ella a hacer lo propio, ¿acaso podría? Lidiar con el pesimismo no era tarea sencilla, y mucho menos cuando Fagan le había recordado absolutamente todo con su pregunta. No debía juzgarlo, porque de seguro tendría tanta curiosidad sobre los hechos, como ella quería saber de sus aventuras.
—Viví, sí, es verdad. Pero no fue lo que elegí, porque fueron las circunstancias las que eligieron por mí. Ahora mírame, tengo que lidiar con cosas que no son mínimamente lo que deseo —respondió de manera escueta, sintiendo que no había sido lo correcto no ahondar en más detalles. Después de todo era su amigo ¿no? Claro, tampoco pretendía preocuparlo, pero así estaban las cosas—. Quizá es porque me parezco más a mi padre que a mi tío. Y él siempre fue tan diferente a todos ellos... Ya no sé si estoy siguiendo el camino correcto. Pero tienes razón, tengo que demostrarles, con creces, de que tengo la razón. Todo esto tiene que acabar algún día, y lo hará de buena manera. Al menos esta vez.
Quiso seguir con su plática, pero un mesero los interrumpió en ese momento, y tras haber tomado el pedido de ambos, se retiró. A Olivia le incomodó el silencio que se hizo en ese instante breve, tanto que luego no pudo seguir hablando de sí misma, sino de él. La curiosidad suya fue mayor que todas sus quejas sobre su injusta vida. ¿Qué demonios había ocurrido con Fagan en todo ese tiempo? Ay, ¡qué egocéntrica había sido! Lo de su clan resultaba cualquier cosa, a decir verdad. Pero lo de su amigo... bueno, eso sí estaba un poco más grave, porque odiaba verlo tan apagado.
—¿Por qué nunca me contaste nada? Eres un tonto y un infantil, sí —replicó, mientras estrechaba su mano en el centro de la mesa que compartían—. Lo fuiste por no haber acudido a mí, no por tener el corazón roto, eso es algo que... supongo le puede pasar a cualquiera. A mí no, por ahora —rió un poco, haciendo a un lado aquel comentario estúpido de su parte—. ¿Qué fue lo que pasó? Puedes contarme sin problemas, sólo si quieres hacerlo, por supuesto. No quisiera incomodarte, ya lo sabes.
Olivia Van Aldin- Licántropo Clase Alta
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Localización : París, Francia
Re: Old Friends [Privado]
Sus penas se desvanecían ante la presencia de su amiga que no reclamaba realmente al lobo su ausencia, de hecho, Olivia se dirigía a él como si el tiempo no hubiera pasado y como si apenas hubieran pasado algunos días desde su último encuentro; al menos eso era lo que parecía cuando se saludaban, pues al avanzar un poco más en la conversación resultaba evidente que ambos desconocían situaciones importantes para el otro, sobre todo, Fagan desconocía la situación actual del clan Van Aldin pero por algún motivo, no le sorprendió ver a su amiga con tantas dudas respecto a su proceder y sus acciones dentro del clan.
Olivia dudaba demasiado de ella, de las decisiones que estaba tomando y de cómo es que esas afectarían al clan; era lógico que ella pensará en todo eso, después de todo, si las cosas no funcionaban debidamente la culpa entera caería sobre los hombros de su amiga y seguramente el clan traería a colación al padre de la Van Aldin, aquel hombre que soñó diferente a todos los líderes y que pagó con su vida aquellos sueños. En silencio, Fagan la escuchó hablar sobre lo que tenía que afrontar y que en realidad no deseaba. Un suspiro salió de los labios del lobo, quien comprendía a la perfección los sentimientos de su amiga.
– Por el momento las cosas no son como las quieres, pero sabes tan bien como yo que tienes el poder de cambiar las cosas, volverlas lo que esperas y deseas – si alguien confiaba en la Van Aldin y en sus capacidades era definitivamente él. El licántropo estaba dispuesto a seguir a Olivia hasta el fin del mundo si es que se lo pedía y a demostrar con ello, que ella era la mejor líder que el clan podía pedir así como que sus decisiones eran las más prudentes y acertadas porque los que hasta aquel entonces lideraron el clan, a excepción del padre de Olivia, no habían llevado más que dolor y deseos de venganza a los suyos – Olivia – la voz del lobo se volvió mucho más suave – Que te parezcas tanto a tu padre es una de las razones que me hace creer en ti y en que estas siguiendo el camino correcto, así que sigue adelante y cuando dudes, solo voltea a mirarme porque estaré a tu lado, recordándote los motivos por los que haces esto – una vida mejor para el clan, una vida mejor para su amiga. Eso esperaba encontrar Fagan al final de la travesía.
Cuando la platica se desvió para centrarse en él, Fagan no pudo más que encogerse de hombros y parecer despreocupado, aunque como siempre, la licántropo frente a él supo leer sus pensamientos. Fagan se aferró a la cálida mano de Olivia y sus ojos buscaron los ajenos. La Van Aldin era verdaderamente considerada con él y era en momentos como aquel, cuando recordaba porque ella siempre fue y sería su amor platónico.
– Los problemas del clan Van Aldin eran más importantes Olivia, los corazones rotos solo necesitan tiempo para sanar y eso fue lo que hizo el mío al pasar tiempo lejos de París – sonrió entonces – además, no podía contártelo porque quien debe ser fuerte en nuestra relación soy yo – dicho eso le guiño el ojo de manera falsamente seductora – un hombre débil no causaría impacto a tu lado y quiero imponer respeto al estar junto a ti – es que sin importar lo mal que él pudiera estar, lo más importante en aquellos momentos era mantener a Olivia con buen animo y decidida a hacer las cosas bien – ¿Incomodarme? ¿Tú? – negó firme – Nunca me incomodas, al contrario, tu presencia siempre me trae tranquilad – hizo una pausa y desvió la mirada – aunque no sé como decirte que me enamore de una vampiro – soltó aquello, esperando que ella no fuera a reprenderle por dejarse llevar tan fácilmente por una criatura de aquella naturaleza.
Olivia dudaba demasiado de ella, de las decisiones que estaba tomando y de cómo es que esas afectarían al clan; era lógico que ella pensará en todo eso, después de todo, si las cosas no funcionaban debidamente la culpa entera caería sobre los hombros de su amiga y seguramente el clan traería a colación al padre de la Van Aldin, aquel hombre que soñó diferente a todos los líderes y que pagó con su vida aquellos sueños. En silencio, Fagan la escuchó hablar sobre lo que tenía que afrontar y que en realidad no deseaba. Un suspiro salió de los labios del lobo, quien comprendía a la perfección los sentimientos de su amiga.
– Por el momento las cosas no son como las quieres, pero sabes tan bien como yo que tienes el poder de cambiar las cosas, volverlas lo que esperas y deseas – si alguien confiaba en la Van Aldin y en sus capacidades era definitivamente él. El licántropo estaba dispuesto a seguir a Olivia hasta el fin del mundo si es que se lo pedía y a demostrar con ello, que ella era la mejor líder que el clan podía pedir así como que sus decisiones eran las más prudentes y acertadas porque los que hasta aquel entonces lideraron el clan, a excepción del padre de Olivia, no habían llevado más que dolor y deseos de venganza a los suyos – Olivia – la voz del lobo se volvió mucho más suave – Que te parezcas tanto a tu padre es una de las razones que me hace creer en ti y en que estas siguiendo el camino correcto, así que sigue adelante y cuando dudes, solo voltea a mirarme porque estaré a tu lado, recordándote los motivos por los que haces esto – una vida mejor para el clan, una vida mejor para su amiga. Eso esperaba encontrar Fagan al final de la travesía.
Cuando la platica se desvió para centrarse en él, Fagan no pudo más que encogerse de hombros y parecer despreocupado, aunque como siempre, la licántropo frente a él supo leer sus pensamientos. Fagan se aferró a la cálida mano de Olivia y sus ojos buscaron los ajenos. La Van Aldin era verdaderamente considerada con él y era en momentos como aquel, cuando recordaba porque ella siempre fue y sería su amor platónico.
– Los problemas del clan Van Aldin eran más importantes Olivia, los corazones rotos solo necesitan tiempo para sanar y eso fue lo que hizo el mío al pasar tiempo lejos de París – sonrió entonces – además, no podía contártelo porque quien debe ser fuerte en nuestra relación soy yo – dicho eso le guiño el ojo de manera falsamente seductora – un hombre débil no causaría impacto a tu lado y quiero imponer respeto al estar junto a ti – es que sin importar lo mal que él pudiera estar, lo más importante en aquellos momentos era mantener a Olivia con buen animo y decidida a hacer las cosas bien – ¿Incomodarme? ¿Tú? – negó firme – Nunca me incomodas, al contrario, tu presencia siempre me trae tranquilad – hizo una pausa y desvió la mirada – aunque no sé como decirte que me enamore de una vampiro – soltó aquello, esperando que ella no fuera a reprenderle por dejarse llevar tan fácilmente por una criatura de aquella naturaleza.
Fagan Walsh- Licántropo Clase Alta
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Re: Old Friends [Privado]
Quizá su actual estado podría compararse con la inmensidad de un abismo; tal vez con una bestia amorfa que amenazaba con destrozar sus nervios, de manera lenta, para causarle algún tipo de dolor, que no era físico, sino psicológico. Podría compararse con una agonía que presionaba su pecho y la sensación era como de mil dagas hundiéndose al mismo tiempo. No sabía definirlo con las palabras exactas, porque para esos males no hay definición alguna que describa lo que significa su padecimiento. Olivia intentaba aferrarse a su buena voluntad para evitar caer en ese pozo sin fondo, del que no saldría ilesa. Por más que las presiones sociales estuvieran ahogándola, luchaba por no desistir, sobre todo cuando conservaba tantos planes en mente. Sin embargo, estaba llegando a un límite desconocido, y no se veía nada bien. Y fue entonces el momento justo para que Fagan apareciera...
Él siempre había confiado en ella; la había admirado por su fortaleza. Fagan se había convertido en la única persona que lograba estabilizar su mal estado emocional, y se lo agradecía profundamente. Su amistad siempre fue una suerte de conexión muy estrecha. No tenían que usar palabras para comunicarse, sólo bastaba un gesto, o una mirada. Simplemente eso. Por dicha razón existía una vasta comprensión en sí mismos. Cada quien tenía que saber del otro lo justo y necesario, no hacía falta nada más. Quizá esa era lo que hacía su relación tan especial, a diferencia de muchas otras, cuya comunicación fallaba desde un principio.
A veces se sentía un tanto culpable, porque a pesar de las fallas que pudiera cometer, él confiaba en ella, justo como lo hacía en ese instante, en el que no habían transcurrido meses sin haberse visto, sino días, hasta horas. Para ambos no existía el tiempo, porque su amistad no se basaba precisamente en ello.
—Quizás sea el camino correcto, pero el más intrincado. Y me hace pensar que quizá ser tan justo no sea una opción, pero al mismo tiempo me indigna tener que considerar esa idea tan nefasta; es decir, me agobia todo esto. Siento un enorme peso que empieza a hundirme y ya no sé qué más hacer. Tal vez así se sentiría mi padre, y yo lo ignoraba —habló finalmente, luego de haber escapado de sus pensamientos por un instante. Ahí fue cuando decidió observar a Fagan, incluso dedicarle una sonrisa afable, cálida, como las de antes—. Siempre fuiste más entregado a lo emocional que yo. Digo, al menos en ese aspecto afectivo, del romance, yo qué sé... He sido muy mala para entender esas cosas.
Admitió un poco avergonzada por sus propias palabras, pero tenía mucha más razón en ello. Nunca había dedicado sus sentimientos a otro de esa manera.
—Así que no puedes sencillamente asegurar que por eso eres el débil en la relación. Eso es muy tonto, Fagan. Cada quien tiene fortalezas a su manera —hizo una pausa, pues no sabía muy bien cómo continuar. Sin embargo, logró acomodar un poco sus ideas antes de extenderse el silencio incómodo—, por eso es que terminaste liado con una vampira. ¡No digo que esté mal! Pero lo mejor es que nadie de los Van Aldin se entere. Sabes muy bien el odio descomunal que sienten hacia ellos. No quiero que vayan a considerarte un traidor, o algo peor... No sabría qué hacer sin ti.
Él siempre había confiado en ella; la había admirado por su fortaleza. Fagan se había convertido en la única persona que lograba estabilizar su mal estado emocional, y se lo agradecía profundamente. Su amistad siempre fue una suerte de conexión muy estrecha. No tenían que usar palabras para comunicarse, sólo bastaba un gesto, o una mirada. Simplemente eso. Por dicha razón existía una vasta comprensión en sí mismos. Cada quien tenía que saber del otro lo justo y necesario, no hacía falta nada más. Quizá esa era lo que hacía su relación tan especial, a diferencia de muchas otras, cuya comunicación fallaba desde un principio.
A veces se sentía un tanto culpable, porque a pesar de las fallas que pudiera cometer, él confiaba en ella, justo como lo hacía en ese instante, en el que no habían transcurrido meses sin haberse visto, sino días, hasta horas. Para ambos no existía el tiempo, porque su amistad no se basaba precisamente en ello.
—Quizás sea el camino correcto, pero el más intrincado. Y me hace pensar que quizá ser tan justo no sea una opción, pero al mismo tiempo me indigna tener que considerar esa idea tan nefasta; es decir, me agobia todo esto. Siento un enorme peso que empieza a hundirme y ya no sé qué más hacer. Tal vez así se sentiría mi padre, y yo lo ignoraba —habló finalmente, luego de haber escapado de sus pensamientos por un instante. Ahí fue cuando decidió observar a Fagan, incluso dedicarle una sonrisa afable, cálida, como las de antes—. Siempre fuiste más entregado a lo emocional que yo. Digo, al menos en ese aspecto afectivo, del romance, yo qué sé... He sido muy mala para entender esas cosas.
Admitió un poco avergonzada por sus propias palabras, pero tenía mucha más razón en ello. Nunca había dedicado sus sentimientos a otro de esa manera.
—Así que no puedes sencillamente asegurar que por eso eres el débil en la relación. Eso es muy tonto, Fagan. Cada quien tiene fortalezas a su manera —hizo una pausa, pues no sabía muy bien cómo continuar. Sin embargo, logró acomodar un poco sus ideas antes de extenderse el silencio incómodo—, por eso es que terminaste liado con una vampira. ¡No digo que esté mal! Pero lo mejor es que nadie de los Van Aldin se entere. Sabes muy bien el odio descomunal que sienten hacia ellos. No quiero que vayan a considerarte un traidor, o algo peor... No sabría qué hacer sin ti.
Olivia Van Aldin- Licántropo Clase Alta
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