En éste lugar... solo puedo encontrar paz... (libre MP)

Un hermoso día como otro cualquiera, sin novedad, sin nada especial que hacer y sin nada interesante a lo que dedicar el tiempo.

Arael había estado casi toda la mañana aburrido, encerrado en la gran biblioteca de su hacienda, investigando y estudiando los pasos de su ultimo objetivo, pero lo único que había conseguido sacar en claro de todo aquello había sido un dolor de cabeza inmenso y una sensación de fatigar que había empezando a acabar con su paciencia.
Esa había sido una de las muchas razones que habían hecho que el hechicero saliese de su casa para dar una vuelta por el jardín botánico de la ciudad. Necesitaba un lugar tranquilo que le ayudase a despejarse, sin libros, sin cuatro paredes que le agobiasen y ahogasen. Ademas se había quedado completamente atascado con el caso, y sabía que en la biblioteca no iba a encontrar la solución si su mente estaba tan dispersa.

El camino hacía el jardín botánico no fue especialmente largo pero si pesado. Cuando Arael puso un pie dentro de aquel lugar se sintió ligeramente mas "tranquilo" algo mas sosegado, sobre todo porque a aquellas horas no había demasiada gente que pudiese interrumpir su paseo.
La ropa que llevaba el hechicero era de lo mas normal, nada ostentoso que pudiese hacer notar su cargo en el escalafón social, de hecho cuando salia por las calles de París le gustaba pasar desapercibido, o al menos todo lo que podía, pues su palidez y el color de su pelo era algo que resultaba llamativo a simple vista. De hecho no pasaron mas de cinco minutos cuando pudo sentir la mirada fija de unos transeúntes que parecían comentar el aspecto del hechicero.
No le molestó, mas bien le dio bastante igual, sobre todo porque estaba mas que acostumbrado a cosas por el estilo. Desde pequeño siempre había sido el objetivo de muchas miradas, tanto por parte de su familia y del servicio que había en el palacio, como del resto de personas que le veían. Recordaba que al principio le frustraba que la gente hablase de el a su espaldas, que hubiese habladurías en su propia casa sobre una supuesta maldición que pesaba sobre los hombros del muchacho...pero eso ya era agua pasada. Sobre todo porque ahora sabía como sacar partido a su apariencia y también sabía bien como ocultarla cuando era necesario.

Arael caminó con parsimonia por los caminos que había en aquel jardín, observaba las plantas que mas le llamaban la atención y leía las descripciones que había cerca de las mismas. El olor a vegetación era agradable y ejercía un efecto calmante sobre él, sentía menos presión y mas tranquilidad, a pesar de la gente que había por allí cerca, se sentía mas tranquilo que en su propia casa.

Una muchacha algo risueña , que iba a acompañada por unas amigas y lo que parecía ser una de sus damas, chocó contra él.

-¡Oh, vaya! Disculpe, no le había visto.-el tono de su voz denotaba cierta preocupación. Sobre todo cuando alzó la vista y vio el rostro desaprobador de la dama que le acompañaba. Cierto era que la muchacha había estado distraída por la conversación con su amiga.

-Descuide, no hay mayor problema-Arael contestó con amabilidad mientras hacía un ligero inclinamiento de cabeza, dando a entender que aquello no tenía importancia. Al fin y al cabo el choque ni siquiera había sido aparatoso, simplemente un pequeño descuido que cualquiera podría tener.

Después de aquel pequeño percance ambos siguieron con su camino, solo que Arael continuó la marcha con una ligera sonrisa en el rostro, como si aquel pequeño suceso le hubiese divertido. Y en cierto modo era así, sobre todo porque no estaba con la nariz metida entre las paginas de uno de los miles de libros que había en su biblioteca y de los que estaba ya mas que aburrido.