Un día de lo más normal - Crystall

Esta mañana Vogel se ha despertado más temprano de lo normal con el cuerpo empapado en sudores fríos, no eran más de las cinco y media, apenas estaba saliendo el sol. Un sueño o una pesadilla, no lo recuerda tan solo fragmentos sueltos. "Una rosa que hace sangrar el dedo de quien la coge, un perro extraviado y una chica de espaldas y cuando se gira solo ve su sonrisa." El chico, por mucho que intenta comprender aquellas escenas que podía ver con nitidez en su mente, pero que no tienen ningún sentido o significado para él.

-Una pesadilla, solo eso...- Dice en un susurro para si mismo mientras se quita el sudor de su cara con las manos. Se incorpora, sentándose a u lado de la cama, la luz del sol le da directa a los ojos teniendo que poner su mano por que se deslumbraba. Se puso un pantalón de algodón de color azul marino, algo holgado y una camiseta de tirantes blanca. Se preparó un vaso de zumo de naranja y se preparo un emparedado de tiras de pollo secas, extrañamente le encanta su sabor.
Vogel se bebe el vaso de zumo, se come unas pocas tiras de carne, toma una boina y sale de su casa, que no es mas que un taller con dos habitaciones.

Hoy le espera un largo día de trabajo en la construcción de una nueva casa, sustituyendo una casa que se había quemado por completo. Tiene que ganarse la vida, ya que llego a París con lo puesto. Tras un rato andando se encuentra con dos compañeros de trabajo y se pone a su lado.
-Buenos días chicos.- Saluda Vogel con tono amistoso y despierto.
-Buenos días.- Le saludan ambos. -Te veo con energía.- Dice Jean, el mas bajito, con una sonrisa algo sorprendido.
-No se, me parece que hoy será un buen día.- Dice Vogel mientras sonríe alegre.
-Si tu lo dices....- Exclama no muy convencido Truet.

Caminemos unos diez minutos más, mientras Vogel solo escuchaba la conversación, medio discusión, sobre si es mejor el lomo de cerdo o de jabalí. Realmente se veían cómicos. Cuando lleguemos a la obra estaban llegando todos los trabajadores y entonces fue cuando la vi, una chica preciosa comprando unos dulces, no pude evitar acercarme, usando como excusa comprar un dulce también.

-Me pones unos....- Comenzo a pedirle al pandero. -Vogel! Que haces?! Vamos a trabajar!- Grita el capataz desde el primer piso del edificio a medio construir. -Ya voy! Ya voy!- Le grita a su jefe con una gran sonrisa. Se gira, toma un par de croissants. -Luego te los pago Paul.- El panadero sonrie y asiente. Vogel mira a la chica. -Madame.- Hace una reverencia elegante y cortes besando la mano de la chica y se va corriendo entrando en la obra mientras engulle uno de los croissants.

Nuevamente estaba en París, ella amaba su tierra, La Haya donde le habían dado una cargo de realeza el rey de los Países Bajos. Crystall no lo conocía, pero si al príncipe, quién le había conseguido el cargo. Él, un vampiro descendiente de la familia Vasilievich y quien es su ancestro decidió arroparla después de todo lo que vivió en compañía de su hermano. Siempre pensaba en él, ahora que estaba en París tenía tantos deseos de verlo, de saber cómo estaba, que hacía, pero no se lo permitían, lo que consideraba a veces era cruel, pero había aceptado esas reglas y las tenía que respetar.

Sin embargo, y a pesar de las reprimendas que le llegaban a dar, Crystall seguía actuando como la bruja de clase media que llegó a los brazos de Derek con sus manos asesinas teñidas de sangre. Podía traer linaje real en su sangre pero no dejaba de ser la de antes, y nunca lo dejaría de hacer. Aquella niña inocente y amorosa que se convirtió en una asesina de inquisidores y después una esposa incestuosa. No siempre meditaba Crystall en su pasado, al menos en sus últimos años, pero cuando lo hacía reía. Justo como lo estaba haciendo en esos momentos la bruja.

Nunca había ido al mercado ambulante, y no sabía porque estaba ahí, podía mentirse diciendo que era para comprar ingredientes especiales para la cena que servirán en su mansión dentro de poco, pero ella no se mentía por lo que realmente no sabía a que se debía. Los muertos se lo sugirieron, ella sólo podía imaginarse que se debía a que debía conocer a alguien o quizás reencontrarse con alguien, ella deseaba que fuera Dalma, pero algo en Crystallle decía que no sería ella.

Crystall caminaba haciendo pequeñas compras, no buscaba, sabía que se le presentaría y lo o la reconocería, tenía experiencia. Entonces se detuvo en un puesto de dulces. Pregunto por varios y le permitieron probarlos, amaba los chocolates por lo que ni siquiera preguntó por ellos, los compraría todos, pero sobre el resto no estaba segura. Entonces llegó un extraño hombre, Crystall lo miró con detenimiento, era atractivo, no lo podía negar, más alto que ella, claro. Pero eso no hizo que supiera que era él la persona que tenía que conocer. Sonrió cuando atrevido le tomó la mano y la besó. Ese gesto no ofendió a Crystall, se sentía de clase media fuera lo que ahora fuera.

Se concentró en el hombre, un trabajador de construcción, con un cuerpo seguramente fuerte, bien definido. Pero claramente un hechicero, uno que no sabe lo que es, Crystall lo descifró porque su aura era cambiante, se hizo fuerte al estar con Crystall y desapareció cuando se iba, cuando cargaba cosas volvía a aparecer y se desvanecía. Eso le pareció interesante a Crystall, pagó por muchos dulces y cruzó la calle para hablar con el capataz. —quiero hablar con ese hombre— ordenó extendiendo la mano para que se diera cuenta de su anillo delatando que es de la realeza. —¿No se negará o sí?, le puedo pagar triple la paga que le dará hoy pero me lo llevo este día, ¿le parece?— esperó la respuesta mirando al hombre que no sabía que Crystall estaba comprando su tiempo.

Vogel entra en una pequeña habitación de la planta baja, el cual usan como almacén, coge uno de los cinturones de albañil que hay colgados en un armario, se lo pone en la cintura y se come el otro croissant.

-¿Quien es esa chica?- dice la voz de un obrero en el exterior de la habitación. -No se, pero Vogel le ha dicho algo antes.- Otra voz con tono divertido le responde al anterior. -Pues esta bastante seria. ¿Se habrá metido en problemas el chico?- Dice la primera voz algo preocupado.

La conversación llama la atención de Vogel, se limpia la boca con el dorso de la mano y sale de la habitación. Ve a la chica hablando con el capataz. La chica lo esta mirando y lo señala con el dedo, con pose elegante, dejando ver a propósito que es alguien de alta cuna. Vogel no logra escuchar lo que la chica dice y se gira cogiendo unos tablones de madera y llevándolos a una posición mas cercana a ellos, disimulando, cuando mira a su capataz esta bastante sorprendido y las palabras de este hombre, no hace mas que confundir a Vogel. -Mi señora, esto no es esa clase de lugar.... Si quiere hablar con él, ahí esta. Haga lo que quiera....- Sus palabras significan justo lo que cree, la chica quería comprar a Vogel, pero la mente de esté no le dejaba creer en esa conjetura.

El capataz se gira mirándome y se acerca hacía mi con una sonrisa pícara. -Vogel, esa chica te busca. Esta bastante seria. Ve y habla con ella.- Le dice con voz tranquila. Vogel alza una ceja contrariado, pero decide obedecer sin decir nada y comienza a caminar hacía la mujer.

-Vogel!- Le llama el capataz. El chico se gira para mirarlo. -Tienes el día libre chaval.- Le dice y se pierde escaleras arriba. Vogel se gira y mira a la chica y se acerca a ella sonriendo.

-Buenos días mi señora, en que le puedo ayudar?- Le dice con tono respetuoso, dando cuenta a la posición que creo que la dama ocupa, pero con una sonrisa varonil siempre dibujada en sus labios.

Crystall esperó con paciencia, lo vio caminar hacia ella un tanto inocente y parado frente a ella le dijo las palabras más simples que un hombre puede decir. La bruja no habló, sólo respondió a la sonrisa con otra. —Buenos días joven Vogel— Crystall inclinó un poco la cabeza y fijo sus ojos en la repentina aura que surgió en torno a Vogel y que desapareció muy pronto. Dio un pestañeó y las almas atadas a ella viajaron al interior de aquel atractivo, fuerte y varonil hombre.

—¿Ha tenido sueños fragmentados joven Vogel?— le dijo cuando las almas regresaron a ella para informarle. Crystall aspiró profundamente capturando los olores del entorno, llegando a ella el indistinguible olor a sudor que desprendía. Crystall caminó hasta él acortando toda distancia, rodeo con sus manos el cuello y se puso de puntas para alcanzarle, sin embargo, él aún tuvo que bajar un poco para que ella alcanzara sus oídos. —Ves cosas que otros no, ¿cierto?— la voz de la bruja se hizo sutil, para nada sensual pese a que posiblemente sus compañeros pensaran eso.

—No tienes miedo de lo que ves, pero crees que en tus sueños pueden estar las respuestas, por eso te desconcierta no recordar nada, o recuperar hechos que no te sirven para nada en absoluto— Crystall abandonó su postura para verlo a lo lejos, ver su sorpresa. —Se lo que eres, porque compartimos eso en común. Te daré tres pruebas y luego, te pediré que vengas conmigo, abandones esto y consigas conmigo las respuestas que no encontrarás con nadie más— dio un par de pasos hacía atrás y se miró a la construcción. —No señales, pero ves aquel ladrillo a lo lejos, haré que caiga— Crystall no hizo nada, una de sus almas se dirigió al ladrillo y lo empujó para que cayera al suelo.

—¿No te convence?— lo volvió a mirar. —Quiero que observes el cielo— la atmokinesis de Crystall subió a los cielos formando nubes negras. —Extiende tu mano, diez gotas caerán y después la lluvia terminará el sonido de la lluvia se escuchó e inició la lluvia y así como dijo Crystall, sólo diez gotas de lluvia cayeron en la mano de Vogel y las nubes se disolvieron. La bruja le sonreía.

—¿no te he convencido... prepárate?— caminó hasta él y tomó su mano llevando al plano espiritual su alma. Ahí el pudo ver a los fantasmas que vivían entre los humanos y también todas las almas atadas a Crystall y sobre todo el aura oscura que rodeaba a la bruja. —Este es el plano espiritual— le dijo y lo transportó de nuevo al plano terrenal. —Vamos Vogel, informa que no trabajarás más aquí, y ven conmigo— terminó Crystall con una sonrisa.

La chica mira a Vogel con una sonrisa hermosa y está lo saluda por su nombre, la mirada de la mujer observa al chico unos instantes, él solo la mira, que viniera la chica así le ha pillado por total sorpresa y un escalofrió extraño recorre su cuerpo.

La pregunta de la chica hace que Vogel alce una ceja con gesto confuso. Pero permanece en silencio pensativo sin dejar de mirar a la bella dama. Ella se acerca al chico, pegando su cuerpo casi al completo con el de él, con ambas manos rodea el cuello de Vogel, el chico sonríe al ver como ella se pone de puntillas, intentando llegar a su oído para decirle algo, él se inclina un poco. Las palabras extrañas de la bella dama, lo hace parpadear varias veces, pero tan solo alza la cabeza y la mira extrañado. Ella continua hablando de sueños, pareciendo que conoce a Vogel. Pero en realidad sus palabras le suenan a cuentos de hadas, recuerda su sueño la sonrisa... y es la sonrisa de la dama extraña.

La chica lo suelta y se retira un poco, observando. Dice saber lo que él es, ya que ella también lo es, que le dará tres pruebas de ello y que una vez acabe se ira con ella. Vogel la mira con una sonrisa dulce, un tanto pretenciosa, pero si es de la realeza, el chico no puede negarse.

La chica mira a su alrededor y señalando con los ojos un ladrillo, le dice que lo observe, que lo hará caer. Vogel mira el ladrillo confuso y este cae al suelo. ¿Magia? piensa el chico sin llegar a creer lo que ha visto, pero antes de que sus sentidos se tranquilicen, ella le pide que mire el cielo y tienda una mano, diciendo que caerán diez gotas de lluvia. Y en efecto el cielo se vuelve de tormenta y caen diez gotas exactas en la palma de su mano. ¿Atmokinesis?

Vogel cada vez esta mas confuso y lo siguiente... lo siguiente fue lo que le hizo preguntarse todo. La chica le coge de la mano y de inmediato aparecen sombras y figuras que no estaban ahí, todos son humanos, pero su cuerpo es etéreo, ¿fantasmas? y una increíble aura oscura alrededor de la chica. Ella le dice que eso es el plano espiritual, y vuelven de nuevo al mundo normal. Pero entonces ella le ordena que diga que dejará de trabajar allí y que vaya con ella.

En ese momento la mente le vuelve al mundo real. -Mi señora, creo que se equivoca, yo no soy como usted... No puedo dejar mi trabajo, es mi único sustento.- Le dice observándola, sin estar muy seguro de si ir o no. -Y ni siquiera se su nombre mi señora. Pero bueno mi jefe me dio el día libre... así que, hoy soy todo suyo.- Dice con una sonrisa divertida.

La toma de la cintura, haciéndola girar, y empieza a caminar hacía la salida sin soltarla. -Salgamos de aquí mi señora, no es lugar para una dama.- Una vez fuera se separa un poco de ella y la observa sin saber que hacer.