Buscando respuestas |crystall Vilhjálmur|

La casa del Doctor Marceau, para el cual trabajaba, no era enorme pero poseía un pequeño jardín tanto delante como detrás de la casa. Recordaba que mi madre había construido un pequeño huerto en la parte trasera para cultivar tanto algunas verduras para el uso gastronómico como algunas hierbas que no sabía para que las usaba. Intentó enseñarme, recuerdo que me hablaba de plantas como la belladona que podía ser tanto beneficiosa como venenosa según la dosis que se usara; también me habló de la celidonia que se usaba para calmar los dolores; o del jazmín que no sólo olía bien sino que tenía múltiple usos de índole medicinal e incluso algunos decían que afrodisíaco. Ella me hablaba de todas esas plantas y muchas otras pero nunca presté verdadera atención a los usos de éstas ni a su cuidado porque, en mi inocencia, había supuesto que algún guapo caballero que pasaría inesperadamente por Dover quedaría deslumbrado con mi belleza e ingenio y se casaría conmigo, me llevaría a las fiestas de la alta sociedad y, por tanto, cuidar de un huerto nunca sería una necesidad sino algo que haría por gusto y realmente las plantas no me gustaban tanto.

Había arreglado la parte del jardín que serviría para el huerto, pero no tenía muy claro qué plantas podría plantar. Para las verduras no había problema, bastaba comprar semillas de las verduras que utilizaba más habitualmente en la comida pero quería destinar una parte del huerto a hierbas que el doctor pudiera necesitar en su trabajo diario. Sabía que había multitud de plantas con propiedades curativas pero realmente dudaba que conociera siquiera la mitad de ellas. Había pensado en buscar o comprar directamente las semillas en algún comercio pero mi habitual desconfianza hacia los extraños me hacía pensar que serían capaces de venderme cualquier hierbajo con tal de sacar algunas monedas. También podía preguntarle al doctor por las plantas que más usaba y su aspecto para poder saber exactamente qué debía buscar, pero quería que el huerto medicinal fuera una sorpresa y preguntarle lo arruinaría.

No me quedaba otra opción que buscar algún libro sobre jardinería o plantas medicinales, con amplios detalles y a buen precio, pues mis ahorros no eran excesivos como para gastarlos en algo así. Ese era el motivo para encontrarme ante la puerta de la librería que había frente a mí. No estaba seguro de en qué idioma estaba el nombre de la librería pues la palabra "Wijsheid" no me sonaba de nada pero yo sólo hablaba inglés y francés por lo que podría ser de cualquier otro país. No había estado antes en esta librería, no conocía al dueño o dueña y no sabría si me atenderían bien o no pero quedaba no muy lejos de las tiendas habituales a las que iba y recordaba la fachada del edificio, por lo que había decidido ir hasta allí en vez de a alguna otra.

Tras comprobar que el cartel pusiera "abierto", respiré hondo y, mientras con una mano sujetaba la pequeña bolsa en la que llevaba las pocas monedas que me podía permitir gastar -el resto habían quedado escondidas en casa-, con la opuesta empujé la puerta y entré. Caminé por entre algunas estanterías mirando los libros que había pero realmente no veía ningún libro que pudiera ayudarme. Quizás hubiera alguno pero yo no los reconocía, tendría que buscar ayuda de quien trabajase allí. Me acerqué hasta el mostrador y, en voz no demasiado alta para no molestar a los que estuvieran allí leyendo, dije a la mujer que había al otro - Buenos días - incliné un poco la cabeza en señal de respeto en el saludo inicial y acto seguido pasé a explicar lo que necesitaba. - Buscaba algún libro sobre jardinería y plantas medicinales, ¿Sería tan amable de ayudarme e indicarme alguno, por favor? - pregunté educadamente esperando que así fuera y que no me mandase a alguna otra tienda aludiendo a que ésta estaba especializada en otro tipo de libros. Sonreí un poco al fijarme en aquella mujer, aún no sabía que significaba pero el color que la rodeaba se parecía mucho al que rodeaba a Bard y supuse que eso era una buena señal, quizás algún día consiguiera adivinar qué significaban realmente esos colores que veía alrededor de otras personas pero no me atrevía a preguntar para que no pensasen que estaba loca o poseída por algún demonio.

Ya todo estaba casi resuelto, muy pronto Crystall conseguiría liberarse de las cadenas que la ataban aún a París, y emigrar a su natal Amsterdam donde ejercería su nueva vida. El problema de la librería y los libros oscuros y antiguos estaba por concretarse. Mientras la próxima dueña se alistaba para tomar posesión de lo que en su tiempo fue el tesoro de la bruja, Crystall contrató a una simpática mujer que se encargaba de despachar a la clientela mientras ella, desde un cómodo sillón leía sus textos antiguos u oscuros (según se tratara el interés que manifestara).

Leía con mucha minuciosidad un libro que aludía a antiguos ritos Babilónicos, una recopilación salvada de Alejandría y que estuvo por siglos almacenada en la biblioteca más poderosa del Vaticano -¿Cómo lo había rescatado?- eso no importaba. Justo a media lectura entró una mujer, Crystall no prestó ni la más mínima atención, ni siquiera la volteó a ver; si sabía que era una mujer era porque los fantasmas de la librería se lo habían dicho. Era joven, o al menos su voz así lo indicaba e inclusive cuando solicitó ayuda para un libro de herbolaria Crystall no se inmutó, no le interesaba atenderla así que se limitó a ignorarla.

Pero la librería era un local de ventas, así que de las persianas detrás de la caja registradora salió Griselda (la empleada) a hacer su labor de venta para de esta forma evitar que la clienta molestara la lectura de la que era todavía la dueña. Pero la lectura de Crystall fue interrumpida por los fantasmas, siempre lo hacían, al menos con la llegada de clientes lo que la fastidiaba en muchas ocasiones. —Es una bruja— dijo uno de ellos, —pero no es como tú— dijo otro. —No nos ve— prosiguió uno más —ni nos escucha— concluyó el último de sus inquilinos. Crystall suspiró.

Ella no podía evitar que eso le despertaba interés, —no todos tienen esa capacidad— dijo en voz lo suficientemente alta para que la joven la escuchara y de esa forma atrajera su atención. —Griselda, yo la atenderé— dijo dejando el libro en la mesa auxiliar que tenía a un costado del sillón de terciopelo rojo. Caminó sin prisa pero tampoco con languidez, podría decirse que lo hizo a un ritmo normal. —Así que buscas herbolaría, poseo una gran colección, pero necesitas estar segura de lo que buscas porque yo puedo orientarte a libros medicinales muy especiales pero  escandalosos— dijo ladeando ligeramente la cabeza y sonriéndole con ligera malicia. —¿Qué es lo que pretendes hacer con las plantas?— cuestionó reincorporando su cuerpo a la posición correcta.

Crystall se giró a un estante dejando que la joven viera su perfil, lo estudiara y contemplara la potente aura de la bruja. —Soy Crystall y ellos me han dicho que me observaste con particularidad en el momento que entraste— le dijo como una observación maliciosa y volvió a verla de frente. —Algo te rodea, yo sé lo que es así como sé que tú lo vez también en mi aunque con una ligera diferencia y estoy bastante segura de que no comprendes su significado. Ellos se preguntan por qué no los puedes ver ni escuchar por lo que me imagino que tus habilidades son distintas a las mías. Como sea, eso me lleva a la pregunta inicial, ¿qué es lo que pretendes hacer con las plantas? Sólo así puedo darte el libro correcto y quizás enseñarte a utilizar algunos atributos de éstas— le susurró llevándose sus manos a la espalda en un gesto infantil y sonriéndole ampliamente.

Una muchacha salió para atenderme pero, antes de hacerlo, la mujer que parecía estar leyendo se acercó diciendo que lo haría ella. Observé a aquella mujer con atención escuchando cada una de sus palabras, estaba claro que no debía haberme explicado bien al decir lo que buscaba. Suponía que al decir jardinería y plantas medicinales se podrían unir ambos conceptos y deducir que quería cultivarlas pero también era posible que fueran dos conceptos distintos y no relacionados por lo que entendía que hiciera esa pregunta.

Sonreí ante la mención a los libros escandalosos pues algunos de los libros de anatomía que tenía el doctor en su pequeña biblioteca eran bastante escandalosos; aunque no tenía del todo claro cómo podrían ser escandalosas unas plantas, quizás fuera por la parte del uso medicinal si había dibujos explicativos sobre alguno de esos usos. - Pues verá, yo querría saber cuales son y cultivarlas. Trabajo en casa de un doctor y sé que usa algunas pero no las conozco todas, pensé que tener un huerto donde se cultiven esas plantas le sería útil. Es como una sorpresa, sino le habría preguntado a él, por eso necesito saber cuales son las plantas medicinales y tener una idea de cuales son las más usadas y necesarias, así como algún libro sobre jardinería o herbolaría para saber cómo debo cuidarlas en su cultivo. Mi madre intentó enseñarme pero no presté demasiada atención y no recuerdo gran cantidad de cosas. - Esperaba que con eso se entendiera mejor que era lo que estaba buscando exactamente.

Mientras ella parecía buscar entre los libros algo relacionado con lo que yo había pedido, yo pude aprovechar para examinar mejor aquello que veía a su alrededor. Me sorprendió que se presentase pero lo que más me llamó la atención fue que hablase de ellos. Miré alrededor pero no vi a nadie - ¿ellos? - pregunté sin poder evitarlo - Oh perdón, yo soy Lys - me presenté - encantada de conocerte, Crystall - añadí aunque empezaba a pensar que a lo mejor aquella mujer no estaba del todo cuerda si hablaba de alguien a quien no veía ni oía. Lo que sí tenía un poco de sentido era lo que decía sobre ver algo a su alrededor pero me rodeaba a mí también. Podía ignorar el tema, seguirle la corriente o intentar investigar un poco, quizás consiguiera entender mejor alguna de mis peculiaridades; si ella hablaba de ver entes que realmente no estaban allí, yo no iba a quedar por loca si decía que, tal como ella había mencionado, veía algo a su alrededor, ¿no? - Supongo que tienes razón, veo algo en ti... es similar a algo que veo en un conocido, sólo que no sé qué significa, ¿tú sí? - pregunté con verdadero interés - y, francamente, no sé quienes son ellos. - respondí con una sonrisa algo insegura - ¿debería saber quienes son? - pregunté inquieta mirando de nuevo a nuestro alrededor - En cuanto a las plantas, como decía, solo pretendo cultivarlas para que el doctor las use en su trabajo, ¿podría hacer más cosas con ellas? - pregunté entre sorprendida y confusa. ¿qué más usos podrían tener esas plantas?

La herbolaría era un tema que a Crystall le encantaba y que esa joven se presentara a buscar algo, aunque se tratara de algo tan simple, le convenía para recordar París con la gente esplendida que hay. Crystall se apresuró y sacó un grueso libro donde seguro encontrarían lo que buscaba. Las preguntas que hizo la joven las esperaba la aún dueña de la librería, se volvió a ella y dejó caer el libro sobre la mesa de escritorio que estaba a un costado de ellas. —¿Lys? Un nombre interesante, no los ves porque no tienes las habilidades que poseo yo, o al menos la que me permite verlos y usarlos a mi favor— le dijo con una sonrisa y se acercó a ella, como una confidente, dispuesta a revelarle un secreto y temiera que Griselda las escuchara y que sabía no pasaría, las almas le informarían sí estuviera curioseando.

—Somos brujas— le susurró al oído o hechiceras y ese término te parece menos bochornoso, le sonrió. —Más que decirte quienes son… Te los mostraré— e inmediatamente le tomó de la mano introduciéndola al mundo espiritual. Aunque no era necesario tocarla para traer el mundo espiritual a ellas, para Crystall eso le parecía tener un toque dramático. Lys pudo ver entonces a las tres almas que estaban en la librería, a espaldas de Crystall y mirando a Lys con interés. —Estamos en el mundo espiritual, existen varios tipos, el nuestro es el terrenal y los demás… No es conveniente que lo sepas, no aún— le habló quedito sin soltarle la mano, así podía hacerle creer a Lys que sólo tocando a Crystall los vería.

—Nosotros, y te incluyó, nacemos generalmente con tres habilidades, no todos, muchos se desarrollan después como fue en mi caso, otros se aprenden como es el uso de la hechicería con plantas y demás objetos.— continuó sin detenerse a estudiar el rostro de Lys, —Pocos pueden entrar al plano espiritual, muchos de los que me conocen creen que yo puedo hacerlo gracias a la unión de dos de mis poderes, la nigromancia y el control de almas con los hilos titiriteros, otros creen que es una habilidad que sólo yo he desarrollado, pero lo cierto es que desde pequeña descubrí los planos  de nuestro mundo—, las expresiones de Crystall se dulcificaron tanto que quizás daba miedo y de pronto soltó la mano de Lys regresando al plano terrenal.

—Lo que nos rodea son auras, es como un uniforme que anuncia que eres una bruja, aunque claro que hay diferencias. Lo más experimentados podemos canalizar nuestra aura y mantenerla con sosiego, algunos les gusta fanfarronear y demostrar lo poderosos que son y dejan que sus auras crezcan en el tamaño a proporción con su poder y conocimiento—  y como lo dijera, Crystall hizo que su aura verde esmeralda creciera y se esparciera por la librería cubriendo a la misma Lys, —pero así como en los cuentos, existen las brujas malvadas, las nigromante, como yo, que su maldad no puede ocultarse realmente, porque el aura revela todo, la verdad misma— y tan pronto terminó la oración, el aura se volvió oscura y agresiva hasta que se tornó negra; los cabellos de Crystall se alzaron amenazantes por un breve momento y luego volvió a su color verde y disminuyó para emitir una ligera luz a su alrededor (una luz que por supuesto sólo ellas podían ver). —Pero yo no soy malvada, ya no más], yo te puedo enseñar de herbolaría y hacer que aproveches tus poderes, te adaptes a ellos y los uses correctamente, y de paso a cuidar un jardín— Crystall desvió la mirada al libro y con su mano lo acarició para después volver a mirar a Lys. —¿Quieres convertirte en mi aprendiz, quieres aventurarte a la magia?— le dijo sin dejar de tocar el libro pero mirándola a los ojos.

Apenas podía creer todo lo que la recién conocida librera, Crystall, me estaba diciendo. ¿Ellos? ¿Brujas? Aquello no podía ser cierto, ¿o sí? No había conocido a su padre pero había conocido a su madre y nunca la vio hablar como si hubiera espíritus en la habitación, ni siquiera era de las personas que hablaban solas en voz alta; aunque sí que le gustaban mucho ciertas hierbas y algunas personas de Dover acudían a ella para pedirle algo, normalmente yo estaba en mis clases y no podía enterarme de tantas cosas como me habría gustado y cuando escuchaba algo tampoco entendía bien de qué hablaban, sonaba tan raro cuando les decía cosas como que debían meter bajo la almohada una raíz de alguna planta o les daba alguna bolsita con una mezcla de hierbas para que se las dieran a beber a sus maridos.

Ya me había parecido raro cuando simplemente me decía que eramos brujas, pero cuando además me dio la mano y pude ver aquellos tres seres frente a mí, observándome con atención, no sabía cómo reaccionar. Por un lado me controlé para no abrir la boca desmesuradamente ni saltar, soltar su mano y correr al exterior. Aún así, los ojos debían estar más abiertos de lo normal mirando fijamente hacia aquellos seres. - El plano terrenal, el espiritual,.. ¿Cuántos más hay? - pregunté con curiosidad pues esos dos los entendía pero los otros no estaba segura de cuales podrían ser.

Ella siguió hablando, haciéndome saber cuales eran sus poderes o, al menos, algunos de ellos. El uso de la hechicería con plantas y objetos me parecía interesante, quizás porque me hacía pensar en mi madre. La nigromancia y los hilos titiriteros que mencionaba me gustaban menos, no sabía mucho de ellos pero eso de controlar almas sonaba como magia de tipo oscuro o negro. Aunque quizás se pudieran hacer cosas buenas igualmente solo empujando las almas en el sentido correcto en vez de al revés.

A pesar que le había soltado la mano, siguió mirando hacia donde se suponía que estaban las tres almas que había visto al estar agarrada por ella aunque ahora no veía nada. Entendía lo que comentaba sobre el aura, tendría que fijarme mejor cuando volviera a visitar a mi amigo en su tienda. Aunque eso me planteaba algunas dudas pues no todas las personas tenían el aura del mismo color, tendría que averiguar qué significaba cada color; tal vez el estado de ánimo, si eran brujas, o si eran buenas o malas personas,.. - Todo esto me genera tantas dudas - murmuré al escuchar que se ofrecía a enseñarme - Nunca habría podido imaginar que tuviera algún tipo de habilidad distinta - añadí mirando mis manos, no porque fueran la fuente de esas habilidades sino porque era la parte del cuerpo más fácil de mirar en esa situación - y ahora parece que soy bruja. Es... raro. No desagradable, sólo raro. - Miré hacia el libro de herbolaría un poco perdida en mis pensamientos y luego asentí - Estaría encantada de tener alguien que respondiera a todas mis preguntas sobre este tema como por ejemplo.. ¿Se hereda? Es decir, ¿mi madre o mi padre eran brujos y por eso yo también lo soy o es algo que surge sin más? y ¿Cómo puedo saber cuales son mis habilidades? Igual que las tuyas son nigromancia y ser titiritera, ¿Cómo averiguo los míos? - No tenía claro si prefería que lo fueran o no; en el caso de mi padre, me daba un poco igual, pero mi madre no me había hablado de este tema y de haber sido una bruja también, quizás debería haberme explicado algunas cosas - Además, tendrás que explicarme un poco mejor el tema de las auras, quiero decir que las he visto de muchos colores y no sé qué identifican realmente. - De repente algo paso por mi cabeza y la miré con evidente interés - Si las brujas existimos.. ¿hay más criaturas de los cuentos que también existan? - Si nosotras existíamos, ¿Por qué otras criaturas no iban a poder existir?

Crystall estaba asintiendo a cada una de las preguntas como si eso le fuera ayudar a Lys, pero cuando quiso saber sobre otras criaturas, la bruja nigromante no pudo evitar sonreír. —Acompáñame Lys, este no es el lugar indicado, además podrá encontrar libros que podrían ser más interesantes— le sonrió y caminó por las cortinas por las que entró esperando que ella viniera detrás, aunque sabía que lo haría, en esos momentos Lys era como una pequeña niña en una dulcería, no sería fácil sacarla de ahí, no mientras no tuviera sus respuesta. Llegó hasta la enorme puerta oscura y con ambas manos la abrió dejando ver la gran colección de libros de ocultismo e historia que la iglesia trató de destruir por cientos de años; poseía grandes conocimientos y textos tan antiguos que estaban plasmados en tablillas.

Justo en medio de la habitación estaba la mesa donde restauraba los libros cuando éstos estaban dañados o comenzaban a degradarse, y un par de sillas, Crystall se sentó en una de ellas y esperó a que Lys entrara y se acercara. —Sí Lys, hay más criaturas aparte de nosotros; con algunas debes de tener mucho cuidado. Existen los vampiros, llamados también hijos de la noche o bebedores de sangre; el aura de ellos se manifiesta con un color rojo oscuro, un roja que ha robado miles de vidas, entre más oscura se vea esa aura significa que ha matado a más seres, y digo seres, porque no lo hace solamente con humanos comunes. Esas son las criaturas más poderosas que existen, por su velocidad, porque son capaces de pasar desapercibidos, pueden hechizar a quien sea y doblegar su voluntad, son capaces de arrebatar vidas sin que sus víctimas sientan más que placer y lo peor... Son inmortales— la mirada de Crystall se perdió y recordó los encuentros que había tenido con los vampiros, no solamente los sexuales con Violante y Jin, sino los que tuvo que combatir en su cruzada como asesina de inquisidores.

Crystall en todo momento poseía una venda de distintos colores (según la ropa que llevara) en su muñeca izquierda que le adornaba más como una muñequera que como un objeto que cubría una herida. Crystall se desprendió de la venda y mostró la marca de colmillos que aún estaban en su piel, agujeros profundos y negros. —Esta es la marca del vampiro, ellos son muy cuidadosos, su sangre es sanadora por eso cuando beben de alguien lamen la herida para desaparecer la marca de sus colmillos; pero esta marca no fue sanada, siempre me recuerda que no se debe meterse con los vampiros de auras intensamente oscuras, porque esos son los que entre ellos llaman hijos de los milenios, criaturas de más de mil años de existencia— Crystall volvió a colocar la venda y se cubrió la muñeca con su otra mano como si aún estuviera descubierta. —Las otras razas son los cambiaformas y los licántropos u hombres lobo; la primera, su aura es muy difícil de distinguir, y es debido a que pueden transformarse en cualquier tipo de animal, bueno hasta ahora eso se cree, cada forma que adoptan tiene una clasificación y se identifican con el entorno, es por eso que si vez una aura azul seguramente es un cambiaforma que puede transformarse en algún tipo de criatura marina, si es ocre, marrón o blanco, pueden ser, tigres, osos, aves, lobos, zorros. En cuanto a los licántropos, su aura siempre será de un café oscuro en tiempos de luna menguante, creciente y nueva; pero cuando es luna llena su aura brillará y por tu bien será mejor que te a lejes de ellos lo más lejos posible; un licántropo no tiene conciencia a diferencia de los cambiaformas, se convierten en lobos gigantes y son totalmente salvajes, no son capaces de reconocer nisiquiera a los seres queridos y como aparecen en los cuentos, sí, si sobrevives a un ataque de ellos, su maldición caerá sobre ti, ellos no heredan su licantropía a sus hijos a diferencia de los cambiaformas y nosotros. Porque la brujería se hereda, aunque no necesaria mente, es aquí cuando te hablaré de los otros planos— Crystall ya tenía una expresión seria, dejó su asiento y caminó hasta uno de sus estantes de libros de ocultismo y saceo una biblia necromante, la llevó a la mesa donde estaba Lys y la dejó caer haciendo que el polvo del libro se levantara.

Crystall abrió el libro por la mitad y todavía lo hojeó hasta encontrar una imagen de dos reinos, uno de ellos con ángeles y una luz oculta entre nubes y la otra, con fuego y demonios. Giró el libro hacía Lys y aunque el texto nisiquiera estaba en latín sólo le señaló la imagen. —Basándose en ese libro escrito en tiempos antiguos, se creía que existían dos reinos, el cielo y el infierno, que es como seguramente lo conoces. Pero entonces, con los años se descubrió que eso que se llamó infierno no es más que las tinieblas y forma parte de uno de los planos terrenales. Existe un paraiso, aunque claro, nadie lo ha confirmado; existen las tinieblas que es el lugar donde las almas quedan atrapadas, un lugar donde supuestamente el mismísimo diablo reforma esas almas para que vayan al paraiso, existe el plano espiritual donde las almas no encuentran el camino a las tinieblas o al paraíso y el terrenal que es el nuestro— dejó que siguiera viendo el libro y comprendiera lo que Crystall le decía, mientras eso sucedía Crystall regresó a su estante y sacó un libro de brujería, el más antiguos y donde se explicaba como surguieron.

Así como lo hizo con el primer libro, lo abriero y lo puso junto al otro, éste estaba en latín. —En este libro se explica como surguieron las brujas, porque no había brujos. Tal vez te sorprenderá, pero los demonios no son sirvientes del diablo cuyo verdadero nombre es Memnoch, no, ellos sirven a Dios y fueron ellos los que dieron el poder a brujas para que hicieran el mal, las primera brujas fueron la nigromante y digo que no había brujos porque si el primogénito era varón lo sacrificaban, sólo las mujeres adquirían lo que ellas comenzaron a llamar don. Con el tiempo, algo hizo desaparecer los demonios y las brujas comenzaron a luchar entre ellas, pues comenzaron a nacer las brujas de luz o hechiceras, las nigromantes quedaron en el pasado y se manifestaron las que podían dominar sobre otros mentalmente, las que podían manipular el entorno o crear ilusiones... Aún hay guerra entre brujas, a pesar de mis poderes nigromantes estuve del lado de la luz, lo estuve por...— Crystall hizo una pausa, su boca estaba entre abierta y su mente viajó al pasado, lágrimas se formaron en sus ojos y aunque quiso continuar no pudo hacerlo.