The first Fire [privado]

por **Manech Lemming** Dom Sep 14, 2014 2:13 am

Desde que se había mudado a París apenas salía de su mansión y solo lo hacía cuando tenía que trabajar, todo era exactamente lo mismo, citas de trabajo, cenas que podrían convertirse en comidas, comidas que podrían ser desayunos, un par de copas, sonrisas falsas y el trabajo estaba hecho, un desgastante cumulo de deberes que no le interesaban en lo absoluto al joven Lemming; ese no era el mundo que quería Manech para sí mismo, cuando era tan solo un niño había soñado viajar por toda Europa tocando el piano, si un reconocido pianista, una pequeña granja en algún punto de su ciudad natal donde le esperaran una esposa que no importaba si fuera rica o fuera pobre solo que lo amara realmente, dos hijos una niña y un niño, después de casado su hijo y prometida su hija se jubilaría y pasaría el resto de sus días jugando al ajedrez, tomando siestas bajo la puesta del sol, tocando el piano por diversión, eso era lo que él quería.

No seas absurdo Manech, tienes la cabeza en la luna era lo que constantemente le decía su padre, la idea de perder el respeto y reputación de la familia Lemming parecía ser la pesadilla número uno de su padre, al joven le parecía completamente tonto que su padre se preocupara por aquellas cosas sin importancia sobre todo porque él jamás faltaría a un deseo de su padre por encima del suyo.

Esa mañana en especial se había levantando de un mejor humor que los últimos meses, al menos eso era lo que decían sus sirvientes, desde la muerte de su madre apenas y había cruzado palabras con los habitantes de esa enorme mansión, nunca estaba en casa y cuando estaba rara vez se le veía por los alrededores, siempre encerrado en su alcoba alegando que tenía demasiado trabajo que atender, esa era su forma de llorar su perdida.

Aquella mañana el joven Lemming pidió que se le sirviera el desayuno en el comedor principal, además que si alguien le buscaba aquella tarde les informara que había salido en un viaje de negocios y que volvería en algunos días, había decidido tomarse un par de días libres para sí mismo, después del desayuno pidió que preparan el carruaje pues le apetecía salir a tomar aire fresco

Y si el día no era lo suficientemente raro, cuando su chofer comenzó a andar por las calles de Paris, Manech le pidió que por favor estacionara el carruaje que prefería andar a pie, el chofer se ofreció a acompañarlo pero este se negó, el chofer le convenció de pasar a recogerlo en ese mismo lugar más tarde, en ese momento se sentía completamente libre y sin ninguna preocupación, las jóvenes le sonreían cuando pasaba cerca suyo pero a Manech no le interesaban en absoluto, tenía esa idea bohemia que encontraría el amor cuando menos se lo esperaba…

Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de la joven que salía hasta que tropezó con ella haciéndola caer, intentando que cayera sobre si mismo para que no se lastimara. - Lo siento mucho, señorita ha sido mi culpa - Manech no la había observado con detalle hasta que la ayudo a levantarse, sus vestidos no le interesaban en lo absoluto, sin querer quedo prendido a sus bellos ojos… llamémoslo primer amor.

por **Iris D'Aramitz** Miér Sep 17, 2014 12:01 am

Entre las calles de parís a media mañana habían estado los inquisidores tras la pista de ciertos “indeseables” personajes cuya vida ya paso a las listas negras de la inexistencia, pero ahí en el medio estaba una serpiente que jugaba a dos caras con la misma santa madre iglesia, una mujer que había acudido a Paris con la intención de avisar a aquellos seres de la luna su triste final ¿Por qué lo hacía? Por algo llamado dinero, su ambición estaba primero, su ansia de tener propiedades y títulos lo que le daría poder para así en algún momento atacar al nido de ratas de la iglesia.

Entre los zapatos de tacón bajo, un vestido se podía ver a través de la abertura de aquella capa verde oscura, la tela era un color pastel, suave que contrastaba con la piel pálida de aquella víbora, sus labios rojos y aquellos ojos claros como un agua y el cielo despejado que ocultan las tormentas y corrientes bravías; escondida de todos ingresa a aquella mansión, por horas se queda ahí ¿por qué tanto tiempo? Porque llegaba para explicarles el plan de ellos y como evitarlos y a cambio de que ella daba la información, todo se redujo a la propiedad, tendría aquella mansión para ella para hacer lo que le venga en gana y era lo que necesitaba algo de vida para estafar a cuanto jovencito ricachón se le ponga delante.

Al firmar como dueña de su nueva propiedad las palabras de su padre le venían a la mente “no agaches la cabeza nunca” ella odiaba esa palabra porque siempre su familia mantenía agachada la cabeza al punto de venderla a la iglesia como una mascota, con odio firma los papeles pero queda satisfecha, su nuevo hogar, mejor dicho su nueva pantalla para la diversión, ahora tenía que ver “que mascaras mostrar con sus ratones”.

Al salir de su nueva adquisición queda contemplándola, admirando la obra que está por tejer, solo le falta la presa, pero antes de dar un paso o girar para darlo, el cuerpo se le vence, un ligero tropezón contra alguien que hace que pierda el equilibrio hasta casi caer de bruces, la ira esboza en sus ojos y su labios se tuercen en una mueca de desagrado –Debería fijarse por dónde camina o se anda, no es agradable que vaya por ahí empujando a señoritas…- lo diría, sería ella capaz de decirlo –A señoritas de bien, no sabe en el problema que se puede meter- le mira a los ojos y ve que el joven no pestañea si no que se le queda viendo todo ausente, rueda los ojos molesta acercándose a él para delante de las vistas chasquearle los dedos –Estas aquí o estas desvistiéndome con la vista mientras me follas en tu mente- que directa y venosa dejó como toda serpiente su veneno en el paso –No sabes si quiera si estoy comprometida o casada, al menos pregunta eso o di tu nombre niño, quizás solo eres un niño con un problema mental- su diestra sube hasta sus labios cubriendo la risa sardónica que estaba mostrando en ese momento.

No le importo si era de buena clase, aunque eso no lo pensó en el momento por la ira de casi haber arruinado su vestido que tanto le había costado.

por **Manech Lemming** Sáb Sep 27, 2014 1:02 am

Manech había sido soñador toda su vida, su cabeza siempre se encontraba en la luna era lo que muchas veces decía su padre e incluso sus tutores para referirse a él, un niño sobreprotegido por su madre, una mujer que se desvivía por su hijo pequeño mostrándole el lado hermoso de la vida, una mujer igual de soñadora que él, ambos pasaban horas leyendo cuentos donde el príncipe siempre rescataba a la dama en peligro, donde el bien siempre triunfa sobre el mal y que lo mejor que había en la vida era amar y ser amado.

El joven Lemming era la clase de niño que aunque sus ropas eran costosas y de finas telas siempre estaban cubiertas de tierra y que siempre traía consigo una espada de madera empuñada en su pantalón, exploró los jardines como nadie, los conocía de arriba abajo, además caminar por los jardines podía ser peligroso para las personas que no estaban familiarizadas con los escondites de Manech donde podrían encontrar todo tipo de trampas para mantenerlos alejados de su fuerte.

Con los años su escondite no paso a ser más que recuerdos, su padre decidió que era momento de educarlo como todo un caballero y aquellos sueños e ilusiones con las que creció lentamente se vieron desapareciendo cuando comprendió que sus padres envejecían y que el país de Nunca jamás no estaba a la vuelta de la esquina; ya no había más pequeña casa de madera en lo más profundo de su jardín ahora mismo su fuerte era su habitación donde todos sus sueños descansaban en un cajón y verla a ella así como la veía en ese momento trajo consigo un Manech que amaba tanto a la vida como a los sueños.

La joven se dirigió a él tan rápido que no pudo contestar, además teniendo en cuenta de que el joven Lemming jamás había sido capaz de hablar con una mujer, sin embargo un impulso lo hizo dar un paso hacia ella para no dejarla ir y menos con esa impresión tan asquerosa de su persona – Lo siento mucho señorita, realmente solo veía su bello rostro con ninguna intención de llevarla a la cama, pensé que sus ojos eran los más verdes que he visto jamás – Manech carraspeo un par de veces, mentiría si dijera que no estaba nervioso, incluso más que eso.

– Mi nombre es Manech Lemming - hizo una pequeña reverencia a la joven con media sonrisa, dirigió su mirada hacia lo que ella observaba y sonrió de lado – Es un lugar muy hermoso, ¿vive aquí? – suspiró un segundo, seguro parecía un imbécil en ese momento – Lo siento si mis palabras parecen genéricas, que solo quiero llevarle a mi cama o si la insulte de algún modo – Manech levantó la mirada buscando la fuerza en su interior para poder mirarla a los ojos y lo que se encontró delante de si mismo fue algo que lo dejo completamente helado… sus ojos eran tan bellos que habían enmudecido al joven Lemmin,

Manech era un tipo enamorado, deseando encontrar aquella belleza y felicidad absoluta había encontrado a la mujer que podría ser su perdición, la mejor opción era salir huyendo pero aunque pareciera sorprendente se mantuvo en su lugar, si ella deseaba irse entonces él buscaría el modo de volver a encontrarle.

por **Iris D'Aramitz** Sáb Oct 18, 2014 11:38 pm

Años han pasado desde la última vez que disfruto momentos placenteros con algún hombre entre sus frías y estranguladoras piernas de serpiente, ya eso hace más de dos años para ser exactos de ahí solo ha estado de estafadora ocasional con las presas que la misma iglesia le ponía para dormir cual bellos angelitos que el señor ha llamado a las profundidades del mismo infierno para ser torturados con crueles castigos hasta el punto de volver a morir una, dos o tres veces más.

El odio que circula por aquellas venas, le lleva a cometer los actos más impuros pero ¿tener remordimientos por ello? No lo siente porque su alma ya no la tiene, hija del diablo en si, por ser una víbora completa, así que no hay pena en ella y menos el sentir culpa por sus actos al contrario solo piensa que pudo haber sido más cruel con sus víctimas tal cual como con el joven que tenía en frente.

Aquellos ojos claros y mirada tan angelical de joven que no se mete en problema alguno, lo que le resultaba muy atractivo a la víbora que se relamía los labios como si estuviera frente a un ratón jugoso y lo era con ese físico tan atractivo pero sobre todo por su aura tan apacible y bondadosa algo que le resulto muy divertido pero seductores cual melodía que le hace danzar a su ritmo uno que ella marcará para los dos. Se va acercando poco a poco a su nueva presa un pobre diablo que resulta ser un poeta “pobretón” piensa enseguida cuando le piropea los ojos, los entorna como hastiada de escuchar lo mismo sobre sus ojos pero tomó toda la fuerza de si para no sonar tan grosera con el joven al fin de cuentas ya le había mostrado su clase ¿o no?.

-Mi ojos son como las esmeraldas, verdes y cautivantes que te invitan tocarlos y pecar en ellos- se acercó un poco aun reacia hasta que la voz masculina le invita con el solo pronunciar el apellido, uno que ya lo conocía y de que formas y momentos, tantos que haría sonrojar a los mismos monjes de la iglesia o al pequeño niño tímido que tenía en frente; ahí estaba la clave pues no era un don nadie común era alguien de dinero e importante, - Lemming- repite saboreando cada letra de su apellido –Lemming- nuevamente buscando apaciguar sus recuerdos.

Saber que estaba tratando con alguien poderoso y quería una digna presa a la cual devorar comenzó su actuación de joven tranquila, ahí se le fueron las ansias de despreciarlo, cambio su jugada por un más dócil para así ocultar sus intenciones de despedazarlo y quedarse con todo como legítima dueña de todo lo que le pertenezca, aunque tendría problemas con aquel inquisidor Lemming, toma la mano del joven para realizarle una reverencia –Si señor vivo aquí, recién me mudo estoy tratando de huir de mis padres para que no me obliguen a casarme- miente descardamente con una mirada triste por aquel destino.

una mentira tras otra y tras otra, con una mirada calmada con el brillo de una inocencia fingida –Disculpara si me entrometo en su vida Joven Manech pero, es Deker Lemming su hermano?- piensa en algo realmente excitante como la vez que el mismo inquisidor le metía un crucifijo haciéndola estremecer y más con la mano de él cubriéndole la boca mientras tenían esos encuentros tras la capilla principal justo ahí de pie y dándose esas atenciones de trabajo, recordarlo le arrancó un sonrojo uno que simulo a lo que ella preguntaba con la mirada hacia un lado todo en una digna postura de una joven de familia…si supieran la verdad.

Sus pasos le llevaron hasta estar junto a él tomándole del brazo con ese sonrojo que no se borraba y esperaba ella que no lo hiciera al menos hasta que le tomara confianza el joven o viera que es una joven que vive sola y se defiende así pero que es tan dulce e inocente como cualquier otra, esa parte es la farsa; agarrada de su brazo le miro más a los ojos –Que tal que para pagar por las palabras dichas y todo lo anterior damos una vuelta por aquí para conocernos, que te parece, Manech- pronuncio su nombre con tal gracia y sensualidad –Me llamo…- pensó en otro nombre por si se encontraba a Deker y este fastidiaba sus planes pero mejor evito ese plan que le saldría más cara por decir su verdadero nombre –Iris Burn, es todo un placer conocerte Manech- nuevamente jugo con la lengua al formar el nombre, aun cuando estaba trabajando para estafarle no dejaba de lado su forma real de ser, esa seductora y coqueta mujer.

por **Manech Lemming** Lun Oct 27, 2014 11:25 pm

El peso de su apellido… los Lemming eran una de las familias más numerosas e importantes de Europa, no solo eran notables sino que eran talentosos en lo que se propusieran, era el caso de su propia familia dueña de una fábrica de textiles que había revolucionado y traído consigo una notable fama y fortuna a la ya gran sólida familia.

Estaba acostumbrado a ser reconocido por su apellido por su padre e incluso por su madre, ahora que se había mudado a Paris no tardaban en ubicarlo con su primo Aldous y su clínica a las afueras de la ciudad donde brindaban servicio y atención a toda la gente por igual, era un orgullo para él portar la misma sangre que Aldous, un joven respetado y querido en Paris… pero de todos sus primos nunca pensó que tendría que lidiar con que lo emparentaran directamente con Deker Lemming.

Deker había resaltado en… lo que fuera que se dedicara, Manech no tenía idea cuál era su trabajo en sí, solo sabía que trabajaba como en una especie de ejército y que tenía una excelente relación con la iglesia católica, sin embargo eso solo era su trabajo, quien conocía a Deker sabía que era de lo peor, embustero, mujeriego y vicioso, no había nada en el mundo que el inquisidor no tuviera si se lo proponía, las alarmas de una persona normal harían que evitara a aquella mujer con tan solo conocer a su primo, pero una parte suya no podía evitarlo, al parecer se había enamorado, probablemente de la mujer que lo llevaría a la ruina.

- Somos parientes, pero no es mi hermano – aseguró moviendo un poco más exagerado la cabeza, en verdad no le agradaba demasiado que le ubicaran por aquel nombre - ¿Conoce a mi primo? – preguntó aunque una parte suya esperaba que la respuesta no fuera algo como que la cortejo (aunque conociendo a Deker seguramente había pasado más de una vez en la cama de la joven) pero la idea de que fuera verdad le presionó el pecho.

Intentó pensar en otra cosa y se centró a lo primero que dijo, escapar de los padres, había amado a sus padres como se debe amar a un padre… pero no por eso intentó él también escapar de ellos, aunque para su suerte solo pudo hacerlo cuando ambos murieron, entendía la encrucijada en la que se encontraba la supuesta damisela

– Es un placer conocerla señorita Burn – ella tomó su brazo y Manech se limitó a asentir, no quería parecer un idiota aunque seguramente no importaba que hiciera lo estaría haciendo – Por mí no hay ningún problema señorita, más tarde pediré a mi carruaje que le acompañe hasta casa, después de todo se está haciendo tarde él solo se había introducido en la boca del lobo.

por **Iris D'Aramitz** Miér Nov 19, 2014 8:46 pm

El cálido correr del aire vespertino que agitaba los cabellos de la víbora en cuerpo de mujer, Iris tenía en mente seducir a aquel caballeroso joven que ante sus ojos se mostraba como una inocente presa calmado y sosegado por el peso de las palabras de ella al preguntarle la relación consanguínea con aquel bastardo, el mismo que tuvo la desdicha y dicha de cruzar caminos con ella que ahora no eran más que recuerdos llenos de pecados que se quedarían como tal, así como el viento que se llevaba la fragancia que envolvía a la piel de aquel reptil de piernas largas y sonrisa inocente.

Su mano en un fuerte agarre se aferró a él pegando en extremo su cuerpo, sus labios podían rozar la tela del brazo pero a Iris no le importaba lo que el joven pensara de ella por tal actitud al fin de cuenta era solo otra víctima más de sus engaños, y justo ahora lo que le apetecía era un ratón con el cual jugar a “la joven inocente y lanzada” esa era la moneda que siempre le servía con todo sujeto que se acerba a ella y todos acababan en fosas comunes hinchados, morados y ahora con gusanos en sus osamentas, más solo uno había sido capaz de poder salir victorioso, el mismo que resultaba ser primo para su nueva víctima pero… ¿significaría esto para Iris un problema?, quizás todo dependería de la relación que tuvieran ellos.

Sonrió para pasar como una joven “cándida” que no comete pecado alguno, cuando los comete todos y multiplicados por tres, desde el fondo de oscuro y frío ser emana una voz tan tranquila, susurrante pero con pequeño y casi imperceptible tono sugerente de seducción - Si lo conocí pero no como muchos creen, fue por mis padres ellos son fieles a la santa iglesia y el trabajo de mi padre es muy cercano a ellos, ahí fue que conocí a su primo pero solo de vista y nombre, me dijeron que no me acercara a él si quería que mi buen nombre no se mancillara y anduviera por los suelos como babilonia - ahí estaba la propuesta de “Si soy santa y ~~puta,~~ pura, que no podría revolcarme con tu primo ~~más de una vez~~, jamás en varios, ningún lugar y menos en situaciones ~~posiciones~~ comprometedoras” una sonrisilla aún más coqueta y esa lengua viperina que se muestra mojando los labios al terminar, es una invitación para enloquecer.

Alejándose la pareja de la vista de todos pues ese era el plan de ella, Iris buscó entre sonrisitas y miradas “dulces” atraparlo para que no se diera cuenta que no irían a ningún lugar más que solo para ocultarse de la mirada inquisitiva de las viejas chismosas, sobre todo por lo que quería hacer; era su rutina, incluso viéndolo como un cuadro pintoresco parecía hacer ella el papel de joven conquistado y la dama pudorosa lo representaba aquel joven; puesto en esa perspectiva comenzó a reír, Iris comenzó a reír tanto que sintió vergüenza por vez primera al punto que tuvo que tragarse el propio veneno en ese momento - Manech disculpa, no me rio de lo que ofreces llevarme a casa, pero comprenderás que una señorita no puede aceptar tal propuesta aunque… - mira a todos lados, rompe el agarre y se colocó frente a él con esa mirada clara que engatusa a la serpiente, aquel inocente se vuelve el flautista mejor armado. Niega acercando esos labios de muerte a los de él y en ese segundo sus manos se posan, corren en las mejillas de él apresándole y es ahí cuando se digna a dar la primera mordida de veneno, un beso, un beso es todo lo que dejó.

La unión de ambos labios duró siquiera segundos pero para ella parecían minutos, los minutos más largos y dolorosos porque en su pecho una punzada llego a clavarse como si fuera una espina, al parecer ese pequeño e insignificante beso le hizo recobrar la consciencia, la misma que tenía perdida hace años.

Rompió el beso y esas ganas de llorar la inundaron ¿por qué?, por primera vez se sentía desnuda y sobre todo se sentía expuesta a él, barrio toda posibilidad absurda para volver a su pose de “joven” inocente, corrió un poco para alejarse de él pero solo era para despejar la mente, era el típico juego de jovencitos enamorados, pero ella no estaba enamorada, no, no lo estaba, no lo está, no lo estará ¿o sí? No.

-Atrápame- junto con la risita absuelta de todo mal y pecado. Que mentira.

Quizás la palabra tenía muchos significados pero en realidad pro ahora tenía el de la confusión.

por **Manech Lemming** Vie Dic 19, 2014 1:27 am

Probablemente Deker siempre tendría la ventaja sobre Manech cuando de amor y de mujeres se trataban, la reputación de Deker hablaba por sí sola y en verdad agradeció mucho a los dioses por aquellas palabras que en un segundo se tragó, confiaba demasiado en aquella mujer, aquellas risitas falsas y sonrojos fingidos para Manech eran reales, porque a esa altura no importaba que le dijera lo tragaría todo y lo juraría verdad, si ella le decía que el cielo era morado de ese color era y no lo dudaría ni un segundo, así que no era difícil de suponerse que creyó que la reputación de la joven Burn estaba intacta, después de todo había mujeres en el mundo que aún se respetaban ¿no? Esas eran las enseñanzas de la época ¿Por qué no creer su inocencia?

De lo único que no había duda alguna era que el joven estaba totalmente engatusado por un par de ojos coquetos, había caído en la boca del lobo y parecía no importarle y mucho menos le importó cuando sus labios tocaron los contrarios, un beso que apenas y duró unos segundos pero que fueron suficientes para envenenar al joven Lemming, aquellos labios que quería volver a besar pero no de ese modo sino apoderarse de ellos en un largo y cálido beso, pero ahí el meollo del asunto el joven no se atrevería a hacerlo, al menos no en la primera ocasión, incluso ahora mismo ella volvía a darle otra señal de preocupación de que en verdad no era tan santa como decía, pero no le importó.

La sonrisa que se dibujó en su rostro fue tan grande que no podía evitarla, siguió como un cordero a sus palabras y comenzó a correr atrás de ella, como un par de enamorados, no importaba que la gente los mirara después de todo ¿Qué más daba? Corrió de nuevo riendo como un bobo antes de atraparla levemente por la cintura y atraerla a él, sin evitar sonrojarse, estaba completamente anonadado por su belleza.

– Creo que este no es el comportamiento que esperaba de mí, lo siento mucho – se aclaró la garganta antes de soltarla de su agarre, sin embargo se quedó con su calor y quiso de nuevo volver a abrazarla con fuerza, estúpidos protocolos que le impiden mostrarse tan abiertamente a ella, pero ¿Por qué no debería hacerlo? ¿No era de ese modo como las parejas se demuestran el cariño? No estaba muy seguro, por mucho que intentara recordar alguna escena de sus padres juntos como marido y mujer poco venía a su mente, el trabajo siempre ha sido primordial para su familia, incluso para él puesto que fue lo que se le enseño desde temprana edad, pero ahora no le interesa, no quiere volver a ser ese niño asustadizo, quiere poder ser como Deker, por tan solo un segundo, quiere tener el valor de acercarse a la joven y decirle lo que siente ¿pero qué siente? Demasiados sentimientos para poder ponerles un nombre – Señorita Burn, no sé qué palabras sean las adecuadas para lo que quiero decirle, pero usted me ha cautivado de un modo que no puedo explicar… me gustaría poder volver a verla – dijo intentando que la voz no se le rompiera de puro nerviosismo.

por **Iris D'Aramitz** Lun Ene 19, 2015 6:28 pm

Y ahora ella había cumplido su objetivo primordial engatusar al humano entre sus fría piel para tenerlo a su control y merced, se dejó atrapar inocentemente como si fuera una torpe doncella casta, aunque de eso ni la más fina hebra de su cabello lo era y se lo debía a muchos por ello pero debía fingir si que lo conseguía, rodeo el cuello del joven para poder reposar su mejilla al pecho de él en toda una actitud cándida, esa sonrisa tímida y sonrojada que solo se mostraba por recuerdos descarados en su mente que le hacían hervir en deseo pero era simulado su sonrojo.

El simple parpadeo de sus pestañas bastó para alcanzar al pobre e inocente humano, ahora venía lo mayor profesar que “él era el primero por el que ella sentía aquello”, sinvergüenza vil mentirosa, con esa sonrisa en los labios dejo que su diestra bajara por el cuello de él hasta su corazón, estaba lista para el estocada final – Manech yo no suelo besar a jóvenes así por así, eres al primero que beso, fuiste mi primer beso y no sé por qué lo hice, quizás si es que me gustas y mucho – cierra sus ojos en toda pose dramática donde muestra vergüenza por sus acciones, que descaro si ella no conoce esa palabra.

Se suelta de él dándole la espalda cubriendo con sus manos el rostro de pura timidez, ¡claro como si las putas tuvieran eso entre las piernas! – Pero que pensarás de mi Manech que soy una lanzada una de esa vida – un leve sollozo, en su otra vida debió ser una gran actriz – No me veas, no quiero que pienses que soy como esas mujeres que todos los hombres buscan, solo que contigo me siento libre ¿tú no? Acaso no ves mis labios y te provocan besarlos, porque los tuyos a mi si – carraspea levantando levemente la mirada hacia los ojos azules del joven. – No no, no diré ni haré más, mi integridad como doncella está en juego y mi doncellez no se verá perdida por más que me atraigas Manech – ahora le reclamaba por una virginidad inexistente.

Que teatro, que actuación de una mujer tonta, aburrida e inocente, pero era todo lo contrario, era una serpiente que está a punto de devorar a un pobre conejito.

por **Manech Lemming** Mar Ene 27, 2015 1:02 pm

Dependía del cristal con el que mirabas la escena para decir si era o uno demasiado, para la gente enamoradiza como lo era Manech aquello era tan lindo de ver, el primer amor atrayendo a dos inocentes jóvenes, Cupido encargándose de hacer su trabajo y si todo salía bien, próximamente estarían celebrando su boda y el nacimiento de sus futuros hijos, el cuento de hadas que todo mundo soñaba.

Aunque la gente que no creían en cosas tan simples como el amor a primera vista pensaría que eso no era más que una obra mal montada, el comportamiento de la joven no era el de una chica con buena reputación, le miraras donde le miraras, pero al joven Lemming parecía no importarle nada del sentido común, de las alarmas de advertencia que se disparaban en su cabeza y mucho menos cuando la joven soltó aquel monologo sobre su pureza.

Manech se sintió tan apenado de haber siquiera dudado un segundo en la reputación de la joven, de haber pensando mal al conocer a su primo, e incluso haberse atrevido siquiera a mencionarlo, ¡Pero él no lo había hecho!¡Ella lo había traído al tema y ella lo había besado a él! ¿y Manech era el que se sentía culpable? ¡Vaya tonto!

– Lamento si se ha sentido ofendida con mis palabras, se que usted no es como las chicas de bajo mundo – aseguro tomando sus manos entre las suyas buscando darle un poco de confianza – Es usted la mujer más hermosa que he conocido y también creo firmemente en sus palabras, tiene toda la razón al decir que sus labios me llaman a besarla pero no lo haré si usted no lo quiere de ese modo, quiero que se sienta cómoda conmigo porque no solo quiero verla esta noche, quiero que sea parte de mis noches enteras – aseguró acercando su mano hasta sus labios depositando un suave beso sobre su piel.

por **Iris D'Aramitz** Mar Ene 27, 2015 5:23 pm

D elicada mirada que lanzaba la serpiente de pecado que se enrollaba con lentitud en la mano del pequeño ratón, ya había logrado entrar en él y no como lo suele hacer de costumbre pero ahora quería disfrutar el momento de su victoria, su gloria de haber, se sentía en los juegos de la antigua Grecia saliendo con la copa de oro, o en el gran coliseo Romano peleando con las bestias cuerpo a cuerpo siendo la vencedora, su ego, maldito y profano ego que trato de no evidenciar cuando su mano fue atrapada por las tontas manos de su víctima. El sonrojo no desapareció al contrario se quedó ahí con esa mirada de “inocencia”.

Cuanto engaño puede soportar alguien.

Sus pies se tocaron con los del joven colocándose en puntitas para alcanzar a dejar un beso en al frente de él, esos labios rojos los abrió un poco, lo iba a tentar, iba a seducirlo hasta el cansancio, quería romper su espíritu y luego que tenga un accidente “cardiaco”, su mente descarada planeaba cada paso que iba a dar desde ahora, debía ser cuidadosa y más con la familia del joven que al parecer era la misma que aquel perro bastardo de la inquisición, otro igual a ella, aunque quizás si visitaba la casa del rubio podría verlo y en la noche mientras duerma el pequeño ratón la gata salga a disfrutar de la noche en manos del primo. Niega en la mente, porque debía mantener su fachada de “niña” –Oh Manech no sabes lo feliz que me haces con esas palabras, aunque…no sé qué pensarán de que nos estemos comprometiendo de esta manera, pero no importa, creo en el amor a primera vista, en sentir mariposas en mi estómago por alguien y es por ti quien siento todo eso, Mi Manech– una sonrisita dulce y de “enamorada” -falsa- para luego bajar la mirada con esa sonrisa que se vuelve maligna ¡oh si bebé, pon un anillo en este dedo, un buen anillo y prometo no ser tan ¿zorra?, ja, solo te haré conocer el infierno para al final llevarte el cielo! Su mente enseguida el responde, automáticamente se toma del brazo del joven llevándole a su casa.

–Manech quiero que conozcas a mis padres para que le pidas formalmente mi mano, pero estarán de viaje esta noche y no quiero quedarme sola ¿te quedarías a dormir en mi nuevo hogar? Por favor, temo que algún ladrón ingrese revestido en la oscura noche y sabrá dios que pueda hacerme, una doncella sola es un blanco seguro, pero si está acompañada podrían no atreverse a hacerme nada, no mejor olvídalo, no sé porque te lo pedí– una cara de sufrida bien teatralizada con la vergüenza que refleja su rostro, una que aquellos que la conocen no le creerian, que descaro invitar al joven aunque para simular que lo que quería era tentarlo, coloco un rostro de pena y timidez, que descarada se había vuelto la sirvienta del demonio.

por **Manech Lemming** Jue Feb 26, 2015 7:07 pm

¿¡Cuantas más señales necesitas joven Manech!? Es momento de despertar de este sueño de amor eterno, porque eso no existe, no en esta vida, no en este mundo; esa mujer, aquella serpiente y arpía solo busca arrancarte todo lo que posees, entre ellos tu vida y parece que lo está consiguiendo totalmente, primero tu sonrisa y ahora tu corazón, estas cegado por el poder de su “amor” pero tienes que despertar, esto no es amor verdadero.

Una joven de familia y en esa sociedad tan cerrada como lo es no acepta ese tipo de comportamiento, se supone que las jóvenes casaderas no deben compartir ni siquiera la misma habitación con un hombre que no conocen, ¿acompañarla durante la noche? No es una buena idea.

Sin embargo el joven Manech no hace otra cosa más que aceptar aquello ¿Qué podría decirle? ¿No? Imposible, totalmente imposible, si le bajaría el sol y el universo entero si pudiera, aquel beso en su frente un pequeño gesto de cariño que el joven agradeció tomando su mano entre las suyas y besándole el dorso, sonrió ampliamente y aunque dudoso de que si su decisión es correcta o no, acepta.

– La acompañare hasta su casa, no se preocupe por ello, pero yo no creo poder quedarme toda la noche sin embargo estaré hasta que usted me lo pida y bueno una silla también es un buen lugar donde reposar de ser necesario - aseguró sonriéndole mientras extendía el brazo para ofrecérselo, su carruaje no tardaría mucho más tiempo en llegar así que podría llevarla hasta su hogar.

– Mi carruaje no tardará mucho más, entonces podremos partir pero dígame, cuénteme más sobre usted, sobre su vida en Paris, sobre sus padres, sus gustos… - suspiró levemente y no pudo evitarlo, quería saberlo todo de ella, lo tenía completamente engatusado.

No podría haber en el mundo alguien más ingenuo como lo era Manech, muchas veces antes su primo Aldous le advirtió de gente como aquella muchacha que lo buscaría por el peso de su bolsillo y no por el de su corazón, incluso Deker aunque apenas y hablaran se había burlado más de una vez por la nobleza de su alma La gente pisoteará tu corazón Manech, tienes que ser más duro de ese modo nadie podrá contra ti era lo que le decía; pero ¿una joven? Tan jovial y bella ¿ella podría ser quien partiera su corazón en pedazos y solo abusara de él? Manech no lo creía verdad, aunque no había más verdad absoluta que esa.

por **Iris D'Aramitz** Sáb Feb 28, 2015 12:02 am

P alabras dulces fue todo lo que necesito, aunque sea la retribución a lugares incomodos, cosa que ella no estaba dispuesta a dejar pasar, le haría saber que aunque fuera mentira todo sería a su gusto, lo tentaría, le haría perder la cabeza y luego le dejaría con un gran no, el teatro de su “inocencia” y sentido de pudor haría presencia en el momento preciso, por ahora tenía que mostrarse tan indefensa que necesite para todo ayuda.

Sonríe con un sonrojo en su rostro y una reverencia al joven al sentir su mano siendo besada, al ver esa actitud recordó cuantas veces esa misma mano que el tocaba dulcemente fue atada, llevada a dar placeres mayores, golpeaba a hombres e incluso había tenido un festín con el mismo familiar de aquel tonto sujeto. Su pobre ardilla estaba siendo pre cocinado. Esos ojos se abren más blandiendo sus pestañas con dulzura y delicadeza, ante todo el coqueteo de manual, una miradita, un pestañeo y una sonrisa oculta entre los labios que no dejaban de ser mordidos de nervios. Falacias y más engaños.

¿Cuándo atacará la víbora?

Aguarda unos minutos, segundos y comienza su plan.

Toma el brazo del chico entre los suyos, pegando su cabeza al hombro de él aguardando juntos aquel carruaje, en su semblante se dibuja una tristeza y comienza su mejor acto, las macaras de mentiras. –Mis padres no me quieren, ellos esperaban a un hombre que tomara la fortuna pero nací y me odian por ello, siempre buscan casarme con algún hombre mayor para poder tener herederos hombres y todo eso se lleva con una condición si doy a luz a una mujer me devuelven o me pueden vender a otro hombre, incluso la muerte me espera– suspira apenada soltándose para limpiar sus ojos de una lágrima inexistente.

–Es dura la vida de una doncella noble, siempre aguardando el momento en que los padres te vendan al mejor postor– dándole la espalda se aleja dos pasos para tener algo de intimidad. –A ti no te ocurre eso Manech caro mio, porque tú eres hombre y tomas la vida en tus manos por eso me he revelado a mis padres viniendo aquí para encontrar el amor verdadero y lo encontré, en ti– gira el rostro sonrojado junto con sus ojos los cuales no es por lágrimas si no porque se ha tocado con los dedos para hacerse llorar. –Mis padres son dueños de viñeros en Italia, amigos de la iglesia y de los reyes, por eso es importante tener un heredero para ellos– se aferra a él como si se le fuera la vida. –Tú no me venderías verdad Manech? Tu no serás como ellos, tu eres mi gusto, tú y esos ojos claros que me recuerdan el cielo despejado y hermoso, tan bondadoso como tu alma– “a la que me voy a devorar porque lo que me gusta es tu dinero tonto, y lo tendré luego de engatusarte y matarte, me quedaré con tu fortuna y la disfrutaré con Deker” sonríe tímidamente –No puedo decirte mis gustos, no es muy educado que una dama lo haga Manech tienes que descubrirlos– suelta una pequeña risa que la oculta con su mano

Un punto más para su teatro.

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The first Fire [privado]

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