AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
2 participantes
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Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
Siempre me ha parecido que a un ser humano
sólo le puede salvar otro ser humano.
Heinz G. Konsalik
Toda aquella sala la ahogaba, la confundía y ayudada por la droga que le habían inyectado, provocaba que aún se sintiese más indefensa, incapaz siquiera de poder pensar con normalidad… bloqueando sus poderes, aunque de bien poco pudieron haber servido en una situación como aquella.
<<¿Qué querían?>>
Aquella pregunta había acudido demasiadas veces a su mente en lo que se preguntaba por los deseos de aquellos hombres que tras entrar de noche en la mansión, la habían tomado, exclusivamente solo a ella. Al principio pensó en que desearían tenerla como rehén, a fin de cuentas su padre y su familia era muy adinerada y todos sabían de la riqueza familiar de los Vlanova, el linaje de los cazadores rusos. Uno de las mejores familias en ese sector en aquellos nevados y fríos parajes. No obstante en el tiempo que transcurrió en el camino atada y amordazada en uno de los carros llevados por caballos hacia donde la tuvieran encarcelada y cegada en la completa oscuridad, en ningún momento oyó que hablaran de una recompensa, ni del valor que ella podía altamente significar para unos bandidos como aquellos.
Por el momento no la habían dañado. Eso si no contaba como dañar el hecho de que llevaba una gran dosis de droga y somníferos en su sangre, que habían sido introducidos en su brazo con total brutalidad, sin pensar en el dolor que la jeringuilla pudiese ocasionarle al ser introducida sin cuidado, con violencia en su extremidad.
— ¡No me toquéis! ¡Bastardos… Dejadme!— Había gritado aterrorizada sintiendo como pese a sus esfuerzos, la substancia circulaba por su torrente sanguíneo y lentamente empezaba a surtir efecto en ella aletargándola hasta caer en la inconsciencia.
Aquello había sido ya hacía unos días, y de la primera droga, habían venido seis más, siempre siendo introducidas cuando aún las anteriores no habían dejado el efecto en su cuerpo. Le obligaban a beber dos tomas de agua – las que bebía normalmente en un estado adormecida por la fuerza- y ¿Comida? Desde que la habían atrapada que no probaba bocado de ningún tipo. Quizás para que hiciesen más efecto los somníferos y los bloqueantes o quizás porque la deseaban débil y manejable… ella no tenía respuesta a ello. Y por más que hubiese querido darle vueltas tampoco habría podido. Su mente no estaba lucida la mayor parte del tiempo, hasta el extremo que en aquel cuarto subterráneo, atada a lo que parecía una pared rocosa poco podía ver y aún menos distinguir de lo que le rodeaba, llegando a entrelazar los días y las horas sin saber realmente donde, cuando y como se encontraba realmente.
— Quedan dos días. — Le decía siempre quien se ocupaba de las drogas y de controlarla. — <<¿Dos días para qué?>> — Se preguntaba ella, llegando a dormirse antes de que pudiese siquiera poner palabras a sus propios y perdidos pensamientos.
Unas buenas horas pasaron y en la oscuridad, perdiendo el sentido del tiempo no supo porque, ni que ocurría cuando un extraño golpe la despertó. ¿Cuánto habría pasado? ¿Ya habrían pasado los dos días? El temor inundó su corazón y temblando se acurrucó contra aquella piedra, oyendo disparos lejanos y gritos de gente que corría por los pisos de encima de ella.
— <<¿Estarán celebrando una fiesta?>> — Se preguntó volviendo a quedarse dormida, hasta que tras unos segundos ahora si oyó movimientos cercanos a ella, al otro lado de la puerta que cerraba toda apertura para entrar a donde la tenían. Abrió sus labios e intentó gritar, saliéndole una voz ronca y temblorosa, que raspó dolorosamente su garganta. Volvió a intentarlo, hasta que su voz volvió a reaparecer y se la jugó todo en un grito, que esperó fuera oído y le permitiera salir de aquella deprimente situación.
— ¡Estoy aquí! — Rasgó su voz el silencio acumulado en la habitación polvorienta. — ¡Estoy aquí! Ayudadme… por favor.
Nastya Vlanova- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 30/04/2014
Re: Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
Nadie tiene elección. Todos tenemos que jugar en el bando en el que nos ha tocado nacer
Laia Soler
Desde que se enteraran de la misteriosa “arma secreta” que algunos de sus enemigos aseguraban tener en su poder. El grupo de bandidos del cual Maximilian era parte se había preparado para el ataque. Decidieron atacar antes de ser atacados y de ser posible obtener esa misteriosa arma para su beneficio, sin importar lo que fuera o lo mucho que les costara conseguirla.
Para llegar a aquel momento, donde permanecían el la oscuridad vigilando con atención una casa perteneciente a sus enemigos debieron pasar varios días. Se hallaban en las zonas abandonadas, un sitio donde estaban conscientes de que cualquier cosa podría ocurrir y sin embargo, estaban dispuestos a aceptar cualquier cosa con tal de evitar que los atacaran o que terminaran con sus vidas de una manera demasiado sencilla para sus enemigos. Todo estaba preparado, Maximilian permanecía oculto tras un enorme árbol, respiraba tranquilo, seguro de que su plan estaba lo suficientemente planeado como para que pudieran entrar y salir todos los miembros que le acompañaron esa noche. El pulular de una ave era la señal de que los demás se encontraban listos y en sus posiciones, aguardando por la señal para que todo se pusiera en marcha. Como mano derecha del líder, Max se inclino con cuidado sobre uno de los que le acompañaba esa noche.
– Da la señal, es momento de ejecutar el plan – se reincorporaba cuando otro pulular se escucho y el grupo se puso en marcha, siendo Maximilian de los primero en lanzarse a si mismo al ruedo.
Cada vez que se encontraba en un enfrentamiento como aquel, el tiempo parecía correr lento. Veía a sus compañeros entusiasmados al igual que a él mismo, a los rivales conmocionados por la situación y entonces simplemente se dejaba llevar por la adrenalina del momento, atacando todo aquel rostro no conocido y que simbolizara de una manera u otra peligro para ellos. La mano de uno de sus compañeros sobre su hombro le hizo regresar al momento, a la misión y a que no existía nadie más que les atacara en donde ahora se hallaban, ya en el pasillo interior de la casa aquella.
– ¿Qué es lo que buscamos? – la mirada curiosa de aquel compañero hizo que el bandido le mirara con rabia.
– Cualquier cosa que nos sirva, no me importa lo que sea. Si es un enemigo asesinen sin piedad, si es algo de utilidad llevenselo – miro a su acompañante – ahora que esperas, comienza a buscar.
Continuaron avanzando, destruyendo y asesinando todo aquel que se enfrentaba a ellos, además de que tomaban todo cuanto creían que serviría a su causa. Maxi se llevo consigo a dos de los suyos, siguiendo a un pequeño grupo que se situaron frente a una puerta, tratando de alejarlos y ahí fue cuando lo supo. El arma secreta estaba detrás de esa puerta y su sonrisa se extendió por su rostro. Él y sus acompañantes miraron fijamente al grupo que se encontraban impidiéndoles el paso y cuando una voz femenina vino del interior; Maximilian se lanzo contra quienes no les dejaban pasar, al igual que sus compañeros.
El cuerpo de uno de sus enemigos cayo contra la puerta y la risa de los otros dos que andaban con el bandido le hicieron mirar orgulloso que en realidad, aquel puñado no era tan amenazante como en un principio trataron de serlo.
– Hora de ir por el premio mayor – sonrió a sus camaradas y abrió la puerta solo para que tanto él como los otros miraran al interior, sin comprender que clase de broma era aquella.
– Solo es una chica, no hay nada más aquí – el que se encontraba más cerca de él avanzo al interior del cuarto. Mientras el otro resoplaba con frustración y se alejaba en busca de algo mucho más útil – ¡Es una chica! – repitió aquel señalando en dirección a la joven.
– Ya me he dado cuenta de eso idiota – los ojos del bandido se posaban únicamente en ella y cuando se alejaron, fue para dar un puñetazo contra el marco de la puerta – Algo podremos hacer con ella, anda, busca algo más que la sacare de aquí. Si estaba aquí debe ser por algo – sin tiempo que perder el ultimo de sus compañeros se alejo, pasando cerca de Maximilian cuando salía de aquel cuarto.
Aguardó hasta que los pasos de su acompañante no fueran más que un eco y se acerco hasta ella. Tenía una pinta terrible, lo que le indicaba que era una simple prisionera.
– No se quien seas, ni porque te tenían aquí; debe existir una razón y lo sé, me la doras después – sin pedir permiso o si quiera preguntarle en si podía andar, se la cargo al hombro, como si fuera una más de las posesiones que se llevaban de aquel lugar y se encamino por donde había llegado, pero esta vez tenía como finalidad, llegar a la salida.
Laia Soler
Desde que se enteraran de la misteriosa “arma secreta” que algunos de sus enemigos aseguraban tener en su poder. El grupo de bandidos del cual Maximilian era parte se había preparado para el ataque. Decidieron atacar antes de ser atacados y de ser posible obtener esa misteriosa arma para su beneficio, sin importar lo que fuera o lo mucho que les costara conseguirla.
Para llegar a aquel momento, donde permanecían el la oscuridad vigilando con atención una casa perteneciente a sus enemigos debieron pasar varios días. Se hallaban en las zonas abandonadas, un sitio donde estaban conscientes de que cualquier cosa podría ocurrir y sin embargo, estaban dispuestos a aceptar cualquier cosa con tal de evitar que los atacaran o que terminaran con sus vidas de una manera demasiado sencilla para sus enemigos. Todo estaba preparado, Maximilian permanecía oculto tras un enorme árbol, respiraba tranquilo, seguro de que su plan estaba lo suficientemente planeado como para que pudieran entrar y salir todos los miembros que le acompañaron esa noche. El pulular de una ave era la señal de que los demás se encontraban listos y en sus posiciones, aguardando por la señal para que todo se pusiera en marcha. Como mano derecha del líder, Max se inclino con cuidado sobre uno de los que le acompañaba esa noche.
– Da la señal, es momento de ejecutar el plan – se reincorporaba cuando otro pulular se escucho y el grupo se puso en marcha, siendo Maximilian de los primero en lanzarse a si mismo al ruedo.
Cada vez que se encontraba en un enfrentamiento como aquel, el tiempo parecía correr lento. Veía a sus compañeros entusiasmados al igual que a él mismo, a los rivales conmocionados por la situación y entonces simplemente se dejaba llevar por la adrenalina del momento, atacando todo aquel rostro no conocido y que simbolizara de una manera u otra peligro para ellos. La mano de uno de sus compañeros sobre su hombro le hizo regresar al momento, a la misión y a que no existía nadie más que les atacara en donde ahora se hallaban, ya en el pasillo interior de la casa aquella.
– ¿Qué es lo que buscamos? – la mirada curiosa de aquel compañero hizo que el bandido le mirara con rabia.
– Cualquier cosa que nos sirva, no me importa lo que sea. Si es un enemigo asesinen sin piedad, si es algo de utilidad llevenselo – miro a su acompañante – ahora que esperas, comienza a buscar.
Continuaron avanzando, destruyendo y asesinando todo aquel que se enfrentaba a ellos, además de que tomaban todo cuanto creían que serviría a su causa. Maxi se llevo consigo a dos de los suyos, siguiendo a un pequeño grupo que se situaron frente a una puerta, tratando de alejarlos y ahí fue cuando lo supo. El arma secreta estaba detrás de esa puerta y su sonrisa se extendió por su rostro. Él y sus acompañantes miraron fijamente al grupo que se encontraban impidiéndoles el paso y cuando una voz femenina vino del interior; Maximilian se lanzo contra quienes no les dejaban pasar, al igual que sus compañeros.
El cuerpo de uno de sus enemigos cayo contra la puerta y la risa de los otros dos que andaban con el bandido le hicieron mirar orgulloso que en realidad, aquel puñado no era tan amenazante como en un principio trataron de serlo.
– Hora de ir por el premio mayor – sonrió a sus camaradas y abrió la puerta solo para que tanto él como los otros miraran al interior, sin comprender que clase de broma era aquella.
– Solo es una chica, no hay nada más aquí – el que se encontraba más cerca de él avanzo al interior del cuarto. Mientras el otro resoplaba con frustración y se alejaba en busca de algo mucho más útil – ¡Es una chica! – repitió aquel señalando en dirección a la joven.
– Ya me he dado cuenta de eso idiota – los ojos del bandido se posaban únicamente en ella y cuando se alejaron, fue para dar un puñetazo contra el marco de la puerta – Algo podremos hacer con ella, anda, busca algo más que la sacare de aquí. Si estaba aquí debe ser por algo – sin tiempo que perder el ultimo de sus compañeros se alejo, pasando cerca de Maximilian cuando salía de aquel cuarto.
Aguardó hasta que los pasos de su acompañante no fueran más que un eco y se acerco hasta ella. Tenía una pinta terrible, lo que le indicaba que era una simple prisionera.
– No se quien seas, ni porque te tenían aquí; debe existir una razón y lo sé, me la doras después – sin pedir permiso o si quiera preguntarle en si podía andar, se la cargo al hombro, como si fuera una más de las posesiones que se llevaban de aquel lugar y se encamino por donde había llegado, pero esta vez tenía como finalidad, llegar a la salida.
Virgile- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/10/2012
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Re: Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
La libertad era tal sueño en su mente,
que se le agarró con cada una de sus fuerzas.
K. Lugob
Prendada en la oscuridad, el tiempo parecía no pasar para la joven bruja que aún con la droga en su cuerpo, no era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Tantos gritos y ruidos, que su mente no parecía procesarlos bien, ni adivinar de donde procedían.
<<¿Qué ocurre?>>Volvió a preguntarse antes de volver a chillar con todas sus fuerzas – que no eran muchas- para que alguien fuera a socorrerla y la sacaran de ese lugar antes de que las amenazas de aquellos bandidos, terminaran por ser ciertas y no poder contarlo ya más. —Por favor, ayudadme!
Y aquel fue su último grito, pues terminó agotada. Recostó su cuerpo sobre el metal donde la tenían inmovilizada y respiró hondo. Su madre le había dicho que en ciertas ocasiones de descontrol, lo que debía hacer era calmarse y así, con suerte sus poderes podrían socorrerla. Sin embargo los mismos poderes no podrían hacer nada por ella, de estar en una situación de descontrol y estrés. Como en la actualidad.
Desde el otro lado de la puerta se oyeron más que nunca unos gritos fuertes, incluso algunos de dolor y la esperanza se asomó en los ojos de la joven. ¡Venían a rescatarla! Prontamente volvería con los suyos y podría olvidar u o dejar atrás aquel suceso traumático. Solo que no siempre las cosas eran como una las quería, y ni por asomo su vida volvería a la normalidad después de aquello. Ni visitaría tan pronto a su familia.
Al abrirse la puerta y entrar la luz directamente incidiendo sobre sus ojos, los cerró con fuerza e intentó tapárselos con las manos, en un intento de no quedarse ciega. Tras pasar tanto tiempo en la completa oscuridad, la luz directa podía dañarle la visión y en demasiada consideración tenia a sus ojos para dejar que eso pasara.
Nastya escuchó a ambos jóvenes y tembló al oír la voz de uno de ellos. ¿Qué ocurría si solo era una chica? Que esperaban… ¿Un tesoro? Se encogió en sí misma y observó los pasos de los jóvenes, fijándose en quien se acercaba hacia ella. El único que parecía mostrar cierta preocupación o por lo menos interés, a lo que ella le respondió con una de sus primeras sonrisas en mucho tiempo. — Gracias. —dijo con voz entrecortada y seca, rasgando todavía más su garganta. Permaneció callada e inmóvil mientras él le quitaba las cadenas y se la cargaba al hombro. Se encontraba tan exhausta que ni protestó al sentirse como si solo fuera un bulto y él la sacara de esa forma tan poco correcta para una joven como ella. — Me querían matar… alguien me quiso muerta y llevo así unos días, o semanas… —Intentó explicarle haciéndose oír entre la gente, hasta que unos bandidos se interpusieron entre la salida y el joven que la llevaba. En aquel instante hizo lo que el instinto le impulsó a hacer y con las ultimas fuerzas que la droga aún no se había llevado de ella, invocó una barrera que protegió al joven, haciendo que las armas de sus contrincantes no pudieran alcanzarle, ni rozarle. Aquel fue uno de sus últimos esfuerzos, pues tras aquello cayó rendida, inconsciente en la espalda de aquel joven bandido, esperando que pudiera aprovechar aquella barrera y salieran indemnes de todo aquello.
Nastya Vlanova- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 30/04/2014
Re: Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
Una meta no siempre se hace para ser alcanzada, a menudo sirve simplemente como objetivo.
Bruce Lee
Maximilian creía haber hecho todo por nada. Apenas encontraron a la chica aquella encerrada, supo que no hallarían nada de más valor y aún así, igual se llevarían todo lo que encontraran que pudiera servir a los suyos y no dejarían nada de aquellos que eran sus enemigos más acérrimos. Destruirían todo lo que estuviese a su paso y se irían a hacer el recuento del botín, incluida la chica, si es que a eso se le podía llamar un botín.
Los suyos se alejaron dejándole a solas con esa mujer misteriosa. Debía tener ella algo de especial, de no ser de esa manera la hubieran matado en el primer instante que cayo en sus manos y sin embargo la resguardaban como si del más valioso tesoro se tratara. Cuando se acerco a liberarle, la joven sonrío y el ladrón apenas le miro, sin cambiar la expresión de seriedad y frustración que lucía si rostro.
– No tienes que dar las gracias, después de todo venimos a tomar todo lo que estuviera a nuestro alcance – rió – ellos no se quedaran con nada, ni siquiera con sus vidas – aseguro una vez que se la echaba al hombre y entonces le aseguro que sabría que era ella y que hacía en aquel lugar. Caminaba con calma, saliendo poco a poco de donde se encontraba y debiendo pasar antes entre los suyos que se encontraban o peleando con algunos enemigos o tomando las cosas que encontraban a su paso. Hicieran lo que hicieran, todos volvían la mirada en dirección a Maximilian al verle pasar con la mujer a cuestas e incluso él fue capaz de escuchar como algunos cuestionaban que era lo que sucedía y sin embargo, no era momento de dar explicaciones o respuestas, pues ni él las conocía.
– Pues no debieron quererte tan muerte porque pese a lo que digas, sigues vive. Ya te encontraremos alguna utilidad – respondió. Su andar seguía firme y antes de que pudiera salir por completo de aquella casa vio como algunos de los enemigos trataban de atacarle. Llevando a la joven a cuestas no podía hacer nada para defenderse y ya veía venir una terrible herida o incluso una muerte, aún así, nada de eso importaba. A una distancia muy cercana de su cuerpo, las armas de los enemigos se detuvieron cual si chocaran con algo, lo que dio tiempo para que los demás miembros del grupo de Maximilian llegaran a auxiliar y tanto él como la joven salieran de aquel lugar – Eso estuvo demasiado cerca – hablo para si mismo, tranquilo y despreocupado. La mujer que cargaba al hombro ahora se encontraba incosnciente y tras suspirar, se encamino al lugar donde volverían a reunirse los suyos. Era un pequeño escondite no muy alejado, apenas el sitio apropiado para que se vieran y partieran. El ladrón se apresuro a llegar ahí y recostó contra un árbol a la cautiva – Oye, no es momento para que tomes una siesta. Pronto nos iremos todos y no pienso cargarte todo el camino – le movía con algo de brusquedad, esperando que abriera los ojos y pudiera andar por su cuenta. El ladrón desconocía que esa mujer, le había salvado la vida.
Bruce Lee
Maximilian creía haber hecho todo por nada. Apenas encontraron a la chica aquella encerrada, supo que no hallarían nada de más valor y aún así, igual se llevarían todo lo que encontraran que pudiera servir a los suyos y no dejarían nada de aquellos que eran sus enemigos más acérrimos. Destruirían todo lo que estuviese a su paso y se irían a hacer el recuento del botín, incluida la chica, si es que a eso se le podía llamar un botín.
Los suyos se alejaron dejándole a solas con esa mujer misteriosa. Debía tener ella algo de especial, de no ser de esa manera la hubieran matado en el primer instante que cayo en sus manos y sin embargo la resguardaban como si del más valioso tesoro se tratara. Cuando se acerco a liberarle, la joven sonrío y el ladrón apenas le miro, sin cambiar la expresión de seriedad y frustración que lucía si rostro.
– No tienes que dar las gracias, después de todo venimos a tomar todo lo que estuviera a nuestro alcance – rió – ellos no se quedaran con nada, ni siquiera con sus vidas – aseguro una vez que se la echaba al hombre y entonces le aseguro que sabría que era ella y que hacía en aquel lugar. Caminaba con calma, saliendo poco a poco de donde se encontraba y debiendo pasar antes entre los suyos que se encontraban o peleando con algunos enemigos o tomando las cosas que encontraban a su paso. Hicieran lo que hicieran, todos volvían la mirada en dirección a Maximilian al verle pasar con la mujer a cuestas e incluso él fue capaz de escuchar como algunos cuestionaban que era lo que sucedía y sin embargo, no era momento de dar explicaciones o respuestas, pues ni él las conocía.
– Pues no debieron quererte tan muerte porque pese a lo que digas, sigues vive. Ya te encontraremos alguna utilidad – respondió. Su andar seguía firme y antes de que pudiera salir por completo de aquella casa vio como algunos de los enemigos trataban de atacarle. Llevando a la joven a cuestas no podía hacer nada para defenderse y ya veía venir una terrible herida o incluso una muerte, aún así, nada de eso importaba. A una distancia muy cercana de su cuerpo, las armas de los enemigos se detuvieron cual si chocaran con algo, lo que dio tiempo para que los demás miembros del grupo de Maximilian llegaran a auxiliar y tanto él como la joven salieran de aquel lugar – Eso estuvo demasiado cerca – hablo para si mismo, tranquilo y despreocupado. La mujer que cargaba al hombro ahora se encontraba incosnciente y tras suspirar, se encamino al lugar donde volverían a reunirse los suyos. Era un pequeño escondite no muy alejado, apenas el sitio apropiado para que se vieran y partieran. El ladrón se apresuro a llegar ahí y recostó contra un árbol a la cautiva – Oye, no es momento para que tomes una siesta. Pronto nos iremos todos y no pienso cargarte todo el camino – le movía con algo de brusquedad, esperando que abriera los ojos y pudiera andar por su cuenta. El ladrón desconocía que esa mujer, le había salvado la vida.
Virgile- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/10/2012
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Re: Inesperado rescate el del corazón [Maximilian]
Tan rápido se puede obtener la libertad,
como perderla.
Anónimo.
La droga en sus sistema, los nervios, la tensión… inclusive el cansancio tras soportar aquel estrés e incertidumbre en los últimos días pasados, finalmente pudieron con ella que tras aquel hechizo cayó mansa e inconsciente al agarre masculino.
Apenas fue consciente de mucho más que no fueran los pasos de su salvador o a quien ella erróneamente llamaba y veía así sin saber que era lo que en realidad podrían buscar de una prisionera. A su alrededor se sucedía la lucha. Los gritos, alaridos de dolor y los gemidos ajenos se mezclaban en un baile macabro de muerte. Y mientras los de un bando reculaban y huían, los demás los buscaban, terminando por una vez con una gran mayoría de sus contrincantes.
Nastya en medio de aquel caos, llegó a sentir el ruido de las armas entrechocar con el joven que la llevaba a hombros y como estas terminaban yendo hacia otra parte alejadas por su magia. Y después de ello, cerrando los ojos… abandonándose a la inconsciencia con la primera luz del día incidiendo en sus ojos que prácticamente se habían visto envueltos en una oscuridad impenetrable esas semanas anteriores. Una leve queja salió de entre sus labios entreabiertos al ser depositada tras unos minutos contra un árbol y ser movida con brusquedad por unos brazos fuertes.
—No... No me matéis, dejadme por favor. — Murmuró con miedo sin llegar a despertar todavía, siendo incapaz de librarse de la pesadilla en que esos últimos días había vivido.—Parad ¡No os he hecho nada!
La mano siguió moviéndola con insistencia y no fue hasta que la voz del joven volvió a llenar el escondite con su tono, que lentamente la joven bruja fue despertándose lentamente, sintiéndose aturdida y desconcertada. <<¿Dónde estoy?>> Se preguntó al entreabrir los ojos por primera vez y ver a su alrededor un bosque. Enseguida y tras recobrar un poco más su consciencia sus manos fueron a las ajenas que aún la agarraban e intentó calmarlas. Las acarició y tras un suspiro finalmente abrió los ojos, encontrándose de frente con el ladrón que le había salvado la vida. Los ojos se le humedecieron gracias a la luz del sol que por unos segundos le daño hasta que se acostumbró de nuevo a la luz. Y mientras una mano de las suyas quedaba contra una de las ajenas, su otra mano fue a su cabeza, donde permaneció haciéndose un efímero masaje que buscaba que el palpitante dolor de cabeza cesara y la dejara respirar tranquila.
— ¿Dónde estamos? —Preguntó una vez volvió su mirada al joven y recorrió con sus orbes el escondite en el que la había llevado. Aún a lo lejos se podían oír gritos y ordenes que no cesaban de un lado y de otro. Ningún bando cesaba en su intento de ganar, aunque ya pocos resistían y la banda de Maximilian ganaba con superioridad a sus contrincantes. — ¿Quién sois? ¿Y que hacemos aquí? — Preguntó sin entender mucho de lo que ocurría. Quizás las drogas impedían aún su raciocinio normal y corriente que de no haberlas tomado tendría, sabiendo que era mejor que en su situación permaneciera callada y no tan curiosa como aquel instante se mostraba. — ¿Cargarme a dónde? — Preguntó de pronto acordándose de las palabras de él. Suspiró y confiando en aquel joven, le miró fijamente agradecida. — Ellos… están muertos, verdad? —preguntó finalmente tras que el ultimo alarido de dolor cesara y el bosque se sumiera en silencio justo antes de que unas pisadas y voces empezaran a acercarse a ellos.
Nastya Vlanova- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 30/04/2014
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