Clarisse De Worthing

Clarisse De Worthing se casó con Emilius Worthing, un contable de clase media que apenas estaba intentando subsistir en el mundo social que se le presentaba en cada fiesta a la que iba acompañado de su hermosísima esposa, ósea se, ella.

Clarisse, al ser de ejemplo único nació en el seno de una tranquila familia que comercializaba textiles, perfumes, hasta tenían una pequeña joyería en el este de Inglaterra. Clarisse nació sana pero el miedo que tenía su madre al salir debido a la sobreprotección que puso su padre a ambas, Clarisse fue instruida en varias materias escolares en el estudio de su casa, una pequeña mansión pero acomodada con tres dormitorios, tres baños, cocina, salón, estudio y una pequeña sala de baile en el que Clarisse adoraba practicar ballet. Con el paso de los años fue colgando las bailarinas sustituyéndolas por el cello que ahora siempre tocaba en secreto, precisamente cuando su padre se ausentaba por varias semanas ya que su padre, le hastiaba la gravedad del cello. Le entendía perfectamente. A ella le pasaba lo mismo, le transmitía tristeza pero era el único modo de que ella se sintiera atada a algo.

Hasta que ella no conoció a Emilius, no se sintió atada a nada más que a su cello. Era un mundo diferente. Entonces, cuando llego la hora de separarse de sus pasatiempos, su padre la presento en sociedad a la edad de los dieciocho años, habiendo heredado una hermosura natural y obviamente unos bellos rasgos al igual que su madre. Ella destacaba entre algunas que iban maquilladas en exceso, a Clarisse el maquillaje le daba una reacción alérgica que le daba mareos y por ello siempre iba con lo justo puesto, aprendió a sacarse partido solamente porque desde ahora tendría que ir de fiesta en fiesta, siendo el orgullo de su padre y porque tenía que encontrar un buen marido. Solo deseaba que todo terminara pronto y a la tercera fiesta que fue, se encontró con Emilius Worthing.

Encontró en él la seguridad que quería para la persona que se convirtiese en su esposo. No podría tener la mejor apariencia, pero sabía que en ese corazón residía la bondad y en efecto, pudo comprobarlo en el trascurso de varios años de amistad desde aquella noche. Contrajeron nupcias, pero ahora, Clarisse con veintiún años, comenzaba a sospechar que su elección estaba tramando algo malvado pero sus sospechas se desvanecieron al año siguiente cuando la sorprendió diciéndole que se mudaban a París.

¡PARIS! ¡Siempre había soñado ir allí!

Desde entonces, ya son veteranos en la bella ciudad donde cada día, Clarisse va con algunas amigas por la mañana al Café de Monsieur Pottier, después van viendo escaparates y cuchicheando los últimos cotilleos que según una se sabe siempre lo último que ha pasado. La felicidad a la que puede aspirar una mujer, ella la está experimentando, se siente viva y orgullosa de su elección de aquella noche al ver a Emilius. Ahora han pasado solo tres meses desde que cumplió los veinticinco y encuentra a Emilius demasiado raro, bastante distante y siempre la está dejando sola. Algunas veces, Clarisse desearía tener su cello a su lado.

Así podría dejar de pensar tanto en los temores que le surgen continuamente.