AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Clarisse Aubriot
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Clarisse Aubriot
Clarisse Aubriot
Datos
Nombre: Clarisse Aubriot.
Edad: Aparente: 24 años | Real: 27 años.
Especie: Licántropo.
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta.
Orientación sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: París, Francia.
Edad: Aparente: 24 años | Real: 27 años.
Especie: Licántropo.
Tipo de clase social o cargo: Clase Alta.
Orientación sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: París, Francia.
Habilidades
► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:
→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Garras afiladas, dentadura afiliada, rasgos lobunos (en su forma transformada) y longevidad.
► PODERES INNATOS:
→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el licántropo está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento; si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.
► PODERES EN DESARROLLO:
→ Memoria fotográfica: Capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle perfecto. Las personas con esta habilidad no olvidan nunca escritos, sonidos, imágenes y los recuerdan mucho tiempo después como si lo hubieran escuchado/visto apenas unos días antes.
→ Visión compartida y visión remota: Habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento. Esta habilidad funciona únicamente cuando se toca a la persona.
→ Rastreo: Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura. El personaje puede descubrir la situación de cualquier persona a la que conozca, donde quiera que esté el blanco en un radio de veinte kilómetros.
→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ Atributos: Garras afiladas, dentadura afiliada, rasgos lobunos (en su forma transformada) y longevidad.
► PODERES INNATOS:
→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el licántropo está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.
→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento; si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.
► PODERES EN DESARROLLO:
→ Memoria fotográfica: Capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle perfecto. Las personas con esta habilidad no olvidan nunca escritos, sonidos, imágenes y los recuerdan mucho tiempo después como si lo hubieran escuchado/visto apenas unos días antes.
→ Visión compartida y visión remota: Habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento. Esta habilidad funciona únicamente cuando se toca a la persona.
→ Rastreo: Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura. El personaje puede descubrir la situación de cualquier persona a la que conozca, donde quiera que esté el blanco en un radio de veinte kilómetros.
Personalidad
No todas las bestias tienen que tener una apariencia grotesca, ni mucho menos, un comportamiento iracundo. Hay algunas, por ejemplo, que son bondadosas y simpáticas; amables y siempre dispuestas a ayudar a otros. Clarisse es así; es demasiado buena persona como para ser creíble.
Es carismática, y aunque tenga el peor de los días, siempre muestra una sonrisa sincera a todos. Ese peculiar genio lo heredó de su padre, tal y como él, Clarisse es bastante noble, y a veces, se preocupa en exceso por los demás, descuidándose a sí misma. Esto se hizo mucho más acentuado en su personalidad desde el incidente con el licántropo, pues, piensa que si ella y Darcell no se hubieran aislado tanto, sus padres aún estuvieran con vida. Sin embargo, también entiende que algunas cosas tienen que sólo pasar, que no siempre se puede ser amo y señor del destino. Este último detalle hace de Clarisse una persona conforme; nunca pide más de lo que la vida le ofrece, aunque le guste competir para lograr algunas metas, no se queja cuando no puede cumplir con alguna. En algún momento las segundas oportunidades llamarán a la puerta para ofrecerle cosas mejores. O al menos esa es su idea.
No es rencorosa. Prefiere perdonar antes que aferrarse a algún sentimiento negativo, ya que, estos sólo abrirán más las heridas, sabe que no hallaría ningún consuelo en el odio, de éste sólo obtendrá amargura. Evitarlo, por sobre todas las cosas, es una de sus principales misiones de vida. Aunque entiende que es inevitable sentirse mal por alguna cuestión que se escape de su control, está al tanto de que siempre habrá situaciones que alimenten la tristeza y el miedo. Nadie puede escapar de los horrores que acechan al espíritu, pero es importante no dejarse apabullar por ellos.
Sensata y honesta. Clarisse suele ser muy paciente y pocas cosas la sacan de quicio; no actúa sin antes pensar, más bien, es serena, y verla es llenarse de paz. Toda ella transmite serenidad. Aunque, si llega a molestarse en serio, no va a aguantarse, será directa y hasta un poco hiriente, y toda esa paciencia se derrumbará por completo.
Apasionada, creativa, siempre dispuesta a lanzarse a la aventura. Reservada, desconfiada, sólo guarda lealtad y transparencia con quienes se ganan su amistad. Dirá lo necesario con desconocidos, pero con sus amigos, es una parlanchina, hasta el punto de tener que callarla. En fin, Clarisse puede llegar a ser como una niña, también como una adolescente rebelde, e igualmente, una mujer adulta segura de lo que quiere, independiente y hasta un poco sobreprotectora. Así es ella, y de seguro habrá más secretos en su interior, porque la vida y las personas no son monótonas.
Es carismática, y aunque tenga el peor de los días, siempre muestra una sonrisa sincera a todos. Ese peculiar genio lo heredó de su padre, tal y como él, Clarisse es bastante noble, y a veces, se preocupa en exceso por los demás, descuidándose a sí misma. Esto se hizo mucho más acentuado en su personalidad desde el incidente con el licántropo, pues, piensa que si ella y Darcell no se hubieran aislado tanto, sus padres aún estuvieran con vida. Sin embargo, también entiende que algunas cosas tienen que sólo pasar, que no siempre se puede ser amo y señor del destino. Este último detalle hace de Clarisse una persona conforme; nunca pide más de lo que la vida le ofrece, aunque le guste competir para lograr algunas metas, no se queja cuando no puede cumplir con alguna. En algún momento las segundas oportunidades llamarán a la puerta para ofrecerle cosas mejores. O al menos esa es su idea.
No es rencorosa. Prefiere perdonar antes que aferrarse a algún sentimiento negativo, ya que, estos sólo abrirán más las heridas, sabe que no hallaría ningún consuelo en el odio, de éste sólo obtendrá amargura. Evitarlo, por sobre todas las cosas, es una de sus principales misiones de vida. Aunque entiende que es inevitable sentirse mal por alguna cuestión que se escape de su control, está al tanto de que siempre habrá situaciones que alimenten la tristeza y el miedo. Nadie puede escapar de los horrores que acechan al espíritu, pero es importante no dejarse apabullar por ellos.
Sensata y honesta. Clarisse suele ser muy paciente y pocas cosas la sacan de quicio; no actúa sin antes pensar, más bien, es serena, y verla es llenarse de paz. Toda ella transmite serenidad. Aunque, si llega a molestarse en serio, no va a aguantarse, será directa y hasta un poco hiriente, y toda esa paciencia se derrumbará por completo.
Apasionada, creativa, siempre dispuesta a lanzarse a la aventura. Reservada, desconfiada, sólo guarda lealtad y transparencia con quienes se ganan su amistad. Dirá lo necesario con desconocidos, pero con sus amigos, es una parlanchina, hasta el punto de tener que callarla. En fin, Clarisse puede llegar a ser como una niña, también como una adolescente rebelde, e igualmente, una mujer adulta segura de lo que quiere, independiente y hasta un poco sobreprotectora. Así es ella, y de seguro habrá más secretos en su interior, porque la vida y las personas no son monótonas.
Historia
Una gota cristalina y fría cayó sobre su mejilla, deslizándose con armonía sobre su piel; anunciaba el mal tiempo. Las nubes grises se cernían en toda la ciudad y la brisa gélida calaba los huesos. Era un día de tormenta, como aquella vez... Era un día de tormenta como en el momento de su nacimiento. Elegir si esas manifestaciones, tan propias de la naturaleza, eran agradables, podía llevar tiempo. Era como estar entre la espada y la pared, intentando elegir lo que era amargo a su paladar, pero que, extrañamente, podía hacerle bien. Quizá empezaba a cuestionarse demasiado sobre el clima, podía ser cosa de la edad; a veces creía que se estaba volviendo más vieja con el pasar de los días, que con los años. También podía resultar un delirio cualquiera de la espera y de aquella terrible necesidad de salir corriendo antes de que empezara a llover. «Muchas preguntas, pocas respuestas.»
—¿Señorita? —Le habló un hombre de mediana edad, quien amablemente le entregaba un paquete y algunas cartas—. Su correspondencia, y disculpe la demora.
—Gracias —acertó a responder, ya fuera de su ensoñación.
Y una sonrisa se dibujó en sus labios al reconocer la caligrafía de la primera carta que le fue entregada. Clarisse Aubriot, su nombre, se trazaba con sutileza y finura sobre el papel; su hermano, por fin, le había escrito después de varias semanas. Querer saber lo que tenía escrito el papel le generó ansiedad, pero aquel momento plácido debía reservarlo para cuando llegara a casa, y así poder disfrutar de la lectura junto con Lucienne y Louis, sus hermanos menores. ¡Si tan sólo sus padres estuvieran para ese momento! Si tan sólo la desgracia no se los hubiera llevado... ¿Cuánto tiempo había pasado desde ese entonces? No quería siquiera recordarlo, pero ella misma era la viva imagen de esa tragedia.
Clarisse era la hija menor del matrimonio Aubriot, siendo Darcell el mayor por un par de años. La familia era unida, demasiado, y tenían todas las comodidades necesarias para vivir en una ciudad como París. Su padre era un importante historiador y curador de arte, y su madre, un ama de casa amorosa, además de ser una poetisa talentosa. Todo parecía perfecto; los Aubriot resultaban ser el ejemplo de familia ideal, de esas que muchos envidiarían. Claro, también surgían discrepancias, de esas típicas que todos suelen tener, pero nada que fuera lo suficientemente grave para separarlos. Es más, aunque Clarisse y Darcell se la pasaban discutiendo por tonterías, no podían estar alejados tanto tiempo; había una conexión estrecha entre ambos hermanos, a pesar de que sus intereses solían ser diferentes, algo que se notaba a leguas desde que eran unos niños.
Mientras Darcell se dedicaba a otros quehaceres, Clarisse aprendió a amar la historia y al arte, tanto como su padre. Solía pasar horas escuchándolo hablar del arte de todas las épocas, de los artistas, incluso se paseaban entre los pintores de la plaza casi todos los sábados. Compartían el mismo interés, y fue por eso que Antoine consideró en dejarle el puesto a su hija, cuando él ya decidiera retirarse. Esa misma razón guió a Clarisse a esforzarse aún más, preparándose lo suficiente para ser la mejor en su área, descuidando, incluso, sus intereses personales. No llegó a emparejarse mucho tiempo con nadie, a diferencia de sus amigas cercanas; ni siquiera mostró interés o afecto por algún chico. Para Clarisse sólo existía una cosa: ser una historiadora destacada, como lo era su progenitor. Y en ello se le fue gran parte de su juventud; sin embargo, no se sentía mal por ello, estaba conforme con los resultados y pensaba que no todas las personas debían nacer para lo mismo. Ella no era una dama dedicada al hogar, pues no se veía a cargo de nadie más.
Aquellas metas tan ambiciosas que se había propuesto empezaron a distanciarla más de sus padres y hermano, quien, aparte, había decidido dedicarse a la milicia. Ambos tomaron rumbos diferentes; y con las nuevas responsabilidades de los dos hijos mayores de los Aubriot, llegaron los menores. Su madre, para sorpresa de todos, había quedado encinta, y a los meses dio a luz a mellizos, quienes se convirtieron en la nueva alegría para el hogar, siendo motivo de unión, al menos hasta que los pequeños empezaron a dar sus primeros pasos. Darcell y Clarisse debían hacerse cargo de sus ocupaciones, pero prometieron escribir con regularidad, como si se tratara del inicio de una sagrada costumbre.
Pero, con el tiempo, llegó el punto de quiebre que toda familia debe enfrentar. Mientras Clarisse estaba de viaje en Londres, Darcell regresaba a su hogar luego de una campaña militar, mucho más cambiado en carácter que como lo habían criado sus padres. Ese comportamiento inició seguidas discusiones entre Darcell y Antoine, hasta el punto que, durante aquellos días tormentosos, Darcell decidió marcharse lejos, lo que dejó un profundo vacío en la residencia Aubriot. Clarisse no estuvo al tanto de tal situación. Solía escribir con debida constancia a sus familiares, aun así, en las respuestas que recibía, no había nada que le revelara lo ocurrido, aunque, no iba a poder estar ignorándolo por mucho tiempo.
Cuando le tocó regresar a París, la misiva que envió para anunciar su llegada, no fue entregada a sus debidos destinarios. Esa vez llovía a cantaros, y la tarde estaba más oscura de lo usual. Clarisse solía disfrutar de los días lluviosos, pero detestaba las tormentas, pues creía que eran anunciantes de lo peor. Tal vez no estaba tan equivocada, pues, apenas al llegar a casa, las malas noticias no se hicieron esperar.
No evitó sentirse molesta con su hermano mayor, conocía perfectamente a Darcell, pero bien sabía que Antoine era un hombre con un carácter afable, en especial con sus hijos. No podía verlo de verdugo, como estaría pensando Darcell en ese momento; su padre era la persona más noble que había conocido y lo defendería a capa y espada. Sin embargo, también adoraba a su hermano como para no desistir en querer hallarlo y hacer que entrara en razón. Aunque su madre evitó que saliera a tan altas horas de la noche, y con ese tiempo detestable, Clarisse no entró en razón, simplemente se lanzó a las calles desoladas en busca de Darcell, teniendo en mente un lugar en donde él probablemente estaría; lo conocía lo suficiente como para no fallar esta vez. Y muy para su satisfacción, logró encontrarlo, no obstante, todo cuanto hizo para que su hermano recapacitara fue en vano. Darcell prefirió vivir en el aislamiento antes que pedir disculpas.
Clarisse, resignada, regresó a casa, no sin considerar volver una próxima vez. Pero, lo que le esperaba no iba a ser nada agradable; apenas cruzó el amplio jardín de la residencia, notó algo extraño. Las cosas no parecían encajar, hasta creyó encontrar el hogar más solitario, algo que nunca antes había ocurrido. Y, efectivamente, apenas ingresó en el vestíbulo principal, no halló a ninguno de sus padres, ni siquiera a sus hermanos pequeños. Los buscó por toda la casa, y cuando se le ocurrió subir al ático, como última esperanza, su madre le dio un susto tremendo. La mujer era un manojo de nervios, y difícilmente le explicó a Clarisse lo que estaba ocurriendo afuera, aparte, le dejó a cargo de los mellizos, mientras ella en busca de Antoine. La joven no podía creer lo que estaba ocurriendo, ¡las bestias sólo estaban en los cuentos, en los mitos y en las pinturas! Tal vez, aquel lobo del que le habló su madre, era uno corriente, del que no se debía temer tanto. Sin embargo, todo ese pensamiento se disipó con el pasar de los minutos; logró dormir a Lucienne y a Louis para ir tras sus progenitores, al ver que ninguno regresaba.
Con un rosario entre manos, rezando para que al menos a Darcell se le ocurriera la brillante idea de aparecer, fue en busca de Antoine y Melissa, pero lo que vio a continuación fue lo más horrible que nunca antes había podido contemplar. Sus padres, ¡sus amados padres! Ambos estaban muertos, con el cuello desgarrado, como si algún enorme animal los hubiera atacado. Clarisse sólo pudo temer lo peor, y antes de reaccionar de manera adecuada, escuchó aquel gruñido terrible, el cual nunca borraría de su mente. Ante sus ojos se alzaba una bestia de gran tamaño, con las facciones de un lobo iracundo, el mismo que se le abalanzó encima. Aunque la muchacha corrió, como nunca antes lo había hecho, el animal terminó atrapándola, hundiendo sus colmillos en su hombro, destrozando su piel, pero antes de que aquel licántropo pudiera acabar con su vida, una bala de plata perforó su corazón, y otras más, su cabeza. Darcell había llegado finalmente, no a tiempo para salvar a sus padres, pero si a Clarisse, quien apenas se mantuvo consciente.
Han pasado tres años después de aquel incidente, el mismo que terminó uniendo a Darcell y a Clarisse, quienes tuvieron que hacerse cargo de sus pequeños hermanos y convivir con el recuerdo de la muerte de sus padres. No obstante, no todos los finales suelen ser felices. Clarisse no sólo cargaría con la muerte de sus familiares, sino, con su nueva naturaleza; su mortalidad había sido hecha a un lado para dar paso a la licantropía, algo que todavía no controla debidamente. Esto mismo llevó a Darcell a convertirse en cazador, pues, no sólo perdió a las personas que más amaba en el mundo, sino, ahora su hermana era atormentada por la marca que había dejado aquella bestia.
—¿Señorita? —Le habló un hombre de mediana edad, quien amablemente le entregaba un paquete y algunas cartas—. Su correspondencia, y disculpe la demora.
—Gracias —acertó a responder, ya fuera de su ensoñación.
Y una sonrisa se dibujó en sus labios al reconocer la caligrafía de la primera carta que le fue entregada. Clarisse Aubriot, su nombre, se trazaba con sutileza y finura sobre el papel; su hermano, por fin, le había escrito después de varias semanas. Querer saber lo que tenía escrito el papel le generó ansiedad, pero aquel momento plácido debía reservarlo para cuando llegara a casa, y así poder disfrutar de la lectura junto con Lucienne y Louis, sus hermanos menores. ¡Si tan sólo sus padres estuvieran para ese momento! Si tan sólo la desgracia no se los hubiera llevado... ¿Cuánto tiempo había pasado desde ese entonces? No quería siquiera recordarlo, pero ella misma era la viva imagen de esa tragedia.
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Clarisse era la hija menor del matrimonio Aubriot, siendo Darcell el mayor por un par de años. La familia era unida, demasiado, y tenían todas las comodidades necesarias para vivir en una ciudad como París. Su padre era un importante historiador y curador de arte, y su madre, un ama de casa amorosa, además de ser una poetisa talentosa. Todo parecía perfecto; los Aubriot resultaban ser el ejemplo de familia ideal, de esas que muchos envidiarían. Claro, también surgían discrepancias, de esas típicas que todos suelen tener, pero nada que fuera lo suficientemente grave para separarlos. Es más, aunque Clarisse y Darcell se la pasaban discutiendo por tonterías, no podían estar alejados tanto tiempo; había una conexión estrecha entre ambos hermanos, a pesar de que sus intereses solían ser diferentes, algo que se notaba a leguas desde que eran unos niños.
Mientras Darcell se dedicaba a otros quehaceres, Clarisse aprendió a amar la historia y al arte, tanto como su padre. Solía pasar horas escuchándolo hablar del arte de todas las épocas, de los artistas, incluso se paseaban entre los pintores de la plaza casi todos los sábados. Compartían el mismo interés, y fue por eso que Antoine consideró en dejarle el puesto a su hija, cuando él ya decidiera retirarse. Esa misma razón guió a Clarisse a esforzarse aún más, preparándose lo suficiente para ser la mejor en su área, descuidando, incluso, sus intereses personales. No llegó a emparejarse mucho tiempo con nadie, a diferencia de sus amigas cercanas; ni siquiera mostró interés o afecto por algún chico. Para Clarisse sólo existía una cosa: ser una historiadora destacada, como lo era su progenitor. Y en ello se le fue gran parte de su juventud; sin embargo, no se sentía mal por ello, estaba conforme con los resultados y pensaba que no todas las personas debían nacer para lo mismo. Ella no era una dama dedicada al hogar, pues no se veía a cargo de nadie más.
Aquellas metas tan ambiciosas que se había propuesto empezaron a distanciarla más de sus padres y hermano, quien, aparte, había decidido dedicarse a la milicia. Ambos tomaron rumbos diferentes; y con las nuevas responsabilidades de los dos hijos mayores de los Aubriot, llegaron los menores. Su madre, para sorpresa de todos, había quedado encinta, y a los meses dio a luz a mellizos, quienes se convirtieron en la nueva alegría para el hogar, siendo motivo de unión, al menos hasta que los pequeños empezaron a dar sus primeros pasos. Darcell y Clarisse debían hacerse cargo de sus ocupaciones, pero prometieron escribir con regularidad, como si se tratara del inicio de una sagrada costumbre.
Pero, con el tiempo, llegó el punto de quiebre que toda familia debe enfrentar. Mientras Clarisse estaba de viaje en Londres, Darcell regresaba a su hogar luego de una campaña militar, mucho más cambiado en carácter que como lo habían criado sus padres. Ese comportamiento inició seguidas discusiones entre Darcell y Antoine, hasta el punto que, durante aquellos días tormentosos, Darcell decidió marcharse lejos, lo que dejó un profundo vacío en la residencia Aubriot. Clarisse no estuvo al tanto de tal situación. Solía escribir con debida constancia a sus familiares, aun así, en las respuestas que recibía, no había nada que le revelara lo ocurrido, aunque, no iba a poder estar ignorándolo por mucho tiempo.
Cuando le tocó regresar a París, la misiva que envió para anunciar su llegada, no fue entregada a sus debidos destinarios. Esa vez llovía a cantaros, y la tarde estaba más oscura de lo usual. Clarisse solía disfrutar de los días lluviosos, pero detestaba las tormentas, pues creía que eran anunciantes de lo peor. Tal vez no estaba tan equivocada, pues, apenas al llegar a casa, las malas noticias no se hicieron esperar.
No evitó sentirse molesta con su hermano mayor, conocía perfectamente a Darcell, pero bien sabía que Antoine era un hombre con un carácter afable, en especial con sus hijos. No podía verlo de verdugo, como estaría pensando Darcell en ese momento; su padre era la persona más noble que había conocido y lo defendería a capa y espada. Sin embargo, también adoraba a su hermano como para no desistir en querer hallarlo y hacer que entrara en razón. Aunque su madre evitó que saliera a tan altas horas de la noche, y con ese tiempo detestable, Clarisse no entró en razón, simplemente se lanzó a las calles desoladas en busca de Darcell, teniendo en mente un lugar en donde él probablemente estaría; lo conocía lo suficiente como para no fallar esta vez. Y muy para su satisfacción, logró encontrarlo, no obstante, todo cuanto hizo para que su hermano recapacitara fue en vano. Darcell prefirió vivir en el aislamiento antes que pedir disculpas.
Clarisse, resignada, regresó a casa, no sin considerar volver una próxima vez. Pero, lo que le esperaba no iba a ser nada agradable; apenas cruzó el amplio jardín de la residencia, notó algo extraño. Las cosas no parecían encajar, hasta creyó encontrar el hogar más solitario, algo que nunca antes había ocurrido. Y, efectivamente, apenas ingresó en el vestíbulo principal, no halló a ninguno de sus padres, ni siquiera a sus hermanos pequeños. Los buscó por toda la casa, y cuando se le ocurrió subir al ático, como última esperanza, su madre le dio un susto tremendo. La mujer era un manojo de nervios, y difícilmente le explicó a Clarisse lo que estaba ocurriendo afuera, aparte, le dejó a cargo de los mellizos, mientras ella en busca de Antoine. La joven no podía creer lo que estaba ocurriendo, ¡las bestias sólo estaban en los cuentos, en los mitos y en las pinturas! Tal vez, aquel lobo del que le habló su madre, era uno corriente, del que no se debía temer tanto. Sin embargo, todo ese pensamiento se disipó con el pasar de los minutos; logró dormir a Lucienne y a Louis para ir tras sus progenitores, al ver que ninguno regresaba.
Con un rosario entre manos, rezando para que al menos a Darcell se le ocurriera la brillante idea de aparecer, fue en busca de Antoine y Melissa, pero lo que vio a continuación fue lo más horrible que nunca antes había podido contemplar. Sus padres, ¡sus amados padres! Ambos estaban muertos, con el cuello desgarrado, como si algún enorme animal los hubiera atacado. Clarisse sólo pudo temer lo peor, y antes de reaccionar de manera adecuada, escuchó aquel gruñido terrible, el cual nunca borraría de su mente. Ante sus ojos se alzaba una bestia de gran tamaño, con las facciones de un lobo iracundo, el mismo que se le abalanzó encima. Aunque la muchacha corrió, como nunca antes lo había hecho, el animal terminó atrapándola, hundiendo sus colmillos en su hombro, destrozando su piel, pero antes de que aquel licántropo pudiera acabar con su vida, una bala de plata perforó su corazón, y otras más, su cabeza. Darcell había llegado finalmente, no a tiempo para salvar a sus padres, pero si a Clarisse, quien apenas se mantuvo consciente.
Han pasado tres años después de aquel incidente, el mismo que terminó uniendo a Darcell y a Clarisse, quienes tuvieron que hacerse cargo de sus pequeños hermanos y convivir con el recuerdo de la muerte de sus padres. No obstante, no todos los finales suelen ser felices. Clarisse no sólo cargaría con la muerte de sus familiares, sino, con su nueva naturaleza; su mortalidad había sido hecha a un lado para dar paso a la licantropía, algo que todavía no controla debidamente. Esto mismo llevó a Darcell a convertirse en cazador, pues, no sólo perdió a las personas que más amaba en el mundo, sino, ahora su hermana era atormentada por la marca que había dejado aquella bestia.
Datos Extras
—Es profesora de Historia del Arte.
—Sabe tocar el piano y el clavecín.
—Le gusta dibujar en sus ratos libres, por eso carga siempre un cuadernillo para no perder la costumbre.
—Algunas veces creen que ella es la madre de Lucienne y Louis (ambos de siete años) debido a que los trata como si se trataran de sus hijos.
—Desde que fue mordida desarrolló alergias al pelaje de los felinos.
—Tiende a escribirle cartas a Darcell, aunque estén en la misma casa. Aquello se convirtió en una tradición familiar, y lo hacen en honor a su memoria.
—Es católica.
—Suele ir todos los fines de semana a visitar las tumbas de sus padres.
—Conserva un relicario con las fotos de Antoine y Melissa.
—Está consciente que hace un tiempo mordió accidentalmente a alguien; ha tenido sueños en donde rememora la escena, pero no está del todo segura si aquello es verdad o mentira, y aún peor, si terminó asesinando a esa persona o no. Lo único que recuerda es su aroma, como si ese momento se hiciera presente durante la cercanía de cada luna llena.
—Sabe tocar el piano y el clavecín.
—Le gusta dibujar en sus ratos libres, por eso carga siempre un cuadernillo para no perder la costumbre.
—Algunas veces creen que ella es la madre de Lucienne y Louis (ambos de siete años) debido a que los trata como si se trataran de sus hijos.
—Desde que fue mordida desarrolló alergias al pelaje de los felinos.
—Tiende a escribirle cartas a Darcell, aunque estén en la misma casa. Aquello se convirtió en una tradición familiar, y lo hacen en honor a su memoria.
—Es católica.
—Suele ir todos los fines de semana a visitar las tumbas de sus padres.
—Conserva un relicario con las fotos de Antoine y Melissa.
—Está consciente que hace un tiempo mordió accidentalmente a alguien; ha tenido sueños en donde rememora la escena, pero no está del todo segura si aquello es verdad o mentira, y aún peor, si terminó asesinando a esa persona o no. Lo único que recuerda es su aroma, como si ese momento se hiciera presente durante la cercanía de cada luna llena.
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Clarisse Aubriot- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 29/03/2017
Re: Clarisse Aubriot
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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