AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
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Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Eran una, o tal vez dos, solo eran horas corriendo a través del reloj, egoístas, sin preguntar si realmente querías que pasara el tiempo. Allí encerrado dentro de si mismo, dormía sin soñar, dormía sin vivir. Un ataúd, una protección o una cárcel. El sol, el rey del día, no permitía que pudiera salir, que saliera a soñar, a vivir. El silencio, la tranquilidad, define toda una miseria. Patético. Como una rata aguardando bajo una alcantarilla a que llegara la noche. El sol se fue con el crepúsculo, permitiéndole abrir los ojos, golpeando la tapa con ansiedad, abriendo la salida con pánico, temiendo que la luz siguiera sobre él.- Estás a salvo... - Solo estaba la noche por supuesto, bañando la estancia con un dulce perfume a libertad. Sonrió fiel, cumpliendo su promesa a Dios, agradeciendo por un día más en la tierra, y porque hubiera terminado el sueño, aquel acompañado por la negrura de un pasado inerte. Un vampiro creyendo en Dios ¿Quién coño cree en Dios en estos tiempos? Nunca te diría que sí, pero tampoco te diría que no. Creía, creía con el fervor de un enfermo desesperado, suplicando vivir, quería vivir. Pero tenía que sonreír, porque así se lo había prometido. Se levantó con gracia del hermoso ataúd fundido en oro y plata. No era suyo. Realmente no era de nadie. Se escabulló con eficacia hasta llegar a estar afuera, saliendo a la calle exasperante llena de gente colisionando una con otra. Las 6 de la tarde en un día de Otoño. Jamás se equivocaba. ¿Que día era hoy? Era viernes, un día humano para ir a ver a la familia, un día para sentarse frente a la mesa y mirar a tú madre, y a tú padre sin poder decir la verdad que rondas, que te ronda, y te rondará. Luke parecía un hombre acaudalado, un Duque, lo que era y prendería ser durante todo el tiempo que fuera necesario, caminando con absoluto porte, manteniendo la cabeza en alto, dividiendo a cada persona pasar a su lado, porque todos y cada uno de ellos eran inferiores, eran nada bajo una mente gobernando cada uno de sus deseos, un potencial enemigo con mente peligrosa. Repitiéndolo una vez más, eran nada.
Optó por viajar en un carruaje cerrado. Miraba por la ventana buscando entre tanta gente un lugar en donde poder descansar en plena soledad. Era extraño para él desear estar solo. Porque él era un pobre niñito solo. En la peor de sus pesadillas se veía dentro de un palacio, solito, pobre niñito, pero mientras sus ojos estuvieran abiertos no recordaría absolutamente nada, al menos no con claridad. La biblioteca se alzo por arte de magia sobre las calles de Paris, como en una estúpida historia llena de romanticismo, donde el poeta homosexual encuentra su gran amor, y descubre que es bisexual, y también le gustan las mujeres. Que hermoso. Pidió que se detuviera el carruaje, permitiéndole bajar y concentrarse en una posible obra de ilegal entrada a la biblioteca. Para su sorpresa no hubo ni la más mínima necesidad de forcejeo. En latín decía un cartelito: Las llaves están arriba de la puerta. Y en efecto, arriba de la puerta había una pequeña ranura donde se encontraban las llaves para poder abrir.
Una biblioteca, el lugar donde se tiene un considerable número de libros ordenados para su consulta o lectura, o más bien para saciar la curiosidad de un vampiro sin oficio. Fue directamente a la zona de "Novelas", buscando un libro que jamás había podido terminar de leer. Por alguna extraña razón siempre era interrumpido en la mejor de las escenas. Literatura erótica, anunciaba el letrero, como era de esperarse, en uno de los últimos estantes, escondido entre varios otros para que la serie de libros con contenido altamente "peligroso" estuviera protegido de ojos prejuiciosos. Todo era muy distinto en Roma, el sexo se consideraba buen porvenir y ofrenda a Venus, la diosa de la fertilidad, muchos ya habían tomado el régimen católico, pero la mayoría de las familias daban una educación altamente pagana. Irónicamente el libro que Luke buscaba con tanto afán, se llamaba "Venus im Pelz" en su versión alemana, pero con suerte lo encontraría como "La Venus de las pieles". El joven tomó el libro en sus manos, mirándolo con excesiva admiración. No todo los días lees sobre la belleza del sado-masoquismo a voluntad de parte de un hombre, enamorado del látigo y la infidelidad de una buena dama. Inocencia corrompida, así lo llamaría. Se sentó en la orilla de una de aquellas típicas mesas regadas por toda la Biblioteca, terminando por acostarse sobre esta, y abriendo el libro para comenzar una segura lectura provechosa.- "El dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa” -Recitó en voz alta, una de esas frases que amaba analizar, en su interior con una conciencia manchada por una cruel, y placentera vida. Mientras releía un capitulo en especifico, echo un vistazo a la puerta, que, con una idiotez desde fuera de este mundo, había dejado abierta con la llave pegada a la cerradura. La luz de la luna se asomaba desde la abertura que se había formado gracias a la brisa, y la falta de juicio que tenía el Joven Petersèn. Como era de esperarse apenas notó el cambio, siguiendo en su libro, y en su análisis clínico de cada conducta de, y entre.
Optó por viajar en un carruaje cerrado. Miraba por la ventana buscando entre tanta gente un lugar en donde poder descansar en plena soledad. Era extraño para él desear estar solo. Porque él era un pobre niñito solo. En la peor de sus pesadillas se veía dentro de un palacio, solito, pobre niñito, pero mientras sus ojos estuvieran abiertos no recordaría absolutamente nada, al menos no con claridad. La biblioteca se alzo por arte de magia sobre las calles de Paris, como en una estúpida historia llena de romanticismo, donde el poeta homosexual encuentra su gran amor, y descubre que es bisexual, y también le gustan las mujeres. Que hermoso. Pidió que se detuviera el carruaje, permitiéndole bajar y concentrarse en una posible obra de ilegal entrada a la biblioteca. Para su sorpresa no hubo ni la más mínima necesidad de forcejeo. En latín decía un cartelito: Las llaves están arriba de la puerta. Y en efecto, arriba de la puerta había una pequeña ranura donde se encontraban las llaves para poder abrir.
Una biblioteca, el lugar donde se tiene un considerable número de libros ordenados para su consulta o lectura, o más bien para saciar la curiosidad de un vampiro sin oficio. Fue directamente a la zona de "Novelas", buscando un libro que jamás había podido terminar de leer. Por alguna extraña razón siempre era interrumpido en la mejor de las escenas. Literatura erótica, anunciaba el letrero, como era de esperarse, en uno de los últimos estantes, escondido entre varios otros para que la serie de libros con contenido altamente "peligroso" estuviera protegido de ojos prejuiciosos. Todo era muy distinto en Roma, el sexo se consideraba buen porvenir y ofrenda a Venus, la diosa de la fertilidad, muchos ya habían tomado el régimen católico, pero la mayoría de las familias daban una educación altamente pagana. Irónicamente el libro que Luke buscaba con tanto afán, se llamaba "Venus im Pelz" en su versión alemana, pero con suerte lo encontraría como "La Venus de las pieles". El joven tomó el libro en sus manos, mirándolo con excesiva admiración. No todo los días lees sobre la belleza del sado-masoquismo a voluntad de parte de un hombre, enamorado del látigo y la infidelidad de una buena dama. Inocencia corrompida, así lo llamaría. Se sentó en la orilla de una de aquellas típicas mesas regadas por toda la Biblioteca, terminando por acostarse sobre esta, y abriendo el libro para comenzar una segura lectura provechosa.- "El dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa” -Recitó en voz alta, una de esas frases que amaba analizar, en su interior con una conciencia manchada por una cruel, y placentera vida. Mientras releía un capitulo en especifico, echo un vistazo a la puerta, que, con una idiotez desde fuera de este mundo, había dejado abierta con la llave pegada a la cerradura. La luz de la luna se asomaba desde la abertura que se había formado gracias a la brisa, y la falta de juicio que tenía el Joven Petersèn. Como era de esperarse apenas notó el cambio, siguiendo en su libro, y en su análisis clínico de cada conducta de, y entre.
Última edición por Luke C. Petersèn el Lun Dic 20, 2010 10:20 am, editado 1 vez
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Había una vez, entonces ocurrió, un salvador, fueron felices. Una simple línea que cada ser completa con sus fantasías, con sus más profundos deseos, porque al fin de cuentas lo que todo ser anhela es un final perfecto. Pero hay un problema, es difícil crear ideas y fácil crear palabras. Ilusos, la sociedad es su escenario en el drama de la vida. La gente, su moralidad, su ética… es una gran mentira. Se olvidan de sus normas morales a la primera de cambio. Solo son tan buenos como el mundo les permita ser. Cuando las cosas se tuercen, esos individuos civilizados se matarán entre ellos…Y Miranda disfruta observándolos. Siendo el mayor peligro al observar, sin hacer nada. Ellos usaban palabras y decidían creer sus mentiras. Miranda no era idealista ¿Por qué no, Miranda? Porque preferimos vivir en la ignorancia, somos ciegas que nos negamos a la luz de la Idea más pura ¿Ahora eres una filósofa? No. Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás. Somos ciegas al negarnos a ver. No me jodas a mí. Lo hago todo lo que quiero. Yo soy tú y si quiero torturarte, lo haré.
Filosofía es contemplar la verdad como la única respuesta posible ¿Y nuestra verdad? La desconocíamos por elección propia, nos era ajena, lejana y pedía a gritos que no la buscáramos. O quizá eso era lo que nosotras deseábamos escuchar. Así como Penélope, Miranda y yo nos encargábamos de tejer día a día mentiras para ocultarla, destejiéndolas de noche para crear nuevas. La curiosidad de las personas las llevaba a desear saber que ocurría dentro de ella. Como podía resolverse ese enigma. Después de todo, el hombre podía resistir a todo salvo a la tentación. Ella era un juguete del destino. Quería controlar lo que la rodeaba, pero temía hacerlo con Miranda. El futuro no importaba dado que su tiempo era paralelo al del resto del mundo. A ellos les importaba el futuro porque era el sitio donde iban a pasar el resto de sus vidas. A mi me importaba el presente porque era el momento de asesinar a Miranda y ser libre. Y odiaba mi pasado, porque construir sin cimientos era condenar una obra a la destrucción. Al fracaso. A fin de cuentas, yo era el mejor fracaso de Miranda.
Mis ojos se abren cuando la calidez desaparece de mi piel. El sol había dejado el paso a las nubes. No era aficionada al clima, no lo era a nada en especial. Lo único que me importaba de la vida terrenal era cuan efímera resultaba ser. Absolutamente todo, incluso Miranda. El vestido de gasa blanca no cubría más que unos centímetros por arriba de mi rodilla. Unos mocasines de cuero claro, gastados. El rubio de un cabello indómito brillaba, radiante por sí mismo, antagonista de una vida que había nacido apagada. Me pongo de pie observando mi compañero, una hoja con una sola palabra desvirgando ese papel amarillento, expectante del trazo que cambiaría su destino convirtiéndolo en una obra, o una desgracia.
Mis yemas lo doblan como cilindro de cigarrillo mientras mis pies comienzan a caminar hacia una avenida. La plaza podía ser un pulmón, pero por dentro me estaba ahogando. Casi corrí cuando me faltaba una cuadra para la biblioteca. No sabía que había en el papel, lo había violado estando dormida pero las respuestas inconcientes eran las que no nos atrevíamos a pensar siendo racionales ¿Acaso nosotras lo éramos? Cállate Miranda, no jodas ahora.
La puerta de madera estaba entornada, enmarcada por aquellas escaleras que ya habíamos recorrido. La abro sin dudar, sin miedo a romper el silencio espectral. Dulce silencio, para terminar por cerrarla detrás de mí. Ni detenerme a fijarme si alguien había. Para nosotras nadie existía. Caminamos por un corredor paralelo al principal, corriendo las sillas que cerraban a la mesa de roble. Me siento sobre el borde dejando las piernas desnudas colgando. Sin miedo las manos abren el papel para leer la tinta…Nada, absolutamente nada modifica mi rostro. Saco una pluma escribiendo una respuesta a mí misma del otro lado. Respondiéndole a Miranda…era nuestra manera de dialogar.
Para ti soy atea. Para Dios, la oposición.
Mis yemas se rozan creando una pequeña llama que comienza a carcomer el lienzo sostenido por la punta de mis dedos.
Filosofía es contemplar la verdad como la única respuesta posible ¿Y nuestra verdad? La desconocíamos por elección propia, nos era ajena, lejana y pedía a gritos que no la buscáramos. O quizá eso era lo que nosotras deseábamos escuchar. Así como Penélope, Miranda y yo nos encargábamos de tejer día a día mentiras para ocultarla, destejiéndolas de noche para crear nuevas. La curiosidad de las personas las llevaba a desear saber que ocurría dentro de ella. Como podía resolverse ese enigma. Después de todo, el hombre podía resistir a todo salvo a la tentación. Ella era un juguete del destino. Quería controlar lo que la rodeaba, pero temía hacerlo con Miranda. El futuro no importaba dado que su tiempo era paralelo al del resto del mundo. A ellos les importaba el futuro porque era el sitio donde iban a pasar el resto de sus vidas. A mi me importaba el presente porque era el momento de asesinar a Miranda y ser libre. Y odiaba mi pasado, porque construir sin cimientos era condenar una obra a la destrucción. Al fracaso. A fin de cuentas, yo era el mejor fracaso de Miranda.
Mis ojos se abren cuando la calidez desaparece de mi piel. El sol había dejado el paso a las nubes. No era aficionada al clima, no lo era a nada en especial. Lo único que me importaba de la vida terrenal era cuan efímera resultaba ser. Absolutamente todo, incluso Miranda. El vestido de gasa blanca no cubría más que unos centímetros por arriba de mi rodilla. Unos mocasines de cuero claro, gastados. El rubio de un cabello indómito brillaba, radiante por sí mismo, antagonista de una vida que había nacido apagada. Me pongo de pie observando mi compañero, una hoja con una sola palabra desvirgando ese papel amarillento, expectante del trazo que cambiaría su destino convirtiéndolo en una obra, o una desgracia.
Mis yemas lo doblan como cilindro de cigarrillo mientras mis pies comienzan a caminar hacia una avenida. La plaza podía ser un pulmón, pero por dentro me estaba ahogando. Casi corrí cuando me faltaba una cuadra para la biblioteca. No sabía que había en el papel, lo había violado estando dormida pero las respuestas inconcientes eran las que no nos atrevíamos a pensar siendo racionales ¿Acaso nosotras lo éramos? Cállate Miranda, no jodas ahora.
La puerta de madera estaba entornada, enmarcada por aquellas escaleras que ya habíamos recorrido. La abro sin dudar, sin miedo a romper el silencio espectral. Dulce silencio, para terminar por cerrarla detrás de mí. Ni detenerme a fijarme si alguien había. Para nosotras nadie existía. Caminamos por un corredor paralelo al principal, corriendo las sillas que cerraban a la mesa de roble. Me siento sobre el borde dejando las piernas desnudas colgando. Sin miedo las manos abren el papel para leer la tinta…Nada, absolutamente nada modifica mi rostro. Saco una pluma escribiendo una respuesta a mí misma del otro lado. Respondiéndole a Miranda…era nuestra manera de dialogar.
Para ti soy atea. Para Dios, la oposición.
Mis yemas se rozan creando una pequeña llama que comienza a carcomer el lienzo sostenido por la punta de mis dedos.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Cerró los ojos con lentitud, imaginándose por un momento que el sol brillaba sobre su cabeza, como en un prado en las lejanias de todo en un mismo mundo, en un punto en el horizonte volviéndose un rendija ancha y consisa entre el cielo de negrura total, brillando entre las nubes más claras en los bordes de un azul marino, y como una pintura viviente pronto se hacía más y más diverso, más... perfecto. Él deseaba ver el sol con sus propios ojos, pero era demasiado cobarde para morir en manos del deseo. Estaba enamorado, sí, estaba enamorado del dulce aroma que desprendía la muerte en un concepto virgen y desconocido, la muerte personal, y aún así no quería perecer bajo sus brazos, lo que constituye precisamente el elemento de la voluptuosidad, el amor puro, la naturaleza misma de entregarse a lo que ama y de amar lo que le place. Quería sentirse como Severin, amando a Wanda sin preocuparse por la fidelidad de un cuerpo o cuando la alegría del placer es dejada a un lado, libertad. Un católico nombraría a tal astucia o más bien, a tal impedimento "Matrimonio", un control diseñado para darle orden a cada individuo, una conciencia inculcada. Nada. Como el Sol para un mortal. Dentro de una mente siempre hay prejuicios, no puedes evitar hacerte un concepto de cada personaje que rige tú historia, aumentas la curiosidad rigiéndote de tus propios pensamientos. Bufó. Luke era un detective de la vida, tenía una sed insaciable sobre las curiosidades que gobernaban el mundo terrenal, vivir para siempre tenía sus ventajas, pero su curiosidad provenía de preguntas nunca contestadas. ¿Elegimos quienes somos? No. Somos lo que nos hacen. Y una vez más se negó a recordar. Abrió los ojos, rodeándose de la tranquila soledad de la Biblioteca- Mierda... -Quince minutos al demonio, se había quedado dormido, ¿Eran 15 minutos? No lo supo realmente, puesto que... Estaba dormido. Busco el libro, pero no lo encontraba. Asomo la cabeza por debajo de la mesa, encontrando el discreto libro abierto en la página apartada por el cordón de color rojo. Había quedado en una posición casi planificada, quieto, vacío, sin vida, abierto en dos partes, dividido por un cordón, era rojo, un color que representaba más de lo que él desearía. Recordó así a Velazquez, usando esa peculiar escala de iluminación tenebrista, una creatividad inmensamente tétrica, excepto por una figura, relacionada con el sexo, La Venus del Espejo. Se trataba de una mujer tumbada sobre la cama, desnuda, frente al espejo, con un serafín sosteniéndolo con un goce visto solo en un mortal, aunque los rostros eran inertes, él era dichoso porque Luke también lo era. -Santo cristo- Rechino la puerta, haciéndolo girar el cuello para ver hacía esa dirección. Infantilmente seguía colgando de cabeza por el borde de la mesa -Que inoportuno- Pero la mujer no se inmuto, parecía un cuerpo sin alma, caminando solo porque así debía hacerlo. Tal vez era una sonámbula que se había escapado de la cama. Hubiera quedado más poético si hubiera estado desnuda y llevase un espejo consigo. La vida es cruel.
Se bajo de la mesa, observándola, aún sumido en su mutismo. El rostro de la rubia se alzo bajo la luz del fuego entre las manos de color crema, entonces supo de quién se trataba.- Bruja, ¿Que haces tú aquí? -Pregunto en tono déspota, casi señalándola, pero la sonrisa en sus labios hacía ver el gesto como una orden, una orden... ¿Altruista? Nunca se había maravillado con la belleza humana de una manera tan intensa como la de esa mujer, no era la primera vez que la veía, y había deseado que no hubiera última vez -Dios siempre ha sido bueno- Y no, no era una belleza física la que buscaba Luke con sus ojos, deseaba traspasarla, dejándola literalmente desnuda, llevando consigo un espejo. Se poso frente a ella, examinando cada reacción por separado, haciendo una lista de todo, de absolutamente todo. -Miranda- así se llamaba, no lo supo de los labios de la bruja, se lo arranco de un susurro en un pensamiento. Lo tenía rondando en la mente, pero en otro acto curioso, se había olvidado de ella. Se colocó frente a ella, cruzado de brazos con la mente distraída, volviendo en sí solo porque apestaba a quemado. Era más curioso aún, cada vez que la veía pensaba en un amo tirando de una cadena, un dueño ¿Porque sería? Un filósofo preguntándose otras mil mariqueras. Pero así era la filosofía, literalmente en su traducción, "amor por la sabiduría".
Se bajo de la mesa, observándola, aún sumido en su mutismo. El rostro de la rubia se alzo bajo la luz del fuego entre las manos de color crema, entonces supo de quién se trataba.- Bruja, ¿Que haces tú aquí? -Pregunto en tono déspota, casi señalándola, pero la sonrisa en sus labios hacía ver el gesto como una orden, una orden... ¿Altruista? Nunca se había maravillado con la belleza humana de una manera tan intensa como la de esa mujer, no era la primera vez que la veía, y había deseado que no hubiera última vez -Dios siempre ha sido bueno- Y no, no era una belleza física la que buscaba Luke con sus ojos, deseaba traspasarla, dejándola literalmente desnuda, llevando consigo un espejo. Se poso frente a ella, examinando cada reacción por separado, haciendo una lista de todo, de absolutamente todo. -Miranda- así se llamaba, no lo supo de los labios de la bruja, se lo arranco de un susurro en un pensamiento. Lo tenía rondando en la mente, pero en otro acto curioso, se había olvidado de ella. Se colocó frente a ella, cruzado de brazos con la mente distraída, volviendo en sí solo porque apestaba a quemado. Era más curioso aún, cada vez que la veía pensaba en un amo tirando de una cadena, un dueño ¿Porque sería? Un filósofo preguntándose otras mil mariqueras. Pero así era la filosofía, literalmente en su traducción, "amor por la sabiduría".
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Había una sola cosa, una sola pregunta que podía ser tan perturbadora que haría que el mundo que Miranda había tejido colapsara. Finas hebras entretejidas cuidadosamente por dos narradoras y una tercera desconocida habían formado un cuento desde 3 puntos de vista diferentes, con una voz narrativa que disputaba su puesto de primera persona entre Miranda y Miranda, o quizá, Miranda era omnipresente. Pero lo cierto, el hecho en cuestión era que ninguna podía responder una simple pregunta, el problema central de un cuento que nunca podría terminar de leerse. La tinta que había manchado la textura virgen del papel había provocado una mancha, un agujero negro que impedía escribir a una u otra Miranda, y mucho menos convivir.
El problema radicaba en que ella era una novela donde el final no podía jactarse, era imposible escribir sobre algo que no existía, sobre algo cuyos cimientos estaban tan resquebrajadas, tan sumidos en ceniza que ninguna mentira alcanzaría a menos que….que ella misma terminara creyendo su propia mentira. Pero yo no era Miranda, y ella no era yo. Entonces ¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad…Nada, ya te dije que en ti veo todo lo que no quiero ser, pero soy. Lo eres porque lo deseas, quieres ser como yo, me adoras. MENTIRA. Claro que no, mátame. Anda Miranda, asesíname.
Era un círculo vicioso, reacio a desenvolverse. Pero de esa manera era la única forma de esquivar el desenlace. ¿Pero queríamos eso? Cambiará el universo pero yo no. No nosotras. Nuestra mente es porosa para el olvido; yo misma estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Miranda. Una Miranda que nunca llegué a conocer y que ahora solo me atormentaba su recuerdo.
Algo ardía, algo dolía cortante contra mi piel, eran mis uñas clavadas contra mi palma, la presión de mi quijada haciendo más visible aquellos rasgos de un rostro tallado a partir de una muñeca que insistía en romper. Una voz hace que la línea de Miranda pasara de momento a segundo plano para ver frente a nosotras a un vampiro que ya conocíamos. ¿Conocer? Solo de vista, observar, mirábamos a la gente pasar, eso no implicaba que queramos saber de ellas.
-¿Para qué mierda preguntas algo que sabes que no contestaremos?
Mi tono había sido calmo, mirándolo con unos ojos ausentes. Miranda caminaba dentro de mi mente fijándose que no haya debilidad a la vista. Indefectiblemente nada. Ese vampiro me recordaba a los poetas. Me divertía con lo satírico del lenguaje de los malos poetas, que resulta exagerado, pomposo, y de la torpeza explícita de sus personajes y sus sentimientos. Pero ¿Qué mierda haces pensando en eso Miranda? Es un ente, uno de miles. Deja de ser idiota pensando eso. Perdemos el tiempo.
-Cállate.
Murmuro, inaudible y sin sonido, tan solo la forma de mis labios de adapta a la palabra. Algo pesaba en el aire, el tenerlo tan de frente nos estaba asfixiando, por lo que con el impulso de nuestras manos nos logramos parar sobre la mesa, caminando unos pasos de manera indiferente, ignorándolo allí.
-Busco el humor de lo absurdo.
Mis manos, marcadas por ataques de ira, de odio, pero a la vez perfectas se hacen con un cigarrillo guardado tras mi pequeña oreja redonda, paseándolo entre mis dedos. Miranda era absurda. Era una obsesión, una enemiga, un amor. Lo era todo y nada. Eso era absurdo ¿Y qué era absurdo de él? ¿Otra vez? Luke es mierda como tú, deja de pensar en él. Cállate, púdrete. Asesíname...La idea de la incapacidad del ser humano de enfrentarse a la eternidad era absurda. Para los muertos era una ironía, y para nosotras también. Ellos estaba condenados, y nosotras no estábamos atadas a nada, salvo a un recuerdo que no fue.
Mis zapatos viejos e inestables mantienen firmes mis piernas desnudas hasta por encima de las rodillas sobre aquella vieja mesa de roble, impuesta en aquella solitaria biblioteca, almacén de culto y sabiduría, el único ejército contra la ignorancia y tal vez, el mismo Dios.
El problema radicaba en que ella era una novela donde el final no podía jactarse, era imposible escribir sobre algo que no existía, sobre algo cuyos cimientos estaban tan resquebrajadas, tan sumidos en ceniza que ninguna mentira alcanzaría a menos que….que ella misma terminara creyendo su propia mentira. Pero yo no era Miranda, y ella no era yo. Entonces ¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad…Nada, ya te dije que en ti veo todo lo que no quiero ser, pero soy. Lo eres porque lo deseas, quieres ser como yo, me adoras. MENTIRA. Claro que no, mátame. Anda Miranda, asesíname.
Era un círculo vicioso, reacio a desenvolverse. Pero de esa manera era la única forma de esquivar el desenlace. ¿Pero queríamos eso? Cambiará el universo pero yo no. No nosotras. Nuestra mente es porosa para el olvido; yo misma estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Miranda. Una Miranda que nunca llegué a conocer y que ahora solo me atormentaba su recuerdo.
Algo ardía, algo dolía cortante contra mi piel, eran mis uñas clavadas contra mi palma, la presión de mi quijada haciendo más visible aquellos rasgos de un rostro tallado a partir de una muñeca que insistía en romper. Una voz hace que la línea de Miranda pasara de momento a segundo plano para ver frente a nosotras a un vampiro que ya conocíamos. ¿Conocer? Solo de vista, observar, mirábamos a la gente pasar, eso no implicaba que queramos saber de ellas.
-¿Para qué mierda preguntas algo que sabes que no contestaremos?
Mi tono había sido calmo, mirándolo con unos ojos ausentes. Miranda caminaba dentro de mi mente fijándose que no haya debilidad a la vista. Indefectiblemente nada. Ese vampiro me recordaba a los poetas. Me divertía con lo satírico del lenguaje de los malos poetas, que resulta exagerado, pomposo, y de la torpeza explícita de sus personajes y sus sentimientos. Pero ¿Qué mierda haces pensando en eso Miranda? Es un ente, uno de miles. Deja de ser idiota pensando eso. Perdemos el tiempo.
-Cállate.
Murmuro, inaudible y sin sonido, tan solo la forma de mis labios de adapta a la palabra. Algo pesaba en el aire, el tenerlo tan de frente nos estaba asfixiando, por lo que con el impulso de nuestras manos nos logramos parar sobre la mesa, caminando unos pasos de manera indiferente, ignorándolo allí.
-Busco el humor de lo absurdo.
Mis manos, marcadas por ataques de ira, de odio, pero a la vez perfectas se hacen con un cigarrillo guardado tras mi pequeña oreja redonda, paseándolo entre mis dedos. Miranda era absurda. Era una obsesión, una enemiga, un amor. Lo era todo y nada. Eso era absurdo ¿Y qué era absurdo de él? ¿Otra vez? Luke es mierda como tú, deja de pensar en él. Cállate, púdrete. Asesíname...La idea de la incapacidad del ser humano de enfrentarse a la eternidad era absurda. Para los muertos era una ironía, y para nosotras también. Ellos estaba condenados, y nosotras no estábamos atadas a nada, salvo a un recuerdo que no fue.
Mis zapatos viejos e inestables mantienen firmes mis piernas desnudas hasta por encima de las rodillas sobre aquella vieja mesa de roble, impuesta en aquella solitaria biblioteca, almacén de culto y sabiduría, el único ejército contra la ignorancia y tal vez, el mismo Dios.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
La brisa se encargo de llevar hasta él, el cautivador aroma que expedía la piel de Miranda, un afrodisíaco en su más pagano concepto, porque así debía ser, y en aquel universo paralelo dentro de la mente distraída del joven Petersèn, la mano de Dios era sabía, ante todo y para todo. Ella con su gracia, una digna de un inmortal, se levanto sobre la mesa, formando sombras en el suelo con esa apariencia de un esbelto cuerpo, marfilado, una fantasía en movimiento sacada de una poesía sin sonido, sin vida, teniendo el volumen y el contorno de una pintura, plasmada sobre un lienzo en blanco. Le había dado la espalda. Simplemente causándole una inmensa curiosidad sobre un cuerpo, y no una mente, si no habían pensamientos, entonces debía ser perfecto. Contemplo con tranquilidad la figura de la mujer, sintiendo el deseo de penetrarla, lentamente, con sus ojos de matiz celeste. Pero la voz de la mujer cortó la delicia de poder observarla entre aquel silencio sepulcral, dejándolo sonreír ampliamente, como si le hubiera hecho un cumplido- Pregunté porque así me place –Ella parecía huir de él. Estúpida. Tener éxito ante tal osadía sería imposible por más trucos o brujería que la mente de la bruja consiguiera obtener. Se sintió ofendido ante tal pensamiento, pero juzgar por ese simple movimiento no era justo de su parte, y tampoco una característica que él quisiera adoptar. Luke se vio derrepente arriba de la mesa, acompañando a Miranda desde atrás como si la asechara sin que ella notara su mera presencia, podría ser, era inaudible, discreto, mostrando la perfección de un cuerpo entrenado durante décadas. Alzo su mano, alcanzando a la mujer que se encontraba de espaldas, delineando cada vértebra por separado.- Incompleta –Susurró, pensando en voz alta lo que su mente analizaba automáticamente. No quería incursionar dentro de la mente de Miranda, pero tocarla dirigía cada sonido, cada respiración, cada signo de vida en ella, hasta los sentidos e instintos más profundos de Luke. La sangre corría por todo el cuerpo de la mujer, tan calmado como el humor de ella lo permitiera, pasivo en un minuto, y rápido al otro instante. Su mano cayo, alejando el contacto momentáneamente- Te buscas a ti misma, porque tú, tú eres absurda. –Dijo con sencillez, pasándola con rapidez para quedar frente a frente. Curvo sus labios en una sonrisa torcida. Tan hermosa como aquella piel de borrego la dejara aparentar, tragándose al asesino, al más fiero animal, exigiendo carne, y sangre para alimentar ese insaciable apetito, un lobo con ojos efusivos. Fue gracioso mirarla desde esa perspectiva, dentro de la cadena alimenticia cada raza tiene su cazador, haciéndose ver en su espejo imaginario, como el perfecto actor para ese papel. Se acerco a ella, muy cerca, lo suficiente para que la fragancia de Miranda fuese fuerte y permanente, no la tocó, ni siquiera la miraba, puesto que sus ojos se mantenían cerrados, inhalando cada gota dispersa en el ambiente. No era muy complicado adivinar lo que imaginaba en ese momento el Duque Petersèn, era extraño en su propio y simple contexto, en un hombre un hecho particular y totalmente raro, pero no en un vampiro. Su garganta se hizo parte de la propia imagen que venía hasta él, dándose a conocer como una obra de teatro, su deseo por interferir en la vida de Miranda, de una u otra forma debía de llegar a formar parte de la realidad, porque sentir ese poder de controlar la vida y la muerte lo hacía sentir tan excitado como cualquier otro vano pensamiento de un hombre común y corriente.- ¿Qué edad tienes? –Abrió los ojos de un momento a otro, volviendo al mundo real fuera de sus pensamientos. No se había puesto a pensar entre que edades podría encajar Miranda, esa bruja, tampoco podría hacerlo, pensar en ella con una fecha de nacimiento, también lo hacía pensar en una fecha de muerte. Deseaba probarla, y aún así no se permitió pensar en darle fin –Inútil- Se descubrió pensando en ella como una persona totalmente diferente, a solas, teniendo el sol sobre ella –Inútil- Le dio envidia, entrecerrando los ojos para verla con asco. Ella podía salir a la calle, disfrutando del día, de su vejez y de su muerte. Maldita –Inútil-
Seguía tan cerca que se embriagaba cada vez que sus pulmones, por inercia, tomaban una bocanada de aire, satisfaciendo la costumbre. Se cruzo de brazos, bajando la mirada hasta la madera de la mesa, y la mesa….- ¿Qué… Qué pasa? –Dijo entrecortadamente por la sensación de inestabilidad. El lugar, el espacio se movía de una manera diferente. Los libros se fueron cayendo, todos y cada uno, las estanterías bailaban sin tener un ritmo, ni un compás. El vidrio de los ventanales retumbaba en sus oídos, llevándolo a tapárselos con ambas manos. Las vibraciones, el sonido rebotando en cada pared, devolviéndose con una acústica perfectamente dolorosa. Se dio cuenta que en tantos años de una vida eterna, este era un hecho singular y conocido. Estaba temblando. ¡Cristo! Sintió que sus oídos sangrarían si no paraba. 40 segundos de tortura, pero término. Si termino. La lluvia se oyó caer con agresividad sobre el asfalto de la calle, mientras que recuperaba la conciencia de donde estaba, y como estaba. La mesa había colapsado, dejándolo caer sobre el suelo, ahora estaba en posición fetal con las manos cubriéndolo y apretando con fuerza. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes? Un temblor ¿Eso era? Si –Dios- En este cuerpo no lo había sentido de igual forma que como en un pasado, sintió que se estaba abriendo con la tierra, y a pesar de estar muerto, se había sentido vivo y extasiado. Como en un trance, viendo todo en formas dobles, por la falta de concentración, por la falta de energía- ¿Miranda? –Pronuncio el nombre como si no supiera de quién se trataba, recordando que no estaba solo. Mierda ¿Dónde estaba? Parpadeo varias veces tratando de ver lo que tenía al frente, a los lados, pero el lugar se había transformado, todo patas arriba. Las miles de hojas, y libros regados alrededor de él, las bibliotecas en pie sosteniendo a las otras que estaban a punto de caerse, y los vidrios de las ventanas terminando por resquebrajarse.- ¿Dónde estas?
[xD Fue tan raro escribir algo así, nunca había hecho una descripción del ambiente como esa, me sentí torpe, viste, esa era la idea que no sabía como redactar. Perdoname si salió machucado XDD]
Seguía tan cerca que se embriagaba cada vez que sus pulmones, por inercia, tomaban una bocanada de aire, satisfaciendo la costumbre. Se cruzo de brazos, bajando la mirada hasta la madera de la mesa, y la mesa….- ¿Qué… Qué pasa? –Dijo entrecortadamente por la sensación de inestabilidad. El lugar, el espacio se movía de una manera diferente. Los libros se fueron cayendo, todos y cada uno, las estanterías bailaban sin tener un ritmo, ni un compás. El vidrio de los ventanales retumbaba en sus oídos, llevándolo a tapárselos con ambas manos. Las vibraciones, el sonido rebotando en cada pared, devolviéndose con una acústica perfectamente dolorosa. Se dio cuenta que en tantos años de una vida eterna, este era un hecho singular y conocido. Estaba temblando. ¡Cristo! Sintió que sus oídos sangrarían si no paraba. 40 segundos de tortura, pero término. Si termino. La lluvia se oyó caer con agresividad sobre el asfalto de la calle, mientras que recuperaba la conciencia de donde estaba, y como estaba. La mesa había colapsado, dejándolo caer sobre el suelo, ahora estaba en posición fetal con las manos cubriéndolo y apretando con fuerza. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes? Un temblor ¿Eso era? Si –Dios- En este cuerpo no lo había sentido de igual forma que como en un pasado, sintió que se estaba abriendo con la tierra, y a pesar de estar muerto, se había sentido vivo y extasiado. Como en un trance, viendo todo en formas dobles, por la falta de concentración, por la falta de energía- ¿Miranda? –Pronuncio el nombre como si no supiera de quién se trataba, recordando que no estaba solo. Mierda ¿Dónde estaba? Parpadeo varias veces tratando de ver lo que tenía al frente, a los lados, pero el lugar se había transformado, todo patas arriba. Las miles de hojas, y libros regados alrededor de él, las bibliotecas en pie sosteniendo a las otras que estaban a punto de caerse, y los vidrios de las ventanas terminando por resquebrajarse.- ¿Dónde estas?
[xD Fue tan raro escribir algo así, nunca había hecho una descripción del ambiente como esa, me sentí torpe, viste, esa era la idea que no sabía como redactar. Perdoname si salió machucado XDD]
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Miranda, Miranda se escribía utilizando una M, una i, una sola r ¿Su vida se reflejaba en la soledad de un conjunto amontonado de letras, que al igual que ella, estaban destinadas a ser únicas, más allá de conformar un nombre, una entidad? No, a toda regla hay una excepción. Dicha excepción estaba a cargo de la “A”. Esa "A" que por coincidencia o no era la letra que encabezaba una palabra que había salido de los inmortales labios del joven vampiro. Absurda.
Absurdo era vivir deseando morir. Absurdo era estar muerto sin poder morir, absurdo era no saber que Miranda era al despertar ¿Y por qué el mundo situaba a lo absurdo entre una de las características más fascinantes? Porque aquel absurdo era la salida de escape a la aburrida rutina. Nosotras no queríamos su atención, pero sin embargo cada aspecto, cada sutileza de nuestra miserable vida era un fruto tentador para la humanidad. Egoístas, quizá algo crédulas pero realistas en eso. Miranda ¿Terminarás de analizar una obviedad? No es que me importe el tiempo pero tu eres mi mayor pérdida de el. ¿Siempre tan ofensiva? ¿Acaso tienes sentimientos que nunca pasas inadvertida? ¿Sentimientos? ¿Qué es eso? No cariño, el sarcasmo es un arma no una demostración de persona herida. ¿Segura? Porque realmente mientes muy mal ¿Yo mentir mal? No querida, eres tú la crédula, deja de hacerme perder el tiempo. Es una orden.
Estúpida.
Mis dientes crujen cuando mi mandíbula se tensa, Miranda sacaba lo peor de mí, de nosotras. Ella sabía, conocía perfectamente cada letra que no engrampaba con la otra. Romper el muro era tan simple como acepar que nuestra locura no era nuestra enfermedad sino nuestro destino. Mis ojos ausentes ahora que Miranda se había resguardado en mi mente, altanera y egoísta. La única gema que observaba por las noches, su tesoro, era ella misma. Soy yo misma. Entonces recuerdo que no estoy sola ¿Sola? Siempre estamos solas idiota.
Incompleta.
¿Cómo podía algo que no existía, que no era ser incompleto? Sin un bosquejo que seguir, una figura jamás podría realizarse. Ser incompleta era un lujo que no podíamos darnos, mucho menos ser completas. Era absurdo intentar vernos como una entidad porque éramos dos, pero solo dos sombras cubriendo a una tercera ¿Y ella si podría llegar a ser incompleta? Terror a lo desconocido, jamás nos lo habíamos planteado porque pensarlo era dar por sentado que existía, y no podíamos… ¿arriesgarnos? Terminas siendo una cobarde Miranda ¿Y tu no?
Un dolor agudo, fino en mis palmas. Mis uñas estaban agarradas cual garras, cerrando el puño conteniendo mis ansias por descargarme de Miranda. Aquel fino papel blanco, aquella piel nívea que se encargaba de cubrir un cuerpo indómito, más salvaje que un vampiro naciente, estaba siendo marcada por medialunas que se correspondían mis uñas. Mis ojos confusos se alzan clavados en la figura de ¿Luke? Si, así era.
-Somos absurdas ¿Pero cómo buscas algo que es invisible? ¿Acaso me dirás que con el corazón? Estúpido iluso. No quieras comprendernos.
Algo rasposo, algo discontinuo y sin lógica ¿Eran nuestra risa, escapando por entre aquellas formas blancas, afiladas, nuestros dientes? Podría ser.
"¿Qué respuesta fue esa?
-No se Miranda ¿Es que no es tu frase? Todos quieren a lo absurdo, mosquitos fascinados.
¿Y sigues comportándote así?
-Te lo dije, no nacimos para ser comprendidas sino amadas.
¿Amadas?
-Desde la fascinación. Todo es absurdo idiota, lo sé."
Entonces todo comenzó a temblar. Miranda parecía enfurecida, viniendo a por mí a través de las paredes. Quería acabarme, quería destruirme para ser ella sola quien gobernara este cuerpo. Pero entonces la visión comienza a nublarse, mis frágiles piernas dejan de tener la fuerza y sobrietud de mantener el cuerpo en vertical. Todo comienza a desmoronarse como si el mundo volviera al punto cero. Y solo quedara yo con Miranda. Pronto dejo de sentir que respirar era un placer para esforzarme por ello ¿Qué está pasando, qué nos hiciste?
No podía responderle, solo veía negro. Ruidos que me eran ajenos, una voz conocida susurrando nuestro nombre ¿Y nosotras reíamos? Ante lo absurdo de la situación. Pero no podíamos, algo en el vientre, enclavado no nos dejaba. Para que luchar contra lo irrefutable, para que…No seas estúpida, te ordeno que grites. Entonces grité. ¿Eres mi marioneta? Te ordeno que llores…no. No lo haré.
La voz de Luke volvía a ahogar a la de Miranda, dejándola de lado al imponerse la del vampiro. No sabía donde estaba. No comprendía si era mi ilusión, si era mi mundo, si era Miranda quien me estaba destruyendo, pero el dolor físico me ató a la realidad. Confusa, perdida entre ambos mundos sin poder realmente encajar en nada.
-¿Dónde estoy?
Finalmente hablo. O el pánico habla por nosotras.
Off: Perdón por toda la demora, meses realmente complicados que me alejaron del foro T_T
Absurdo era vivir deseando morir. Absurdo era estar muerto sin poder morir, absurdo era no saber que Miranda era al despertar ¿Y por qué el mundo situaba a lo absurdo entre una de las características más fascinantes? Porque aquel absurdo era la salida de escape a la aburrida rutina. Nosotras no queríamos su atención, pero sin embargo cada aspecto, cada sutileza de nuestra miserable vida era un fruto tentador para la humanidad. Egoístas, quizá algo crédulas pero realistas en eso. Miranda ¿Terminarás de analizar una obviedad? No es que me importe el tiempo pero tu eres mi mayor pérdida de el. ¿Siempre tan ofensiva? ¿Acaso tienes sentimientos que nunca pasas inadvertida? ¿Sentimientos? ¿Qué es eso? No cariño, el sarcasmo es un arma no una demostración de persona herida. ¿Segura? Porque realmente mientes muy mal ¿Yo mentir mal? No querida, eres tú la crédula, deja de hacerme perder el tiempo. Es una orden.
Estúpida.
Mis dientes crujen cuando mi mandíbula se tensa, Miranda sacaba lo peor de mí, de nosotras. Ella sabía, conocía perfectamente cada letra que no engrampaba con la otra. Romper el muro era tan simple como acepar que nuestra locura no era nuestra enfermedad sino nuestro destino. Mis ojos ausentes ahora que Miranda se había resguardado en mi mente, altanera y egoísta. La única gema que observaba por las noches, su tesoro, era ella misma. Soy yo misma. Entonces recuerdo que no estoy sola ¿Sola? Siempre estamos solas idiota.
Incompleta.
¿Cómo podía algo que no existía, que no era ser incompleto? Sin un bosquejo que seguir, una figura jamás podría realizarse. Ser incompleta era un lujo que no podíamos darnos, mucho menos ser completas. Era absurdo intentar vernos como una entidad porque éramos dos, pero solo dos sombras cubriendo a una tercera ¿Y ella si podría llegar a ser incompleta? Terror a lo desconocido, jamás nos lo habíamos planteado porque pensarlo era dar por sentado que existía, y no podíamos… ¿arriesgarnos? Terminas siendo una cobarde Miranda ¿Y tu no?
Un dolor agudo, fino en mis palmas. Mis uñas estaban agarradas cual garras, cerrando el puño conteniendo mis ansias por descargarme de Miranda. Aquel fino papel blanco, aquella piel nívea que se encargaba de cubrir un cuerpo indómito, más salvaje que un vampiro naciente, estaba siendo marcada por medialunas que se correspondían mis uñas. Mis ojos confusos se alzan clavados en la figura de ¿Luke? Si, así era.
-Somos absurdas ¿Pero cómo buscas algo que es invisible? ¿Acaso me dirás que con el corazón? Estúpido iluso. No quieras comprendernos.
Algo rasposo, algo discontinuo y sin lógica ¿Eran nuestra risa, escapando por entre aquellas formas blancas, afiladas, nuestros dientes? Podría ser.
"¿Qué respuesta fue esa?
-No se Miranda ¿Es que no es tu frase? Todos quieren a lo absurdo, mosquitos fascinados.
¿Y sigues comportándote así?
-Te lo dije, no nacimos para ser comprendidas sino amadas.
¿Amadas?
-Desde la fascinación. Todo es absurdo idiota, lo sé."
Entonces todo comenzó a temblar. Miranda parecía enfurecida, viniendo a por mí a través de las paredes. Quería acabarme, quería destruirme para ser ella sola quien gobernara este cuerpo. Pero entonces la visión comienza a nublarse, mis frágiles piernas dejan de tener la fuerza y sobrietud de mantener el cuerpo en vertical. Todo comienza a desmoronarse como si el mundo volviera al punto cero. Y solo quedara yo con Miranda. Pronto dejo de sentir que respirar era un placer para esforzarme por ello ¿Qué está pasando, qué nos hiciste?
No podía responderle, solo veía negro. Ruidos que me eran ajenos, una voz conocida susurrando nuestro nombre ¿Y nosotras reíamos? Ante lo absurdo de la situación. Pero no podíamos, algo en el vientre, enclavado no nos dejaba. Para que luchar contra lo irrefutable, para que…No seas estúpida, te ordeno que grites. Entonces grité. ¿Eres mi marioneta? Te ordeno que llores…no. No lo haré.
La voz de Luke volvía a ahogar a la de Miranda, dejándola de lado al imponerse la del vampiro. No sabía donde estaba. No comprendía si era mi ilusión, si era mi mundo, si era Miranda quien me estaba destruyendo, pero el dolor físico me ató a la realidad. Confusa, perdida entre ambos mundos sin poder realmente encajar en nada.
-¿Dónde estoy?
Finalmente hablo. O el pánico habla por nosotras.
Off: Perdón por toda la demora, meses realmente complicados que me alejaron del foro T_T
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Alguna vez has deseado ser menos ingenuo…
El cielo calló sobre la mujer y el hombre. Una metáfora. Iba a morir siendo tragado por la tierra, otra vez convertido en difunto, já y él que pensaba que iba a morir por intimo y sodomita deseo. Mátala decía deseándolo. ¿Dónde estaba? Se levantó con suma tranquilidad, como un humano corriente aturdido pero indiferente. Reviso su cuerpo, dándose cuenta de la sangre bordeando alrededor de él. Pánico no. Cólera. Su pierna izquierda sangraba, pintando el suelo con un doloroso color rojo, era rojo más oscuro y más claro, menos oscuro y menos claro, diferente a la que cualquier humano pudiera llegar a poseer. Era dolor rojizo. Empezó a jadear sin percatarse de ello, maldiciendo, desesperado sin saber porque ¿A que le temería un inmortal?- ¿Miranda? –La llamó esporádicamente sintiendo una punzada cuando el hueso, oportunamente, volvió a su lugar. Se sintió débil, como un conejo enjaulado, cazado y muy listo para ser servido a la hora de la cena. Una cena que sabía a miseria. Oía los múltiples cristales crujiendo bajo sus pies, oía la pacifica lluvia arrullar la noche. Odiaba todo eso. ¿Dónde estaba ella? ¿Caminaba? Más o menos. Se sostuvo de la mesa más cercana, seguía allí, solo que él había caído al suelo. Atrás. Adelante. ¿Dónde estas? Una risa lleno la estancia, volteo girando su cuerpo hacía la dirección contraria. Miranda estaba sobre el suelo, rota, una muñeca rota, no, una humana, lo supo cuando su garganta se hizo tan ajustada que tuvo que empezar a respirar manualmente consiguiendo un poco de oxígeno. Solo un poco. Todo su cuerpo tenía hambre. Su alma tenía hambre. Excitado por la sensación sus mejillas se encendieron, fundido en la idea de ir a saciar su apetito. A la debilidad. Sus colmillos se alargaban, efecto tal vez de la propia ansiedad. Iluminaron sus ojos, ilustrando juventud. Quieto. Quería cazarla, divirtiendo su propia fiesta interior. El amor hace a una bestia hombre, y a un hombre una bestia. Ensordecido por tantos gritos fue hasta ella para callarle.- Calla… te. –Ella inteligente mujer lo atrajo con un perfume natural, ligado con aceites propios de una flor silvestre, ella exhausta con la piel húmeda por la lucha, firmemente preciosa y diferente. Una probadita… una, o dos, o tres.
Se sentó a su lado, recorriendo con las yemas de sus dedos, desde el vientre, arriba y un poco más, hasta terminar sobre los pechos de Miranda. Estaba muriendo, ella moría mientras el disfrutaba de la vista. Si.
Sonrió para si, deteniendo la mirada sobre la herida, colocando sus dedos sobre esta. Era tan hermosa como ella.- ¿Vas a morir? –Se pregunto en voz alta. No quiso verla morir. Una cura, quería una cura. Pensó en la sangre oscura que vivía dentro de sus venas. Esa bruja como vampira, una alumna, otra más. Una hija de Luke Petersèn. Suspiró, sacando el objeto que la apuñalaba justo en el vientre. Su mano se vio llena de la sangre de Miranda, se sintió un artista y pinto los labios de la bruja de rojo carmesí. Hermosa para la muerte.
Lamió los labios de la humana, con la esperanza de apaciguar su hambre. Falló. Sentía ansias por la duda que lo gobernaba. En un plano abstracto él quería que ella viviera para averiguar que pensaba, quién era Miranda. Y si le quitara el don de poder vislumbrar el astro rey, y si le diera fuerza y vitalidad ilimitada, y si ella fuera una inmortal ¿Una compañera? Sería suya, y podría hacer lo que su mente le pidiera.- ¿Quieres morir? –Le pregunto agachándose lentamente para dejar su rostro sobre el de ella. ¿Que quería ella? ¿Importaba? De igual forma, iba a terminar consumiéndola… Y la besó sobre los labios, sobornando a su apetito para ayudar a la moribunda. Él era un ingenuo, y deseaba que ella también lo fuera.
El cielo calló sobre la mujer y el hombre. Una metáfora. Iba a morir siendo tragado por la tierra, otra vez convertido en difunto, já y él que pensaba que iba a morir por intimo y sodomita deseo. Mátala decía deseándolo. ¿Dónde estaba? Se levantó con suma tranquilidad, como un humano corriente aturdido pero indiferente. Reviso su cuerpo, dándose cuenta de la sangre bordeando alrededor de él. Pánico no. Cólera. Su pierna izquierda sangraba, pintando el suelo con un doloroso color rojo, era rojo más oscuro y más claro, menos oscuro y menos claro, diferente a la que cualquier humano pudiera llegar a poseer. Era dolor rojizo. Empezó a jadear sin percatarse de ello, maldiciendo, desesperado sin saber porque ¿A que le temería un inmortal?- ¿Miranda? –La llamó esporádicamente sintiendo una punzada cuando el hueso, oportunamente, volvió a su lugar. Se sintió débil, como un conejo enjaulado, cazado y muy listo para ser servido a la hora de la cena. Una cena que sabía a miseria. Oía los múltiples cristales crujiendo bajo sus pies, oía la pacifica lluvia arrullar la noche. Odiaba todo eso. ¿Dónde estaba ella? ¿Caminaba? Más o menos. Se sostuvo de la mesa más cercana, seguía allí, solo que él había caído al suelo. Atrás. Adelante. ¿Dónde estas? Una risa lleno la estancia, volteo girando su cuerpo hacía la dirección contraria. Miranda estaba sobre el suelo, rota, una muñeca rota, no, una humana, lo supo cuando su garganta se hizo tan ajustada que tuvo que empezar a respirar manualmente consiguiendo un poco de oxígeno. Solo un poco. Todo su cuerpo tenía hambre. Su alma tenía hambre. Excitado por la sensación sus mejillas se encendieron, fundido en la idea de ir a saciar su apetito. A la debilidad. Sus colmillos se alargaban, efecto tal vez de la propia ansiedad. Iluminaron sus ojos, ilustrando juventud. Quieto. Quería cazarla, divirtiendo su propia fiesta interior. El amor hace a una bestia hombre, y a un hombre una bestia. Ensordecido por tantos gritos fue hasta ella para callarle.- Calla… te. –Ella inteligente mujer lo atrajo con un perfume natural, ligado con aceites propios de una flor silvestre, ella exhausta con la piel húmeda por la lucha, firmemente preciosa y diferente. Una probadita… una, o dos, o tres.
Se sentó a su lado, recorriendo con las yemas de sus dedos, desde el vientre, arriba y un poco más, hasta terminar sobre los pechos de Miranda. Estaba muriendo, ella moría mientras el disfrutaba de la vista. Si.
Sonrió para si, deteniendo la mirada sobre la herida, colocando sus dedos sobre esta. Era tan hermosa como ella.- ¿Vas a morir? –Se pregunto en voz alta. No quiso verla morir. Una cura, quería una cura. Pensó en la sangre oscura que vivía dentro de sus venas. Esa bruja como vampira, una alumna, otra más. Una hija de Luke Petersèn. Suspiró, sacando el objeto que la apuñalaba justo en el vientre. Su mano se vio llena de la sangre de Miranda, se sintió un artista y pinto los labios de la bruja de rojo carmesí. Hermosa para la muerte.
Lamió los labios de la humana, con la esperanza de apaciguar su hambre. Falló. Sentía ansias por la duda que lo gobernaba. En un plano abstracto él quería que ella viviera para averiguar que pensaba, quién era Miranda. Y si le quitara el don de poder vislumbrar el astro rey, y si le diera fuerza y vitalidad ilimitada, y si ella fuera una inmortal ¿Una compañera? Sería suya, y podría hacer lo que su mente le pidiera.- ¿Quieres morir? –Le pregunto agachándose lentamente para dejar su rostro sobre el de ella. ¿Que quería ella? ¿Importaba? De igual forma, iba a terminar consumiéndola… Y la besó sobre los labios, sobornando a su apetito para ayudar a la moribunda. Él era un ingenuo, y deseaba que ella también lo fuera.
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 03/07/2010
Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Lo que conduce y arrastra al mundo no son las maquinas, sino las ideas. Luke era una máquina de matar. Miranda era una máquina para torturarme. Pero la idea de que él me separara de Miranda era demasiado irresistible como para decir que no.
La sequedad arrasaba mi garganta, el polvo de las viejas vigas que habían cedido ante el peso de la madre naturaleza entraba por mis labios entreabiertos y se apegaban con esmero a mi garganta. La asfixiaban en aquel abrazo que ni el vampiro podía impedir. Miranda observaba como mi cuerpo rechazaba esas partículas invisibles a los ojos. El cosquilleo comienza seguido por el impulso de mis músculos tensionados. Comienzo a toser, ¿Llovía afuera? Podía escuchar como los relámpagos golpeaban amenazantes aquel centro de cultura y literatura.
Guturales, cercanos, hasta que reconocí mi propia voz. Ante un dolor tan grande la pérdida de conocimiento comenzaba a ocurrir. Miranda no estaba allí, pero a la vez seguía conmigo. El gran secreto del poder se encuentra en la voluntad. Ella tenía la voluntad de ser ella misma quien acabara con mi vida, no aquel ser de mierda ¿Miranda, estás allí? Siempre, ruega por él, y allí estaré. El amor por él es adictivo. Y por mi es destructivo. Pero no lo quiero. Mejor, temía que las ilusiones destruyan lo único bueno que tienes.
El dolor se agudizó cuando la última punta del metal fue removido. No comprendía porque todo estaba rojo, porque Miranda solo observaba sin decir nada. Allí de pie. Los relámpagos seguían cayendo, No comprendía porque sentía frío, porque dos ríos recorrían mis mejillas ¿Llorábamos? ¿Lloraba de emoción porque iba a perderla? Lloras de pánico porque no quieres hacerlo.
Los perros no molestan hasta que ladran y los necios hasta que hablan. Miranda ¿Vamos a morir? Tu quieres morir ¿O no? Quiero deshacerme de ti ¿Entonces deseas fracasar? El Éxito no exige explicación. El Fracaso no tiene excusa. ¿Quieres decirme que no necesito explicación? No, eres mi excusa.
El cuerpo, aquello que era un títere con sus hilos estaba cedido debajo del vampiro. Nosotras, ambas aprisionadas. De pronto perdimos la noción del lugar, no había nada a nuestro alrededor. Estábamos solas Miranda, yo y un dolor que terminaba siendo una caricia en nuestro lecho de muerte. Pero luego, quema. Nuestro cuerpo, nuestros labios. Mis labios. Miranda grita aterrada cuando mis ojos vuelven a ver aquella realidad. Cuando mis labios sienten el húmedo tacto de la lengua de Luke, endulzada por nuestra propia sangre. ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿Qué está haciendo?
Miranda…MIRANDA! ¿La estaba llamando? Rogaba por ella. No…como…¿Qué estaba pasando? Pero los gritos se ahogan en un silencio solo propicio para sordos. Luke nos llamaba con la mirada, pero la nuestra estaba muerta. Miranda estaba desencajada, con su mandíbula colgante mordiendo nerviosa su labio. Conteniéndose de un arranque de ira que podría acabarnos. Porque la muerte era su juego y él no estaba invitado a jugarlo con nosotras. La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor. Matarlo sería un favor, matarnos sería su castigo. Y para mi, Miranda. Tu muerte sería mi regalo. Lo que la gente teme de la muerte es no sentir nada después de que ella pase. Y yo, solo deseo que eso ocurra. Deja de decir Blasfemias. Entonces deja de hablar.
La voz de Miranda se acallo cuando aquel ser volvía a ¿necesitarnos? Habla, Miranda habla. Todos hablaban al mismo tiempo. Cuando mis labios se entreabrieron no supe quien fue la que fue dueña de la palabra.
-La muerte es amiga, nos libera de la prisión de la vida. Luke no es nada.
Miranda sonríe cínica, pero su sonrisa desaparece cediendo su espacio a la ira. No comprendía porque lo hacia, creo que vio algo en los ojos de Luke…Sus labios, los mios. Mi pulso, su corazón muerto. Mi sangre, su deseo.
Miranda lo muerde con las fuerzas que le quedaban. Yo estaba allí, esperando a mi amiga pero ella no quería llegar. Miranda no sabía que prefería, y Luke, y mis labios sosegados, sumisos ante los gélidos del vampiro. El dolor era irrelevante, solo sus labios contra los mios. Miranda allí, parada. Muda. La ira la había dejado en shock. Ámame cuando menos lo merezca, que es cuando más lo necesito. Basta. Basta ¿Dónde estábamos? ¿El vampiro se aleja? ¿O es nuestra cabeza cayendo sin voluntad contra la viga? ¿Nuestra amiga estaba por llegar finalmente?
-Eres un cobarde. Mátanos. Pero no una muerte austera. Eso es mierda. Mátanos mirándonos a los ojos.
Basta Miranda. Bast…Los músculos de mi garganta se tensan ¿Iba a vomitar? Frío, temblor. El piso temblaba, o era nuestro cuerpo. No lo sé, todo era demasiado. Miranda llévame contigo ¿Dónde estás? ¿Estoy sola? ¿La inercia llevaba a mi mano a buscar lo que me rodeaba?¿Lo buscaba? No, demasiado estúpido. No se busca lo desconocido ni lo que no vale la pena.
-¿Luke?
La sequedad arrasaba mi garganta, el polvo de las viejas vigas que habían cedido ante el peso de la madre naturaleza entraba por mis labios entreabiertos y se apegaban con esmero a mi garganta. La asfixiaban en aquel abrazo que ni el vampiro podía impedir. Miranda observaba como mi cuerpo rechazaba esas partículas invisibles a los ojos. El cosquilleo comienza seguido por el impulso de mis músculos tensionados. Comienzo a toser, ¿Llovía afuera? Podía escuchar como los relámpagos golpeaban amenazantes aquel centro de cultura y literatura.
Guturales, cercanos, hasta que reconocí mi propia voz. Ante un dolor tan grande la pérdida de conocimiento comenzaba a ocurrir. Miranda no estaba allí, pero a la vez seguía conmigo. El gran secreto del poder se encuentra en la voluntad. Ella tenía la voluntad de ser ella misma quien acabara con mi vida, no aquel ser de mierda ¿Miranda, estás allí? Siempre, ruega por él, y allí estaré. El amor por él es adictivo. Y por mi es destructivo. Pero no lo quiero. Mejor, temía que las ilusiones destruyan lo único bueno que tienes.
El dolor se agudizó cuando la última punta del metal fue removido. No comprendía porque todo estaba rojo, porque Miranda solo observaba sin decir nada. Allí de pie. Los relámpagos seguían cayendo, No comprendía porque sentía frío, porque dos ríos recorrían mis mejillas ¿Llorábamos? ¿Lloraba de emoción porque iba a perderla? Lloras de pánico porque no quieres hacerlo.
Los perros no molestan hasta que ladran y los necios hasta que hablan. Miranda ¿Vamos a morir? Tu quieres morir ¿O no? Quiero deshacerme de ti ¿Entonces deseas fracasar? El Éxito no exige explicación. El Fracaso no tiene excusa. ¿Quieres decirme que no necesito explicación? No, eres mi excusa.
El cuerpo, aquello que era un títere con sus hilos estaba cedido debajo del vampiro. Nosotras, ambas aprisionadas. De pronto perdimos la noción del lugar, no había nada a nuestro alrededor. Estábamos solas Miranda, yo y un dolor que terminaba siendo una caricia en nuestro lecho de muerte. Pero luego, quema. Nuestro cuerpo, nuestros labios. Mis labios. Miranda grita aterrada cuando mis ojos vuelven a ver aquella realidad. Cuando mis labios sienten el húmedo tacto de la lengua de Luke, endulzada por nuestra propia sangre. ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿Qué está haciendo?
Miranda…MIRANDA! ¿La estaba llamando? Rogaba por ella. No…como…¿Qué estaba pasando? Pero los gritos se ahogan en un silencio solo propicio para sordos. Luke nos llamaba con la mirada, pero la nuestra estaba muerta. Miranda estaba desencajada, con su mandíbula colgante mordiendo nerviosa su labio. Conteniéndose de un arranque de ira que podría acabarnos. Porque la muerte era su juego y él no estaba invitado a jugarlo con nosotras. La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor. Matarlo sería un favor, matarnos sería su castigo. Y para mi, Miranda. Tu muerte sería mi regalo. Lo que la gente teme de la muerte es no sentir nada después de que ella pase. Y yo, solo deseo que eso ocurra. Deja de decir Blasfemias. Entonces deja de hablar.
La voz de Miranda se acallo cuando aquel ser volvía a ¿necesitarnos? Habla, Miranda habla. Todos hablaban al mismo tiempo. Cuando mis labios se entreabrieron no supe quien fue la que fue dueña de la palabra.
-La muerte es amiga, nos libera de la prisión de la vida. Luke no es nada.
Miranda sonríe cínica, pero su sonrisa desaparece cediendo su espacio a la ira. No comprendía porque lo hacia, creo que vio algo en los ojos de Luke…Sus labios, los mios. Mi pulso, su corazón muerto. Mi sangre, su deseo.
Miranda lo muerde con las fuerzas que le quedaban. Yo estaba allí, esperando a mi amiga pero ella no quería llegar. Miranda no sabía que prefería, y Luke, y mis labios sosegados, sumisos ante los gélidos del vampiro. El dolor era irrelevante, solo sus labios contra los mios. Miranda allí, parada. Muda. La ira la había dejado en shock. Ámame cuando menos lo merezca, que es cuando más lo necesito. Basta. Basta ¿Dónde estábamos? ¿El vampiro se aleja? ¿O es nuestra cabeza cayendo sin voluntad contra la viga? ¿Nuestra amiga estaba por llegar finalmente?
-Eres un cobarde. Mátanos. Pero no una muerte austera. Eso es mierda. Mátanos mirándonos a los ojos.
Basta Miranda. Bast…Los músculos de mi garganta se tensan ¿Iba a vomitar? Frío, temblor. El piso temblaba, o era nuestro cuerpo. No lo sé, todo era demasiado. Miranda llévame contigo ¿Dónde estás? ¿Estoy sola? ¿La inercia llevaba a mi mano a buscar lo que me rodeaba?¿Lo buscaba? No, demasiado estúpido. No se busca lo desconocido ni lo que no vale la pena.
-¿Luke?
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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Re: Venus im Pelz [Miranda] ACTIVO
Piezas. Un rompecabezas se arma con piezas dispuestas en un orden establecido por una mente criminal elocuente y asesina. Sangre dulce corriendo por las venas de Miranda ella casi muerta rogando que él terminara de consumirla. Era así. Un ser excitante controlado en dos partes de vida humana, bruja, y esa bruja iba a tener un dueño. Tentado por el magnifico sabor terminó de limpiarle los labios con su lengua. Piezas. La vida es un rompecabezas y las piezas un destino. ¿Creer en la siguiente vida? Tan fugaz como una mordida de algún vampiro acaba la primera, la segunda empieza cuando la tortura sado-masoquista se enamora de ti ¿Y entonces? Había una vez un Luke Petersèn. Besaba a la moribunda con el deseo de un necrofilico hacia el muerto, que parecía estar a punto de tirarse en medio de la morgue, pero ella seguía viva y él no pretendía dejarla allí tirada. Ahora presa de él. Se levantó del suelo, usando ambos brazos para levantarla también a ella, la princesa de la nada entre los brazos de su caballero vampirico. Rió cortando el silencio en la estancia, sintiendo el calor de Miranda contra su cuerpo.- Morirás una vez que yo considere que tomado todo lo que quiero de ti... -Un tic tac del corazón de la humana, una y otra vez, esa era la razón para sentir aquella profana tentación, en sus manos fijas sosteniendo las piernas de Miranda, ajustadas a ellas con la intención de no tener que abandonarlas, quería arrancarle el corazón y sacar de el toda la sangre que pudiera verter por su garganta. Siguiendo sus propios pasos volvió a salir de la Biblioteca. Imaginó. Ya, era una cárcel, nunca más volvería a entrar allí. ¿Imaginas como un ingenuo? Cuando el odio te ama a ti ¿Realmente la salvaba a ella o salvó a alguien más? Criatura imbécil. Llovía sobre ellos con fuerza, era agua helada de invierno, pretendiendo convertirse en nieve de un momento a otro. La cubrió con su chaqueta, jugando con sus manos torpemente para quitársela y cubrirla con esta.- Hoy, Miranda... No te deshaces de mí... -Le susurro dándole un beso en la mejilla, fue tan lento cuando se paso a los labios para besarla una vez más, introduciendo su lengua para acariciar fugazmente la de ella. Aseguró. No sólo pretendía acariciarle los labios con la lengua.
El carruaje fielmente estaba esperando en la entrada de la destruida, antes majestuosa construcción. La dejó adentro, acomodándola contra la puerta del otro extremo. Sangre ahora esparcida por sus manos, era de ella y olía a aquel perfume delicioso con atractivo... Era... era un'attrazione pericolosa. Lamió discretamente un poco de aquel líquido rojizo y entro a el carruaje, sentándose al lado de la bruja. Ella tenía una leve hemorragia, por lo que le tomó las manos y las colocó sobre el vientre de la misma.- Presiona con fuerza... -Le ordenó, empezando a desgarrarle la ropa. Abrió en dos la parte de arriba del vestido, rasgándolo continuamente hasta llegar a la herida entre las piernas de la humana; siguió con la falda, arrancando pedazo por pedazo para liberarla de la prenda entera. Después de todo no quería que la humanita se enfermara. La observó ahora inerte y desnuda ante sus ojos. Ella era hermosa y más, mucho más que su misma Venus de las pieles, de cabello rubio en suaves rizos, el mismo color de la entre pierna, piel blanca, de porcelana, suave ante su tacto que delineaba el abdomen plano, ligeramente manchado con gotas rojas, era firme, ligeras curvas en la cintura acentuando más las caderas, pechos voluptuosos y pezones rosados, unas piernas largas y delgadas, y su cuello palpitante además. Busco tras de él alguna manta o algo con que cubrirla, pero no quería cubrirla, quería observarla como un ciego, viendo con las manos.- Supongo que tienes frío... -Cerró los ojos y la cubrió con una manta gris que había encontrado debajo del asiento.
Iba a llevarla a casa. Iba a llevarla para tenerla solo para él.
El carruaje fielmente estaba esperando en la entrada de la destruida, antes majestuosa construcción. La dejó adentro, acomodándola contra la puerta del otro extremo. Sangre ahora esparcida por sus manos, era de ella y olía a aquel perfume delicioso con atractivo... Era... era un'attrazione pericolosa. Lamió discretamente un poco de aquel líquido rojizo y entro a el carruaje, sentándose al lado de la bruja. Ella tenía una leve hemorragia, por lo que le tomó las manos y las colocó sobre el vientre de la misma.- Presiona con fuerza... -Le ordenó, empezando a desgarrarle la ropa. Abrió en dos la parte de arriba del vestido, rasgándolo continuamente hasta llegar a la herida entre las piernas de la humana; siguió con la falda, arrancando pedazo por pedazo para liberarla de la prenda entera. Después de todo no quería que la humanita se enfermara. La observó ahora inerte y desnuda ante sus ojos. Ella era hermosa y más, mucho más que su misma Venus de las pieles, de cabello rubio en suaves rizos, el mismo color de la entre pierna, piel blanca, de porcelana, suave ante su tacto que delineaba el abdomen plano, ligeramente manchado con gotas rojas, era firme, ligeras curvas en la cintura acentuando más las caderas, pechos voluptuosos y pezones rosados, unas piernas largas y delgadas, y su cuello palpitante además. Busco tras de él alguna manta o algo con que cubrirla, pero no quería cubrirla, quería observarla como un ciego, viendo con las manos.- Supongo que tienes frío... -Cerró los ojos y la cubrió con una manta gris que había encontrado debajo del asiento.
Iba a llevarla a casa. Iba a llevarla para tenerla solo para él.
Luke C. Petersèn- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
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