Destin ensanglanté. [Priv]

por **Einar Bergström** Dom Oct 19, 2014 7:15 pm

Era más que evidente lo que necesitaba en esos momentos que pararse a buscar la razón de la tardanza del navío que tendría que haber desembarcado hace una media hora. Necesitaría a alguien que hiciera de bolsa de boxeo para que el pudiera inmediatamente desahogar la ira que tenía en ese momento. Agradecía que la luna no estuviera presente en las noches. Si antes la adoraba ahora la odiaba de sobremanera. Para los que eran como él, la luna no era más que un inconveniente más del que no conseguía dispersarse debidamente. Sintiéndolo demasiado, él no estaba dispuesto a permitir que su vida se parase esa noche por un encargo que no había llegado a tiempo.

Ya le podrían dar una buena excusa si es que la tenían. Él odiaba los retrasos y finalmente, a mediados de casi media noche, un navío que había a lo lejos lo reconoció por las múltiples veces que había comerciado. Ahí estaba dispuesto a ver que nuevas especies había y hacia donde podía dirigir esas almas perdidas. En realidad hacia bien al destino de aquellos a los que fueron asesinos y sus hijos pagan el error que hicieron sus padres. Einar era más que nada aquel que disponía de los materiales y los pases suficientes para poder viajar, moverse por todos lados sin que nadie chistara ante su poder.

Revisando una lista estaba. Organizando lentamente cada grupo en el que decidiría meter a cada uno de las personas que bajarían, decidiría el destino y los tres grupos que hizo fueron: Prostitutas/tos, A la cárcel y el tercero fusilamiento u otra muerte similar. Lo contento que se puso cuando descubrió que dentro de aquel navío fortalecido con acero podía escuchar al menos varios gritos de personas inocentes pero con el pasado manchado por sus padres que pedían salir de allí, pedían clemencia, pero ahí estaba él, dispuesto a poner fin a la injusticia y a las malas raíces que un mal árbol dejo en el camino ajeno.

Pudo contar más de cinco jaulas repletas de gente. Supuso que cuando desembarcarían las jaulas llenas de gente él no tendría que contar las personas, pero en eso se equivocó. Se puso serio en cuanto vio a su fiel amigo y contrabandista de esclavos, estrecho las manos cuando la otra sujetaba la lista de los grupos. Einar siguió a aquel que le mostraría la mercancía y se sorprendió por dentro, observando el tumulto de gente apretada contra los barrotes en cada jaula – Puede haber más de….-Alguna cifra intentaba pensar - ¿Cuántos hay en cada celda?

-Por lo menos unos doce o diez, dependiendo del tamaño – El amigo echaba en cuenta y brevemente le contó a Einar como los capturaron, como lo hicieron y que hicieron con las pruebas- Hubo niños que no querían separarse de sus padres así que tuvieron que ir con ellos dentro…

-Saca a los niños que hayáis capturado y ponlos en una jaula vacía…-Tosió por la humedad y falta de aire que había en el interior de aquel navío – Comenzaremos el recuento en breves…-Observando las jaulas rápidamente al lado de su amigo quien había sido el encargado de capturarlos a todos. Einar seguía pasando alrededor de las jaulas con ojos viperinos. No tardó mucho en saber dónde irían cada uno – En una hoja aparte cógeles el nombre y apellido. Te convertí en lo que eres para que puedas concentrarte en su respiración y en las pulsaciones. Sabrás si mienten y ahora, en cuanto termines vuelve para que comencemos la agrupación –En cuanto termino la orden para su amigo, Einar se dirigió hacia una de las jaulas del final, sacó a una hermosa muchacha de cabellos rubios y ojos castaños y allá donde no habría nadie, pensó que sería divertido pasar un tiempo con ella.

Comenzó a ponerla contra la pared y se reía por cómo se defendía la puta esclava, Einar la dio la vuelta, poniéndola cara a cara contra la pared, aprisionándole los brazos para finalmente follarsela hasta que terminó dentro de la boca de la esclava – Trágatelo..-Mando con firmeza a lo que esta hizo sin rechistar aunque estuviera muerta de miedo y con sangre virginal recorriéndole los muslos camino abajo. Einar la devolvió hacia el interior de una jaula vacía – Tranquila….descansa pues tengo planes para ti…-Y en lo que dijo antes de cerrar la jaula, quedarse la llave de dicha jaula, escucho un sonido que no reconocía que fuera parte del navío.

Esperaba que no hubiera nadie más.

por **Émy Moncrieff** Miér Nov 19, 2014 6:23 pm

Necesitó toda su destreza para escaquearse de su hermano mayor, apenas el sol empezaba a descender entre las montañas. Llevaba una semana en aquellos bosques franceses, cálidos comparados con las temperaturas de los gélidos canadienses y sin embargo, aún le eran extraños, desconocidos. No se acostumbraba a aquel ambiente. A lo que si se acostumbraba sin embargo, era a la presencia de su otro hermano y a su cachorro, al que desde un primer momento había amado y despertado en ella un sentimiento maternal. Instinto que creía olvidado tras la muerte de su hijo neonato, años atrás.

Aquella noche era fría y un gélido viento atacaba con fuerza sobre los viandantes que a esas horas se encontraban todavía fuera de sus casas. Emy tras escaparse y recorrer como loba todo el bosque, había llegado hacia las afueras de París, obligándose a detenerse frente a un comercio de tela, donde tras entrar, tomó un vestido. Y así como entró en forma canina, de una loba blanca como la más pura de las nieves, salió como humana internándose rápidamente en las calles. Sin rumbo, más que el de su curiosidad. Rápidamente en cada tramo que sus pies crearon entre aquellas calles y callejuelas, todo a su alrededor llamó su atención. Principalmente no muchas veces había caminado o encontrado justo en el corazón de una gran ciudad, tan rodeada de humanas. Y aunque algo insegura, observaba todo a su paso intentando aprender cada pequeño detalle de sus vidas. Como se movían, que hacían… sus costumbres, algunos signos. Vestimenta, olores… todo para ella era importante, grabándose cada una de esas cosas en su mente para luego en el bosque analizarlas e imitarlas. Si quería sobrevivir en aquel paraje, debía aprender a camuflarse entre humanos. Y ella jamás había sido verdaderamente buena en eso. Hasta ahora, ya que todo debía cambiar y para proteger a aquellos a quienes amaba y les quedaba en la vida, lo haría sin dudar.

Tiempo al tiempo y tras unas horas, sus pasos se perdieron llegando hacia donde por el olfato le dio a entender; el mar. El suelo húmedo de las olas de aquellas aguas oscuras, mojaban el filo de su vestido haciéndolo más pesado al caminar. Allí la joven respiró hondo. No había mucha gente en esa zona del puerto y como más se acercaba a los barcos, menos gente encontraba. Lo que era perfecto para ella, puesto que así podía confiarse y disfrutar de la noche y aquel aroma salado que llenaba sus sentidos. Desde pequeña había amado el agua y todo y encontrarse en otro paraje muy lejano a sus tierras, aquel sentimiento no cambiaba, ni allí; ni en otro lugar. Su vista fue pasando por cada uno de los barcos que allí se encontraban amarrados. Respiró hondo y con una dulce sonrisa siguió con su travesía, hasta que unas voces, unos gritos y un aroma a desolación provocaron su detención frente a uno de los grandes barcos. Uno de los cuales parecía estar ocupado, a juzgar por las luces que de él provenían.

La joven cambiante dudó unos segundo en si entrar o en seguir el camino, hasta que una voz que a otro le hubiese pasado desapercibido le llegó en lo más profundo de su corazón. Un niño parecía llamar a su madre, llorarla en soledad. El susurro de “Mamá” fue tan desgarrador para ella, que sin poder dar la espalda a la voz de aquel niño indefenso y sin tener en cuenta que ese barco podía estar lleno de marineros y hasta de bandidos o asesinos, subió al barco en el sigilo que le caracterizaba hasta la procedencia de aquella lamentación. En aquel momento no existía el miedo, ni las palabras de sus hermanas de que se cuidara de arriesgarse con los humanos. Solo existía el llamamiento de un hijo a una madre. — Pequeño… dónde estás? — Preguntó en un susurro al llegar a lo que parecía una fría y escalofriante bodega tras esquivar y esconderse de la vista de unos marineros de la tripulación a bordo. Solo hizo falta que viera las jaulas de ese lugar para darse cuenta que aquel barco debía de llevar esclavos y que aquel niño debía de haber sido separado de sus padres para llevarlo a un incierto y oscuro futuro.

— ¿Mamá? — Preguntó una voz titubeante, cargada de lágrimas. Emy no necesitó más para localizar entre todas las jaulas, aquella donde se encontraba la procedencia de la voz y dirigiendo allí sus rápidos apresurados en la oscuridad, se sorprendió cuando al llegar no solo se encontró con la mirada de un niño triste y desconsolado. Por lo menos veinte pares de ojos llorosos le seguían a ese pequeño, que enseguida como ella se presentó ante ellos se volvieron hacia ella, como si fuera la salvación de todos ellos. Emy sonrío tristemente y agachándose, tomó el rostro del pequeño con la voz llorosa. — No soy tu madre pequeñín, pero prometo liberarte y llevarte a ella… Y a los demás también, solo dadme tiempo y os sacaré de este oscuro lugar. — No les mentía, de verdad deseaba y estaba decidida a cumplir su palabra, solo que en ningún momento planeó ser descubierta antes de tiempo y aún menos que al volverse y levantarse, su mirada se encontrara con la ajena y su respiración por unos breves segundos, quedara retenida en sus pulmones.

por **Einar Bergström** Vie Dic 19, 2014 6:41 pm

Si lo veía no lo creía.

Una hermosa mujer, ataviada con ropas sencillas siempre solían ser del tipo “escapistas y salvajes” Einar estaba con papeles enrollados en una mano y estaba apoyada sobre los barrotes de los niños enjaulados mientras que la otra se apoyaba en la cadera, este sonreía de mala gana a la intrusa que parecía dejarle sin trabajo - ¿Qué? ¿Te diviertes dejando sin trabajo a otros, preciosa? –Rio lo que pareció unos segundos mientras masticaba lo que parecía un trozo de palillo, haciéndose el duro se le daba de maravilla y se acercó al cuello de la desconocida para atrapar su aroma – Uhm…Vaya, sí que hueles bien…-Se acercó hasta la curvatura de su cuello y subió por este hasta su oído.

– No sabes las cosas que te haría en este instante preciosa….si no te apartas de esa jaula a la que intentas proteger con lo que parece poca cosa…-La mano libre, al mismo tiempo de hablarle de esa forma le acariciaba el hombro de aquel sencillo vestido que mostraba bastante escote, paso sus dedos por el dicho escote, mirándola con una sonrisa pícara hasta que la tomo del brazo y la aparto lejos de las jaulas, a bastantes pies la alejo para que le dejaran trabajar tranquilo, prácticamente la dejo de nuevo cerca de la escalera que subía a cubierta – Vete por dónde has venido, este lugar no es sitio para una damisela como usted…-Tosió, se recoloco el uniforme oscuro y volvió a la tarea con su fiel contrabandista.

-Manda a los niños a los orfanatos ¿De acuerdo? –Susurro un Einar dándole a su amigo una lista de todos los orfanatos que conocía o le habían dicho que había por Paris. Continuo observando el trabajo de selección y de vez en cuando miraba que no hubiera nadie pululando – Algo me huele mal…-Bufó- Me daré una vuelta –Dijo para comenzar a andar por la pequeña bodega, tomo en mano un bastón de castigo, vigilando por todos lados al mismo tiempo que tenía alerta sus sentidos agudizados. Tendría que concentrarse. Tendría que decir al final de todo “Te pille” pero si mal no recordaba, su oído no capto que aquella muchacha le hubiera hecho caso.

Si pensó eso, es que estaba loca de atar. Era una tripulación de asesinos a sueldo en los que estaban licántropos y algún que otro vampiro que se ocultaba en las sombras de la bodega, quizás un castigo para algún esclavo o alguna bendición para el sobrenatural. Lo que fuera y sin llegar al caso, ahora tenía que hacer de caballero amable e ir en su búsqueda, comenzó a escuchar quejidos y jaleo al principio, se alejó de las sombras y volvió donde los esclavos estaban intentando escapar - ¡¡ENCERRADLOS!! ¡¡YA!! –Dichoso era el destino en el que le toco trabajar de esto, pero por el momento, hasta que no encontrara a Thomas, no podría dejar de vivir así y en cuanto menos se lo espero, el brujo que les acompañaba había creado una ilusión que mantuvo a todos quietos, sumisos y en los que todos por fin pudieron meterlos de nuevo.

-Vaya, vaya…Mira lo que nos ha traído el pronóstico del tiempo….-Y Einar pudo ver que el ciclón de tempestad había sido traído por la misma que dijo que dejara a los esclavos en paz – A ver guapa…-Tosió cruzándose de brazos, poniéndose tosco ante ella - ¿Quieres acaso sufrir algo peor de lo que les toca a estos condenados de criminales y asesinos en serie? –Pregunto intentando hacerla entrar en razón – No sé que pintas aquí pero te deje bien claro que te fueras..-Se acercó conforme le hablaba hasta quedar a milímetros de ella, siendo sujetada por dos hombros corpulentos – Pero tú has querido que posea tu cuerpo esta noche como castigo de que no tienes que meterte en donde no te llaman….-Inmediatamente la cogió en peso – Sujetadla! –Ordeno a quienes la sujetaban, lo intentaría, se desato la hebilla del pantalón y estando en ropa interior solamente, se metió entre las piernas de esta.

– Bien dime tu nombre…-Dijo comenzando a rozarse contra el sexo de esta, comenzando sensuales besos en el cuello de esta – Si quieres que pare, dime que has venido a hacer aquí…-La bajo de la postura en peso en la que estaba que termino por ordenar que la dieran la vuelta, se rio y entonces le ataron las manos alrededor de la columna con cuerdas, dejándola contra la pared –Bien…-levanto su falda de nuevo acariciando su nalga, su muslo con lentitud y susurrándole en el cuello – Hay veces que no te puedes meter donde no te llaman…querida…-Beso su cuello tras apartarle el cabello, tiro de la parte trasera del vestido para abrírselo en par en par, besarle parte de su espalda desnuda y esta vez mandar a que le subieran las manos – Dime…¿Tienes cosquillas? –Pregunto mientras seguía con la tortura, con el juego que le ofrecía en lugar de un acto sexual sacado a la fuerza.

por **Émy Moncrieff** Mar Dic 23, 2014 4:28 pm

Su pecho tartamudeó de tensión al verse descubierta. De haber sido una loba se habría agazapado y encarado a quien por un lado había aparecido para asustarla y acobardarla. Loba o no, ahora era apenas una joven que aun sosteniendo una mano más pequeña entre la suya recostada en aquella gran jaula esperaba observar al joven mafioso frente a ella. Mucha gente olvidaba que con sus movimientos, con sus gestos e incluso sus palabras, podían analizar su persona. Y aquello mismo esperaba la cambiante que erguida ante él, permaneció estática, siendo consciente de que en la cercanía del licántropo el pequeño niño terminó soltando su mano.

— No os preocupéis, los perros que mucho ladran, poco muerden. Volveré a por vosotros. —Prometió dirigiendo unos segundos la vista a los pequeños que asintieron viéndola como la única esperanza de reencontrarse con sus familias. Emy se mordió el labio al pensar los corazones que rompería de al final no poder hacer nada por ellos y acallando sus temores contra la mirada ajena, restó en silencio como una fiel espectadora. El licántropo se le acercó y negándose a acobardarse permaneció firme a su mirada, aceptando su contacto tan cercano para poder así analizarle, intentando descubrir quien se escondía tras aquel nauseabundo olor a sexo. — Por el contrario… vuestro perfume no lo es. — Replicó consciente del aliento masculino sobre su cuello, y de su mano perfilando sus pechos. La mano restó más de lo necesario en su pecho derecho y con un gruñido le apartó la mano encontrándose siendo agarrada firmemente contra él. — No os servirá de nada vuestros dotes de seductor, no veis que solo sois un salvaje más? Un lobo ataviado con ropa cara y elegancia fingida. — Musitó contra sus labios dignándose a sonreír provocativamente y exhalar su aliento sobre la boca ajena. Sin borrar la sonrisa de su rostro, terminó siendo llevada hacia las escaleras que llevaban al exterior del barco, donde esperó hasta que la presencia ajena desapareciera.

Si crees que voy a dejar esta gente así como así, poco conocéis la determinación de las mujeres, pensó simulando bajar las escaleras, entrando en la embarcación por una de las ventanas cercanas, casualmente y para su alegría abierta. Una vez allí no le fue difícil despistar y pasar desapercibida por la tripulación que restaba en el interior. Todos los sobrenaturales se encontraban en cubierta con los prisioneros, dejando a los simples humanos la vigilancia del interior del gran barco. Escondida fue pasando cerca de los vigilantes hasta que abriendo una trampilla subió de nuevo donde los prisioneros gritaban clemencia ante el futuro incierto al que iban a someterlos. Asomó su cabeza, asegurándose de encontrarse sola en aquel lugar, junto cuando unos gritos rompieron el silencio de aquella parte. Una muchacha estaba siendo ultrajada por dos corpulentos hombres que la sostenían, mientras proseguían con sus acciones.

Los ojos de Emy se encendieron al ver aquello. Más de una vez había sido rudamente tomada por su pareja cuando este había acudido a ella tomado y juró no dejar que ninguna joven sufriera lo mismo que ella. Por ello fue que se lanzó contra aquellos hombres que no la vieron venir y arremetiendo por la espalda los tiró al suelo, liberando a la joven que se apresuró a huir, mientras Emy aprovechaba el golpe sorpresa para dejarlos brevemente inconscientes, lo que aprovecho para tomar las llaves de las jaulas y abrir las tres jaulas con prisioneros que se encontraban a cargo de aquellos hombres que lentamente volvían en sí.

— ¡Vamos corred, sois libres! —Les animó a los esclavos para que corriesen. Algunos se lanzaron al agua desesperados al ver cómo tras dar la alarma algunos guardias aparecieron para detener sus huidas.

Emy rápidamente y aprovechando la confusión generada y el descontrol de nuevo regresó a la jaula de los pequeños con la idea de liberarlos cuando los guardias que antes había tomado por sorpresa, se lanzaron a ella, movilizándola pese a su resistencia feroz. Mordió a uno de los guardias hasta hacerle sangrar, sin embargo ningún movimiento cesó en el estúpido ego de los hombres que tras ser vencidos por aquella joven, no daban ahora su brazo a torcer para que esta pudiera liberarse de ellos y del castigo que esperaban que el comandante le impusiera. Emy jadeó y obligada a caminar fue con esfuerzos de nuevo al lugar donde debían encontrarse todos los esclavos que no habían logrado escapar, encontrándose con la terrible escena de todos estáticos, inmóviles mientras volvían a ser encerrados. Atenta, pasó su vista por todos los presentes descubriendo entre ellos a un brujo y varios licántropos entre ellos, aquel al que antes se había encontrado. Cuando sus ojos dieron de bruces contra los del licántropo nuevamente, gruñó y por última vez se revolvió en los brazos de aquellos que la sujetaban con fuerza.

— Señor, esta joven es la culpable de la huida de nuestros esclavos. — Anunció uno, aunque bien sabía la joven que no debían de decirle, puesto que él ya era conocedor de su presencia en aquel barco. — La encontramos intentando liberar a los niños de sus jaulas.— Añadió el otro con una sonrisa de suficiencia, como si alardeara de haber encontrado la culpable de todo aquel jaleo. Emy ante el comportamiento de los guardias, rodó los ojos y divertida sonrío preguntándose qué sería de ellos de saber que gracias a dar rienda suelta a sus pasiones, una intruso había podido burlarlos y liberar a los enjaulados.

— Otra vez tu. —Gruñó molesta por única contestación a sus palabras al reconocer al sujeto de la voz cúal parecia tener el mando total de todo lo que ocurría en aquel lugar. Le miró y frunciendo el ceño ante su cercanía, mostró por unos segundos el desconcierto al saber que todos aquellos esclavos eran criminales. No pudo creerlo y en su mente se resistió. ¿Qué culpa tenían aquellos niños? Si aún así fuera verdad, ellos eran inocentes de todo mal que hicieran sus padres o familiares. — A caso hay alguna diferencia entre lo que hacéis con estas personas y el ser unos criminales?— Respondió a milímetros de su rostro sin ceder ni un ápice. Tras su contestación los hombres la agarraron con más fuerza y no fue hasta la amenaza de Einar que entendió, alterándose en un vano intento de liberarse. — ¿Que creéis que hacéis? ¡No os atreváis a tocarme!— Gritó gruñendo al sentirle entre sus piernas. Movió sus piernas intentando golpearle, hasta que uno de los jóvenes que la agarraban la jaló del cabello, obligándola a descubrir la tierna curva de su piel. — Maldito, no os diré jamás mi nombre, pero cuando mi familia sepa de esto podías daros por muerto. ¡Soltadme, os lo reitero!— Intentó ordenar siendo burlada por los guardias que tras las palabras de su comandante la voltearon y ataron a una columna. Haciendo presión contra sus ataduras, intentó salirse de ellas justo en el momento en el que el licántropo tomó posición tras ella.

— Vine a liberarlos. ¡Son inocentes! ¡Tenéis niños enjaulados, separados de sus familias! ¿Qué crimen puede ser tan atroz para cometer tal salvajada? Si de verdad son unos asesinos, vos y vuestros hombres lo son mucho más que esos esclavos. — Sentenció con su lengua afilada, mordiéndose el labio reprimiendo así su ira al sentir sus caricias. Removerse ya parecía inútil, aún más cuando él seguía sujetándola, y mientras su loba se relamía el hocico al pensar en la venganza cuando pudiera liberarse de sus ataduras y saltar sobre aquel que pensaba encadenarla, la joven se obligó a relajarse, sintiendo demasiadas diferencias entre las manos y las caricias de su esposo muerto y de aquel joven. Mientras las manos de su esposo habían sido salvajes y rudas, él solo parecía acariciarla, buscar que su cuerpo se estremeciera bajo su tacto y muy lentamente su piel tanto como su cuerpo empezaban a reaccionar. La piel de su espalda se erizó y lo que pareció un estremecimiento bajó por su cuerpo tras los últimos besos en su nuca y cuello. Ella jadeó y apretando sus manos en torno a las cuerdas que la sujetaban se contuvo de gritarle de nuevo, sabiendo que así no conseguiría nada. Ladeó su rostro, viéndole por encima del hombro ignorando el que sus manos aún siguieran por su cuerpo y el gruñido que amenazaba con escaparse de su garganta y por primera vez le sonrío divertida. La loba empezaba a enseñar sus cartas. — ¿Queréis saber si tengo cosquillas? Entonces dadme la vuelta y comprobadlo si sois tan valiente como para atreveros. ¿O no podéis hacer nada sin estos dos brutos y violadores a vuestro lado? —Le retó con una pequeña sonrisa esperando que con sus palabras consiguiera que olvidara que algunos de los esclavos habían logrado huir por el agua, como así que también dentro de ella esperaba una loba hambrienta de sangre, negada por completo a la dominancia de nuevo sobre ella.

por **Einar Bergström** Lun Ene 19, 2015 4:01 pm

La próxima orden que soltó fue que los dejaran solos, y entonces taparon con enormes mantas de cuero las jaulas acallando a los esclavos cautivos en un profundo sueño. Los hombres se fueron y lentamente Einar volvía a ajustarse las ropas que por el movimiento se les había descolocado y ahora él, y ella. Ambos en aquel sótano. Fue a desatarla enseguida pero si ni siquiera inmutarse de que la muchacha podría lanzarse sobre él. Rio con sarcasmo. Le ato las manos y la mano por el sótano hacia su despacho el cual estaba bastante oculto a ojos ajenos.

Allí dentro tenía una habitación acolchada y con cadenas de plata. La planto en una silla y fue enseguida a cerrar la puerta y a cubrir la puerta con unas cortinas opacas. Como si eso importara ahora de algo, pero no le importaba si decidía meterse con su persona. Lo que vino después fue un suspiro. Bien. Estaban los dos juntos. Sentados en su sitio correspondiente. Observo que tenía el vestido holgado y enseguida se ocupó de ella, volviéndola a vestir aunque quedara “poco” del vestido. En realidad estaba entero pero por lo bruto que era algo se había salvado.

– No seas idiota y rechaces el cambio de ropa que te ofrezco– Fue hacia una cómoda de madera de roble, con varias cajones y una alargada al final de dónde sacó un vestido que pertenecía a una de las esclavas. Supuso. El vestido era algo ostentoso la verdad – Toma, ponte esto…-Puso el vestido sobre la superficie del escritorio y como vio que no hacía nada de nada suspiro negando a los lados, pensando en cómo poder convencerla después de lo que vio. Obviamente tenía derecho a que desconfiase de él o a que le llamara cretino, mentiroso, egocéntrico, cruel, malvado, bla, bla, bla, pero era así como se ganaba la vida. Fue criado de esa manera. De un modo u otro lo haría y las pesadillas nocturnas de cada día cesarían finalmente, podría ser la pregunta final, la que le situara dentro de un viaje en el tiempo en el que quizás tendría que hacer decisiones aún más difíciles y tener que contar con una persona, por el momento con la que tenía delante suya.

-¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? – No se rio nada en absoluto. De nuevo suspiró sobre la mesa de madera del escritorio donde aun yacía el vestido que le prestaría – Tienes un biombo detrás de ti – Einar entonces fue hacia la puerta de salida y echó todos los cerrojos que hubiera puestos en dicha puerta, observo a la muchacha y la observo detenidamente – Si quieres podemos seguir con lo que se quedó a mitad allá en la columna del sótano de este navío de esclavos…o unirte a ellos, señorita, bueno, no sé qué podría opinar su familia, Los Moncrieff – Se recostó mientras hablaba y se cruzó de brazos mientras sonreía socarronamente, observando a la mujer que sabía de su apellido desde el principio pero no sabía de su nombre aunque ¿Qué era un nombre?

- Si, sé quién…o de que familia vienes – Siguió sonriendo – Es bueno sacar ventaja si conoces a tu oponente – Dijo mientras caminaba para colocarse detrás del escritorio nuevamente, apoyo las manos sobre la mesa, observándose rígido y mirando con firmeza a la joven sonrió de lado – Dime ¿Qué haces aquí? Y por favor, vístete –Tosió para sentarse finalmente en su “trona” detrás del escritorio – Por favor, no quiero llegar a usar un juguetito contra esa hermosa piel que tienes –Sonrió un poco incluso cuando termino acomodándose en la trona.

por **Émy Moncrieff** Dom Feb 08, 2015 5:25 pm

— ¿No tienes nada mejor que darme, que la ropa de una de tus esclavas? — No hacía falta que dijera más para hacer notar mi rechazo completo a cualquier cosa que pudiera provenir de él. ¡Un comerciante de esclavos! No podía imaginar qué clase de gente decidía trabajar en eso, sino eran los peores. Los de peor calaña. Quienes poco les importa la vida de ajena. Solo se mueven por las ganancias que obtienen.

Tras la pregunta permanecí en silencio viéndole fijamente, respondiendo simplemente a sus palabras con movimientos como el ceño fruncido o una ceja alzada. Por mí podía desaparecer o morirse, que no iba a mover ni un solo dedo para salvar a alguien como él. Me encontraba abrazada a mí misma, tapándome así los pechos con las manos lejos de su vista y aun así podía jurar que llegaba a ver mucho más de lo que a mi me gustaría. Suspiré y siguiendo sus palabras volví la vista hacia el biombo a mi espalda. Apenas unas maderas que rápidamente podría mover en cualquier momento y verme desnuda. Me mordí el labio y volví de nuevo la vista al frente viéndole iracunda. No me gustaba verme encerrada y aún menos cuando me hacían sentir que estaba entre la espada y la pared. Estaba pillada y solo hizo falta oír la mención en sus labios de mi familia para que mi cuerpo ligeramente se tensara. Mi loba gruñendo en mi interior y yo guardando la calma. ¿Cómo podía ser que nos conociera?

— No mencione a mi familia… No tiene ningún derecho de mencionarlos, cuando ni siquiera sois conocido de la familia. —Dije al punto de gruñir. — Si algo me pasara sé que no descansarían hasta encontrarme y creedme que os encontrarían. A los lobos pocas cosas se les escapan a su olfato. — Avisé guardando una amenaza velada tras mis palabras. ¿Cómo podía ser que nos conociera? Siempre habíamos estado en los bosques, apenas por la ciudad. No éramos nada conocidos, excepto quizás para la inquisición… pero aún ni ellos jamás nos habían buscado. Entonces… ¿Cómo podía ser que supiera de nosotros? Y lo más importante, ¿Cómo podía saber que ellos eran mis hermanos?

Con tantas preguntas en mi mente, terminé agarrando el vestido del escritorio y levantándome me encaminé hacia el biombo, cual cerré tapando cualquier vista que pudiera tener de mi cuerpo mientras me cambiaba.

— No se atreva a moverse. Quedaos allí… Aunque me vista como una de sus esclavas, olvidaos de que pueda a llegar a ser una. — Rápidamente me desnudé y viéndole por uno de los laterales del biombo y asegurarme que seguía en su trona, deslice las telas del vestido por mi cuerpo, vistiéndome finalmente. El vestido no era de mi talla y quedaba un poco ancho, aun así era mucho mejor que lo que llevaba antes, ya que aquel maldito licántropo me lo había rasgado y roto. Tras unos segundos más en los que alisé el vestido y me lo recoloque mejor, salí del interior del bombo con el vestido antiguo en uno de mis brazos. — Deseo que me digáis como habéis sabido quien soy. ¿Conocéis a mi hermano? ¿A mi familia? Ellos jamás tendrían tratos con gente comerciante de esclavos, así que necesito respuestas. — No podía imaginarme a mis hermanos enfrascados en negocios tan oscuros como aquel. Quizás, sí que Luke habría sido capaz de eso y más. Había sido el culpable de la muerte de su hijo neonato en mi vientre y aunque me doliera pensarlo, hacía tiempo había afrontado la realidad de que siempre fue una mala persona. Y ahora, poco me costaba imaginármelo metido en algo como así. ¿Poder poseer esclavas cuando quisiera? —Oí gritos, oí a los niños llorar y me acerqué a salvarlos. A rescatarlos de esta ratonera. No creo que sea tan difícil de adivinar qué haría cualquiera al ver todo esto. —Le respondí finalmente a su pregunta que tan concienzudamente había ignorado hasta este último momento y como una loba dominante, hinque mis cristalinos orbes en los ajenos.— ¿Es todo lo que necesitaís saber, para dejarme libre de nuevo, comerciante de esclavos?

por **Einar Bergström** Jue Feb 19, 2015 4:47 pm

¿Por qué no se daba más prisa que antes? Era inhóspito que tardase tanto y Einar parecía perder la paciencia. No demostraba más miedo pero si mostraba impaciencia contra la mujer, contra la que sabía su apellido – Dime tu nombre mujer –murmuro mirando a la pared por unos segundos, suponiendo que mirando a la pared las cosas se solventarían. Y de todas maneras, la voluntad de hacer nada, de ella no saldrá. Einar entonces volvió a la puerta y le dio una vuelta al pestillo, otra vuelta cerrando por completo la puerta, enseguida la vio salir del biombo y se sentó en su trona para ser crucificado contra la mirada azul de la mujer.

- En primer lugar, tu querido esposo me dio información sobre ti pensando en venderte como esclava personal mía, la verdad no hubiera rechazado la oferta, en realidad era una bastante buena pero antes de la venta tuviste a un bastardo el cual, creo que falleció –Tuvo que sonreír de lado, mostrando una sonrisa ladina en la que después apoyo los codos sobre la mesa. Se la quedó mirando fijamente a los ojos.

Fiero y atento a los movimientos de su acompañante esa noche – Y te hubiera dado un pasaje e identidad nueva para que empezaras una nueva vida, lejos de la esclavitud y el desprecio que tenía tu esposo sobre ti – Murmuro desmoronando posiblemente la ira ajena. Podía intuir que tras haberle dicho aquello de que su esposo la vendería por una asquerosa cantidad de dinero, seguramente se creyó que él mismo la utilizaría para sus bienes más profundos y obscenos, pero no, esos planes no entraban para ella, le hubiera dado una nueva vida y algo de dinero para empezar en otro lugar y con otro nombre.

Ahora que se lo había dicho no sabía cómo seguir la conversación.

-Las personas que teníamos como esclavos a la venta eran personas que cuyos padres han cometido las más profundas fechorías, y después ellos han seguido violando, matando y saqueando ciudades donde gente inocente vivía en armonía pero por culpa de estas alimañas la armonía era un mito por cada ciudad o pueblo por el que pasaban. –Einar dijo en verdad lo que eran esas personas pero igualmente la mujer no lo entendería – ¿Pero tú que vas a entender? Las mujeres como usted se lo toman todo tan a pecho que se creen que los demás no tenemos el derecho de hacer lo correcto, limpiar el planeta de tantos sinvergüenzas –Murmuro con tranquilidad, posicionándose al frente de todo, quedándose sobre ella – Si…Puede que usted se sienta identificada con los niños que en las jaulas están pero los niños son solo llevados a distintos orfanatos distribuidos por cada zona de Francia. Encontraran un hogar pero todo aquel mayor de 18 años sufrirá sin perdón y yo solo soy un mercader que recibe ostentosas cantidades de dinero por trabajos bien hechos –Se recostó en la trona adecuadamente, con los brazos apoyados a ambos lados y fijándose aun en la mirada que lo observaba.

Los guardias parecían llamar a Einar porque alguien parecía estar rebelde, pero si él no respondía a la llamada, los demás sabían cómo ocuparse. Einar no contesto pues solamente salió de su asiento para acercarse a la muchacha y sujetarla de los brazos, la llevo hacia la pared en blanco de donde giró e hizo aparecer una ostentosa habitación – Quédate aquí. Aquí estarás a salvo – La dejo en aquella habitación, sola y confiando que no se escaparía debido a la escasez de ventanas. Había alguna que otra decoración personal como la de sus padres, u otro recuerdo de alguna casi “prometida” por ahí tirado por la rabia de la soledad.

Einar no era un ejemplo de orden a seguir.

por **Émy Moncrieff** Miér Mar 11, 2015 5:55 pm

— ¿Quereís saber mi nombre? —Preguntó desde atrás el biombo con una sonrisa irónica en su rostro. — Entonces deberéis de esperar hasta que yo quiera y decida decíroslo.

Esas fueron las mortíferas y replicantes palabras de la joven que adrede decidió tardar de terminar de alistarse con aquel vestido que aunque de telas finas, parecía sacado de alguna prostituta de la de sus jaulas. Con un suspiro y el ceño fruncido, más un rostro inexpresivo que tras unos segundos y oír sus nuevas palabras adquirió la tonalidad y la expresión del odio, salió del biombo para enfrentarse a la mirada de aquel joven que creía tenerlo todo controlado. Ser el amo del mundo, cuando ni siquiera era capaz de controlar su propia y mísera vida.

— No nombres jamás a mi hijo. ¡Jamás! —Alzó la voz echándose a reír negando con la cabeza al escuchar lo de quien una vez fue su pareja. Los hombres en efecto no cambiaban, y aquel joven que una vez amó desesperadamente parecía ser el peor de todos los diablos. ¡Maldito bastardo, ojala te pudras allá en el infierno! Pensó creyéndose las palabras de aquel joven comerciante, más no todas. — Debía de haber supuesto que mi fallecida esposo tendría que haber hecho negocios con gente como usted. — Se dijo a sí misma en voz alta negándose a tomar asiente, quedándose entonces a uno de los lados del escritorio, conteniéndose fieramente a no desatar su odio hacia cualquiera que se interpusiera en su camino o se le acercara más de la cuenta. Sus ojos intensos también fueron a los ajenos y así se quedó; midiéndolo con la mirada. Midiendo su fuerza. Su loba deseaba encarnizarse con algún contrincante y aquel licántropo parecía tener el suficiente poderío para resultar ser interesante en una de sus peleas. — ¿Deseáis que me crea que solo me habríais alejado de mi malnacida pareja y luego haberme ofrecido la libertad, lejos de mi tierra? ¿Sin nada a cambio? — Arqueó sus cejas y sonrío. Conocía demasiado bien los instintos más primarios de los hombres y de seguro él no era muy diferente a los demás. Una joven dispuesta o indispuesta— realmente solía no preocuparles ni hacer ninguna diferencia. — bajo sus cuerpos, contra su falo y ya no pensaban en nada más. — Si no deseabais mi cuerpo, si no os resulto atractiva, entonces… ¿Por qué comprarme y molestaros en librarme de las cadenas de la esclavitud? ¿Por ser una cambiante? —Preguntó aún con los ojos en los de él, sin poder encontrar ninguna explicación a por que si aquello era verdad, porque tomarse tantas molestias con una completa desconocida.

Acostumbrada a que desde siempre en su manada y familia, fueran los hombres más fuertes los que dictaran los destinos de las jóvenes de la manada, no entendía porque aquel hombre que guardaba un lobo en su interior no actuaba de igual forma tiránica que como su hermano mayor con ella, o como su pareja intentó más de una vez hacer, obligándola finalmente a yacer con él a costa de la vida de su hijo neonato, desencadenándose así la tragedia de su vida. La muerte de su hijo neonato y su incapacidad como madre de retenerlo en la seguridad de su vientre, aún seguía permanente en ella. Por eso aún más el dolor y la desesperación de aquellos niños la hacían querer salvar a todos. Cualquier de esos niños podría haber sido su hijo si su esposo la hubiera dejado tenerlo y ahora que lo creía capaz de venderla como esclava, incluso a su madre, también podía imaginárselo vendiendo a su propio hijo por una bolsa de oro. El pensar en los niños, era como pensar en su hijo. Y todo el dolor de madre la acusaba tan hondo, que su loba gruñía de dolor bajo su piel. Respiró hondo y sin pensar que alguien pudiese ser tan cobarde de ampararse en esas palabras, lo acusó con la mirada. Una de hierro candente contra el hielo ardiente de la mirada masculina.

—Niños… que jamás conocerán el amor de la familia. Que quizás muchos de ellos mueran sin recordar ni a sus padres, ni teniendo a otros… por que no se olvide que gran parte de los niños no serán adoptados. Y los que no sean adoptados a los dieciséis años serán echados de los orfanatos para que vivan sus propias vidas en el tormento de la calle. Eso no es darles vidas, eso es condenarlos a una vida triste y dolorosa, sin el amor de su familia. — Intentó seguir más los movimientos ajenos y el que él se levantara de un momento a otro la hizo ponerse en guardia, resistiéndose al principio en cuando la llevó a la habitación desordenada en la que de un momento a otro quedó encerrada. — ¿Estaré a salvo de ti, también?

Por toda respuesta oyó la puerta cerrarse y una llave girar, y se puso alerta. Un suspiro y un gruñido de su garganta fueron los testigos de su molestia y tras intentar abrir la puerta sin ningún resultado y maldiciendo que el maldito lobo pudiera controlarla tan fácilmente, se puso a revisar sus cosas, sin respetar la privacidad en la que él la había encerrado. Tampoco es que hubiera mucha privacidad o decoro, todo yacía por el suelo amontonado y alejándose de la ropa sucia, fue hacia una de las pequeñas ventanas que daba directamente al mar y tras ver los barrotes que hacían de aquella habitación una especie de pequeña cárcel, se decidió volver a reconocer el lugar. Cuanto más pudiera saber del joven licántropo, mejor para ella. Saber de tus contrincantes o enemigos, siempre era la mejor baza. Así que se puso a rebuscar y mientras rebuscaba fue echando todo al suelo, de forma aún más desordenada y dejando sin querer su aroma en todo aquello que tocaba. Incluso rompió algunas fotos que encontró de jóvenes damas en su desordenado escritorio. Quizás él se enfadara por invadir su privacidad e intimidad, pero había sido él quien la había encerrado en aquel lugar, por lo que todo lo acontecido sería culpa suya. Solo culpa de él.

—Me pregunto quién podrá ser ella… ¿Una esclava? ¿Su amante?—Susurró tomando un retrato de una bella joven que había encontrado bajo la cama y que se parecía a ella, sin saber que ya los problemas se habían terminado y él se encontraba escuchando detrás la puerta cada una de sus palabras.

por **Einar Bergström** Jue Mar 19, 2015 6:27 pm

El sonido estrepitoso lograba confundir al licántropo pero ahí estaba esperando a que se abriera esa puerta, a la espera de mostrar el interior de esta.

Cuando la habitación se mostró ante él, pudo notar el aroma de la muchacha por todas partes, la observo que tenía ese retrato en concreto. Fue directamente hacia él, se lo quito de las manos y la miro con fiereza a los ojos – No toques este retrato – Bufo muy cerca del rostro delicado de la joven, de la cual aún no quería decirle su nombre. Dejo el retrato con cuidado al lado de la mesita de noche que había al lado de la desordenada cama, precisamente donde estaba el aroma o bueno, por toda la habitación – Veo que te has divertido en tocarlo todo ¿algo con lo que desplumarme después? –soltó de un modo burlón, de un modo en el que seguramente a ella le daría rabia y él seguiría su forma de ser.

Parecía que ninguno de los dos iba a dar su brazo a torcer de hablar primero o simplemente ceder para crear un ambiente de paz en aquella habitación. Einar sabía que había actuado bien y que no se arrepentía si decía o dejaba de decir burradas a pesar estar en frente de una mujer. Había muchas similitudes en la mujer del retrato que volvió a recoger con sus manos llenos de tierra. Había sido una mujer, que usó a sus hijas para llegar hasta los millones de quien decidió darle cobijo, una madre entregada con las dos hijas que el violo sin piedad, pero una mujer por la que había amor reciproco. Ambos se entregaban el uno al otro, aquella mujer no tendría más de 29 años, algo joven, hermosa y entregada a Einar completamente, pero que casualidad que años más tarde, en su barco y en la misma habitación en la que estaba, se presentó una mujer con los mismos o parecidos que ella.

- ….- Siguió sin decir nada al respecto, volvía a dejar el retrato en la mesita de noche para terminar acabando por mirar la foto con melancolía – Iba a ser mi prometida, pero –Cogió aire y lo soltó – una banda de asesinos la mataron el día en que….íbamos a escaparnos para poder desaparecer. Quienes están en esas jaulas – Comenzó a hablar a trozos, como si el recuerdo aun le reconcomiera por dentro – son conocidos de aquella banda que mutilaron y destrozaron todo a su paso consigo llevándose la vida de ella –Paró de hablar, solo suspiro porque ¿Qué conseguiría con contarle la verdad a una mujer que solo le habla gritando y que nunca le creería, que había desordenado toda su habitación evidentemente para poder saber algo de él simplemente, para burlarse de él.

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