Better safe than sorry (Vaughn Rosenstock)

por **Alexia Voltaire** Dom Nov 02, 2014 3:59 pm

"Quien regresa de la muerte jamás vuelve a ser el mismo"

Ese último año había traído demasiados cambios para Alexia Voltaire; primero, había sido el hecho de que el espíritu de su madre tomara posesión de ella en más ocasiones de las que habían sucedido siempre. La razón, era el continuo riesgo en el que había estado la bruja por causa de los vampiros. Primero Fiona, luego Drake. El enfrentamiento con la mujer había sido singular e incluso bajo la posesión había usado su don con la nigromancia para revivir animales y humanos durante un lapso de tiempo para actuar en su defensa. Al final si le habían salvado la vida, pero no fue debido a la fuerza de sus cuerpos sino más bien a la curiosidad que avivaba tanto a la inmortal y que le "impedía" en cierto modo matar a la bruja.

Con Drake había sido distinto. Primero quiso probarla, luego se encariñó con ella con la misma velocidad de un relámpago. La había complacido con postres como si ella fuera una nena y la había besado pese a que Alexia ni siquiera lo entendía. Pero su presencia provocaba al espíritu de su madre como ningún otro y en varias ocasiones lo atacó con su barrera y lo amenazó para que se alejara. Y eso hizo él, hasta el día en que una enfermedad desconocida atacó el cuerpo de la jovencita y él la llevó a su casa para cuidarla. Esa tarde había sucedido lo peor, pese a los intentos de él por bajarle la fiebre, ella había muerto.

El más allá le duró pocos minutos. Alexia regresó de la muerte pero no era la misma. Permanecía más tiempo callada, no saltaba por ahí todo el tiempo como le era costumbre e incluso su gato también se mostraba más pasivo al igual que ella. La enfermedad la había puesto más delgada, más silenciosa y menos infantil o ingenua. Parecía en un trance que le duraría un tiempo antes de volver a ser ella misma.

Esa tarde no salió al anochecer como solía hacerlo, sino que salió bajo los rayos del sol y caminó con calma hacia el cementerio para recoger el romero para alejar los espíritus, la canela que masticaba y una diminuta y maltrecha libreta con notas para hechizos sencillos que guardaba en una de las tumbas de la cripta en la que dormía. Ese había sido el principio de todo, el modo insalubre en el que vivía ella en compañía del gato con el que comía aves y ratas por igual. Pasaba todo por el fuego, pero al final era lo mismo.

Apenas llegó, avanzó observándolo todo como si fuera la primera vez que estaba allí. El gato la seguía a una distancia prudente y entró con ella a la que consideraran su cripta. Bajó los peldaños uno a uno y observó durante un rato la tumba que estaba en el medio. Aquella pertenecía a alguien a quien había conocido en vida y a quien apreciaba incluso en la muerte. –Ya sé que no estás entre los nuestros, pero de todos modos te extraño– susurró acariciando el ataúd que habían dejado allí como si nada, como si no fuera apropiado sepultarlo como se debe. Alexia se sentó al lado, en el suelo, cruzando las piernas y dejando que el gato se posara allí para acariciarlo. Sin embargo no estaban solos, una sombra se asomó al principio de las escaleras y tanto gato como bruja no retiraron la mirada de allí.

por **Vaughn Rosenstock** Dom Dic 28, 2014 2:04 pm

Se encontraba más enfurecido de lo normal. La bruja de magia buena y bondadosa había salido todo una farsa. Una jovencita que ante el primer hechizo oscuro había caído hacía atrás y de sentó, lo cual lo hizo enfurecer. El tipo de luna que necesitaba para lo planeado desde pequeño se daba cada año, lo cual le bastaba para entrenar a alguien que fuera digno, pero hasta el momento nadie le servía, lo cual le enfurecía cada vez más. ¿Qué en París no instruían en el arte de la hechicería de forma correcta? Rechinó los dientes una ultima vez antes de darle una bofetada nueva que dejó inconsciente a la mujer a medio camino. Se la colgó sobre uno de los hombros mientras que en el libre descansó el morral.

Estaban los últimos rayos del día, no le importaba que le vieran, ¿quién lo iba a descubrir? de todas maneras vivía a un lado del cementerio, y a esas horas ya todo se encontraba vacío. El brujo dejó caer con fuerza a la mujer en el suelo. La chica había golpeado su cabeza con fuerza. No importaba, de toda maneras la iba a matar. Los siguientes minutos se dedicó a cavar un pozo profundo. Se había quitado la camisa, incluso el saco para el trabajo, no iba a ensuciarse, o no más de la cuenta; cuando terminó ese trabajo tan rudimentario, sacó un frasco y un cuchillo oxidado. En ese instante atravesó el pecho femenino y con la mano sacó el corazón para colocarlo en el frasco. Lo llenó al tope de sangre y lo volvió a guardar.

Limpió sus manos en los ropajes de la bruja inútil, y la dejó caer en el agujero mientras la llenaba de tierra. Estaba entretenido, bastante extasiado a decir verdad. Tenía varios meses sin tener un corazón nuevo, y esos le servían para ciertos brebajes, hechizos, o invocaciones. Dependía del trabajo que quería hacer. No se dio cuenta de las picadas cercanas hasta que volteó sólo para recibir el aire fresco del invierno. Observó una figura femenina y luego arqueó una ceja intrigado al verla desaparecer de la nada.

Guardó sus cosas en el morral para colgárselo en el hombro de nueva cuenta. En el camino se limpió el sudor de la frente con el antebrazo. Se fue acercando con lentitud para no llamar la atención, y cuando notó el lugar a donde había ingresado la joven no dudo en adentrarse. Aún tenia la adrenalina del asesinato (uno muy aburrido por cierto), y estaba en búsqueda de su próxima alumna.

— ¿No te enseñaron que estos horarios son peligrosos para jovencitas encantadoras? — Fue bajando, avanzó, y de un momento a otro ya se encontraba frente a ella. Estiró una de sus manos hasta tocar el cabello de la joven y poder estirarlo. Se inclinó para olerlo y luego sonrió al notar al gato ponerse arisco. — Tranquilo, a esta brujita no la voy a asesinar, la voy a ayudar, le enseñaré, será mi alumna — Canturreó sin ni siquiera preguntar o decir algo que les hiciera entender a las dos criaturas que estaba invadiendo. La privacidad, por supuesto.

— Tienes la mirada muy perdida, muy melancólica ¿qué te pone mal? Cuéntame de ti, si voy a ser tu maestro tengo que saber de ti, no, no me interesa de tus amores, ni de esas tonterías, cuéntame lo que hay en tu interior, tu magia, lo que haces, lo que te interesa, y de donde sacas fuerza, también que te tiene tan pasiva — Negó repetidas veces — Si desperdicias tu vida serás una nada por siempre, debes dejar huella, te enseñaré a hacerlo — Suspiró, buscó donde sentarse y poco a poco se relajó — Mi nombre es Vaughn, y tengo un hermano que se llama Drakon, pero a él te lo presentaré cuando te crea digna, y cuando tengas la fuerza para poder hacer que regrese de entre los muertos ¿qué dices? — Sonrió con suficiencia, para él no existían los no. Estaba hablando con cortesía, por mera educación, no porque le importara demasiado.

por **Alexia Voltaire** Dom Ene 11, 2015 4:43 pm

"No sé quién soy, y probablemente tú tampoco lo sepas"

De algún modo, Alexia sabía que no era la única que vivía en ese cementerio y que tarde o temprano, alguien llegaría a su cripta para querer sacarla bajo cualquier pretexto. Pero permanecía allí, sentada como si nada cuando en realidad sucedía todo.

Para ese momento, era la Alexia de siempre, la joven, la bruja ingenua que había experimentado el morir para volver a la vida tras muchas dificultades. Pero por otro, llevaba menos de un día de haber regresado a su cuerpo y el terror de volver a ser poseída por su madre le aterraba por completo. Sus espíritus eran de apariencias similares, tanto madre como hija disponían de una claridad tal en el cabello que era imposible no saber de quienes se trataba, las dos lucían delgadas y los rasgos inclusive eran en extremo parecidos. Sin embargo la personalidad era tan opuesta que por eso no podían convivir juntas en un mismo contenedor. No ahora, no desde que experimentó la muerte.

Volver a su cuerpo le llevó más tiempo del deseado, pero mientras lo intentaba, observó a su madre usar su cuerpo para hechizos oscuros que le generaran ingresos, coquetear desmedidamente con Drake y con quien se le ocurriera y hablar como ella jamás se hubiera expresado. Sintió durante esa ausencia corpórea que se perdía a sí misma y que posiblemente debería conformarse con ser un espíritu atormentado. Pero no era tarea fácil y ella no se había querido rendir.

Por ahora, permanecía lo más alejada del peligro posible para evitar que su propio temor le abriera las puertas al espíritu que la poseía en su debilidad. Y en ello estaba, cuando supo que aquella ingresaba a la cripta por las escaleras y acto seguido hacía aparición un brujo. Algo tramaba aquella y aunque Alexia quiso ponerse en pie, se obligó a permanecer inmóvil.

—El encanto se me va pronto— susurró volteando el rostro y evitando verlo. Aquél tenía el torso desnudo y salpicaduras de sangre sobre sí, no era necesario tener demasiada iluminación como para notar algo como eso. Le permitió acercarse, tomarle el cabello y olerlo como aquellos que no tienen buenas intenciones y aun así permaneció inmóvil. Canelo gruñó y se alejó unos pasos hacia atrás. En ese lugar había dos presencias no deseadas y él lo sabía. Debía irse, aunque allí permanecía. —¿Ayuda? — musitó la bruja levantando el rostro, como si creyera que él sabía lo que sucedía por algún don que le permitía saberlo ¿Podría librarla aquél para siempre de la presencia del espíritu materno?

—No es bueno hacer que los muertos regresen. Jamás volvemos a ser los mismos. No ocurre lo que crees— afirmó con la voz pasiva, sabiendo bien de lo que hablaba como no sucedía antes de volver a su cuerpo. —Pero me llamo Alexia, aunque no sabrás si soy la una o la otra — sonrió de pronto como si ella misma fuera el peor de los males y como si ocultara algo realmente tétrico. Iba bien, no podía temer, no podía ceder a la debilidad para ser expulsada de sí misma de nuevo.

No obstante, se preguntaba el por qué un hombre como él aparecía de la nada y casi prometía hacer las veces de maestro ¿Por qué lo hacía? ¿De dónde venía? —¿Te envía alguien? Sé que acabas de matar a alguien...— dijo de nuevo en susurro, enfrentando a su suerte y de algún modo al desconocido y con la mirada baja empezó a dibujar figuras imaginarias en el suelo usando sus dedos. Hablaba y actuaba como si nada le importara o como si lo hubiera perdido todo y, quizás así era.

por **Vaughn Rosenstock** Miér Ene 14, 2015 11:10 pm

Pocas cosas le llamaban la atención. Poco le sorprendía. Desde muy pequeño su mente había jugado chueco con él. Tenía misiones que cumplir, todas y cada una de ellas iban de la mano, todas le darían el poder, la fuerza, y las riquezas suficientes para poder derribar todo, sin embargo de algo estaba seguro, no podría conseguir todo eso sólo, la vida no se regia simplemente por la individualidad, él necesitaba de los demás para cumplir sus tareas, y si cada uno de ellos le servía como debía de ser, estaba consciente que les recompensara, no era un hombre injusto; ambicioso sí, injusto jamás. Por eso mismo la sorpresa fue grata, y la esperanza a un fin próximo lo ponía de muy buen humor. Tanto que sonrió.

Cómo buen brujo experimentado, se sorprendió al captar la otra figura que rondaba a su alrededor. Alexia (cómo se hacía llama), no sólo poseía el aura de una bruja, sino de dos, y lo sabía por la cantidad de matices que desprendía. El hechicero se preguntó si sería correcto mostrarle la de su hermano, pero prefirió que se quedara en silencio por un momento, debía tantear el terreno, saber que tan difícil o sencillo sería domar a una jovencita que en sus ojos dejaba ver la vulnerabilidad que portaba. ¿Por qué las brujas que conocía tenían que ser siempre tan frágiles? ¿Acaso eso era un requisito que debían cumplir? Negó. El aura de la chica no era tan transparente cómo la del resto. Había algo distinto en ella.¡Él lo sabía! Y lo comprobaría, la formaría, le instruiría, y sino le serviría terminaría como la otra bruja.

— Pero que poco cariño te tienes, jovencita — Negó — El encanto se mira, permanece o se esfuma dependiendo del ojo con que se le mire ¿nunca te enseñaron eso? — Resopló un poco mirando las tumbas que se encontraban acompañándolos — ¿Quienes están aquí? ¿A quienes vienes a ver? — Se aclaró la garganta y se puso de pie. Estudiar el lugar le era sencillo. Estaba suponiendo que era de algún familiar suyo, o alguien que le marcara en la vida, sino, no veía porque la joven se encontrara en ese lugar.

— Los muertos, o algunos de ellos nunca se fueron, siempre están ahí, se quedan estancados, pero nunca sabrás en donde hasta que por accidente los llames de regreso a donde te encuentras, de igual manera con preparación los puedes mandar al lugar donde pertenecen, o uno peor — Se encogió de hombros. Aquellos datos los había sabido gracias a Drakon, aquel fantasma que estaba buscando la forma de poseer un cuerpo. Él iba y venía entre el mundo del vivo y de los muertos, dado que Vaughn y él habían hecho un trato con aquel que custodiaba la puerta que dividía el mundo de los vivos con los muertos.

— Me llamo Vaughn, preciosa, a mi nadie me manda, yo me mando solo — Le guiñó un ojo de forma juguetona — Y vengo a enseñarte porque es evidente que ambos nos necesitamos ¿no lo crees? Tú hablas de otra Alexia, por lo que imagino hay alguien que ronda detrás de ti, yo necesito meter el cuerpo de un fantasma en un cuerpo, y dado que tienes experiencia con ello, podemos ayudarnos mutuamente ¿qué dices? Quizás hasta te pueda liberar de ese problemita, solo si eso deseas, claro — Se puso de pie de nuevo para ponerse frente a ella. Le acarició el cabello, sin duda le daban ganas de enredarlo entre sus dedos y después jalarlo mientras ella gemía. Esa era una buena imagen mental, pero se comportaría. El placer y los negocios nunca debían estar mezclados.

— Nuestro trato funcionará, si estás dispuesta, no puedo contarte todo de buenas a primeras, debes confiar en mi, sé que es descabellado porque soy un desconocido en medio de un cementerio, pero estás en mis mismas condiciones, así que ¿qué dices? — La miró a los ojos. Era frágil, sin duda lo era. Sintió ganas de protegerla. Se imaginaba con una hermana, quizás así sería con ella. Lastima que su madre se había muerto y no le había dado el placer.

por **Alexia Voltaire** Sáb Ene 31, 2015 6:34 pm

"Ahora me ves.
Ahora no me ves,
porque ahora no soy yo."

¿Qué se tenía poco cariño? La verdad es que Alexia jamás se planteó algo como eso. Para ella no existía necesidad más apremiante que obtener alimento para ella y Canelo, pero por lo demás usaba cualquier cosa para cubrirse y no se miraba en ningún espejo. Podía lucir como una desquiciada, con el cabello enmarañado por desenredarlo apenas con los dedos de vez en cuando, o como si alguien la hubiera despeinado a propósito. Pero para la hechicera era exactamente lo mismo. Incluso nadie le había dicho nunca nada así. Ni tampoco le habían enseñado que debería quererse.

Alexia suspiró. No le habían enseñado eso ni nada y finalmente levantó la vista y miró las tumbas de nuevo —Sólo conocí a uno de ellos, mira, el de la tumba de allá…— dijo señalando el féretro abandonado en el suelo y en medio de la cripta —…Venía a visitarlos a ellos y cuando murió lo dejaron ahí, sin enterrarlo. Él me dejaba quedar aquí siempre, porque aquí vivo— aclaró hablando por lo bajo, como si temiera ser escuchada por alguien más, cuando en realidad intentaba mantenerse en extremo serena para no permitir que el espíritu de su madre, que la miraba todo el tiempo, tomara ventaja de sus debilidades para expulsarla de sí misma de nuevo.

— ¡Lo están! — Afirmó mirando al espíritu de su propia madre y entrecerrando los ojos ¿La vería él también? — ¿Cómo? ¿Qué es lo que dijiste? — dijo poniéndose de pie y abriendo los ojos con una evidente sorpresa — ¿Sabes cómo enviarlos lejos? Si puedes hacerlo te daré lo que me pidas— su voz sonó desesperada y, no era para menos, no cuando había tenido que estar tanto tiempo como un espíritu mientras veía a su cuerpo moverse y hacer lo que se le antojara al ser dominado por su propia madre. Aquello era cruel, desesperante del mismo modo que puede ser gritar sin que nadie te escuche, ni siquiera tú mismo.

—Enséñame a alejarla, necesito…— de pronto pareció ahogarse y se llevó la mano al cuello, intentando respirar a bocanadas mientras se ponía de rodillas. Había sido abierta la puerta cuando él mencionó lo de meter un alma en otro cuerpo. Sucedió así porque desde que el padre de Alexia muriera, la madre había intentado hacer volver a su espíritu. Por esa razón murió y por esa razón no abandonaba el plano terreno. Su asunto pendiente era quedarse con el cuerpo de su hija para siempre y lograr que el alma de su difunto esposo, otro nigromante, tomara posesión de un cuerpo con el que pudiera quedarse hasta terminar los días que aquél cuerpo le diera. Alexia lo sabía, Alexandria –la madre- también.

Tras unos minutos, la joven levantó de nuevo la mirada y se puso de pie, sonriendo y observando de un modo más vivo y dominante y se acercó al desconocido hechicero —Yo no voy a permitir que me mates como a la estúpida que dejaste allá arriba. Yo te voy a enseñar la posesión y los dos vamos a terminar de descubrir como envasar un alma en otro cuerpo. Pero no te atrevas a expulsarme o al próximo que posea será a ti ¿Entendido? — la voz era en extremo diferente. Ya no hablaba bajito ni con tono ingenuo. Ahora era otra, con más firmeza y conocimiento que la primera y una que no se dejaría dominar tan fácilmente por nadie. Aquél fue el momento en el que el gato, partió. Como siempre que aparecía aquella presencia.

—Eres un desconocido, pero quizás nuestras condiciones no sean las mismas— dijo aquél espíritu y se alejó de él, caminando con calma por aquél lugar, como si no estuviera con un asesino que aniquilaba brujas cuando dejaban de servirle o cuando se daba cuenta que definitivamente no podía sacarles algún provecho —Dime algo ¿Ya has intentado poner esa alma en algún cuerpo o apenas tienes un par de teorías en la cabeza? Eres bueno matando, pero no sé qué habilidades tengas con la magia—.

por **Vaughn Rosenstock** Dom Mar 01, 2015 6:24 pm

Sin duda la serenidad dl brujo se fue por la borda. A él le gustaba tener el dominio, el control, y por ningún motivo iba a dejar que alguien le intimidara, le amenazara o quisiera hacerle daño, mucho menos a su ahora nueva aprendiz. No le importaba y mucho menos le importaría quien fuera para aquella que tenía enfrente (aunque perdida estuviera), si las cosas no se hacían ni se tomaban del modo que él quería, entonces no había esperanza alguna para el contrincante. Vaughn y Drakon (su hermano) habían asesinado no sólo a criaturas vivas, sino también a fantasmas, almas, espectros o cómo quisieran llamarle, sólo bastaba con colmarle la paciencia, como en ese momento.

Sin duda sus expresiones faciales se endurecieron, sus labios se tensaron mostrando sólo una fina linea de ellos. Sus ojos que eran ligeramente claros habían cambiado a una tonalidad oscura, una inquietante y demoniaca. De una vez iba a enseñar aquella verdadera cara que tenía. No, no era un hombre dócil, y tampoco alguien que se mantuviera con rodeos, detestaba en demasía todo aquel teatro, y más el drama, suficiente con la realidad que vivía, con sus planes, y con sus terrenos ganados; era un hombre de riquezas, no sólo financieras, también la sangre que corría por sus manos era abundante. Sangre y la extensiones de almas.

Observó a Alexia con aquel rostro analítico. Sonrió ahora de forma burlón. La ventaja de poseer un alma que no se quiere ir, es la cantidad de energía/fuerza que llegan a poner, sin embargo él mejor que nadie sabe que sólo es momentánea, y que fácilmente se las puede arrancar. Existían puntos en el cuerpo humano que debilitaban la parte espiritual, muchos de ellos iban de la mano de toques obscenos. El alma en un cuerpo se fortalecía por la seguridad de tener control del mismo pero, ¿qué pasaba cuando alguien interrumpir esa armonía física con toques sugerentes? Muchas criaturas no sabían aquello, pero él lo aprendió gracias a una amante hechicera de años atrás; se sentía muy divertido en ese momento.

— Es de mala educación entrar a un cuerpo sin permiso, pero más aún no decir el nombre con el que ahora te vas a presentar — Su sonrisa se había esfumado, ahora el rostro dejaba en claro lo amenazante que estaba siendo — No me gusta que intentes tomar algo que no te pertenece, y que claramente no queremos que poseas, porque sí, ahora ella me pertenece de cierta manera — No es que fuera un objeto, pero a pesar de que el hechicero buscaba y elegía para sacar provecho de ajenos, lo cierto es que era fiel y leal, siempre y cuando actuaran a su beneficio y el de su hermano fantasma, claro.

— ¿Quieres amenazarme? No me hagas reír, que tengo que forma de disolverte de un momento a otro, o mejor aún de apresarte. Tengo tantos hechizos de protección sobre mi que ni siquiera Dios sería capaz de adentrarse en mi, así que ridícula criatura guarda silencio — Gruñó, o al menos eso parecía que hacía. Lo malo del hechicero era ese carácter tan poco tolerable que tenia; malo para los demás, demasiado bueno para él.

— ¿Cuales son tus intenciones? ¿Quién eres? — Aunque en realidad ya sabia quien era. Su hermano había aparecido de la nada, se encontraba a un lado de él, ni Alexia, ni su madre podrían identificar al fantasma que rondaba a su alrededor, estaba claro que ambos eran expertos, y lo mejor es que eso les daba ventaja por encima de cualquier otro. Dragón nunca se materializaba sino lo veía necesario, y ni siquiera dejaba ver su energía casi traslúcida. Su presencia pasaba tan desapercibida, como el oxigeno que necesitaba ingresar en los pulmones cualquier ser vivo. — ¿No crees que este cuerpo es muy débil? Y perdón que lo diga, pero nada atractivo, basta ver con lo maltratado que se encuentra — Se encogió de hombros, para él la carta de presentación era importante.

por **Alexia Voltaire** Dom Mar 15, 2015 8:09 pm

"El cristal no es más frágil que la roca. Las cosas son su porvenir de polvo."

—¿Acaso un padre le pide permiso a un hijo? — espetó la hechicera ocupante de mala gana ¿Cómo se atrevía él a hablar de educación? A leguas se notaba que se creía el rey del universo y de la vida de brujas débiles o inútiles a su poco paciente modo de vista. Era un oportunista que al menor acto de negación por parte de la víctima, reaccionaba de modo negativo. Era por lo mismo que aquél ya no sonreía, lucía más austero y peligroso y Alexandria, a diferencia de Alexia, no se amedrentaba por eso. Ella no era un espíritu joven y en todos sus años en la tierra y en el plano de lo inmaterial, había aprendido lo suficiente como para mantenerse firme ante una situación como esa. —No sabes lo que me pertenece y lo que no ¿Cómo sabes si no fue ella la que ocupó lo que no debía? No vas a tomar lo mío en una aparición tan repentina— añadió de modo amenazante, abriendo bien los ojos y mirándolo a los suyos, como si con eso pretendiera mostrarle que si quería guerra, eso mismo obtendría.

—Aprésame en este cuerpo entonces, oh hechicero todo poderoso— se burló ella, que detestaba los egocentrismos ajenos, pese a que ella misma era un claro y soberbio ejemplo de lo mismo. Alexandria sabía moverse en el tablero de ajedrez de la vida y, si Vaughn esperaba que ella suplicara por no ser atacada o incluso por ser su aliada, estaba muy equivocado. —Sin mencionar que hay que ser muy idiota para creer que hay un hechizo supremo. Todo tiene un punto de quiebre, un talón de Aquiles, un espacio por el que entrar y romper todo ¿Qué nunca te lo dijeron? — enarcó la ceja, como si pretendiera provocarlo. Sin duda, aquello, era una lucha de egos.

Era evidente que si ambos no cedían, aquello terminaría en desastre y uno de los dos moriría, sino ambos. Cada cual tenía espíritus de su lado y habilidades cultivadas por el tiempo. Él tenía como ventaja ocupar su propio cuerpo y saber mantenerlo allí. Ella, sus años de experiencia sobrenatural desde que ocupó su propia piel, pasando por el mundo de las almas y desembocando en la posesión ¿Podrían sacar algún provecho juntos? Quizás sí. Tal vez no. Eso dependía de sus propios egos que debían superarse para obtener un beneficio superior: El envasar almas que mantenían a su lado, en cuerpos que los trajeran de vuelta y aún más poderosos.

—Alexandria. Y no tengo otra intención distinta a la tuya. Ya te lo dije antes— respondió caminando con las manos juntas hacia atrás y marcando un camino alrededor del hechicero —Claro que este cuerpo se ve débil, porque ella es un desastre que ni cuida de sí misma. Su gato le trae la mitad del alimento, que no es otra cosa que ratas y palomas. Cuando consigue lo suyo es comida que cae al suelo en las plazas ¿A eso quieres hacer tu aprendiz? Es un desastre con dones que no sabe manejar si yo no estoy en ella. Murió hace unos días y ahora pretende regresar después que mantuve su cuerpo tibio. — explicó con la verdad. Alexia había fallecido en medio del agua helada en que la sumergió un vampiro para bajarle la fiebre, pero la neumonía estaba tan avanzada que sencillamente partió a los pocos minutos.

Alexandría había ocupado acto seguido el cuerpo y lo mantuvo mejor, le saco incluso provecho y estuvo cuanto pudo, sin embargo la verdadera Alexia había vuelto en algún momento en que la nueva ocupante practicaba el hechizo que le hubo costado la vida, ese mismo que intentaba encontrar el alma de su esposo muerto y cuya nigromancia lo mató a la edad de treinta.

El cuerpo era ahora suyo, consideraba ella. Y tardaría poco en hacerlo lucir como en aquél mes donde lo ocupo en la más absoluta calma.

por **Vaughn Rosenstock** Dom Abr 19, 2015 7:02 pm

El brujo sabía que no existía la inmortalidad en su interior, no aún, sin embargo estaba dispuesto a obtenerla, sin embargo todo con la ayuda de su hermano, ese al que traería de nuevo a la vida, sin embargo se sabía protegido, más de un espíritu lo cuidaba, y todo gracias a los pactos que había realizado, y las promesas que siempre les cumplía. Por lo regular las almas en pena piden cosas muy sencillas, algunas enviaban mensajes a sus seres amados, y otros buscaban venganza para poder descansar en paz, todo eso se los otorgaba con facilidad para obtener más poder, más fuerza.

Por lo regular las amenazas no lo hacían menos, por el contrario, lo hacían sentir interesado. Cuando alguien se interpone con una posición tan segura, su interés incrementa, y es que puede ver la fuerza, las agallas y las posibilidades de obtener más de aquellas personas. Pocos lo entendían porque la gran mayoría se rendía, sin embargo él lo veía de otra manera. Como siempre, como todo. El hombre resultaba todo una joya, y eso se notaba, por eso mismo buscaba lo mejor entre lo mejor. Desnutrición, hambre, pobreza, mugre. Nada de eso minimizaba la fuerza de alguien, no cuando se le enseñaba, educaba, bañaba y alimentaba. Sin duda el poseía los recursos para eso y más.

Se acomodó en el mejor de los lugares que encontró, en la mejor superficie. Acomodó su ropa de manera elegante. Sus ojos no habían dejado de observar ni por un instante a la que sería su alumna, y a quien podría ser un problema, o quizás no. La mente siempre volaba, al menos la suya, y es que buscaba solución a sus problemas o los que pudieran llegar a ser. Vaughn no era un hombre que se complicara demasiado. De hecho la mayoría de las veces si algo no le parecía, prefería buscar algo más, algo que le llenaba, para él no existía tiempo perdido, y por eso buscaría negociar con aquella que cambió las facciones de Alexia. Porque sin duda la diferencia se notaba, y a gran escala.

Sacó un poco de tabaco, el cual no dudo en encender con uno de sus caros cerillos. ¡Bendito invento del hombre blanco! Lo que ayudaba para facilitar las cosas. Así fue como inhaló con fuerza la nicotina y después la dejó salir en dirección a las féminas. Se notaba entretenido, y su rostro mostraba el encanto, mismo de aquel que podría llamarse un mendigo encontrando un trozo de pan con queso después de no haber comido casi un mes. Sin duda él tenía todas las de ganar, a diferencia de ellas, claro.

— Deberías escucharte, eres muy graciosa, mamá de mi pequeña bruja — Sonrió de forma mordaz — ¿Me estás amenazando? Creo que estás muy equivocada, se te olvida quien está de este lado, y quien sólo puede poseer un cuerpo cada tiempo, eres débil — Amplió su sonrisa — Yo he traído almas a la vida, les he dado un cuerpo para poder poseer, ¿y tú? Tu mueres y quieres poseer a tú hija, ¿sabes por qué no puedes deshacerte de ella? Porque ella es la dueña principal, con o sin muerte, la carne también posee conexiones con el alma, pero eso seres como tu seguramente no lo sabrán — Volvió a dar otra calada a su cigarro — Sin embargo puedo proponerte algo — Fumó un par de veces más y luego apagó el tabaco — Quizás a las dos, veamos quien es mejor, me conviene la más fuerte e inteligente, de eso se trata todo — Se encogió de hombros.

— Quien venza a la otra tendrá lo que me pida, libertad, poder, fuerza, dinero, comida, pero una cosa y deben pensarla bien, pero antes de eso deben ayudarme, primero piensen bien las cosas — Hizo una pausa, esa sonrisa de galán no se apartaba, menos la que acompañaba el descaro — Hacer tratos conmigo, es peor que vender tú alma al diablo — y no bromeaba, para nada.

por **Alexia Voltaire** Lun Abr 27, 2015 12:16 pm

"Lo que pertenece a la tierra regresa a la tierra,
pero toda partícula que cae del cielo, asciende de nuevo,
reclamada por los elevados templos celestiales.
La muerte no destruye los elementos de la materia,
sólo rompe las combinaciones."

— ¿”Tu pequeña bruja”? Y te atreves aun así a decir que soy yo quien causa gracia, pfff. No hay nada que puedas hacer por ella y tampoco te pertenece— El hecho que declarara a Alexia como suya era en sí gracioso, sobre todo porque apenas si la había visto. Pero por otro lado daba a Alexandria motivos para estar aún más alerta y evitar cualquier cosa que el hechicero pudiera hacer para expulsarla de ese cuerpo. No obstante, dudaba que Alexia pudiera volver a su cuerpo sola. Estaba débil, como ocurre con quienes regresan tan pronto de la muerte. Sin mencionar que siempre fue más bien una jovencita anémica y distraída que no terminaba nada, e hilaba ideas absurdas con otras hasta perder la cabeza.

—Sé lo que sucede con este cuerpo, pero ella murió y siempre fue débil como para lograr expulsarme. No entiendo tu interés en ella, aun cuando te digo que no es capaz de nada. Ni siquiera pudo alimentarse bien sola y tú mismo te das cuenta como me aferro a este cuerpo sin encontrar oposición alguna ¿Qué puedes querer entonces? Esto que pasa con ella no es de tu incumbencia y lo sabes bien— espetó poniendo los ojos en blanco como si se sintiera exasperada, pero sabiendo en el fondo que ese desconocido tenía razón. Y él también lo sabía, se notaba en cada acto tranquilo que realizaba, como si nada le preocupara y se sintiera ufanado en todo momento. Era como si esa sola actitud amenazara con saber cómo devolver a Alexia a su cuerpo y, en esa medida, actuaba Alexandria, dando por sentado que nada podría cambiar su situación actual.

— ¿Y crees de verdad que encuentras brujas como si fueran mercancía? No sé qué puedes darme, a menos que regreses a mi esposo y le otorgues un nuevo cuerpo. Si haces eso, dejaré este cuerpo, tomaré otro y te podrás quedar con Alexia. Es lo único que puedo ofrecerte— era cínica para hacer una oferta como esa, pero era porque sabía que si el nigromante con el que se casara antaño volvía, no permitiría bajo ninguna circunstancia que el cuerpo de su propia hija fuera ocupado. Él solía ser poderoso e implacable, pero si sobreprotegió a alguien en vida, esa fue Alexia; pese a que había muerto cuando ella era apenas una niña. Por lo mismo, es que Alexandria tenía más que claro, que en cuanto él regresara, la verdadera Alexia debía desaparecer y ella tomar otro cuerpo que ocultara lo que realmente había estado sucediendo. A la larga, Vaughn parecía una buena opción para llevar a cabo eso. O al menos valía la pena intentarlo.

—Este es el único trato que puedo ofrecerte. Una vida por una vida— declaró de nuevo, demostrando una vez más que era la peor de las madres, una que era capaz de tomar el cuerpo de su hija para obtener su propio beneficio, y quien ahora lo vendía como si fuera un animal, a cambio de algún otro que le gustara más o le trajera aún más provecho. No consideraba que competir fuera necesario, el espíritu débil no se manifestaba y era justamente a ella quien el hechicero tenía al frente para llegar a tratar.

Alexandria sonrió, hasta que por alguna razón, cada flor depositada en las tumbas de aquella cripta empezó a marchitarse de la nada. El olor a claveles inundó el lugar y los pétalos ahora negros caían desde las paredes hasta el suelo. La mirada de la bruja se dirigió hacia la escena y frunció los labios por un momento —No entiendo por qué necesitas hacer algo tan tonto como eso. A menos que… no seas tú quién lo hace— susurró volviendo la mirada hacia él ¿Qué carajos estaba pasando?

por **Vaughn Rosenstock** Dom Mayo 17, 2015 5:32 pm

Vaughn era un brujo que apreciaba el transcurso del tiempo. Una semi humano que no despreciaba su vida. Poseía un gran orgullo, de esos que pocas veces se doblega, le gustaba ganar por encima de todo, y además tener la razón. Más bien, siempre la tenía, sin embargo sabía retirarse en el momento correcto, porque no iba a desperdiciar su tiempo, y tampoco su preciosa vida de mortal, porque eso era, aún con ese pesar reconocía que estaba al borde de ataques, accidentes, o muertes inoportunas, todo podía pasar, y por eso saboreaba cada segundo que transcurría.

La situación comenzaba a abrirle. ¿De verdad una bruja encerrada en otra vasija estaba intentando ponerse a competir? Le daba el mérito sólo por no ceder con tanta rapidez. Sin embargo se cansaba, se fastidiaba, y la idea de seguir liderando con una madre asquerosa le colmaba la paciencia. Tanto él, como su hermano gemelo habían tenido una buena manera. No es que hubieran crecido con ella, pero al menos esa mujer dio la vida para que ellos pudieran terminar ciertos ciclos. Esas eran las que valían la pena, con esas se podían hacer tratos, no con criaturas que resultaban peor que las perras; bostezó de un momento a otro.

El hechicero mantenía su figura erguida, su mirada ya no se posaba en la figura femenina. Se relamió los labios por un momento, y se acomodó sobre una tumba relajándose un poco más. Tanta seguridad, y despreocupación en él resultaba extraño, incluso generaba miedo a sus adversarios, dado que los demás se llegaban a creer que no ganarían. Sintió aquella presencia, misma que tenía un poder tan fuerte como él, aunque se tratara de un fantasma que con el tiempo había ido evolucionando. No deseaba presentarlo desde ese momento, pero por lo visto tenía que hacer.

— Existen formas secretas y especiales, pocos las conocen, pero te garantizo que tienen sus ventajas. Maneras para poder sacar el alma de un cuerpo y traer otro, claro por periodos de tiempo, porque la permanencia está por descubrirse, misma que deseaba conocer con la ayuda de tu pequeña — Se encogió de hombros observando las flores — Mi hermano Drakon se está presentando, parece que no le agradas y que quiere destruirte, te advierto que lo ha hecho con varias como tú, incluso varios, algunos se hacían llamar demonios — Se encogió de hombros. El cuerpo traslucido de su hermano gemelo comenzó a adoptar una forma visual. Ahí estaban ambos, como dos gotas de agua. Si alguien fuera de esa escena los llegara a ver, seguramente no sabría quien estaba vivo y quien no.

— Honestamente, yo pongo las condiciones, no tú, pero si te empeñas no perderé más mi tiempo, y serás tú la que se quede atrapada en ese cuerpo, pero sin poder dominarlo por completo, de eso me encargo yo… — Los hermanos Rosenstock comenzaron a repetir al unísono palabras en latín, mismas que encerraban en una especie de prisión el alma de la bruja.

Ambos sonrieron de forma maliciosa.

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Better safe than sorry (Vaughn Rosenstock)

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