Better sorry than safe || privado

por **Malka Shtisel** Vie Jun 03, 2016 7:29 pm

“You can play it safe,
and I wouldn't blame you for it.
You can continue as you've been doing,
and you'll survive, but is that what you want?
Is that enough?”
― J.M. Darhower, Sempre

Si había algo que Oleg odiara, solo por mencionar UNA de las tantas, era que Evgeniya se inmiscuyera en su trabajo, claro que ella sabía donde trabajaba y que clases daba, pero tenía prohibido acercarse si quiera en horas de trabajo a tan honorable institución cosa que a la morena no podía importarle menos.

Cabe mencionar que no era como que la cambiante no tuviera cosas que hacer, entre todo lo que le dejaba Oleg como parte de su educación y clases privadas, tenía también que ver por uno que otro negocio de sus padres que estaban siendo manejados por terceras y hasta cuartas personas con tal de mantener su localización a salvo; pero eso no quitaba que se se buscara tiempo para practicar su deporte favorito, molestar al erudito.

Aunque el día de hoy en especial, y extrañamente, realmente necesitaba de Oleg, él había quedado de acompañarla a arreglar ciertos papeles, y a pesar de que Eve una y mil veces le dijo que ella sola iría, el cambiante insistió, sin importar la rebeldía de la ucraniana sabía cuando frenar, respetaba a Oleg a pesar de no demostrarlo, lo molestaba porque amaba esa expresión en su rostro de ceño fruncido y mejillas rosadas y la manera tan ceremoniosa en que le hablaba como un padre demasiado estricto, pero también le asustaba aquella mirada de hielo que ponía cuando el tono de voz se modulaba.

Respiró profundo y cerró la sombrilla al pie de las escalinatas de aquella obra de arte arquitectónica, tomó delicadamente una parte de sus enaguas y la levantó solo un poco para poder subir las escaleras. El lugar era hermoso tanto por fuera como por dentro, el silencio que reinaba la hizo perturbarse cuando el eco de sus tacones resonó por todo el lugar, se sintió tan estúpida e infantil al sentir el rubor en sus mejillas solo por pensar que alguien saliera a llamarle la atención. Pronto escuchó el barullo en el fondo de uno de los pasillos, las voces que murmuraban pero al igual eran audibles aunque nada inteligibles.

Camino despacio, dejando la sombrilla al inicio del pasillo escondida detrás de un pequeño pedestal de madera labrada que sostenía el busto de alguno de los ex directores del Colegio. Su melena ondulada y negra caía por su hombro derecho, mientras la mirada curiosa leía las placas de las puertas para encontrar cual era aquella marcada como Aula Magna que era donde la mayoría de las veces, Oleg impartía sus clases. Cuando por fin la encontró -algo que no le tomó mucho- entró en el salón solo para encontrarlo vacío.

Se tomó el atrevimiento de pasearse por entre las butacas, de admirar el escritorio impecable con demasiado orden en el ―Oleg... - el nombre del cambiante le vino a la mente mientras la yema de sus dedos rozaba el mueble de madera y su mirada se dirigía a la pizarra llena de garabatos , algunos solo siluetas ya borradas, pudo reconocer la impoluta y perfecta caligrafía de Oleg en media frase ya casi borrada por completo, y una firma en la parte superior derecha ―Bonnet - apenas si separó las labios para permitir que el murmullo saliera de los mismos cuando el ruido de alguien aclarándose la garganta la sobresaltó

por **Zéphyr C. Bonnet** Dom Jun 26, 2016 1:43 am

—¡Hey Bonnet! —exclamó un hombre delgado y alto, que andaba a toda marcha en el patio central del College.

—Monsieur Blaise —respondió Zéphyr con tono burlón, mientras palmeaba el hombro de quien le llamaba—. ¿Qué ocurre? Pareces alma que persigue el diablo.

Ambos hombres rieron y luego de haber recobrado la seriedad, Blaise tomó la palabra.

—Sólo venía a decirte que nos cuidemos del nuevo, el tal Borodin. No va a descansar hasta vernos fuera del College; está muy obsesionado con semejante idea —dijo, haciendo una mueca al mencionar aquello, demostrando que no le causaba la menor gracia—. Y ten cuidado tú, te has ganado su odio, sólo porque los alumnos te aprecian... Esta gente de alcurnia se creen lo mejor.

Zéphyr viró los ojos cuando escuchó a su compañero y luego terminó riendo, mientras se frotaba el rostro y negaba con la cabeza. No era agradable tener que enterarse de aquellas cosas y menos empezando su día en el College, uno de los pocos lugares que le agradaban en París.

—No te preocupes, Blaise. No es él quien toma las decisiones en este lugar, así que... Lo que diga y deje de decir, es algo que me mantiene sin cuidado —sentenció Bonnet, dándole una última palmada en el hombro de Blaise antes de despedirse.

Terminó internándose en la soledad de los extensos corredores del edificio; a esa hora, los estudiantes ya debían estar en sus clases correspondientes, por lo que avanzó sin prisa por toda la estancia, dirigiéndose al lugar en donde se reuniría en un par de horas con algunos de sus alumnos para concretar una visita al cuartel militar. Accedió a hacerlo luego de la insistencia, tanto de los jóvenes, como de sus padres. Muchos de los que hacían vida en aquel lugar, pensaban que Zéphyr, de algún modo u otro, estaba relacionado con la milicia. Pero la verdad estaba muy lejana de esa posibilidad, a pesar del arduo entrenamiento que había tenido los últimos seis años.

Continuó con paso relajado, completamente distraído en sus pensamientos, recordando las palabras de Blaise. No pudo evitar sentirse molesto por la falta de cordura del nuevo profesor, con quien había tenido varias disputas, sólo porque a él se le daba la gana. Zéphyr hacía su mayor esfuerzo para ignorarlo, pero habían veces, cercanas al plenilunio, que deseaba volarle la cabeza de un escopetazo.

Suspiró con hastío al entrar en el Aula Magna, percatándose que había alguien más en ella. Por el aroma dulce que percibió en el ambiente, apenas al cruzar el umbral, supo que se trataba de una dama, algo poco usual en el College. Simplemente la observó en silencio y se aclaró la garganta de manera exagerada para que ella pudiera salir de su distracción. Era extraño ver mujeres en un lugar como lo era dicha institución, a pesar de los avances de la época, la mujer seguía siendo vista como simple adorno casero, algo con lo Zéphyr estaba en desacuerdo.

—Disculpe, señorita, ¿estaba esperando a alguien? ¿Quién la dejó entrar? —Inquirió al acortar la distancia que había entre ambos. Era apenas na jovencita, con un aura, nada común—. No es común tener damas en el College. No se ofenda, es tan sólo una pequeña observación que he hecho, y me parece curioso que esté por aquí.

por **Malka Shtisel** Miér Ago 10, 2016 8:36 pm

“Those who are easily shocked
should be shocked more often.”
― Mae West

Aquella interrupción la sorprendió mas de lo debido, dio un paso hacia atrás llevándose la diestra a la boca y chocando con el filo del escritorio cercano a ella moviéndolo un poco y provocando un chirrido que hizo eco en toda la habitación. Hizo una ligera mueca de dolor intentando no llamas mucho la atención, aquello dejaría una marca visible y nada agradable en su muslo.

―Ahm... - a penas si pudo parpadear cuando el quebrantador de su ensimismamiento ya estaba a pasos de ella. Se hizo un poco mas hacia atrás, casi sentándose sobre el escritorio. La invasión a su espacio personal la sacó de balance, mas aún que fuera tan sorpresivo. Tragó saliva y parpadeó varias veces frunciendo ligeramente el ceño -algo que solía hacer cuando la interrogaban- se aclaró la garganta y se enderezo, recuperando al menos un poco el control haciendo a un lado la sorpresa ―Entre yo sola, por la puerta principal - dijo segura, confiada, alzando el rostro ―Yo... - la duda la embargó nuevamente al encontrarse de lleno con aquellos ojos inquisitivos y misteriosos.

Aquella chispa tan característica de su carácter se encendió al escuchar su comentario; dejó de recargarse cruzando los brazos sobre su pecho ―No, no es común, pero tampoco esta prohibido - inspiró profundo para seguir retobando y allí fue cuando se percató, la sutil diferencia en el aroma que desprendía aquel hombre, el vello de su cuerpo se erizó.

Desvió la vista, extrañamente, era capaz de sostenerle la mirada a Oleg, esa que congelaba inclusive el tiempo, pero con el extraño delante de ella únicamente fue capaz de hacerlo por unos minutos. ―¿Llamará al guardia para que me saque? - intentó desviar la atención al hecho de ser una mujer dentro de un recinto educativo de tal alto nombre en el cual el alumnado estaba conformado exclusivamente de hombres. Dio un paso a la derecha, fuera del encierro entre el escritorio y el cuerpo del desconocido ― Porque cuando llegue estaba dormido, y junto a él había una bolsa de estraza con marcas de glaseado y un vaso que expedía un ligero olor a ron - sentenció con ese tono peculiar, seguro y rebelde que la caracterizaba.

por **Zéphyr C. Bonnet** Lun Sep 26, 2016 12:38 am

Quizás ella contaba con la suerte de que Zéphyr no se encontraba tan de pésimo humor en ese momento. De haber sido así, el trato, desde un principio, hubiera sido muy hostil, más no fue el caso. Sencillamente le causó cierta curiosidad al ver a una joven dentro de aquel edificio, pues, era un lugar exclusivo para hombres; si las damas deseaban acceder al conocimiento, tenían que hacerlo desde sus casas. Una completa estupidez, porque todos, indiferentemente de género y clase social, debían tener derecho a la educación; pero eso ya era otro asunto mucho más delicado. Ahora sólo se centraría en el porqué de su presencia.

Pudo detallar con mucho más precisión las facciones de la muchacha. No lo hacía por interés, sino, por precaución; era evidente que no había dejado esa costumbre atrás, y menos tratándose de lo que hacía a espaldas de todos. Las razones por las que Zéphyr estaba en ese instituto eran mucho más complejas de lo que cualquiera pensaría. Y de no ser por el estruendoso ruido del escritorio –que casi perfora su agudo tímpano–, hubiera continuado sumergido en sus pensamientos. Sólo hizo una mueca de desagrado por el sonido y sacudiendo un poco la cabeza, retomó de nuevo el hilo de la conversación, que él mismo había iniciado.

Dio otro paso hacia adelante, esta vez, con mayor seguridad. Llevó sus manos dentro de los bolsillos del abrigo y observó distraídamente todo el salón, incluyendo la caligrafía desvanecida de la pizarra.

—Entonces, entró sola... Interesante —murmuró, como si la respuesta no hubiera sido de su agrado—. Lo hizo sin medir mucho las consecuencias, ¿no es así? —La observó fijamente a los ojos. Y al cabo de unos segundos, sonrió—. No se preocupe, no la meteré en problemas. Pero para la próxima vez debería tener más cuidado.

Y pudo haber seguido aconsejándola, como lo haría con cualquiera de sus demás estudiantes; pero, las siguientes respuestas de la joven, lo hicieron callar por un par de minutos. Estuvo a punto de echarse a reír. Conocía al guardia, y lo perezoso que resultaba ser en algunas ocasiones; además, varias veces cubrió sus negligencias. Lo hacía por aprecio, y porque sabía, muy secretamente, que Franz era un hombre humilde con una familia numerosa que mantener. Zéphyr no tenía corazón para hacer que lo echaran del College. Él no era de ese tipo de personas. Así que, sabiendo lo que había ocurrido, debía hallar alguna alternativa para evitarle algún problema extra a Franz.

—Oh, ya veo. Eso quiere decir una sola cosa, y ya me parece saber cuál es. —Volvió a hacerle frente, dejándola sin escapatoria esta vez—. Usted se aprovechó del gran descuido del señor Franz para colarse. ¿Pensó en que si la descubrían lo iba a meter en problemas? Supongo que no. Y no, no supongo; sé que ni lo pensó dos veces —sentenció, cruzando los brazos, retándola con la mirada—. Tiene suerte de que la encontré yo y no otro profesor, porque hubieran botado a Franz. Y aunque no lo crea, y dude de ello, ese señor necesita el empleo. ¿Sabe porque se quedó dormido? Su hijo de seis años tiene una enfermedad terminal que está destrozando sus pulmones y ha estado desvelado toda la noche. —Bajó la mirada y negó varias veces—. Es joven, un poco suspicaz, y sobre todo, curiosa. Pero debería aprender a medir sus actos, señorita de nombre desconocido que quizás ha venido a ver a alguien a escondidas.

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