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por **Viola de Lesseps** Vie Nov 07, 2014 10:57 pm

Del diario de Antoine de Lesseps {Padre de Viola}

Mañana Viola cumple 16 años y he estado fabricando un perfume especial para ella, ya sé que siempre le regalo perfumes y le dedico cada conjugación pero este es especial ya que es una mezcla que hace muchos años intentamos con su madre hacerlo, mas cuando ella falleció nunca mas volví a seguir con la fórmula de “Passione” porque Viola es eso mi pasión y fue nuestra pasión, mi pequeña pelirroja, mi risitos de fuego. Hoy por la tarde encontré el papel donde habíamos escrito la receta.

Passione:
1 onza de violetas – un poco de amor como le llamaba mi esposa.
¼ de aceite de nuez – un cuarto de calidez.
Media cuchara de esencia de rosas blancas – Un poco de pureza.
Agusto esencia de frambuesas dulces – mucho de alegría.

Estaba incompleta, hoy he recreado aquel perfume pero le falta algo, le falta la consistencia de la cual a Viola siempre le digo, si tan solo estuviera mi amada me diría que es lo mejor, las horas pasan y esta por amanecer dormí un par de horas y en sueños apareció mi bella esposa con su sonrisa perfecta con su calidez y me dijo que le faltaba vitalidad. ¿Qué es la vitalidad? Entre tantas esencias que conozco no podía decidirme por cual hasta que escondida detrás del amareto encontré un frasco casi vacío con aroma a orquídeas, aquello era la vitalidad para ella y para mí. Luego de hacer todo el proceso conseguí el aroma a Passione del cual una vez habíamos soñado con tener.

Sonrei Al terminar de leer aquella hoja del diario de mi padre, en realidad ese perfume era delicioso, nunca lo dejo a la venta por que era exclusivo para mi, aun cuando normalmente rociaba mi cuello con aquella fragancia pero no lo queria solo para mi, era una exclusividad y por lo mismo Il Imagine tenia que tenerlo, un perfume de mi padre siempre era bien vendido y ya tenia compradoras seguras, siempre habian señoras que preguntaban por mi aroma, ese en especial ya era tiempo que saliera a la venta, antes de cualquier plagio. Tenia de todo, si, los ingredientes los tenia no era exclusivos pero juntos hacian una exquicitez de eso no habia duda ahora solo faltaba algo sumamente importante el frasco, el lugar donde enfrascaria quella alma inerte. Aguarde silencio en mi cabeza ante lo que habia pensado extraño, jamas en toda mi vida habia pensado en un perfume de aquella manera lo enfrascaria y dejaria cautivo en un cristal ¿Pero donde no si no era en un cristal unico? hice una mueca que la logre ver en una de las gelerias de vidrio.

Me acerque a una de ellas y tome un frasco en forma de gota y apreté el pompon para que saliera el aroma, un dulce y fuerte aroma a sándalo con gotas de naranjas un perfume que normalmente lo llevaban para las jovencitas de las casas, usado principalmente para niñas de dieciséis años si, normalmente les regalaban este perfume Une Vie Rose , Vida Rosada, el nombre perfecto para un perfume con tales características y con un color degradado por las especias y aceites ocupados. Aquello era lo que necesitaba para "Passione" un frasco perfecto que mezcle la calidez del perfume con la fuerza de su creador y la vitalidad de quien dio el ultimo consejo, mi madre. Mire el reloj las nubes cubrían París, típico de esta temporada pronto oscurecería, invierno... invierno.

Tenia dos horas para ir al mercado ambulante y volver para que me recogiera mi chófer, tome mi abrigo lo puse en mis hombros y salí de la perfumería dejando cerrado y una nota pegada en el vidrio por dentro que decía "Si no he vuelto espérame, August, fui al mercado" la nota era para mi chófer, siempre había la posibilidad de que me retrasara o no, pero había preferido prevenir siempre prevenir antes que lamentar el tener que darle una preocupación al viejo August. Camine por las calles, aun rondaba gente y mucha para la época y mas para el frió que comenzaba hacer. Era tarde para ir al mercado ambulante pero era un hecho que en estas fechas vendían menos y se quedaban pasada la hora de cierre solo por obtener unos francos mas para llevar a casa. Y como lo había pensado aun habían pequeños comerciantes, todos abrigados, tomando un buen café o alguna sopa caliente para apaciguar el frío latente, camine apresurada mirando los puestos, solo necesitaba un frasco, de no haber mas lo mandaría a reproducir a la India, tenia a mi casero que normalmente me encargaba los frascos y esta vez no seria la excepción... Agradecí que no estaba nevando ni mucho menos lloviendo tal vez mas tarde caería el aguacero, pero por mientras... solo había un frió polar, continué mi camino en silencio mas mi cabeza ideaba posibles frascos...

por **Iulia Petrescu-Avidité** Vie Nov 14, 2014 12:05 am

Mañana, dos días atrás...
La colonia de Iulia

Gritó…

¿Acaso eso en sus ojos era lo que llamaban patas de gallo?, su cuerpo tembló, las fuerzas que usaba Avidité se desvanecieron del cuerpo de Iulia y el espejo de mano se soltó en un desplazamiento suave de los dedos de la asesina. La caída fue lenta casi al compás de la eternidad que sintió la húngara mientras perdía su vista al vacío y enviaba sus pensamientos al abismo trágico de una existencia banal. Los lamentos del espejo retumbaron en la alcoba digna de una reina; los pedazos del cristal escandalosamente se esparcieron lo más lejos posible del que era un recipiente de piel con incrustaciones de plata, fue como si lo hicieran a propósito, como si clamaran a Iulia su atención, pero era imposible que saliera de su ensimismamiento. En sus ojos azules surcaba la desesperación y una agonía amenazaba en una tormenta de lágrimas que ella no dejaría salir; no lo permitiría porque de hacerlo lastimaría más su piel.

Su cuerpo volvió a temblar. y un nuevo gritó casi sepulcral abandonó la alcoba y se extendió por los pasillos hasta los mismo calabozos espeluznantes donde Avidité asesinaba y Iulia se bañaba en sangre. —¿Acaso las mujeres no son suficientes para saciar la sed de la juventud?, ¿será que no son virgenes?, ¿qué no son inocentes?… ¿o quizás no son hermosas?— por fin dijo con una voz espectral, una expresión para nada humana y sin embargo, sin ser aterradora. —Debe de ser eso, necesito a más jóvenes y más hermosas— cerró sus puños como los de un hombre cuando está ofendido y caminó al otro lado de la habitación para contemplarse. —Mis espejos me mienten— balbuceó al ver que su rostro estaba inmaculado, níveo y perfecto. —Pero yo sé la verdad, sé que estoy envejeciendo… Necesito más mujeres— afirmó y se plantó la idea de salir a cazar como Iulia, seducir y conducir a la muerte en la colonia a manos de Avidité,

Noche, dos noches atras...
La colonia de Iulia

Era una mujer pelirroja, hacía tiempo que no asesinaba a una. Julia pensaba que ellas podían ser la clave de que no sintiera que los años pasaban. Ya se había hecho a la idea de que ella continuaba joven pero sentía el tiempo y eso estaba causando un trauma. Aunque ahora quien se enfocaba en el ahora era Avidité, bajo su piel Iulia escogió un machete y le daba filo con un carrete mientras su víctima continuaba inconsciente a causa del cloroformo que usó la rubia cuando se acercaban a la “colonia”. Respiraba con fuerza exagerando su exhalación, ya era una costumbre como Avidité, podría decirse que ya eran dos personas, mas ambas personalidades se conocían e Iulia dominaba sobre los dos; después de todo Avidité actuaba en beneficio de la obsesionada dama de los dorados cabellos.

El machete deslumbró anunciando que estaba listo para desgarrar cualquier piel que se le pusiera enfrente. Estaba listo y Avidité lo sabía. Lo llevó a su frente para que a través de su máscara pudiera contemplar el brillo del filo y con sus dedos bajo los guantes de jardinero rozara la navaja. Totalmente enajenado por la simpleza del objeto en su mano no se percató de que la pelirroja había despertado y usando su habilidad así como controlando sus emociones se acercaba con un puñal a espaldas del que para ella era un monstruo y no la belleza que se encontró en los jardines botánicos. No fue el ruido que no existió quien alertó a Avidité, sino el maldito machete con su deslumbrante imagen igual al de un espejo. El instinto asesino fue superior a la supervivencia de la pelirroja y adelantándose a la que buscaba vivir, clavó el machete en el corazón empujando el ahora frágil cuerpo hasta la tina.

Iulia se quitó la máscara para cuando la pelirroja yacía muerte y como la lunática que era soltó golpes brutos y sentido, con el propósito de que la sangre que salía dispersa manchara su rostro. Así, con el cuerpo de la pelirroja ella se desnudó y se acomodó a un costado, abrazando al cadáver, frotándose su propio cuerpo con la sangre de la miserable.

Tiempo presente...
Mercado ambulante

No estaba vestida, estaba disfrazada de la mujer que no era. ¿Quién era?, solamente ella lo sabía y no era hipócrita, no tenía una máscara social que le hiciera negar us naturaleza. Ella era una asesina que se disfraza de un hombre enmascarado para dar muerte a doncellas y bañarse en su sangre. Por lo tanto, poseía dos rostro, el primero era aquel que llamaba Avidité, y el segundo consistía en la mujer que se bañaba en la sangre de las víctimas. Así, podría decirse que su disfraz era la mujer que asechaba dentro de la alcurnia para conseguir esas presas que sus verdaderos yo utilizarían para subsistir en una locura irrazonable socialmente.

Nadie podía negar que era hermosa y aquel día llevaba un rebozo negro y un anillo de matrimonio para hacerse pasar por una viuda, no quería recibir críticas porque una mujer de esa belleza no estuviera aún casada. Será una deshonra para sus padres podrían decir algunos o quizás toda la absurda sociedad. Había dedicado poco pensamiento a ello por lo que ya sólo se preocupaba por buscar a su próxima víctima. Ya estaba decidida a actuar más seguido, sabía que era arriesgado; ya había escuchado que se comentaba de un asesino serial y pronto tendría que marcharse, pero mientras no existieran las averiguaciones podía seguir haciendo de las suyas.

Fue ya entrada la tarde cuando la vio. Una pelirroja de una belleza superior a la de dos noches antes. Ésta poseía una melena cual fuego, sus ojos claros mostraban una vida exquisita. No era una mujer común, era una mujer de alta clase cuyo costo saldría demasiado caro. Iulia no era estúpida, sabía que si atentaba con una mujer con ese porte se metería en peligros porque esa dama no estaba sola, no podía estarlo, pero se convirtió en una condena… Avidité la quería, ya no se trataba de lo que sucedería, sino de que esa pelirroja era un capricho y los caprichos eran los que destruían el alma y ambos lo sabían.

Motivada por el sentimiento encontrado la siguió por un largo camino, no sabía porque estaba sola en ese momento, pero puso mucha atención a lo que hacía, lo que compraba, como lo pedía y como pasaba de largo. Analizaba cada acción para así saber como iniciarse. Pronto dedujo que buscaba frascos, esta era la primera ocasión en que Iulia visitaba un mercado y para su suerte se adelantó a la pelirroja y tomó un frasco. —¿Pero como me dices que cuesta tanto?— reclamó al comerciante. —No me acuse de no saber, que razón tiene al llamarme foránea, mas no le permito que me hable de esa forma por la ingenuidad. Mejor oriénteme que necesito más de un frasco— dijo cuando la pelirroja llegó hasta ellos.

por **Viola de Lesseps** Sáb Nov 29, 2014 12:42 am

Esencia
Iulia - Viola

¿Cómo se hace única la pieza donde el alma pueda ser el recuerdo de una vida entera?, aquella pregunta no era de mi propiedad, sino más bien una de las tantas hojas del diario de mi padre comenzaba con aquel cuestionamiento sin respuesta propia, al margen salía una pequeña nota que decía, “El frasco no es único, único es el frasco”, yo debería saber la respuesta, cosa que no era cierto. Pase saliva acomode mi abrigo y seguí caminando, llevando mis pensamientos al límite, y no era que los tuviera con el tiempo había aprendido que los limites eran obstáculos que cada persona se ponía para ocultar algo, ¿Mis limites? El pensamiento… la realidad, tal vez un sueño. No acostumbraba a poner mi atención en las personas a mi alrededor, más bien en los aromas que cada uno emanaba, desagradables, repulsivos, cálidos, suaves, exquisitos, cada ser tenía dos aromas, uno el que emanaba de su piel, de su esfuerzo, el natural y el otro aquel que cautivaban sus sentidos, uno con el que se sintieran cómodos, libres, que les daba aquella gota de personalidad que muchas veces necesitaban. Como existían personas con el paladar fino, yo tenía un olfato sensible, tal vez único un pequeño don que me habían regalado.

Inspiré y una serie de aromas llenaron mis sentidos, la mezcla de un todo donde era posible separar olores, de todos tipos, mas uno que dejo una estela rodante había llamado mi atención, extraño y misterioso, lo había sentido antes… pero no recordaba donde. Llegue al puesto de mi casero sonreí ampliamente de que aun estuviera ahí, tal vez a mi espera, tan solo tal vez. Di una mirada rápida a los frascos exóticos que estaban de muestra y las palabras de la dama llamaron mi atención me detuve al mirar cual pieza sostenía, no podía decir si era enfado o molestia o simplemente nada. Me dedique en la expresión que tenía el comerciante sonreí, le hice un gesto amable al vendedor, ya que él poco entendía el Francés, su hijo era el encargado del dialogo con los nosotros los compradores. – Excúseme, madeimoselle – mi voz salió cálida como mis intenciones – Rajaáh, no habla nuestro idioma – sonreí y le hice una seña a él para que se tranquilizara y para poder yo ayudar a la dama, aun me parecía extraño que no la conociera, ni ubicara, tenía fe de conocer a todos los perfumistas de esta zona de Paris. – Dígame usted para que necesita los frascos y yo la guía en la compra correcta – me dirigí a Raj y en su idioma, Hindi* le aclare lo que estaba ocurriendo. – Cada frasco dependiendo su uso tiene una forma, densidad y largo adecuado – explique mientras tomaba uno similar al que ella sostenía, lo inspeccione unos momentos y añadí – Este como el que sostiene, sirven para todo tipo de aceites – y claramente no solo de grasas, sino aceites de flores u de otro material orgánico, me dije para mí en mi cabeza.

Al terminar de hablar note, que me había entrometido de forma liberal en su compra y accedí aguardar silencio, al final de cuentas la joven necesitaba varios frascos, como yo, pero ella había llegado antes así que era tiempo de ella de preguntar, solo estaba siendo educada, a fin de cuentas yo solo por el momento venia por algo especial y el tiempo no era lo suficiente como para hacer vida social, ni por la hora, ni por el lugar.

*Hindi: idioma de la india.

por **Iulia Petrescu-Avidité** Lun Dic 01, 2014 1:31 am

No fue Iulia la que escuchó las palabras, fue Avidité quien analizaba el tono y la intención de la pelirroja. Se mantuvo callada, dejando a la vista una amable sonrisa. Suerte. Julia nunca había tenido problemas para encontrar víctimas y llevarlas al terreno de Avidité, y aunque aún no conseguía nada de la pelirroja, supo por donde podría iniciar; las mujeres muertas siempre dejaban en Iulia un nuevo conocimiento, por lo que no solamente era culta en el estándar de su clase, sino también a nivel del populacho y eso le ayudaba a descifrar algunos enigmas. En este caso, la pelirroja debía tener un amplio conocimiento a lo que refiriera a perfumes, ya sea que se tratara de una perfumista, o una coleccionista, o una aficionada; no podía a ser una aprendiz ¿o sí? Como fuere si de lo mucho que había aprendido era que no podía descartar nada y mucho menos la posibilidad de que ella debiera tener alguien especial. Por el perfume que llevaba en su piel y sus ropas elegantes, por su modo de haberse dirigido a Iulia y por la rectitud de su cuerpo; ella era una mujer de clase alta y éstas bien sabía Avidité no debían de ser llevadas a la tina de Iulia, mas la rubia cegada por la belleza de la pelirroja y la imagen de las patas de gallo que su cruel espejo le mostró anunciándole el envejecimiento, la muerte de su belleza y la presencia de la monstruosidad de su corazón que bien sabía ella era retorcido y grotesco, tal como la máscara de Avidité. Pronto, la imagen de esa máscara que tanto terror daba a sus víctimas le dio terror a ella, sí, la cruel vida hará del rostro joven de ella, el rostro de la máscara; ella se convertirá en Avidité y ahora sería Avidité quien viviría en la realidad con un rostro propio.

El silencio que Iulia había decidido prolongar, se extendió más de lo que ella había planeado. Así que cuando se descubrió atrapada en un ensimismamiento, reaccionó como si no le hubiera escuchado. Contempló los ojos azules de la pelirroja y encaprichada se dijo para sí que la tendría, ella bañaría su cuerpo pese a que Avidité, su consciencia, le dijera que no. —Oh, lamento haber importunado a un hombre que comparte conmigo el ser extranjeros. Por favor gentil dama, hágale saber mi sentimiento de culpa y brinde mis disculpas a tan honroso hombre que desde lejos nos proporciona un material que no se consigue con facilidad— dijo desviando su mirada al hombre y le otorgó una sonrisa. Después, regresó a ella. —Le agradezco mucho su intervención, oh que villanía la mía con este hombre— señaló discretamente al hombre y asintió a la pelirroja acentuando aún más su hipócrita fachada de estar arrepentida, y es que aunque realmente desconocía que aquel hombre no hablara francés ahora poco le importaba.

—Un perfumista me recomendó cambiar su exquisito perfume a otro frasco, pues dice que la esencia se transforma y enaltece. Miré que lo dudé y esperaba que este buen hombre, si sabía algo al respecto me lo hiciese saber. Mas ahora realizaré el procedimiento después de comprar un par de perfumes, que no pretendo arriesgar la fragancia de mi perfume— ese había sido el diálogo perfecto, así sabría el oficio de la pelirroja (si acaso lo tenía), o simplemente descubriría un dato que facilitaría su labor.

Dejó que naciera un silencio que hizo prolongar, luego miró el frasco que tenía en su mano. —Aceites— susurró como un mensaje a que ella se ofreciera a desenmascarar la mentira tejida en otra mentira o la afirmara si es que Iulia había acertado como muchas veces ocurría pese a desconocer totalmente un tema.

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