Just the two of us or not? [priv - Mara]

por **Benvolio D'Argouges** Mar Nov 11, 2014 2:28 pm

¿Cuántos años habían pasado desde que la recogió de aquella choza en ruinas? Tenía en cuenta que no deseaba la muerte si no era al lado de su princesa. Ella había sido la única fiel a su lado, la que había permanecido sin descanso soportándole cada lamento y cada alegría. Por ella daría su vida si dependiera de ello. Esa noche, estaban solos nuevamente. Observaba como su hija, ahora con su apellido jugaba con una de las muñecas que recién le regalo. Podría haber una muchacha de quince años en un cuerpo de una niña de 7 u ocho años de edad, siempre estancada, con la sabiduría de un anciano tras haber vivido toda una vida en ese estado.

La eternidad podía verse en sus ojos, en la tersidad de su piel como una de sus muñecas – Princesa –Dijo seco el vampiro que se acercaba a ella, el vampiro que la cuidaba como su padre, el que le dio su apellido para protegerla sobre sus brazos y su nombre – Tuve una idea – Estaba seguro que si ideaban una lista juntos, podrían llegar a algo – Quiero que hagas una lista conmigo de cómo quieres que sea tu mama –Había pasado demasiado tiempo con él. Bien sabía que estaba cansada de demostrarle que podía hacerle hermosos peinados cuando realmente no la satisfacía del todo cuando él pretendía halagar. Se sentó al lado de Mara.

Sería la hora de tener una familia completa.

Completando el trio, completando quizás el hueco con otro hermanito, quizás con alguien más en la familia - ¿Y me preguntaba, un hermano menor también? ¿Una familia para nosotros? –Acariciaba con lentitud aquel cabello angelical de su hija que a pesar de volver a cortárselo, volvía a quedársele como en el principio. Los vestidos y demás accesorios no demostraban más el amor que tenía hacia ella pues ya se convirtieron en meros objetos cotidianos. Las muñecas no supo si ya eran de su agrado pero bien sabía que él podría hacerla mayor en una de sus visiones. Él deseaba hacerlo. Deseaba complacerla ya que de lo lista que era su princesa, sabía que se habría dado cuenta de que no…crecería jamás. Que se quedaría eternamente así y que podría causarle dolor al volver a la realidad.

Que crueles fueron aquellos que la convirtieron ¿No pudieron dejarla crecer aunque fuera diez años más? O haberla dejado humana para que pudiera tener una vida normal y a la edad que el precisara la habría convertido en una de su propia sangre, en una igual a él. En un vampiro con su sangre dentro aunque ahora mismo ese tema era bastante diferente. Tendría la sangre de aquellos quienes la convirtieron, tenía la de él en el interior de ella y la de otros que ella habría ingerido en sus noches de caza. Recordando y recordando recordó que no debió dejarla desatendida. Aquello le hizo sentirse mal, se reconfortó propinando un beso en la frente de aquella que era ahora su hija.

– Mi hija….mi hermosa hija….-Con una mano seguía acariciando los cabellos de Mara y en un momento iba a sentarla sobre su regazo pero en vez de eso, se levantó para coger pergamino, la tinta y la pluma – Princesa, nos falta la mama de la familia –Sonrió – y para ello tenemos que formar un buen equipo…un buen equipo para dar lo mejor de nosotros y encontrar alguien buena y gentil ¿Qué te parece? –Suspiro intentando que reaccionara - ¿Mara? –Presto atención a lo que hacía – y que nos quiera mucho….-Comenzó a acariciar aquellas mejillas rosadas con el dorso de su fría mano, transmitiéndole afecto a su pequeña.

por **Mara Kennie D'Argouges** Vie Dic 05, 2014 6:55 pm

“ Se vive y se aprende. O no se vive mucho.”
— Robert Heinlein

Era la historia nunca contada, guardada en las tinieblas. ¿Las bestias también tenían corazón? Posiblemente si, cuidaban con recelo a las personas importantes para ella, eso hacia aquel hombre que en un acto de humildad hacia decidido sacar de la oscuridad a una niña totalmente perdida del mundo. Aquella pequeña de ojos grandes y cabello hermoso, no era como su cuerpo la demostraba, en su mente había más recuerdos de los que un infante de esa edad podría soportar. Su juventud era eterna y por tal hecho esa sería su maldición de por vida, algo que su nuevo padre debía confrontar cada día junto a su lado.

Gente iba y venía, ella terminaba olvidándolos, tal vez porque a la final solamente había en su corazón y mente, memoria para los realmente importante para ella; los que realmente se deben quedar a su lado. Era beneficiada por los bellos regalos que parecían no tener fin, juguetes diferentes eran entregados todas las noches y ese simple acto, llenaba momentáneamente un pequeño vacio que nunca terminaría por llenarse completamente, igual que sus memorias perdidas en el tiempo.

Oyó el llamado del mayor y como fiel compañera salto de su círculo de juego para poder ir a su lado. Dio pequeños saltos hasta que el la tomo en sus brazos y la guio explicándole el nuevo juego que tenía planeado para ellos dos — Suena divertido — dijo mostrando interés en la tinta que cubría la punta de la pluma — ¿Sera como una muñeca más grande con la cual podamos jugar? — pregunto con cierta inocencia. Trato de tocar la punta en donde parecía querer gotear un poco de aquel líquido negro, pero su padre lo impidió y ella realizo un leve puchero ante tal negación.

— ¡Padre! — Reclamo pataleando un poco — Déjame, yo quiero intentar escribir las cualidades que me gustaría en la nueva muñeca — rio suavemente — ¿Y cuando nos aburramos de ella? ¿Nos la comeremos como a las otras? — en sus palabras no había malicia, porque no conocía el significado de tal término. Para ella era normal alimentarse de seres semejantes a ella.

por **Benvolio D'Argouges** Jue Dic 11, 2014 6:46 pm

La verdad es que no la entendía a veces. Lo que quería para ella, solo era buscar una madre que pudiera ofrecerla un lado femenino en el que poder expandirse y no con batallitas de soldados. Tuvo que reírse un poco para poder entender que todo podría ser una broma. En cambio, para sí mismo lo que escuchaba de los dulces labios de su hija tenía que ser una broma. Sí, eso debería de ser – Mara…No es una muñeca….-Suspiro- Verás, soy tu padre…-se sentó en una silla que había cerca y cruzo las piernas con los brazos cruzados sobre sus rodillas- Y me doy cuenta que no solo te es suficiente conmigo, es decir, que sinceramente necesitas la imagen materna para poder completarte….-suspiro

– Eres perfecta -se inclinó hacia delante apoyando los brazos en sus rodillas – pero por ejemplo, sabes que mi trabajo es a veces peligroso, y no quiero dejarte sola nunca más para que no vuelva a pasar aquello que pasó ¿te acuerdas? –Le hizo recordar aquella noche que los inquisidores o unos cazadores la querían para un botín extraño - Eres todo lo que tengo Mara y siempre serás la primera mujer a quien ame, pero…..-Chasqueo la lengua para después tener que levantarse y acercarse a Mara – necesito estar con alguien que pueda cuidarte y en que pueda confiar, que no te haga ningún daño o te vuelva a pasar lo del otro día – Le acaricio sus cabellos dorados en los que enredo un poco sus dedos, después se separó demostrando que quería estar mas centrado en la lista que tenía que hacer para al menos no guiarse, sino imaginarse a alguien que pudiera tener lo que buscaba.

Entonces cayó en la cuenta de una de sus antiguas compañeras de una misión hace tiempo. Si, hace tiempo que no la ve. Era demasiado impulsiva con la alquimia a escondidas, debajo de los sótanos del vaticano y seguramente en alguna sede eclesiástica ella tendría su propio laboratorio.

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