AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
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Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
por Guillermie/Mike Lanington Dom Nov 16, 2014 9:57 am
“Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo.”
— Armando Palacio Valdés
— Armando Palacio Valdés
Odiaba alejarse de Mike, pero era necesaria tal acción. Desde que habían estado casados; ya has más de 20 años. Nunca le había comentado sobre su participación en la salvación de pobres mujeres acusadas de brujería. La inquisición iba de pueblo en pueblo por todo lo ancho y amplio, de cada uno de los países europeos en donde tenían autoridad, dejándose llevar por la locuras del actual papa, quien estaba siendo partidario de la caza de brujas. Poca gente conocía su lazo de sangres mágicas, ella viajaba largas horas hasta los pequeños pueblos, en donde sus informantes le notificaban que se haría una “Caza de brujas”. Mike siempre estaba ocupado en sus cuestiones reales, no quería molestarlo con tales aventuras, por suerte su amado esposo le dejaba satisfacer todos los caprichos que ella tuviera, sin preguntar mucho, pues él sentía que todo lo que ella anhelará debía obtenerlo. Aunque esta no le contase, lo que él no sabía, era que ella, siempre mantenía, cierta protección mágica, que impedía que alguien pudiera saber sobre su paradero exacto y sus intenciones, las cuales eran notablemente secretas, no quería perjudicar ni a ella ni al status de su marido.
Había ido con dos jóvenes, que la ayudaban en sus labores, se había hospedado en una bella mansión, cerca del próximo pueblo a atacar. Todo parecía tener un aire placido y tranquilo, pero ese no sería un lugar pacifico para siempre, pronto el infierno se desataría. Desde muy temprano, antes que el sol se pusiera en el horizonte. Las jóvenes doncellas comenzaron a hacer su trabajo, vistieron con elegantes atuendos a la señora Lahingthon y prepararon todo para su salida, pero cuando se disponían a acompañarla, Guillermie negó su salida, ella ira sola, cuando abrió la puerta, habían dos hombres, con porte serio, frente a la puerta, explico tranquilamente a las jóvenes que ellos la acompañarían en esa noche, por cuestiones de seguridad, no podían venir. — Si me llego a enterar que algo salió de sus labios, les quitare sus cuerdas vocales para dejarlas mudas — advirtió con seriedad, para luego dejar que una amplia sonrisa se dibujara en sus labios. Las jóvenes temblaron, no sabía cómo lo podría hacer, pero lo haría, así que era mejor guardar silencio y hacer como si nada hubiera ocurrido.
El viaje fue algo pesado, pero no importo, se reguardaba del frio con una capa, con capucha, que ocultaba su rostro muy bien, sus manos también estaban cubiertas por unos guantes de color negro y el vestido que poseía, no era negro, pero se trataba de un juego de colores oscuros, como el gris y el morado, que hacía que pasara desapercibida en la noche. El papa ya le había informado que dos inquisidores muy allegados al papa, estaban dirigiendo la cruzada de aquella noche. Organizarían una quema de brujas en medio de la plaza, en donde todos los pueblerinos y vecinos de los demás pequeñas aldeas estarían presentes, entonces ella también estaría allí.
- nuestra vida:
Guillermie/Mike Lanington- Hechicero/Realeza
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Re: Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
por Hans Ortolani Miér Dic 10, 2014 10:55 am
El inquisidor bajaba por la escalinata de piedra de la iglesia. En estos tiempos los sótanos eclesiásticos se habían convertido en cárceles improvisadas para los acusados de brujería, acusados y condenados realmente, a nadie a quien se le acusa de estas cosas tiene un juicio propio o una defensa real, simplemente se le quemaba. En muchas ocasiones estas acusaciones de hechicería o brujería no eran más que tonterías sin fundamento, pero de vez en cuando una autentica bruja caía bajo las llamas.
Un hombre encapuchado seguía al inquisidor, un par de pasos por detrás. Aunque no se podía distinguir en la oscuridad, la sonrisa del encapuchado era amplia, casi tanto como la cara de preocupación del inquisidor. Un sonoro crack sonó cuando el sacerdote abrió la puerta del sótano, donde estaban encerradas todas las chicas a las que iban a prender fuego esta noche.
Un puñado de jóvenes estaban maniatadas en ese sótano, las ropas rasgadas eran un testigo de las atrocidades que seguro habían hecho los soldados con estas chicas, vivimos en un mundo cruel. El sacerdote se movía a espasmos, intentaba defenderse, pero era un hombre de moral y mente débil, demasiado para poder siquiera suponer un reto para el control del encapuchado.
El inquisidor empezó a bajarse los pantalones, algunas chicas se estremecieron solo al ver este movimiento, temerosas y llenas de recuerdos oscuros, desconocedoras del control que ejercía sobre él el encapuchado, en un momento el sacerdote saco un cuchillo de su túnica, y con la cara de pánico, soltando gritos mudos comenzó a clavarselo en el pecho, una y otra vez, hasta que cayó fiambre en el suelo.
-Eso pasa por intentar aprovecharse de una chica desesperada.- dije mientras retiraba la capucha de mi cara, tomando una fuerte bocanada del viciado aire de la sala. Muchas de las chicas lloraban de miedo, esto no era lo que habitualmente sucedía en estas circunstancias.-Hoy teneis bastante suerte queridas amigas, vengo a ofrecerles un trato que espero que querais aceptar.- No era la primera vez que hacía algo parecido a esto, este era un buen lugar para conseguir lacayos fieles. Gente para que fuera por las calles a informarse de todos los bulos y chismes de la ciudad, mendigos que recaudaban información, un gran oido en la gran ciudad que en cierto momento podía convertirse en un brazo "ejecutor". La gente encarcelada es facil de controlar, siempre hay algo con el que mantenerlos controlados
Un hombre encapuchado seguía al inquisidor, un par de pasos por detrás. Aunque no se podía distinguir en la oscuridad, la sonrisa del encapuchado era amplia, casi tanto como la cara de preocupación del inquisidor. Un sonoro crack sonó cuando el sacerdote abrió la puerta del sótano, donde estaban encerradas todas las chicas a las que iban a prender fuego esta noche.
Un puñado de jóvenes estaban maniatadas en ese sótano, las ropas rasgadas eran un testigo de las atrocidades que seguro habían hecho los soldados con estas chicas, vivimos en un mundo cruel. El sacerdote se movía a espasmos, intentaba defenderse, pero era un hombre de moral y mente débil, demasiado para poder siquiera suponer un reto para el control del encapuchado.
El inquisidor empezó a bajarse los pantalones, algunas chicas se estremecieron solo al ver este movimiento, temerosas y llenas de recuerdos oscuros, desconocedoras del control que ejercía sobre él el encapuchado, en un momento el sacerdote saco un cuchillo de su túnica, y con la cara de pánico, soltando gritos mudos comenzó a clavarselo en el pecho, una y otra vez, hasta que cayó fiambre en el suelo.
-Eso pasa por intentar aprovecharse de una chica desesperada.- dije mientras retiraba la capucha de mi cara, tomando una fuerte bocanada del viciado aire de la sala. Muchas de las chicas lloraban de miedo, esto no era lo que habitualmente sucedía en estas circunstancias.-Hoy teneis bastante suerte queridas amigas, vengo a ofrecerles un trato que espero que querais aceptar.- No era la primera vez que hacía algo parecido a esto, este era un buen lugar para conseguir lacayos fieles. Gente para que fuera por las calles a informarse de todos los bulos y chismes de la ciudad, mendigos que recaudaban información, un gran oido en la gran ciudad que en cierto momento podía convertirse en un brazo "ejecutor". La gente encarcelada es facil de controlar, siempre hay algo con el que mantenerlos controlados
Hans Ortolani- Hechicero Clase Alta
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Re: Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
por Guillermie/Mike Lanington Miér Ene 07, 2015 7:17 pm
El cochero se detuvo cuando debió hacerlo, Guillermie retiro la capa que cubría su rostro mientras, bajaba con cierta imprudencia de del carruaje, no había esperado que el cochero viniera a ayudarla como era de esperarse. Cuando sus pies tocaron el piso sintió la energía común de un pueblo de montaña, hasta podría decirse que no había mucha diferencia energéticas, suponiendo que habría una quema de brujas muy pronto. Todo parecía mucho más extraño de lo que se había pensado, por unos momentos un extraño miedo la invadió, estuvo a punto de dar media vuelta y retirarse, pero su orgullo la detuvo en ese lugar, si caminaría para algún lado seria hacia adelante.
Pronto sus sospechas fueron confirmadas cuando vio varios oficiales corriendo de aquí para allá como si algo hubiera salido mal. Suspiro aliviada, al menos ningún inocente había sido quemado injustamente. Aun así no dejaba se sentir que había algo raro en el ambiente y decidió darse un pequeño paseo por el pueblo — Vuelve a las tres — le ordeno al cochero, quien asintió y se retiro como eran los deseos de la dama. Ella caminaría por el lugar, estudiando mientras se trataba de pasar por una simple chismosa que también había venido a presenciar el acto que parecía haberse estropeado.
Termino deteniéndose en un pequeño puesto de frutas, que lo atendía una mujer de rostro cansado y cabello oculto en una pañoleta, algunos mechones salían de su improvisado peinado, se podían ver un rojizo el cual intentaba ocultar, Guillermie ladeo su rostro, mientras señalaba las frutas que deseaba — ¿Qué ha pasado con el pueblo? — Pregunto a la frutera mientras esta recogía las seleccionadas — Se ve un poco agitado — comento. La chica se alzo los hombros, escudándose de tener que atender otros asuntos y antes que Guillermie pudiera apreciar la huida de la chica, alguien estaba detrás de ella. La mujer mayor se giro, encontrando poco espacio personal, lo que la hizo bufar — que imprudente… ¿Acaso no sabe respetar el especio vital de los demás? — ella no era una mujer de retroceder y en ese momento no lo haría.
Pronto sus sospechas fueron confirmadas cuando vio varios oficiales corriendo de aquí para allá como si algo hubiera salido mal. Suspiro aliviada, al menos ningún inocente había sido quemado injustamente. Aun así no dejaba se sentir que había algo raro en el ambiente y decidió darse un pequeño paseo por el pueblo — Vuelve a las tres — le ordeno al cochero, quien asintió y se retiro como eran los deseos de la dama. Ella caminaría por el lugar, estudiando mientras se trataba de pasar por una simple chismosa que también había venido a presenciar el acto que parecía haberse estropeado.
Termino deteniéndose en un pequeño puesto de frutas, que lo atendía una mujer de rostro cansado y cabello oculto en una pañoleta, algunos mechones salían de su improvisado peinado, se podían ver un rojizo el cual intentaba ocultar, Guillermie ladeo su rostro, mientras señalaba las frutas que deseaba — ¿Qué ha pasado con el pueblo? — Pregunto a la frutera mientras esta recogía las seleccionadas — Se ve un poco agitado — comento. La chica se alzo los hombros, escudándose de tener que atender otros asuntos y antes que Guillermie pudiera apreciar la huida de la chica, alguien estaba detrás de ella. La mujer mayor se giro, encontrando poco espacio personal, lo que la hizo bufar — que imprudente… ¿Acaso no sabe respetar el especio vital de los demás? — ella no era una mujer de retroceder y en ese momento no lo haría.
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Guillermie/Mike Lanington- Hechicero/Realeza
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Re: Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
por Hans Ortolani Vie Ene 09, 2015 8:13 am
Esta vez la cosa había ido más rápido que de costumbre. Las chicas había cooperado muy rápido. Uno nunca debe dejar huellas cuando comete uno de estos actos, pues si no uno se puede enfrentar a una persecución contra uno. La historia que salía de allí era siempre la misma, el sacerdote bajaba a las celdas para relajarse con una de las jóvenes que se iba ejecutar, pero ésta conseguía en medio de su desesperación y los golpes que propinaba el sacerdote clavarle la daga al eclesiástico, lo que permitía a las jóvenes irse del lugar. Alguien tenía que corroborar esa historia, alguien debía ver que la joven le apuñaló, alguien debe ver los destrozos. Una de las chicas tenía que quedarse, golpeada e inconsciente con el cuchillo en la mano, para ser finalmente ajusticiada y prendida fuego en la hoguera. Una vida por 8, era un trato justo. Normalmente las jóvenes no les gustaba esto, pero siempre había alguna que en su desesperación golpeaba a una débil joven hasta su casi muerte. Esta vez fue incluso mejor, cooperaron para dejar conmocionada a una sola.
Salimos de allí rápido, donde algunos de mis esbirros nos estaban esperando. Ellos serían quienes las llevarían a la ciudad. En caso de que los encontraran, no quería que hubiera relación conmigo. Yo me iba por otro lado. Probablemente no todas llegaran bien paradas, esos era hombres brutos, pero era mejor que la muerte.
Ya caminaba por el centro de la ciudad, los gendarmes corrían de un lado al otro, buscando a las jóvenes que acababan de huir, probablemente no las encontrarían. A lo lejos pude ver a una mujer mayor, con un oficial a su lado. Pareciera que la mujer estaba experimentando problemas, probablemente ella tampoco era del pueblo y eso era sospechoso ahora, por suerte hoy estaba en modo ayudar a la gente. Me acerqué al guardia y cogiéndolo del hombre me dirigí a la mujer.- Disculpe madre, siento haberla tenido aquí esperando.¿Hay algún problema oficial? Mi nombre es Flukerford y soy uno comerciante de telas que vino aquí por el mercado y el bullicio del espectáculo de hoy. ¿Acaso mi anciana madre le ha causado algún problema?.- dije riéndome un poco, haciendo ver que eso debía ser imposible. Supongo que este perfil de mujeres siempre me hacía sentir lástima, si mi madre viviera probablemente tuviera esa edad
Salimos de allí rápido, donde algunos de mis esbirros nos estaban esperando. Ellos serían quienes las llevarían a la ciudad. En caso de que los encontraran, no quería que hubiera relación conmigo. Yo me iba por otro lado. Probablemente no todas llegaran bien paradas, esos era hombres brutos, pero era mejor que la muerte.
Ya caminaba por el centro de la ciudad, los gendarmes corrían de un lado al otro, buscando a las jóvenes que acababan de huir, probablemente no las encontrarían. A lo lejos pude ver a una mujer mayor, con un oficial a su lado. Pareciera que la mujer estaba experimentando problemas, probablemente ella tampoco era del pueblo y eso era sospechoso ahora, por suerte hoy estaba en modo ayudar a la gente. Me acerqué al guardia y cogiéndolo del hombre me dirigí a la mujer.- Disculpe madre, siento haberla tenido aquí esperando.¿Hay algún problema oficial? Mi nombre es Flukerford y soy uno comerciante de telas que vino aquí por el mercado y el bullicio del espectáculo de hoy. ¿Acaso mi anciana madre le ha causado algún problema?.- dije riéndome un poco, haciendo ver que eso debía ser imposible. Supongo que este perfil de mujeres siempre me hacía sentir lástima, si mi madre viviera probablemente tuviera esa edad
Hans Ortolani- Hechicero Clase Alta
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Re: Angeles de la primavera & demonios del verano || libre
por Guillermie/Mike Lanington Jue Feb 26, 2015 6:45 pm
Parecía que era muy notable que la bruja fuera una forastera. La inquisición no respetaba edad ni estatus social, cuando deseaban obtener algo pasaban por encima de cualquiera sin pensar en sus consecuencias. Aquel hombre parecía ser algún tipo de oficial que buscaba información sobre los posibles secuaces que habían improvisado el audaz rescate de las jovencitas, algo que Guillermie no tenía la más absoluta idea, pero al ser una desconocida en un pueblo en donde todos eran conocidos llenaba de grandes sospechas su presencia.
Pero antes de poder enfrentarse a pico y pala con el hombre, la sujetaron del hombro y con cierta ágil sutileza la hicieron retroceder hasta estar detrás de un cuerpo masculino — ¿Madre? — susurro sin caer encuentra en el juego. Su rostro parecía confundido, pero pronto trato de cambiar su aire para seguirle el hilo al joven. ¿Anciana? La había llamado anciana, Guillermie sabía que no estaba en sus años de más juventud, pero llegaba irritarle esa palabra. Bufo de por debajo, mientras aceptaba que era una forma de ayudarla, pero se estaba pasando, ella aun no llegaba a los 70 años de edad.
—Ay hijo, yo siempre dándote problemas, yo solamente quería unas flores… unas frutas ¿Qué era lo que vendías tu querida? — siguió el juego con agilidad. El hombre pareció comerse el cuento de que era una mujer anciana y un poco loca que ni recordaba porque había estado en ese lugar en primera instancia. Los dejo tranquilos, siempre habían comerciantes viniendo y yendo, pero le advirtió al joven que mantuviera a su madre cerca de él para que no se le perdiera.
Cuando estuvieron solos, Guillermie suspiro dejando salir toda la tensión que había en su cuerpo y se dedico a arreglar sus guantes blancos y de encajes que se había resbalado un poco por culpa del calor de su palma — Por simple cortesía debo agradecer su ayuda, aunque realmente nunca la necesite — dijo con suavidad. Sus labios se retorcieron un poco, recordaba que le había dicho vieja y eso era una ofensa para ella — No soy una indefensa “anciana”… puedo defenderme sola — bufo para ella misma. Alzo la mirada cuando termino de arreglar aquellos detallitos que podrían verse mal; aunque realmente en un día como este nadie lo notaria — ¿No se ha preguntado cómo alguien como yo puede estar sola? — Sonrió ampliamente, con un aire pícaro que le hizo iluminar y quitar unos cuantos años menos de su rostro
Pero antes de poder enfrentarse a pico y pala con el hombre, la sujetaron del hombro y con cierta ágil sutileza la hicieron retroceder hasta estar detrás de un cuerpo masculino — ¿Madre? — susurro sin caer encuentra en el juego. Su rostro parecía confundido, pero pronto trato de cambiar su aire para seguirle el hilo al joven. ¿Anciana? La había llamado anciana, Guillermie sabía que no estaba en sus años de más juventud, pero llegaba irritarle esa palabra. Bufo de por debajo, mientras aceptaba que era una forma de ayudarla, pero se estaba pasando, ella aun no llegaba a los 70 años de edad.
—Ay hijo, yo siempre dándote problemas, yo solamente quería unas flores… unas frutas ¿Qué era lo que vendías tu querida? — siguió el juego con agilidad. El hombre pareció comerse el cuento de que era una mujer anciana y un poco loca que ni recordaba porque había estado en ese lugar en primera instancia. Los dejo tranquilos, siempre habían comerciantes viniendo y yendo, pero le advirtió al joven que mantuviera a su madre cerca de él para que no se le perdiera.
Cuando estuvieron solos, Guillermie suspiro dejando salir toda la tensión que había en su cuerpo y se dedico a arreglar sus guantes blancos y de encajes que se había resbalado un poco por culpa del calor de su palma — Por simple cortesía debo agradecer su ayuda, aunque realmente nunca la necesite — dijo con suavidad. Sus labios se retorcieron un poco, recordaba que le había dicho vieja y eso era una ofensa para ella — No soy una indefensa “anciana”… puedo defenderme sola — bufo para ella misma. Alzo la mirada cuando termino de arreglar aquellos detallitos que podrían verse mal; aunque realmente en un día como este nadie lo notaria — ¿No se ha preguntado cómo alguien como yo puede estar sola? — Sonrió ampliamente, con un aire pícaro que le hizo iluminar y quitar unos cuantos años menos de su rostro
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