De Bordeaux: Primer encuentro

por **Vibeke de Bordeaux** Dom Dic 07, 2014 7:56 pm

"Este es el principio de la guerra. Y este encuentro nuestro ajedrez"

La maldición hecha carne inmortal perpetró Paris sin derecho alguno, pero como si todo le perteneciera. Caminó por sus calles, se alimentó de sus gentes, se adueñó de sus territorios y como si eso no le bastara, amenaza con una guerra que dejará muertos sin culpas y que no pertenecen a de Bordeaux o d’Auxerre. Era de esperarse, puesto que desde el año quinientos, la sangre de muchos fue inundada de un irracional odio que trascendió generaciones a pesar de haber surgido de una amistad que prometía más que eso.

Un líder sin rostro se pasea cerca, cita miembros repartidos en diferentes lugares del mundo, planea estrategias pero escapa tras miles de notas que ocultan su identidad. Pero ¿Por qué ocultarse? Quizás aparezca en la reunión que ha planeado para esta noche y en la que cada miembro perteneciente a de Bordeaux dará la cara. En el caso de Vibeke, conoce por obvias razones la de Lorian, quien fue convertido por ella misma hace más de cuatrocientos años y cuyo hermano gemelo hace parte del clan enemigo. Después, fue Rebecca, la una vez amante y compañera de Lorian y a quien la noruega recibió con un agrado que rayaba en una doble intensión. Los demás, eran vampiros de menor edad y a los que Vibeke no prestaba mayor atención o importancia. Sin embargo habían más miembros por conocer o, reconocer, como en el caso de Vincent, un miembro del clan con el que ella tuvo un encuentro bastante cercano años atrás en tierras germanas y del cual desconoció el apellido hasta la fecha presente.

¿Cómo sería aquél encuentro nocturno? ¿Aparecería el vástago de Lorian y a quien Vibeke pensaba matar por más que fuera de su sangre? Quizás las luchas internas se sucedieran, pero lo que debía tenerse en claro, era que el enemigo a ejecutar era otro. Eso, la noruega se lo había propuesto con firmeza desde que su amante apareciera en la mansión con uñas marcadas sobre su piel que daban la impresión que intentaban despellejarlo vivo. Recordaba bien ese momento mientras una empleada humana le ajustaba el corsé frente a un espejo y casi sintió la rabia recorrerle de nuevo. Conocía el rostro de la culpable al haberlo visto en la mente de Lorian y le cobraría cada marca con creces, le quitaría lo que más amara y actuaría sin decir nada.

Cuando estuvo lista, con los rizos platinados cayendo sobre hombros descubiertos y con un vestido rojo que llamaría sin duda la atención, bajó en zapatos de gran altura y avanzó hacia el salón principal, que ya contaba con un par de presencias inmortales que voltearon a verla y a quienes ella sonrió de costado, con una disimulada altivez y sin mirar realmente a ninguno. Caminó a los costados, a lo largo de una mesa oscura y se situó lejos de los desconocidos pero desde donde pudiera verlos. Leyó sus mentes sin permiso, buscó posibles traiciones y pensamientos incorrectos y memorizó los rostros que navegaban en sus mentes para no ver a los ojos a nadie. Vibeke era una natural estratega y una maldita que se disfrazaba con sonrisas lascivas e ilusiones bien diseñadas. No pasaría a ninguno por alto y buscaría al líder oculto a quien esperaba para esa noche ¿Existiría la posibilidad que fuera su propio creador o el primer de Bordeaux culpable de la maldición? La curiosidad la recorría pero lo disimulaba sin expresarlo a nadie.

—De Bordeaux— saludó mediocremente sin desdibujar la sonrisa y aguardando a que rostros conocidos hicieran aparición. Esa noche, se tomarían decisiones tan importantes que lograrían incluso eliminar a un par de los presentes.

por **Vincent de Bordeaux** Mar Dic 16, 2014 9:17 pm

La silueta apareció de la nada ante las puertas de la imponente mansión, lugar donde permaneció inmóvil por algunos segundos. Llevaba algunos días en París, esperando no tan pacientemente, la noticia que le permitiera ponerse en movimiento. La poco común “invitación” había despertado tanto su curiosidad como avivado en su interior la llama de odio que nunca llegaba a extinguirse por completo, pero resultaba tan inusual que no podía evitar sospechar al respecto. ¿Quién de todos los de Bordeaux que continuaban sobre la faz de la tierra poseía el conocimiento sobre la existencia y residencia de los demás y el poder de convocatoria suficiente como para planear y ejecutar tal reencuentro? Ahora, por fin, podría dar por terminada la desazón de la incertidumbre que le había acompañado desde su arribo a la ciudad. Indudablemente vería algunos rostros familiares, pero estaba prácticamente seguro de que serían más los desconocidos. Después de todo sus andanzas podrían calificarse como solitarias. Cuando buscaba compañía de otros de su especie lo hacía, en términos generales, con un solo propósito (y tiempo limitado) y poco le importaba el apellido que llevasen excepto, por supuesto, que se tratase de un d’Auxerre.

Su indumentaria para la noche había sido escogida con cuidado. Destilaba esa noche la lúgubre elegancia de los atuendos oscuros. Líneas perfectas aunque poco recargadas, acompañadas de un abrigo pesado y un sombrero de copa. Una de sus manos, enfundada en un guante negro que carecía por completo de cometido sobre su fría y muerta piel, se apresuró a anunciar su llegada. Toc, toc seguido por los pasos y el aroma inconfundible de un humano. Al parecer la servidumbre se encontraba al tanto de la llegada de extraños. Una breve reverencia y la indicación del camino que debía seguir fue lo que recibió del hombre mayor encargado de la puerta. Se tomó su tiempo en entregarle el abrigo y el sombrero, como todo caballero de la época haría al ingresar a una casa ajena, antes de avanzar por el camino señalado.

Tomó especial precaución en cerrar por completo su mente, no deseaba intrusos en sus pensamientos esa noche, antes de ingresar al salón donde esperaban dos inmortales desconocidos, a los cuales saludo con una leve inclinación de cabeza, y una belleza de cabellera plateada envuelta en un llamativo vestido. Vincent conocía demasiado bien las curvas que se esforzaba por cubrir la tela roja, las facciones delicadas, la mirada descarada y, al mismo tiempo, regia. Una sonrisa de complicidad emergió de los labios del vampiro mientras se adelantaba con paso decidido hasta el lugar en el que ella permanecía. Luego, con la insolencia propia de un viejo conocido, tomó una de las manos de la fémina y depositó sobre ella un casto beso. – No esperaba volver a verla, signorina – confesó soltándole – Menos aún en tan inusual reunión – debía haberlo sabido. La familiaridad que sintió durante el encuentro fortuito en una fortaleza quemada tiempo atrás había sido un indicio que pasó alegremente de largo. Nadie podía culparlo por eso ¿verdad? A quién puede importarle algo tan fútil cuando se encuentra a las puertas del éxtasis. Por eso sólo hasta ese momento llegaba a saber que compartían más que los recuerdos de una noche fogosa.

-“Una noche, nada más” - le envió mentalmente a la vampiresa seguro de que le entendería. Era lo que le había dicho ella aquella vez – Parece que el destino se empeña en reunirnos – Aún sonriendo recorrió con los ojos el salón prácticamente vacío – Supongo que tendremos que esperar, a menos de que nuestra familia se vea reducida a tan paupérrimo número… sin intención de ofender – lanzó una rápida mirada a los otros inmortales presentes en el salón y los cuales había ignorado al centrar su atención en la despampanante vampiresa. - Dígame, Vibeke ¿es acaso usted la responsable de nuestra presencia en París? – le cuestionó sin abandonar el tono juguetón que le caracterizaba. No le importaba en demasía dejar en claro que desconocía el titiritero tras la obra siempre y cuando obtuviese como resultado la respuesta, al menos, a una de sus dudas.

por **Rebecca de Bordeaux** Dom Dic 21, 2014 10:58 pm

¿Es que alguno se había dado el lujo de negar la condena que corría por su sangre? Muchos de seguro querrían saber el porqué de la continuidad a semejante barbarie, pero lo cierto era que cuando la idea de batalla maldita se presentaba en un declaración a puño y letra, cada vástago dispersado en el mundo terminaría acudiendo, descubriendo que lo que podía ser un simple aquelarre poseía un sinfín de ramas en los últimos siglos. Y el odio hacia el clan enemigo nacía tan natural en la purulenta alma de cada de Bordeaux, que increíble era como se plantaba. Pero ahora se hablaba también de traición, infieles a su linaje deseado o indeseado, castigar al mismo de ser necesario. Era probable que el temor recorriera las paredes de la mansión. Las noches allí adentro cobraban sentido; hoy se obviarían las conversaciones burdas.

Ella ya se había alojado para ese entonces en la residencia. Los rumores acerca de quién los había reunido se hacían más intensos, y hasta miradas envueltas en la desconfianza se daban entre los ya presentes en las últimas lunas. Rebecca salía de tomar un relajante baño en el momento preciso, y perfumándose con una de sus mejores fragancias comenzó a enlistarse. Había salido de su habitación con un atuendo que a primera vista destilaba sobriedad. Elegante con un vestido negro azabache de un fino terciopelo; el mismo llevaba algunas transparencias si bien se detenía uno a observar, pero no era finalmente algo escandaloso para ser ella. Una vez lista comenzaría a caminar por los pasillos, dirigiéndose a la reunión, notando la poca presencia de personas aún. La madrugada en su esplendor estaba, y el ínfimo número daba a qué pensar, o era que tal vez había hecho mal los cálculos. Aunque en sus facciones la indiferencia reinaba, cada tanto miraba en derredor, en busca de rostros conocidos, y en su búsqueda no hallada nada. Pero si había que ser sinceros, no se había dado el tiempo tampoco en conocer al resto de vampiros del lugar.

Adentrándose al gran salón principal, donde la reunión daría a lugar, bastó con centrar su mirada al frente para vislumbrar a dos figuras familiares. Vibeke, llevando una prenda deslumbrante y llamativa, siguiendo a su costado el otro hombre, quien sorpresivamente había conocido en su primera noche en París. Miraba hacia aquel gesto con ella, su complicidad; por obvias razones se preguntaba de dónde lo conocía, y como si se tratara de un rompecabezas, la imagen del otro de Bordeaux se le hizo presente. ¿Dónde estaba el bárbaro vampiro? ¿Serían algunos de ellos la intrigante presencia ante todo el asunto del anonimato? Podría decirse que, de ser así, en cierta manera se sentiría más cómo al fin y al cabo al ser alguien ya conocía apenas unos días atrás.

Saldría desde su lugar más apartado, acercándose lo suficiente, donde una vez que logró dar con sus mirada, los saludó con una leve inclinación de cabeza.
—Tengan buena noche —anunció apenas, como si no buscara interrumpirlos. Relamiendo sus labios luego desvió la mirada hacia el gran reloj. Un juego de estrategias de seguro no tardaría en comenzar. Uno en referencia hacia el enemigo. Y otro en referencia a los presentes mismos. Rebecca aún no podía comentar con exactitud acerca de los famosos d’Auxerre, puesto que por fortuna no se había topado con ninguno. Más nunca bajó la guardia aún saliendo por las calles parisenses. Cualquier integrante tenía que ser consciente al saber que, con la maldición ya dictada, debía cuidarse la espalda estuviese donde estuviese, ya que la posibilidad de un infortunio cruce era existente.

por **Lorian de Bordeaux** Lun Dic 29, 2014 4:19 pm

“Ola de invencible orgullo ronda en mi cabeza”

El amargo sabor de un vino mal tomado pasaba por mi garganta. Las agujas del reloj estaban a discrepancia y sin más me propuse alistarme para aquel encuentro donde no había cabida a treguas. Conocía a gran parte la familia, había estado en varias misiones antes de ese día. ¿Por qué? Simplemente porque había encontrado que esa era la única forma de permanecer cerca de Vibeke y al mismo tiempo lejos. Cometía las labores que me eran enfundadas por su sangre y las hacía con placer, con total pasión hacía lo propio. Habíamos logrado asesinar a uno de los sires de la familia ajena hacía menos de cien años. Y nos habíamos robado bastante cantidad de información sobre ellos. Claro que no había fotos, éstas recién eran tomadas forzosamente a principios de este siglo y solo algunos pocos eran capaces de poseer algo similar. Por ella razón me había dejado caer en la trampa de una D’Auxerre hacía unas semanas. Claro que también le había seguido el juego, pero me había costado caro, en más de un sentido. Tomé aire que no necesitaba y dejé la bata caer a la cama con soltura. Me había terminado de bañar y la fragancia de las sales aún estaba por sobre mi piel. Las ganas de ir al gran salón eran pocas. Me había instalado en aquella mansión desde mi llegada a Paris y ahora el lugar se volvería un nido de ratas neófitas y diferentes tipos de inmortales, de los cuales demasiados no servían más que para carne de cañón. Chasqueé los colmillos un momento y buscando mi reflejo deslicé mis dedos por mi cabello, batiéndolo hacia atrás cuidadosamente.

Estar impecable era una de las cosas más importantes, uno no debía ensuciar su cuerpo ni con sangre, ni con mugres. Mi traje era de un color oscuro amarronado, texturada y no demasiado holgado. La camisa blanca que llevaba debajo del banyan –saco largo hasta casi los talones- estaba tejida a mano, sin bordes ni babero. Se dejaba abierto hasta el ante último botón. No necesitaba elegantes corbatines, no fofos moños para estar a la altura de la reunión. Me calcé entonces los zapatos de taco de madera y rechinando los dientes dejé caer el reloj de bolsillo en el mismo. Probablemente para ese entonces todos estarían en el lugar. Las cosas eran claras, no estábamos para hablar estupideces de cómo haríamos las cosas. Eso iba a llevar tiempo, iba a ser estrategia pura que solo el mayor de nuestros sires era capaz de realmente llevar a cabo. ¿Estaría? Me supuse que no, probablemente tenía los oídos y los ojos en la mansión, pero su cuerpo físico no iba a estar. Teniendo en cuenta que el otro clan ya era consciente de nuestra presencia en París. Ellos estarían buscando vengarse de todo y más. Bajé las escaleras sin hacer demasiado ruido y observé el lugar. La presencia de algunos vampiros que cerraban su mente era signo de hostilidad. Pero no era aún el momento para ello. Primero me dediqué a ver las mentes abiertas, escabullirme en cada una. Miedo, sed de sangre y poco sentido del combate. Hice girar los ojos y busqué unos casi tan blancos como los de la luna. Para mi sorpresa encontré primero los de Rebecca, me acerqué y apoyé la mano sobre su hombro. — Buenas noches, ¿qué te parecen? — Pregunté mirando a los demás, algunos demasiado jóvenes, otros viejos y seguros de sus ideales.

Y pronto observé una escena que hubiese deseado ignorar. Vincent demasiado pegado a Vibeke, encariñándose con su mano como si fuese suya propia. No se necesitaba ser un telépata para notar que me había quedado observándolos como un imbécil. Pero pronto mi rostro tomó la apariencia característica y estiré el cuello haciéndolo sonar levemente, buscando entonces una copa de vino. Estaba lleno de humanos, algunos que trabajaban comúnmente en el lugar y otros eran esclavos de sangre que se podían llamar cuando así lo necesitáramos. Mientras no hubiese muertes podíamos beber hasta embriagarnos del elixir rojo. Hice girar entonces mi copa y mirando a los lados me pregunté si faltaría alguien más. — Mizar… — Balbuceé y busqué la mirada de Rebecca una vez más, era pasivante, me ayudaban a llevar ambas situaciones, aunque la primera estuviese torturándome las neuronas. — Mi vástago aparentemente desapareció de París, ¿lo sabías? No sé si está capturado por los D’Auxerre, si está hecho cenizas o si simplemente escapó por celos a la otra. — Haciendo referencias a la peliblanca detrás de nosotros, dejé salir una sonrisa para nada verdadera. Mi rostro era en realidad de concreto y no se podía llegar a apreciar ni una sola de mis expresiones, aún si con ella era capaz de poder soltarlas. En ese momento, en esa habitación, lo principal para mí era encontrar a los posibles traidores y saber con quienes contábamos de verdad.

“No puedes el reposo donde solo hay desastre”

por **Vibeke de Bordeaux** Dom Ene 11, 2015 8:12 pm

"Y a veces, no perder el tiempo ya es ganar."

Si Vibeke pudiera bostezar de manera natural, ya lo hubiera hecho en cada ingreso de neófito tras neófito ¿A quién demonios se le había ocurrido eso? Aunque pensándolo bien, era buena idea, puesto que si llegaba a sucederse una guerra –Como en teoría se esperaba- aquellos harían las veces de carne de cañon. Eso era lo único bueno de aquél asunto. Por lo demás, la platinada observaba con disimulada mala gana y continuaba manteniendo el silencio.

Pero pronto apareció una cara conocida, por no decir que un cuerpo conocido y poseído en el pasado, un pasado que ignoraba que aquellos dos pertenecían a la misma familia. Vibeke sonrió con picardía, descubriendo entonces que el destino había sido gracioso y que él, era el Vincent que Rebecca había mencionado en un anterior encuentro con ella. —Vaya, vaya, el destino es curioso, Vincent de Bordeaux— saludó ella con nombre completo y ofreciendo voluntariamente su mano para aquél educado saludo. Tan educado como gracioso dados los recuerdos que vinieron a su mente y que le robaron otra pícara sonrisa. Por su parte, no se preocupó en ocultar tales recuerdos, le daba igual lo que cualquier otro de los presentes por el momento creyeran.

Pero con el mensaje mental, ella soltó una risita al notar la buena memoria que poseía él, incluso hasta para las palabras recitadas por ella misma. —Los demás están pululando por ahí. Sólo puedo asegurar que alguien que te conoce debe estar por llegar— mencionó refiriéndose a Rebecca que era quien lo había nombrado sin que Vibeke supiera que aquél Vincent era el mismo que ella conocía. —Me temo que no. Yo también fui citada aquí por alguien a quien no conozco. Sospecho de alguien en medio de divagaciones pero no sé a ciencia cierta quien lidera este desastre reunido en esta mansión— aclaró llevando la mirada nuevamente a la puerta al sentir a Rebecca —Hela aquí— susurró sonriendo —Bienvenida, Rebecca— saludó sin moverse de su lugar. La observó en calma, notando la belleza que ella misma pretendió seducir por mero capricho. Era gracioso pensar que de cualquier modo, los lazos de muchos se entrelazaban entre sí como si la sangre los hiciera tan similares como mutuamente atractivos.

Con apenas unos minutos de diferencia, ingresó Lorian y se dirigió a Rebecca. Tenía una mirada hostíl, fría como le solía mostrar a la mayoría y con esa antipatía típica en él, que tanto le gustaba a ella. Pero no era tonto y había notado el saludo y la cercanía de Vincent. Vibeke lo observó, le sonrió e incluso le guiñó un ojo como si eso le volviera los pensamientos calmos, aunque ¿Habría visto él la escena en la mente de Vibeke? Ella no había sido consciente de la presencia de Lorian mientras saludaba a Vincent. Pero lo que preguntó, le molestó a Vibeke. Preguntar por su vástago le parecía un descaro y con acidez respondió a la pregunta aunque él seguía mirando a Rebecca y manteniéndose cerca de ella como si la pregunta no fuera dirigida a nadie más que a ella —Tu vástago está enterrada en el jardín. La dejé ahí luego de matarla hace un par de días— mintió, soltando una burlona y odiosa carcajada que seguro molestaría a Lorian. Un par de risas resonaron seguidas, pero parecían más por agradar y salvar sus pellejos que porque realmente les pareciera gracioso.

Ahora ¿Llegaría alguien más? ¿Dónde estaba aquél que los había citado? Si no hacía acto de presencia, tendrían que arreglárselas entre ellos para ponerse alerta y mover primero sus fichas para evitar una posible derrota. Vibeke tenía cosas en mente, pero no iba a revelarlas todas. La mayoría, sería una sorpresa y un jaque seguro para los d’Auxerre.

por **Vincent de Bordeaux** Mar Ene 20, 2015 9:16 pm

¡Ah, la belleza de la picardía! Una sonrisa, nada más, tan delicada y sutil y, al mismo tiempo, tan condenadamente diciente ¿Cómo no caer ante sus pies? Le costó casi toda su fuerza de voluntad el contenerse de levantar a la fémina de pálida cabellera y desaparecer escaleras arriba. Recordaba su pasión, su fuerza, su encanto… la dulzura de su entrepierna. Obviamente ella también recordaba. - ¿Alguien que me conoce? – preguntó frunciendo ligeramente el ceño y apartando a un segundo plano las escenas eróticas que pasaban por su mente. Acudió entonces la imagen de otra inmortal con la que recientemente se había encontrado. Por supuesto ella estaría también esa noche presente, después de todo era esa la razón que la había traído a Paris, según le confesó la noche del baile. Asintió, obviando la pregunta que acaba de realizar y para la cual ya tenía respuesta. – Bueno, al menos tienes una sospecha, por efímera que pueda ser. Yo admito que me encuentro por completo desconcertado – Confesó. En verdad ningún nombre llegaba a su mente cuando trataba de vislumbrar el artífice de la reunión.

Sus ojos se posaban por unos segundos sobre los nuevos rostros que inundaban el salón. Tenía la esperanza de encontrarse con su Sire esa noche, suponiendo claro que fuese cierto que todos los de Bordeaux habían sido citados. Era algo que esperaba y el mero pensamiento le producía una suerte de felicidad que no se atrevía a confesar. Pero, ¿y si no presentaba? Prefiriendo no especular sobre las posibles razones para que esto ocurriera volvió su atención sobre Vibeke, quien le señalaba en ese momento a otra inmortal antes de que la aludida les hablara – Signorina, me alegra verle de nuevo – saludó a la bella Rebecca inclinándose levemente y recorriendo el exquisito cuerpo con los ojos. Era una lástima que las cosas con ella no se hubiesen desenvuelto como lo predijo durante su primer encuentro. Estaba seguro de que sería un recuerdo digno de conservar. No es que se estuviese dando por vencido, de ninguna manera, después de todo el tiempo seguía su curso y sospechaba que su estadía en Paris se prolongaría lo suficiente como para intentar alcanzar su cometido.

Un macho se aproximó entonces a Rebecca. – Otro viejo conocido suyo, supongo – comentó en un susurro a Vibeke entornando sutilmente los ojos. No se la había escapado la reacción de ninguno de los dos, él observándoles fijamente, ella sonriendo con ese descaro que la caracterizaba antes de guiñarle un ojo - ¿Otro amante tal vez? – pensó abriendo nuevamente su mente. Se trataba de una pregunta retorica, el comportamiento de los dos prácticamente gritaba la respuesta, además poco le importaba cuantos habían pasado por su inmortal cuerpo, su hipocresía no llegaba hasta ese punto y no recordaba una sola vez en que aplicara un sentimiento de posesividad solo por haber retozado con alguien.

Un sonrisa burlona apareció en el rostro de Vincent al escuchar la respuesta que Vibeke le arrojó al, por ahora, desconocido. Ignorando las risas que secundaron el acido comentario, el vampiro avanzó hasta posarse junto al inmortal. Luego inclinó la cabeza sobre la copa que el otro sostenía, apenas lo suficiente como para olfatear su contenido – Jum, vino, que interesante elección - comentó antes de recobrar su postura y sonreírle abierta y francamente – Soy Vincent – se presentó antes de volver los ojos a Rebecca – Permítame decirle, signorina, el terciopelo le sienta de maravilla – manteniendo la expresión juguetona recorrió la tela del hombro, aquella que trasparentaba la blanca piel que bajo ella se hallaba, con un toque apenas perceptible. Luego apartó su mano y recorrió con los ojos al curioso grupo en el que se encontraba –Así que, en resumen, alguien nos llamó sin detenerse a explicar las razones y nosotros respondimos como corderos, aunque ignoramos su identidad– miró inquisidoramente al otro hombre por un segundo, preguntándose si él sabría algo, pero prefirió continuar con su retahíla – y hay una neófita desaparecida, quien presumiblemente se encuentra enterrada en el jardín – esta vez se inclinó hacia la plateada cabellera sin molestarse en ocultar a ninguno lo entretenida que encontraba aquella situación - Bien, ahora que todos nos conocemos, algunos más profundamente que otros – lanzó un guiño travieso a Vibeke – Y que parece poco probable que nadie más acuda – un gesto de preocupación pasó fugazmente por su rostro - ¿Podría alguien aclararme porqué continuamos perdiendo el tiempo? ¡Oh! Por favor no me malinterpreten pero, a pesar de que es increíblemente divertida esta reunión familiar, la verdad es que podría estar atendiendo asuntos más… placenteros -

por **Rebecca de Bordeaux** Vie Feb 06, 2015 3:42 pm

Miradas desconcertadas corrían entre los llegantes. Rebecca de tanto en tanto merodeaba por los ojos de los demás vástagos desconocidos, y enseguida realizó su propio cálculo, buscando la manera de ganar tiempo con la espera. Lamentablemente los años escaseaban en las anteriormente mencionadas. Poseer antiguos vampiros era sin duda alguna un beneficio exquisito, y al parecer este aún no se presentaba en la sala. ¿Sería cuestión de tiempo a que llegaran figuras más relevantes? Era algo que se esperaba. Después de todo, los neófitos serían los peones en la batalla. Daba la casualidad que dentro del pequeño círculo de Bordeaux conocido se hallaban quienes poseían bastante experiencia en el vampirismo, suficiente en relación al resto. Los murmullos allí dentro se volvían más débiles. Tan así que la mujer lograba oír los distintos tictac que marcaban los relojes en la sala, muchos dentro de los bolsillos de los presentes, marcando su tempo, sus segundos. Segundos que se tornaban impacientes.

—Vibeke… Es un gusto —Asintió al saludo, devolviéndole una sonrisa implícita a la mujer con quien asombrosamente había entrado en comodidad bastante rápido. Posteriormente se enfocó una vez más en el hombre de aquella mascarada.
—Vaya, me alegra verle nuevamente, Vincent, y finalmente aquí —correspondió a sus palabras, aún manteniendo la curvatura en sus comisuras. No podía pasar por alto la divertida noche que había pasado con él. ¿Pero a qué se refería con “diversión”? Porque en ese caso no fue más que una inminente lucha de egos interna. Seguido a ello, y como si se tratara de un domino, no pasaron más que unos instantes para que el oscuro entretenimiento siguiera.

Bajó la mirada de repente, percatándose de que un nuevo aroma familiar ingresaba al recinto. Rebecca no había visto a Lorian desde aquella noche. La taberna había sido su último y único encuentro actual, por supuesto este también inesperado. Desconocía las razones de su ausencia. ¿Sería que el desagrado por ver a las dos mujeres juntas era tan alto como para ausentarse? ¿O era que no se sentía cómodo entre tanto cadáver?
Ladeó su cabeza hacia su dirección en cuanto sintió la mano en su hombro.
—No podría creerme experta, pero ansío aún el encontrarme a más antiguos al cabo de unos minutos —murmuró la respuesta de Lorian. Por unos instantes e silencio fue el gran decoro del lugar. Un cuadro un tanto incómodo. Al escuchar la siguiente declaración del vampiro expresó su mejor sonrisa burlona, más cuando el sutil comentario de la noruega contribuyó al asunto de su vástago. Carraspeó instantáneamente antes de continuar —¿Por qué usarías indirectas a través de mí para comunicarte? —inquirió más divertida, intentando sin embargo volver a su semblante más impenetrable como reaccio.

No conforme la noche con el pequeño circo que se armaba, Vincent había decidido al parecer avivar el fuego. No necesitaba girar su rostro para saber que las facciones del bárbaro de seguro no eran las más gratas. En ese entonces la vampiresa ahorró palabras, limitándose a escuchar y sacar sus propias conclusiones, así como tal vez divertirse con ello un rato. Más al atender a su otra declaración, por más que esta al parecer tenía una doble intención, decidió continuar.
—Estoy de acuerdo con ello. Aunque… los asuntos puedan pertenecer a cualquier índole —Alzó su voz aterciopelada, no obstante firme, echando otra mirada al panorama general—. La hora acordada fue lo bastante explícita como para que cualquiera comprendiera la importancia de la situación. Hay que respetar a quienes atendieron correctamente. Después de todo, cada uno busca su consecuencia consciente o inconscientemente.

por **Lorian de Bordeaux** Lun Feb 09, 2015 8:09 pm

“Repudios que no tienen final, pero tampoco le encuentras el principio”

La tosquedad en los gestos de la albina habían provocado que mis ojos se inyectaran en sangre y tan siquiera pude responder a su hermoso guiñe que irradiaba una sensualidad casi arrolladora. Por lo contrario, me mantuve sereno, estable de alguna maniática forma. Mi mente vagaba por las ajenas como un saltamontes, buscando e inquiriendo próximos traidores, de ellos siempre los había, incluso en la propia familia se los podía hallar. Y yo había encontrado uno en un rincón de la sala. Escondido como si fuese parte de la decoración, pero con un aura lo suficientemente débil como para no sentir temor alguno. Por ahora lo dejaría ser, pues tenía cosas más importantes de las cuales preocuparme. Como el hecho de que las únicas vampiresas antiguas que había en la reunión no eran más que mi antigua amante y mi sire, Vibeke. Suspiré entonces cuando Vincent se dirigió a mí, uno de los pocos hombres que no habían sido convocados la noche en la que habíamos matado al anterior líder de los D’Auxerre. Como siempre íbamos un paso a delante de ellos. Pero lo sabía bien, esa vez él no estaría para ayudarnos. Aquel vampiro milenario no se aparecería hasta que solo quedaran los verdaderos herederos de la sangre que nos unía. Aquellos que estaban sentados en los sillones, unos simples brabucones de vampiro, no eran más que neófitos inexpertos, que apenas sentían y el odio era lo más habitual. No se podía saber si lo tenían expresamente por la familia contraria o si solo querían golpearle a alguien. — Patético. — Susurré y volví a mirar al trío que claramente estaba más ansioso.

— La reunión puede empezar, no es necesario esperar a nadie más. Y, ¿por qué estaría enterrada? Hecha cenizas en todo caso, si la hubieses matado, Vibeke. Será mejor que vayamos a sentarnos. Tenemos que hablar varias cosas y sin duda ninguno quiere esperar. — La forma seca de mis palabras era tan común para los demás, pues a varios ya los había conocido, que simplemente se levantaron para sentarse en una mesa extremadamente larga. Con copas a los costados que pronto tendrían sangre humana recién exprimida. Pero por lo contrario, jamás hablaba de esa forma frente a la albina, más ella igual me conocía y supuse sabría que bajo el mono-tono de mi voz, se encontraba el desespero por ver a través de su vestido y arrancarle con cada colmillo su piel y su alma, si es que aún quedaba algo de ella. — La profundidad… Vincent, puede quedar a parte por esta noche. Los d’Auxerre ya han hecho su primer movimiento y nosotros tal parece que seguimos estancados. Solo tengo dos nombres y no es suficiente. — Aclaraba mientras de reojo observé a aquel que esa noche estaba espiando nuestra reunión. Y con una calma agobiante miré al hombre de barba que había conocido. Aquel que parecía tener relación con las mismas mujeres que yo. Pero tenía que ahorrarme las diferencias o más bien, las extremas similitudes. -“Quítale la cabeza al de allá de una vez. Quiero que comience esta reunión.”- Fue un mensaje rápido, directo y enseguida los esclavos y esclavas comenzaron a llegar con jarras de sangre. Algunos tenían la memoria completamente lavada, otros, eran esclavos de sangre que habían sido perfectamente preparados para esa noche. Mi copa se sirvió primero, pues debía beber antes para explicar que la situación no estaba contaminada con mercurio, ni era sangre de muertos, ni algún otro veneno capaz de matarnos.

Y pronto me dejé caer al asiento de un costado. Obviamente me encontraba a un lado de la punta, pues a pesar de que los había organizado para llevarlos a una mesa más acorde a la situación, estaba muy lejos de ser el anfitrión. Tenía que aceptar que no me gustaba liderar, prefería estar bajo el mando de alguien, preferentemente aquella que me había creado y por quien siempre terminaba por caer. De ese modo esperé a que aquel soplón fuese decapitado. Solo en ese entonces podríamos comenzar lo realmente picante. Sabía que Vibeke tenía algo planeado, sus ojos, su fuerza y el odio que me había otorgado la otra noche me decían que quería ir tras mi hermano. Aquel gemelo que había peleado en el vientre de mi madre conmigo y con quien había convivido gran parte de mi humanidad. Me helaba la sangre pensar que realmente lo haría. Por mi parte deseaba decapitar a Denisse con mis propias manos, pero ella no era un objetivo bueno. Ella solo era un peón más de esa sangre enemiga. Cerré mis ojos plagados de pestañas y me dejé embeber por la copa, el fluido puro paseó por mi garganta y me detuve a saborearla por puro placer. Mientras desviaba mi mirar hacia los lados constantemente, no quería hacer contacto directo. Pues temía sucumbir lamentablemente a las palabras de ella, por lo que solo alcé la mano, dándole así, pie para que comience a hablar.

por **Vibeke de Bordeaux** Lun Feb 23, 2015 1:33 pm

"Hasta que las muerte nos separe.
Esa es la frase que define las guerras"

—Pero mis sospechas no sirven de mucho— respondió a Vincent pensativa, buscando dentro de sí más razones para señalar a un posible anciano que los hubiera citado allí —Sólo sé que hasta hace poco, por lo menos, estaba vivo— a menos que las cartas enviadas a todos y las órdenes a ejecutar en aquella mansión hubiesen sido dictaminadas con mayor anterioridad. Por otra parte, era evidente que no todos asistirían. Era de esperarse que algunos detestaran su maldición y previnieran una guerra que terminaría con sus vidas en apenas un parpadeo. Los cobardes siempre estaban en cualquier combate.

Observar a Vincent y a Rebecca le causó gracia ¿Acaso también había tenido algo con Vincent? Lo de Vibeke con él fue asunto de una noche, pero quizás con ella pudo suceder lo mismo. Sin embargo no hubo ninguna imagen mental, como solía proyectar Vincent con sus recuerdos referentes al sexo. Quizás sólo eran conocidos, aunque se notaba a leguas que ella no le era nada indiferente a él. Era de esperarse, Rebecca era realmente hermosa.

—Supongo que todos saben que vinimos a una guerra. Quien no lo sepa, ya está enterado— respondió de nuevo a Vincent, que parecía secundar de algún modo su chascarrillo acerca del vástago de Lorian. La noruega no se esforzó en afirmar o negar nada, puesto que había mentido tan sólo por ver molesto al bárbaro. Sin embargo cuando Vincent mencionó que unos se conocían más profundamente que otros y le guiñó, dejaba clara cualquier duda que flotara en el aire con respecto a lo que había pasado entre ellos. Caso contrario con Lorian, quien permanecía alejado y adusto como siempre. Encantador. Ah, sin mencionar que era la primera vez que él, Rebecca y ella misma se encontraran en un mismo recinto. Él había sido hábil para pasar desapercibido y esa noche en particular, Vincent ofrecía un poco de picante al encuentro múltiple.

—Consecuencias que muchos han evitado y que algunos piensan evitar— meditó Vibeke en voz alta cuando Rebecca habló de lo que sucedería. Y era cierto, en la mente de muchos rondaba el temor e incluso buscaban levantarse de sus sillas y partir —Pero es tarde para eso, y quien pretenda levantarse y huir, debe enterarse que no llegara muy lejos— amenazó la platinada con una cínica sonrisa al tiempo que observaba a un grupo de neófitos en particular. Si iban a morir, lo harían por desertores o por valientes, no había otra opción.

—Amor, las cenizas también se entierran. Además ¿Quién dice que no dejé intacta sólo su cabeza como recuerdo? — le respondió la noruega a Lorian, sonriendo aún y gustosa todavía de verlo comportarse como un verdadero bárbaro, como un prepotente y lo suficientemente amargo como para querer devorarlo todo. Pero él no entendía aún que ella hacía todo para provocar en él precisamente ese efecto, sobre todo que para ese momento, era su mejor faceta.

—Dos nombres y pediré una semana para tener un cuerpo— agregó ella al informe de Lorian. Se refería específicamente al gemelo de su amante, a Dorian d’Auxerre, a ese que la platinada había prometido tomar para cobrarse la afrenta de Denisse al intentar asesinar a Lorian. Era una egocéntrica e ilusionista y sabía que de un modo u otro, lo atraería a sus garras.

La sangre apareció en jarras con velocidad, como si aquellos humanos la hubiesen calentado y se movieran para servirla en ese estado. Una mujer joven y temblorosa sirvió la copa de Vibeke y ella la detuvo cuando iba en la mitad —Detente ahí, esta copa va a ser llena con la sangre de alguien que aún puede usar sus ojos— susurró con una aterradora y dulzona malicia. Ella había escuchado el pensamiento de Lorian hacia Vincent y en su capricho sólo deseaba una cosa —Expriman el corazón del traidor aquí— sugirió en una voz tan seductora pero firme como ella misma. No importaba quien de los dos lo llevara, porque lo que pretendía, era que a quienes pensaban desertar, les quedara claro que no se tolerarían las medias tintas en aquella morada.

por **Vincent de Bordeaux** Vie Mar 06, 2015 10:39 pm

Sobre consecuencias se referían las dos hermosas féminas y él no podía estar más de acuerdo con aquellas manifestaciones. Los que no se presentaron no quedarían al marguen de lo que ocurriese y aquellos que a pesar de responder al llamado pensaban eludir sus responsabilidades como de Bordeaux también sellarían su propio destino ¿Era acaso posible que algún miembro de la familia lo ignorase? Por supuesto que algunos de los vástagos solo heredaron el odio por los d’Auxerre de manera teórica. Una lección sobre las reglas a seguir por parte de sus Sires. Esos eran los más propensos a cambiar de parecer en cuanto a la posibilidad de perder su vida preternatural en medio de una guerra que en realidad no compartían. Esos eran a los que más de cerca había que observar y muchos de los que, seguramente, se ausentaban esa noche. Sin embargo, esa suposición no explicaba la ausencia de colmilludos más antiguos a los que ahora rodeaban a Vincent ¿Dónde estaban aquellos que dieron inicio al sangriento y eterno enfrentamiento?

El vampiro entornó ligeramente los ojos al escuchar la orden proferida en voz alta por otro macho ¿Era este quien daba entonces las ordenes? Le observó de arriba a abajo, calibrándolo y midiéndolo con desfachatez. Era antiguo y obviamente una voz de mando ya que prácticamente todos los presentes se tomaron la molestia de obedecer. Aún así Vincent no pudo reprimir una sonora carcajada – Perdóneme señor si le he importunado – manifestó sin el menor asomo de sinceridad en sus palabras – dado que solo soy un invitado más aceptaré su sugerencia y dejaré esos temas al margen de la conversación… o de la mesa si lo prefiere – una imagen de Vibeke semidesnuda, recostada en la mesa y con las piernas abiertas de par en par brotó de su mente mientras sonreía divertido por un par de segundos más. Se acercó a la superficie lo suficiente como para repasar la pulida madera con la punta de los dedos. Que interesante sería aquello pero ¿En dónde quedaba entonces su filosofía de tomar y olvidar? Jum, era una interesante contradicción, pero, después de todo, ya sabía por experiencia propia que la vampiresa albina lo valdría.

Llegó hasta él entonces una silenciosa nueva orden. Frunció el ceño por un segundo mientras sus ojos se posaban sobre el traidor. Si bien compartía el deseo de que la reunión empezase de una vez no apreciaba que aquel vampiro, quien ni siquiera había tenido la decencia de corresponderle con su nombre, le diese una orden como si fuese solo un lacayo más. Sus ojos saltaron del traidor al vampiro, a quien le obsequió una sonrisa simplona antes de acercarse a la mesa dándole a entender que ignoraba la orden de manera voluntaria. Vincent no era un ser belicoso por naturaleza, juguetón e impertinente sí, pero no tendiente a buscar una lucha física en donde no había necesidad. Sin embargo tampoco era propenso a seguir órdenes de quien no se lo había ganado desde su propio juicio.

Con un gesto educado retiró una de las sillas para que Rebecca se sentase antes de tomar asiento él mismo junto a la fémina. Esperaba, dado lo ocurrido hasta el momento, que el vampiro se sentase a la cabecera de la mesa, por lo que lo sorprendió que tal puesto fuese ocupado nada más y nada menos que por Vibeke. Entonces fue ella quien manifestó un deseo ¿Cómo negársele? Así, ignorando el desplante ya hecho al otro vampiro, se levantó de inmediato y con paso firme se aproximó a la silla en la que reposaba el traidor. Era un ser joven, inexperto y débil, por lo que bastaron un par de movimiento rápidos y certeros para inmovilizarle en la silla y arrancarle el corazón del pecho en medio de los jadeos de sorpresa de los ignorantes de la situación. Él cuerpo del neófito se desplomó sobre la mesa mientras Vincent se detenía junto a la plateada cabellera y exprimía la sangre inmortal en la cristalina copa - ¿Deseos complacidos, signorina? – le cuestionó con una media sonrisa antes de lanzar el órgano comprimido lejos sin importarle en lo más mínimo el lugar en donde aterrizaría.

Con paso lento volvió hasta su asiento – Ahora que se ha eliminado la última razón para la demora ¿Podrían ser más específicos en cuanto a los nombres que nos atañen? – cuestionó mientras limpiaba la sangre de su mano con una de las blancas servilletas. No se encontraba tan sediento como para repasar el líquido carmesí con la lengua en frente de tantos espectadores. En su lugar entregó la sucia tela al esclavo más cercano y bebió un largo sorbo de la sangre recién servida en su copa - ¿Cuál fue el primer movimiento de los d’Auxerre que mencionó? – ahora los ojos se encontraban fijos en el otro vampiro. Aunque los murmullos se esparcían por la mesa debido a lo que acababa de ocurrir, Vincent les ignoró como si no existiesen. No le interesaba aclarara las razones que motivaron su actuar, eso estaba en manos de los anfitriones.

por **Rebecca de Bordeaux** Vie Mar 27, 2015 11:13 pm

No encontraba en el resto de aquellos otros hombres probabilidades de un posible cruce en el pasado. La línea de vida en la mayoría se reducía a unos pocos años. Tampoco encontraba la necesidad de hablar puntualmente con alguno sino referirse siempre en general y al aire, exponiendo así los puntos claves, como para dejar sus pautas a la hora de estrategias o convivencia. Por otra parte, Rebecca se encontraba concentrada de momento en las sutiles indirectas que tanto Lorian como Vincent comenzaban a lanzarse, e intuía por lógica que Vibeke también terminaba divirtiéndose con ello. Estando más al tanto de la especie de relación que el italiano había tenido con ella, era imposible que ambos hombres no chocasen. De repente estos cuatro presentes intercambiaban sus miradas entre sí. Que quién había tenido relación con quien, o qué es lo que estaba sucediendo. El fuero interno entre los dos principales era inconfundible. Rebecca entonces se sentía un poco externa por obvias razones al triángulo amoroso que la escena sugería, aún si no fuera así. Pero había que aceptar que era gracioso como el destino lograba entrelazar las cuatro historias; de manera obvia el resto de individuos se reducía, al menos esa noche, a un decoro de la asamblea.

Pero, ¿qué había sobre Mizar? Siendo este el tema expuesto en mesa. La neófita que Lorian mencionó en la taberna, y a la que se creía anteriormente que iba a conocer. Los motivos de su desaparición daban a que hablar, pues todas eran teorías, pero si de algo se estaba claro era del odio que corría por la noruega.
Lo mejor que podían hacer Vincent y Rebecca era pasar desapercibidos ante los comentarios.

—Es usted un caballero —correspondió con una sonrisa al gesto del vampiro más joven, a la hora de tomar asiento, dedicándola una última mirada cómplice antes de enfocarse al frente nuevamente. Para entonces, de los labios de Vibeke nació una orden. Una orden que entonces esperaba ya para esa noche. Lo esperado era que asistiera al menos un traidor, un sospechoso dentro de la hermandad. De aquellos que nunca faltan. Y la mejor manera de mantener la libertad a raya era, a veces, a través del miedo. Las condiciones serían dejadas en claro a partir de la primera noche.
Ella acalló durante el crucial momento, observando con emoción muerta el desplante que se generaba. Quienes la conocieran sabían el disfrute de la vampiresa al ver la sangre gotear del descepado corazón que ensangrentaba la mano de Vincent. Giró entonces su cabeza hasta dar con los orbes intrusos de un neófito que tenía cerca, y encogiéndose de hombros con ironía, soltó una risita.
—¿Es que quieres un poco?

Una vez comenzada la diversión con su particular humor, se volvió un poco más atenta a la pregunta de Vincent, que claramente destinaba a Lorian. Ella apenas había conocido el detalle de la susodicha Denisse. Mientras, a la espera de su respuesta, buscó los ojos de Vibeke.
—Olvidamos que los comensales no están al tanto como nosotros —susurró con el timbre preciso, de manera que ella sola escuchara. ¿Pero qué tan conveniente era la repartición de información a desconocidos que, utilizando bien sus dones, podrían seguir traicionando? En ese entonces, el dictamen de órdenes influidas por el miedo era lo más sensato. Por supuesto, aún así no todos iban a guiarse por impulsos necios. Quizás no estaban siendo justos, pero ellos se plantaban como dirigentes ahora, y la toma de decisiones vendría de la mano de los más antiguos—. ¿Crees que sepan algo más de lo que sus mentes nos autoricen?... Por cierto, se ve muy bien.
»¿No estamos siendo ahora el teatro de estos desconocidos? Silenciar nuestra habla para que la lengua ajena exponga, sería comprobar la eficacia y conocimiento de los presentes —continuó de manera más privada.

por **Lorian de Bordeaux** Vie Abr 03, 2015 1:33 am

“El circo es infame a los ojos del traidor”

Siquiera me molesté en esperar los resultados de aquello que antes había dicho. La sonrisa socarrona de aquel hombre no causaba ni un solo sentimiento de ira o molestia en mi interior. Nada lo hacía, pues era claro que pocas personas podían afectar la retórica de mi personalidad. Con lo cual, pacientemente esperé a que la platinada volviera a pedirlo. Sabía que así sería, pues yo mismo había heredado sus poderes, su lectura de mentes era mucho más eficaz que cualquiera que había conocido. Y por ello mismo fue que mi semblante siquiera se movió cuando al fin hube sentir el traqueteo de las venas comenzando a ser desgarradas por el moreno. El hambre había sido apaciguada en mí horas antes. Me había saciado lo suficiente como para no desear saborear cada gota de aquella plasma, supuestamente hermana. Una realidad que era clara, nadie de aquella reunión había hecho alguna misión para la familia anteriormente. Los Sires y antiguos vampiros de la familia no estaban presentes y la razón es que no les interesaba comandar a un grupo de ineptos, incapaces de hacer las cosas bien. Y por sobre todo, que aún no tenían la confianza y la moral para seguir aquello que nos demandaba nuestra sangre. Mi silencio era inmutable, pero no así mis ojos al ver el desastre que estaba siendo ocasionado en el lugar. Como si fuese un circo, había bañado el piso en aquel elixir rojo. Y ahora los más jóvenes empezaban a estar descompuestos de la ansiedad. — Beban de sus copas. Llama a una de las sirvientas y que limpien este desastre, por favor. — La primera oración fue dirigida a los más jóvenes que estaban postrados estáticamente en sus asientos. Fue con aire sereno y casi tranquilizador.

Y así mismo la siguiente fue para una de las esclavas de sangre que estaba a mi lado. Un susurro suave, pero a su vez una orden directa y sin demasiados preámbulos. No tenía intención alguna de expresar mi disgusto sobre la forma de hacer las cosas. Claro que hubiese preferido una muerte limpia y sin problemas. Después de todo, era un simple traidor y de esos, quizá hubiese más en un futuro. Pero era de esperarse, aquel no parecía saber el tiempo que tomaba lavarle el cerebro a un humano para que éste no empezara a enloquecer por la linfa matutina en las paredes y suelos. Lentamente, tomé mi copa y bebí despacio, escuchando la conversación con aclamado desconsuelo. Con aquel semblante sereno que cargaba a donde sea que fuese. Incluso cuando podía ver las imágenes que estaban pasando por el aire. El odio estaba despacito acumulándose en un vaso vacío. Sin embargo, cada vez que alguien lo llenaba, me recataba a tener otro al lado. Era mi manera de hacer las cosas, para quienes no valían nada en mi existencia. — No hay problema con ello, Rebecca. Si hay otro traidor entre nosotros, no creo que nos moleste que sepan a quienes conocemos, ya que ellos ya lo saben. — Expliqué en primera instancia ante la incertidumbre de ella. Pues bien la conocía, sabía que era una mujer estratégica y muchas veces, capaz de darse cuenta lo que podía llegar o no a pasar de abrir la boca. Pero en ese caso, no tenía demasiada importancia. No al menos aquellas dos preguntas que habían sido expuestas por el vampiro frente a mí.

— En realidad, el primer movimiento de ellos, fue más un descuido mío. Pensé que era solo una vampiresa más, ella me llamó por el nombre equivocado. Y me dejé llevar por su juego, terminé haciéndola enojar. Claro que no fui el único lastimado. Pero al menos me llevé algunas… sorpresas. — No dije nombres, pues a pesar de lo que hacía segundos había dicho, no era mi intención en absoluto tomar la decisión sobre exponerlos o no. Aunque Vibeke lo haría, era desafiante y le gustaba ganar aun teniendo menos cartas en la mano, pues escondía las demás bajo su piel y las exponía cuando mejor le parecía. En ese caso no sería diferente, pero era mi deber escuchar y dar mis opiniones con la mayor de las claridades. — A decir verdad, estoy algo preocupado por lo que harán ellos ahora, esto parece más una guerra fría. Y nosotros tenemos más que perder. Hace unos cien años me dediqué a matar a uno de los Sires de ellos, junto con otros De Bordeaux. Ellos ya lo saben y digamos que la sangre sigue caliente. En nuestro caso, pocos antiguos han conseguido ser asesinados. — Por ello mismo es que no estaban presentes. Y ese era mi objetivo, aclarar algunas inquietudes que sabía que muchos tenían. La razón por la que estábamos solo nosotros. Y no era algo tan solo para Vincent, pues jamás se lo había dicho a ninguna de las mujeres presentes, aquellas con las que, después de todo, había compartido infinidad de tiempo. Lo cual no me interesaba exponer en ese instante.

por **Vibeke de Bordeaux** Mar Abr 14, 2015 6:43 pm

"Cuando estoy tratando con un enemigo invisible utilizo la mayoría de recursos como escudo…y un poco de cebo."

Estuvo a punto de responderle a Vincent que todos estaban en igualdad de condiciones, en cuanto a temas de ser invitados y recién llegados se refiere. Pero la imagen mental que se hizo Vincent la hizo guardar silencio y prácticamente la obligó a contener la risa. No es que le pareciera gracioso, sino que en cierto modo le gustaba esa manía de Vincent de expresar deseos y enseñar pasados a través de imágenes abiertas a cualquier lector de mentes.

Y fue él mismo quien se levantó y caminó hacia el traidor. Vibeke lo siguió con la mirada, confirmando la petición de Lorian convertida en capricho por ella. A medias alcanzó a sonreírle al traidor, como si pretendiera despedirse con gusto mientras él intentaba levantarse interpretando lo obvio. Pero no alcanzó a desprender lo suficiente el trasero de la silla, cuando ya su rostro sin vida impactaba contra la mesa y Vincent sostenía el corazón en su mano, caminando como si hubiese hecho la cosa más fácil del mundo, como si en vez de un corazón fuese un racimo de uvas que exprimía en la copa de la noruega. Y ella le sonrió, con la picardía de siempre al tener un gusto complacido —Quizás…— dijo a medias, dejando una frase que completar a la imaginación sobre si estaba complacida o no ¿Qué mejor que permitir a Vincent imaginar lo que quisiera?.

Bebió de la copa mientras recorrió con la mirada a todo el mundo, sin omitir su don para leer las mentes y buscar cualquier cosa relevante en cualquiera. No respondió al asunto de los nombres, porque no le importaba como se llamara ningún d’Auxerre porque no sería ella quien hiciera sus epitafios. Solamente Dorian tenía un propósito para ella y en esa medida guardó silencio. Mientras Lorian respondía, dirigió su mirada a Rebecca, más silenciosa y prudente que los otros antiguos que allí se encontraban, incluida ella. Mirarla constituía una completa delicia y mantuvo en secreto la conversación que se llevaba a cabo mentalmente —Muchos sólo serán peones en este juego de guerra. Por ahora sólo dejaremos claro que las traiciones se pagan caro y pondremos nuestra seguridad por encima de la de muchos— respondió sólo para ella, en su mente y con ganas de agregar también que sería buena idea que se pasara por su habitación al terminar aquella reunión necesaria. No obstante se contuvo y apenas le guiñó el ojo; ya habría tiempo para eso.

— ¿Realmente importan los nombres? Son d’Auxerre y eso debe bastarnos a todos. Nuestra sangre reconoce la suya, eso es lo que único que nos es necesario— espetó una vez Lorian con su gesto y voz más fría que siempre había finalizado. Era evidente que él no quería dar nombres, quizás porque aún tenía algún sentimiento hacia su hermano que impidiera que alguien más distinto a él lo tocara ¿Por qué entonces habría de mencionarlo Vibeke? Aunque a decir verdad, ella no mencionó el nombre de Dorian o Denisse porque esperaba tomarlos ella misma, sin que la mano de nadie más ejecutara la venganza. —Van a venir por Lorian primero porque es a quien conocen. De antes, de ahora... el hecho es que tenemos que doblar guardias, estar atentos y matar a los traidores. No voy a ser sutil con esto porque muchos podrían morir por la lengua floja de cualquiera. Ya vieron lo que pasa con quienes se quieren pasar de listos y no hace falta repetirlo. Esto es una guerra, una estrategia en la que debemos poner peones. Por lo mismo vamos a crear neófitos, señuelos distintos de nosotros para marcar donde están ellos y si planean atacar. Elijan lo peor de París, asesinos, prostitutas y dementes. Todo aquél que vague por las calles creyéndose el rey del mundo. Esa será nuestra primera jugada— propuso con la voz calma y aterciopelada aunque no por ello menos dominante. Ya venía pensando la propuesta, necesitaba crear distracciones para evitar el ataque a Lorian y sobre todo, para detectar los puntos en los que se movían los d’Auxerre creyendo atacar. Que estuvieran de acuerdo o no era otra cosa, ella ya había lanzado un par de sus cartas sobre la mesa, aunque tuviera todos los ases bajo la manga.

por **Vincent de Bordeaux** Miér Abr 22, 2015 9:34 pm

El humor de Vincent mejoró considerablemente con la respuesta de Vibeke. No esperaba menos de la amazona que dejarle la puerta abierta con una franca invitación a traspasar el umbral. Eso y que no le importase en lo más mínimo arrojar la insinuación de forma desvergonzada ante una mesa llena de “invitados” que rebullían nerviosos en sus asientos debido al espectáculo que él mismo acababa de brindarles. Bufó con desprecio al escuchar el nuevo mandato pronunciado por el vampiro. Aunque no olvidaba que muchos de los presentes eran jóvenes, si hubiese esperado que saciaran su sed antes de presentarse en la mansión, al menos sería lo que él hubiese hecho. Además ¿Qué clase de vampiro era aquel que no soportaba un poco de sangre sobre el reluciente piso? “Nada más que un quisquilloso” pensó sin colocar barreras ante los lectores de mentes mientras seguía con sus ojos a la sirvienta que presta se disponía a limpiar la sangre derramada por el traidor. A pesar de que muchos de los más jóvenes siguieron el concejo y bebieron de las copas, los cuchicheos no cesaron por completo. Incluso a su lado Vincent pudo escuchar el suave murmullo de la voz de Rebecca dirigiéndose a Vibeke, pero dado que se había tomado las molestias de expresarse en un tono tan suave, él no se molestó a su vez en agudizar el oído para escuchar lo que tuviese que decir.

Sin embargo fue nuevamente la voz masculina la que sacó de dudas a todos los que sintieran curiosidad por el cotilleo entre las dos mayores. Habían empezado con pie izquierdo ellos dos, pero eso no impidió que le diera la razón ante su argumento. Muchas veces el miedo era un arma mejor que el respeto o la confraternidad. Aquellos que tuviesen la intención de participar en algún tipo de complot contra la familia ya tenían un ejemplo claro de lo que les ocurriría. Se trataba de un tema serio pero a Vincent le preocupaba más la información que estaba por ser revelada que las miradas de patético temor en algunos de los pálidos rostros que le rodeaban. Casi esperaba que el vampiro se negase a contestar y se sorprendió al notar que aquel acartonado y quisquilloso colmilludo no se dejó llevar por vanos rencores como un adolescente (eso era más de lo que podía decir de sí mismo) y que tampoco matizó su intervención intentado ocultar la verdad que les revelaba. Inclinó la cabeza en gesto de reconocimiento y aprobación.

– Interesan los nombres, o al menos las descripciones, en la medida en que sus dueños se conviertan en los objetivos principales de un ataque – puntualizó tras la intervención de Vibeke mientras consideraba las razones por las cuales esos dos se negaban a hablar abiertamente – Sin embargo, también es cierto que cualquier d’Auxerre debe ser considerado enemigo y por tanto destruido – la verdad era que si ellos manejaban estratégicamente la información que poseían conseguirían alcanzar los objetivos sin necesidad de revelar las identidades a toda la familia. Personalmente no le agradaba la idea de ser considerado solo un soldado al cual podía ocultársele parte de la información, pero el juego apenas empezaba y no ahondaría las diferencias ya existentes aferrándose a un punto que podría ser negociado en el futuro. Además tenía que admitir que empezaba a reconocer vínculos fuertes entre los tres más antiguos mientras él era hasta el momento poco más que un conocido.

Escuchó la propuesta de Vibeke mientras algunas cabezas asentían en complacencia y los murmullos tomaban nuevamente fuerza a su alrededor. Su gestó burlón tornó a uno más serio –Aunque luego tengamos que dedicarnos a destripar a de Bordeaux novatos fuera de control – un apunte en voz alta que manifestaba su preocupación ante un plan que en primera instancia sonaba muy astuto pero que tenía muchos factores que podían salirse de control. En primera instancia le preocupaba el cómo instarían a unos humanos majaderos y descarriados a unirse a una causa que no compartían ¿Qué les impediría agruparse y volverse contra sus creadores? Luego estaba el problema de mantener oculta una gran cantidad de neófitos sedientos de sangre y enloquecidos por hincar el colmillo en todos los habitantes de la ciudad. Además, puede que para los más antiguos no hubiese problema con crear a varios neófitos al mismo tiempo, pero no todos poseían la fortaleza acumulada de los años y Vincent no consideraba practico debilitar a sus propias tropas en pos de aumentar el número de blancos para el enemigo – Apelando a la prudencia – sonrió con malicia - Podría ser más acertado limitar el número de peones a crear ¿no lo creen? Hacerlo de manera gradual de forma que se cumpla con la parte del señuelo sin que peligre el control sobre los recién creados – se encogió ligeramente de hombros antes de proseguir – Además, si la información en veraz, creo que ya contamos con el mejor señuelo de todos – observó fijamente a Lorian (por fin colocando un nombre al rostro) – después de todo vendrán por él primero – una enorme sonrisa iluminó de nuevo su rostro. Intuía que Vibeke no admitiría ponerle en riesgo y de hecho no era eso lo que estaba proponiendo, pero ansiaba ver la reacción por sus palabras.

por **Lorian de Bordeaux** Jue Jun 04, 2015 12:06 pm

Incluso podía decir, sin ninguna clase de titubeos, que aquel inmortal me causaba algo de gracia. Hubiese doblado mis labios hacía arriba si no fuese que el pasar el tiempo me había provocado un mortífero y triste mirar. Casi como si en realidad ya no tuviese vida dentro. Aunque irónicamente, todos estábamos muertos. Estiré entonces mi espalda, lentamente hacia atrás, haciéndola resonar contra la madera de la silla y me quedé mirando a los demás, no todos los vampiros que había allí sentados eran idiotas, podía observar caras serias, algunos neófitos desesperados, incluso había quienes parecían estar divirtiéndose montones con la situación. Eso estaba bien, me gustaba sentir que no todo era tan aburrido como si lo era para mí. Cumplir con esas obligaciones no era más que un tedioso cargo que tenía que sufrir por el resto de mi eternidad, así como también estar en la telaraña de una platinada. Apoyé ambas manos sobre la mesa, dejando salir un suspiro anhelante, tristemente, estaba de acuerdo un poco con Vincent, lástima que era Vibeke quien siempre tenía la razón y por sobre todo, creía pensar que para ella no tenía ninguna importancia que miles de neófitos estén corriendo por la ciudad. Al igual que a mí, no nos interesaba lo que pasara con los demás o si París caía prendida en llamas a cuestas de eso. Simplemente teníamos que mudarnos de país y volver a la vida cotidiana de siempre. Así que, ¿él era bondadoso? ¿O quizá creía que realmente era algo de lo que teníamos que percatarnos? Dudé en responderle, la razón es que tenía que pensar un poco más –más de lo habitual- y saber qué me convenía decir.

— De hacer muchos neófitos, no los tendríamos aquí. Los dejaríamos una de las casas que están en las zonas más alejadas. Sí el problema es quien los hace, lleva demasiado tiempo y es cansador. Por otro lado, los controlaríamos, tenemos habilidades especiales y contamos con algunos hechiceros. No es tanto problema si así es como lo quieren llevar. — En realidad, hablar sobre “ellos” era una tonta hipocresía, pues tan solo me refería a los deseos que Vibeke podría llegar o no a tener. Apreté los dedos contra la mesa, sí, si ella quería hacer ese plan y no dar su brazo a torcer en lo absoluto, yo podía buscar las mil y una maneras de llevarlo a cabo sin que haya siquiera una imperfección. Podía darles los motivos perfectos por los que era un buen plan y hacer que las debilidades del mismo cayeran a pedazos. Pero llamaba al silencio por mi parte, esperando casi servicialmente a un nuevo diálogo. A pensar una vez más las resoluciones que debíamos dar a conocer y las que no. Pues aquel hombre parecía tener muchos planes, algunos más macabros que otros hacía mi persona, los cuales los escuché sin siquiera mosquearme sobre el paradigma que iba a abrir. Tomé mi copa en ese instante, no me atrevía a contestarle. Me enjuagué con la bebida, saboreándola con recatado disimulo, hasta depositarla nuevamente en un costado. — Sería interesante, pero no creo que sea prudente. He tenido que ser bastante sigiloso desde aquel momento, si ellos me encontraran fácilmente sería peligroso para nuestra residencia, es el lugar donde dormimos en el día después de todo. Nuestro punto débil. Y si me fuera, sería complicado contraatacar. Sin embargo, pensé en que podríamos encontrar una posibilidad un poco más indirecta. —

Hacía bastante se me había ocurrido utilizar humanos para nuestro beneficio, tener esclavos de sangre o simplemente borrarles la memoria a algunos mortales hasta dejarlos como cuerpos vacíos. De esa forma, luego de encontrar el paradero de nuestros predestinados enemigos, incendiarlos mientras duermen sería realmente entretenido. Una lástima no poder verlo, aunque no era algo que me afectara, pero probablemente a los demás sí. La mayoría eran vampiros vengativos, seres que disfrutaban observando como los demás se consumían dolorosamente, y a mí, por el contrario, solo me interesaba dar por terminada aquella estúpida reunión. Y finalizar, para siempre, los encuentros con los De Bordeaux. A pesar de que era quizá el único que había tenido un pasado en otra de las misiones, también era al que menos le interesaba. Sin embargo, no comenté aquel plan que venía espetando desde tiempo atrás, me lo guardé, esperando poder explicarlo en una de las reuniones venideras, pues aquella tendría que llegar a su punto de expiración pronto. —Estamos redundando demasiado en un mismo círculo. Esta reunión es para saber las caras de los integrantes que están con nosotros y matar a los incautos o traidores. Las cosas se llevarán a cabo a medida que el tiempo pase. Y según creo, tiempo, es lo que nos sobra. — Finalicé así mi esquema, terminando al mismo tiempo la copa que hacía largo tiempo tenía frente a mí. Las cosas iban a cambiar y se iban a girar muchas situaciones, por lo que tendríamos que avanzar y pensar en el camino. Después de todo, Vibeke ya tenía en progreso muchas de sus hazañas y yo, aunque con un miedo que no se llegaba a ver, estaba esperando sus resultados.

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