Vincent de Bordeaux

por **Vincent de Bordeaux** Vie Feb 28, 2014 11:05 pm

Vincent de Bordeaux

360 años reales 22 aparentes → Vampiro → Heteroflexible → Clase Alta → Italiano (Florencia)
Vincent de Bordeaux Zlp4OQR

Habilidades, Poderes y Atributos
Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
Atributos: Colmillos afilados, uñas afiladas, piel y cuerpo resistentes e inmortalidad.
Poderes: Bloqueo mental, Levitar y Persuasión

Descripción psicológica
Suele decirse que sobre los gustos nada está escrito, pero cuando las inclinaciones por una conducta en particular sobrepasan la barrera preestablecida por la sociedad como “normal” suele calificarse como un vicio. Muchos humanos y no-humanos cuentan con vicios en su haber, en el caso de Vincent éste es el mismo que tenía cuando su piel aún era tierna y tibia: las mujeres. Básicamente se trata de un mujeriego empedernido que hará lo que crea conveniente para conseguir que el objeto de su atracción finalmente le acepte. Sin embargo no tiene ninguna confusión en cuanto a lo que busca. El respeto para aquellas con quienes retoza es un concepto tan ajeno para él como lo es el amor. Solo existe en su espectro de emociones la pasión carnal, el deseo y, tal vez, el encaprichamiento. Todas las almas sobre el planeta son usables y, una vez cumplen su cometido, simplemente descartables y reemplazables.

En este orden de ideas su conducta puede variar radicalmente dependiendo del entorno y del objetivo que tenga en mente. Puede ser un parlanchín insufrible o un silencioso espectador dependiendo de su estado de ánimo; asimismo puede ser amable, simpático, elegante y carismático o un desvergonzado de humor acido y negro, respuestas irónicas y conducta displicente. A pesar de lo anterior trata de evitar las confrontaciones (desde que no haya un D'Auxerre de por medio por supuesto) aunque tampoco las rehúye una vez que ya no hay marcha atrás. A pesar de contar con toda una eternidad por delante, piensa que el tiempo pasa demasiado rápido como para desperdiciarlo en algo menos placentero que un cuello descubierto y una mujer en el lecho. Es leal solo a sí mismo y al apellido que heredó de su Sire. Por lo general se mostrara amistoso con otros que compartan el legado pero no aceptará ni seguirá ordenes de alguien que no demuestre su valía antes de que intente imponerle su voluntad. También suele ser obstinado y caprichoso, tal como podría esperarse de alguien de alta cuna y para quien solo era necesario manifestar un deseo para que éste le fuese concedido.

No siente remordimiento por sus víctimas mortales aunque tampoco se inclina por el hecho de matar sin justificación. Prefiere mantener a sus víctimas con vida así el juego se alarga y él puede disfrutar por mucho más tiempo del elixir de la vida. Sin embargo también hay un lado oscuro atado, no solo a su naturaleza, sino al desafortunado incidente que precedió su trasformación: una insaciable sed de venganza contra los D'Auxerre corre por sus venas, tal como ocurre con prácticamente todos los inmortales que comparten su apellido

Descripción Física:

Historia
El joven se calzó la fina y pesada capa sobre los hombros antes de salir corriendo precipitadamente escaleras abajo donde sus compañeros y amigos le esperaban. El grupo era pequeño, no más de cinco bribones herederos sobre quienes no aplicaba ningún tipo de restricción, regla o norma. Las libertades que el dinero y prestigio de sus padres les otorgaba les facultaba para creer con toda sinceridad que el mundo les pertenecía. Ninguna preocupación o angustia colmaba aquellas pérfidas mentes. Ningún compromiso social, ninguna moral, ninguna ética. Vivian para gozar y era lo que se proponían minuto a minuto. Vincent saludo con un gesto obsceno a sus compinches antes de que abandonaran todos la mansión paterna entre risas y bromas. Esa noche irían a celebrar su cumpleaños por lo que se encontraba de un humor especial.

Si bien en la prospera Florencia a ningún joven que tuviese los recursos necesarios le harían falta damitas a quienes cortejar, Vincent había sido bendecido con un aspecto que muchas mujeres consideraban agradable y con una habilidad innata especial para la seducción. Y era un don que explotaba sin ninguna contemplación. Incontables mujeres yacían ya en su lista de conquistas. Jóvenes y adultas, inocentes y cándidas o maliciosas, muchas de ellas hermosas, otras no muy agraciadas… no importaba. Lo único que perseguía era poder inflar su ya gran ego, reconociéndose y ensalzándose a sí mismo como una suerte de Casanova ante el cual ninguna mujer podía resistirse. A sus 22 años ya debía contar, al menos, con alguna perspectiva de vida matrimonial, sin embargo su espíritu aventurero y mujeriego le impedía siquiera considerar el amarrarse “hasta que la muerte lo separara” de una sola mujer. Su infancia y juventud transcurrió colmada de todo aquello material que él desease y que el dinero le pudiera ofrecer. Sin embargo no contó con tanta suerte en el aspecto emocional. Un matrimonio disfuncional le había conferido una familia fragmentada en la cual ni su madre ni su padre se había preocupado nunca por acercarse y educar a su pequeño retoño. No podía decir que les amase, en realidad lo único que de ellos requería era el dinero y asegurar que su nombre estuviese en el testamento, lo cual no debería constituir ningún problema dado que se trataba del único hijo de la pareja y, por tanto, del único heredero de la fortuna de los Cotillard.
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– Hablas como si ninguna mujer pudiese negarse y eso, mi amigo, no puede estar más lejos de la realidad – un coro de risitas siguió al comentario – Gaspar tiene razón Vincent, eres bueno, lo reconozco, pero no infalible y creo que hoy has encontrado por fin la horma de tu zapato – el joven de ojos claros bufó sonoramente en desaprobación de lo que escuchaba. Se encontraban sentados en torno a una mesa de la taberna más frecuentada de la zona. En el otro extremo del abarrotado y bullicioso lugar una joven de no más de 18 años reía tímidamente mientras un hombre le susurraba algo al oído. El primer pensamiento de Vincent se dirigió hacia la belleza de la damita. Una piel clara y aterciopelada, unos enormes ojos color miel y unos bucles dorados que caían como una cascada hasta la mitad de su espalda. Indudablemente tendría muchos pretendientes aunque claro, él estaba seguro de que ninguno podría hacerle justicia. Sus ojos se posaron entonces en el hombre que la acompañaba. Era alto y fornido, de piel muy pálida y unos ojos tan verdes que no parecían reales. Su cabello oscuro era corto y sus ropajes declaraban una alta posición social. Una punzada de inseguridad le recorrió pero no estaba en su personalidad aceptar una derrota tan rápidamente - Bah, tonterías, bastara con unas pocas palabras para tenerla desnuda en mi lecho – una sonrisa maliciosa se extendió por el rostro de Gaspar – Suena muy seguro de sí mismo, mi señor ¿Qué le parecía si hacemos entonces una apuesta? – la fanfarronería se extendió durante la siguiente media hora hasta que todos en la mesa estuvieron de acuerdo en las condiciones del pacto.

Las bebidas continuaron llegando mientras el tema de conversación variaba constantemente. En algún momento durante las horas siguientes ocurrió un movimiento que llamó la atención de Vincent. El hombre que cortejaba a la joven rubia se retiró del local dejándola sola. El joven repasó su labio inferior con el pulgar. Era éste un gesto involuntario que emergía cuando se encontraba ante una decisión difícil. Finalmente, y apurando el resto de su copa, se levantó y se acercó hasta la mesa donde esperaba paciente el premio de su apuesta. Sin esperar una invitación tomó asiento – Madeimoselle, pensé que nunca llegaría el momento de que estuviésemos finalmente a solas – manifestó entusiastamente antes de llamar al mozo con un gesto de su mano. La chica, por su parte, le miraba entre divertida y asombrada – Creo que está usted confundido, Monsieur, ni le conozco ni tengo con usted cita alguna- él se encogió de hombros restándole importancia al asunto – se trata de ínfimos detalles fáciles de solucionar. Soy Vincent Cotillard y estoy a sus ordenes – se presentó levantando una de aquellas suaves manos y depositando sobre ella un casto beso. Era un truco tan viejo para él que no le sorprendió ver como los ojos de la fémina se iluminaban ante el reconocimiento de su apellido. Después de todo la codicia era la llave que le permitiría ganar su apuesta.

A pesar de que en un principio pensó que se trataría de una tarea sencilla, con el paso de los minutos la reticencia de la joven a abandonar la mesa en la que se encontraba empezó a hacerle perder la paciencia. Coqueteo con ella, la cubrió de cumplidos y promesas, se encargó de que su copa estuviese llena constantemente y de que gracias a la risa olvidara por un rato a su anterior acompañante. Finalmente, y cuando casi se daba por vencido, ella aceptó. Con una sonrisa victoriosa la escoltó hasta la salida pero no atravesó la puerta hasta no haber comprobar que todos sus amigos estaban al tanto de lo ocurrido. Había ganado y ahora podía disfrutar de parte de su premio. Era un hombre afortunado, o eso pensó hasta que una figura masculina les cortó el paso en el angosto callejón por el que se desplazaban.
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Los siguientes días fueron el infierno en vida para Vincent. Le costó bastante a su cerebro aceptar que el hombre a quien le había arrebatado la joven era más que un simplemente humano. Él la había matado sin contemplación y ahora le retenía en un viejo y abandonado molino en las afueras de la ciudad. Llevaba un día entero sin gritar, para aquel momento ya sabía que no funcionaria. Apenas si podía ver a través de sus hinchados parpados y no se atrevía a moverse por miedo al lacerante dolor de sus fracturadas piernas. Era a todas luces un castigo desproporcionado al crimen. Lloró en silencio. En un principio había rogado por su vida, luego rogó por que el dolor se detuviera, ahora rogaba por su muerte. Docenas de agujeros salpicaban su piel allí donde aquel ser se había alimentado de él. Ni en sus más oscuros sueños habría podido concebir la existencia de algo como aquello. Y no importaba lo que hiciese, cuanto maldijese, cuanto implorara, cuanto se retorciera. Su miseria solo se incrementaba hora tras hora, como si en lugar de su sangre el monstruo se alimentara con su dolor y angustia. No requería una superficie lustrosa en la cual observar su reflejo para saber que le había deformado. El rostro del que tanto se había enorgullecido ya no existía. La forma de sus facciones estaba desfigurada por los golpes recibidos, la mayoría de sus dientes habían desaparecido y la tersa piel había sido cruelmente rajada y desprendida.

No supo en qué momento se durmió pero al abrir los ojos era nuevamente de noche. Un gemido salió de su lastimada garganta. – Corderito, corderito – canturreó la fría voz que tanto había aprendido a odiar y temer - ¿Hemos ya aprendido a no desear el bocado del lobo feroz? – aterrado observó como la figura se acercaba. Su cuerpo se agitó en un intento desesperado por alejarse. Intentó arrastrar el peso de su cuerpo con los brazos ya que era inútil intentar siquiera ponerse de pie, pero no tenía la más mínima posibilidad de escapar. Con un movimiento pausado un pie descendió sobre la desnuda mano de Vincent, aprisionando la sueva carne entre el zapato y el suelo. Sus huesos crujieron ante un peso y una fuerza que no parecía corresponder al tamaño del pie. Grito en agonía mientras la sangre manaba. - ¿No tienes valentía, no tienes agallas, podrías al menos dejar de gimotear como una niña pequeña? – la voz sonaba ahora exasperada. Se sintió entonces levantado por el cuello – Creo que el niño bonito ha empezado a aburrirme – sintió un dolor punzante en su cuello que no era para nada comparable con el tormento que sentía en el resto de su cuerpo. Sin embargo las palabras de su victimario le conferían una pizca de esperanza. Con una silenciosa plegaria el joven esperó a que finalmente su miseria terminara con su muerte.
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Si estaba muerto ¿Por qué aún sentía dolor? lentamente abrió los ojos. El corazón latiéndole violentamente y deseando con toda su alma no continuar en el viejo molino. Para su infinita sorpresa se encontraba en una elegante y espaciosa habitación. Sus piernas se encontraban inmovilizadas y su mano vendada. Se sentía débil y muy desorientado. Una figura entró entonces a la habitación. Se trataba de un hombre joven al cual no conocía, sin embargo la palidez de su piel y la similitud que tenia con su captor en la forma de moverse le generó un ataque de pánico. Gritó apretando con fuerza los ojos - No de nuevo, por favor, solo quiero morir… solo quiero morir… lo siento, en verdad, lo siento…– las lagrimas inundaban sus ojos y casi colapsa al sentir la fría y pétrea mano apoyarse contra su frente – Vincente, nadie te lastimará, estas a salvo aquí - le costó al hombre, y su tranquilizadora voz de acento musical y extraño, casi una hora conseguir que regresara suficiente cordura a Vincent como para que pudiese escuchar lo que tenía que decirle. Era una locura, todo lo era. El hombre le contó como lo había encontrado prácticamente desangrado mientras perseguía el rastro de un viejo enemigo. Le platicó sobre su vida y su naturaleza. Le contó lo que sabía sobre su torturador su nombre e historia, como desde décadas atrás se perseguían el uno al otro en busca de revancha y venganza gracias a una disputa ancestral entre dos descendencias de condenados. Él era un de Bordeaux, el otro un D'Auxerre.

Los días dieron paso a las semanas y, una vez superado el terror inicial, la ira y las ansias de resarcimiento inundaron la que fuese en antaño una mente despreocupada. Su cuerpo había quedado seriamente lacerado, ya no era apuesto y contaba con suerte si recibía algo más que una mirada de asco por parte de los desconocidos. Alguien debía pagar por lo que le habían hecho, por lo que había sufrido; por esto, cuando su rescatador le ofreció la oportunidad de ser su igual no lo dudo ni por un segundo. Su cuerpo sanó de manera milagrosa. Su alma, sin embargo, estaría por siempre deformada por el horror y el dolor vividos. Si bien muchos de sus viejos hábitos emergieron nuevamente, ahora su objetivo era mucho más claro y sencillo: acechar, cazar y destruir a cualquier D'Auxerre que hallara. Siempre existía la posibilidad de que tarde o temprano volviera a encontrarse con su torturador. Era por eso por lo que ahora imploraba, sabiendo que hasta que eso no ocurriera no podría menguar su deseo de sangre.

Extras

Gusta de las caminatas nocturnas y el cálido aire veraniego
Carece de la habilidad necesaria para poder apreciar el arte
Sangre, conquista y sexo son los objetivos en su vida inmortal

por **Asagi Dunkelheit** Sáb Mar 01, 2014 12:37 am

FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES.

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Re: Vincent de Bordeaux