Un poco de amor frances [Takeshi Yamamoto]

Otro día en ese inmundo lugar sucio y asqueroso, como puedo vivir rodeada de esta gente, pero no se como vivir fuera, así que debo conformarme. El vivir como gitano es algo que no puedo soportar y el verlos todos los días me provoca incendiar sus carrozas como lo hice el día que me libere, sin embargo allí había logrado establecerme y no precisamente por la compañia "familiar" de mi raza, sino que Paris era inmundo y lleno de corrupción por lo que las muertes que causo pasan desapercibidas por lo tanto yo me encuentro a salvo.

Camine hacía el río para poder lavar mi cuerpo, no era algo que hacía habitualmente como era costumbre entre la gente de mi posición pero la sangre de mis victimas mancharon mis ropas de un rojo carmesí brillante, tan vivo que podía levantar sospechas así que vine a elminiar cualquier clase de prueba, aunque por mi oficio de carnicero podía escapar diciendo que era snagre de cerdo. Termine de lavarme y guarde la ropa que recíen había lavado, colocando encima mío aquella que estaba seca, acomode mi cuello y una suave brisa golpeo mi rostro, bufé cual toro en un momento de enojo ya que sentir ese aire en mi, me molesto como lo hace cualquier cosa que este en esta patética tierra.

El día de hoy ire al burdel, no suelo frecuentar esos lugares y menos para tener un encuetro sexual con alguna mujer que a sido tocada por miles de hombres sin saber su procedencía y a pesar de ser un lugar igual de asqueroso que en el que vivo, algo me llama, su interior palpita gritando mi nombre, llamandome como un embrujo provocando locura y desesperación. Al llegar pido hablar con aquella que maneja a esa mujeres, el olor a vicio se percibe desde la puerta y al estar dentro te envuelve, pedí a una mujer que llamo mi atención la última vez la mujer alzo una ceja altanera ya que viendo mis ropas sabía que mi clase no podía pagar casi nada, así que di lo doble del valor cosa que cambió la expresión de esa mujer y me llevo a una habitación para esperarla -Sweet- dije en un murmullo mientras la luz del fuego que utilice para encender mi tabaco ilumino mi rostro dejando ver ese rostro asiático.

La mire entrar con esa cabellera rubia que seguro ondea de una manera hermosa en el viento, el color del sol en su cabello ilumino la habitación en ese momento, la música comenzo a escucharse, en realidad desagradable para mi gusto pero prefiero que mis oidos se envenen con ello que escuchar los gritos de los demás clientes en ese burdel barato. Estoy aquí para relajarme, para olvidar y para sentir... ¡nada! no siento nada, sólo sé que mi mente se encuentra en blanco cuando tengo esa clase de compañía, el sentir repugnancia por esa clase quedo atrás, y simplemente sé que no sé que mientras les pagues estarán allí.

La mire sentarse en la cama con comodidad, esta vez pedi una cama más grande para poder recostarme comodamente cosa que no tengo en la carroza. Di una fumada a mi tabaco y utilice sus piernas como almohada -Me molesta más la gente del otro lado de las paredes, pero eliminarlos en este momento es imposible- dije, mire hacía ella y pude distinguir su piel blanca, muy diferente a la mia, la cual con el tiempo tomo un color de amarillo a tostado, me veía como cualquiero pordiosero de la ciudad. Suspire un poco -¿Cómo te ha ido en mi ausencia?- pregunte como si la conociese de toda la vida y después de un largo tiempo nos volvemos a encontrar -La vida aquí no es tan buena como parece ¿no?-

Normalmente no iba allí para que me interrogacen, sólo para sentir un poco de calor en mi mejilla la cual había olvidado el roce de una caricia, y con el toque de su suave mano simplemente me envolvió, no me siento como aquellos que van por los servicios de una prostituta, voy a buscarlas porque son las únicas que pueden comprender lo que soy e incluso ella suelen verme como un bicho raro y toman mi condición como otro fetiche sexual, como si eso fuese lo importante, pero deberían agradecer que no las utilizo como objeto desechandolas con facilidad, por eso regrese con ella, con la rubia de suaves manos y cabello de oro, ella me vio como una persona que necesita una caricia, y no sexo.

Hombres ¿cómo yo? ¡ja! que simpático comentario, es la primera vez que me dicen algo así, que me consideren un hombre y no un monstruo ¿qué pasa si me conoce en verdad? ¿cambiaría su forma de verme? es más ¿me vería? tal vez no, pienso que ni aunque le pagara por atenderme ella no lo haría, pero dejemos que piense que soy un hombre o al menos uno diferente a lo que suele conocer. Debería estar en la parte de abominaciones así que solo esboce una sonrisa algo torcida ante aquel comentario de alguna forma no quiero que sepa quién soy en realidad, ella aún no me teme así que debo disfrutar sus caricias.

Llegue allí para una simple cosa y es hablar, no para sentir cariño de alguien aunque no es malo sentir aquel calor en la mejilla y un ligero rubor en las mismas aparecieron, aunque por el color de mi piel no es tan notorio -Puedes contarme lo que pasa aquí- dije, mi voz suena tranquila y no es que su conversación me este aburriendo, sino al contrario, odio hablar de mi mismo es ser arrogante –Quiero escuchar tu voz- dije mirándola a los ojos –Vengo a que me hables, a que tu voz me tranquilice y si lo que quieres es quejarte de las personas que vienen a solicitar tus servicios, entonces hazlo- di la última fumada al tabaco y lo tires lejos de la cama a que la colilla del mismo se apagara por sí solo.

Subí mi mano hacía su mejilla intentando dar una caricia de consuelo, cosa que no sé si salió bien ya que nunca he hecho algo así -Mis manos son rugosas. Lo siento- me disculpe cosa que tampoco nunc hago, pero he aquí hoy estoy rompiendo las reglas de mi existencia, la forma en la cual trabajo, simplemente es de las pocas veces que dejo ver mi amabilidad. Pero para mí una prostituta es como el amor de una madre, cosa que nunca tuve, aunque suelo ser extraño y retorcido así que no puedo fiarme de dejarla intacta… pero por ahora ella me cae bien, por eso regrese a ella.

Off: Me vas a matar u.u. Lo siento trabaje y no quiso trabajar mi mente en la respuesta, no due mi intención en verdad perdón.

Cerré mis ojos después que la mirada de Sweet se perdiera de mi, escuche e imagine, ese es un don "bendito" o "maldito" dependiendo de la situación y hoy fue uno de esos días en los cuales maldigo el poder que obtuve con los años. Le escucho con una voz triste, el dolor se refleja en cada una de sus palabras y ella sin darse cuenta, acaricio mi cabello con algo de fuerza, jalando un poco de esto como si ellos fueran los culpables. Pero no le reprocho, claro que nunca haré eso, se lo que siente, ella por ser una prostituta se mete con cualquier hombre que le pague por sus servicio; pero que ella y las de su clase se desnuden frente a cualquiera no indica que ellas son malas personas e incluso no se les puede juzgar de pecadoras. La sociedad tiene diversos empleos y el acostarse con cualquiera que pague por ello es uno más que debe incluirse a la lista de trabajos bien remunerados, sin embargo no con las mejores condiciones de trabajo y nada seguro.

Respire profundamente con coraje en mi interior ya que sus palabras me hicieron recordar cosas que debí olvidar hace mucho tiempo e incluso debo decir que a ningún niño debe ocurrirle. A mi también me golpearon, me violaron y una vez inconsciente lo hicieron, fue durante años y años, destruyendo mi vida por completo eliminando cualquier rastro de bondad. Por ello se que esas lagrimas son de vergüenza, de odio, de frustración, todos los sentimientos que pudiera tener se mezclaban en ese preciso momento, en ese instante de recordar lo que paso. Esboce una sonrisa débil, tanto que dudo que se notara que estaba sonriendo, fue algo irónico y en ese instante abrí mis ojos y los lleve a la puerta ¿Dios? como decirle que no creo en dios pero agradezco que él si se haya acordado de ella en esos momentos ya que cuando yo le rogaba que no siguiera haciéndome sufrir, él simplemente hizo lo mejor que siempre hace... mantener silencio y dejarme solo.

Le mire levantarse y casi de inmediato que dejo mi cabeza en esa almohada me levante sentándome en la orilla de la cama, se acerco y comenzó a acariciar mis manos con aquella crema. En verdad el tacto se siente muy bien así que me quede allí viéndole, observe sus labios cosa que me hizo sonreír un poco más notorio, mire sus ojos y la observe ta intensamente que creo que era algo incomodo -Se sienten mejor- dije sin dejar de verle -¿Él está aquí? aquel hombre que te trato tan mal ¿vino está noche al burdel?- pregunte con una voz tranquila aunque la verdad mi sangre comenzó a hervir por recordar lo que le hizo. Soy una persona muy posesiva y a ella por el simple hecho que me dio la gana la he declarado como mía y se que en un mundo como en el que ella vive es imposible hacer aquello, pero no importa el es que él la protegerá y haría pagar a aquellos que la lastimen... ¡ja! maldito sentimentalismo estúpido ¡Maldito!