Susurros entre las sombras. [Svein Yngling]

El sonido del fuego junto a los cantos de los animales nocturnos la tenía sumergida en sus más profundos pensamientos, ideando, analizando y desarrollando más detalladamente el plan que había trazado en sus tierras, la lejana Islandia. Hace una semana atrás había llegado a Noruega, surcando las heladas aguas del Atlántico y desembarcando en Stavanger para inmediatamente moverse hacia la nevada Hardangervidda nasjonalpark, en donde descansaba ahora al calor de la fogata en la cual asaba su cena. Luego de recorrer cada rincón de Islandia en busca de su hijo, capturado por un grupo de licántropos y convertido en uno de ellos, había obtenido información acerca de un grupo de aquellas bestias que se alojaba en Ringerike, por lo que sin pensarlo dos veces armó su equipaje y se encaminó hacia tierras desconocidas.

Por medio de su halcón gerifalte mantenía constante comunicación con los cazadores que conocía en las tierras escandinavas, obteniendo así también trabajos menores para mantener recursos en su gran misión. Ahora, en medio de la oscuridad, observando de vez en cuando el hermoso cielo estrellado y escuchando el ronroneo nocturno de insectos y el viento, por primera vez desde que había iniciado su búsqueda estaba descansando. Movió levemente su pescado para que se dorara un poco más, observando las hipnotizantes llamas y dejándose llevar por sus movimientos. Estaba muy cansada física y psicológicamente, sin embargo sabía que no descansaría hasta devolver a su hijo a la tribu. Pocas veces estaba tan relajada como en ese momento, pues creía firmemente que solo podía darse el lujo de relajarse en su territorio, sin embargo su agotado cuerpo le advertía que debía descansar para seguir con su camino.

Estaba a punto de cerrar los ojos por un momento antes de comer su cena y acostarse, cuando de pronto percibió una presencia en las proximidades. Nunca había podido explicar cómo era que presentía presencias a su alrededor, si bien los cazadores son de sentidos agudos por naturaleza, ella siempre había destacado por detectar fácilmente a quienes la espiaban o seguían.

- No es un depredador grande, solo unos ojos observando todo. – Pensó, mientras miraba a su alrededor, analizando todas las posibles sombras que podían transformarse en escondites. Por un momento tuvo una sensación de desagrado, de angustia desbocada y ahogada por su curiosidad y coraje, con lo cual prefirió cerrar su mente en caso de que alguna criatura con capacidades de captar sus pensamientos estuviera observándola.

No creyó prudente lanzar alguna amenaza, demasiado apresurado habría sido y corría el riesgo de delatar su posición a alguna criatura que aún no la hubiera rastreado. En cambio, prefirió seguir escrutando con ojos desconfiados y desafiantes a su alrededor, agudizando sus sentidos al máximo, mientras tomaba un poco de su pescado para nutrirse y recuperar sus fuerzas.

Concentrada como estaba, logró escuchar pasos pesados, pero que luego se detuvieron y parecieron alejarse, para en seguida ser sorprendida por la voz de alguien a la distancia. Inmediatamente cuando escuchó la voz, supo que era de un ser sobrenatural y pudo situarla a cierta distancia a sus espaldas, a lo cual reaccionó abandonando su asiento junto al fuego para esconderse tras un montículos de rocas a su izquierda, desenfundando su espada al ponerse en guardia. Sabía que en algún momento sería visible para cualquiera que pasara por ese sector, pues a pesar de armar su campamento de emergencias a las faldas de la ladera de un cerro, todo a su alrededor era un amplio paisaje, contando solo con rocas y arbustos para su camuflaje.

Apoyada firmemente contra la fría roca con su brazo izquierdo y apretando el mango de su espada con la derecha, trató de divisar al dueño de la voz, sin embargo solo pudo distinguir el sonido de cascos con herraje sobre las rocas y pasto, junto con la sombra de un caballo y su jinete. Con esto confirmó que se trataba de un vampiro, pues los licántropos se movían en grupos. Alterada por esta sorpresa y por la posibilidad de enfrentarse a esta criatura, decidió que lo mejor era evadir cualquier acercamiento, pues debía recuperar sus fuerzas y seguir con vida para cumplir con su misión. Fue así como decidió enfrentar al vampiro por medio de las palabras, pues el hecho de que el se dirigiera a ella con estas en vez de atacarla directamente, dejaba abierta la posibilidad de que con palabras se entendieran.

- No busco problemas, mientras no atentes contra mí yo no tendré interés en acercarme a ti y ambos podremos seguir nuestros caminos tranquilamente. – Susurró con voz firme, buscando un tono neutro para evitar cualquier posible malinterpretación. No obstante, unos segundos después se le ocurrió una arriesgada idea, la cual no pudo evitar realizar. – A menos que hayas visto en tu camino a un grupo de licántropos compuesto por alrededor de 6 a 8, acompañados de un niño de no más de 10 años, convertido recientemente en la licantropía. – Esperó unos segundos para armarse de valor y seguir con su idea.- En caso de que los hayas visto o percibido y puedas encontrar su ubicación actual, te pido compartir esa información a cambio de algo de tu conveniencia, siempre y cuando este no sea mi vida o el de mis camaradas. – Finalizó, apretando los dientes al sentir que arriesgaba todo lo que tenía en juego en aquel momento, lo cual era algo nuevo para ella.

Esperó en silencio, mientras suprimía la ansiedad que esta situación generaba en ella, junto con esforzarse en cerrar su mente y mantenerse en cuclillas tras las rocas, único escudo que tenía en aquel momento contra el vampiro desconocido.

El sonido de los cascos del equino se escuchó cada vez más cerca, generándole un leve nerviosismo a la cazadora, sin embargo rápidamente lo despojó de su mente, reafirmando su decisión. Sabía muy bien que estaba en un pésimo estado, que tenia herido los pies de tanto caminar, los brazos y piernas adoloridos y su mente nublada por el cansancio, sed y sueño. Por primera vez en su vida sentía que había sido una tonta al tomar decisiones apresuradas, las cuales la llevaron a convertirse de cazadora a presa de un depredador nocturno. Sabía perfectamente que si se levantaba y arremetía con toda la fuerza su espada sobre aquel vampiro, sería su fin, el de su hijo y su tribu. Fue por esto que tragó con decisión su orgullo y se dispuso a lograr un intercambio justo por la protección de aquel ser.
Cuando vio por fin la cara del vampiro, se sorprendió por la palidez de su piel y sus azules ojos, tan azules que tenían un efecto hipnótico. Lentamente, mientras le miraba a los ojos, se levantó desde su refugio para encararlo con dignidad, a pesar de lo mal que sabía que estaba. Escuchó sus palabras con seriedad, deseando con todo su ser que la escuchara.

-Soy del oeste de Islandia. –Respondió en un susurro. Le dolia la garganta y de pronto un escalofríos recorrió su espalda debido al viento que se arremolinaba a su alrededor y a la lluvia que empezaba a mojar sus ropas. – Tal vez no ganes mi vida, pero si cumples con lo que te pida ganarás una alianza con mi pueblo y mis descendientes. Seré tu aliado y nunca serás cazado por mi o por alguien de mi sangre. Puede que en este momento pienses que es algo insignificante o que no cumpliré con lo que te digo, pero creeme que cuando ofrezco un pacto como este, cumplo con mi palabra. Ni tu ni tus amigos o cercanos serán dañados por mi tribu y esta alianza será entregada a mi descendencia como una ley que deben de cumplir.

En seguida escuchó atentas sus palabras y temió que no aceptara su propuesta, dejándola ahí a merced del cruel clima noruego. Luego de que le diera el itinerario de su viaje, meditó por unos segundos qué decir para que la llevara con él. Bajó la mirada y cerró los ojos con fuerza, tragándose de nuevo el orgullo y las ganas de salir corriendo, su misión valía este sacrificio.

- Te ofrezco mi sangre y mis servicios como cazadora a cambio de que me ayudes a recuperar a aquel niño del que te he hablado. Un grupo de licántropos atacó nuestro campamento cuando íbamos camino a un pueblo amigo en Islandia, convirtiéndolo en uno de ellos y llevándoselo a la fuerza. – Susurró con dolor, tragando con amargura en seguida, mirándolo a los ojos.- Ese niño es mi hijo y debo encontrarlo para buscar la forma de que vuelva a la normalidad.

Le sostuvo la mirada por largos segundos, sintiendo como el frío le calaba los huesos, sin embargo no sabía si se sentía así por el agua que caía ahora copiosamente sobre ellos o por los azules ojos de aquel ser, quien le observaba fijamente.

La forma en que el vampiro le habló le hizo sentir una rabia que hervía en sus venas. Nunca había sido tratada de aquella forma tan despectiva como lo había hecho el rubio, lo cual hizo que apretara sus puños mientras seguía escuchándolo, aguantándose las ganas de arremeter contra él como si fuera un gran jabalí al que tenía que cazar. No obstante, cuando tocó el tema de la licantropía, sintió una punzada en el estómago, pues a pesar de que su lado más racional sabía que no había vuelta atrás para su hijo, sus esperanzas de madre la habían hecho llegar hasta sus límites físicos y psicológicos en su búsqueda.

Desvió la mirada hacia las patas del caballo, tratando de no llorar ante la idea de encontrar a su hijo para darle muerte con sus propias manos, evitando así que hiciera daño a personas inocentes. - Sí, sí quiero salir de aquí. Debo llegar a Ringerike. - Exclamó aún con su voz seria, pasándose enseguida una mano por su rostro para limpiarse las gotas de lluvia que ya no la dejaban ver bien.

Tenía la extraña sensación de que se estaba humillando al pedir la ayuda de una criatura a la cual estaba acostumbrada a cazar, mas sabía perfectamente que si no aceptaba este inusual vuelco del destino era muy probable que ella no sobreviviera a la lluvia fría que empezaba a colarse entre sus ropas. Silenciosamente se dio vuelta, sin una leve aprensión por esta acción, para empezar a recoger sus cosas, desarmando la provisoria carpa y tomando su bolso de piel de ciervo para colgárselo al hombro.

- Recibí información de que un grupo de licántropos había llegado a Ringerike hace unos días, debo reunirme con unos camaradas cazadores allá. – Exclamó aún con su voz seria, observando fijamente los gélidos ojos del vampiro, sintiendo como el hielo de las gotas se esparcía por su piel mientras esperaba una señal de este para empezar a caminar.– Ayúdame, llévame contigo y te prometo mi sangre. - Dijo esto último para llenar el incómodo silencio que los había cubierto, limpiándose nuevamente el rostro, el cual ya sentía casi congelado.

Se sobresaltó al escuchar la dureza de sus palabras, para luego ver algo atónita todos los movimientos que hacía, asegurando su espada como parte de su equipaje, para luego quitarle su bolso de los hombros y ajustarlo firmemente en la montura. Esos movimientos le recordaban mucho a los que estaba acostumbrada a ver en su gente. ¿Es que acaso el también había sido un guerrero y cazador en su vida humana? Esto generó una gran curiosidad en ella, más de la que había sentido en el momento en que sus ojos se posaron en su figura.

Prefirió no preguntarle acerca de él, pues estaba empezando a comprender que era un ser de pocas palabras y de escuchar pocas también. Sin embargo, en el momento en que se acercó a ella, no pudo evitar una mirada de sorpresa y recelo, mientras le tomaba de la cintura para subirla al caballo. Al sentir su respiración en su oído derecho, un escalofrío recorrió su espalda, difuminándose hacia sus brazos y piernas. Solo pude asentir mudamente, mientras se concentraba en el camino que tenían en frente.

La lluvia caía copiosamente, generándole de vez en cuando leve tiritones, mas esto no interfirió en que el cansancio empezara a apoderarse de sus sentidos, y con ambas manos afirmadas en la parte anterior de la montura, su mentón descansó en su clavícula mientras sus ojos, protegidos ya de la lluvia, se cerraban involuntariamente.

Durmió sin recordar haber soñado, no obstantes cuando empezaba a parpadear, dormitando aún presa del cansancio, recordó la risa de su hijo cuando iba a despertarla en días de descansos; era un titilar cálido y agudo, un sonido tan dulce para ella que nunca olvidaría. Estaba a punto de volver a sumergirse en su cansancio, cuando un fuerte trueno la despertó de golpe, generando que sus sentidos se pusieran en alerta de inmediato, observando a su alrededor rápidamente, para posteriormente sentir la presencia del vampiro tras suyo.

- ¿Cuánto tiempo he dormido? ¿En dónde estamos? - Preguntó con voz ausente, mientras se limpiaba con una mano las gotas de lluvia que habían empapado su rostro. Buscó con la mirada alguna referencia del lugar en que estaban, para tratar de averiguar hacía qué dirección iban, pero todo le parecía desconocido, más aún con la constante lluvia. - ¿A dónde vamos…? - Se le escapó la pregunta de los labios antes de que en su mente se formara el pensamiento en el que creía que podría haber sido una muy mala pregunta, pues podría hacerle pensar que la cazadora desconfiaba de él.

Mantuvo silencio, deseando con todas sus fuerzas que no haya escuchado sus últimas palabras o que no las tomara en cuenta.

Sus ojos se abrieron más de lo normal debido a la sorpresa por la respuesta del vampiro.  Nunca pensó que bajaría la guardia tanto, sin embargo eso le recalcaba lo mal que había estado cuando el chico la encontró. En seguida, ahogó una maldición al escuchar la respuesta de su última pregunta, deseando de nuevo no haberla formulado.  

Una vez que estaba más despierta, se dio cuenta que había sentido el brazo del vampiro afirmándola desde la cintura, más cuando observó disimuladamente, ambos brazos sostenían ya las riendas, por lo que por unos segundos dudó de si lo había soñado o había sido realidad. Se ruborizó, lo cual la hizo sentir más vergüenza aún,  pues no debería ruborizarse frente a un completo extraño.  Y justo cuando estas palabras pasaban por su mente, escuchó la pregunta referente a su nombre y la sorprendió, pues no esperaba que le interesara.

- Ásgerðr Skógveið. – Respondió en un susurro sin darse cuenta.  Vaciló por un momento antes de formular sus palabras, la tormenta la distraía, los rayos iluminaban increíblemente todo a su alrededor. - ¿Cómo os debo llamar? – Alzó levemente la voz, pues justo un trueno había ahogado gran parte de los sonidos a su alrededor.

Se enderezó un poco más en la montura, procurando no chocar con él, sintiendo en seguida como sonaban sus vertebras al estirarse. – En mi pueblo me dicen the shield maiden, mas no sé si merezca ese apodo luego de todo lo que ha ocurrido. – rió suavemente con amargura, para enseguida posar sus ojos en el camino, deseando poner su mente en blanco y dejar de hablar, para empezar a actuar.

No pudo evitar voltear su mirada hacía él cuando escuchó  que había oído de sus triunfos, pues nunca había codiciado fama fuera de sus tierras.  El acento nórdico hizo que comprobara sus sospechas de que era un sobreviviente de la antigua Escandinavia. Por unos segundos observó su serio semblante y, si es que en algún momento luego de subir a su caballo había sentido duda o desconfianza en él, después de observar sus rasgos bajo la luz de los danzantes rayos, comprendió que podía confiar plenamente en él.

-Tal vez no haya escuchado de tu nombre, pero con solo mirarte puedo comprender que posees un pasado digno de ser recordado, Svein. – Susurró con sinceridad, sonriendo de levemente, para enseguida volver su mirada hacia el camino.

Poco les duró la tranquilidad y el silencio entre ellos, pues minutos después Svein mostró señales de estar rastreando a su alrededor cosas que ella no podía escuchar o ver. Por más que agudizó su oído y vista, no pudo distinguir nada más aparte de los truenos, la lluvia y el chapoteo del agua bajo los pasos del equino. Las siguientes palabras del vampiro aclararon todas sus dudas, por lo que tomo firmemente las riendas y mantuvo el ritmo, permaneciendo alerta en caso de ser necesario combatir. Sintió que el vampiro se movía tras de sí, por lo cual supuso que se preparaba para atacar, mas no había sabía ni visto si traía algún arma o si la necesitara.

Un relámpago iluminó ampliamente los alrededores, dejándola ver por fin detalles a la distancia de las grises colas y lomos peludos de los lobos, buscando enseguida a la distancia por algún otro que se estuviera escondiendo entre las rocas.

Al sentir la mano de Svein en su hombro se puso tensa, no sabía qué iba a hacer, por lo que cuando escuchó sus palabras brotar de su boca tan cerca de su oído, un escalofrío recorrió nuevamente su espalda, mas su concentración no se quebró, sino que se enfocó en buscar el líder de la manada de lobos. Sin embargo, no alcanzó a responderle, pues en los siguientes segundos llegaron hasta el grupo de lobos y con asombro vio como 3 se lanzaban sobre ellos al unísono, lo cual hizo que tuviera el instinto de tomar su espada, pero esta ya no estaba a su alcance.

Con la adrenalina a mil y la urgencia de tener un arma en sus manos, buscó entre sus ropas la daga que mantenía siempre cerca de su mano derecha para atacar al tercer lobo que estaba por alcanzarlos; no obstante, cuando estaba a punto de sacarla, fue sorprendida con que Svein ponía su pierna derecha delante de la suya, protegiéndola y a la vez logrando atacar al lobo. Lo observó por unos segundos para enseguida volver sus ojos al frente, deseando con todas sus fuerzas que el caballo no se encabritara por un cuarto lobo que corría a la altura de sus patas posteriores.

Con un movimiento de las riendas logró que el equino se moviera hacia el costado contrario en que el lobo iba, para enseguida acelerar un poco más, dejando atrás lo que quedaba de la manada. Sin poder creer su suerte y aún con ganas de devolverse para atacar a los lobos, miró hacia atrás, viendo como los animales desistían de perseguir a quienes habían deseado como presas.

-  ¡Buenos movimientos! No creo que nos sigan, les has dado un buen escarmiento. – Dijo con emoción, observando de reojo el semblante del vampiro, sonriendo al sentir por fin la adrenalina de una batalla, aunque esta fuera corta. – Y gracias por cubrirme, no creo que hubiera alcanzado a protegerme. – dijo enseguida con humildad y algo de incomodidad no propia de ella. No estaba acostumbrada a que alguien la protegiera de aquella forma, a pesar que entre sus camaradas siempre cuidaban sus espaldas unos de otros.

Sus palabras la tomaron por sorpresa, dejándola por un momento desconcertada. En seguida, cuando desarrolló mejor la idea, comprendió de lo que hablaba, por lo que lo escuchó atenta hasta escuchar su conclusión acerca de las palabras que le había dicho hace algunos minutos. Atónita, no supo cómo reaccionar a la acusación que había hecho el vampiro, o por lo menos ella lo tomaba como una acusación. ¿Acaso estaba probando su temple? ¿O de verdad no entendía lo que le había dicho? ¿Era un vampiro tan antiguo que tenía diferentes códigos sociales? ¿O ella se había equivocado en algo y había enviado el mensaje erróneo?

Meditó por un momento acerca de esto, hasta que logró formular las palabras adecuadas en su mente.- No es necesario que te conozca a fondo para afirmarlo, todo tu ser me dice que fuiste un antiguo guerrero nórdico, tu porte, tu semblante y tus movimientos, lo cual he podido comprobar luego de escuchar tu acento escandinavo.  – Exclamó en un tono de voz neutro, pues a pesar que estaba un poco enojada por ser llamada mentirosa, no quería iniciar una discusión innecesario al utilizar un tono de voz inadecuado. – Por la forma en que te expresas puedo ver que eres alguien justo, aún después de haberte convertido el vampiro, lo cual te daría la excusa perfecta para hacer y deshacer a tu antojo, pero no creo que seas ese tipo de vampiro. – Lo miró de reojo, para enseguida seguir con su mirada en el camino.

-Además, no tengo razón para querer mentirte, no creo en el decir palabras solo para agradar a los demás. Las palabras que brotan de mis labios son pensamientos que deseo decir. Nada más. – Exclamó segundos después, deseando con estas palabras poder aclarar todo. El silencio se posó sobre ellos, mientras los cascos del caballo y la lluvia era lo único que se escuchaba a sus alrededores.

Al escuchar sus siguientes palabras, a pesar que sonaron tan frías como las anteriores, no pudo evitar sonreír de costado, pues comprendía que en verdad quería felicitarla. – Gracias, es lo menos que pude hacer. – Exclamó calmadamente. - ¿Cómo está tu pierna? Tengo vendas y cuero en mi bolso en caso que necesites.- Indicó enseguida, esperando no insultar la capacidad de regeneración del vampiro. Mas enseguida observó a lo lejos que tendría que volver a maniobrar al caballo con cuidado, pues el camino serpenteaba y algunas rojas a lo lejos parecían estar siendo arrastradas por la lluvia.

La réplica del vampiro la desconcertó nuevamente, mas enseguida comprendió a lo que se refería. Él no podía hacer lo que ella hacía, atar cavos según los pequeños detalles que veía en él y en cada criatura con la que se cruzaba. Estaba muy tentada a decirle que ella podía “leer a la gente”, pues esa era la impresión que siempre generaba. No estaba completamente segura si eso era un don o poder especial, ella simplemente lo llamaba instinto. Sin embargo, desistió a aquella idea, pues no quería confundirlo más de lo que ya parecía.

Se concentró completamente en dirigir el equino por el irregular camino, el cual se había vuelto más peligroso con la lluvia inundando su alrededor. Sorteo con agilidad cada roca y charco que peligrara la marcha del caballo, no sin tener miedo de hacer un movimiento brusco y llevar al animal por un mal viraje, mas nunca denotó este temor a su compañero, pues así era como ella estaba acostumbrada a reaccionar. Cuando el camino se vio más favorable y la lluvia había disminuido un poco, parecía que su viaje por fin sería algo más calmado.

Levantó levemente la cabeza, llenando sus pulmones de fresco aire con olor a lluvia, mas casi de inmediato sintió como Svein aprisionaba sus manos con fuerza y un ardiente dolor se apoderaba de su cuello. Tuvo el instinto de forcejear y pelear, mas recordó que habían hecho un trato y el vampiro solo estaba cobrando lo que ella había prometido, no obstante le llamó la atención lo repentino que fue. El dolor se extendió más allá de su cuello, como si sus venas ardieran al rojo vivo, mientras intentaba mantener la cordura y no desvanecerse, pero el poder de aquel vampiro fue mayor y sus ojos lentamente se cerraron, bajo un peso inmortal, sin antes sentir una leve línea de placer al dejarse llevar por el roce de sus labios en su cuello y el punzante dolor que palpitaba lentamente.

Cuando volvió a abrir los ojos, la luz que se colaba entre las cortinas le hacía arder los ojos. Parpadeó un par de segundos, sintiéndose con una pereza enorme, sin voluntad alguna para mover siquiera un dedo, más al pasar su mano por su cara para despertarse, pudo observar mejor a su alrededor. Luego de unos pocos segundos se dio cuenta que se encontraba en una habitación simple y de altos techos, antigua. El olor de las maderas que cubrían los pisos era agradable, madera antigua. Estuvo unos segundos más mirando a su alrededor, hasta que por fin decidió sentarse en la cama, sintiendo un leve mareó y un dolor superficial en su cuello.

Buscó con sus dedos la marca de dos colmillos, sin embargo su piel era lisa y suave en todo su cuello, solo una leve punzada al pasar su índice y anular por el lado derecho. Se levantó lentamente y fue hacia el cuarto de baños, examinándose minuciosamente cada costado, pero ni siquiera una mancha había dejado. Tomó agua directamente del lavamanos, con movimientos rápidos y desesperados, como si hubiera estado viviendo en un desierto por semanas. Luego de examinar todo en la habitación, decidió que era mejor que se pusiera a trabajar en su misión, por lo que se bañó – siempre con su hacha colgando a un lado de la ducha- y una vez vestida y alimentada con unas carnes secas que traía en su equipaje, tomó las monedas que encontró a un costado de la cama, las cuales supo que habían sido obra de Svein, y se dispuso a buscar información.

Al salir comprobó que estaba en Hønefoss, por lo que llamó a su halcón gerifalte desde el costado de un gran puente que cruzaba un hermoso río. Sabía que estaba muy cerca, pues antes de encontrarse con el vampiro lo había enviado para entregar un mensaje a sus contactos en la zona. Luego de llamarlo nuevamente por unos minutos, decidió ir a buscar un lugar donde poder comprar frutas frescas para enseguida ir a esperar en el hostal. Antes de entrar a esta, hizo sonar una vez más su silbato especial, indicando su posición por última vez. Esperaba que ese sonido también alertara a los halcones de sus contactos, por lo que no tardaría en obtener información.

Cuando llegó al hostal, se percató que el caballo de Svein seguía amarrado en las afueras, lo cual la sorprendió. Por un momento pensó que el vampiro se había marchado sin despedir, mas al ver al equino, decidió que esperaría por su dueño para hablar una vez más con el. Estaba decidida a despedirse de quien le había ayudado a sobrevivir la noche y a darle las gracias por esto, a pesar que este no entendiera estos códigos sociales. Sin embargo, a lo lejos vio acercarse su halcón con majestuosos movimientos. Lo esperó con paciencia y cuando lo tuvo en sus manos, comprobó con una sonrisa que este traía un mensaje de sus contactos. Este había hecho que cambiara levemente de parecer acerca de las palabras que le diría a Svein. Había decidido esperarle para agradecerle y además entregarle una propuesta que no lo dejaría indiferente.
- Al parecer tendremos más aventuras que compartir, señor vampiro.- Susurró con una sonrisa oscilante, esperando con gran paciencia.