Svein Yngling

Su nombre es Svein Yngling. Siendo un vampiro, de apariencia representa a un muchacho noruego de 27 años, cuando en realidad tiene unos 780 aproximadamente. Hoy en día, disfruta en París una posición de clase alta, al igual que el estatus que tiene en su país de origen, Noruega. Es, también, inevitablemente demisexual.

Entre sus habilidades se encuentran las artes marciales que aprendió como humano, especializándose en la estrategia en la batalla, el uso de armas de filo, con y sin escudo, y el combate a caballo. Luego, al convertirse en vampiro, perfeccionó todas estas otras habilidades con la agilidad y flexibilidad del vampiro, dándole fuerza sobrehumana y sentidos aumentados aún más. Sus buenos reflejos mejoraron, y fue capaz entonces de alcanzar un nuevo nivel de sigilo. Además, adquirió la capacidad de percibir el aura de otras personas, y obtuvo una sanacion acelerada sobrenatural. Sin embargo, lo que se convirtió en un descubrimiento para él fue su capacidad de rastreo, el bloqueo mental y la clarividencia.



Los rasgos nórdicos de Svein están marcados en casi todas de sus características. Mide aproximadamente un metro ochenta y cinco centímetros y pesa no más de sesenta y siete kilogramos. Debido a su condición de vampiro, posee una piel pálida, tersa y sin imperfecciones. Sus ojos de color claro suelen verse grisáceos cuando hay abundancia de luz, como también se oscurecen y parecieran ser marrones a la falta de ella; pero sin duda, el color de su iris es de un brillante azul cielo. Debido a que es lampiño, sus cejas son poco abundantes y delgadas, del mismo color castaño que su cabello. Sus pestañas son cortas pero exuberantes; sus pómulos son levemente alzados y su frente, amplia. Como resultado de su arduo entrenamiento marcial, su espalda es ancha y sus manos y pies grandes; y sus abdominales están bien marcados de musculatura pura.

Algo que Svein siempre está orgulloso de mirar es su cabello; largo hasta los hombros, de color castaño –ligeramente más claro que el chocolate- y muy dócil, suave y liso –aunque a veces, ligeramente ondulado. Al igual que sus ojos, se pueden apreciar distintas tonalidades de su color debido a la luz, viéndose castaño claro cuando esta abunda y color chocolate cuando no. Su nariz es fina y respingada y sus labios ligeramente gruesos.



Podría decirse que Svein posee doble personalidad, pero no.En realidad, lo que Svein tiene es Síndrome de Asperger, pero aquella es una condición neurobiológica inexistente para el período en el que vive, por lo que naturalmente no lo sabe. Debido a este síndrome, él se comporta hacia la gente según el nivel de afecto o interés que les tenga y, aquellos casos en los que no existe afecto o interés alguno, se puede estar seguro que Svein no hará esfuerzo alguno en caer bien o ser cortés. Esto se debe al alma guerrera que posee y que desarrolló en su juventud humana. Mientras menos se preocupaba por la gente, más fácil le era matar al enemigo; y mientras más se preocupaba por alguien, más fácil era protegerle. Así es como vive Svein incluso hoy en día; aunque también la verdad es que Svein se comporta de esta manera porque tiene dificultades para socializar.

Por ello a veces es un poco frío y serio, no empatiza con las personas y se dedica solo a mirarlas, guardando silencio, ignorando o simplemente fingiendo que escucha. Aunque también a veces hace esto debido a que no entiende a los demás, sus gestos o lo que dicen; esto a causa de la poca habilidad que tiene de socializar. Svein es una persona muy literal, se toma todo lo que le dicen al pie de la letra, según los significados de las palabras. Él vive con el habla del diccionario; las cosas no pueden significar otra cosa de lo que en realidad son. No comprende lo que son las metáforas, tampoco comprende las ironías o los sarcasmos y otros tipos de tonos al hablar -órdenes, indirectas, bromas, etc. Es muy cerrado a los cambios de rutina y suele desesperarse cuando algo sale mal o fuera de lo normal. Carece casi por completo de lenguaje corporal y lo poco que tiene es ridículamente inusual, además de tener un tono de voz bastante monótono. Tampoco logra comprender intuitivamente el lenguaje corporal de los demás, e incluso hoy en día, aún no tiene idea de qué significan ciertos gestos faciales o posturas.

Svein tiene una tremenda facilidad de obsesionarse con las personas. Durante su juventud humana, se había obsesionado con su superior Haraldr y luego de su muerte, ha tenido varias otras obsesiones hacia personas en particular; y todas estas han terminado al tiempo en que aquellas personas han muerto. Por el momento, no tiene a nadie de turno, pero, ¿Quién sabe cuándo se vuelva a obsesionar? Cabe destacar que estas obsesiones jamás han dañado a alguien anteriormente. También, le cuesta tremendamente demostrar sus emociones y, a pesar de que se obsesiona con las personas, no logra darse a entender ni mucho menos expresar cuánto afecto o interés tiene por alguien. También, se le hace difícil comprender los sentimientos de los demás. Pero sus dificultades sociales no acaban aquí: Tampoco suele comprender por qué se le critica o regaña -en el caso de que alguien lo haga-, por qué las personas se sienten ofendidas por ciertas cosas e incluso no reconoce cuando lo hacen.

A pesar de que hasta ahora todos los factores apuntan a más motivos para el aislamiento, Svein siempre está intentando luchar con esta parte suya que es antisocial y lucha por socializar, incluso cuando la naturaleza de la vida se lo continúa negando. Continúa acercándose a más y más personas, sin importarle de que lo tachen de antipático, raro, descortés y muchos otros adjetivos de connotación negativa; pero no todo está mal con él. A simple vista podría parecer un maldito bastardo al que no le importa nada, pero no es así. Él sí se preocupa. Suele pensar demasiado las cosas que está por decir, jamás suelta una palabra sin analizar las posibles reacciones que hayan hacia ella, a pesar de que jamás logre predecir bien. En el fondo es educado y cortés, encantador y simpático si realmente se lo propone. Siempre está preocupado de los sentimientos de quienes le rodean, inclusive ante el hecho de que no los comprenda, los respeta. En el fondo es un caballero de corazón sensible, ingenuo muchas veces y en ocasiones despistado. Una vez que le toma bastante cariño a alguien, podría llegar a convertirse en un hombre cariñoso... A su manera. Por supuesto, todo esto aplica si es que tiene interés por la persona a quien lo aplica. De no ser así, podría ser todo lo contrario.

Él piensa demasiado las cosas, les da vueltas y vueltas hasta resolverlas o entenderlas, aunque no siempre aprovecha bien el nivel intelectual elevado de lo normal que posee. Es muy astuto, nada se le escapa a menos que requiera habilidades sociales. Tiene alma aventurera y soñadora, le gusta cabalgar y explorar, especialmente las ciudades, ¡Tan llenas de personas incomprensibles! Todo es un misterio que descubrir. Su curiosidad felina no tiene límites; siempre quiere saber más, comprender las cosas que pasan a su alrededor, hablar sobre ellos y analizar los porqués de los porqués. Al mismo tiempo es terco y jamás da paso a que le hagan cambiar de opinión, como también tiene un ego más grande de lo que en realidad debería, y un mal genio que una vez que le da, no hay forma de quitárselo. Cuando esto pasa, se vuelve malévolo e hiriente a propósito y se le vienen un montón de pensamientos malvados e indebidos a la cabeza, por lo que suele preferir aislarse antes de herir a los demás para arrepentirse luego, ya que en estas ocasiones, pierde el filtro de lo que dice y lo que se guarda. También, y con bastante frecuencia, suele tener ataques de pánico o ansiedad -a veces ambos-, como también suele perder el control a causa de su autismo, momentos en los que chilla y hace daño físico a quienes están a su alrededor de forma inconsciente. Además, sus ánimos suelen fluctuar de forma impredecible, razón por la cual a veces toda su voluntad de luchar en contra de su Asperger desaparecen, y de un momento a otro, decide aislarse y desaparecer de la faz de la tierra. En estos casos, suele esconderse en la comodidad de su castillo en Bergen, Noruega.



Svein nació en el año 1020 en Ringerike, en el condado Buskerud, Noruega. Debido a que fue un hijo nacido fuera de un matrimonio y, por tanto, un hijo ilegítimo, fue catalogado como un bastardo y tirado a la calle en su primer día de vida, razón por la cual jamás supo a qué familia debió pertenecer o qué nombre debió llevar en realidad. En la calle y con apenas unas horas, tuvo la suerte de que una mujer, sirvienta de la casa real Hardrada -una rama de la dinastía real Yngling-, lo recogiera y adoptara como hijo propio. Debido a que su madre era sirvienta, a medida que fue creciendo, se convirtió él en uno también. Sin embargo, Svein logró sacar una ventaja grande de ello haciéndose el fiel sirviente -e incluso amigo- de Haraldr Sigurdsson, un miembro de la familia a quien servía -que era casi cinco años mayor- y a quien le pidió se convirtiese en su guardián –es decir, su educador- y desde entonces adoptó como apellido el nombre de la dinastía Yngling.

A causa de la condición neurobiológica que desarrolló mientras crecía, Svein desarrolló también una tremenda obsesión por Haraldr, a quien tan leal se volvió a su ídolo que en el año 1030, después de que Haraldr fuese gravemente herido en la batalla de Stiklestad y teniendo tan solo diez años, Svein se unió a las tropas de Haraldr y huyó junto a él hacia el este de Noruega y, un mes después –en el cual Haraldr curó sus heridas-, a través de las montañas de Suecia. Svein tenía once años cuando las tropas llegaron a Rus de Kiev y fueron recibidas por el Príncipe Yaroslav.

Durante los años siguientes, Svein se educó con otro guardián debido a que su ídolo Haraldr fue nombrado capitán del ejército de Yaroslav, razón por la cual ya no le veía con la misma frecuencia de antes. Este tiempo lo aprovechó para educarse en distintas áreas, desde el uso de la espada hasta el de instrumentos musicales, además de diversos idiomas y culturas –sin perder jamás, por supuesto, su propia cultura y religión nórdica-. Durante estos años también, se volvió más notorio en él la tendencia a no socializar y a buscar el aislamiento, desistiendo del contacto con otras personas cada vez que se le incitaba a ello. Un par de años después, vuelven a trasladarse esta vez hacia la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla.

Al cumplir 16 años –la mayoría de edad en ese entonces-, Svein se había convertido en un magnífico estratega y un soldado resistente, factores que lograron adjudicarle mayor prestigio. Debido a ello, Haraldr logró gestionar y arreglar matrimonio entre Svein y una mujer de la corte de Yaroslav. Esto significó un terrible quiebre en la meticulosa rutina de Svein, más aunque en un principio intentó oponerse, accedió a casarse movido solo por la lealtad que le tenía a Haraldr y el prestigio y alianza que aquel “negocio” le traería a ambos. Se casó entonces con Darina, una jovencita cortesana de clase alta que era un año mayor que él y que tomó su apellido, pero con quien, en un principio, lo único que tenían en común era el anillo en sus dedos.

Durante los siguientes años, Svein acompañó a Haraldr en campañas Cristianas a Jerusalén y batalló junto a él en el Emirato de Sicilia. En 1041, viajaron al sur de Italia, volvieron a Bizancio y fueron enviados a Bulgaria. Todo este tiempo ayudó a Svein a fortalecer los tratos con Haraldr, lo que finalmente acabó siendo una cercana amistad, siendo que, a pesar de sus dificultades comunicativas, ambos se entendían bastante bien con su propio idioma de soldados. Sin embargo, estos viajes marcaron su matrimonio con mucha distancia entre él y su esposa. Al año siguiente y luego de las revueltas causadas por la institución de un nuevo emperador en Bizancio, Svein logró convencer a Haraldr de volver a Noruega y, a pesar de que la emperatriz no lo permitió, lograron escapar en un barco en dirección a Rus de Kiev. Para aquella ocasión, fue Svein quien lideró la escaramuza que les permitió escapar, pero no sin antes haber arriesgado la vida por proteger a su esposa durante el traslado hacia los barcos que proveerían el regreso a casa, pues para ese entonces, aunque aún le costaba socializar con ella, había aprendido a quererla de una forma que jamás imaginó querría a alguien.

Una vez en Rus de Kiev, Svein se preocupó de dejar allí a Darina, donde estuviera a salvo, y tomaron entonces él y Haraldr rumbo hacia Suecia con el fin de unir fuerzas con otros aliados para que Haraldr reclamara el trono y se convirtiese en rey de Noruega. Nuevamente Svein lideró las tropas de Haraldr y fue él quien, en 1046, le aconsejó aceptar el trato que el rey noruego Magnus le ofrecía de co-reinar el país. Ante tal triunfo, lo primero que hizo Svein fue volver a Kiev en busca de su esposa, para poder llevársela consigo a Noruega, donde finalmente y con mucho esfuerzo, ambos tendrían ya una relación feliz y estable, pues aunque le costara admitir,para ese entonces, él ya se había enamorado perdidamente de ella. Sin embargo, para el año siguiente (1047), justo tras la muerte del rey Magnus, Svein sufrió un terrible accidente.

Era normal que entre él, Haraldr y otros cuantos vasallos salieran en grupo a cazar. Durante el otoño de 1047, el grupo de cacería se atrasó y no logró volver a las dependencias antes del ocaso, por lo que la noche los alcanzó mientras recorrían el camino de vuelta. En ello, fueron emboscados por un grupo de bandidos que pretendían robarles, liderados por un vampiro que hacía de mercenario y a quien le habían pagado por eliminar a la mano derecha del rey. Svein, siendo diestro en las artes marciales, enfrentó con fiereza a los bandidos junto al resto del grupo y, una vez la balanza se inclinaba a su favor y los derrotaban uno a uno, Haraldr ordenó que se arrestara y enviara a prisión a cada uno de aquellos hombres, por lo que comenzaron a perseguirlos. Así, Svein se separó del grupo mientras iba tras el líder de los los hombres involucrados en el ataque, sin pensar que su fortuna estaba por acabar. Súbitamente, el hombre en cuestión dejó de huir y esperó por Svein. Ambos blandieron sus armas en un enfrentamiento, pero Svein solo consiguió una mordida al cuello.

Pocos son los recuerdos que le siguen de aquel momento. Tan solo recuerda haber despertado horas después, a mitad de la noche y tirado entre los pastos secos del bosque. Se sentía débil, moribundo a causa del hambre vampírica y su cuerpo poco a poco dejaba de dolerle por razones que desconocía. Se sentó lentamente en la hierba seca y observó a su alrededor, desorientado por el cambio que sentía a su alrededor, pero sin caer en la cuenta del detalle. El sonido de un cabalgar y unas luces le distrajeron y, entonces, se dio cuenta de que aquella era una patrulla que le buscaba y al fin le encontraba. Una vez de vuelta al castillo, Svein fue llevado a su cuarto y revisado por un médico, quien dictó que Svein se encontraba en una extraña “gravedad”. Todos creyeron aquella noticia, la divulgaron y rogaron a Odín por su salud; pero su amigo Haraldr no era fácil de engañar. Él conocía a Svein de pies a cabeza y podía notar los cambios que se habían generado en él. Esa misma noche, Haraldr le pidió a Svein que le contara lo ocurrido y, tras contarle todo lo que recordaba, se dieron cuenta de que aquello no era una simple enfermedad o debilidad, sino algo mucho más grande y que, lo más probable, no tuviese vuelta atrás. ¿Cómo lo sabían? Habían estado en Constantinopla, un lugar donde era normal escuchar hablar o temer a los vampiros.

Aquel cambio significó para Svein una tortura en vida, especialmente porque de allí en adelante debía dejar atrás todo lo que sabía y conocía y buscar una nueva forma de vivir, una a la cual no lograba acostumbrarse, aunque agradecía el apoyo que Haraldr le brindaba al resguardar su secreto. Temeroso también de hacerle daño a las personas a su alrededor, en especial a aquellas a las que quería y se preocupaba, y con el fin de proteger también el secreto de su vampirismo, ambos idearon un plan en el que, a ojos de Svein, su amada Darina estaría a salvo de sus colmillos. La enviaron así de vuelta a Rus de Kiev con la excusa de que la “enfermedad” de Svein había sido causada por un complot armado por ella -cosa que era mentira-. Entonces, la única preocupación de Svein sería el pasar desapercibido ante los ojos ignorantes de su real condición, por lo que tuvo que dejar el puesto de Mariscal que tanto amaba llevar; y para su fortuna, por así decirlo, tampoco podía ser Canciller, por lo que Haraldr lo apuntó como su Administrador de Finanzas. No perdieron tiempo tampoco en arreglar bien su cuarto con gruesas cortinas y suficientes velas para la noche.

Así pasaron los años. Haraldr mantenía bien guardado el secreto de Svein mientras que él seguía siendo el mismo vasallo leal de siempre, aprendiendo poco a poco sobre su nueva condición y aprovechando sus nuevas habilidades para los propósitos políticos de su rey; aún creyendo que su esposa estaba en mejores manos de vuelta en su país natal. Los siguientes fueron años felices y dichosos que trajeron prestigio y dinero a la familia real; así hasta 1066. Para ese entonces, Svein sabía que durante el día Haraldr hacía y deshacía a su antojo y él no se enteraba sino hasta la noche; y de este modo fue que se enteró de una decisión de Haraldr que le había traído, por primera vez, preocupación: Haraldr planeaba una invasión al Reino de Inglaterra. Por supuesto, Svein le acompañaría durante los viajes en barco, pero no podría estar a su lado en batalla como solía ser en Bizancio o Rus de Kiev.

Las preparaciones y el viaje comenzaron en Septiembre de aquel año y ya para fin de ese mes se encontraban en suelo Inglés invadiendo en el norte de York, luego al sur y, ya para el 24 de Septiembre, el condado de York se había rendido a las fuerzas de Haraldr; pero al día siguiente, Haraldr murió en la Batalla del puente de Stamford. Devastado por la muerte de su líder y habiéndole Haraldr encargado el cuidado de sus varios hijos a Svein, guió las tropas de vuelta a Noruega y, una vez en casa, no supo qué hacer. Se sentó a pensar, meditar, recordar. Súbitamente se dio cuenta que todos esos años en los que le fue fiel a Haraldr, habían sido una obsesión. ¿Ahora qué haría? Pasó un año en el que se sintió enormemente vacío y con un sentimiento de que algo no estaba terminado y, un año después de la muerte de Haraldr, hizo los arreglos para traer su cuerpo muerto a Noruega y darle una sepultura.

Sin propósito ahora de vida y habiéndose preocupado de que la descendencia de Haraldr estuviese sana y salva, Svein decidió abandonar Noruega, pero ninguna localidad a la que llegaba le satisfacía o parecía interesante. Tan solo se limitaba a alimentarse de la sangre en cada pueblo para luego abandonarlo. Su camino no tenía rumbo, se sentía constantemente vacío, solo y perdido. Pensó en que podría volver a Rus de Kiev y buscar a su esposa, ver si aún vivía; y lo hizo, pero en ello tan solo consiguió enterarse de la desdicha que le había traído él a ella, y que ella en realidad jamás se había quedado en Kiev después de haberla enviado allí. Le había bajado enormemente el prestigio; no le había prestado la atención debida; no le había dado hijos -que él supiera- y había manchado su nombre al deshacerse de ella. Se dio cuenta, recién entonces, de lo egoísta y obsesionado que había sido.

Arrepentido de ello y varias cosas más, decidió establecerse en un lugar en el que nunca hubiese estado antes: viajó a Europa y se estableció en Nassau, entonces capital del Imperio Romano bajo el reinado de Heinrich IV. No duró muchos años allí puesto que se le hacía difícil establecerse en un solo lugar, por lo que comenzó a viajar por el mundo. Visitó Hungría, Polonia, volvió a Kiev y a Constantinopla, visitó las tierras árabes y musulmanas vecinas, viajó a El Cairo y recorrió el norte de África; pasó por España y finalmente llegó a París, Francia, una ciudad que le enamoró al primer instante y en la que pasaría los siguientes siglos, pero que de todas formas, jamás logró hacerle sentir en casa, por lo que estableció residencia tanto en París como en Bergen, en Noruega, y se dedica a viajar y vivir temporalmente en una residencia hasta que se decide en volver a la otra.



➝ Es de cultura nórdica y, a pesar de que la influencia Cristiana de Bizancio y Rus de Kiev, su religión es nórdica.
➝ No le gustan los perros.
➝ Desde que construyó su castillo en Bergen, suele tener esclavos de sangre como sirvientes, a quienes no solo les entrega su sangre, sino también entrega su protección y comparte su riqueza.
➝ Aunque le encanta escuchar a Thor en las tormentas y demostrar su admiración por él, su Dios favorito en realidad es Loki, seguido por Odín y, recién entonces, Thor.
➝ En realidad, sí tuvo un hijo con su esposa Darina, pero jamás lo conoció, puesto que nació luego de separarse de ella.
➝ Aún hasta el presente, sigue teniendo una gran influencia en la política y economía Noruega.