Encuentros vikingos (Svein)

París no dejaba de sorprenderme, paseaba por su zona comercial en busca de algo de ropa de muda nueva, aunque la verdad con poco tino y sin mucha suerte porque el tipo de prendas que yo utilizaba no era en ninguno de los casos el tipo de vestimenta Parisina. Fue entonces cuando el la zona mas recóndita  y me atrevería a decir que algo lúgubre de París, halle un nombre tan familiar como el propio.
Noruega y sus campos asolaron mi mente, y con ellos todos y cada unos de mis recuerdos de juventud y niñez, jamas fui mas feliz de lo que lo fui en esas tierras manchadas de sangre de guerreros y que las valquirias tomaban día y noche para llevárselos junto a Odin.
Allí, como humano viví mi primer beso, mi primer amor, mis primeras peleas, mis aciertos y fallos, las enseñanzas de mi padre, los abrazos de mi madre...largas tardes de juegos con espadas de madera.
Sin duda Noruega me había convertido en gran parte deL hombre de honor que era, aunque también  era la creadora indiscutible de mis demonios, destino marcado a fuego y sangre sangre en aquella noche en la que me convertí en lo que soy ahora, un monstruo.

Pose mi mano, casi guiado por Loqui en el pomo de una pequeña puerta de madera y tire de el con curiosidad, buscando evocar mas recuerdos de aquella tierras que tanto añoraba y a las que pocas veces en mi eterna existencia me había atrevido a ir.
Mis pasos se adentraron en el interior cruzando el dintel de la puerta y emitiendo un leve chirrido al acabar de abrir el portón poco engrasada al parecer.
El comercio estaba cerrado, aun en construcción pues todo estaba lleno de cajas llenas y pocos productos se encontraban expuestos.
Como no, era una armería vikinga, sonreí de medio lado acariciando una de las espadas bastardas que reposaba en la pared digna sin duda de ser admirada.
Finalmente y tentado por los dioses la tome entre mis manos, una buena empuñadura, perfectamente cubierta de cuero para un buen agarre en la batalla, posé sendas manos en ella, cabían a la perfección, lo suficientemente ligera para ser blandida con una mano, mas a su vez férrea para lanzar golpes mas salvajes con sendas.
Hoja impecablemente  herrada, sin muescas en ella, afilada por los extremos casi como si quien lo hubiera hecho le hubiese dedicado un siglo, y la punta roma, característica de nuestra afamada raza de valientes guerreros, los vikingos.
Volvi a colocarla en su sitio y me adentre mas hacia el interior, ahora si abriendo los ojos como platos, ¿era aquello lo que yo creía que era? Una forja vikinga.
Aligere el paso hacia ella, cuando un hombre salio a mi encuentro, parecia atareado, pues llevaba varias cajas entre sus brazos, me detuve y tense el gesto para mirar sus norteñas facciones.
-Disculpar, he visto el nombre Noruego de fuera y no he podido evitar que Loqui guiara mis pasos hasta aquí

El vikingo dejo las cajas a un lado con una amplia sonrisa mientras abría los brazos con ese gesto tan típico nuestro que yo sin duda continué. Nuestras manos se estrecharon celebrando el jubilo de encontrar una especie casi en peligro de extinción y pronto nuestros pechos chocaron golpeando con fuerza nuestras espaldas con las manos como mandaba la tradición.
Oí su nombre, tan vikingo como el mio ademas era un hombre cuyo linaje se remontaba casi a los ancestros.
-¡Valla, creía que mi cena era la única que se enfriaba en le Valhalla! -apunté entre risas mientras nos separábamos.
Nuestra alegría era contagiosa, la verdad que encontrarnos en Paris era una grata coincidencia, al parecer esta ciudad nos atraía en el pasado cuando la saqueábamos sin miramientos y seguía haciéndolo en el futuro.
-¿Que les has hecho tu a los dioses para que te odien y no te manden tu valquiria hermano? -pregunté tomando asiento en una de las sillas altas que había esparcida entre la multitud de cajas.

Sin duda ese encuentro presagiaba una intensa amistad, donde el alcohol y los sacrificios a los dioses imperaría entre nosotros.
Observe su mirada, aunque ambos rebosábamos felicidad en el fondo ambas se veían torturadas casi del mismo modo, por un pasado indómito que a los dos nos había destrozado marcando así un futuro incierto para ambos.
Sus manos callosas como las mías por el uso de la espada, me dieron las mejor de las ideas, algo que sin duda aplacaría nuestros demonios, que si a él le gritaban dentro de la cabeza con la misma intensidad que a mi agradecería de seguro.
-¿Por que no quedamos un día para entrenar con las espadas? -dije señalando con la cabeza a esa espada bastarda que hacia tan solo unos minutos había sostenido con firmeza entre mis manos -hace tiempo que no disfruto de un buen combate -añadí con una sonrisa de medio lado.
Mis ojos se desviaron por le resto del comercio, sin duda pintaba que seria una de las mejores armerías de París, por no decir la mejor cuando estuviera acabada. Pocas armas eran como las nuestras y sin duda pronto me convertiría en un fiel cliente de esa tienda.

Escuche sorprendido como aquel vikingo tenia una visión completamente distinta a la mía de porque todavía andábamos entre los vivos y por el contrario no ocupábamos nuestro lugar junto a nuestro linaje.
Podía tener tanta razón como yo, mas intuyo que eso jamas lo descubriríamos hasta que nuestro padre Odin no nos llamara para ocupar la mesa repleta de comida que nos esperaba en el Valhalla.
-Espero que tengas razón hermano y sigamos en este mundo para algo grande y no solo para que Loqui Se divierta manejando nuestras vidas desde Asgar. Recuerda que a ese cabrón siempre le gusto jugar.

Recordé el caos de vida que en esos momentos me invadía, la verdad es que sincerarme con el cundo no era lo mismo que sincerarse con un hermano y este sin duda era lo mas cerca a eso que yo podría alcanzar a tener, nadie como un vikingo para entender a otro.
Ambos reímos al escuchar el comentario de saquear con nuestros antiguos barcos vikingos.
-Ya no se construyen barcos como los de antes -le inquirí con cierto pesar,- quizás deberíamos ponernos a ello y como bien dices ir a honrar a nuestros dioses saqueando y bebiendo. Los drakares sin duda nos adran la ventaja necesaria para hacernos con buenos botines que repartir.

Le mire de medio lado antes de echar un furtivo vistazo a aquella armería a la que no le faltaba el mínimo detalle, ese lugar me evocaba a otras épocas a otras tierras, era como un trozo de mi fragmentada vida, de mi hogar.
-Parece que tienes ya un asiduo cliente incluso antes de que la abras -bromeé con una risotada -necesito cuchillos, un arco para una mujer a la que estoy entrenando, carcaj, flechas, y no me vendría nada mal poder reparar algunas muescas de mi espada ¿Qué me dices hermano?

Apoye mis manos en una de las cajas antes de volver a mirar al vikingo
-Podríamos hablar de negocios, beber y ponernos al día de unas vidas que a mi se me antojan demasiado largas y al parecer a ti demasiado cortas.

Posiblemente su visión de las cosas podría ayudarme ahora que francamente me sentía tan perdido como un marinero son brújula, a pocas semanas de viajar a Escocia para pedir la mano de mi futura esposa...tenia la cabeza mas liada que nunca, era gracioso como el destino, las estrellas los dioses o todos ellos podían trazar tu destino a fuego para luego arrebatártelo cambiándote las tornas.