AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dessin force [Svein - Camila]
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Dessin force [Svein - Camila]
La idea de hacerme más fuerte siempre había cruzado por mi cabeza, claro que jamás de esa manera. Tiempo atrás me había encontrado con un antiguo vikingo. Un hombre extraño que se paseaba a mirar como las peleas entre el pueblo y el estado se hacían presentes. Muchos morían y otros quedaban a medio camino de ello, momentos donde me cercioraba de hacerlos pasar al otro lado, alimentándome de ellos cuidadosamente; con los dientes romos mucho más no se podía hacer, y yo me había acostumbrado a astillar los premolares en las heridas ajenas hasta agrandarlas. Mas fue aquel singular inmortal, el que con sus ojos no quería mirarme, que me aseguró poder ayudar en aquel arte extravagante. Por momentos me sentía emocionado ante la idea de fortalecerme, aunque ¿era posible para alguien como yo? La mirada que me reflejaba el espejo no era lo que deseaba ser, pero no quería esforzarme en cambiarlo, varias veces lo había intentado y a decir verdad, nunca había podido funcionar de verdad. Los recuerdos de Emerick y aquella asociación volvieron a flotar; los licántropos más de una vez habían querido hacer cosas especiales por el mundo y llevarme a mí con ellos. Sin embargo yo no pertenecía al lado de la justicia, no, pertenecía a la oscuridad, a donde nadie pudiese verme ni tocarme, a las sombras. Y era por eso que avanzaría con Svein. Para poder hacer mi propia coraza indestructible. Tal como la de aquel ser que odiaba mi tacto, y aun así aclamaba mi compañía. Era sumamente peculiar, pero había descubierto como llenar mi corazón en una sola madrugada, a raíz de malos tratos y miedos sin fundamento.
Me levanté de la gigantesca cama; esa noche, en la playa, sería una nueva sesión donde el nórdico volvería a darme enseñanzas, esta vez se suponía que tenía que ir preparado para recibir un par de golpes. Le había amenazado incontables veces sobre mi rostro, aquel ser era tan tosco que sin duda me dejaría con las lágrimas en popa como siempre, dañando mis sentimientos mucho más que mi cuerpo. Era tan insensible que no podía comprenderlo, pero lo intentaba, me era necesario hacerlo. Bufé ofuscado ante la sola rememoración, en tanto me vestía y tiritaba de la emoción. Poco a poco la vida volvería a ser mucho más cómoda. Había perdido muchas personas en el camino, me habían dicho que así era la vida, estaba contaminada de gente que iba y venía. Quienes merecían la pena y quiénes no. Algunas que te marcaban por el resto de la eternidad y otras que no tanto. En mi caso, cada una había dejado un hueco en mi alma y era hora de empezar a rellenarlos con preciadas gemas de la eternidad, pues sino, terminaría tan demente como esos inmortales que me había encontrado en las lejanías, desesperados y suplicando por la muerte sin ser capaz de dárselas ellos mismos.
Llegué a la arena luego de media hora, exactamente cuando el sol se había escondido y apenas se podían ver las antorchas que recorrían la playa para la hermosa visión parisina. Si había algo que siempre me había emocionado era el agua, tan lejana y cercana a la vez. Tragué saliva con evidente frustración, de repente las ganas de sumergirme en ese remolino de fluidos me estaba acosando, pero fue el aroma especial que emanaba aquel muchacho de cabellos semi largos lo que me hizo voltear a buscarlo para los lados que fuesen necesarios. — ¡Svein! Ya llegué… Traer el hacha fue realmente molesto, ¿no vienen más livianas? Ocupan casi toda mi cadera. — Me quejé, a vivas voces, pues era cierto, de mi cintura estaba colgando el arma que los de su época usaban, tan toscas y poco estilizadas. Mis dedos, aunque largos, no eran lo suficientemente gruesos para abarcar todo el mango y algunas veces parecía querer deslizarse de mi piel para esconderse de mis movimientos tan poco agraciados. Me reí, suave y con emoción, tomando de esa forma el nuevo juguete con el que tendría que acomodarme. Después de todo conseguir a alguien que quisiera preocuparse por mí era mucho más difícil que aprender aquel arte. Y yo jamás me daría por vencido.
Me levanté de la gigantesca cama; esa noche, en la playa, sería una nueva sesión donde el nórdico volvería a darme enseñanzas, esta vez se suponía que tenía que ir preparado para recibir un par de golpes. Le había amenazado incontables veces sobre mi rostro, aquel ser era tan tosco que sin duda me dejaría con las lágrimas en popa como siempre, dañando mis sentimientos mucho más que mi cuerpo. Era tan insensible que no podía comprenderlo, pero lo intentaba, me era necesario hacerlo. Bufé ofuscado ante la sola rememoración, en tanto me vestía y tiritaba de la emoción. Poco a poco la vida volvería a ser mucho más cómoda. Había perdido muchas personas en el camino, me habían dicho que así era la vida, estaba contaminada de gente que iba y venía. Quienes merecían la pena y quiénes no. Algunas que te marcaban por el resto de la eternidad y otras que no tanto. En mi caso, cada una había dejado un hueco en mi alma y era hora de empezar a rellenarlos con preciadas gemas de la eternidad, pues sino, terminaría tan demente como esos inmortales que me había encontrado en las lejanías, desesperados y suplicando por la muerte sin ser capaz de dárselas ellos mismos.
Llegué a la arena luego de media hora, exactamente cuando el sol se había escondido y apenas se podían ver las antorchas que recorrían la playa para la hermosa visión parisina. Si había algo que siempre me había emocionado era el agua, tan lejana y cercana a la vez. Tragué saliva con evidente frustración, de repente las ganas de sumergirme en ese remolino de fluidos me estaba acosando, pero fue el aroma especial que emanaba aquel muchacho de cabellos semi largos lo que me hizo voltear a buscarlo para los lados que fuesen necesarios. — ¡Svein! Ya llegué… Traer el hacha fue realmente molesto, ¿no vienen más livianas? Ocupan casi toda mi cadera. — Me quejé, a vivas voces, pues era cierto, de mi cintura estaba colgando el arma que los de su época usaban, tan toscas y poco estilizadas. Mis dedos, aunque largos, no eran lo suficientemente gruesos para abarcar todo el mango y algunas veces parecía querer deslizarse de mi piel para esconderse de mis movimientos tan poco agraciados. Me reí, suave y con emoción, tomando de esa forma el nuevo juguete con el que tendría que acomodarme. Después de todo conseguir a alguien que quisiera preocuparse por mí era mucho más difícil que aprender aquel arte. Y yo jamás me daría por vencido.
Invitado- Invitado
Re: Dessin force [Svein - Camila]
Más internalizada que mi tortuosa y completamente normal soledad, se encontraba el contradictorio y ardiente deseo de estar acompañado. No buscaba la compañía de una mujer, como las personas creerían al escuchar esto (tampoco la de un muchacho, ya que vamos al caso); no quería una pareja, ni prostitutas, ni nada por el estilo. Buscaba nada más que el significado literal de la palabra, que alguien coexista amistosamente en el mismo espacio y tiempo que yo, sin que la presencia de cada uno sea tortuosa para el otro. Para mi suerte, había encontrado un muchacho dispuesto a hacerme compañía durante algunas noches, a cambio de que yo le enseñara a defenderse con el hacha; y a pesar de su efusividad y mi inexplicable e insoportable forma de ser, estar con Hero no era tan terrible como podría llegar a ser; aunque este chiquillo siempre tenía nuevas sorpresas. Yo le esperaba impaciente en la playa, ansioso y con los nervios de punta como de costumbre. Tenía la inseguridad de si iba a presentarse en realidad o no, me castigaba mentalmente a mí mismo por ser hostigante e insoportable sin caer en cuenta de aquello, por hacer que las personas se alejaran de mi lado, tal y como mis nervios y ansias me decían que haría con él. Y para colmo, la espera también me volvía loco, y yo tenía la costumbre de llegar siempre con tiempo de sobra.
Tomé el pañuelo rojo del mismo tono que mi sangre que tenía afirmado a un costado, por debajo de mi cinturón, y me limpié el sudor sangriento de la frente (usaba el paño de ese color justamente para que aquel detalle no se notara), observando entonces a mi alrededor una vez más, examinando todo: los barcos en el puerto, las desordenadas aguas del río Sena, y los perdidos ojos negros de Hero a la distancia que aún no me encontraban. Lo vi acercarse a mí mientras que intentaba comprender el extraño lenguaje de su cuerpo al moverse, el cual me parecía tan agraciado. Cuando lo tuve ya en frente, sonreí ante su saludo, de forma tan monótona como siempre y falto de expresión, lo cual pasaba por desapercibidas mis intenciones.- Al fin llegas, Hero. –Le saludé tan anímicamente como pude, lo cual no era mucho en realidad.- Tienes rasgada la camisa. –Le dije luego con seriedad, toda la que pude, pues estaba mintiendo. Era la primera vez que le mentía, por lo que pensé que quizá no se daría cuenta de que cada que lo hacía, miraba de reojo instintiva e inevitablemente hacia la derecha. Y tal y como pensé, lo vi caer en mi trampa unos segundos, os suficientes para pillarlo desprevenido y jugarle la broma que llevaba toda la tarde planeando.
Di un paso rápido hacia él y con mi otra pierna le anclé el pie por detrás del tobillo para empujarle fuertemente el pie hacia un lado y hacerle caer de espaldas en la arena. Entonces, sonriendo ligeramente más, me acerqué e incliné un poco hacia él.- Esto es lo que ocurre cuando no estás en guardia, muchacho. –Le comenté.- Ven, ponte de pie y empecemos, antes de que se te cansen las manitas por cargar el hacha. –Estiré mi mano para ayudarle a ponerse de pie, sin quererme burlar de él al decir lo último, pero escapándose de mi conocimiento si es que podría ofenderle. Una vez el muchacho estuvo de pie, saqué el hacha del porta armas junto al pañuelo y la lancé en la arena.- Es preciso que nos fijemos en tu postura, así que por ahora dejaremos las armas a un lado. –Moví el hacha hacia un lado con el pie y la tapé medianamente con arena, de modo que no fuera muy evidente que estaba allí si es que alguien se acercaba.- ¿Recuerdas lo que te expliqué antes? –Pregunté, tomando yo mismo la posición que le había enseñado a él en alguno de nuestros encuentros anteriores: manteniendo la postura abierta, con el pie izquierdo al frente, el cuerpo bajo y bien balanceado, y los brazos al aire, a la altura de la cara.- Vamos, alístate para combate cuerpo a cuerpo, como te había enseñado. Luego seguimos con las hachas. –Dije y apenas terminé de hablar, me abalancé hacia él a combatir, lanzándole golpes para que los defendiera o esquivara, pero enviándolo al final siempre a caer de espaldas sobre la suave arena de agua dulce. Por supuesto, era imposible que con aquello se lastimara de verdad, pues no pretendía lastimarlo y la arena apenas y le acariciaba la resistente piel de vampiro. Pero a él le gustaba quejarse, y la verdad es que ya comenzaba a parecerme divertido.
Tomé el pañuelo rojo del mismo tono que mi sangre que tenía afirmado a un costado, por debajo de mi cinturón, y me limpié el sudor sangriento de la frente (usaba el paño de ese color justamente para que aquel detalle no se notara), observando entonces a mi alrededor una vez más, examinando todo: los barcos en el puerto, las desordenadas aguas del río Sena, y los perdidos ojos negros de Hero a la distancia que aún no me encontraban. Lo vi acercarse a mí mientras que intentaba comprender el extraño lenguaje de su cuerpo al moverse, el cual me parecía tan agraciado. Cuando lo tuve ya en frente, sonreí ante su saludo, de forma tan monótona como siempre y falto de expresión, lo cual pasaba por desapercibidas mis intenciones.- Al fin llegas, Hero. –Le saludé tan anímicamente como pude, lo cual no era mucho en realidad.- Tienes rasgada la camisa. –Le dije luego con seriedad, toda la que pude, pues estaba mintiendo. Era la primera vez que le mentía, por lo que pensé que quizá no se daría cuenta de que cada que lo hacía, miraba de reojo instintiva e inevitablemente hacia la derecha. Y tal y como pensé, lo vi caer en mi trampa unos segundos, os suficientes para pillarlo desprevenido y jugarle la broma que llevaba toda la tarde planeando.
Di un paso rápido hacia él y con mi otra pierna le anclé el pie por detrás del tobillo para empujarle fuertemente el pie hacia un lado y hacerle caer de espaldas en la arena. Entonces, sonriendo ligeramente más, me acerqué e incliné un poco hacia él.- Esto es lo que ocurre cuando no estás en guardia, muchacho. –Le comenté.- Ven, ponte de pie y empecemos, antes de que se te cansen las manitas por cargar el hacha. –Estiré mi mano para ayudarle a ponerse de pie, sin quererme burlar de él al decir lo último, pero escapándose de mi conocimiento si es que podría ofenderle. Una vez el muchacho estuvo de pie, saqué el hacha del porta armas junto al pañuelo y la lancé en la arena.- Es preciso que nos fijemos en tu postura, así que por ahora dejaremos las armas a un lado. –Moví el hacha hacia un lado con el pie y la tapé medianamente con arena, de modo que no fuera muy evidente que estaba allí si es que alguien se acercaba.- ¿Recuerdas lo que te expliqué antes? –Pregunté, tomando yo mismo la posición que le había enseñado a él en alguno de nuestros encuentros anteriores: manteniendo la postura abierta, con el pie izquierdo al frente, el cuerpo bajo y bien balanceado, y los brazos al aire, a la altura de la cara.- Vamos, alístate para combate cuerpo a cuerpo, como te había enseñado. Luego seguimos con las hachas. –Dije y apenas terminé de hablar, me abalancé hacia él a combatir, lanzándole golpes para que los defendiera o esquivara, pero enviándolo al final siempre a caer de espaldas sobre la suave arena de agua dulce. Por supuesto, era imposible que con aquello se lastimara de verdad, pues no pretendía lastimarlo y la arena apenas y le acariciaba la resistente piel de vampiro. Pero a él le gustaba quejarse, y la verdad es que ya comenzaba a parecerme divertido.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
Los momentos más complicados de la decisión que al lado de Keath había tomado, comenzaban a llegar. Sabía que alejarnos de la ciudad era lo mejor, dado que la inquisición nos seguía muy de cerca, además de que últimamente estábamos muy seguros, pronto actuarían en nuestra contra. La muerte de mi madre también fue un factor que ánimo aún más mi decisión de dejar todo para formar una nueva vida en otro continente al lado del hombre que amaba, sin embargo, existían personas a las que no era capaz de dejar sin explicación alguna y era ese el motivo por el que aquel día, me despedí de Keath y asegurándome de que nadie me siguiera, me lance a la búsqueda de mis más preciados conocidos en París. Necesitaba hacerles saber que aunque estaría lejos, me encontraría bien y que seguramente pronto, volveríamos a vernos. Gran parte de la mañana y la tarde, visite a aquellos que podían salir de día, dejando para el final a mi conocido inmortal, un ser sumamente importante para mi.
Hero no era pues para mi un simple amigo, era uno de los hombres que más amaba en el mundo, alguien de quien quería despedirme no de manera apresurada pues necesitaba tiempo para explicarle mi situación y hacerle saber que a pesar de la distancia, siempre iba a quererlo y a esperar que se encontrara a salvo; además de asegurarle que a mi regreso, sería a quien primero buscaría pues de alguna manera, Hero parecía ser ya el único a quien podía considerar familia además de Keath.
Llegar al hogar de Hero no fue complicado, así como tampoco lo fue entrar, para mi la casa de aquel vampiro era como una extensión de la mía. Y si bien había esperado encontrarme con mi querido amigo para recibirme, la sorpresa de su olor desvaneciéndose fue lo que pude hallar. El inmortal no tenía mucho tiempo de haber abandonado el hogar, mi olfato me lo aseguraba, así que dispuesta a dar con él esa noche, salí persiguiendo su aroma, ese que conocía tan bien como el de Keath o cualquiera que para mi fuese importante. Andar en mi forma humana mucho más de lo necesario me era en cierta manera fastidioso y no por el hecho de que no me gustará, sino porque llegar a donde quería o necesitaba me llevaba mucho más tiempo del que en alguna de mis formas animales, requeriría. Con todo y la desventaja de mi apariencia humana, fui capaz de seguir el rastro de Hero hasta un lugar bastante extraño, pues no podía imaginarlo andando en la playa ya que creía yo, la arena sería algo que no toleraría mucho tiempo pero quizás estaba equivocada y hasta él necesitara la paz que brindaba el mar. En aquel lugar lleno de aromas, perdía también el rastro exacto de la dirección que Hero tomaba, así que me tocaba buscarle caminando.
Con calma me saque los zapatos que usaba y sujetándolos con la mano derecha, comencé a andar en la arena. La textura me encantaba, resultaba sumamente relajante sentir la frescura y escuchar no muy lejos el sonido de las olas al golpear la orilla. Conforme avanzaba un quejido familiar llegó a mis oídos, algo que me llevó a soltar los zapatos, sujetar mi vestido para que no me estorbase y comenzar a correr pues me encontraba segura de que quien se quejaba, era Hero. Giraba entonces cerca de donde se encontraba una enorme roca cuando el aroma de mi amigo volvió a llegarme solo que esta vez, también apareció su figura y si bien en otras circunstancias me hubiese sentido emocionada al verlo, en esta ocasión lo que sentí fue terror.
Ahí en la playa, Hero peleaba con un sujeto de cabellos largos, alguien que también despedía aroma a inmortal.
- ¡HERO! – grite su nombre, corriendo sin detenerme a pensar en nada que no fuese proteger a mi querido vampiro. Con decisión me interpuse entre él y el desconocido, a quien le bufe molesta justo después de que mi cuerpo se inclinara levemente en un acto meramente felino – ¡ALEJATE DE ÉL! – solté, mirándole de manera sería y amenazadora. Aquel vampiro era mucho más alto que yo pero eso no iba a hacer que le temiera o me alejara, estaba dispuesta a proteger a los míos aunque eso me costara la vida.
Hero no era pues para mi un simple amigo, era uno de los hombres que más amaba en el mundo, alguien de quien quería despedirme no de manera apresurada pues necesitaba tiempo para explicarle mi situación y hacerle saber que a pesar de la distancia, siempre iba a quererlo y a esperar que se encontrara a salvo; además de asegurarle que a mi regreso, sería a quien primero buscaría pues de alguna manera, Hero parecía ser ya el único a quien podía considerar familia además de Keath.
Llegar al hogar de Hero no fue complicado, así como tampoco lo fue entrar, para mi la casa de aquel vampiro era como una extensión de la mía. Y si bien había esperado encontrarme con mi querido amigo para recibirme, la sorpresa de su olor desvaneciéndose fue lo que pude hallar. El inmortal no tenía mucho tiempo de haber abandonado el hogar, mi olfato me lo aseguraba, así que dispuesta a dar con él esa noche, salí persiguiendo su aroma, ese que conocía tan bien como el de Keath o cualquiera que para mi fuese importante. Andar en mi forma humana mucho más de lo necesario me era en cierta manera fastidioso y no por el hecho de que no me gustará, sino porque llegar a donde quería o necesitaba me llevaba mucho más tiempo del que en alguna de mis formas animales, requeriría. Con todo y la desventaja de mi apariencia humana, fui capaz de seguir el rastro de Hero hasta un lugar bastante extraño, pues no podía imaginarlo andando en la playa ya que creía yo, la arena sería algo que no toleraría mucho tiempo pero quizás estaba equivocada y hasta él necesitara la paz que brindaba el mar. En aquel lugar lleno de aromas, perdía también el rastro exacto de la dirección que Hero tomaba, así que me tocaba buscarle caminando.
Con calma me saque los zapatos que usaba y sujetándolos con la mano derecha, comencé a andar en la arena. La textura me encantaba, resultaba sumamente relajante sentir la frescura y escuchar no muy lejos el sonido de las olas al golpear la orilla. Conforme avanzaba un quejido familiar llegó a mis oídos, algo que me llevó a soltar los zapatos, sujetar mi vestido para que no me estorbase y comenzar a correr pues me encontraba segura de que quien se quejaba, era Hero. Giraba entonces cerca de donde se encontraba una enorme roca cuando el aroma de mi amigo volvió a llegarme solo que esta vez, también apareció su figura y si bien en otras circunstancias me hubiese sentido emocionada al verlo, en esta ocasión lo que sentí fue terror.
Ahí en la playa, Hero peleaba con un sujeto de cabellos largos, alguien que también despedía aroma a inmortal.
- ¡HERO! – grite su nombre, corriendo sin detenerme a pensar en nada que no fuese proteger a mi querido vampiro. Con decisión me interpuse entre él y el desconocido, a quien le bufe molesta justo después de que mi cuerpo se inclinara levemente en un acto meramente felino – ¡ALEJATE DE ÉL! – solté, mirándole de manera sería y amenazadora. Aquel vampiro era mucho más alto que yo pero eso no iba a hacer que le temiera o me alejara, estaba dispuesta a proteger a los míos aunque eso me costara la vida.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
¡Lo sabía! Esa arma inmunda había terminado por romperme la ropa. Mi rostro pequeñito como el de un pájaro se frunció enteramente y antes de poder saludarlo o cualquier otra cosa bajé la cabeza, sujetando mi ropa para levantarla un poco y así buscar la rotura. ¿Estaría del lado de atrás? Miré un poco más, enfadadísimo. Y para mi suerte, terminé en el piso. Mis cabellos se hundieron en la arenilla y cerré los ojos fuertemente de modo que nada terminara en mi visión. Iba a maldecir un centenar de cosas, pero estaba demasiado ocupado en no morir del asco por la textura de la arena sobre mí. Era resbaladiza y jamás la había sentido hasta ese día. Chasqueé los dientes lo más roñoso que pude y alcé la mirada al hombre que estaba a medias sobre mí, básicamente, riéndose de su broma. No, no. No se reía literalmente, ¿acaso eso era posible? No lo sabía, pero era lo más cerca de la risa que podía verlo. — Mmmmrghhh. ¡¿Cómo osas?! — El gritillo salió todo disparatado y enterré las manos en ese polvo raro, sacudiéndolo hacia arriba para tirarle un poco en la cara, con el rostro de pequeño diablo a puro esplendor. ¡Encima me quería ayudar a levantar! Mi rostro estuvo a punto de explotar, mas solo llegó a tener el color del hierro fundido, vergüenza y pena. Segundos más tarde me levanté, empujándolo apenitas para luego mostrarle la sonrisa entera de dientes medidos. Después de todo me había hecho reír un poco, ¡aunque eso no lo iba a salvar de perdonarlo por ensuciarme! — Seguro estuviste pensando todo el día en hacerme eso. Ya verás. Sí, sí me acuerdo de la postura, la estuve practicando un montón. ¿No existen cosas más prácticas que éstas cosas? Hay que llevar una valija para trasladarla.— Hablando del arma, la dejé en el costado contrario a él, cubriéndola de la misma manera, era realmente bella para verla de lejos, pero seguía sin acostumbrarme a su tamaño. Enseguida fue que me puse en posición, literalmente había estado practicando estirando las piernas y sintiendo como el equilibro en mi peso era balanceado. Pestañeé un par de veces, cada vez que hacía un paso me hundía y me sentía incomodo otra vez, ese suelo empezaba a exasperarme. — ¿Elegiste el lugar a propósito? ¡Ah! — Alcé la voz antes de verle el primer golpe que apenas esquivé, en mi mente sabía con obviedad que ese golpe era para que no esquivara el siguiente, pero al fin y al cabo, alguno de los dos iba a darme de seguro. Pronto, caer en la arena se hizo algo cotidiano para mi trasero y espalda.
Pasaron los minutos y estaba dispuesto a devolverle un golpe sí o sí. Con el entrecejo bien fruncido y todas mis ganas, decidí que me dejaría golpear a la primera, para abalanzarme. Y fue en ese momento donde me quedé estático, parecía que era más rápido parando que avanzando. El ligero aroma a una cambiante felina se puso frente a mí y alcé el brazo hacia arriba para siquiera atinar a raspar el aire que le corría alrededor. El mal movimiento provocó que terminara con las posaderas otra vez en la arena, ahora, más anonadado que antes. — Casi te golpeo, ¿quién te enseñó a meterte en medio de peleas sin avisar antes? Linda gatita~ — Se me iluminaron los dos faroles al ver su cabello rubio y hermoso danzando con el viento hacia mí. Su aroma simple y dulce me hizo cerrar apenas los ojos, hasta que recordé que en frente estaba el tipo vikingo del hacha e intenté pararme, no me daban las manos para moverme de lo tarde que me percaté del dilema. — Miren que si se pelean yo no me pondré en el medio. Suficiente me hice amigo del suelo como para terminar en el mar de uno de sus golpes. — Atenté rápido con el ceño fruncido y la risa que pronto se hizo presente. Me limpié apenas la mugre de la cara y busqué la expresión de Svein que seguramente atinaría a asesinar o quizá a salir corriendo del miedo o de la falta de oxigeno innecesario que el señor necesitaba para subsistir. Apenas se había acostumbrado a mi presencia, ¿podía un vampiro morir de asma? No, me imaginaba que no, no necesitábamos respirar, así que supuse que al menos no iba a morirse, suficiente para que me relajara un poco más. Era muy bueno creyéndome mis propias hipótesis después de todo. — Me están enseñando, se pueden presentar si quieren. — Alcé los hombros, desconcertado porque parecía que estaban muy enfocados mirando e intimidándose que prestándome atención.
Pasaron los minutos y estaba dispuesto a devolverle un golpe sí o sí. Con el entrecejo bien fruncido y todas mis ganas, decidí que me dejaría golpear a la primera, para abalanzarme. Y fue en ese momento donde me quedé estático, parecía que era más rápido parando que avanzando. El ligero aroma a una cambiante felina se puso frente a mí y alcé el brazo hacia arriba para siquiera atinar a raspar el aire que le corría alrededor. El mal movimiento provocó que terminara con las posaderas otra vez en la arena, ahora, más anonadado que antes. — Casi te golpeo, ¿quién te enseñó a meterte en medio de peleas sin avisar antes? Linda gatita~ — Se me iluminaron los dos faroles al ver su cabello rubio y hermoso danzando con el viento hacia mí. Su aroma simple y dulce me hizo cerrar apenas los ojos, hasta que recordé que en frente estaba el tipo vikingo del hacha e intenté pararme, no me daban las manos para moverme de lo tarde que me percaté del dilema. — Miren que si se pelean yo no me pondré en el medio. Suficiente me hice amigo del suelo como para terminar en el mar de uno de sus golpes. — Atenté rápido con el ceño fruncido y la risa que pronto se hizo presente. Me limpié apenas la mugre de la cara y busqué la expresión de Svein que seguramente atinaría a asesinar o quizá a salir corriendo del miedo o de la falta de oxigeno innecesario que el señor necesitaba para subsistir. Apenas se había acostumbrado a mi presencia, ¿podía un vampiro morir de asma? No, me imaginaba que no, no necesitábamos respirar, así que supuse que al menos no iba a morirse, suficiente para que me relajara un poco más. Era muy bueno creyéndome mis propias hipótesis después de todo. — Me están enseñando, se pueden presentar si quieren. — Alcé los hombros, desconcertado porque parecía que estaban muy enfocados mirando e intimidándose que prestándome atención.
Invitado- Invitado
Re: Dessin force [Svein - Camila]
Toda la tarde, sí, ya podrás tú vengarte luego. -Contesté divertido después de las palabras que habían venido de parte de Hero luego de mi broma, soltando una segunda suave risa, aunque de allí en adelante, mientras practicábamos, saliedon varias más, ligeramente notorias pero que mostraban lo cómodo que comenzaba a sentirme en su compañía. Poco a poco las tensiones desaparecían, al igual que las inseguridades y los temores. La soledad ya no era un castigo ni un sufrimiento y, todo parecía tan próspero, que la maldición que me acompañaba desde que nací parecía se llevaba bien con aquel chiquillo de chillidos agudos y quejas varias. Además, practicar nuevamente el combate cuerpo a cuerpo cuando me enseñaron de muchacho, era casi o tanto más divertido ahora que los papeles se habían intercambiado, siendo yo ahora maestro y siendo Hero el recuerdo de lo que yo alguna vez fui, un aprendiz vikingo. Podía sentir nuevamente la vitalidad que aquella actividad me proveía, una vitalidad que aunque estuviese muerto ya en cuerpo, parecía volver a mi alma. Todos aquellos sentimientos se arrebolotaban dentro de mi y en el momento no lograba comprenderlos ni separarlos, pero de todas formas se volvieron un combustible: mis movimientos eran más rápidos, más certeros, más expresivos, mi mente estaba más concentrada, más perceptiva; y mi sonrisa se ampliaba sin que me diera cuenta siquiera.
Estaba contento como no lo había estado en mucho tiempo; para mí, enseñarle a este pequeñín a batallar como yo era mi propia forma de entablar amistad con él, mientras que él la entablaba con palabras. En un momento, pude fijarme que el muchacho había encontrado la oportunidad exacta para devolverme un golpe, y yo que lo veía venir, sabía que no alcanzaría a esquivarlo o detenerlo, por lo que sonreí de forma un poco más amplia. Su entrenamiento daba fruto, seguro que sí, ¡y era gracias a mí! Pero entonces un grito femenino me arrebató de mi momento de gloria y tranquilidad. De reojo alcancé a ver una fémina acercándose con rapidez, interponiéndose entre Hero y yo, pero al tiempo que volvía mis ojos a ver a Hero, este caía hacia atrás en la arena. No solo aquello hizo que me pusiera nuevamente los nervios de punta, sino que me puso a la defensiva, asustándome por unos segundos ante el hecho de que a causa de la mujer, Hero se había caído -otra vez, sí, pero esta vez no fui yo con mis movimientos medidos, sino una gritona desconocida; era mucho más grave a mi criterio. Antes de que el vampiro se pusiera de pie o pronunciara alguna palabra -o yo procesara lo que en realidad la cambiante había dicho cuando se interpuso entre nosotros-, tomé fuertemente a la mujer y la lancé lejos, colocándome ahora yo entre ella y el vampiro más jóven, porque era yo quien lo protegía aquella noche. Inmediatamente luego, hice un movimiento rápido con el pie para levantar el hacha de la arena y atraparla con la mano en el aire, bufándole tal y como ella me había bufado a mí.
Entonces Hero se puso a hablar, acercándose tan tranquilo y sereno como si en realidad no había peligro ni intromisión alguna. ¿No? ¿No había? ¿Qué carajos era lo que estaba pasando entonces? Yo solamente reaccioné a usar mi mano libre para atrapar un brazo de Hero y acercarlo a mí, no a esa mujer entrometida, para así mantenerlo tras mío, donde yo lo viera y oliera mejor que ella. Donde ella no pudiese acercársele sin antes tener que pasar por mí. Mi mirada seguía fija en la cambiante, con mis ojos tan severos y fríos como lo eran siempre, con el ceño fruncido y una postura corporal poco amistosa. No me movía ni un centímetro, tampoco me huperventilé como se podría haber imaginado; todo el guerrero que había dentro mío había salido y tan solo esperaba hacer lo suyo, aunque no sabía si lo haría o no. Hubo un momento de silencio en el que el vampiro más joven dejó de hablar y entonces, solo entonces, comencé realmente a procesar y comprender lo que había dicho.- ¿La conoces? -Le pregunté, sin dejar de mirar a la susodicha, a la arpía que había arruinado todo lo que yo había logrado desde que comenzamos a entrenar. De pronto me enojé, no quería que ella estuviese allí con nosotros, aunque fuese una conocida, una amiga o incluo familiar. No me importaba, ¡que se fuera! No quería verla. ¿Acaso comenzaba a sentir celos? En realidad, no comprendía nada de lo que sentía en aquellos momentos. Yo solo no quería quedar fuera y sentía que su presencia me perjudicaría.
Estaba contento como no lo había estado en mucho tiempo; para mí, enseñarle a este pequeñín a batallar como yo era mi propia forma de entablar amistad con él, mientras que él la entablaba con palabras. En un momento, pude fijarme que el muchacho había encontrado la oportunidad exacta para devolverme un golpe, y yo que lo veía venir, sabía que no alcanzaría a esquivarlo o detenerlo, por lo que sonreí de forma un poco más amplia. Su entrenamiento daba fruto, seguro que sí, ¡y era gracias a mí! Pero entonces un grito femenino me arrebató de mi momento de gloria y tranquilidad. De reojo alcancé a ver una fémina acercándose con rapidez, interponiéndose entre Hero y yo, pero al tiempo que volvía mis ojos a ver a Hero, este caía hacia atrás en la arena. No solo aquello hizo que me pusiera nuevamente los nervios de punta, sino que me puso a la defensiva, asustándome por unos segundos ante el hecho de que a causa de la mujer, Hero se había caído -otra vez, sí, pero esta vez no fui yo con mis movimientos medidos, sino una gritona desconocida; era mucho más grave a mi criterio. Antes de que el vampiro se pusiera de pie o pronunciara alguna palabra -o yo procesara lo que en realidad la cambiante había dicho cuando se interpuso entre nosotros-, tomé fuertemente a la mujer y la lancé lejos, colocándome ahora yo entre ella y el vampiro más jóven, porque era yo quien lo protegía aquella noche. Inmediatamente luego, hice un movimiento rápido con el pie para levantar el hacha de la arena y atraparla con la mano en el aire, bufándole tal y como ella me había bufado a mí.
Entonces Hero se puso a hablar, acercándose tan tranquilo y sereno como si en realidad no había peligro ni intromisión alguna. ¿No? ¿No había? ¿Qué carajos era lo que estaba pasando entonces? Yo solamente reaccioné a usar mi mano libre para atrapar un brazo de Hero y acercarlo a mí, no a esa mujer entrometida, para así mantenerlo tras mío, donde yo lo viera y oliera mejor que ella. Donde ella no pudiese acercársele sin antes tener que pasar por mí. Mi mirada seguía fija en la cambiante, con mis ojos tan severos y fríos como lo eran siempre, con el ceño fruncido y una postura corporal poco amistosa. No me movía ni un centímetro, tampoco me huperventilé como se podría haber imaginado; todo el guerrero que había dentro mío había salido y tan solo esperaba hacer lo suyo, aunque no sabía si lo haría o no. Hubo un momento de silencio en el que el vampiro más joven dejó de hablar y entonces, solo entonces, comencé realmente a procesar y comprender lo que había dicho.- ¿La conoces? -Le pregunté, sin dejar de mirar a la susodicha, a la arpía que había arruinado todo lo que yo había logrado desde que comenzamos a entrenar. De pronto me enojé, no quería que ella estuviese allí con nosotros, aunque fuese una conocida, una amiga o incluo familiar. No me importaba, ¡que se fuera! No quería verla. ¿Acaso comenzaba a sentir celos? En realidad, no comprendía nada de lo que sentía en aquellos momentos. Yo solo no quería quedar fuera y sentía que su presencia me perjudicaría.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
Las dificultades que había atravesado estaban volviéndome sin duda alguna una mujer paranoica además de agresiva ante la primer señal de peligro, no solo para mi persona sino también para la de aquellos que para mi eran importantes. Fue ese el motivo por el que apenas escuche los quejidos de Hero en la playa, no dude en ir en su ayuda. La adrenalina corría por mi sistema, justo como en los tiempos donde servía a la alianza.
Con decisión y sin importarme que pudiera salir herida, me interpuse entre el otro inmortal y Hero. Me encontraba dispuesta a atacar a aquel desconocido si es que se atrevía a poner una mano más sobre mi querido amigo. El sonido de Hero caer nuevamente en la arena me distrajo lo suficiente como para que una mano fría me sujetara por el brazo y de un certero movimiento, mi cuerpo fuera lanzado lejos. Agradezco a mis reflejos y mis habilidades felinas por que no terminará de cara en la arena sino que por el contrario, mis movimientos estuvieron cargados de la típica gracia felina permitiendome quedar en una posición favorable para atacar de ser necesario. Mi expresión era completamente seria y al escucharlo bufar tomando el hacha, me agazape ligeramente, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a temblar para dar paso a una de mis transformaciones, sin embargo, fue la voz de Hero detrás de aquel vampiro de cabellos largos lo que me llevó a detenerme.
– Fui a buscarte a tu casa y como no te vi ahí, seguí tu aroma – mis ojos iban de Hero al desconocido, mi postura aún se encontraba tensa y mi voz transmitía la inseguridad que la presencia del otro inmortal me generaba – Te escuche gritar y solo actúe. No quiero que nada más muera frente a mis ojos, mucho menos alguien que me importa tanto – al decir aquello note como se me oprimía el pecho. Ver a mi madre morir había sido ya suficiente para mi, pero sabía que debía superar ese hecho para poder volver a ser yo misma. Las siguientes palabras que salieron de los labios de Hero me llevaron a suspirar y relajar mi postura del todo – ¡NUNCA TE GOLPEARÍA! – le asegure, haciendo después una pausa – A menos que te lo merezcas de verdad – y dicho eso, comencé a reír, ignorando por unos segundos la presencia del otro vampiro.
La pregunta que floto en el aire de labios del desconocido fue lo que hizo entonces a Hero pedir que si queríamos nos podíamos presentar. ¿Cómo iba a presentarme ante alguien que era su amigo y casi atacaba? Además de que seguía manteniendo esa expresión de que yo era un peligro para ambos.
– Yo soy Camila, soy amiga de Hero de hace algún tiempo – dije aquello notando el calor en mis mejillas – Lamento haber llegado de esa manera tan poco adecuada y brusca – me disculpe observando no solo a mi querido amigo, sino también al otro vampiro que me observaba como si acabase de descubrir a su peor enemigo – Últimamente tiendo a atacar antes de preguntar – reí sin verdaderamente querer hacerlo – pero han pasado cosas que me llevan a actuar de esa manera – confesé, agachando la mirada levemente antes de levantarla del todo y entrecerrar los ojos para mirar a Hero – ¿Te están enseñando?... Hero, ¿No es esto muy peligroso para ti? – señale el hacha – No puedo imaginarte luchando con un hacha – sonreí, dando un paso al frente. Necesitaba estar cerca de mi amigo, abrazarlo e impregnarme de su aroma pues no sabía cuando podría volver a verlo, aún así, mantenía la distancia pues no estaba segura de lo que el otro sujeto era capaz de hacer si me acercaba más.
Con decisión y sin importarme que pudiera salir herida, me interpuse entre el otro inmortal y Hero. Me encontraba dispuesta a atacar a aquel desconocido si es que se atrevía a poner una mano más sobre mi querido amigo. El sonido de Hero caer nuevamente en la arena me distrajo lo suficiente como para que una mano fría me sujetara por el brazo y de un certero movimiento, mi cuerpo fuera lanzado lejos. Agradezco a mis reflejos y mis habilidades felinas por que no terminará de cara en la arena sino que por el contrario, mis movimientos estuvieron cargados de la típica gracia felina permitiendome quedar en una posición favorable para atacar de ser necesario. Mi expresión era completamente seria y al escucharlo bufar tomando el hacha, me agazape ligeramente, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a temblar para dar paso a una de mis transformaciones, sin embargo, fue la voz de Hero detrás de aquel vampiro de cabellos largos lo que me llevó a detenerme.
– Fui a buscarte a tu casa y como no te vi ahí, seguí tu aroma – mis ojos iban de Hero al desconocido, mi postura aún se encontraba tensa y mi voz transmitía la inseguridad que la presencia del otro inmortal me generaba – Te escuche gritar y solo actúe. No quiero que nada más muera frente a mis ojos, mucho menos alguien que me importa tanto – al decir aquello note como se me oprimía el pecho. Ver a mi madre morir había sido ya suficiente para mi, pero sabía que debía superar ese hecho para poder volver a ser yo misma. Las siguientes palabras que salieron de los labios de Hero me llevaron a suspirar y relajar mi postura del todo – ¡NUNCA TE GOLPEARÍA! – le asegure, haciendo después una pausa – A menos que te lo merezcas de verdad – y dicho eso, comencé a reír, ignorando por unos segundos la presencia del otro vampiro.
La pregunta que floto en el aire de labios del desconocido fue lo que hizo entonces a Hero pedir que si queríamos nos podíamos presentar. ¿Cómo iba a presentarme ante alguien que era su amigo y casi atacaba? Además de que seguía manteniendo esa expresión de que yo era un peligro para ambos.
– Yo soy Camila, soy amiga de Hero de hace algún tiempo – dije aquello notando el calor en mis mejillas – Lamento haber llegado de esa manera tan poco adecuada y brusca – me disculpe observando no solo a mi querido amigo, sino también al otro vampiro que me observaba como si acabase de descubrir a su peor enemigo – Últimamente tiendo a atacar antes de preguntar – reí sin verdaderamente querer hacerlo – pero han pasado cosas que me llevan a actuar de esa manera – confesé, agachando la mirada levemente antes de levantarla del todo y entrecerrar los ojos para mirar a Hero – ¿Te están enseñando?... Hero, ¿No es esto muy peligroso para ti? – señale el hacha – No puedo imaginarte luchando con un hacha – sonreí, dando un paso al frente. Necesitaba estar cerca de mi amigo, abrazarlo e impregnarme de su aroma pues no sabía cuando podría volver a verlo, aún así, mantenía la distancia pues no estaba segura de lo que el otro sujeto era capaz de hacer si me acercaba más.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
Recordaba siempre haber sido un miedoso, jamás me ponía frente a las peleas y por eso me había dedicado al espionaje y todo lo que no pudiera lastimarme. ¡Que mala estrategia había sido la mía! Las peleas a distancia se me daban perfectas, podía incluso apuntar con un arco y flecha a muchos kilómetros de distancia. Pero luego cuando se me acercaban, era tan débil que quebrarme al medio no podía ser demasiado complicado incluso para un humano sin habilidades. Esas tragedias me habían llevado a estar dejándome enseñar por un bárbaro corpulento y tan tosco como las piedras que se astillaban a la orilla del mar. ¡No tenía que escucharlo de Camila! Ya sabía muy bien que era algo muy peligroso para mí. Y aún así quería intentarlo, quizá algún día cambiaría el arma a una más delicada, pero Svein estaba completamente emocionado por enseñarme y yo por aprender.
La escena me resultaba por demás de chistosa y obviamente todo ese egocentrismo y capacidad de auto adularme se incrementaron al ver a más de una persona prestarme atención, haciendo que mis ojos se pongan lo más grandes y brillosos que podían. Jugando a ser el dulce y amado joven que siempre había querido ser, aunque no era en absoluto una realidad. — ¿Y no te encontraste con el otro vampiro? Seguro debe estar preparando alguna hoguera para mí… No te preocupes, no moriré hoy. Espero que mañana tampoco. ¿Fuiste a buscar comida? ¡Ah! Grité porque este señor es un desalmado. — Exageré, apuntándole con la expresión de quien está siendo atacado vilmente sin ninguna razón. Aunque claramente ese no era el caso, por el contrario, estaba tan feliz como hacía mucho no lo estaba. Toda la sangre que había sido derramada a mi alrededor, Svein hacía que la olvide.
— Sí, la conozco. Pero a mi no me gusta presentar, así que tendrás que hablar e intentar comunicarte. — Me reí ligeramente, levantándome de toda la arena que se metía entre mis ropas, sacudiéndolas hasta que mis cabellos terminaran desacomodados y pronto volvieran a su lugar como el peso muerto que eran. Los movimientos de Camila, siempre graciosos y finos se hacían también en el aire, era hermosa y sus cabellos parecían oro a la luz de la luna, casi proyectando una especie de increíble sol a mi presencia. Eso me molestaba algunas veces, después de todo odiaba al sol y su terrible luz aplastante.
Sentí entonces la atmósfera de incomodidad disminuir, al menos por el lado de Camila. Sabía bien que Svein tardaría quizá un milenio en no querer asesinarla. Ella solo tenía que hostigarlo hasta que se diera por vencido, el inmortal no era más que un niño muy desconfiado y para nada charlatán. Suponía que por eso había aceptado mi trato, ¡al menos podía conversar con alguien! — Nunca merezco ser golpeado. La gente tiene envidia de mi buena vida, por eso lo hacen. — Con un evidente sarcasmo miré a la muchacha y luego al antiguo inmortal que parecía haber sido petrificado y me quedé riendo sin ocultar en absoluto mi gracia. ¡Seguro estaba enfadado por haber sido cortado en medio de la clase! No obstante, no podía dejar de prestarle atención a la felina, hacía tiempo no la veía, ambos habíamos sido atacados duramente por la iglesia y por cazadores variados. Y ella ahora tenía a alguien más especial que yo, por lo que la distancia se había hecho evidente, pero eramos inseparables, así lo habíamos pactado. — ¡Mi mejor amiga! -aclaré- Y es un poco tosco, lo sé, nada refinado, parece un pedazo de hierro fundido y afilado. Svein enseña muy bien, aunque no habla mucho, creo que le tiene miedo a la gente. Lo convertí en mi amigo a regañadientes. Tengo mucha fuerza mental y él física. — Mostré mis dientes romos en una sonrisa brillante y acaricié los cabellos de la chica que, aún siendo larga y esbelta, tenía una estatura bastante menor a la mía; después de todo, había crecido bastante hasta mis dieciocho, tanto que mi personalidad no hacía juego con ella. Asentí un poco ante sus nuevas palabras y supe inmediatamente que tenía que presentar a esos dos. ¡Tenían mucho en común! Lo felino y molesto principalmente. Él tenía la misma personalidad que un gato que continuamente estaba en peligro y ella, bueno, ella realmente era uno. — Él me enseñará para que me quede bien, ¿no es así? ¡Podrías unirte hasta que terminemos! Luego te puedo invitar a cenar. — Aseguré con esa sonrisa siempre firme, era algo que nadie me había podido robar, siquiera los seres que habían pasado la sobrenaturalidad hacia un camino más despreciable, consumidos por los sentimientos malignos como la envidia y la venganza. Pronto apoyé mano con mano y volteé hacia el vampiro que básicamente parecía estar teniendo un mal momento debido a la imprudencia de ambos, éramos un caso perdido, lo habíamos sido siempre. — ¿Por favor? Ella no molesta mucho, solo la mitad del tiempo. ¿No te parece adorable? —
La escena me resultaba por demás de chistosa y obviamente todo ese egocentrismo y capacidad de auto adularme se incrementaron al ver a más de una persona prestarme atención, haciendo que mis ojos se pongan lo más grandes y brillosos que podían. Jugando a ser el dulce y amado joven que siempre había querido ser, aunque no era en absoluto una realidad. — ¿Y no te encontraste con el otro vampiro? Seguro debe estar preparando alguna hoguera para mí… No te preocupes, no moriré hoy. Espero que mañana tampoco. ¿Fuiste a buscar comida? ¡Ah! Grité porque este señor es un desalmado. — Exageré, apuntándole con la expresión de quien está siendo atacado vilmente sin ninguna razón. Aunque claramente ese no era el caso, por el contrario, estaba tan feliz como hacía mucho no lo estaba. Toda la sangre que había sido derramada a mi alrededor, Svein hacía que la olvide.
— Sí, la conozco. Pero a mi no me gusta presentar, así que tendrás que hablar e intentar comunicarte. — Me reí ligeramente, levantándome de toda la arena que se metía entre mis ropas, sacudiéndolas hasta que mis cabellos terminaran desacomodados y pronto volvieran a su lugar como el peso muerto que eran. Los movimientos de Camila, siempre graciosos y finos se hacían también en el aire, era hermosa y sus cabellos parecían oro a la luz de la luna, casi proyectando una especie de increíble sol a mi presencia. Eso me molestaba algunas veces, después de todo odiaba al sol y su terrible luz aplastante.
Sentí entonces la atmósfera de incomodidad disminuir, al menos por el lado de Camila. Sabía bien que Svein tardaría quizá un milenio en no querer asesinarla. Ella solo tenía que hostigarlo hasta que se diera por vencido, el inmortal no era más que un niño muy desconfiado y para nada charlatán. Suponía que por eso había aceptado mi trato, ¡al menos podía conversar con alguien! — Nunca merezco ser golpeado. La gente tiene envidia de mi buena vida, por eso lo hacen. — Con un evidente sarcasmo miré a la muchacha y luego al antiguo inmortal que parecía haber sido petrificado y me quedé riendo sin ocultar en absoluto mi gracia. ¡Seguro estaba enfadado por haber sido cortado en medio de la clase! No obstante, no podía dejar de prestarle atención a la felina, hacía tiempo no la veía, ambos habíamos sido atacados duramente por la iglesia y por cazadores variados. Y ella ahora tenía a alguien más especial que yo, por lo que la distancia se había hecho evidente, pero eramos inseparables, así lo habíamos pactado. — ¡Mi mejor amiga! -aclaré- Y es un poco tosco, lo sé, nada refinado, parece un pedazo de hierro fundido y afilado. Svein enseña muy bien, aunque no habla mucho, creo que le tiene miedo a la gente. Lo convertí en mi amigo a regañadientes. Tengo mucha fuerza mental y él física. — Mostré mis dientes romos en una sonrisa brillante y acaricié los cabellos de la chica que, aún siendo larga y esbelta, tenía una estatura bastante menor a la mía; después de todo, había crecido bastante hasta mis dieciocho, tanto que mi personalidad no hacía juego con ella. Asentí un poco ante sus nuevas palabras y supe inmediatamente que tenía que presentar a esos dos. ¡Tenían mucho en común! Lo felino y molesto principalmente. Él tenía la misma personalidad que un gato que continuamente estaba en peligro y ella, bueno, ella realmente era uno. — Él me enseñará para que me quede bien, ¿no es así? ¡Podrías unirte hasta que terminemos! Luego te puedo invitar a cenar. — Aseguré con esa sonrisa siempre firme, era algo que nadie me había podido robar, siquiera los seres que habían pasado la sobrenaturalidad hacia un camino más despreciable, consumidos por los sentimientos malignos como la envidia y la venganza. Pronto apoyé mano con mano y volteé hacia el vampiro que básicamente parecía estar teniendo un mal momento debido a la imprudencia de ambos, éramos un caso perdido, lo habíamos sido siempre. — ¿Por favor? Ella no molesta mucho, solo la mitad del tiempo. ¿No te parece adorable? —
Invitado- Invitado
Re: Dessin force [Svein - Camila]
Estaba molesto, pues en cuanto mi aprendiz y su "mejor amiga" se pusieron a hablar, inmediatamente me sentí dejado fuera, a pesar de estar presente, pues gran parte de lo que hablaron fue entre ellos y yo solo lograba comprender partes pequeñas, pues hablaban demasiado rápido a mi gusto. Las cosas que dijo Hero sobre mí las pasé por alto, pues en cierta parte tenía razón y en otra, no comprendí del todo. Pero, había algo que me rondaba aún en la cabeza, ¿quién era el otro vampiro? Aquello fue suficiente para quitar la vista de la cambiante loca y chillona y clavarla en Hero, completamente alarmado, pero guardando silencio hasta que ambos se callaron y crearon un momento de silencio. Entonces, mi mirada se cruzó con la de Hero y yo interrumpí de forma abrupta.- ¡¿Hoguera?! -Exclamé, abriendo los ojos como platos y tomando a Hero por un brazo, zarandeandolo de forma algo brusca.- ¡¿Quién demonios te anda preparando hogueras?! ¡Dime de inmediato y juro que lo hago pedazos! -Le reclamé molesto. ¿Cómo no me había dicho antes que alguien planeaba quemarlo? No lo hubiera dejado ir la primera noche que lo conocí y me hubiera encargado de quemar a esa otra persona en su lugar. Con lo mucho que me costaba hacer amistades, iba a proteger a Hero con absolutamente toda mi fuerza y bestialidad si era necesario.
Sin embargo, mi ceño se volvió a fruncir en cuanto me di cuenta de que Hero me estaba pidiendo que la muchacha se quedara, alegando que era adorable.- ¡Uh, no! -Contesté de forma casi instantánea y repentina, sin siquiera pensar antes de pronunciar. Quería que se fuera, que desapareciera, no verla jamás nunca, y Hero me pedía aquello. Fruncí los labios, pensando en qué hacer al respecto. Si le pedía que se fuera, ¿se iría él con ella o se quedaría conmigo? No estaba seguro y comenzaba a frustrarme.- ¡Ugh! -Exclamé de pronto, girándome para darle la espalda a ambos y alejarme de ellos. Si le pedía que la mandara de vuelta por donde vino, seguro se enojaría y se iría con ella, pues al final, ¿quién querría quedarse conmigo? Ni yo lo haría. Además, a mi tampoco me gustaba que me echen de algún lugar porque le caigo mal a otros. Me acaricié las sienes mientras que pensaba y me hacía los ánimos para hacer lo que no quería.- Digo, -volteé- no, no creo que sea adorable. A eso he dicho que no. Es más, es chillona, gritona, molesta y habla mucho. A ti te aguanto lo chillón porque me agradas y me entiendes, pero a ella si la cuelgan, me da igual. -Dije, aunque en realidad decía que no a todo: que no se quedara y que no era adorable. Pero, bueno, sentía que yo no tenía mucho por hacer en aquellos momentos. Yo ya no era el centro de atención, me lo había arrebatado la arpía cambia pieles.
Pero nada más suspiré, mirando a Hero y a Camila a regañadientes.- Aunque, si quieres que se quede, pues tú la enseñas. Yo no. No quiero nada con ella. -Agregué, dando un par de pasos más hacia atrás, alejándome y guardando mi hacha en el porta arma a mi costado de modo que pudiese ahora cruzarme de brazos sin que me estorbara en aquella posición.- Ah, y que no me toque ni me hable. Tú te encargas de ella; porque si me toca, no respondo por lo que le haré. -Continué, desviando la mirada a modo de capricho y mirándolos solo un segundo de soslayo. No estaba contento con nada de lo que estaba pasando, pero me negaba a irme, a pesar de que sentía que estaba de sobra.
Sin embargo, mi ceño se volvió a fruncir en cuanto me di cuenta de que Hero me estaba pidiendo que la muchacha se quedara, alegando que era adorable.- ¡Uh, no! -Contesté de forma casi instantánea y repentina, sin siquiera pensar antes de pronunciar. Quería que se fuera, que desapareciera, no verla jamás nunca, y Hero me pedía aquello. Fruncí los labios, pensando en qué hacer al respecto. Si le pedía que se fuera, ¿se iría él con ella o se quedaría conmigo? No estaba seguro y comenzaba a frustrarme.- ¡Ugh! -Exclamé de pronto, girándome para darle la espalda a ambos y alejarme de ellos. Si le pedía que la mandara de vuelta por donde vino, seguro se enojaría y se iría con ella, pues al final, ¿quién querría quedarse conmigo? Ni yo lo haría. Además, a mi tampoco me gustaba que me echen de algún lugar porque le caigo mal a otros. Me acaricié las sienes mientras que pensaba y me hacía los ánimos para hacer lo que no quería.- Digo, -volteé- no, no creo que sea adorable. A eso he dicho que no. Es más, es chillona, gritona, molesta y habla mucho. A ti te aguanto lo chillón porque me agradas y me entiendes, pero a ella si la cuelgan, me da igual. -Dije, aunque en realidad decía que no a todo: que no se quedara y que no era adorable. Pero, bueno, sentía que yo no tenía mucho por hacer en aquellos momentos. Yo ya no era el centro de atención, me lo había arrebatado la arpía cambia pieles.
Pero nada más suspiré, mirando a Hero y a Camila a regañadientes.- Aunque, si quieres que se quede, pues tú la enseñas. Yo no. No quiero nada con ella. -Agregué, dando un par de pasos más hacia atrás, alejándome y guardando mi hacha en el porta arma a mi costado de modo que pudiese ahora cruzarme de brazos sin que me estorbara en aquella posición.- Ah, y que no me toque ni me hable. Tú te encargas de ella; porque si me toca, no respondo por lo que le haré. -Continué, desviando la mirada a modo de capricho y mirándolos solo un segundo de soslayo. No estaba contento con nada de lo que estaba pasando, pero me negaba a irme, a pesar de que sentía que estaba de sobra.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
Adoraba con el corazón a mi amigo, incluso cuando se ponía a si mismo en peligro y eso me llevaba a mi a preocuparme de más. Una sonrisa más sincera apareció en mi rostro, dirigida del todo a mi querido amigo.
– No me encontré a nadie en tu casa – me encogí de hombros. Aún no tenía la dicha (o desgracia) de toparme con ese otro vampiro al que Hero hacía referencia. Sabía que mi amigo y aquel individuo desconocido para mi tenían un lazo especial, uno que sobrevivía a tantas desgracias como mi amistad con el bello inmortal que mis ojos contemplaban – Y no fui a buscar comida – infle las mejillas – No solo te busco cuando tengo hambre, Hero – o al menos no lo buscaba por eso esa noche. Aún no encontraba ni el momento, ni la manera para hacerle saber que pronto desaparecería yo del radar, que no sabía cuando volvería pero que esperaba hacerlo algún día y que deseaba porque al volver, él aun me recordase. Un ligero suspiro salió de mis labios al tiempo que negaba suave con la cabeza y dirigía mi mirada al otro vampiro, que de un momento a otro dirigía su atención por completo a Hero y su broma de la hoguera, algo que al parecer, él no tomaba del todo como una broma.
La manera en que el otro vampiro reaccionaba era bastante extraña, exagerada desde mi punto de vista y eso que yo tenía tiempo tratando a Hero y vaya que podía hablar de exageraciones. Aun así las palabras de mi amigo al vampiro solo hicieron que le prestase mucho más atención. ¿Hablar e intentar comunicarse? Eso no era tan difícil, o al menos no parecía que lo fuera, sin embargo, cuando se trataba de vampiros existían muchas peculiaridades que aún desconocía.
– Cuando yo te golpeo lo hago con amor – sonreí –y para que aprendas – dicho eso, me aventure a acercarme mucho más a él. Necesitaba a mi amigo más cerca que nunca esa noche para que me brindara su energía y su animo, ese que yo había perdido un poco. Con atención y cierto orgullo que no podía evitar, escuche como Hero me presentaba como su mejor amiga así como después me daba una pequeña descripción del vampiro al que llamaba Svein. Solté una pequeña risita por la descripción en general, aunque más que nada por ese “miedo a la gente” lo cual podía explicar porque Hero le decía que tenía que hablar, a pesar de eso con cada segundo que pasaba me daba más curiosidad por conocer más de Svein y como era que terminaba enseñando a Hero a luchar. Dejándome mimar por las caricias de mi amigo, le mire fijamente a los ojos antes de responder a su pregunta – ¡Me quedo! Quiero verte caer de nuevo – reí, tratando de mantener el buen animo porque no quería desmoronarme ahí y mucho menos frente a alguien que aún no conocía.
La manera en la que Hero pedía a Svein que me permitiera quedarme me llevó a mirar al otro inmortal con cara suplicante, todo para escuchar una negativa firme seguida de lo que pareció una discusión mental bastante extraña. Aún cerca de Hero y sin despegar mi mirada del otro vampiro, cuestione a mi amigo.
– ¿Siempre es así? – y no lo preguntaba de forma malintencionada, sino porque observar a Svein me hacía pensar en un niño y en lo irónico que parecía que yo, siendo sumamente bajita de estatura estuviera con dos vampiros mucho más altos, mucho más fuertes pero que parecían niños en el alma. De manera abrupta Svein se giro para hacernos saber que era lo que pensaba de mi, a lo que respondí cruzando los brazos y fingiendo estar ofendida – Oye, si soy chillona, gritona, molesta pero eso no es motivo para que me estés deseando ser colgada – o al menos no le deseaba yo mal a nadie, no después de lo que viví.
Resulto algo extraño la manera en que Svein acepto mi presencia, ese que rápidamente garantice que no les distraería de su entrenamiento.
– Yo no pienso aprender nada – levante ambas manos – Mis peleas suelen ser más físicas así que no soy buena con armas – sonreí a Hero – mejor me sentare a verles entrenar a ustedes y Svein – me dirigí a él, retándole de cierta manera – Ya lo dijiste soy habladora y molesta así que no podrás escapar a que te hable – levante el mentón de manera orgullosa – y tampoco sé lo que yo haría si me tocas – mentí, pues no me gustaba herir a nadie y mucho menos a alguien que era un niño en cuerpo de adulto como Hero.
– No me encontré a nadie en tu casa – me encogí de hombros. Aún no tenía la dicha (o desgracia) de toparme con ese otro vampiro al que Hero hacía referencia. Sabía que mi amigo y aquel individuo desconocido para mi tenían un lazo especial, uno que sobrevivía a tantas desgracias como mi amistad con el bello inmortal que mis ojos contemplaban – Y no fui a buscar comida – infle las mejillas – No solo te busco cuando tengo hambre, Hero – o al menos no lo buscaba por eso esa noche. Aún no encontraba ni el momento, ni la manera para hacerle saber que pronto desaparecería yo del radar, que no sabía cuando volvería pero que esperaba hacerlo algún día y que deseaba porque al volver, él aun me recordase. Un ligero suspiro salió de mis labios al tiempo que negaba suave con la cabeza y dirigía mi mirada al otro vampiro, que de un momento a otro dirigía su atención por completo a Hero y su broma de la hoguera, algo que al parecer, él no tomaba del todo como una broma.
La manera en que el otro vampiro reaccionaba era bastante extraña, exagerada desde mi punto de vista y eso que yo tenía tiempo tratando a Hero y vaya que podía hablar de exageraciones. Aun así las palabras de mi amigo al vampiro solo hicieron que le prestase mucho más atención. ¿Hablar e intentar comunicarse? Eso no era tan difícil, o al menos no parecía que lo fuera, sin embargo, cuando se trataba de vampiros existían muchas peculiaridades que aún desconocía.
– Cuando yo te golpeo lo hago con amor – sonreí –y para que aprendas – dicho eso, me aventure a acercarme mucho más a él. Necesitaba a mi amigo más cerca que nunca esa noche para que me brindara su energía y su animo, ese que yo había perdido un poco. Con atención y cierto orgullo que no podía evitar, escuche como Hero me presentaba como su mejor amiga así como después me daba una pequeña descripción del vampiro al que llamaba Svein. Solté una pequeña risita por la descripción en general, aunque más que nada por ese “miedo a la gente” lo cual podía explicar porque Hero le decía que tenía que hablar, a pesar de eso con cada segundo que pasaba me daba más curiosidad por conocer más de Svein y como era que terminaba enseñando a Hero a luchar. Dejándome mimar por las caricias de mi amigo, le mire fijamente a los ojos antes de responder a su pregunta – ¡Me quedo! Quiero verte caer de nuevo – reí, tratando de mantener el buen animo porque no quería desmoronarme ahí y mucho menos frente a alguien que aún no conocía.
La manera en la que Hero pedía a Svein que me permitiera quedarme me llevó a mirar al otro inmortal con cara suplicante, todo para escuchar una negativa firme seguida de lo que pareció una discusión mental bastante extraña. Aún cerca de Hero y sin despegar mi mirada del otro vampiro, cuestione a mi amigo.
– ¿Siempre es así? – y no lo preguntaba de forma malintencionada, sino porque observar a Svein me hacía pensar en un niño y en lo irónico que parecía que yo, siendo sumamente bajita de estatura estuviera con dos vampiros mucho más altos, mucho más fuertes pero que parecían niños en el alma. De manera abrupta Svein se giro para hacernos saber que era lo que pensaba de mi, a lo que respondí cruzando los brazos y fingiendo estar ofendida – Oye, si soy chillona, gritona, molesta pero eso no es motivo para que me estés deseando ser colgada – o al menos no le deseaba yo mal a nadie, no después de lo que viví.
Resulto algo extraño la manera en que Svein acepto mi presencia, ese que rápidamente garantice que no les distraería de su entrenamiento.
– Yo no pienso aprender nada – levante ambas manos – Mis peleas suelen ser más físicas así que no soy buena con armas – sonreí a Hero – mejor me sentare a verles entrenar a ustedes y Svein – me dirigí a él, retándole de cierta manera – Ya lo dijiste soy habladora y molesta así que no podrás escapar a que te hable – levante el mentón de manera orgullosa – y tampoco sé lo que yo haría si me tocas – mentí, pues no me gustaba herir a nadie y mucho menos a alguien que era un niño en cuerpo de adulto como Hero.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Dessin force [Svein - Camila]
Los pies que tenía pegados a la arena, saltaron cuando escuché el gritillo de Svein. Él siempre era demasiado tranquilo y fuerte, hasta podía decir que aparentaba ser una piedra por demás de maciza. Y sin embargo allí estaba, gritándome hasta hacer que la sangre que había bebido se me inyectara en las mejillas y me pusiera como un maldito fruto rojo, frunciendo la nariz hasta hacerla chiquitita como una nuez. Parecía como uno de esos dibujos que hacían los niños chiquitos, todos deformes y a palitos. Me rasqué apenas la frente, como auto regañándome por hacer semejante broma frente a él. Intentando de alguna forma, recapacitar. Me desesperé de tal manera que solo atiné a mirarle apenitas a los ojos, sabía que eso era algo que él detestaba, ¡es que me había dejado tan estupidizado y por tanto, lo había olvidado por completo! Es decir, en realidad podían pasarme cosas parecidas si Nicolás se enteraba de lo que hacía cuando salía. Pero eran pequeños secretitos, ¿no? — Nooo, hoguera no. Nadie me va a quemar. ¡Más vale que nadie me queme! Esas cosas son del mal, no temas, viviré por siempre. — Entre respondiéndole a él y diciéndomelo a mí mismo fue que reaccioné reacio a la idea de la quemazón en mi piel. Y pronto volví mi atención un segundo a Camila, dejándome reír en lo que acariciaba sus rubios cabellos. Hacía mucho tiempo no la veía, a nadie a decir verdad. Larguísimos meses en las penumbras me habían llevado a ese desconocimiento total por las personas de la ciudad. Lo que me direccionaba a preguntarme por qué ella había ido a buscarme, aunque quizá no sería el mejor momento para calmar mis dudas. Pronto volteé a perseguir un poquito al nórdico testarudo que tenía como amigo y maestro y le sonreí mostrando mis nulos colmillos como si fuesen a dar pena. Svein poco entendía de la compasión, algunas veces simplemente se dejaba llevar. Y esa no era la excepción.
— ¡Ah! Es porque estás enojado porque nos cortaron la práctica. Ya se te va a pasar. Mira, mira. Aquí se sienta este pequeño felino y podemos seguir. Que igualmente me tiraste al suelo para jugarme unas bromas tú también. ¡Así que no eres ningún santo!— Le apunté tan simpáticamente como solía hacer todo lo que salía de mi boca. A menos que quisiera matar al que tenía en frente, entonces me transformaba en algo más maligno y poco simpatizante. Acomodé mis cabellos detrás de la oreja. Buscando el hacha que el muchacho había escondido con la arena. La sacudí un poco, frunciendo los labios como si fuese cosa asquerosa lo que estaba haciendo. — Tiene algo que lo hace ser así, no sé qué será. No le gusta la gente, pero es muy buenito. Si no lo miras a los ojos y no te importa que diga lo que piensa. Quizá el mundo sería más sencillo si fuesen como él. — Y claro que a mí no me importaba en absoluto la verdad, quizá porque de alguna manera yo era parecido, decía mis pensamientos tan felizmente como si fuese algo normal y rutinario. Al final les escuché medio pelear otra vez, ¿cómo podían hacer para pelearse así? Yo solía pelearme fácil con las personas y aun así eso me superaba. ¿Qué no iban a responder si se tocaban? Se me escapó una risotada casi tan grande que tuve que cubrirme apenas los labios y negué girando la cabeza de lado a lado. Luego hice como si mirara la hora. — ¡Que tonteada que tengo que escuchar! Ni que alguno de los dos fuese a matar porque cualquier cosa. Usen sus fuerzas para prestarme atención a mí, si tanto tiempo tienen para perder. — Orgulloso y tan ridículo como solo yo podía ser fue que me puse en la posición que Svein me había enseñado, usar una gran hacha no era acorde con mi contextura más bien elegante, pero eso no quitaba el hecho de que quería aprender, siempre había usado el arco y flecha o las navajas a distancia. Era hora de aprender a defenderme cuando se acercaban a mi persona. No quería volver a ser una molestia nunca más.
— ¡Ah! Es porque estás enojado porque nos cortaron la práctica. Ya se te va a pasar. Mira, mira. Aquí se sienta este pequeño felino y podemos seguir. Que igualmente me tiraste al suelo para jugarme unas bromas tú también. ¡Así que no eres ningún santo!— Le apunté tan simpáticamente como solía hacer todo lo que salía de mi boca. A menos que quisiera matar al que tenía en frente, entonces me transformaba en algo más maligno y poco simpatizante. Acomodé mis cabellos detrás de la oreja. Buscando el hacha que el muchacho había escondido con la arena. La sacudí un poco, frunciendo los labios como si fuese cosa asquerosa lo que estaba haciendo. — Tiene algo que lo hace ser así, no sé qué será. No le gusta la gente, pero es muy buenito. Si no lo miras a los ojos y no te importa que diga lo que piensa. Quizá el mundo sería más sencillo si fuesen como él. — Y claro que a mí no me importaba en absoluto la verdad, quizá porque de alguna manera yo era parecido, decía mis pensamientos tan felizmente como si fuese algo normal y rutinario. Al final les escuché medio pelear otra vez, ¿cómo podían hacer para pelearse así? Yo solía pelearme fácil con las personas y aun así eso me superaba. ¿Qué no iban a responder si se tocaban? Se me escapó una risotada casi tan grande que tuve que cubrirme apenas los labios y negué girando la cabeza de lado a lado. Luego hice como si mirara la hora. — ¡Que tonteada que tengo que escuchar! Ni que alguno de los dos fuese a matar porque cualquier cosa. Usen sus fuerzas para prestarme atención a mí, si tanto tiempo tienen para perder. — Orgulloso y tan ridículo como solo yo podía ser fue que me puse en la posición que Svein me había enseñado, usar una gran hacha no era acorde con mi contextura más bien elegante, pero eso no quitaba el hecho de que quería aprender, siempre había usado el arco y flecha o las navajas a distancia. Era hora de aprender a defenderme cuando se acercaban a mi persona. No quería volver a ser una molestia nunca más.
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