Daymare ~ [Privado]

por **Yuri Alekséyevich** Dom Feb 01, 2015 11:11 am

El olor fétido que deambulaba en los alrededores le dio la bienvenida. Los portentosos árboles vigías se erguían a lo alto de todo el lugar escoltando aquella carroza negra que avanzaba lentamente a través del espeso follaje del bosque, el aire húmedo que pululaba de un lado a otro crispaba los sentidos. El crujir de las ramas que eran aplastadas por el peso de las enormes ruedas creaba un eco hiriendo la tranquilidad del lugar. El pequeño se encontraba semidormido navegando en un mundo apartado de la realidad, soñaba con mamá contándole historias increíbles sin un final, piratas y dragones, soldados y princesas atrapadas en torres, soñaba con papá sosteniéndole en sus hombros cabalgando por los prados y las jardineras de un vasto jardín plagado de flores. Y detrás de los ventanales, la regordeta niñera pedía que se adentraran al salón, pues era tiempo de cenar, todos juntos.

No había nodriza ni guardián que le protegiera esta vez, se trataba de una investigación de campo sobre un licántropo que a últimas fechas estaba dando demasiados dolores de cabeza a los altos mandos. Para el logro de dichos menesteres siempre se le asignaba una escolta, misma que se encargaba de vigilar que el trabajo fuera terminado con éxito o en casos extremos terminar los pendientes. La Santa organización no podía permitirse tal fallo, es por eso que al chico se le exigía cada vez más, sus habilidades puestas a prueba con anterioridad nunca decepcionaban a los altos mandos. ¿Escapar? No podría. No siendo un crío aún, las historias de ver a sus padres regresar algún día aún proporcionaban ese vínculo de obediencia con los clérigos, así que muchas opciones no las tenía. Despertó apenas sosteniendo la respiración mientras abría los ojos completamente.

Se encontraba desganado, la luz de la luna indicaba que apenas era media noche, hora perfecta para que todos los niños descansaran plácidamente en una mullida recamara pero para Yuri ese “privilegio” habría que ganarlo antes, tenía que dar prueba de su maestría en el arte del uso del fuego para poder reclamar dicho descanso. En su mente suponía que el resto de los pequeños trabajaban a altas horas de la noche también. Que ingenuo. Bajó de la carroza apenas cobijado por una pequeña gabardina que llegaba a sus rodillas, un par de vigías charlaban planeando la estrategia para iniciar la caza de aquella bestia. Sorpresivamente aquel monstruo de tamaño descomunal y piel oscura se lanzó sobre uno de aquellos hombres, en un intento por luchar contra esta el pequeño abrió los ojos sobresaltado, ocurrió en cuestión de segundos.

¿Dónde estaba esa habilidad dormida cuando se necesitaba? En un abrupto cambio de su previo descanso, el niño se hallaba ahora oculto tras el cobijo de un portentoso árbol, tratando de mantener la respiración a un ritmo calmado, con las manos sobre su pecho apaciguando ese latir incontrolable. En su mente no estaba morir esa noche, tan solo debía controlarse para ejecutar su acto. Si bien las capacidades del pequeño eran de admirarse estaba claro que solo no podría. Silencio. De inmediato el vuelo de algunas aves que emigraban le dio la pauta para deducir que la bestia estaba rastreándole, cerró los ojos, debía confiar en que saldrá victorioso de esta batalla. Debía sobrevivir para verles una vez más, tal y como en su sueño previo.

por **Daphne Landry** Lun Feb 16, 2015 9:31 pm

Estaba sentada sobre los restos de un tronco caído, inmóvil y pensativa. La oscura tela de sus vestiduras combinaba con la dirección de sus cavilaciones y con el brillo apagado de sus orbes. Sentía la energía recorrerle, como una vibración entre sus venas, como el ardor de una hoguera. El poder fluía, sus sentidos se agudizaban, su carne se sentía suave y viva, cálida incluso. Repasó sus colmillos y labios con la lengua. No quedaba ni un resquicio externo del delicioso elixir, todo se encontraba ahora en su interior, robusteciéndola y reanimando un cuerpo muerto centurias atrás. A sus pies descansaban los despojos mortales del humano que le había servido de sustento. Unos ojos jóvenes le miraban sin ver, acusándola desde el eterno silencio en el cual estaba sumido. Su rostro era apuesto, su cuerpo bien formado, su voz había sido suave e invitante, tranquilizadora. Su alma, sin embargo, estaba tan podrida como las negras aguas del pantano. Un abusador y violador. Asesino en potencia de cualquiera tan inocente como para creer en sus mentiras. Le había visto engatusando a una jovencita que no contaba con más de 15 años en una de las callejuelas de la ciudad. Ella, evidentemente pobre, se había sentido atraída por las promesas pronunciadas y el brillo de algunos francos. Daphne apretó los dientes con fuerza. Él había alcanzado a lastimarla antes de que la vampiresa le arrancara el pesado cuerpo del joven de encima. Ya no sería doncella nunca más pero al menos continuaba respirando. Resultaba ser un consuelo pobre. Sabía que podría haber actuado antes, pero la discreción la contuvo hasta que fue demasiado tarde.

Suspiró antes de levantar la mirada al despejado cielo. La luna llena brillaba en todo su esplendor, rodeada y encumbrada por infinidad de estrellas. Una noche hermosa para las criaturas de la noche que presagiaba, al mismo tiempo, la desgracia para los mortales con la mala fortuna de cruzarse en su camino. Al menos ella no representaba ya un peligro ¿acaso lo era alguna vez? Sonrió para sí. Por supuesto que lo era. El que hubiese encontrado una conciencia que creía perdida, y que obrara de la mano de ella, no la exoneraba de la crueldad propia de su raza. Era una asesina, de eso no había duda, y su voluntad no era tan fuerte como para evitar los pequeños errores. Se levantó y casi con pereza arrojó el cuerpo a las aguas estancadas. Entonces esperó, observando fijamente como la evidencia desaparecía engullida tras algunos pocos “glups”. La discreción era esencial en aquellas épocas. El anonimato que les había permitido sobrevivir por incontables milenios se encontraba amenazado por un grupo de anarquistas idiotas y carentes de sentido común. Por eso ningún cuerpo con marcas tan evidentes debía quedar expuesto. Ninguna duda debía ser generada en la psiquis colectiva. Eran moradores de la noche y, como tales, debían permanecer en las sombras.

Tras algunos minutos la superficie fétida quedó nuevamente quieta, como si nada hubiese ocurrido. El cuerpo permanecería en el fondo hasta que el tiempo y la naturaleza le desaparecieran por completo. No requería matar, era lo suficientemente fuerte como para sobrevivir sin hacerlo. Pero era un placer del cual disfrutaba de tanto en tanto con algunos humanos “especiales”. Compartir un poco de la miseria que tanto les gustaba infringir era una suerte de catarsis para su propia alma. Estaban también los otros, esos que no lo merecían, pero sobre ellos no quería recapacitar. Dio la espalda al pantano y empezó una lenta caminata en dirección a la ciudad. Se le antojaba vagar por entre el populacho. Mezclarse, bromear, charlar y reír con ellos. Pero para que eso pasase sin mayores contratiempos debía primero cambiar su indumentaria. Ninguna escusa sería válida para justificar la suciedad que ahora le cubría. Así su hogar sería la primera parada. Sin embargo algunos gritos de desesperación y dolor, secundados por un aullido pronunciado, le hicieron detenerse. Entre los defectos de Daphne no se contaba el odio infundado de su raza por aquellos que se transformaban en animales salvajes durante la luna llena. Era algo que no podía terminar de comprender dada la relativa normalidad de los individuos durante el resto del mes. No era de las que buscaban aniquilarles solo por ser lo que eran.

Pensó en alejarse, después de todo seguramente ya habría terminado con los pobres desgraciados que se toparon con él o ella, pero la curiosidad la espoleó a aproximarse al lugar de donde provenían los sonidos. Deseaba verle ¿Por qué? Simplemente porque sí, nada más necesitaba que la determinación de hacerlo. Se movió en completo silencio, desapareciendo entre las sombras generadas por la vegetación hasta que un carruaje estuvo al alcance de su vista, así como partes de cuerpos mutilados. Esperó detrás de un árbol hasta que el pelaje oscuro del monstruo asomó entre la espesura. Parecía como si oteara el aire en busca de otra presa ¿podría habérsele escapado algún humano? ¡Oh, eso sí que era inesperado! La vampiresa se concentró en ubicar aquello que se escondía del Lycan. El latir de un corazón le llegó entonces y la sorpresa transformó su expresión. Se trataba del sonido rápido producido por un cuerpo pequeño. ¡Un niño! un pequeño oculto de una bestia inhumana que ahora le buscaba para destrozarle igual que a sus acompañantes. ¡No podía permitirlo! La irracionalidad de su predominante instinto materno afloró. La bestia era fuerte y poderosa, pero ella también lo era. Sin pensarlo demasiado salió de su escondite y rodeó a la bestia, alejándola del lugar donde ella presentía se escondía el pequeño y llamando su atención por medio de un silbido para nada femenino – Eh, pulgoso ¿Qué no te basta con el desastre que ya creaste aquí? – le espetó confiada en que la maniobra le hiciese olvidar su presa. Eran, aunque ella no lo quisiera, enemigos naturales y, por tanto, el lobo debería obedecer a su propio instinto priorizando la eliminación de la amenaza antes de completar su festín.

por **Yuri Alekséyevich** Lun Feb 23, 2015 3:24 pm

Un sin fin de imágenes cruzaron por la mente del pequeño quien mantenía los ojos ligeramente cerrados. Era una pesadilla, un pasaje oscuro estando despierto. Pasó su diestra para limpiar un par de gotas de sudor que coronaban su frente. El latir acelerado aún golpeaba su pecho de forma cruel.

-Tranquilo, tranquilo, has hecho esto antes, puedes hacerlo una vez más, solo tienes que concentrarte y todo saldrá bien-

Se repetía a sí mismo en un ligero susurro.

Y es que ningún entrenamiento previo se comparaba con la escena que ahora pintaba su realidad, en cuestión de segundos se había convertido en un auténtico relato de terror, lo que había iniciado como una investigación de campo, se transformó en la aventura más horripilante que hasta entonces había vivido. La adrenalina que circulaba por sus venas corría desenfrenada mientras las corrientes de aire acarreaban hasta donde se encontraba el olor a sangre y humedad propia del lugar. Solo tenía una oportunidad para escapar o vencer a aquella amenaza.

Lo más prudente sería huir valiéndose de alguna ilusión, no obstante el crio estaba consciente que sería reprendido con seguridad cuando todo terminara. Las órdenes eran claras y precisas, eliminar a toda amenaza sobrenatural que se cruce en tu camino.
El crujir de la hojarasca seca le advirtió que el monstruo se aproximaba cada vez más, sigiloso olfateaba para ubicar a su presa, se detuvo apenas para vociferar, el rugido de este era como si un grito de batalla que le demandaba al pequeño salir de su escondite, era ahora o nunca.

Respiró profundamente para dar inicio al combate cuando un silbido le tomó por sorpresa. Esta desconcertado, pues seguramente ninguno de los huestes había sobrevivido al ataque ¿Refuerzos? Nadie estaba enterado de su posición. La bestia detuvo en seco su acecho. Yuri usó esto como distracción para cambiar de posición y poder observar mejor que sucedía desde su nuevo campo visual, las líneas en su rostro se deformaron al notar que aquella silueta era la de una mujer y sin embargo aquellas frases que confería denotaban una seguridad demoledora. ¿Qué hacia ella en ese lugar? El pequeño frotó ligeramente sus ojos mientras sus habilidades le confesaban el verdadero origen de la misma.

-Una inmortal– pensó

En cuestión de segundos aquella bestia lanzó un golpe contra la mujer quien no tardó en moverse rápidamente atacando de forma lateral a su ahora enemigo, era demasiado ágil sin duda alguna pero tarde o temprano el desenlace sería fatídico para cualquiera de ellos y de no haber sido por ella seguramente sería el niño quien ahora estuviera luchando contra el gigantesco peludo. Apenas unos metros dividían el campo de batalla de la ahora guarida del pequeño, espacio suficiente para planear un ataque en equipo. Yuri levantó las manos hacia la bóveda celeste entonces y bastaron un par de palabras en lengua muerta para que la brisa febril se tornara en un ventarrón que desestabilizó al monstruo haciéndole retroceder, cerró los ojos invocando ese don una vez más, las pocas nubes se congregaron nublando por completo el panorama.

por **Daphne Landry** Miér Mar 18, 2015 9:58 pm

Por regla general en su nueva filosofía de vida, a Daphne no le agradaba luchar. Prefería los enfrentamientos en los cuales salían a relucir la astucia y el filo de las palabras más que aquellas en las que imponía por definición la fuerza bruta. Sin embargo no siempre se obtiene lo que se desea y, en ocasiones, más vale rendirse ante las situaciones actuando incluso en contra de lo que consideramos agradable o básicamente aceptable. Así la vampiresa, guiada por la incansable necesidad de proteger a aquellos que creía dignos de serlo (cachorros humanos por lo general) se enfrentaba ahora con kilos de musculo y furia animal. Sus colmillos eran ínfimos en comparación con los de la bestia, su poder y habilidad apenas equiparables. Él con el instinto animal de su lado, ella con la astucia de una mente consciente de su entorno y con la capacidad de razonar la situación desde una mirada más lógica. Para cada cual estos atributos jugaban a favor y en contra.

Las embestidas empezaron, como era de esperarse, por parte del enorme lobo. Ella le esperaba y recordando las enseñanzas recibidas de su sire tanto tiempo atrás, esquivó el golpe que de seguro seria mortal para cualquier humano. Luego atacó. No deseaba matarle, entendía que bajo aquella gruesa capa de pelo y furia exista un alma prisionera. Tan vez sensible y amable, tal vez huraña y resentida ¿Debería morir por algo que no podía controlar? Empero, en el punto en el que se encontraban tampoco podía ceder a su latente empatía. Si no conseguía lastimarle lo suficiente como para que cejara en su empeño de arrancarle la cabeza tendría que matarle, era inevitable. Un golpe certero en las costillas le dio la ventaja suficiente para afianzar a la bestia por uno de los brazos y lanzarle con fuerza fuera del claro en el que se encontraban. El artificial vuelo fue detenido por algunos árboles que salieron mal librados del encuentro. El golpe le aturdió por apenas un par de latidos y para entonces ya estaba listo nuevamente para continuar la contienda. Un rugido inhumano llenó el espacio, mismo que fue secundado por un siseo amenazante emergido de los labios de la fémina. Se preparaba para recibir la nueva embestida cuando algunas palabras le distrajeron por una fracción de segundo. Fue entonces cuando la bestia la atrapó por la cintura y la levantó sobre su cabeza, dispuesto a partir el curvilíneo cuerpo en dos.

No se trató de torpeza novata, de hecho contaba con que en cualquier momento el niño que se escondía emitiera algún sonido que delatara su ubicación. Pero las palabras que escuchó, aunque emitidas con la musicalidad propia de un pequeño, no estaban dotadas del miedo o la ingenuidad propia de un crio. Se trataba de un hechizo si sus oídos no al engañaban, y aquello le planteó un cuestionamiento que fue el que, al final de cuentas, le hizo bajar la guarda lo suficiente como para terminar siendo la presa. No moriría de aquella manera, eso estaba descontado, sin embargo era ella ahora quien corría el riesgo de resultar seriamente herida. No alcanzó a meditar sobre su incomoda postura y la mejor opción para escapar de ella cuando un fuerte viento arremetió contra el lobo, haciendo que perdiera pie y obligándole a soltarla. Aprovechó la oportunidad la vampiresa y valiéndose de su fuerza sobrehumana, y de la oscuridad convocada seguramente por el pequeño hechicero, para asestar un golpe contundente en la cabeza del ser. Su objetivo era dejarle inconsciente pero el sonido resquebrajante y la sangre que salpicó la escena le indicaron su error de cálculo. El lycan yacía sobre el suelo, agitándose por involuntarias convulsiones mientras lanzaba su última expiración.

Ella observó como la vida abandonaba el cuerpo y luego como la maldición que le acompañaba se disolvía. Ante sus ojos se materializó el cadáver de un hombre entrado en años pero musculoso, de tez clara y ojos oscuros que miraban inexpresivos el encapotado cielo. De nada valía lamentarse ahora. Con metódica lentitud limpió la sangre que escurría por su mejilla, mezcla de los dos combatientes. Podía sentir como su cuerpo luchaba por regenerarse, como los tejidos afectados se reparaban mágicamente y a una velocidad vertiginosa. La sangre ingerida antes del encuentro le ayudaba a acelerar el proceso pero su cuerpo dañado le exigía por más alimento. Si, bueno, aquello tendría que esperar. Girándose escudriño el bosque en busca del escurridizo pequeño fuente de toda la calamidad – No te hare ningún daño – aseguró a la espesura. Gracias a sus afilados sentidos sabía con exactitud en donde se ocultaba, pero la prudencia le indicó que solo descubrirle no sería una buena estrategia – Sé que estás ahí y sé también lo que hiciste para ayudar… solo quiero hablar, nada más. Ahora sal donde pueda verte. – aunque intentó dejar el asunto al libre albedrío del niño no pudo evitar salpicar la última orden con un poco de sus propios dones, unos que sabía ningún humano, hechicero o no, podría ignorar. Una petición emitida con ese tono especifico se transformaba en una orden que debía ser cumplida incluso a costa de la voluntad de su interlocutor.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Mar 31, 2015 3:30 pm

La perpleja mirada del chiquillo no se apartó ni un solo momento de aquella escena, los embates a los que aquella bestia obligaba a la mujer a responder no eran algo sencillo de manejar. Si bien el pequeño había enfrentado en otras ocasiones ya a enemigos de la misma estirpe, este sería el primero que contaba con tales cualidades físicas y de no haber sido por la oportuna intervención de la inmortal seguramente una historia fatídica se hubiese escrito para el joven inquisidor. Él estaba seguro de eso, así que lo mínimo que podía hacer era retribuir dicho auxilio. Los golpes cada vez eran más feroces y certeros, el descuido de cualquiera de aquellos guerreros significaría el último error antes de perder la vida, el chiquillo sabía en teoría que no debía mostrarse tregua alguna cuando en esas situaciones la vida era lo más preciado por defender. Él era capaz de lograr muchas cosas si los nervios no le jugaban una mala pasada, cerró los ojos momentáneamente para poder concentrarse en no lastimar a la mujer con aquellas ráfagas de viento.

La distancia le proporcionaba una defensa perfecta y el alcance de sus habilidades era preciso, de este modo cobijado por la actual penumbra y la maleza crecida alrededor dejó que el elemento fluyera a su voluntad anulando por completo el último movimiento del licántropo. Yuri mantuvo las manos hacia la bóveda grisácea cuando el crujir de los huesos hirieron el silencio en la espacio, dato que aseguraba quien había salido vencedor en el encuentro, poco a poco la temperatura regresó a la normalidad y las copas frondosas de los enormes vigías danzaban nuevamente a un compás más tranquilo, el astro argento tomó posición a lo alto dando una mejor visión en el campo. Aquella bestia poco a poco disminuyó sus dimensiones y yacía ahora indefensa en su forma mundana sobre el suelo. Esa escena se repetía en su día a día muchas veces, así que era un común denominador saber los procesos en las transformaciones de dichos seres. Los orbes del chiquillo se encontraban ensimismados ante tal cuadro cuando las palabras dulces de aquella mujer le tomaron por sorpresa causando un ligero sobresalto en él.

A estas alturas del partido ambas siluetas habían revelado más de lo que hubiesen deseado, por lo tanto estaba de más fingir ante el otro, no obstante Yuri sabía que debía actuar con cautela cuando se encontraba frente a los caminantes nocturnos, eso siempre lo tenía presente y más ahora después de ser testigo de los alcances en la mujer. Su respiración aún era agitada y el bombeo en la sangre estrepitoso. Y es que existía en él esa mancha de inocencia en él que le permitía creer a pesar de que las circunstancias no estuvieran del todo a su favor, así que con pasos seguros salió de su provisional guarida, sus cabellos cenizos aún se mantenían revueltos en su cabeza debido a lo ocurrido previamente dándole un aspecto desalineado. Se acercó no sin antes reparar en el cuerpo de aquel hombre ¿Qué le habría orillado a actual de tal forma?

–Yo… no le conocía, siento mucho que todo tuviera que terminar de este modo– dijo mientras apoyaba una rodilla en suelo como señal de homenaje al caído, quien a pesar de ser su enemigo natural siempre sentía cierto remordimiento al concluir sus tareas.

Se volvió hacia la silueta fémina y con los ojos firmemente posados en ella agregó.

–Eso que hiciste anteriormente fue… increíble– sonrió tímido estirando su mano –Mi nombre es Yuri–

por **Daphne Landry** Sáb Mayo 09, 2015 7:29 pm

La figura del niño salió de entre los matorrales con una seguridad y aparente tranquilidad que sorprendió a la vampiresa, especialmente porque podía escuchar con completa claridad el apresurado latido del pequeño corazón. Los femeninos ojos lo escrutaron sin consideración mientras caminaba acercándose a su posición y obsequiándole al cadáver de su casi verdugo una mirada de consideración ¿o sería tal vez de lastima? Gracias a su comportamiento Daphne podía intuir que no le era extraño el encontrarse frente a un Lycan y una inmortal. Aquello despertaba sus alarmas internas pues muchos eran los hechiceros que a pesar de su condición ignoraban, o preferían negar, la existencia de otros seres. Más aún, la ausencia de asombro en los orbes del pequeño ante el cambio de bestia a hombre efectuado segundos antes, le impelía a creer que se encontraba frente a algo más que solo un pequeño desprotegido. Tales pensamientos avivaban su curiosidad. – También yo lo lamento. No era necesario que muriese pero algunas cosas resultan simplemente inevitables – añadió señalando sutilmente el cadáver en el suelo y sonriendo complacida ante el gesto de respeto tan inusual para alguien de su edad.

Sin titubear tomó con delicadeza la mano que le era ofrecida – Es un placer conocerte Yuri, aunque hubiese preferido que fuese bajo otras circunstancias – contestó. Sonreía encantada por la postura del niño, por su arrojo y valentía, y si, también por su dulzura – Soy Daphne – se presentó escuetamente mientras soltaba el cálido contacto – y me alegra que te haya divertido el número. Es un gran poder el que ostentas y te gradezco por la ayuda – añadió guiñándole un ojo. Su cuerpo aún luchaba contra las heridas recibidas aunque ella no diese señales de notarlo. A decir verdad había salido bien librada. Aunque posiblemente no se hubiese encontrado en una situación tan peligrosa si la voz del pequeño no la hubiese distraído, se sentía agradecida porque él se hubiese arriesgado a formular un hechizo, manifestando claramente su posición y poniéndose en peligro ante un enemigo superior, solo por intentar darle una mano.

Se permitió relajarse un poco gracias a que no sentía ni oía a nadie en las cercanías, sin embargo también era lo suficientemente prudente como tratar de averiguar algo más acerca de las extrañas circunstancias que rodearon el ataque a Yuri antes de sentirse cómoda por completo. - Dado que es obvio que ambos sabemos sobe nuestras “habilidades” especiales ¿te importaría contarme que ocurrió aquí? – le cuestionó mientras observaba en desastre de sangre, carne y huesos que salpicaban el entorno. Aquellos miembros pertenecían a hombres adultos. No era de extrañar que terminasen de aquella manera, pocos serían capaces de salir victoriosos de un encuentro con un hombre lobo. Pero todo lo que rodeaba la escena resultaba extraño – ¿Qué haces a estas horas en un lugar tan desolado? ¿Quiénes eran los hombres que te acompañaban? – entre más recapacitaba sobre el tema más curioso le parecía. Ninguna posible especulación que pudiese lanzar le parecía lo suficientemente plausible para explicarlo todo así que, si quería saciar su curiosidad, no tenía otra alternativa más que esperar por las respuestas del niño y tratar de dilucidar si decía o no la verdad – ¿Qué es lo que sabes sobre los licántropos? – “y sobre vampiros”, el complemento de la pregunta estaba implícito así que se contentó con mirarle colocando en su rostro una expresión serena y amable que le invitara a confiar en ella pero ¿podría realmente hacerlo?

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