Deliverance - Privado

por **Kaled Fayolle** Dom Feb 01, 2015 4:52 pm

De momento se sintió perdido, un extraño en un universo paralelo, a pesar de ser galo existían aún ciertos recónditos de esta capital que nunca había visto antes. Esa tarde decidió perderse entre un mar de letras. Caminó suavemente entre los estantes enormes que parecían vigías llenos de conocimiento. Mismo del cual quería alimentarse, quería saberlo todo, detalle a detalle. Y es que las horas expuestas en el pequeño negocio que recién había instalado aún no terminaba de germinar frutos, Fabrice seguía siendo una boya a la deriva entre las salvajes olas de un mar llamado soledad. No tenía nada que perder ahora, había cerrado temprano el discreto local para dar una pausa a todos los menesteres que exportar esencias significaba.

Se detuvo, ese andar mezquino que siempre le caracterizó, tomó un libro de poesía y se sentó a contemplar la cubierta, sus dedos acariciaron la fachada y aunque pueda parecer ridículo, era un ritual que siempre hacia cuando se disponía a leer. Se sumergió en un torrente de palabras donde gustaba de perder la cordura. Desataba su imaginación, como un chiquillo que muda de piel todas y cada una de las historias que leía. Ese era su único escape y lo que a últimas fechas lo mantenía de buen humor, era un deleite que atesoraba como a ninguna otra cosa. Y lo seguiría haciendo mientras tuviera el tiempo y la necesidad. Su abuela solía relatarle historias antes de dormir y en ausencia de esta, emprendió un viaje hacia la literatura por su propia cuenta.

Últimamente parecía no haber mucha demanda de productos, así que tenía el permiso de llegar un poco más tarde. Se había asegurado de colocar un par de velas a su lado para cuando la oscuridad le tomara por sorpresa este pudiera darle frente. Devoró las oraciones yuxtapuestas que estaban impresas, memorizando cada verso que el cuadernillo le obsequiaba. Su pequeña bolsa de cuero yacía sobre la mesa, aunque esto pudo haber carecido de importancia, cuando leía se perdía completamente en lo que hacía. Esta vez no fue la excepción. A las afueras de la biblioteca parecía iniciar un bullicio. La lluvia caía incesante en estos últimos días y el golpeteo repetido de las gotas sobre los cristales no se hizo esperar, abandonó un poco el libro y notó que las pocas personas empezaban a retirarse. Un par de horas más, pensó. Un par de horas más disfrutando de su soledad.

por **Nix Dion** Mar Feb 17, 2015 8:18 pm

Maldije una y otra vez el hecho de haber salido a esta hora, había sido un día realmente largo que incluso renuncie a la idea de ir al burdel esta noche; no necesito sexo (eso es real mente extraño), necesito es un buen libro de al menos quinientas páginas que no acabe en una noche ni que me aburra a la primera hora. Al final, luego de empaparme y de que el vestido se pegara a mis curvas como una segunda piel, llegue a la biblioteca sin embargo ese pequeño escondrijo que me imaginaba como una cueva perfecta para esperar que pasara la tormenta está cerrado y un hombre mayor que yo estaba ensimismado entre una hermosa cubierta de cuero y la ventana sin siquiera mirar a la puerta donde mi cara se hundía dentro de una melena oscura... Sin tantos rodeos: parecía un perro, un húmedo (literalmente) y helado canino que hizo unos perfectos ojos de ruego mientras tocaba la puerta.
El hombre unos años mayor que yo respondió y me dejo pasar así que yo solo pude sonreír antes de hablar —gracias, supongo no fue buena idea salir venir por unos libros directo del trabajo— esperaba una extraña mirada por el hecho de mencionar uun empleo pero no la encontré, espere que dijera otra cosa mientras me sentaba cerca de las velas, no es que transmitieran mucho calor pero algo sería suficiente.

por **Kaled Fayolle** Mar Mar 31, 2015 6:19 pm

Transcurrieron entonces los minutos y poco a poco la luminosidad que las velas prestaban, anunciaban su próxima muerte. De tajó concluyó ese volumen cerrando el ejemplar. Levantó su anatomía para buscar nuevo material, algo más ligero y de compresión rápida para poder terminar a tiempo, antes que el temporal se tornara salvaje y le fuese más difícil regresar al local. Susurraba para si una par de palabras en perfecto francés tratando de concentrarse en los tomos que frente a él se mostraban intactos. Algo más allá de los títulos para que pudiera saber de qué iba el texto. Sus dedos largos finalmente recogieron un cuadernillo de pasta marrón, la textura maltrecha apenas revelaba el título del mismo. Sonrió apenas sus orbes devoraban los pasajes en rima y prosa. Fantástico. Una buena dosis de poesía le vendría bien antes de dormir.
Se encaminó nuevamente hacia donde estaba en un inicio con pasos lentos dando una hojeada a lo que aguardaba en el interior del ejemplar.

"La vida se ennegrece mientras los pétalos en un suspiro desvanecen ante el sórdido e inevitable encuentro con la muerte…."

–Nada mal– pensó

Estaba demasiado perdido en las páginas y aún no daba inicio del todo a su lectura, cuando abruptamente chocó contra el cuerpo de alguien más. El cuadernillo cayó lentamente y llevándose la diestra hacia sus labios con ojos sorprendidos dijo.

–Je suis désolé– y se apresuró a cerciorarse que aquella joven no se mostrara molesta o lastimada por el encuentro.

Sonrió apenado y levantó el cuadernillo esperando no haberse visto grosero. Un ligero relámpago dio un poco más de luz a la espesa tiniebla que imperaba en la biblioteca notando así la condición de la joven.

–¿Se encuentra bien madmoiselle?–

por **Nix Dion** Miér Abr 08, 2015 2:05 pm

Mientras ojeaba unos textos gruesos siento que un cuerpo me tropieza, haciendo que mi torpeza, el agua en el piso, mi distracción y la distracción de alguien más se mezclasen en una no muy bonita o elegante caída ¿Cómo hay mujeres que se ven bien al caer? Lo sé pues lo he visto, muy apretadas ropas o los fuertes aromas de París han hecho que unas cinco damas caigan en la tienda cuando la atiendo: algunas tan gráciles que puedo pensar que lo fingieron para que sus pretendientes le viesen débil, una señorita que ellos deseasen proteger.

Esa idea me altera, que un hombre me proteja no está dentro de mis prioridades… Mejor dicho ni siquiera se encuentra en las posibilidades de mi vida, puedo hacerlo por mi misma así que gracias; entrando de nuevo al mundo real veo las muecas que hace el que distingo apenas es un joven algo mayor que yo. Suelto una gran carcajada, esa caída fue estúpida pero su sorpresa me arrebata todo rastro de molestia, ya que se ofrecería ayudarme yo tampoco le espero y me coloco sobre mis pequeños zapatos de tacón antes de que el haga otro movimiento.

—Perfectamente, solo en exceso húmeda en las partes incorrectas— le guiño un ojo y ofrezco mi brazo —Nix Dion, es un gusto.

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