Blackbird || Flashback || Gustav

por **Sol Bosch** Dom Feb 08, 2015 1:12 pm

¨Blackbird singing in the dead of night
Take these broken wings and learn to fly....¨

Cathédrale Notre Dame de Paris // Hace dos años.

La gitana movía sus caderas sin piedad mientras delante de ella muchos le observaban sorprendidos, era de esperarse la danza árabe no era muy común verla en europea, y eran pocos los lugares donde aquello podía verse. Aunque no era una experta en ello, se defendía muy bien con lo que sabía, Sol aprovechaba cada oportunidad para aprender algo nuevo y sacarle provecho, así que aquella vez que conoció en Barcelona a aquella hermosa odalisca y la moverse con tal agilidad que tenía a todos hipnotizados, no dudo en pedirle algunas clases para ella y para luna, lastimosamente y según las fuentes de la libanesa, había aprendido con mucho éxito solo la mitad de todo lo que ella podría enseñarle, pero que en el camino , algún día si se cruzaban, esta le enseñaría.

La gitana se dejaba llevar por la música, que esta recorriera su cuerpo, alimentándose de ella, siendo una con esta, por eso podía coordinar tan bien aquellos movimientos. El baile para ella además de ser una forma de ganarse la vida también era su pasión, brazos, piernas, cadera, torso, su mirada y su sonrisa, en conjunto hacían de aquello un espectáculo lleno de sensualidad donde la feminidad es expresada en uno de los puntos más altos. Donde al final los aplausos estallan alrededor de la artista, percatándose esta del tumulto de personas observándola y dispuestos a compensar aquel entretenimiento con generosas propinas, pero allí entre tanta gente el tiempo pareció detenerse ante aquellos ojos que le miraban con aquella intensidad. Se acercaba más, con aquel andar sigiloso pero elegante, cual felino acechante y esa sonrisa ladina dibujada en el rostro.

-¿Su propina caballero? – Pregunto al apuesto y alto hombre entre la multitud, no ocultando la mirada descarada que se fijaba en la de él, hasta que este por fin deslizo un par de monedas en la bolsa, luego de aquello le dedico un guiño y se alejó de la misma forma en que había llegado. A lo lejos se escuchó un tumulto, estaban sacando a los gitanos de la plaza acusándoles de actos impropios frente a la iglesia. Las autoridades abusaban de su poder contra el pequeño grupos de gitanos que solamente se estaban ganando la vida fuera del circo.

-¡Sueltela! Tenemos derecho de estar aquí tanto como cualquiera! –Espeto sol con altanería ante el oficial que jaloneaba a su hermana, y si había algo que la gitana no soportaba era que se metieran con su hermanita, su preciosa luna.

-¡No tenéis derecho a nada, escorias españolas! – Escupió el miserable francés dándole un fuerte empujón a la gitana apartándola lo suficiente y arrastrando a una luna que forcejeaba por liberarse. La gitana se devolvió con más ira de la que ya tenía empujándole más fuerte, lo suficiente para apartarlo de su hermanita y colocándola detrás de ella solo espero que este arremetiera contra ella para ágilmente propiciar una fuerte patada en los testículos que le haría arrodillarse frente a ella.

-Fíjate a quien le dices escoria… maldito francés maricon. – le saco la lengua y antes que otro oficial volviera por ellas la española se dio a la fuga con su hermana. –¡Corre Luna! ¡Corre! – apresuro a decir despareciendo entre la multitud, mirando por última vez hacia atrás donde había visto al desconocido, pero sin la suerte de encontrarlo.

Place du Tertre- Centro de parís // Hace un año.

La castaña caminaba con andar sutil entre las obras exhibidas en la colorida plaza. Para ella toda expresión de arte era hermosa, la música, la danza, la pintura, la escritura… a travez de esta el ser humano sacaba relucir sus pensamientos, anhelos sueños, lo más recóndito de su ser y mostrarlo al mundo como algo realmente hermoso e intenso, algo que podía emitir más de un mensaje y cada ser que lo viese podría identificar si no un rasgo de él, una faceta en su vida.

-Esto es realmente bello, mi señora…- musito al estar en compañía de su protectora, aquella que en los últimos meses le tomo bajo su manto y le proporciono, techo, comida y un nuevo trabajo, donde a diario aprendía algo nuevo y podía ayudar a los demás. Algo en ella había cambiado, no era tan salvaje, no tenía las mismas ropas, incluso podía pasar por cualquier chica serena parisense. Aunque en el fondo no fuese así, aunque aún estuviera algo perdida, incluso con las distorsionadas imágenes que aun iban y venían en su cabeza. Su protectora después de encontrarse con un amigo –suponía por la cerca forma que hablaban- le informo que tenía algo urgente hacer y pregunto si podía regresar sola a casa, lógicamente Sol respondió que sí, aun no sentía ganas de volver a encerrarse y quería desfrutar un poco más de las obras exhibidas, así como de la música bohemia que llenaba sus oídos. Su mirada se detuvo en una obra muy colorida de una danza, no eran personas con ropajes comunes en parís, aunque le daban la impresión de haberlos visto antes, de hecho muchas veces, era algo folclórico, colorido y bastante familiar.

por **Imhotep** Lun Mar 02, 2015 1:55 am

¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin regalarme tu plegaria;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que has olvidado mi dolor.
—Lord Byron.

Hace aproximadamente dos años.

¿Hasta cuándo Magnus continuaría recriminándole absolutamente todo? A veces se preguntaba si era lo correcto usar alguna clase de brujería para cerrarle la boca a su hermano de una vez por todas para que dejara de atacarlo como siempre lo hacía. Gustav estaba evidentemente molesto, salió de la residencia de la mansión hecho una furia antes de propinarle un puñetazo en el rostro a Magnus y fracturarle la nariz. Se contuvo de hacerlo, estaba agobiado de las constantes disputas y tampoco quería causar una innecesaria preocupación en su padre, quien aún estaba abatido por la muerte de Anna. Su esposa y madre de Gustav.

Esa vez consideró necesario marcharse antes de que la riña entre él y Magnus se convirtiera en algo peor. Lo hizo pensando tanto en su padre como en Agnès. Esperaría que el ambiente estuviera menos tenso para regresar a la residencia, dar un paseo le ayudaría despejar la mente. Se encontraba recorriendo las callejuelas que llevaban a la imponente Notre Dame, ¿iría a rezar? Algo así. En realidad entraría a la catedral a encender una vela por el reposo del alma de su madre. Aunque su padre le hizo pasar más rato aprendiendo las prácticas de la magia escandinava, su madre era una devota cristiana y confiaba plenamente que aquel acto “sagrado” honraría su espíritu. No pasó más de treinta minutos en el interior de la catedral, sólo se tomó el tiempo necesario para orar por el descanso de su progenitora y luego se marcharía.

Observó el tumulto de personas en la plaza de Notre Dame, por alguna razón se sintió interesado por el ánimo de aquella reunión. Sus pies lo llevaron hasta el grupo de individuos quienes se habían quedado observando el atrevido baile de una mujer. Según lo que alcanzó oír entre los rumores de algunas damas que miraban con desdén el acto de la otra fémina, se trataba de una gitana. Gustav sólo asintió en silencio y como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante, se dedicó a prestar atención en la muchacha. No era aquella danza lo que le atraía, era algo más, algo que él mismo no acababa de entender. Quizás todo eran ideas raras que se estaba haciendo, así que prefirió obviar aquellos pensamientos y antes de que pudiera siquiera seguir contemplando el espectáculo, todo había terminado. Era una indirecta bastante clara. Aún así no apartó la mirada de la joven gitana y fue acercándose a ella hasta que sus palabras hicieron que reaccionara. Dejó caer unas monedas y como se acercó a ella se marchó. Ya era hora de regresar a casa.

Hace un año

— ¿En la plaza Tertre? Aún no me lo creo, pero bien diría mi padre: El arte suele encontrarse en los lugares menos acertados —le dijo a su acompañante, uno de los curadores del museo del Louvre. Caminaban por los pasillos del recinto. Llevaban rato haciendo lo mismo, ambos habían caído en una profunda conversación sobre arte antiguo y ahora aquel hombre de mediana edad invitaba a Gustav a algo que al francés le desconcertaba un poco—. Iré a dar una vuelta, quizás encuentre algo interesante.

Si bien aquel tipo de exposiciones de arte no era a las que estaba acostumbrado Gustav, quien había vivido casi toda su vida rodeado de arte, la muestra le parecía bastante interesante. Colorida y muy tradicional. Se paseó por el lugar observando cada uno de los trabajos expuestos y hasta se distraía con la faena de unos cuantos pintores quienes buscaban de plasmar en el lienzo lo que veían en el momento, incluso los juegos de luces del día en curso. Se pasó el tiempo recorriendo la animada plaza, pero al ver en su reloj que había demorado más de lo que pensaba supo que debía regresar de nuevo al museo. Apresuró la marcha, tanto que terminó tropezando con alguien cuando intentaba inútilmente de guardar su reloj.

—Disculpe… Estaba un poco distraído —expuso Gustav, pero de inmediato sus dichos se perdieron en el aire y en su mente. Aquella mujer le era familiar, quizás demasiado—. Eres tú, imposible.

por **Sol Bosch** Miér Mar 25, 2015 3:32 pm

¨All your life…You were only waiting for this moment to arise.¨

Sol no podía considerarse una experta en Arte, de hecho no podía considerarse una experta en nada, pero era un ser humano que sabía reconocer la belleza en muchas facciones, no solo en una persona, en la música, o en los libros. Podría ser una gitana, podría no saberlo aun y podría tener habilidades que los humanos comunes y sencillos no poseían, pero era alguien que muy por encima de eso y pese a las desgracias solo quería disfrutar de la vida, quería aprender y quería conocer. Así sintiese que una parte de ella faltaba, que algo además de su falta de memoria no terminaba de llenar su existencia. Una parte de ella que se escondía de sus recuerdos pero que ella sabía estaba allí, y esa era su hermana, su adoración, aunque ella aun no lograra recordarlo. Sol daba su vida por Luna, la habría dado una vez, se sacrificaría sin pensarlo por que para ella nada era más importante que su familia, y su única familia era Luna.

Un suspiro escapo de los labios de la gitana mientras contemplaba las pinturas, todo era tan hermoso, los trazos, las líneas, las combinaciones de los colores, los efectos que tenían, algunos le parecían tan reales que tenía que acercar su mano al lienzo solo para comprobarlo, claro esta, siempre pidiendo la aprobación del artista que exhibía su obra con orgullo. Una pequeña sonrisa era regalada como ¨gracias¨ y ella proseguía su camino por la fila interminable de cuadros.

Del otro lado de la plaza podría ver otras personas haciendo lo mismo, en especial una alto hombre que capto su atención, era bastante atractivo debía decirlo, pero además de aquello hubo algo que en él que le pareció familiar. Estaba demasiado bien vestido, seguramente sería alguien de alcurnia, ¿Cómo ella podría conocer a alguien con dinero en aquella ciudad? La única hasta ahora era su protectora, pero era por lo mismo. Al ser tomada bajo su protección, sol vivía en su casa, pero hasta ahí, suplía sus necesidades de comida y techo y ella estaba sumamente agradecida, además de que le había conseguido un trabajo. Negó con la cabeza, debía estar loca, ella no lo conocía. Al fijar su mirada de nuevo en el lugar donde él se encontraba se encontró con la sorpresa de que había desaparecido.

-Seguramente ha sido una visión o un espejismo…- se dijo así misma en un susurro y cerró los ojos inspirando profundamente- Fantástico Sol… ahora estas tan loca que hasta visiones ves…- se recrimino decidió continuar con su paseo. Al divisar un grupo de niños alrededor del carrito vendedor de algodón de azúcar, que se encontraba cruzando la calle, se acercó antojada por ello, a veces podría ser como una niña ante aquellas cosas, le encantaban los dulces. Contaba con un par de monedas para el regreso, pero ella decidió que regresaría a pie igual, tampoco era que la casa de su protectora estuviera demasiado, quizás a una hora de caminata, aquello le haría bien. Solo se Vivian aquellas cosas una vez y en la vida hay que darse pequeños gustos.

Decidida sentarse en una de las bancas de la plaza para deleitarse con los diversos grupos musicales y espectáculos que esta ofrecía, de animales y bailarines, se encamino de nuevo hacia la plaza, esquivando con destreza los transeúntes, pero mientras esquivaba unos, otro había tropezado bruscamente con ella haciéndole soltar el algodón de su mano, y aquel callo en un pequeño charco que se había formado en un bache debido a la lluvia otoñal.

-¿Oiga, que le pasa? ¿Que no ve por donde va?- Espeto para después volver su vista a la persona llevándose una sorpresa que la dejo sin aire, y sin habla, de forma literal. Su corazón se aceleró un poco, debido a la sorpresa y a una extraña sensación que le recorrió el cuerpo, y de igual forma se formó un vacío en su estómago. Era el… no era un espejismo. Era el hombre que había visto del otro lado de la plaza minutos antes, y aún estaba en ella sensación de haberle visto antes. -¿y-yo? –Pregunto por fin luego de haberse quedado como idiota viéndolo por quien sabe cuánto tiempo, su rostro se ruborizo un poco y tomo un poco de aire con sus labios entre abiertos. – ¿Que…pasa conmigo? – pregunto de una vez frunciendo un poco el ceño al ver la forma en que él le miraba, como si también le conociera.

por **Imhotep** Miér Mayo 20, 2015 12:36 am

Así sueñan los enamorados,
Con un deleite pleno y prolongado,
Para que esta triste y helada oscuridad
Se transforme en una noche de verano.
—John Donne.

Lo único que a veces lograba mantenerlo ocupado era su nuevo trabajo, prácticamente había crecido en ese museo viendo todo lo que hacía su padre. Conocía con detalle todo lo que tenía que hacer, fueron años de dedicación y aunque a veces le resultaba un tanto tedioso, ahora más que nunca, el arte parecía ser un refugio mucho más seguro que su propia casa. No podía dar un paso sin que su hermano menor se lo recriminara. Era algo que asfixiaba a Gustav y en ocasiones sentía la necesidad de mandar todo al diablo e irse lejos. Siempre podía hacerlo, él no tenía porque ser el niñero de sus hermanos menores. Estaba harto del infierno que se convertía su casa cada día. Magnus estaba cegado por la envidia, ese era el problema y las cosas no acabarían ahí.

Trató de animarse lo más que pudo durante su pequeño paseo a los alrededores de la plaza, contagiándose de la alegría de todos los presentes sin dejar a un lado su objetivo. Cazar artistas talentosos podría resultar un tanto complicado, pero no difícil y ya que su jefe había insistido tanto con la idea, Gustav no tuvo más opción. Deambulaba entre los lugares abarrotados por pintores, unos aficionados y otros, ciertamente tenían algo en su trabajo que resultaba interesante. A veces se acercaba a éstos para conversar con ellos y se grababa sus nombres, podría resultar útil en un futuro.

El tiempo pasó demasiado rápido, aunque al principio, la idea de ir a aquella plaza a cazar talentos era una idea descabellada, terminó siendo una tertulia bastante agradable y Gustav agradeció que así fuera. Pero antes de que el deber lo volviera a atrapar, él tropezó con una parte de su pasado que de cierta manera resultaba especial.

Observó a la mujer como quien detalla alguna obra de arte, escudriñándola, buscando en ella algún sentido para su existencia. Era la misma gitana que había visto hace un tiempo atrás. No podía negar que esa mujer lo había cautivado desde ese momento y ahora sentía la necesidad de no dejarla ir. Se acercó tan sólo un poco más, realmente estaba impresionado por semejante coincidencia.

—Sí, tú… Ya nos hemos visto antes y me sorprende encontrarme de nuevo contigo —mencionó por inercia, pero se dio cuenta que algo no encajaba bien y por supuesto, lo averiguaría—. No pasa nada, sólo que esto es extraño —rió—. Y posiblemente tú no me recuerdes a estas alturas. Coincidimos hace un tiempo frente a la catedral.

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