Aladín 2.0 ( Privado)

por **Ruslana Del Mar** Mar Mar 03, 2015 12:28 pm

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La purpurina que adornaba su rostro, salpicándolo de matices dorados, haciendo que su piel, ahora morena tras sus vacaciones en una playa privada perteneciente a sus padres, brillara como si fuera una criatura exótica traída del mismísimo cuento de las mil y una noches. A juego con su piel, su maquillaje y vestido oriental la convertía en una princesa del desierto, aunque a su madre le pareció realmente divertido convertir su camisa en un mero top azul que dejaba al descubierto un estómago plano y una cintura demasiado estrecha como para compararse realmente a aquellas magníficas bailarinas de la danza del vientre.

Muchos la habían felicitado por su disfraz, recibía numerosos saludos que, en vez de contener su verdadero nombre, la nombraban como una de las princesas Disney, " Yasmín". Aquello hacía a sus labios ofrecer una pequeña sonrisa tímida como agradecimiento, aunque, como siempre, consiguió rehuir a todos aquellos que intentaban realmente mantener una conversación con ella más larga de lo que era necesario para no ofender la quebradiza moralidad de su madre. Siendo criada en una familia en la que tu padre era uno de los hombres más prometedores de los negocios en numerosos países, y tu madre, una verdadera hija de uno de los hermanos de un príncipe de un pequeño País situado más allá del Sáhara, ella era el resultado de una mezcla realmente imposible para muchos. Era el resultado de un matrimonio increíblemente rico, así como hermoso. Pero lo único que tenían sus padres en común era; su amor por ella y su interés en aumentar las riquezas que ya poseían.

Por eso ella no solía hablar mucho con los demás, sabía que todos aquellos que la rodeaban ya comenzaban a advertir que su madre estaba ansiosa por buscar jóvenes acordes a su estatus para casarla, así que "casualmente" era convocada a su casa, siendo poco más que secuestrada por los hombres de su padre, para así llevarla de nuevo hacia fiestas de sociedad en la que pudiera ver a todos aquellos hombres ansiosos por mantener una alianza con alguno de sus padres. Se sentía como un caballo siendo exhibido antes de que lo compraran. Sólo le faltaba que alguien quisiera mirarle los dientes para así poder ver si era lo suficiente buena como para quisieran casarse con ella. Absurdo.

Suspiró y se deslizó silenciosamente hacia el lugar en el que los camareros servían bebidas a los invitados, intentando pasar desapercibida entre los hombres y mujeres que la buscaban entre los invitados para así torturarla con numerosas charlas banales que no le interesaban. Al igual que ella, todos los invitados, incluso los camareros, estaban disfrazados de algún personaje de cuento. Así que solo quedaba esperar que la fiesta terminase para poder salir de allí y volver a su universidad. Los exámenes estaban cerca y desearía poder aprobarlos. Pero antes debería beber algo para poder superar de nuevo los comentarios que " casualmente" dejaba caer su madre o padre sobre ella. Bochornoso.

por **Brandon Acklang** Mar Mar 03, 2015 6:13 pm

Vivir en una pequeña casa con 5 hermanos menores, y sin un trabajo prometedor de por medio, no, para nada estaba bien. Sin embargo eso no le desanimaba, tener cinco bocas que alimentar lo alentaba, y más aún siendo seres tan importantes para él. Brandon jamás dejaría que padecieran, sin importar que él muriera de hambre, y tampoco tener que dormir apenas un par de horas. Lo lamentable es que en ocasiones no le alcanzaba para el uniforme, y por esa razón, a penas y le volteaban a ver. Lo cierto es que buscaba cambiar, cambiar toda esa situación y sonreír más a menudo, por eso no quitaba el pie del renglón. Un buen presentimiento lo abrazaba.

Aquella mañana había encontrado un anuncio. “Se busca meseros”. Aquello le dio esperanza, y por esa razón con el papel en mano caminó en dirección al lugar. Al llegar le revisaron con la mirada, y la encargada le sonrió como boba asegurando que le contratarían sin problema alguno. Brandon se adentró a una sala inmensa, en ella habían mínimo unas cincuenta sillas, un par de ellas ocupadas. Se dispuso a tomar el primer asiento de la parte delantera. A los pocos minutos la sala se había llenado, y la platica comenzó. Hubo platicas, pruebas de resistencia, y una que otra cosa ridícula que no entendía para que serviría, sin embargo todo lo aprobó. Lo que le dio gracia fue cómo tendría que ser todo. ¡Temática! Vaya lío, si le tocaba ser la Bestia de Disney, no tendría el dinero para poder invertir en el traje. Con euforia fue el primero en alzar la mano para ser quien escogiera primero. Ser Aladín le daría ventajas, un pantalón de pana blanco, un pequeño chaleco, y listo. El look andrajoso ya lo tenía.

Puntual llegó, su traje parecía mandado a hacer. Todos le aplaudían por el parecido y la originalidad. ¿Se darían cuenta que todo era real? Quizás no, pero de eso se trataba todo, de aparentar. A la hora estipulada se encontraba con la charola en mano, repartía ya algunos tragos a los recién llegados, y les regalaba una sonrisa amplia y coqueta a las mujeres. No debía reconocerlo, pero en un par de ocasiones había hecho trabajos a mujeres adineradas para llevar dinero. Si, como una especie de prostituta pero hombre. Aladín, cómo se hacía llamar en esa noche, observó a una mujer, de corta edad a lo lejos. Notó que podrían fácil ser emparejados esa noche, pero para su mala suerte él era un trabajador, y ella una invitada. Imposible de hacer, lo que sí podía era invitarle un trago. Uno cómo si fuera el verdadero personaje de caricatura.

— Si viene usted de tierras exóticas, yo tengo que atenderle como es debido, sin importar que sea un mendigo, señorita Yazmín — Articuló haciendo una reverencia exageradamente teatral y escandalosa. — ¿Algo que desee tomar? Recuerde que estoy buscando el sustento de cada día, al final podrá hacer una encuesta sobre mi servicio, deseo ser un buen mozo — Comentó con una sonrisa traviesa. A pesar de todo el joven pobretón tenía un sentido del humor bastante agradable. O al menos eso parecía. Esperaba que la jovencita no le rechazara por no encontrarse en su mismo “nivel”, aunque todo podía pasar.

por **Ruslana Del Mar** Jue Abr 02, 2015 4:19 am

Su sonrisa afloró en sus labios como si el sol hubiese provocado que las flores se abrieran ante la llegada de la primavera. Le divertía ver cómo aquel joven realmente encajaba con ella hasta el punto de parecer que había sido planeado, aunque ella sabía que aquello era imposible. Sus padres eran lo suficientemente exigentes como para rechazar a cualquiera que tuviese que trabajar de camarero. Así que se relajó completamente y decidió dejarse llevar ante aquella casualidad del destino y no ante uno de los planes exagerados de su madre. Esa mujer a veces parecía dispuesta a quitarle el trabajo a cupido.

- Gracias- Dijo mirando la sonrisa que le ofrecía aquel hombre, notando el extraño y hermoso color de sus ojos. Le parecía realmente increíble que fuera vestido de Aladín, cuando podía perfectamente encajar en el papel de alguno de los príncipes de Disney. Muchas veces de pequeña su madre le había dicho que algún día ella tendría a su príncipe, lo que no sabía en ese entonces era que su madre realmente lo pensaba de forma literal.

A veces , el choque cultural que poseían sus padres hacía realmente imposible el que ella pudiera sentirse cómoda con todo lo que planificaban para su futuro. Ella, a pesar de ser criada rodeada de lujos, adoraba la sencillez y la vida tranquila. Su plan de futuro era totalmente distinto al que deseaban sus padres, por eso los consentía en aquello que podía, para que se sintiesen lo mejor que podían ante su forma de vida.

Quizás por eso no pudo evitar admirar al camarero, así como la responsabilidad que debía tener al llevar a cabo un trabajo que parecía tan complicado. Contentar a sus padres, así como al resto de invitados, más acostumbrados a excederse con sus caprichos, debía ser tan fácil como tocar la luna con un dedo. Prácticamente imposible.

- ¿ Me arriesgo demasiado, si le digo que me sorprenda?. – Le preguntó respondiendo a aquella mueca pícara, con una mirada tranquila, pero divertida. Hacía tiempo que no notaba ese nerviosismo que le sacudía el estómago, volviéndola una estúpida ante alguien capaz de acaparar sus ojos por completo. Y aquel hombre parecía todo lo que a ella le gustaba, mezclado con el dinamismo y la picardía necesaria como para saber acercarse a una mujer sin que esta quisiera salir huyendo. ¿ Con cuántas mujeres habría practicado aquella cautivadora sonrisa?.

- Si voy a ponerte una nota, tendré que asegurarme no sólo de que sabes servir copas, sino que poseas la habilidad y creatividad suficientes como para sorprender a todos los invitados.- Se mordió el labio con cierta maldad, intentando no reírse por aquella prueba que le estaba extendiendo. Pero era realmente imposible no empujar suavemente su orgullo, para saber hasta dónde podría llegar realmente para continuar su papel de Aladín. Quizás la fiesta no estuviese tan mal como pensó al principio. Quizás, solo quizás.

por **Brandon Acklang** Miér Abr 08, 2015 10:16 pm

Algunos de los trabajos que Brandon perdía iban de la mano de su rebeldía. Muchas veces sus acciones se excedían de lo permitido, se volvían excéntricas, algunas veces escandalosas, y aunque los clientes gustaban de sus presentaciones, los dueños se sentían ofendidos por su perdida de atención y lo echaban, a veces incluso ni siquiera le llegaban a pagar. Él era un joven aventurero, de esos que disfrutan de los riesgos, que a pesar de sus carencias y necesidades disfrutaban la vida, por eso nunca se detenía, pero no podía permitirse perder otro trabajo, de ser así muchas consecuencias llegarían a su vida, y más desgracias no podría soportar ¿qué debía hacer entonces?

Se sintió aliviado con la respuesta de la joven, también con su buen humor, y que no le diera la espalda por ser de una clase evidentemente más baja. Sentirse en deuda era lo mínimo que pasaba en su interior, y es que él era un joven que agradecía hasta el simple gesto. Recordó algunas de las palabras de su jefe, algunas como: “lo que te pidan debes cumplirlo”. Si se tomaba muy en serio aquel reparto de sílabas echas voz, entonces podría hacer de todo, incluso bailar en medio de la pista, o tomarse un buen trago, sin embargo su idea no era tan simple, y mucho menos tan aburrida. Las grandes ventajas de poseer mucha imaginación, era que no era un joven común y corriente, y sus acciones mucho menos. Con un asentimiento de cabeza aceptó el reto. Dejó la charola de bebidas a un lado y apresuró el paso para alcanzar al DJ. Cuando estuvo a su lado le susurró algo al oído, y la música movida fue disminuyendo hasta que una balada conocida se hizo presente.

Un mundo ideal era la canción clásica y romántica de aquella película que estaban ambos representando.

El muchacho subió con rapidez las escaleras que se encontraban adornadas por telas de colores azules claro. Subió hasta la punta y desnudó uno de los pilares, tiró un poco para notar si se encontraba o no bien ajustado. Después se puso al filo del baranda, sin pensarlo se enredó las telas en la cintura, y en las piernas, y poco a poco fue descendiendo (claramente no era la primera vez que hacía locuras como esas). La música empezó a sonar mientras él iba bajando poco a poco. Con rapidez buscó a su Jazmin, y simulaba que cantaba la melodía. Lo cierto es que se veía ridículo, pero tremendo espectáculo que se estaba montando, muchos de los invitados habían dejado la pista, y sus costados libres para la presentación.

Brandon hizo una cara de susto al recordar que no llevaba copa de bebida en la mano, así que volteó hacía sus alrededores y notó que uno de sus compañeros lo miraba embobado. Con ayuda de las cuerdas y del meneo que hizo se empezó a mover a los lados y en una de esas pudo agarrar una bebida de fresa, dulzona, con cierto grado de alcohol, pero no algo que pudiera causar malos efectos. Con cuidado intentó mantenerse quieto de nuevo para ir bajando. Con ayuda de sus piernas, y tomando la copa con su mano volteada poco a poco fue volteando su cuerpo. Cuando se encontró de frente a la chica parecía Spiderman intentando seducir a Mary Jane en la película del arácnido. La música seguía y el joven simplemente estiró la mano y le entregó la copa.

¿La abría sorprendido?

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