Edad: Desconocida | Especie: Nosferatu | Clase social: Alta | Orientación sexual: Bisexual | Lugar de Origen: Göbekli Tepe |
- “Que todo charlatán:
“Lo he dejado - He dejado de ser de ellos – El nombre que vertieron sobre mi rostro Con el agua, en la iglesia del pueblo No se usa más ahora” Emily Dickinson El único sonido que conseguía percibir era el alocado galopar de su propio corazón. Tenía la respiración agitada y cada nueva inhalación le dolía como si le golpearan con fuerza en el pecho. La piel de zorro que solía protegerle del frío había caído algún tiempo atrás por lo que sobre su cuerpo solo permanecía el diente afilado que colgaba entre sus senos. Se trataba de un obsequio de su padre, uno que le costó la vida debido las heridas recibidas por aquella bestia durante la batalla.
Nadie en su pequeña comunidad comprendía las razones por las cuales aquella pareja decidió dejar sobrevivir a una niña como ella. Al nacer resbaló de las manos de la hermana de su madre, quien la asistía en el alumbramiento. Como consecuencia sus piernas no se formaron como la hacían en el resto de las jóvenes. Aunque podía sostenerse en pie y desplazarse, su andar era vacilante y muchos, incluyéndola a ella misma, dudaban de su capacidad para llevar en el vientre un bebé. Era una boca más que alimentar pero con la diferencia de que ella nunca podría retribuir con su trabajo. Hacía lo que podía, se esforzaba para recolectar frutos a pesar de las caminatas que eso implicaba y en ayudar en los preparativos de bienvenida con cada nuevo regreso de los cazadores, sin embargo sus esfuerzos nunca eran suficientes ¿Por qué la había dejado vivir? ¿Por qué se empeñaba en continuar? Más que nada fue su propia obstinación, y el cariño que le profesaban sus progenitores, lo que la mantuvo abriendo los ojos y enfrentándose a las adversidades con cada nueva salida del sol. El dolor era una constante en su existencia. Solo el incorporarse se convertía en un suplicio, ni hablar ya de las largas caminatas en pos de los grupos de mujeres recolectoras. Alguna vez pensó en permanecer en el asentamiento y ayudar a cuidar de los hijos de quienes salían en busca de alimento, pero ninguna de las madres confiaba lo suficiente en una lisiada como para poner en sus manos la seguridad de sus retoños. Así pues, seguía con su paso lento y trastabillante al grupo, segura de llegar mucho después de que las otras hubiesen empezado con su tarea y de empezar la caminata de regreso en solitario, cuando la luz ya empezaba a extinguirse.
Algunos días atrás una extraña sensación empezó a instalarse en su estomago. Presentía alguna calamidad. Se sentía observada y acechada, en especial cuando la oscuridad se cernía sobre su cabeza, en esos los últimos momentos antes de llegar finalmente a su lugar de reposo. Con el paso del tiempo empezó a convencerse de la presencia de algún predador, uno que la amenazaba solo a ella. Resultaba tan poco común que prefirió guardar para sí sus suposiciones y forzar su cuerpo al límite para no alejarse tanto del grupo. Esa noche, sin embargo, había fallado. Un traspié la lanzó de cara contra el duro suelo y el tiempo que le llevó ponerse en pie nuevamente fue la diferencia entre su llegada a la seguridad de la comunidad y la carrera en la que se encontraba en ese momento.
La recolección del día se había perdido, pero eso ya no importaba. Se desplazaba tan rápido como su deforme cuerpo se lo permitía. No era suficiente, por supuesto, cualquier depredador ya le habría dado alcance, entonces ¿Por qué no sentía aún el desgarramiento de su carne? Se detuvo para recuperar el aliento y observar a sus espaldas. Ninguna forma se movía, nada podía indicarle que algo la perseguía pero la amenaza continuaba erizándole la piel. Las fuerzas le abandonaban rápidamente, no sería capaz de continuar mucho más y no existía ninguna posibilidad de alcanzar su hogar, así que, en un último desesperado intento por continuar con vida, cambió el rumbo hacia una arboleda que se erguía frente a sí. En ese momento solo tenía una opción, ocultarse, pero solo pudo dar algunos pasos más. Una figura apareció de improviso en su campo de visión. Tenía piernas, brazos y cabeza, pero allí se detenían las similitudes con sus conocidos. Su piel tenía elevaciones antinaturales, su rostro algunas deformidades y protuberancias. Las manos terminaban en unas afiladas y oscuras garras. Sus ojos eran fieros y los labios entreabiertos dejaban entrever unos colmillos tan afilados como el que reposaba sobre su pecho. Era una visión imposible, ningún animal ni humano lucía así, tal vez el cansancio mismo le estaba haciendo ver cosas que no estaban. Sin embargo los dedos fríos que le apresaron por los antebrazos eran sólidos y reales. Un fuerte grito salió de sus labios al notar como la criatura abría la boca y descubría los crueles colmillos.
- De sus labios sellados tome ejemplo,:
La vida se movía a su alrededor, llamándola con su dulce y jugoso clamor. Le costó algunos años retornar a la conciencia y poco a poco fue comprendiendo que lo que escuchaba era el latir de decenas de corazones. Algunos pequeños, en especial los que se arrastraban a su alrededor. Algunos más grandes, fuertes y suculentos, esos que hacían su aparición en algún lugar en las alturas. El salir del lugar en el cual se encontraba requirió de toda su fuerza pero las sorpresas que le esperaban valieron por completo la pena. Al parecer el pequeño agujero en el que se había enterrado ya no se encontraba en una zona deshabitada. El lugar bullía de vida, personas corriendo y vociferando mientras un monstruo ancestral se elevaba de las profundidades para sorber su alma. Aniquiló a todos los que se cruzaron por su paso hasta que la salida del sol le obligó a volver a su última morada, satisfecha y saciada. Podía sentir como la sangre alimentaba sus tejidos secos. La carne volvió a llenar el espacio entre los huesos y la piel aunque eso, por supuesto, no la hizo parecer menos horripilante. Tiempo atrás había dejado de quejarse por su destino. El dolor no le era desconocido por lo que no significó un cambio abrumador después de su transformación. La libertad de movimiento, en cambio, sí que lo fue. La deformidad que durante todos sus años como humana le había limitado ya no existía. Maldecía a su sire cada noche de su existencia, pero también le agradecía. Sin él ella no sería para entonces más que un puñado de huesos viejos y mucho polvo. En su lugar era una criatura poderosa y atemorizante, dueña de la muerte y mecenas de la desesperación.
¿Cuánto tiempo había deambulado en su nueva forma? ¿Dos, tres milenios? Lo ignoraba, así como desconocía el tiempo que había permanecido enterrada. El aburrimiento fue lo que la llevó a replegarse en las profundidades de la tierra. Su Sire había desaparecido y ella, con la soledad como única compañía, no era capaz de encontrar las razones necesarias para continuar observando las estrellas. Pero ahora todo había cambiado. Donde quiera que mirase se alzaban objetos desconocidos, vestidos extraños, ornamentos brillantes y colores que nunca antes creyó posibles. Era abrumador y, al mismo tiempo, emocionante. Un par de pueblos más fueron aniquilados antes de que atinara a cubrir su aspecto con algunas telas oscuras. De esta forma era mucho más sencillo mezclarse entre la gente, observarles y escucharles. Tenía un largo camino por delante. Aprender nuevos idiomas, culturas y costumbres. Reconocer los cambios ejercidos por el paso del tiempo y tratar de no enloquecer por los mismos.
Los nombres que utilizaba cambiaron de forma constante. Solo uno permaneció sin importar quien pretendiera ser. No se trataba de la forma en cómo sus progenitores le habían nombrado en una existencia que parecía tan lejana como irreal. Era la denominación que le había dado su Sire. De él no volvió a saber. No le importaba tampoco conocer de su suerte. Puede que en el futuro volviesen a encontrarse, puede que no. Su trasegar le enseñaba lo equivocada que había estado en cuanto a la percepción de la extensión de su mundo y la gran cantidad de criaturas que en él habitaba. Todas eran su alimento, era ella ahora el mayor depredador.
Su estadía en cada lugar era breve pero suficiente como para aprender lo que necesitaba. Conoció a otro como ella, uno con el que apenas cruzaron sendas miradas antes de cada cual tomara el camino contrario. También a algunos nuevos bebedores de sangre, unos que mantenía su apariencia humana después de la transformación pero que existían con un poder por mucho inferior al de los destinados a lucir como monstruos. Aquellos le agradaban, podían comprender y aceptar su deforme existencia, se comportaban como fieles siervos y esclavos e, incluso, eran lo suficientemente apetitosos como para una merienda improvisada. También había otros seres, casi siempre tristes y patéticas variaciones de los humanos en sí. Esos le importaban poco o nada, dependía de que tan útiles fuesen para sus designios. Con lentitud se fue integrando de nuevo al mundo, siempre oculta bajo capas de prendas. Aprendió la importancia de los negocios y el poder de las pertenencias materiales y fue amasando, poco a poco, su propia fortuna.
Algunos siglos tras su despertar la nostalgia le obligó a buscar su lugar de partida, el sitio en el cual había venido al mundo. Mucho le costó ubicar el lugar. Nada de lo que recordaba permanecía en pie. Ninguno de los lugareños parecía recordar las comunidades que se asentaran en aquella zona y de las cuales ellos mismos descendían. Incluso las imponentes construcciones en piedra en las que su gente se sumergió durante años habían desaparecido, enterradas bajo tierra y césped. Aunque había visto con sus propios ojos el nacimiento y muerte de algunas culturas, al evidencia de que un lugar tan sagrado en su memoria ya no existiese fue un golpe tan rudo que le obligó a enterrase nuevamente, justo en el lugar en donde tanto tiempo atrás había dormido bajo el suave arrullo de los murmullos de sus padres.
- El único secreto que guardamos:
La mujer rubia se detuvo a observar las estrellas. Aspiró el aire nocturno y sonrió. Le exasperaba adoptar aquella forma pero era la única manera viable de poder caminar por entre las calles sin estar cubierta por tela de pies a cabeza. Amaba aquel lugar. Los griegos eran tan ingeniosos e inquietos. Siempre pensando y maquilando. Sedientos de poder pero, al mismo tiempo, capaces de observar y disfrutar de la belleza. Estaban destinados a sobresalir, eso era indiscutible. Apocalypse había arribado solo unos días antes y debía partir en el siguiente anochecer. Se trataba de un viaje largo y pesaroso por tan poco tiempo de disfrute, pero lo necesitaba para reafirmar sus creencias. La guerra estaba en la naturaleza humana. El deseo por expandir el territorio rivalizaba, obviamente, con el instinto ancestral de defender lo que se asume como propio. Ahora una nueva guerra se desataba en una región que ella asumía como su nuevo hogar y la amenaza se focalizaba sobre la que consideraba como su gente aunque eran, en realidad, más bien su despensa personal.
Alguien como ella, un ser superior, podría contentarse solo con sentarse a observar y aprovecharse de las consecuencias. La sangre correría bajo sus pies en un río infinito. Pero ella deseaba más que solo ser una espectadora imparcial. Así, utilizó su astucia y riqueza para infiltrarse en los círculos más altos de poder. Aquello requería de la utilización de su aspecto alterno más de lo que se había planteado en un inicio, pero no tenía alternativa si quería influir directamente sin depender de lacayos ineptos. Los persas, o medos, eran inteligentes estrategas y existía una gran posibilidad de que derrotasen a los griegos, algo que ella no estaba dispuesta a admitir. Sus esfuerzos daban fruto pero era evidente que, a pesar de sus estratagemas, le faltaban aliados en tan titánica tarea.
La oportunidad de cambiar la inclinación de la balanza se presentó con la aparición de otra nosferatu que compartía su sentir. Génesis era su nombre. Una fémina de fuerte carácter que ganó lentamente la confianza de Apocalypse y terminó volviéndose el alma más cercana a la vampiresa. Eran inseparables. Entre las dos idearon maneras de intervenir y moldear el curso de los acontecimientos, Apocalypse desde el lado griego, Génesis desde el persa. Sus esfuerzos dieron fruto y, finalmente después de casi 50 años, los griegos vencieron irremediablemente. En los años futuros esos enfrentamientos serían conocidos como las guerras médicas. Tantos años juntas, en pos de un mismo objetivo, no pasaron en vano. La confianza dio paso a la amistad, esta al cariño y sin pretenderlo la vampiresa se vio sumergida en un sentimiento parecido al amor, del que tango había escuchado hablar entre los humanos y otras razas inferiores.
- Es la Inmortalidad”:
Desde entonces estuvieron juntas y las veces que se separaban no perdían contacto por demasiado tiempo. Presenciaron el ir y venir de culturas y pueblos, la explosión de creación de vampiros inferiores, el nacimiento de nuevas iglesias y las consecuencias del fervor religioso. Apocalypse no volvió a enterrarse, no tenia motivo apara hacerlo, o más bien tenía un muy buen motivo para continuar consiente. Tampoco se planteó nunca la posibilidad de crear un vástago. Su sangre era demasiado valiosa y ningún mortal parecía digno de recibir tan preciado don. Deambularon por cada con fin de la tierra para, finalmente, instalarse en Paris.
Algunos decenios atrás se habían percatado de la rentabilidad de la esclavitud podría ofrecerles y se propusieron adelantar un simple plan. Poco tiempo después de su arribo ya contaban con una mansión en las afueras y una red de sirvientes y súbditos. Los más cercanos, quienes tenían contacto directo con ellas, eran por supuesto vampiros. A partir de allí la red se extendía a otras criaturas pasando por cambiaformas y simples humanos los cuales operaban, por lo general, como informantes o alimento. Su influjo se extendía desde las tierras africanas hasta las costas inglesas. Cientos de barcos cargados con hombres, mujeres y niños raptados y sometidos eran vendidos al mejor postor. Algunos de ellos, los que contaban con la poca fortuna de llegar hasta París, eran adiestrados en la mansión de las nosferatu. Se trataba de un dilema que se solucionó de una manera simple y practica. En el caso de que les vieran en su forma original, y que no enloquecieran debido a esto, se les era extraía la lengua. Como ninguno de ellos sabía leer ni escribir, al prescindirlos de la opción de hablar las vampiresas reducían los riesgos de que fuese divulgado su secreto. Por supuesto mantenían a tales esclavos bajo un riguroso escrutinio y, en caso de que alguno presentase algún comportamiento peligroso, se eliminaba. Sería más sencillo si solo no se presentaran ante ellos, pero el corte de las lenguas se había convertido en un gozo, casi un ritual, que no estaban dispuestas a abandonar.
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Habilidades/Poderes | Descripción psicológica |
Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
Atributos: Colmillos afilados, piel y cuerpo resistente e inmortalidad.
Poderes: Sanación acelerada, Percepción del aura, Visión compartida y visión remota, Bloqueo mental, Fortaleza, Rastreo, Levitación, Telepatía, Clarividencia, Seducción, Persuasión, Confusión, Infligir dolor por medio de la mente, Manipulación de la memoria, Ilusión y Capacidad para soportar la luz solar. . |
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Un sentido de superioridad guía su existencia. Se considera una criatura perfecta pero incomprendida y es solo gracias a esto último que acepta el hecho de tener que ocultar su verdadera apariencia tras capas de ropas o por medio de la ilusión que le permite parecer humana, apariencia que desprecia desde lo más profundo de su alma. Es presuntuosa, altiva y obsesiva en cuanto a los temas de orden y limpieza. Sin embargo también posee un infinito sentido de la cordialidad. Suele marcarse un objetivo y se encuentra más que conforme con el que el fin justifique los medios. Todos son piezas utilizables para alcanzar una meta, ella incluida, por lo que puede llegar a doblegarse a sí misma ante otro que considere inferior siempre y cuando eso asegure que se cumpla al final su voluntad. Los juegos de poder tienen más importancia para ella que la mera fuerza bruta. Considera más digno a un adversario que sea capaz de tejer escaramuzas mentales que a uno que pretende imponerse por la brutalidad de sus actos. La compasión no forma parte de su léxico aunque eso no implique que sea una asesina despiadada o indiscriminada. Puede mostrarse amable e incluso cariñosa sin sentirlo en absoluto. El fingir forma parte de su propia naturaleza. Solo un alma ha conseguido extraerle verdaderos sentimientos de amor y afectividad, Génesis. Por ella sería capaz de todo pero también es ella la única capaz de hacerle perder el equilibrio, férreo control y frío análisis bajo los cuales domina sus acciones. .
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• Es políglota • Gusta del arte en todas sus expresiones y es una hábil escultora en piedra • Desprecia la ilusión que le permite parecer humana
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