¡Ma Chambre à Coucher! [Aleera]

por **Demian L. Resnick** Sáb Sep 11, 2010 2:13 pm

La discusión con mi padre y Lyam había dejado un sabor agridulce en mi, pero sus palabras me hicieron replantearme el hecho de si acabar o no con mi eterna vida. Aún no estaba seguro de la decisión que tomaría, todo dependía de lo que pasara dentro de los siguientes días, además quería conocer mejor París, ya que estaba muy cambiada de la ultima vez que le vi.

Me dirigí a toda prisa mi habitación hasta mi antiguo cuarto, subiendo las escaleras de a dos escalones, recorriendo con la vista aquel lugar que hace tantos años no tenía el privilegio de tocar, deslizando mis dedos por el barandal. La Mansión seguía igual a como la recordaba, quizás un par de cuadros cambiados de posición y alguna que otra antigüedad "nueva", adornaba algún rincón que estuvo libre de antaño. En el segundo piso hasta la alfombra roja de ese largo pasillo seguía siendo la misma, recordaba a la perfección cual era mi habitación, la cual por fuera parecía que no la hubieran abierto por décadas. Cogí la perilla de la puerta y la abrí de golpe, con una amplia sonrisa, ilusionado, por volver a ver mi cuarto, pero ésta se desvaneció de golpe al ver aquél color asalmonado cubriendo los antiguas tabiques plomos que solían atusar "MI" habitación.

El color de las paredes fue lo primero que me alertó, pero al centrarme en todo lo que acicalaba mi antiguo cuarto hizo que un grito de horror saliera de mis labios, el cual de seguro se escuchó en toda la mansión y sus alrededores. Finos y sodomitas cuadros en las paredes, acaponadas almohadas, afeminadas sabanas con flecos de seda color rosas, cajones redondeados y pederastas, incluidos un cajón enorme con un espejo repleto de cursis fotos sujetas al marco de éste, cajitas musicales y de maquillajes por doquier. Por un momento pensé que sería una mala broma de Lyam, pero ellos no tenían idea de nuestra llegada por lo que esa opción era descartada de entrada. ¿Qué demonios había ocurrido con mi habitación?.

Sentí los finos pasos de alguien acercarse a mi habitación. Se trataba de aquella chica, Aleera, que se entrenaba con Charles y Lyam. ¿Es qué acaso ella... ¡Me había arrebatado mi habitación! ?. La contemplé un instante con el ceño fruncido y me quité la corbata del hombro para arrojarla sobre la cama.
- ¿Qué le has hecho a "mi" habitación, niñita? - inquirí molesto a aquella albina mujer de pelos negros como el carbón pero brillantes como una perla.