El zorro entre leones | Libre

por **Flora Levallois** Lun Mar 09, 2015 1:29 pm

Flora observó la copa paciente, suspirando mientras miraba curiosa y entusiasmada a cada uno de los seres oscuros que a su alrededor se dibujaban y re dibujaban cómo colores, cada uno tenía un aura diferente y no dependía del color solamente, era la energía y la emoción que podía hacerte sentir, como erizarte la piel para que desearas dormir con él (y saber que significaba que te tuviera un vampiro en sus manos, la fuerza y la elegancia en perfecto equilibrio) hasta aquellos que te hacen huir por sólo instinto de conservación, hay seres que sólo buscan satisfacer su ansia de sangre, y la adolescente ansiaba vivir con más fuerza que nunca lo que viniese. Ruborizada, recibió las miradas para nada pudorosas de los clientes ansiosos por probar la mercancía en la cual habían gastado unas monedas demasiadas para aquellos que poco poseían. Afortunada era la pequeña de ojos castaños y salvajes, poco temerosa de consecuencias, pero talentosa en lo que la apasionaba. Al principio tímida recibió sus atenciones, para luego responder esa coquetería con generosidad.

Lucciano había sido amable, interesado como ella en los negocios, abierto a buenos tratos comerciales para llenar de más riqueza y poder sus arcas. Meció la copa de vino, oliendo sutil el líquido que se agitó en su interior. Canela, leves toques de canela y clavos, intentaba predecir los olores del vino tinto y seco, precisó para aquel lugar, aquella noche. Al extremo izquierdo un hombre de silenciosos labios y mirada juguetona la observaba, con otra botella de vino, invitando a la compañía, al fin y al cabo para eso estaba allí y ella digamos que debían creer que...también. Buscó en su pequeño bolso su grimorio, la suave página fue rasgada para dar paso a la pluma sobre ella, con perfecta caligrafía esto escribió:

"Me placería si deseara mi compañía, compartir una copa y algo más, Sieur."
Sopló rozando sus labios rosa con la aromatizada hoja de papel capuccino, unas palabras más al aire para dar poder a su escrito...
Hierbabuena y lirios.

Llamó al mesero, entregándole la carta, curiosa y aún indecisa la extendió hacia él. El miedo de una negativa la hizo dudar, pero la juventud nos empuja por la ventana de una gran catedral haciéndonos caer en cuenta de nuestra falta de alas ya habiendo dado el salto de fe. Lo observó alejarse y saludar con ceremoniosa amabilidad al vampiro, dándole en sus manos la nota, tan solo quedaba esperar y rápido apuró otro trago de vino, sintiendo el sabor cálido y picante, que solo la canela podía darle a una buena cosecha, miró con ansías queriendo deducir su reacción antes de tiempo, pero dejaría la decisión al destino y a la luna. Flora amaba aquel vino y con tranquilidad decidió centrar su atención en el resto del mundo que allí se encontraba, la música se escuchó agradable, una fina voz salía de una ligera pero bella mujer y el piano vibro melancólico y sensual, los esclavos de sangre, bailarinas y servicio ya sabían que la noche era joven y muchas cosas habrían de pasar. Aliso las faldas del vestido turquesa, la tela árabe dejaba ver sus curvas juveniles y juguetonas, su piel de porcelana brillaba con solo la vida dada por la libido y la excitación de un próximo encuentro.

- Esperar. Hierbabuena y lirios... Desidium.- susurró el hechizo como un mantra mojando sus labios con el vino de nuevo.