~+~Rain in the Night~+~

por **Angelo Ange D' Le Rose** Vie Mar 13, 2015 12:38 pm

El atardecer estaba por terminar, el sol descendía por el horizonte ya listo para emprender un profundo sueño compartido con aquel cielo deprimido. El manto del ocaso, rojizo. Por una parte; la oscuridad comenzaba a ganar terreno por aquellas nubes grises que se alcanzaban a notar en toda la maqueta del nuevo otoño, lluvia cayendo suavemente empapando la tierra sin pavimentar, charcos formándose en los hoyuelos de algunas partes del suelo natural. Las estrellas ocultas están, una que otra se ha atrevido a despertar y salir a ver que hay de nuevo en las callejas de parís.

Un rayo silencioso cae en un lugar cercano, en silencio, para después producir su sonido feroz y estremecedor por todo el cielo asustando así a las nubes que avanzaban lentas por el cobijo gris, así las gotas arreciando su ritmo formando a los soldados de agua en el suelo. Un chapoteo interrumpe la calma de las gotas en aquel charco cerca a la entrada de las callejas de parís. El trote de una hermosa bestia negra donde el pelaje de sus pesuñas se empapaban por la culpable agua creada por el clima melancólico; su cabello de la crin se podía apreciar rizado y muy bien cuidado, largo y sedoso así como la cola que se meneaba divertida, pues al quien lo montaba lo prefería tal y como lo adopto; hermoso y elegante. Las bridas negras que se sujetaban de su cara y nariz se camuflaban por su color, negras, oscuras... así como las riendas y la silla. El relinche del Frisón provoca una mano cubierta por un guante de cuero negro pasearse por su crin acariciándole suavemente para calmarle, el agua empapaba los ropajes de aquel sujeto alto que se mantenía sin preocupación montado en el lomo de aquel hermoso corsel.

—Al parecer te has llevado a alguien contigo de nuevo, ¿No es así?— Murmuró al alzar la vista al cielo que lloraba la perdida de otra alma que ha dejado el infierno. Sus palabras no se dirigían al mismo, sino, a alguien más supremo que todo lo existente y gobernante. Sus ojos cristalinos se entrecerraban desafiando a aquel en lo alto, con esa mirada fría y seria que le destacaba, algunos mechones de su cabello bicolor se deslizaban por su rostro al estar empapados por la lluvia que había aumentado, destacando ante la vista aquellos cabellos rojizos entre los negros. La máscara que cubría media parte de su rostro, negra, de porcelana; se sentía fría por la humedad. Hacía resaltar la palidez de su piel... los laterales del cabello estaban atados hacia atrás encerrando el resto para no venirse hacia el frente por el viento excluyendo aquellos mechones que se le habían escapado. Vestía de un traje victoriano de telas oscuras; camisa holgada blanca debajo de un chaleco grisáceo parisiense y un pañuelo de encaje negro rodeando su cuello ocultando aquel crucifijo de plata que portaba una gema en el centro con la figura de una rosa escarlata; el pantalón era negro, hecho de algodón donde la parte inferior se ocultaba en unas botas negras de montar ligeras.

Suspiro profundamente al terminar de observar la lluvia y tomó las riendas de nuevo para hacer que el Frisón continuara su camino. —La lluvia puede ser hermosa ante los ojos quienes logren contemplarla...— Dijo mientras se adentraba a las calles oscuras de parís, hablando únicamente con su fiel y confidente amigo de cuatro patas. —Pero aquellos que entienden la razón del por qué llora, sabrán el dolor que carga en sus gotas—

por Invitado Jue Mar 19, 2015 9:39 pm

“Desastre terrenal que ahoga los pesares de una existencia”

El difunto clima no hacía más que ocultar unas lágrimas rojizas que se deslizaban con cuidado por mis mejillas, los mechones de cabello negro se apuntaban sobre mi rostro y el odio inmaculado salía con desdén desde mi interior. Me removía en mí mismo, queriendo golpear el agua que parecía no querer calmarse. — ¡Cosa horrible! — Grité en un chillido agudo y lo suficientemente lento como para que se termine ahogando en mi boca. No quería hacer demasiado escándalo, sabía que en parte tendría que estar corriendo aprisa hacia donde ahora estaba viviendo. Una mansión por demás de grande para solo tres personas. Pero así le gustaba a aquel cuervo negro con el que compartía el lecho. La grandeza y el lujo externo. Y por lo contrario, a mí solo me interesaba huir de toda la ciudad con aquellos que amaba desesperadamente. Pues temía a cada paso que daba, parecía que la situación no iba a mejorar y para mi tristeza, la locura que en mis ojos se procreaba estaba cada vez más vivaz.

Jadeando y con las energías bajas, me dediqué a trotar un poco más. Tenía que terminar de salir del bosque y llegar a las calles de la polución. Pero no había podido alimentarme, tenía tanta sed que incluso mis orbes negros parecían tener un color suavemente rojo. ¡Si tan solo no me hubiese detenido cuando ella rogó por favor! Era un problema, -aquel estado en el que me encontraba- donde mis colmillos habían sido destripados y la única forma de beber era rasgando la piel y succionando desde la carne.

Razón por la cual había empezado a buscar criminales todas las noches para así poder sustentarme. Ya no podía ir a las casas y succionar mientras dormían, o cautivar hermosamente a una damisela en un baile. Nada de eso servía, porque tenía que clavar un cuchillo en sus pieles. Y esa noche me había visto atacado en medio de la necesidad de comer. Un cazador de mediana edad había ayudado a aquella muchacha que acababa de robar a unos viejos que quién sabe a dónde se dirigían. Pero aquel chico evidentemente no sabía de eso y tan solo había hecho lo que cualquiera. “Ayudar a una joven inocente que estaba por ser devorada por un ser de la noche.” Pateé un charco con agua y luego salté arriba con ambos pies, haciendo así que éstos terminaran de empaparse. ¿Qué más daba? Entre bufidos pude entrever las luces de los faroles y con una amplia sonrisa me dediqué a correr hasta encontrarme iluminado por completo. Llevaba unos pantalones negros y por arriba unas botas de taco de madera hasta la rodilla, también oscuras. La camisa era blanca, con bordados cuidadosamente detallados en gris, con un saco corto por debajo de uno largo hasta por los muslos. Esa vez no tenía el pañuelo en mi cuello, por lo contrario, éste estaba apenas expuesto. Había salido expresamente a alimentarme y la idea de arreglarme demasiado no me había gustado. A decir verdad, estaba siendo bastante descuidado desde que había renunciado al teatro. Ahora tan solo vivía del dinero de mi creador y padre. Y solo salía en ocasiones especiales.

Estiré entonces mis brazos y cuando me hube desperezado, el sonido tedioso de un caballo llamó mi atención. Busqué de dónde venía, no había sentido la presencia de ningún humano antes de embarcarme a las calles. Estaban tan desoladas como siempre, y fue entonces que cuando me acerqué lo suficiente, noté la presencia lejana de un inmortal. Su aura era espera y al instante el miedo garrafal me recorrió. Y rogué que aquel no me haya visto. Estaba dispuesto a irme al bosque una nueva vez. Últimamente los vampiros estaban molestos con aquellos que tan solo llevaban entre cero y cien años y yo, apenas tenía diez años de convertido. Mordí mi labio inferior y con pena me acurruqué en un costado, cubriendo toscamente mi rostro con ambas manos, esperando que aquel pase por mi lado sin siquiera voltear a ver. Pero, ¡maldita curiosidad la mía!, gemí y escuché sus palabras, levantando la vista por el rabillo del ojo, pestañeando sin disimulo alguno. — ¿Por qué llora? Habría que decirle que se detenga. — Balbuceé y me apreté a la madera que estaba detrás de mí. Efectivamente, había terminado por mojarme entero, de pies a cabeza. La humedad del material había llegado hasta mi espalda y de un salto por la sensación me corrí a un lado. Si hubiese tenido sangre suficiente en mi cuerpo hubiese llegado a sonrojarme, pero para mi suerte estaba bien muerto esa noche. De hambre, de miedo y de frustración.

Holi o///o:

por **Angelo Ange D' Le Rose** Vie Mar 20, 2015 1:08 am

Paso por paso; trote por trote. Caminata tras caminata..., de nuevo, aquel bufido suave del animal donde el vapor del frío clima escapaba de los ollares de su nariz mojada por aquella entristecida lluvia. Le sentía ya cansado, exhausto; mi querido Devil. La lluvia era ventaja y desventaja dependiendo a cada ojo de un ser vivo... o muerto. Daba vida en un lugar, pero a cambio ofrecía muerte en otro; recuerdos de un pasado vuelven a la mente muerta del no-vivo que se paseaba por las callejas contemplando la oscuridad iluminada por altos faroles de aceite, hasta que una joven presencia interrumpe.

Aquel balbuceo inocente, molesto, incoherente... la voz de un hombre joven pude pensar, el aura emanaba de su semblante, empapado; bañado por las gotas del otoño recién nacido. Pasé de largo, fingiendo haberle ignorado, fingiendo que no le había visto. Pero no... era un novicio que no había entendido la última oración que había murmurado al andar, aquella frase que por lo que noté, había alcanzado a escuchar.

—¿Puede decirle a una madre que sufre por la perdida de su hijo, que deje de llorar?— Cuestioné de repente. Mi voz se había tornado fuerte, seria, con un tono bajo pero audible y lento así como elegante dejando notar aquel acento francés antiguo. No sé si lo esperaba o quizá le haya sorprendido el que me haya llamado la atención su presencia. Me había detenido en seco a unos cuantos pasos de distancia detrás de él al notarlo aferrado a aquella pared de madera como si tratase de fusionarse en ella, queriendo ser uno... el ser se encontraba hambriento

—Depende de como sea vuestra esencia... así será vuestra respuesta— Aclaré y observé los movimientos de aquel chiquillo, pude sentir su timidez, su desesperación; podría entender el por qué; quizá así como yo podía notar su edad, él podía ver en mí la antigüedad marcada en mi persona, aunque a comparación de otros como nosotros; igual yo sería un novato ante los ojos más viejos. —Bonne nuit... monsier— Formal, caballeroso; los modales eran primero, pero por querer comenzar a aclarar la filosofía que había creado y que fue recibida por aquel muchacho, me había olvidado por completo del formalismo. —He de añadir que la noche nunca da oportunidad a nadie para disfrutarla...— Mi último comentario había sido por el estado en que se encontraba, podía sentir el frenesí invadiendo su interior, la hambruna notándose en los movimientos "nerviosos" de su cuerpo; frágil, débil... suerte tengo de no ser yo la suela de sus zapatos, pues reconocía aquel vórtice salvaje.

Buenas noches x3:

por Invitado Mar Mar 24, 2015 11:01 pm

“No esclarezcas lo que ya es negro e infinito”

Su pregunta cayó como eco en mis sentidos, así fue como mis ojos pestañearon, lubricándolos de un rosado pálido. ¿A qué se refería aquel inmortal? ¿Acaso estaba hablando de una mujer y su hijo? ¿De dos seres humanos que nada tenían que ver con nuestro existir? La verdad es que no podía responderle, tan solo dos veces había tenido encuentros con madres. Danna, quien había aparecido en mi lecho con un vientre populoso esperando por parar y Giulia, quien tiempo atrás había amado a un inquisidor que más de una vez había intentado asesinarme. Ambas intentaron luchar por aquellos pequeños seres que llevaban dentro, como si eso fuese su único mundo. Algo que jamás podría entender, no solo por la incapacidad de tener hijos, debido a que estábamos completamente muertos. Sino que mi mundo ya estaba hecho para girar en torno a otra persona. A alguien que me entendía y no a un pequeño que siquiera podía reconocerme. — Lo siento, no lo sé. Supongo que no. — El murmullo fue bajo, tanto que hundí mis hombros en mi propio cuerpo y me acurruqué como quien quiere fundirse con la tierra misma. Las gotas de agua se deslizaban por mis mejillas, me bordeaban hasta caer por el cuello y en una sacudida intenté librarme de aquella molestia. La sensación de suciedad y de un frío extraño, sentir la ropa helada contra mi piel y el suave temblor que me causaba estar frente a cualquier sobrenatural. Pues así era, había pasado mucho tiempo junto a gente con poderes y habilidades especiales, pero las marcas y cicatrices de mi cuerpo tanto interior como exteriormente, me habían hecho dudar, temblar por cada pequeño paso en falso que podía llegar a dar.

— Cierto, buenas noches, ¿va para el lado del bosque? Hace un momento me encontré con un cazador, así que tuve que correr hacía aquí. Supongo que aún debe estar buscándome. Sería mejor que no vaya para allá. — Comenté de forma relajada, en lo que sentía su mirada inquisitiva contra mí. Mis mejillas se abrumaban y mis labios se apretaban. Si hubiese sido otra persona, le gritaría de manera chillona que no me mirara de ese modo. Pero en aquel caso, no tenía las agallas suficientes, era un cobarde, siempre huía y aunque me avergonzara al respecto, no había mucho más para hacer. No tenía la fuerza para pelear contra otro ser que intentara matarme y tampoco me interesaba, las peleas, ya no eran un placer o un deseo para mí. — ¿¡Eh?! ¿Lo dice por mi apariencia? Usted tiene el cabello que se le ve en esos costados muy raro y yo no le digo nada. — ¡Maldita boca pecadora! Me grité a mí mismo al tiempo que me cubría los labios con ambas manos y daba un salto en el lugar mirando a los costados firmemente para intentar salir corriendo. Había una posibilidad, si me lanzaba con fuerzas e intentaba que la habilidad del vuelo me dé más inercia, podría alejarme. Lo intenté de una sola vez y al primer paso el barro me aferró a la realidad, haciendo que mis manos se aprieten contra la pared de madera maciza, buscando así no tropezar contra aquella suciedad. Mordí mis labios y con pena elevé la mirada, buscándole como aquel animal que pide perdón. — No quise decirle eso… ¡Pero usted empezó! Oh, por favor creo que suficiente tortura tengo con mi hambre como para tener que correr de un vampiro también. ¿Me perdona? —

Intenté convencerle con aquellos ojos grandes y oscuros que tenía. En aquel instante, con los cabellos y las ropas pegadas a la piel no parecía más que una pequeña piltrafa, pues aunque la estatura que llevaba era promedio, no así mi peso. El cual estaba mucho más abajo del habitual. Casi como si estuviese deshaciéndome poco a poco. — Es que estoy mojándome mucho, no me gusta eso. Me llamo Hero, no vaya a querer matarme por favor. —Dejé escapar una sonrisa un tanto apenada, con los dientes a la vista, todos romos y cuidadosamente blanqueados. Aunque estuviese desarreglado, la higiene y pulcritud de mi cuerpo se veía reflejada en mi olor, en mis caninos y en aquellos cabellos que secos siempre parecían tener vida pues eran brillosos y lacios. Aunque ahí mismo parecía ser solo látigos de pintura negra sobre un rostro blanco. Pero, ¿qué importaba todo aquello? Si lo que yo deseaba era salir de aquel lugar que me ponía de más mal humor. Deseaba gritar y el deseo estuvo a punto de cumplirse cuando el ajetreo de unos movimientos del lado del bosque se hacía presentes. ¿Sería aquel muchacho que antes había intentado matarme?

por **Angelo Ange D' Le Rose** Dom Abr 05, 2015 10:45 pm

Su voz llego a mí tan serena, tan relajada y suave al hablar mientras le observaba desde lo alto de la montura del Frisón quien se balanceaba de un lado a otro lentamente y una que otra vez agitado por la lluvia que continuaba mojandolo haciéndole retroceder y avanzar uno que otro paso. Me quede en silencio sin apartar mi mirada no a sus ojos sino a su figura, observando las expresiones y facciones de su rostro tan fino y muy bien detallado... los orientales eran los seres con la belleza de portar cual piel de porcelana, me preguntaba cual sería su historia de que siendo de aquella raza, terminara en un lugar maravillado como parís. Mientras mantenía mi atención contemplando y analizando cada parte de su persona, la palabra "cazador" vino a mis oídos despertándome de ese pequeño trance pero sin lograr cambiar alguna expresión en mi semblante, busque su mirada cuando me contaba que aquel ser le había conducido hasta este lugar al ser perseguido por el mismo, viré mi cabeza para observar las montañas que se lograban reflejar por las luces y los rayos caer a lo lejos, visualizando el bosque que se encontraba bajo sus faldas.

Volví la mirada a él notándose en mis ojos simple seriedad tras la media máscara que me cubría. Al comentarle sobre su estado de alimentación a base de aquella pequeña frase filosófica noté como aquel chiquillo se ponía a la defensiva, mencionando así mi "defecto" del cabello bicolor, extraño y extravagante... le mire fijamente el como se cubría la boca por su comentario, me quedé en silencio por un momento... pero efectivamente, era raro ver a un ser en esa época con un efecto del cabello como el mío, una textura sin igual. Me pareció gracioso, no sé porque, pero su expresión después de criticarme me pareció algo tierna, asustadizo como un pequeño gato provocando a otro más mayor que él y luego de hacerlo echarse a correr; noté el movimiento, aquella sacudida de su cuerpo al intentar realizar una acción de escape, pero torpe. Los pájaros no vuelan sobre una lluvia recia...

Continuaba manteniendome en silencio hasta encontrar un punto exacto en donde él me permitiera hablar, pues cada vez pareciera que los nervios en su cuerpo le impedían parar de hacer cual tontería y mencionar cual palabra que parecía que intentara dañar o provocar. Al calmarse, noté aquella mirada tímida y lo único que pudo provocar en mi reacción fue un leve gesto... donde pareciera que mis ojos sonrieran; eleve la mirada al cielo dejando que las gotas bañaran mi rostro, sintiendo la frescura de estas, la sensación era lo único que lograba sentir pero el frío no me torturaba, simplemente me abrazaba... ¿Le estaba torturando? Si aún no le hacía nada, o ¿era el silencio acaso el cual le asustaba? baje la mirada y asentí leve con la cabeza. —Tiene razón... —Dije en un leve susurro—. Pero mi cabello no tiene nada que ver con el hecho de que vos esté hambriento y empapado al ser perseguido por un cazador al saber que un chiquillo no tiene idea de como defenderse ante él. —Comentaba aquello con calma, pues no había manera de que sus palabras me afectaran; miré de nuevo hacia el bosque alejado de la ciudad visualizando la oscuridad de los árboles ocultar el peligro que pudiera haber en su interior. —¿Por qué querría matarlo? —Cuestione y lentamente volví la mirada a él. Matar a alguien que es de la misma naturaleza que yo, no estaba en mis cabales asesinar, sin motivos al menos. No entendí esa parte de su suplica— Hero... —entrecerré la mirada mientras hacia que el caballo se mantuviese quieto para poder desmontarlo con cuidado y así girarme hacia él sin intentar acercarme, y caminar a tomar las riendas de las bridas y acariciar la cara del animal suavemente— Yo no soy el que debe tener cuidado con un mortal que busca cabezas inmortales... —comenté mientras miraba al Frisón— un niño que no tuvo alternativa más que huir hasta aquí es el blanco fácil para aquel —le miré de re-ojo— no está en condiciones y creo que para agradecer vuestra advertencia puedo ayudarle a buscar alimento antes de que "ella" termine de desvanecerse... -Miré hacia el horizonte donde el nocturno cielo me permitía contemplarlo, pues a "ella" me refería precisamente a la noche- claro que si no quiere ayuda de alguien que para vos es un asesino de su propia estirpe, puedo entenderlo, pero ahora seré yo quien le diga que no sólo en los árboles existe aquel quien le persigue y que ahora, puede, que se esté acercando -Jale suavemente de las riendas haciendo que Devil diera un flanco hacia el lado contrario donde Hero se encontraba contra la pared, dándole la espalda para visualizar la ruta que tomaría y poder desviar al supuesto asesino que se avecinaba; camine después al costado del animal para posar mi mano izquierda sobre el lomo del mismo y prepararme para volver a montarlo mientras en mi pensamiento esperaba la respuesta del pequeño chiquillo-

Spoiler:

por Invitado Sáb Abr 11, 2015 7:10 pm

“Rumbo al horizonte que está seco y difunto”

Aquel señor de largos cabellos me sorprendía y me irritaba un poco al mismo tiempo. Tan calmado, tan sereno, como si nada lo afectara. ¿Acaso era una estatua que caminaba y nada más? Como esos vampiros milenarios que lentamente se iban convirtiendo en piedra. O al menos, eso es lo que contaba mi creador, esas historias databan de tiempos antiguos y desechaban la teoría de que éramos realmente eternos. Diciendo que en algún momento, tarde o temprano terminábamos haciéndonos añicos sin necesidad del sol. Pero él no parecía tan grande, así que pensé que entonces sería solo su personalidad. La que por cierto, no me desagradaba en ningún sentido, pues provocaba que mi cuerpo se relaje un poco. Y dejando salir una sonrisa pícara ante sus respuestas, hundí las manos en los bolsillos empapados. Mordiendo mi labio inferior a medida que le miraba curioso y tímido. No porque realmente lo fuese, pero estaba tan mojado como un gato abandonado y me sentía miserable con los zapatos empapados en barro. Pegajoso, como si me hubiesen lanzado a un tacho de mugre. Aunque el agua había sacado cualquier tipo de suciedad de mi rostro y cabellos. — ¿Quién le dijo que no sé cómo defenderme? Es que prefiero escapar de los problemas. Es más cómodo. — Con toda la tranquilidad del mundo y como si eso fuese lo más normal, le respondí y le sonreí al mismo tiempo, acercándome cuando le veía bajarse. Aparentemente, me había olvidado que acababa de intentar salir corriendo.

Lo más probable es que al sentirme tan acobardado había terminado deseando suplicar que me suba a aquel caballo con él y me quite de esa situación tan embarazosa. Sin embargo, di un salto de terror cuando en primera instancia parecía que venía hacia mí. Luego se giró contra su animal y comenzó a acariciarlo. Jamás me había animado a hacer eso, tenían dientes muy grandes y me daba miedo que terminaran arrancándome un pedazo. Así que despacito y deslizándome sobre el cemento embarrado, intente quedarme más cerca del señor que aún no me decía su nombre. — No sé, hay muchos vampiros desquiciados por el mundo. ¿Niño y chiquillo, va para mí? Pero si he dicho mi nombre ya… Debería intentar usarlo, es menos feo que esas palabras, tengo casi treinta años. ¿Sabe? — Casi quise gruñir un poco, balbucear malas frases por debajo. ¿quién se creía que era para tratarme así? Le hubiese mostrado los colmillos de tener unos. Sin embargo me quedé cruzado de brazos, bufando tristemente en mi lugar en lo que pensaba lo que me decía. Miré hacia el cielo y acepté la idea de que en poco terminaría de esconderse la luna y yo tendría que volver a sufrir hambre. Me hablaba el cuerpo y la piel. Estaba tan deseoso de sangre que llenara mis venas que de solo pensarlo mis orbes se dilataron y me saboreé unos momentos. Asintiendo un poco, más para mí que para aquel de hebras de colores sobre la cabeza. Pero se estaba yendo. Cuando me había quedado soñando con el elixir rojo, éste había emprendido camino hacia un lado del lugar.

Di tres pasos toscos y apurados, resbalando una vez más en lo que me sujetaba y empezaba a pisar cuidadosamente. — ¡No te vayas! Sí, sí quiero ayuda, aunque también me gustaría saber su nombre. ¿Y qué hago? ¿Me sube al caballo también? Hace un montón que no monto uno. Son más lentos que mis piernas. Cuando no llueve, claro. — Terminé por acercarme por completo al hombre quedando frente a su rodilla y al lado del pequeño animal bello que estaba cuidadosamente acomodado y equipado con lo necesario para cabalgar sin miedo. Apoyé mis diez dedos sobre el cuero macizo y pestañeé buscando la mirada ajena, ladeando la cabeza a los costados. No sabía bien cómo es que él pensaba ayudarme, pero me había asustado con sus anteriores palabras, como si hubiese querido provocar ese temor que ya antes estaba elevado. — ¿Crees que me vaya a encontrar? Corrí muy rápido, incluso me ensucié todo por esa razón. No quiero tener que pelear contra nadie hoy, es muy tedioso, me cansa y tengo hambre. ¿Me ayudas? ¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama el caballo? Es bonito. — Mordiendo mi lengua hablaba, entre desesperado y abrumado, busqué la forma de retenerlo en quietud por un poco más de tiempo. Me sentía solo y estaba bastante aburrido y cansado de ir por toda aquella suciedad parisense. Me sorprendía lo mugrientos que podían ser los humanos. Pero siempre había sido de ese modo, el problema es que con aquella humedad y lluvia los olores se elevaban y llegaban a perturbarme. Y aquel me distraía, incluso su rara máscara hacía que me quede mirándolo tal como si estuviese en un teatro. — ¿Y eso para que lo llevas? Qué raro… ¿No es de aquí, o si? —

por **Angelo Ange D' Le Rose** Mar Abr 14, 2015 12:39 am

Mi vista en varias ocasiones miraba aquel joven al escucharle hablar, me quedaba en silencio gran parte del tiempo y simplemente observaba sus movimientos. Muy hablador sin duda, pero creo que era algo más compatible de dos personalidades opuestas, yo sería el lado oyente y él el lado digamos, hablador. El que brinda las palabras aunque a veces no parase nunca de hablar; pero de algún modo, me agradaba. »Cabe mencionar que anteriormente, había suspirado muy ligero y había desviado su mirada al escucharle mencionar su edad, casi treinta... no sé si se refería en edad mortal o desde que nació como vampiro, pero algo era claro; aún me parecía un niño. Pues he de añadir, que aún seguía siendo muy joven en edad inmortal a comparación de mí, claro está. Lo único que pude realizar en ese instante fue semi-sonreír ante su habladuría sin que lo notase.«

Me había quedado en mi sitio una vez que había acomodado a Devil para emprender de nuevo el paseo cuando en ello le escuche llamarme, suplicándome que no me fuera sin él, no lo menciono pero yo ya sabía mucho antes que él me necesitaba y por eso me había quedado esperando su respuesta. Apoye las palmas de mis manos en la silla del corsel y subí el pie en el estribo impulsándome para comenzar a montarlo sin prisa mientras aquel joven se acercaba hablando y hablando. Tomé las riendas nuevamente del caballo y al sentir el sonido al momento que tocó al caballo bajé la mirada a él, pude contemplar su rostro empapado más de cerca, limpio y escondido levemente por algunos mechones de su cabello corto azabache. Algunas marcas de manchas rojas muy pequeñas aún se notaban en sus mejillas advirtiendo que había llorado seguramente cuando escapaba de aquel quien le perseguía; las cuales se desvanecían rápidamente por el agua de la lluvia caer. Mientras le miraba detenidamente en la forma de hablar, en la forma en que sus labios se movían lo pude notar... sus colmillos no estaban y era algo que ya había advertido la primera vez que me dirigió aquel gesto donde mostraba su dentadura ¿había sido el cazador quien se los arrebato? ¿era posible eso? no lo sé, tampoco sabría si ya no era posible que los recuperase pero al notarlo, sentí pena por él. Nunca en toda mi vida viviendo como vampiro me había ocurrido algo como eso por lo que no sabría el como se sentiría perder aquello que era lo que ayudaba a nosotros a alimentarnos. Los colmillos eran el soporte para succionar la sangre de nuestras victimas al incrustarlos en su piel, me preguntaba como lograría alimentarse en ese estado... aunque no es necesario el sustento de los colmillos si sólo se trataba de beber.

Nos invadió al fin el silencio, el joven había terminado de realizar y exponer sus preguntas y dudas a lo que lo único que se comunicaba sin palabras eran nuestras miradas, la mía por supuesto de nuevo volvía hacer el aspecto serio anterior y la de él el de un chiquillo buscando ser salvado de lo que le depararía el destino si se quedaba allí. —Te encontrara... —Dije, un tono tan suave, la voz de un joven apacible como lo fui en una vida mortal. Pues aún cuando mencionó que había corrido muy rápido yo lograba sentir la presencia humana de aquel escondido entre árboles y como todo pensamiento de un cazador hasta yo podría deducir hacia donde habría huido mi presa. No es tan difícil sabiendo que un vampiro para alimentarse necesita humanos ¿y qué más dónde encontrarlos que en la civilización a las afueras del bosque?

—¿Qué te parece si primero vamos a que te alimentes Hero? —extendí mi mano enguantada hacía él ofreciéndole que la tomase para ayudarle a subir pues ese no era un lugar muy bueno que digamos para detenerse a charlar —y después de que te hayas recuperado te invito a mi hogar para tomar un baño caliente y darte posada esta noche y a la siguiente, si gustas, tomar esa charla para responder a todas tus preguntas que hoy me haz hecho. —Esperé paciente su respuesta nuevamente pues sinceramente aquel chico me había intrigado de alguna manera y para mí, su compañía sería agradable, más tratándose de un joven recién creado y con las suficientes palabras infinitas para conversar toda la noche.

por Invitado Vie Abr 24, 2015 12:41 pm

“La desesperación no me atrapará nunca más”

¿Qué tan poco podía hablar alguien? De las mil preguntas que había expuesto, siquiera una había sido respondida, quería chillarle y golpearle, sin embargo estaba demasiado asustado como para ponerme a hacer algo como eso. Los ojos del inmortal estaban al acecho, como si supiese dónde estaba el cazador del que me encontraba huyendo. ¡Malditos rufianes! Siempre molestando mi existencia aquellos hombres que nada sabían sobre nuestra realidad. Se pensaban que todos éramos iguales y aunque en realidad la gran mayoría eran seres detestables, yo intentaba comportarme lo mejor posible. Suspiré y antes de terminar por lloriquear noté como su mano se acercaba, dándome la oportunidad de subirme con él al caballo. Ese transporte no me era muy cómodo y menos si tenía que acurrucarme para no caer, pero la sonrisa se escapó y salté para poder subirme, dando gracias por primera vez a la pérdida de peso que me había generado no tener colmillos. Entre los dos seguramente llegábamos al peso promedio de un humano normal, así que no sería problema para el animal. — Gracias, ugh, estoy todo empapado, lo siento te mojaré toda la ropa. ¿A dónde podemos ir para eso? No me gusta alimentarme de gente inocente... Pero hoy no estoy como para elegir. — Le busqué, avergonzado y tiritando, girando un poco la cabeza en lo que pestañeaba quedándome en su mirada y apoyé las garritas sobre el cuero que estaba debajo de nosotros, sujetándome firmemente. ¡Su cara era muy extraña! Tanto que me asusté aún más y mi columna se fue hacia abajo, junto con todas mis extremidades. Parecía ser alguien malvado y siniestro, aunque su voz era calmada y refugiante.

La verdad es que tenía hambre, estaba pálido y los huecos que se formaban con la piel pegada a los huesos ya era demasiado molesta como para que me apriete más. Necesitaba ingerir sangre humana, de alguien que no sirviera en la sociedad. Porque con la nueva forma usada, siempre terminaban muriéndose las víctimas. Era un castigo que tenía que pagar por haberme dejado capturar. Ahora no había caninos filosos que pudiesen ayudarme. — Oh, eso suena bien. Mi compañero se fue a un viaje, así que estoy solo. Odio estar solo. ¿Tú lo estás? Seguro eres como esos inmortales viejos que vagan por el mundo disfrutando la soledad. Yo no los entiendo, es más divertido estar en compañía, ¿no lo crees? — Ahí iba una vez más, hostigándolo con incógnitas que quizá no eran adecuadas para ser alguien al que recién conocía. Mordí mis labios y despacio busqué quitarme las gotas que seguían cayendo sobre mi rostro. Intenté llamar al silencio por al menos un par de cuadras, pero seguía pensando en sus ojos grandes y profundos, eran claros como el agua cristalina. Y sus mechones rojos y extravagantes parecían pedazos de fuego que ni la lluvia los opacaba. — E-estaba pensando, no me dijo su nombre… Nunca nadie me dice su nombre. No sé por qué. — Al final de la oración, mis palabras se volvían un susurro, más una pregunta para mí mismo que para el otro.

Quizá tenía la apariencia de alguien poco confiable, no sé si yo mismo me daría mi nombre. Resultaba raro; un asiático en medio de París que pronunciaba mal hasta la palabra “pan”. A los reyes no le gustaban los extranjeros y aunque yo había llegado para hacer bastantes negocios con las habilidades de mi creador, al final, para todos terminaba valiendo lo mismo. Me quedé con las manos apretadas, recto y sin querer relajarme, de repente me sentía intimidado, como un animal en observación. Mis hombros estaban elevados, cubriendo los costados de mi cuello en lo que mi cuerpo se arqueaba y se disponía más abajo. Me quería hacer más diminuto y salir corriendo o volando del lugar. —Amm, ¿las responderás todas? Digo, a las preguntas. Quizá sea molesto, ugh~ La lluvia no para de caer, me estoy volviendo loco. — Con las prendas pegadas sobre mi piel giraba la cabeza, sacudiéndome. Observando el camino que estábamos haciendo. Estábamos lejos de mi hogar, quizá demasiado, exactamente al otro lado de la ciudad. Si tenía que volver, llegaría justo antes de que el sol se pusiera, si es que no me atrapaban antes. Así pues, supe que me tendría que afianzar al vampiro. “Solo por esta noche, hay que superarlo” Me dije a mi mismo, intentando controlar ese miedo que subía por mis venas.

por **Angelo Ange D' Le Rose** Lun Abr 27, 2015 12:40 am

Al saltar le ayude a subir al ejercer un poco de fuerza algo que no fue tan complicado, pues sentí perfectamente como su cuerpo era muy ligero por la falta de alimentación en este, el caballo se meneó un poco al dejar que el chiquillo se acomodara, al escucharle disculparse incliné levemente mi cabeza hacia el lado derecho al poner atención a sus palabras que provenían de la parte trasera ¿mojarme? cómo si yo ya no lo estuviera, pude haberme reído de aquello pero sólo una leve sonrisa se escapo de mis labios meneando la cabeza. —No te preocupes —dije en un tono sereno—, tampoco soy de alimentarme de los inocentes. Ya no más... —dije lo último por lo bajo que mi voz se formó en un pequeño y sutil murmullo. Ladeé mi cabeza para buscar su mirada que notaba sobre mí —iremos a un lugar donde me gusta cazar, la sangre es más exquisita cuando está caliente y excitada... —dije en un tono seductor, mientras desviaba su mirada para ver el lejano bosque pero a la vez no veía a este, sino que en mi mente visualizaba aquel lugar que mencionaba mientras indicaba a Devil que avanzara desviando el camino que iba a tomar para ir a mi palacio y dirigirnos hacia el burdel, pero iba a asegurarme de no entrar a aquel lugar por el momento, sino a cazar a las afueras del establecimiento, pues por mi parte yacía algunas horas que me había alimentado pero el nuevo pasajero necesitaba nueva reserva y yo le enseñaría a atrapar una sin necesidad de usar sus colmillos.

En el transcurso del camino le escuchaba hablar y continuaba haciéndome cuestionamientos a los cuales guardaba en mi mente mientras mantenía la mirada fija al camino lluvioso y empapado. Su pregunta acerca de la soledad me dejo hundido en mi pensar; sí, yo era un ser solitario, pero no me gustaba serlo, no por mucho, de vez en cuando me gustaba conocer a una persona y entablar conversación con ésta en alguna taberna, biblioteca o restaurante, pero jamás llevaba a un mortal u otro ser que no me incitara confianza a mi casa, pero él era la excepción. Era un joven iniciado en el mundo inmortal, y su compañero ahora estaba lejos ¿Lograría valerse por si solo sino lo tenía a su lado? Por lo que vi del cazador con sus colmillos no lo creo. Me daba cuenta que este chico tenía cosas por aprender, y alguien tenía que enseñárselas hasta que su compañero volviese. —No disfruto de la soledad —alcancé a responder una vez que terminó de hacer aquel cuestionamiento, pero no le dije lo que pensaba, el qué creía o el porqué lo decía.

De nuevo el silencio, espero no haberlo intimidado nuevamente era lo menos que quería hacer en ese momento hasta que al fin volvió a entablar palabras. Sacudí mi cabeza un poco para retirar los mechones de mi rostro al sentirme incomodo con el cabello mojado en la piel y viré únicamente la mirada a los edificios que nos rodeaban mientras agudizaba mis sentidos para percibir la música del burdel que avisaba que nos estábamos acercando así deteniendo al caballo un momento. —Lo sabrás a su debido tiempo —murmuré mientras mantenía la mirada fija en una persona que caminaba en las sombras sospechosamente, se trataba de un ladrón que recientemente había asesinado a alguien en aquel callejón que se encontraba alejado a mi izquierda. Mantuve la mirada fija en el sujeto que se alejaba mientras Hero continuaba hablando y ladeé mi cabeza cómo un niño que había visto algo que le llamo la atención y le entraba curiosidad. Deje que Hero advirtiera aquel gesto y sin avisar me baje del caballo. Cómo un vampiro, sabía que Hero igual debe saber qué era lo que había llamado mi atención y tenía que percibir la esencia de aquel malvado que tenía hecha su fechoría recientemente, así que su corazón aún estaba latente y un mortal con la sangre hirviendo en sus venas por el pecado que cometió eran los que más despertaban mi apetito y supuse que a Hero le encantaría cazar a un ser así. —este es tuyo, ¿sabrás cómo atraparlo? —le cuestione volviendo a él para mirarle fijamente.

PD:

por Invitado Miér Abr 29, 2015 12:00 pm

“Su risa se asemejaba al ruido rasposo de la lija y el dolor”

No quise refutarle, aunque sin duda quería hacerlo, quería gritarle todas las cosas que tenía en mi cabeza y que me acallaba porque no tenía otra salida más que aferrarme a ese caballo y contener las lágrimas hasta volver a estar en la cueva que era mi cama, entre sabanas y gruesos cubrecamas que me protegían de todo lo exterior. Sus ojos parecían burlarse de mi cada tanto. No me entendía y en mis adentro, mis voces conversaban. “¿Quién podría entenderte?” “Solo logras molestar a todo lo que te rodea”. Sí, sí, tenían razón y por ello me acurruqué despacito, intentando no tocar demasiado su espalda. Por un momento quise asentir, pero la curiosidad me embriagó como mil litros de sangre y estiré el cuello tanto que parecía una jirafa desnucada. — ¿Excitada? Bueno, sí, tiene razón. Cuando la sangre está caliente el sabor es más intenso. ¿Por qué será? ¡Qué bueno que no mates a lo que se cruce! Yo no entiendo por qué muchos hacen eso. No es tan difícil elegir, sorprendentemente la gente mala abunda. — Explicaba como si fuese todo un experto en la materia, a su vez que me relajaba y mis piernas se quedaban zarandeándose para los mismos lados que el caballo, siendo que antes estaban apretujadas contra la parte de atrás de mis piernas, como queriéndome hundir en mi propia piel. Aquel hombre me exasperaba, tenía demasiados sentimientos encontrados, el miedo y la tranquilidad eran un vaivén constante.

Siempre que me encontraba cómodo, alguna palabra extraña me hacía encoger. Caricias y golpes era lo que me estaba dando y era curioso, porque me agradaba. Le dediqué entonces una sonrisa a medias y miré al frente, pensando en el lugar al que iríamos. Me preocupaba estar lejos de mi casa, todo estaba haciendo que tenga pavor, pero era el olor a sangre tibia lo que me mantenía pegado. Y claro que la curiosidad de saber sobre muchos mundos también estaba presente. Quizá no supiera mucho de historia, a decir verdad era ignorante en muchos sentidos, sin embargo me gustaba escuchar las vivencias de los letargos. — ¿Y entonces para qué está solo? ¡Ah! ¿Por qué no me hablas? Umghh… — Me quejé como un revoltoso, mordisqueando mis labios a medida que me afirmaba que no me diría su nombre. No podía parar de cuestionarme todos los ‘porqué’ existentes. No llegaba a ninguna conclusión, él no me trataba mal, no parecía estar disgustado y al mismo tiempo no me hablaba. ¿Quizá estaba intimidado? “Ni tu sombra podría estarlo” Me contesté y gruñí bajito, distrayéndome al instante por aquel señor que pasaba. Su aura destilaba el color de lo corrompido. Yo no podía leer pensamientos, no había nacido con esa habilidad, pero podía comunicarme con la forma y el color de las auras. Cuando eran intensas y de un color simétrico era una persona pura. Cuando se notaban inestables y rajadas era alguien que había pecado.

Asentí algo dudoso, simplemente lo hice porque sabía que tenía que alimentarme, pero no estaba seguro si en ese instante me saldría atraparlo, en realidad estaba bastante incómodo y temeroso. Estaba tan mojado que el mismo cuerpo me pesaba de más. Me bajé tras él con lentitud y trabajo, terminado sobre uno de los millones de charcos de agua que había. Sacudí mis cabellos y antes de poder hacer nada miré a los ojos al ser de mechones rojos. ¿Me contaría por qué tenía así las hebras? ¿Por qué se cubría parte del rostro? — ¿Cómo piensas que sería mejor hacerlo? En realidad hay gente por los lados, no estoy seguro de que me salga disimuladamente. Odio hacer esto… Es tan difícil. ¿Tú cómo lo harías? — Consulté con los dedos apretados unos con otros. Solía encaminarme sin mirar a mis presas fijamente, pues me daba pánico, y luego me ponía a entablar conversaciones algo tristes y obligarlos a acompañarme a un callejón. Tenía el poder de la seducción que me ayudaba bastante, ya que sin éste la gente no tendría tanto interés. Estaba en dudas de si funcionaría esa vez, no tenía que confundirme siquiera en un solo paso. Pero empecé a seguirle, despacito hasta que la calle se despejó. Las luces estaban muy tenues así que apenas podía divisarse lo que pasaba a unos metros de distancia. Los nervios me consumían junto con la música que salía de adentro del local donde el sexo era pagado. Bufé penosamente mirando de reojo al inmortal que me acompañaba. ¿Debería desmayarlo de un golpe? ¿Hablarle y engatusarlo? Quizá él lo hacía con los gritos expuestos de las personas. Como fuese, en mi rostro estaba dibujada la expresión de la angustia.

por **Angelo Ange D' Le Rose** Vie Mayo 01, 2015 10:32 am

Lo observé bajar con esos movimientos lentos y torpes cómo si tuviese miedo que el caballo se moviera bruscamente y lo tumbase, le seguí con la mirada hasta que quedo de pie en el suelo entre charcos; la lluvia comenzaba a disminuir poco a poco pero sin llegar a acabarse y entre las gotas que caían en su persona lo contemplé, lo exploré y al final lo escuché. Mientras ponía atención a sus palabras viré mi cabeza para explorar con la mirada el lugar cuando indicaba que habían personas en algunas esquinas de las calles, pero ante la lluvia era obvio que se adentrarían al lugar más cercano, y el burdel no sería la excepción, sí, muy pocas personas están afuera pero estaban tan ocupadas en lo suyo con las mujerzuelas que no se dan cuenta de lo que ocurre a su alrededor. ¿Cómo lo haría? Una pregunta tan simple hacia un inmortal de tres siglos de edad. Pensé un poco en cómo haría para mostrarle a aquel jovencillo mi forma de cazar, seguro no le gustaría que lo viese cuando se alimenta sino me ve alimentarme a mí igual, bueno, una presa más no me haría mal; tomé las riendas de Devil mientras volvía a acariciar su cara para relajarlo, podía sentir que temblaba por el frío que se producía aquella madrugada y lo encaminé hacia la acera, cubriéndole de la lluvia para que no enfermara.

Deje al caballo descansar y me dirigí con Hero a seguir a aquel malhechor; mientras caminaba podía notar su nerviosismo ¿siempre era así al cazar? ¿por qué debería tener miedo? no, yo no diría que fuese miedo, sino —Inseguridad —pensé en voz alta. Habían veces en que al estar tanto tiempo en silencio mi mente me jugaba malas pasadas que me hacía decir una que otra palabra al aire mas mi mirada no desvarió, continuaba atento a lo que iba a suceder, tranquilo y relajado pues la presa no sabía que estaba siendo acechado. Me detuve en seco advirtiendo que el sujeto se detenía para sacar un cigarrillo y llevarselo a la boca —conducelo al callejón —indiqué, murmurando sabiendo que él me escucharía aún si mi voz era muy baja—. Usa tu habilidad de seducción para convencerle, él va tras quien le brinde oro no es necesario atacarlo desprevenido, sólo deja que te vea. —Viré mi cabeza para mirarle fijamente al decirle aquello—, ¿o prefieres que te muestre cómo cazar sin utilizar los colmillos? —Cuestioné, y sino; lo cazaría para él, lo engatusaría para él y su sangre sería sólo para él. Pero no creo que le gustaría aprender en ese momento si el hambre lo estaba consumiendo, no creo que fuese el momento para una clase de cacería; quizá aquel consejo de guiarlo al callejón funcionaría y el saciaría su apetito por esa noche.

por Invitado Lun Mayo 04, 2015 12:32 am

“Temblores que recorren por el simple acto de amar”

Sus ojos me perseguían y empezaba a ofuscarme de tal manera que deseaba acurrucarme allí mismo, cubriéndome la cabeza con ambas manos. Pero él de alguna forma estaba insistiendo en caminar detrás de aquel hombre, muy bien, sí, eso estaba bien, era comida y yo tenía hambre. Le seguí en lo que me frotaba, intentando quitar las gotas que caían una y otra vez sobre mi rostro ya empapado. Y fueron segundos después cuando su palabra suelta y sin contexto, pero obviamente dirigida a mí, me hizo saltar. Me quedé helado con ambas manos pegadas sobre el pecho, apretando los dedos contra la palma, mirándole fijamente por unos segundos. En mis cejas alzadas y mis pestañas completamente tiradas hacia los lados estaba escrita la pregunta “¿Por qué? ¿Qué hice?” — Perdón. — Salió al final, pues no tenía ninguna clase de discusión para hacer con respecto a ello. Parecía como si me hubiese tomado y leído por completo la mente. No dudaba de que pudiese hacerlo, pero, debería habérselo guardado, pues ahora, la angustia y el miedo a que pudiese escuchar mis pensamientos me perturbaría a grados casi demenciales. —No leas mi mente por favor. Es de mala educación. — Me quejé avergonzado, mirando al suelo en lo que aceptaba sus indicaciones y me mordía el labio de abajo. No podía ser tan difícil, cazar a alguien en pleno centro y tener que matarlo luego. Claro. No. No debía ser tan complicado. Intentaba convencerme a mí mismo. Pero se podía observar que no estaba sucediendo, pero tampoco quería molestarlo tanto, suficiente había hecho al llevarme lejos del cazador.

— No pasa nada, voy a hacerlo. Quiero que sea rápido, odio la lluvia y… Creo que empezará a tronar. Cuando el agua se detiene, la luz amenaza. — La lluvia estaba parando, pero no con ello el cielo estaba volviendo a la normalidad, por el contrario, se notaba la inestabilidad, las nubes rosas y turbulentas. Y estar a la intemperie con los rayos y truenos no era algo que me gustaba. Le temía, odiaba los ruidos fuertes, el color blanco desparramándose como haciendo de sol y luego el crujido. Solo pensarlo me hizo temblar despavorido y me encaminé forzosamente a aquel señor que denotaba el aura turbia y malvada. Mis movimientos se hicieron fuertes a medida que me acercaba más al callejón. Él estaba a solo unos pasos, por lo que tomé la billetera que estaba en mi bolsillo interior y me puse a mirar unos momentos los billetes dentro, haciendo un ligero sonido dulce con los labios, como si fuese que acabara de ganarlos. El sonido no tardó en llamarle le atención y cuando alcé los ojos éste estaba fijo sobre mí. No tenía miedo, mucho menos pena o pesar. Después de todo era una persona sumamente egoísta. No me gustaba hacer el mal, pero tampoco me importaba mucho si tenía que matar a alguien que ya había pecado. Puse entonces toda mi cara de terror y me guardé el objeto nuevamente, mirando a los lados, yendo al callejón como si con eso buscase una salida. — L-lo acabo de ganar, por favor. — Supliqué dando pasos ligeros, estaba temblando de los nervios. Lo tenía allí, justo para hacer lo que aquel inmortal me había dicho, sin embargo, el ruido claro de las demás personas recorriendo, me asustaba. La simple situación de ser visto estaba aterrándome. Y entonces no fue necesario actuar, quería salir de allí de verdad. Un foco de luz se apaisó sobre las calles de piedra. Era un rayo que estaba a punto de hacer colisión junto con un trueno. Mis ojos se abrieron como si estuviese a punto de morirme. Y me apoyé sobre la pared sucia y mojada que estaba detrás de mí. Como fuese, había logrado conducirlo al callejón. Ahora nadie podría sacarme de allí. — No quiero hacer esto más. Me quiero ir de aquí. — El murmullo se escapó melancólicamente cuando el sonido se dejó escuchar. Las gotas ya no caían, apenas era una cortina fina. Pero no por eso menos peligrosa. Cubrí entonces mi cara o más bien mis orejas y cabeza entera y me olvidé completamente del hombre que con un cuchillo estaba apuntándome. Aparentemente iba a robarme y a apuñalarme. Eso no le sería tan fácil, aún con el clima de su parte, no permitiría que me quitaran más sangre de mi cuerpo. Suficientemente poca ya tenía. — ¡No me hagas daño! — Grité dejando salir aquel poder de la seducción, pero no supe si había funcionado, tenía los parpados muy apretados. Sabía que empezaría la tormenta, pero había pensando que tardaría un poco más en llegar.

o0o:

por **Angelo Ange D' Le Rose** Miér Mayo 13, 2015 5:18 pm

—No es necesario leer tu mente —Respondí, pues era verdad; sus acciones, su intimidante actitud daban a entender que no estaba seguro de poder usar sus habilidades como vampiro, no estaba seguro de lo capaz que podía llegar hacer, supongo que como un chiquillo recién creado aún no supiera como usarlas. Alcé la vista un poco al escucharle decir que no le agradaba la lluvia, fue típico haber escuchado eso, pues he de ser de esas personas que les gusta lo que a los otros no. Pero quizá no era la lluvia en sí, sino los efectos que producía la misma; es como el miedo a la oscuridad, en realidad no se teme a ésta sino a lo que puede estar acechando entre las sombras. Desperté de mi trance al advertir que el joven ya se encontraba dirigiéndose a aquel sujeto, observé con detenimiento su andar y el cómo sacaba la billetera, me encamine a las orillas del edificio caminando entre las sombras que la luz del cielo oscuro combinado con las velas de aceite de los faroles producían, estuve alerta de lo que podría llegar a suceder, y cuando se dio la vuelta hacia el callejón observe cómo el ladrón lo comenzó a seguir. No tenía en mente esa idea pero supuse que le saldría bien, eso creí. Mantuve mi andar calmado y lento hasta llegar a la esquina del callejón y en eso advertí la luz del rayo a lo que me sobresalte un poco no por el efecto y sonido del mismo sino por lo que había pasado con Hero, comprendí que lo que quiso decir en ese momento sobre la lluvia, le temía a los rayos, a todo efecto de estos; sin darme cuenta, sentí la ira invadir mi cuerpo y mis ojos abrieron paso a una vista roja, la sangre comenzaba a "activar" mis habilidades, sentí que me estaba enojando con él, pero tenía que comprender el porqué su actitud, lo tenía ya a punto de tomarlo y matarlo y dejo que ese humano le amenazara con el arma blanca. Comencé a sentir el cuerpo ligero, pues quería correr, lo deseaba. Mi corazón se apretó con mi pecho, los latidos comenzaron a producirse de sobre manera aunque no necesitasen hacerlo, y la sangre interna en mí me excitó por completo. Entonces fue de pasar unos mini segundos para estar detrás del hombre, si el joven vampiro había percibido mi presencia o no, ya no era de mi interés si se sorprendía de la velocidad de mi cuerpo. El hombre, sé lo que sintió, como un mortal siente la presencia de algo detrás de él, y tan rápido como la sensación de miedo recorre su cuerpo sin aún saber que lo acecha, así como un animal percibe la esencia de que alguien le observa y su corazón comenzaba a latir como si este se le fuera a salir. Entonces lentamente decidió voltear. Nerviosismo, miedo, ansiedad, tantas emociones se le juntaban, podría darle un infarto en ese momento si lo que había visto hubiera sido algo sobrenatural a sus ojos, aunque así lo fuera él creería que yo sería un simple humano. Me miraba a los ojos, mi persona le intimido en segundos, se quedó completamente quieto, temblando, cómo si un murciélago hubiese paralizado a su presa pero no apartaba el arma que tenía dirigida hacia Hero pero era obvio que ya no podía hacerle nada si su cuerpo no le respondía. "¡Sino lo haces tú lo haré yo, Hero!" Me comuniqué con él por medio de la mente, que aprovechara ahora para matarlo o si iba a seguir congelado de miedo por unos simples efectos de la naturaleza, entonces lo mataría yo. El efecto de los truenos había cesado y la lluvia comenzó a volver a reciar, esta vez podía comprender su enfado de la misma, ya no estaba llorando, ya no había tristeza en ella, sino algo más que simple melancolía.

~Ang~:

por Invitado Lun Mayo 18, 2015 11:50 pm

“No quiero seguir, no me obligues a enfrentar mis miedos”

En general mi piel era blanca como el mármol, lucía unos ojos extravagantemente largos y brillosos, con cejas pobladas como uno de esos muñecos que vendían en las tiendas para niños. Pero ahora los labios gruesos y mullidos estaban hechos una línea quebradiza en el horizonte. Mi pecho estaba partido al medio por el terror de aquellas luces en el cielo. Iban a venir a matarme, me destrozarían cuando una de ellas cayera sobre mi cráneo y terminaría hecho cenizas de una vez por todas. No estaba tan mal, después de todo nunca tendría que haber nacido como vampiro, no estaba capacitado para serlo. Mi humanidad -que nunca había sido apreciada por mi memoria- se veía indigna dentro de mi cuerpo, batallando por cobrar la venganza del pasado, provocándome así las pestilentes hazañas que no me permitían terminar de matar a aquel humano que emanaba odio total desde su aura. ¿Qué es lo que le habría sucedido? Pensaba tristemente a medida que me acercaba el cuchillo más en el rostro y a su vez terminaba aprisionándome contra la pared mojada, dejándome sucio, aún más de lo que ya estaba por el barro que se había impregnado en mis pantalones. Gruñí por lo bajo y antes de que estuviese a punto de hacer algo, aquel inmortal de hebras rojizas se dispuso a asaltar al hombre. Pensé que lo mataría y así podría esconderme entre sus brazos y me llevaría a otro lugar. Sí, quería estar bajo techo y con la piel seca. Sin embargo él no parecía estar dispuesto a hacerme las cosas fáciles.

Lo tenía apresado, la rapidez de aquel hombre me había hecho saltar en mi propio sitio y sin duda alguna no me dejó pensar. Me sentía angustiado, quería dejar salir más lágrimas sobre mis mejillas, pero por el contrario, tomé aquel arma blanca de las manos humanas, fue casi con delicadeza, como si no quisiera dañarlo. Sin embargo me hallé a mí mismo haciendo un tajo largo sobre aquel cuello y hombro. La sangre brotaba y aquel ser estaba paralizado de una manera horrible, parecía no saber qué es lo que estaba ocurriendo. Y la verdad es que no lo necesitaba saber, le abracé, pasando mis brazos también cerca del inmortal, como si quisiera asegurarme de que no se iría mientras yo comía. Mis dedos estaban hundidos en las telas del más antiguo y mis dientes romos estaban de igual forma en la carne palpitante. Succioné con fuerzas, no me importó que fuese a morir rápido. Yo no necesitaba vaciar por completo a un viviente para saciar mi hambre, me había acostumbrado con poco y el otro parecía que ya había tenido su ración de la noche, pues aunque se notaba agitado con el elixir rojo, no le había penetrado, por lo contrario, me lo había dejado entero para mí. Mis piernas estaban temblando, las luces del cielo cada tanto volvían para ser seguidas de un ruido cruelmente bajo. Y aún así no me distraje, tomé hasta que el momento de la muerte llegó y entonces me alejé toscamente, buscando los orbes ajenos, desesperado por salir de aquel lugar. Siquiera había tomado las precauciones de no ensuciarme, por lo que el escarlata caía por mi barbilla. — ¿Podríamos irnos de aquí por favor? No quiero… No quiero estar más en este lugar. — De manera obediente le pedí, buscando agarrarle la tela de sus ropas por un costado una vez más. En absoluto la estaba tironeando, tan solo sujetaba, quizá era temor a que se marchara y me dejara entre medio de la tormenta y la muerte. O quizá simplemente no quería quedarme solo. Busqué en uno de mis bolsillos un pañuelo, estaba completamente empapado pero servía para quitarme lo sobrante. Con lo cual mi cabello comenzaba a tomar un volumen un poco más mullido y la textura de mi cara se asemejaba más a la de un humano corriente. Siempre era un sentimiento de vivir cuando terminaba de comer y era por eso mismo que no podía disfrutarlo tanto. Pues sentía la muerte siempre acariciándome los talones. Y esperé, busqué una respuesta en aquel sobrenatural que había agitado su ser para ayudarme y aunque me vería en deuda con él luego. Por ahora, estaba esperando más de sus atenciones hacía mí.

por **Angelo Ange D' Le Rose** Lun Jun 08, 2015 2:31 am

¿Cuanto miedo podría contener un ser, cuando este es un inmortal? Creo que debía entenderlo, no podría olvidar mi primera cacería cómo un no-muerto en donde el miedo me invadió por primera vez al haber matado a un mortal para después transformarse en un deseo insoportable por querer seguir bebiendo más. Pues una vez que pruebas la sangre por primera vez, desearás continuar bebiendo hasta llenar; era como una droga. Pero es obvio que él no tenía miedo de aquel hombre, no temía por su vida que le arrebataría, sino que le temía a los simples efectos de la naturaleza, cómo un niño, que teme a los rayos en una noche de tormenta, ocultándose debajo de sus sabanas sintiéndose algo protegido bajo éstas. Así era como lo había notado, cómo aquel niño asustadizo, después de una historia de terror para no dormir.

El modo en que desgarró el cuello de aquel malhechor me sorprendió de cierto modo, tan poco elegante, pero era comprensible, con la falta de colmillos pregúntate cómo podrías alimentarte de la forma adecuada; aunque yo lo sabía, había otras maneras aparte de los colmillos, y esa otra manera era algo que yo ocultaba bajo la tela de mis manos enguantadas. Sentí el cómo se aferraba a mi vestimenta con una de sus manos mientras abrazaba a su presa, baje la mirada para notar el cómo me tomaba, en ese momento pude haber pensado que me rasgaría la ropa, tal vez hasta el punto de romperla, eso si me molestaría bastante pero no era el momento para reprocharle, el chico estaba en un trance de hambruna y no era buen momento para asustarle más. Al terminar, observé cómo aquel joven soltaba el cuerpo vacío de vida y dirigí la mirada a él cuando sentí sus ojos sobre mí; ah sí... el éxtasis fusionado con el miedo y ansiedad, la lluvia no dejaba de cesar y ya me estaba sintiendo molesto por la humedad al momento que volvió a tomarme de la ropa. —En ese caso, ya es hora de irnos —comenté tras escucharle suplicar que nos retiráramos mientras contemplaba ahora su rostro un poco más vivo por la sangre que había bebido.

Instintivamente eleve mi brazo derecho al acercarme a él más, haciendo que sus brazos al tenerle aferrado a mi vestimenta se flexionaran, rodeé mi brazo por detrás de sus hombros y caminé con él hacia la salida del callejón, había apresurado un poco el paso para cruzar la calle y al llegar donde había dejado a Devil, le solté para ayudarle a montar al caballo y al hacerlo, subí después yo ahora tomando el lugar trasero, rodeando mis brazos a cada lado de su persona y tomar las riendas del animal e indicarle que comenzara a avanzar, alejándonos de aquel lugar y emprendiendo el viaje a galope hacia mi hogar.

PD::

por Invitado Sáb Jun 13, 2015 6:08 pm

¿Quién iba a decir que el miedo podía corromperme desde el exterior de mi cuerpo hasta el más profundo sócalo de mi interior? Aunque quizá, la mayor de mis incógnitas, era, ¿desde cuándo me asustaban aquellos ruidos dispares y los colores blancos y fuertes carcomiendo el cielo oscuro? Sí, porque para mí jamás hubo un cielo celeste, solo podía verlo en pinturas y no recordaba haberlo divisado jamás frente a frente. En realidad, tenía sueños, algunos muy burdos y otros más extensos. Los fáciles eran dolorosos, caminar por las escaleras de la casa del oeste del mundo, abrir una puerta y el cielo rompiéndome los ojos. Mi cuerpo no se hacía cenizas, pero me dolían, ¿acaso había vivido en la oscuridad desde siempre? Lo mismo pasaba con las tormentas, siempre estaba solo cuando podía recordarlas, eran tortuosas, porque las paredes eran de algunos milímetros, de un material extraño y modesto. No había a donde huir, ni de los colmillos, ni de nada. Ah, sí, esa era la razón, aunque no podía recordarla. Esa noche en donde seguía teniendo mi tediosa humanidad, en donde existía una familia; había estrepitado una tormenta y con ella, la figura de quien sería mi futuro padre y cuidador. Años había tardado en convertirme. Y con el tiempo en Paris al fin había notado que él solía borrarme pedazos de memorias para no dañarme, sin embargo jamás había logrado hacerse con el terror de los rayos espectacularmente blancos. Una pena, era una de las mayores molestias que tenía. Y fue un alivio saber que aquel pomposo vampiro de cabellos largos y estrafalarios comenzaba a tomar en cuenta aquel pequeño tic que estaba teniendo en mis faroles cuando las lágrimas rosadas se deslizaban hasta el mentón.

— Esto es una tortura, ¿no lo crees también? — Agonicé intentando limpiar mí manchado rostro, el dulce y jugosos elixir me empapaba por completo, pero las gotas ahora lentas que caían desde el firmamento me querían asear un poco. El suelo se teñía como así las paredes de piedra de los costados. Dejar al muerto ahí no era prudente en lo absoluto, lo había desgarrado por completo, me las había hecho con su cuello como una bestia. Lo cual, podía hacerse pasar como un animal del bosque. Aunque no estaba seguro de ello, sin embargo un nuevo estruendo me hizo saltar como rata temerosa. Mis dedos largos y escandalosos se aferraron un poco más a esas ropas que estaban casi tan mojadas como las mías. Sí, sin duda la lluvia no era una buena compañía para quienes querían permanecer elegantes el mayor tiempo posible. Suspiré y observé al caballo, aquel hermoso y pobre animal estaba mojándose a más no poder, terminaría resfriándose si así seguía. — ¿Se quedará ahí? Ah… Estoy realmente saciado. — Asentí entre murmuros torpes, dejando que aquel extraño abrazo se diera sin problemas y la risa escapó de entre mis labios. Era una nerviosa, empero dulce al mismo tiempo. Solía pensar que no debía confiar en nadie, en realidad, es lo que siempre me decían; intentaba huir de todo vampiro mayor que yo, incluso de humanos que resultaban sospechosos; pero al final, los problemas siempre me buscaban y como en aquel momento, terminé exactamente en la posición que él buscó, acurrucándome cómodamente en el bello animal que comenzó a cabalgar sin atraso alguno, parecía que ese día sería sumamente entretenido. Mucho más que estar en mi propia casa observando como la soledad y la molestia de un cuervo me golpeaba una y otra vez. — Me pregunto si tendrás una chimenea encendida… Mi ropa quedará mojada para siempre, ¡ah! — Salté por la luz que me avisaba del sonido y hundí mis ojos en un costado del brazo ajeno que estaba sujetando las cuerdas del caballo. Aquellas fueron mis últimas palabras hasta llegar al lugar, temía despertar los rayos más fuertes que antes con mi habla molesta, demasiado agitada y vertiginosa. Y la verdad un techo sobre mi cabeza sería una de las mayores comodidades que podría desear.

CERRADO:

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