AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nadie es lo que parece [Atenea Onisse]
2 participantes
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Nadie es lo que parece [Atenea Onisse]
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Atenea Onisse.▲EDAD▲
24 años.▲ESPECIE▲
Humano.▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase alta.▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual.▲LUGAR DE ORIGEN▲
Peloponeso, Grecia .Se trata de una joven que varia de estado de animo con mucha facilidad, aunque sabe disimularlo bien. Es ambiciosa, altanera, oportunista, y decidida. No tiene remordimiento, así como tampoco suele tener compasión. Disfruta ayudando, pero sólo cuando tiene algo que pueda ganar a cambio. Ella dice que no siente nada, porque la mayoría del tiempo busca la forma de bloquear lo que hay en su interior. Para ella sentir es debilidad, y no va a correr el riesgo. Es un alma solitaria, una que busca poder salir de ese hoyo negro en el que sabe está cayendo más y más. Sin duda alguna es una excelente actriz, pero también una excelente costurera, y de eso se agarra para poder salir a flote sin que nadie sospecha de ella. .
Tiene tan sólo cuatro años. Duerme entre dos personas mayores, aunque no increíblemente ancianas. Su abuela abuela Agatha la abraza antes de quedarse profundamente dormida, su abuelo Aetos ya ha dormido hace un par de horas, pero ambas mujeres miran al techo, mientras que la abuela cuenta a la pequeña cuentos, pero no son fantasía, son realidad.
“Eileen y Erasmus son dos jóvenes que desde antes de nacer se han comprometido. Sus familias poseen una cantidad desbordante de hectáreas, en las mismas se producen muchos alimentos, los cuales son vendidos a los mejores postores, y transportados a muchos lados del mundo. Su negocio llevaba generaciones, y sus enlaces matrimoniales también. Fue así, desde pequeños su consentimiento, y la convivencia diaria lo que les hizo acostumbrarse, aceptarse, y enamorarse. Ni siquiera había cumplido los diecisiete años su madre, cuando se casó, y a los pocos meses después la pequeña Atenea nació. Su nombre debía ser llamativo, imponente y emblemático, cómo ella, porque de esa manera jamás pasaría desapercibida. Atenea fue adorada pro todos al nacer, incluso poro aquellos que habían perdido en la guerra por tener su mano, su compromiso. Tanto amor, tantas riquezas y tanta bondad no podía ser desperdiciado.
Cuando nació, el pueblo entero celebró, y la pequeña tuvo regalos por doquier, algunos que ni siquiera a los cuatro años de edad había utilizado. una pequeña niña no necesita más que a sus padres, y ellos lo sabían bien, por eso el poco y contado tiempo que tuvieron con ella, lo supieron aprovechar, y repartieron tonto como pudieron para dejarles el recuerdo, la semilla y la esperanza en ella. Algo en el interior de ellos ya sabía su destino, y aprendieron a aceptarlo con dignidad el día en que había ocurrido. Los padres de la pequeña murieron a causa de una enfermedad extranjera, una enfermedad que los consumió en un tiempo impresionantemente rápido. La niña no comprendía de su partida, pero no permaneció sola, para nada, hubieron quienes estuvieron con ella, la abrazaron, la amaron, y le educaron.
Atenta no tenía un final de cuentos, no era ni triste, no era feliz, no lo tenía, porque su vida seguía, y existían muchas cosas más por escribir en su cuento”
Así, todas las noches abuela y nieta quedaban dormidas, añadiendo palabras al cuento de su vida, formando una historia cargada de emociones, tristezas, alegrías, juegos, e incluso comidas tiradas a los animales. Todo en el pequeño libro de la vida de Atenea.
Lo cierto es que la figura de sus padres siempre estaría ahí, para ella. No existía día que su abuela no le hablará de ellos, y le mostrara sus retratos. Como cualquier niña de su edad fue educada a la perfección, también le fue brindada la educación intelectual tanto como la moral y la protocolar. No hubo nada que pudiera salirse de la linea con ella. Por el contrario.
Conforme iba creciendo, también su belleza iba apareciendo. Nadie podía pasar desapercibido aquello, la gracia que poseía, la elegancia, la belleza, y el rostro de inocencia. ¿Por qué no verlo? ¿Por qué no desearlo? Más incluso tomando en cuenta las riquezas que tenía sobre los hombros. ¡No había algo que estuviera fuera de su alcance! O quizás sí.
La edad aumentaba, y con eso también la exigencia de su vida. Con catorce años ya se encontraba preparada, lista para buscar un candidato a matrimonio, o al menos sus abuelos así lo deseaban, pero ella no. Su ambición, y sus deseos iban de la mano de algo muy lejano. Algo que nada tenía que ver con lo convencional. Atenea no deseaba casarse, aunque añoraba tener una familia, y no buscaba amor, porque ella no lo sentía, no lo conocía.
Así fue, como una tarde, en medio de la presión, el enojo, y el ruego de sus abuelos, la joven perdió el control de sí misma. Bastó con algunos pocos movimientos, y la ayuda de la edad entrada de los mismos, para poder acabar con sus vidas. Y no sólo eso, también hacerlos desaparecer del mapa, no dejar sospecha, que no hubiera si quiera una duda de lo que ella había ello. Dejar aquello en pedazos, no fue nada sencillo, menos con el peso ajeno y el propio. Los animales salvajes lo devoraron con rapidez. ¿Marcas de sangre? Tampoco existieron. La pobre Atenea atribuyó todo a un secuestro. Después de un tiempo sin poder tener respuesta del desaparecido de sus abuelos, salió de ahí. No sin antes dejar sus negocios en orden, con quienes pudieran atenderlos teniendo un generoso pago, y así fue que tomó el primer barco y viajó, viajó, y viajó, hasta encontrarse en una ciudad distinta, buscando encontrar ¿qué debía encontrar?
Su vida la enfocó en buscar respuestas sobre su interior. Respuestas que ya conocía, pero que buscaba ignorar siempre. En nombre de sus abuelos fundó un asilo de ancianos, más precioso, con problemas mentales (cómo ella), aunque en realidad todo es una simple mascara. Atenea tomó el gusto por la muerte y los asesinatos, así que los realizaba, y con ayuda de sus enfermos mentales, descuartizaba los cadáveres, los enterraba, o se los daba como alimento a sus animales salvajes.
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“Eileen y Erasmus son dos jóvenes que desde antes de nacer se han comprometido. Sus familias poseen una cantidad desbordante de hectáreas, en las mismas se producen muchos alimentos, los cuales son vendidos a los mejores postores, y transportados a muchos lados del mundo. Su negocio llevaba generaciones, y sus enlaces matrimoniales también. Fue así, desde pequeños su consentimiento, y la convivencia diaria lo que les hizo acostumbrarse, aceptarse, y enamorarse. Ni siquiera había cumplido los diecisiete años su madre, cuando se casó, y a los pocos meses después la pequeña Atenea nació. Su nombre debía ser llamativo, imponente y emblemático, cómo ella, porque de esa manera jamás pasaría desapercibida. Atenea fue adorada pro todos al nacer, incluso poro aquellos que habían perdido en la guerra por tener su mano, su compromiso. Tanto amor, tantas riquezas y tanta bondad no podía ser desperdiciado.
Cuando nació, el pueblo entero celebró, y la pequeña tuvo regalos por doquier, algunos que ni siquiera a los cuatro años de edad había utilizado. una pequeña niña no necesita más que a sus padres, y ellos lo sabían bien, por eso el poco y contado tiempo que tuvieron con ella, lo supieron aprovechar, y repartieron tonto como pudieron para dejarles el recuerdo, la semilla y la esperanza en ella. Algo en el interior de ellos ya sabía su destino, y aprendieron a aceptarlo con dignidad el día en que había ocurrido. Los padres de la pequeña murieron a causa de una enfermedad extranjera, una enfermedad que los consumió en un tiempo impresionantemente rápido. La niña no comprendía de su partida, pero no permaneció sola, para nada, hubieron quienes estuvieron con ella, la abrazaron, la amaron, y le educaron.
Atenta no tenía un final de cuentos, no era ni triste, no era feliz, no lo tenía, porque su vida seguía, y existían muchas cosas más por escribir en su cuento”
Así, todas las noches abuela y nieta quedaban dormidas, añadiendo palabras al cuento de su vida, formando una historia cargada de emociones, tristezas, alegrías, juegos, e incluso comidas tiradas a los animales. Todo en el pequeño libro de la vida de Atenea.
Lo cierto es que la figura de sus padres siempre estaría ahí, para ella. No existía día que su abuela no le hablará de ellos, y le mostrara sus retratos. Como cualquier niña de su edad fue educada a la perfección, también le fue brindada la educación intelectual tanto como la moral y la protocolar. No hubo nada que pudiera salirse de la linea con ella. Por el contrario.
Conforme iba creciendo, también su belleza iba apareciendo. Nadie podía pasar desapercibido aquello, la gracia que poseía, la elegancia, la belleza, y el rostro de inocencia. ¿Por qué no verlo? ¿Por qué no desearlo? Más incluso tomando en cuenta las riquezas que tenía sobre los hombros. ¡No había algo que estuviera fuera de su alcance! O quizás sí.
La edad aumentaba, y con eso también la exigencia de su vida. Con catorce años ya se encontraba preparada, lista para buscar un candidato a matrimonio, o al menos sus abuelos así lo deseaban, pero ella no. Su ambición, y sus deseos iban de la mano de algo muy lejano. Algo que nada tenía que ver con lo convencional. Atenea no deseaba casarse, aunque añoraba tener una familia, y no buscaba amor, porque ella no lo sentía, no lo conocía.
Así fue, como una tarde, en medio de la presión, el enojo, y el ruego de sus abuelos, la joven perdió el control de sí misma. Bastó con algunos pocos movimientos, y la ayuda de la edad entrada de los mismos, para poder acabar con sus vidas. Y no sólo eso, también hacerlos desaparecer del mapa, no dejar sospecha, que no hubiera si quiera una duda de lo que ella había ello. Dejar aquello en pedazos, no fue nada sencillo, menos con el peso ajeno y el propio. Los animales salvajes lo devoraron con rapidez. ¿Marcas de sangre? Tampoco existieron. La pobre Atenea atribuyó todo a un secuestro. Después de un tiempo sin poder tener respuesta del desaparecido de sus abuelos, salió de ahí. No sin antes dejar sus negocios en orden, con quienes pudieran atenderlos teniendo un generoso pago, y así fue que tomó el primer barco y viajó, viajó, y viajó, hasta encontrarse en una ciudad distinta, buscando encontrar ¿qué debía encontrar?
Su vida la enfocó en buscar respuestas sobre su interior. Respuestas que ya conocía, pero que buscaba ignorar siempre. En nombre de sus abuelos fundó un asilo de ancianos, más precioso, con problemas mentales (cómo ella), aunque en realidad todo es una simple mascara. Atenea tomó el gusto por la muerte y los asesinatos, así que los realizaba, y con ayuda de sus enfermos mentales, descuartizaba los cadáveres, los enterraba, o se los daba como alimento a sus animales salvajes.
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- Atenea sufre de esquizofrenia.
- Se casó una vez, pero al igual que sus abuelos, el hombre murió en sus manos, y alimentó con sus restos a los ancianos una noche que no había que darles de comer.
- Le gusta el color rojo.
- Le gustan las riquezas, y aunque tenga las suficientes, también busca quitarle a los demás, como una caza fortunas.
- Accidentalmente conoció el mundo de los sobrenaturales.
- En la vida real se hace pasar cómo una jovencita que da clases de costura.
- Se casó una vez, pero al igual que sus abuelos, el hombre murió en sus manos, y alimentó con sus restos a los ancianos una noche que no había que darles de comer.
- Le gusta el color rojo.
- Le gustan las riquezas, y aunque tenga las suficientes, también busca quitarle a los demás, como una caza fortunas.
- Accidentalmente conoció el mundo de los sobrenaturales.
- En la vida real se hace pasar cómo una jovencita que da clases de costura.
Atenea Onisse- Humano Clase Alta
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 03/02/2015
Edad : 34
Localización : Asilo de ancianos/Mansión
Re: Nadie es lo que parece [Atenea Onisse]
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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