Nadie puede y nadie nos separará ( Privado ) [Solveig]

“He visto muchos amaneceres y atardeceres pero ni huella de tu bello rostro…..”

Cartas escritas y re-escritas que nunca eran mandadas a quien supuestamente debían de llegar pues nunca se atrevía a mandarlas por correo con temor de que terceros leyeran sus más escondidos secretos. Bien cierto es que ahora solamente en una persona confiaba y esa persona estaba en cama por una fiebre repentina. Un hombre que había estado ayudando a otro hombre. Una persona que le ayudo a sobrevivir en su estancia en Francia a la espera del día esperado para poder envalentonarse y poder alzarse en la búsqueda de su hijo y esposa.

Dieter cuidaba mientras del hombre que le ayudo a adaptarse a la nueva vida si quería recuperar a su familia mientras pensaba sentado en una de las muchas sillas alrededor de una mesa llena de planos y papeles con escritos y pensamientos. Las ventanas a medio abrir estaban cubiertas con espesas telas que oprimían la entrada del sol, pero quien lo había estado protegiendo en realidad insistía siempre en no levantar las gruesas capas de tela de las ventanas. Él mismo aprendió a saber cuándo poder verse en público y cuando no; él mismo tuvo que aprender a saber cuándo o por donde ir cuando la luna le hacía cambiar de forma cada X tiempo. El inmenso poder que le brindaba estar en esa forma era incalculable, lo controlaba y lo dejaba salir cuando la luna aclamaba la noche con su forma redonda y plateada, aprendió a saber tener confianza en uno mismo, a pensar que jamás haría daño a nadie.

Dieter, líder de uno de los últimos poblados vikingos estaba ahora en el interior de un modesto hogar intentando escribir una carta para su amada esposa. Uno de los retratos a carboncillo que hizo cuando aún podía oler el agradable aroma de su cabello cuando dormía a su lado, durmiente, su bella durmiente él aprovechó para retratarla con apenas habilidad pero con similitud pudo hacer todo lo que pudo, él la dibujo para retratarla en la eternidad y ahora, estaba frente a una hoja en blanco con tan solo una línea escrita…Eran tantos sentimientos a través de los años que seguramente, podría él haber quedado en el olvido de su familia. Suplicaba que así no fuera. Suplicaba que aún estuviera a tiempo de enmendar el error que cometió su maldito suegro al separarlo de su mujer y de su hijo el cual ahora sería todo un hombrecito.
Su semblante serio ahora se puso fijo en el horizonte sin intención de observar nada a cambio. Él mismo supuso la terminación de aquel estado ausente, su mente pensó en el momento del re-encuentro nuevamente con su esposa, su hijo, su familia. Pesado podría parecer, pero el viejo al parecer no saber qué hacer o cuando parar con su  determinación de destruirle su vida familiar, Dieter tendría al menos que seguir intentándolo, tendría que seguir intentando recuperar a su familia.

-¡Cuidado! – Dijo Dieter cuando este se encaminaba en una caminata hacia los interiores de los bosques, creyéndose que llegaba a tiempo, vio a la mujer caerse sin previo aviso. Para su sorpresa parecía que los dioses le habían sonreído de lado a lado. No se lo creía. ¿Cuál era ese rostro que le era familiar a la distancia? Procurando en acercarse un poco más para ver el rostro de dicha dama, ya estando cerca su alma volvió y regreso de la Valhala. No lo creía. No, era casualidades del destino que hubiera pasado así. No podía ser posible. ¿De verdad era ella o era Sylmeria?

- ¿Sy-Sylmeria? –Pregunto con duda en su voz, pero no, recordaba que Sylmeria tenía una pequeña cicatriz en el rostro y la mujer que veía no tenía nada en su bello rostro – So…. ¿Solveig? –Su voz sonó quebrándose al paso que las silabas salían de su boca, no podría ser verdad - ¿SOLVEIG? –acercándose rápidamente hacia quien creía que era su esposa, la ayudo con cuidado, se recogió los cabellos largos en una coleta a media altura y sacándose la chaqueta de su cuerpo la doblo colocándola debajo de la cabeza de Solveig – Solveig….amada mía –Murmuraba, le abrió la cuenca de los ojos con cuidado, parecía que estaban dilatados, eso significaba que estaría aun mareada o con un poco de la conmoción – Solveig…Solveig…-murmuro rápidamente en su oído, también algunas palabras que ambos sabían en privado, susurrantes como caricias en la cavidad de su oído.

Nada no reaccionaba.

Volvió a colocarse la chaqueta como era debido y la cogió en brazos, con paso lento y cuidadoso de no tropezar con la tierra malformada del suelo, se acercó a un pequeño riachuelo en el que podría despertarla…si es que lo hacía. Tras dejarla tumbada sobre la hierba de nuevo, tomó un pañuelo que había escondido en el interior de su bota izquierda y lo mojo en el riachuelo lo bastante para ponerlo un poco sobre encima de Solveig. Sonriendo a malicia, estrujo el pañuelo mojado sobre el rostro femenino que cubrió en su mayoría todo el rostro. Asustado le tomo el pulso, tenía estable y enseguida comenzó a moverse hacia atrás, parecía que su esposa se había movido pero no estaba seguro del todo - ¿Solveig?

Por más que lo negara, ver el rostro de su mujer asustado le asustaba en demasía por temor de que le hubiera olvidado, pero escucho decir su nombre, así que no era así - ¿Solveig…? Soy Yo, Dieter –Estiró una mano hacia su esposa para poder acariciar una de sus mejillas, retirar un poco de aquellas lágrimas que salían desperdigadas por los estilosos pómulos de su esposa, si es que esta aún era de su propiedad – Para mí también es difícil creer que después de tantos años por fin, te he encontrado amada mía –Dijo en el sitio en el que estaba mientras seguía acariciando el bello rostro de su esposa.

¿Qué le diría? ¿Cómo reaccionaría ahora mismo su esposa? No sabía cómo, la verdad, ahora el asustadizo lo era él – Pero… ¿Cómo? No entiendo cómo puedes estar igual de fresca a como la última vez que te vi entre mis brazos – Si estaban sus cálculos bien hechos, ahora su esposa debería de tener canas o al menos un cabello grisáceo debido a los granos del reloj de arena que por su rostro deben de pasar, pero no, su rostro está sumamente perfecto – aunque….estás perfecta –Dijo acercándose aunque fuera un poco – H-Hay tantas cosas que quiero contarte…Te he estado buscando, no sé si esto está funcionando – Tose – Me refiero a convencerte de que soy alguien real y que está….podríamos estar juntos de vuelta.


¿Estaría su hijo Lionel a su lado? O ¿Lo habría secuestrado su suegro para que no corriera el destino de sus padres? No lo sabía, otra incógnita que tenía que resolver, pero de momento esperaba poder tener a Solveig entre los brazos, oler el aroma de su hermosa cabellera azabache, sus ojos cual cielo claro de esperanza lo tenían aún hechizado, siempre ha estado enamorado de su hermosa esposa y con bastante carácter que ahora recordando a la mujer con carácter de la que se enamoró –y sigue enamorado- se tendría que proteger ciertas partes y sus brazos no fuese que ahora tuviera su esposa un ataque de histeria por no haberle encontrado antes. Era verdad, podría haberle encontrado enseguida con su olfato pero su malvado suegro ya se había ocupado de ocultar perfectamente el rastro de su familia para que él mismo no pudiera encontrar a su esposa e hijo.

Ante esas palabras no sabía cómo reaccionar.  Maldito viejo loco de mar. Una noche de invierno, cuando llego una extraña anciana a la puerta de su casa en el poblado tiempo atrás, supo que tiempos difíciles vendrían por delante. Sopeso la dificultad de encontrarse en la búsqueda de su familia, de su esposa, de su hijo del que ahora no tenía idea de su localización pero que Solveig fuese lo que más temía que le pudiera pasar, le dejo al descubierto sin saber mucho que decir y tan solo estar maldiciendo una y otra vez aquel que consideraba recadero del diablo, su suegro quien ha destruido la sintonía de una familia, el ritmo cronológico de una familia.

¿Qué pasaría si ambos padres siguen igual de jóvenes cuando sus nietos tengan la mayoría de edad y presentados en sociedad?

Tendrían que ocultarse, hacer que mueren para poder pasar desapercibidos. Lo que quería el viejo estaba dando sus frutos. Quería ir hasta el este para poder propinarle su opinión en toda su cara a modo de violencia, pero no pensó que fuera el momento de dichas acciones.

-Yo….- No sabía que decir ante las confesiones de su esposa. Con su mano y su concentración de licántropo olfateo el cuello, piel, aroma de su esposa deleitándola de que era verdad. Además podía sentir algo diferente en ella por lo que intuía que podría ser cierto. Parpadeo. No. No la volvería a perder otra vez. Se ha pasado media vida buscando a su familia para que ahora el viejo venga y se la quite de nuevo. Se acabó, esta vez no le pillarían desprevenido.

- Me he pasado media vida buscándote. No pienso perderte otra vez, Solveig –Suspiro para buscar más palabras – Ni a ti, ni a nuestro hijo del cual no creo que me perdone al no haberos podido defender de aquella defensa que nos sorprendieron en el poblado – Dijo recordando como la perdió y de la manera en que fue maldecido con la licantropía. Era otro problema entre sus disculpas. Su hijo. Probablemente lo vería como un cobarde o un héroe todavía, no supo hasta cuanto le contó Solveig y que influencia tuvo en su hijo cuando le hablaban de él. Tenía entendido, visto por cómo había venido hoy y se habían encontrado en los bosques, tendrían que tener una residencia en Paris pero que no sabía dónde se localizaba.

– No pienso perderte Solveig –Dijo tomándola de las mejillas con ambas manos – Tu padre haría lo que fuera por que no estemos juntos incluso después de muerto. Ese hombre al que llamas padre ha roto tantas veces esta familia que ni yo mismo puedo contarlas. Tu licantropía no es el único problema. Poco después de que iniciara vuestra búsqueda  tuve un episodio desagradable que me hizo convertirme también…en un monstruo de que se transforma cada luna llena. – Hizo una pausa, esperando que no se asustara de él tampoco como él no lo ha hecho de ella – Propongo que no contemos nada a nadie ni siquiera a nuestro hijo, Lionel…. ¿O es que sabe tu secreto? –Pregunto con curiosidad, porque si sabe lo que es su madre entonces podría contárselo más fácilmente.

No pudo evitar sostenerla y presionarla contra su pecho una vez que se abalanzo contra su cuerpo, tan repentino, que Dieter cayó sobre el pasto a pocos metros del rio, quedándose Solveig encima de su cuerpo. Sin embargo, teniendo en cuenta que había pasado algunos años y de que habían acordado ahora mismo de que por el momento no dirían nada a su hijo, pensó que posiblemente estaría bien entonces no ir tan deprisa ¿o sí? Estaba realmente confuso, pero en aquella posición en la que estaban, a Dieter se estaban entrando unas ganas locas de saltarse las normas del romanticismo.

Rodó con Solveig cerca de él e inmediatamente se puso sobre su esposa - ¿querrías casarte conmigo de nuevo? –Pregunto en un suave susurro. Estaban casados pero en la distancia, aquella unión que los unía parecía haberse debilitado un poco por lo que quería reforzarlo de nuevo, volver a empezar con su familia en un nuevo lugar – sería una boda preciosa, como la que no tuvimos y que solamente nos leímos los votos matrimoniales para aligerar una alianza formalizada por nuestras familias….ahora podríamos tener la oportunidad de tener una en condiciones – Dijo Dieter un algo de ilusión por la posibilidad de una unión como debe de ser.

Podría hacerlo esta vez con su hijo presente.

Esperaba que cuando este lo viera, pudieran reconciliarse el uno con el otro, eso si este no le había comenzado a odiar desde que se alejaron del uno del otro. Solveig tuvo que haber pasado un infierno –Dieter pensó- por lo que simplemente ahora se estaba retractando pero por otro lado una boda podría darle motivos a poder estar más con su hijo hasta el momento que encuentre un trabajo capacitado para sí o poder volver a su poblado si es que aún estaba en pie.  

Aquella situación le divertía a Dieter, sonreía de manera divertida y comenzó a juguetear con uno de los volantes del escote de su esposa - ¿Sabes? Ahora no hay nadie por los alrededores…-dijo de manera algo picarona, echando un par de mechones del rostro de su estimada esposo – Oh es que…¿ya no soy apetecible? –Tuvo que reír entre dientes porque claro que iba en broma con su esposa en aquella hermosa tarde en la que ambos se habían encontrado finalmente después de tanto tiempo, como si el destino hubiera querido unirles o darles una oportunidad de nuevo.

Ayudo a Solveig a levantarse del suelo, acabó por abrazarla estando de pie y se quedó mirando a su hermosa esposa – Yo también te he necesitado como el sol necesita a las flores –Sonrió sin esfuerzo, se quedaba embobado observándola - ¿estás sola acaso por aquí Solveig? Ya sabes que no me gusta que te quedes por aquí deambulando o por cualquier zona que aplique un poco de peligro – Dijo de manera sobreprotectora pero añadiendo el dato de que ahora su mujer era como él, lo mismo no era tan difícil pero igualmente la preocupaba.

- ¿Esta Lionel contigo? –Pregunto algo nervioso siempre siendo sobre su hijo. Lo perdió cuando tenía tan solo unos pocos años, si mal no recuerda, tuvo que abandonar a su hijo con la edad de cinco o siete años. El tiempo pasa demasiado lento cuando te conviertes en un ser que su edad se retrae cada vez más, de un día a otro su hijo descubrirá lo que son y no sabrá cómo actuar, esto lo tenía pensado ese bastardo de su suegro, hacer que mordieran a su hija, ahora a él para no poder acercarse a Solveig, pero por lo que ve Dieter, pueden rivalizar cualquier obstáculo que se les ponga por delante.