La vida me parece una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme [Anais]

por **Felix Bricker** Jue Oct 25, 2012 6:53 pm

Llorar es para maricones, llorar es para hombres débiles que no pueden controlar su carácter, llorar es para hombres que difícilmente podrían ser verdaderos hombres. Llorar es una pérdida de tiempo, un desgaste de energía. Llorar es lo que hace sentado en la tumba de Anais. Llora por ella y no olvida, sufre en silencio y deja que las lágrimas caigan como lo hace la tarde. No las limpia y jamás lo hace, aquella vez que lo intentó sintió como si también estuviera limpiando los recuerdos que tenía de ella. Y mientras lo hacía se encontró pensando que ya había olvidado el tono de su voz, que tal vez lo que vendría a continuación sería olvidar ese olor propio de ella que le parecía un poco más lejano a medida que pasaban los días y que quizás, en algún punto, olvidaría también los detalles de su rostro, transformando todas sus memorias en imágenes borrosas casi idénticas al retrato a medio acabar que conserva en el cajón de su escritorio. La culpa lo carcome por dentro y aunque su rostro, ahora limpio por el líquido vertido desde sus ojos, se muestra impávido, él sigue sintiendo que en cualquier momento la muerte se dará cuenta que se ha equivocado y que a quien debe llevarse es a él. Sus sueños se deshacen, sus recuerdos ya convertidos en lamentos silenciosos le envían un dolor punzante a través del pecho.

Se arrodilla para limpiar la lápida con el nombre de la mujer que amaba, no, que ama, intentando encontrar ahí las respuestas que ha buscado cada jueves, porque fue un día como ese cuando la conoció y porque simplemente decidió que ese sería el día dedicado a ella. Sin la claridad de saber cómo se mantiene de pie, nota también que la piel de su rostro antes húmeda, ahora se encuentra agrietada por el viento que se ha acrecentado a medida que la noche aparece. Debe volver a casa y recordar que aunque la idea de salir y encontrar alguna válvula de escape a su dolor sea bastante tentadora, hay también más motivos por los que seguir adelante. De seguro la señora encargada del mantenimiento de su hogar le tendrá un par de noticias o eventualmente sólo quejas y luego el capataz de la granja lo llenará de más problemas a los que tendrá que dedicarle tiempo antes de poder dirigirse escaleras arriba en busca de esa conversación llena de balbuceos que tanto ansía. Vuelva a la realidad que odia, nota una presencia tras él y abre los ojos un segundo antes de fruncir el ceño a tal nivel que sus cejas se juntan hasta parecer tan sólo una. — Si hubiera sabido que tenía público, habría hecho una actuación más memorable… — dice con un tono de voz que cree podría espantar a cualquiera, aunque es probable que eso sólo resulte con sus trabajadores.

por Invitado Lun Nov 05, 2012 7:38 pm

Descansar, si eso hacia, o no, tal vez solo se encontraba atrapada entre un mundo y el otro, sin poder irse, sin querer hacerlo, mirar de lejos, volverte a acercar… querer tocar la mejilla de la gente que amas… decirle que estas a un lado suyo y que se aferre a ti, que no te deje ir ¿pero como? Como le dices que no haz descansado, que no te haz marchado ¿Qué dolor es más fuerte? ¿El darse cuenta de que moriste pero que descansan y ya no sufres más, nada duele después de tantos meses intentarte aferrarte a la vida, o verte aquí atada a un sentimiento?

Interrogantes que siguen atormentando al alma de Annie, quiere avanzar, quiere verlo feliz, pero tampoco puede, ella es la mujer de su vida y él es su vida, ella sigue con vida aun después de que su cuerpo no este, si no muchos metros bajo tierra, por que él continua vivo, le duele tanto verlo sufrir de ese modo que no sabe que hacer ¿Qué debe hacer?...

Y como cada jueves regresa a la tumba a verla, “¡oh mi amor, si supieras que no necesitas venir a ver una loza cubierta de tierra, si supieras y entendieras que estoy contigo!” lo piensa pero no lo dice en voz alta, por que hacerlo es decirle que sigue ahí, odia verlo llorar, pero que más puede hacer, tocar su mejilla a través del viento secando esas lagrimas con sus labios, ese era el fantasma de Anaïs.

Una tarde no muy lejana una bruja de nombre Gabrielle, la invoco por error cuando intentaba llamar a su amado, ambas pasaron horas platicando, desde ese día Anaïs la visita constantemente, se siente tan identificada con esa pobre chica que lentamente va muriendo como ella lo hizo alguna vez, pero ella tiene el consuelo de que cuando muera estará con su querido Dylan, la vida es tan injusta a veces… jóvenes enamorados tienen que ver su vida terminar y muchos hombres que no aman la vida, ven su ultimo aliento ya de jóvenes.

Y es por ello que en vez de quedarse en el camposanto esa tarde como hacia cada día, llorar su propia muerte y su propia tristeza, lo sigue a casa, cada paso, cuidando sus espaldas, esa es la Anaïs de siempre la mujer enamorada.

Llega a casa antes de que él lo haga, aparece en el cuarto del pequeño Oliver, el cual acaricia mientras lo mira sumido en un sueño tan placido, aun no controla sus poderes, no sabe mucho sobre su condición, pero sabe que si se esfuerza pueden verla y pueden sentirla, lo oye subir y se apresura a salir para encontrarse con él en el recibidor, como hubiera hecho si aun viviera, pero la escena no es la que se espera, sube hacia el cuarto del pequeño y ella lo sigue.

Él se da cuenta de su presencia pero no se atreve a verlo aún ¿Cómo hacerle saber que se encuentra ahí?, se acerca a él y permite que poco a poco su silueta se haga presente - no tengas miedo, amor mio susurra mientras lentamente deja de ser un simple ente transparente y se convierte en una figura solida.

por **Felix Bricker** Vie Dic 07, 2012 5:40 pm

Creyó que podría encontrar a alguien sobre quien descargar sus frustraciones o tal vez el dolor que con el tiempo no se ha hecho más leve. Los meses sólo han servido para que su corazón se endurezca por miedo a sentir el temor de que algo más puede arrebatársele. La presencia que sintió tras él no era más que un cuidador informándole que el cementerio cerraría pronto. El hombre lo miró entre extrañado y con lástima, fue esta última mirada la que lo enfureció aún más. Felix odia muchas cosas y una de ellas es observar como la gente cambia cuando conocen su historia, como la imagen que tiene frente a ellos se rompe para dar paso a una que podría ser incluso beneficiosa si él fuera un hombre capaz de sacarle provecho a algo tan terrible como la muerte de la mujer de su vida. ¿Qué vida? Ya no tiene vida, pero se arrepiente de aquello que piensa. Camina al carruaje y mientras va hacia la hacienda donde está su hogar es consciente de que pese a sentirse muerto por dentro, debe seguir adelante por su hijo. Es tan pequeño, ¿por qué Anais tenía que irse tan pronto? Baja la cabeza y esconde su rostro entre sus manos, el cambio en el movimiento de las ruedas le indica que han llegado a casa. Ignora las palabras de quienes se le acercan y se dirige directo hacia la habitación del pequeño Oliver, ahí es todo el lugar donde desea estar.

Pero su hijo duerme, tiene una sonrisa en los labios que lo hace parecer incluso más similar a su madre. Esa imagen lo llena de tanto dolor que incluso cree que la voz que ha escuchado es producto de la agonía que lleva tanto tiempo sintiendo. No se gira, sólo se queda ahí intentando lograr que las punzadas en su pecho desaparezcan, que esa aparente tranquilidad que suele estar presente vuelva a aparecer, pero está seguro que no es su imaginación, que si pudo oírla. Algunos dicen que los momentos que te cambian la vida llegan sin que estés buscándolos, ¿qué pasa con aquellos momentos que más tienen que ver con la muerte? Los mismos ojos, la misma boca, el mismo cabello esperando que él lo acaricie con los dedos, sólo su piel luce levemente distinta pero él apenas lo nota — Annie… — porque ese es el apodo por el que siempre la ha llamado pese a que cree que posee el nombre más hermoso de todos, —¿eres tú mi Anais? ¿eres tú mi amor? — esto debe ser una broma cruel del destino, una treta de su propia mente. Se aferra la cabeza y cae de rodillas al suelo, quiere que esa tortura desaparezca, que esa aparición producto de tanto sufrimiento se vaya y no siga destrozándolo. — No puedes estar aquí, no estás aquí… mi Annie se fue… mi Annie descansa… — y lo que más desea, lo que más ha anhelado jamás en su vida es que esta escena se convierta en realidad. Felix todo lo que quiere es poder abrir los ojos y que esa mujer si sea su Anais, que aquella figura sea la de su esposa a la que tanto ha extrañado, la del amor de su vida que quiere de vuelta.

por Invitado Sáb Dic 08, 2012 9:30 pm

" I have died everyday waiting for you
Darling don't be afraid, I have loved you
For a thousand years”

Solo un segundo de descuido y su cuerpo había pasado de ser nuevamente corpóreo a no ser nada, no era nada solo un alma que vagaba en la inmensidad de la vida, un alma que era torturada día con día con el dolor que podía ver en su marido, aquel hombre que formaba todo lo que era ella, ¿Qué debía hacer, poca fuerza tenía en ese momento… había gastado todas sus fuerzas en ese instante, pero tenía que volver a intentarlo, tenía que tocar su mejilla y darle paz, hacerle saber que ella estaba ahí.

Estiró una mano hacia el frente como intentando alcanzarlo, pero no quería hacerlo… tenía miedo de ser rechazada, que tuviera miedo, no tenía por qué haber hecho eso, ahora se castigaba mentalmente, por ello “estúpida, estúpida”, nuevamente el rostro enfermo de la bruja de nombre Gabrielle, podía oír aquella voz cansada como todo su semblante… “¿de qué vale esta segunda oportunidad si dejas que se te vaya día con día?, los vivos creen que la paz y la felicidad está al otro lado, pero si la propia esta aquí?”

Suspira hondo e intenta de nuevo volverse corpórea, apenas es un segundo lo que lo consigue, está cansada y las mismas palabras vuelven a su mente y lo intenta con más fuerza, lo consigue con menos claridad que cuando la primera vez, no tiene mucho tiempo, se inclina hacia su amado y acaricia suavemente su cabello desde la sien hasta la nuca con ayuda de sus dedos que se pasean con tal libertad como si fueran un cepillo, la mano le estorba un poco pero consigue hacerla a un lado recargando un poco su frente en su hombro.

– No tengas miedo Bricker… susurra cerca de su oído, mientras aspira su aroma no lo recordaba con exactitud, tenía mucho miedo que su nariz dejara de percibir ese delicioso aroma que era parte natural de él, de un momento todos aquellos recuerdos que pensó que olvidaría se hacían vividos.

- si quieres que me vaya me iré, eres libre de decidir, si me quieres cerca o me quieres lejos… tal vez estabas mejor creyendo que estaba lejos de ti, pero yo no podía mantenerme lejos de ustedes… si yo sigo viva es porque tu vives, eres mi fuerza, eres mi vida - No puedo llorar, mentalmente se siente agotada, pero tampoco quiere volver a separarse de ese calor que tanto extrañaba, su fuerza se va terminando de a ratos nota que partes de su cuerpo se van volviendo invisibles de nuevo… ¿debe irse? – Te amo… te amo Bricker – es lo último que sus labios pueden decir antes de volverse completamente invisible a sus ojos… aunque él no pueda verla… ella continua estática en el mismo lugar, ya no pueden sentirse mutuamente… esa era la realidad, la triste realidad.

***

Nuevamente se encuentra perdida, descansando entre la vida y la muerte, sus lagrimas no cesan, aun cuando no salen de sus ojos, ella sabe que ha llorado, ha llorado la vida, ha llorado la muerte, maldice al amor, lo bendice ¿qué más puede hacer?, se fue de su casa antes de oir las palabras de su esposo, hace algunos días que no lo sigue, ni siquiera ha visto a su pequeño, él es el único que puede verla sin ningún problema pro que su alma es pura, completamente pura, ¿deberia regresar?, lo oye llorar, esta segura que puede oírlo, se levanta para mirar al frente… tiene que ir, de un momento a otro se encuentra en aquella casa de nuevo, mira al pequeño y este suelta una gran carcajada… le encanta su risa, le recuerda tanto a él, tiene cosas de ambos… la puerta vuelve a abrirse, él sube al cuarto del menor… misma escena, mismo espacio… ¿debe permanecer ahí? ¿debe irse? Sus ojos se cierran mientras se concentra cantándole una canción de cuna al menor… su cuerpo lentamente vuelve a convertirse en solido, si algo la hizo ir ¿Quién es ella para dejar las cosas inconclusas?

por **Felix Bricker** Dom Ene 20, 2013 6:27 pm

Cada palabra se queda grabada, la misma escena se ha repetido en sus sueños más de una vez pero ahí es capaz de responderle y tomarla entre sus brazos para no dejarla escapar de nuevo. Aquel día se quedó por más de una hora con las rodillas en el suelo y las lágrimas cayendo de sus ojos. Oliver se dedicó a mirarlo hasta que volvió a dormir con la misma sonrisa en los labios. Ha intentado repetir los mismos pasos que dio más de una vez por semana, volviendo al cementerio y luego a la misma hora hasta la habitación de su hijo. Pero es inútil, el rostro de Anais no aparece y su voz no vuelve a oírse. Es de noche y su pequeño ríe sin saber por qué motivos, Felix sólo se queda en silencio intentando tomar una decisión, una que no es fácil, que tiene más de una opción, una que lejos de ayudarlo quizás sólo puede afectarle más. — Tú la viste también, ¿verdad? — le pregunta al niño que tiene en brazos y él sólo le responde con más risas. — Dime si puedes verla, Oliver… dime si sabe que la queremos cerca y que no hemos dejado de amarla… — abraza a su hijo y lo saca de esa habitación, sabe que está equivocado. Los muertos no vuelven a la vida.

**********

Después de dar las últimas indicaciones a uno de los trabajadores que ha preguntado insistentemente lo mismo, se siente un poco más libre. Camina hasta la casa y encuentra ahí a Oliver quien animadamente suelta balbuceos que cree todos pueden entender, a su modo la niñera le contesta, quizás ella si puede identificar lo que quiere decir. Esa mujer debería ser Anais y las sonrisas que su hijo entrega deberían ser para ella. ¿De qué modo le afectará en el futuro la ausencia de su madre? Aún cuando su abuela suele venir y pasar tiempo con él, aún cuando tiene a varias empleadas a su cargo, sabe que no es lo mismo, que ahora tal vez se muestra sin problemas, pero que más adelante quizás posea el mismo hueco enorme en su corazón que ahora tiene Felix o tal vez sólo sea un pequeño vacío, casi imperceptible, cubierto por el amor que todo el resto de su familia le ha entregado. Toma su hijo en brazos y lo lleva al cementerio, esta vez hará el mismo recorrido pero acompañado, quizás eso es lo que desea su Annie, lo que quiere es verlos juntos, saber que pasa tiempo con él y no que se dedica sólo a sus negocios.

— Ahí donde fuimos es donde mami está durmiendo… te gusta ir a ver a mami, ¿no? — bajan del carruaje y siente en las manos húmedas la ansiedad que todo eso le provoca, ambos caminan hasta el cuarto del pequeño y mientras Oliver corre a tomar uno de sus juguetes, Felix se queda de pie sin saber que hacer. ¿Debería hablarle? ¿Debería sólo esperar? ¿Debería seguir manteniendo la esperanza de que la escena que no sale de su cabeza vuelva a repetirse? — Es probable que todo sea producto de mi imaginación… — susurra, se siente incluso algo avergonzado por estar hablando solo cuando ya es un adulto que debería comportarse como tal, pero aquello fue tan real, demasiado real, — pero si estás por aquí Annie, quiero que sepas que me gustaría tenerte cerca toda la vida, quiero que estés conmigo no importa como sea, nada importa mi amor… vuelve a mí… vuelve a mí aunque sea una vez más… — el murmullo se transforma en súplica mientras se deja caer en la única silla presente en la habitación y espera. ¡Cómo odia tener que esperar! Pero tal como ella le dijo tantas veces, si no tiene paciencia no podrá conseguir lo que desea. Y eso es su Annie, su Anais, a ella desea, a ella extraña, a ella… — te amo… te amo Annie —

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