La vida es una fiesta y cada día una invitación. {Ildiko} - Libre

El color rojizo del atardecer se hacía dueño del mar del cielo, pintando unos colores joviales, cálidos. El campamento gitano apenas estaban descansando de un largo día de trabajos. Lyuba apenas había acabado su trabajo de bailarina. Ella ofrecía sus servicios a una bruja, todo el mundo sabía eso y por aquello la trataban con menos confianza. Debía ganarse la existencia y como siempre, a ella le importaba bien poco lo que la gente hablaba a sus espaldas. ¿Es que ellos eran tan necios?. ¿No se daban cuenta de que al señalarla no los veía?. Cuanta ingenuidad!. Al llegar , una de las niñas se acercó a ella. La conocía desde que había llegado a París. Ambas tenían una relación cercana y eran buenas amigas a pesar de la diferencia de edad. La morena se puso de cuclillas para besar al frente de la pequeña . Como nunca, la pequeña se veía reluciente en un vestido , que seguramente lo habían robado o se lo había regalado alguien , y su cabello dejado que resplandeciera como nunca. Lyuba la preguntó porque tanto empeño de verse tan guapa. La pequeña entre risas contestó de que había una fiesta que solían celebrar como nunca. Entre súplicas, Lyuba cedió y dio su palabra de que acudiría de inmediato.

Volvió a depositar un beso dulce sobre la frente de la pequeña para luego irse a su carpa. Se tendió sobre las mantas que le servían como cama, poco confortable, pero le valía para algunas noches de somnolencia. Su palabra era su palabra, iba a acudir. Pero eso sucedería mas tarde, cuando su cuerpo y su mente estuvieran relajadas por completo. El único problema era que debía estar más reluciente que antes. El jefe de los gitanos daba una gran fiesta pero lo raro era que no solo los gitanos podían acudir, también los amigos y los conocidos de estos. Algo muy raro en todo aquello. Eso nunca pasaba a no ser que el jefe tuviera algún plan . En fin, lo importante era que iba a asistir tan solo por unos minutos para luego irse a dormir. Estaba cansada. En cuanto tuvo las fuerzas necesarias, se levantó y se desvistió de aquellos trapos . Esta noche iba a relucir tanto por fuera como por dentro. Buscó en su baúl y entre ellos pudo distinguir un vestido de color rojo oscuro, largo hasta sus pies donde una pierna estaba descubierta al completo. El cabello lo había recogido todo el día por lo que en la noche iba a dejarlo en todo su resplandor.

Ahora parecía una persona diferente, ya no era la típica gitana que trabajaba. Parecía más bien una señorita de alta sociedad . En sus pies unos zapatos de tacón alto y los accesorios le daban un aire mucho mas femenino y sensual que el de costumbre. Al salir , unas cuantas miradas estuvieron posadas en ella , algo típico. Sus pupilas estaban mirando todo aquello. De verdad era una fiesta libre, podía acudir cualquiera. Entre tanta gente, podía distinguirse con facilidad gente de toda clase. Era verdaderamente raro. Lyuba comenzó a caminar hacía una de las sillas , escuchando la música tan rítmica que , alegremente, los gitanos tocaban. Todos parecían divertirse, entablar conversaciones. Todos menos Lyuba, que , cansada , descansaba sobre una silla observando el horizonte sin prestar atención a las personas que se acercaban a ella para conversar.

Bailes, charlas, juegos y música eran lo que daban vida a aquella fiesta. Todo estaba alegre, todo brillaba en la inmensidad de la noche. Todo, menos el rostro de Lyuba. Estaba cansada, tan solo iba a estar presente un tiempo para luego retirar su cuerpo frágil en aquella “cama” y dormir hasta la madrugada. Después despertaría temprano para buscar de nuevo trabajo. Y así, era la vida de una gitana. Al menos así era la suya. A veces pensaba que no le daba importancia a su vida y que mas tarde se arrepentiría de aquello. Suspiró resignada , hundida en sus mas profundos pensamientos. Unos nuevos invitados llegaron. Seguramente, por la vestimenta y el aire que brindaban , eran de clase baja. Al menos ellos tenían un escalón en la sociedad. Ambos ojos, de color celeste, miraron a la chica que fue abandonada, seguramente por sus familiares.

Podía jurar que aquella chica había venido por primera vez en aquel lugar. Debía de conversar con ella. Tan solo las separaba unos cuantos asientos. Ambas compartían el estado de aburrimiento y posiblemente también el de cansancio. Se levantó con aquel aire misterioso , deslizando su cuerpo hacía una mesa donde allí abundaba las bebidas. Decidió tomar dos vasos de zumo, no quería beber algo fuerte porque sabía muy bien como reaccionaba ante tales licores. Con pasos sigilosos se dirigió hacía la chica con ambos vasos entre las manos. Al acercarse la saludó como era debido – Buenas noches – su voz resonó suave y amable. Con la intención de hacer trato amigable con ella.


Cuando la joven levantó sus ojos de donde los tenía posados, Lyuba extendió su mano entregandole el vaso con la misma amabilidad . Sonrió al ver que aceptaba aquel humilde gesto. En su país, aquel gesto era un paso en una relación amistosa. Si rechazaba, eso significaba el rechazo de una posible amistad y también de la hospitalidad. Si no rechazaba, eso significaba que deseaba comenzar una relación amigable y también agradecía la atención de la persona. Se sentó a su lado llevando el vaso hacía los labios y bebiendo un trago. Después de un tiempo decidió presentarse – Lyuba Yumara.. – extendió su mano ,en la espera del nombre de la joven .