Friendship bonds [priv]

por **Patricia Montalvo** Miér Mar 25, 2015 5:45 pm

Patricia no quería despertarse, estaba teniendo el más bello de los sueños hasta que las sombras atacaron sus sueños y finalmente se despertó en mitad de la noche, sudando, preocupada por lo que habría pasado si había sido real o de su imaginación. Las imágenes habían sido terroríficas sobre su familia, ella se convertía en aquellos sueños en una mujer despiadada, sin escrúpulos, alguien que se parecía mucho a su madre, pero no sabía nada de su madre.

Escuchaba la lluvia caer contra el cristal de las ventanas de su habitación. Hacia frio pero estaba abrigada por las hermosas y costosas sábanas de su cama, además de ser las únicas que si la protegerían al menos esa noche del frio de la lluvia, de pensamientos impuros o alguien que pretendiera algo indecoroso, pero si se aferraba bien a ellas, nada podría pasarle, ella estaría siempre protegida aunque fuera por su doncella la cual descubrió que era una inquisidora infiltrada en la mansión para su protección. Aquello le daba terror, descubrir que además de vampiros, de licántropos y de la “tradición” de su familia, existiera algo mucho más terrorífico. Ya se asustó cuando supo sobre la existencia de los vampiros y que el primer vampiro en su familia aun cabalgaba e iba a obras teatrales en Paris.

Escuchó como alguien abría la puerta de su habitación de un modo alarmante, ella misma se asustó al escuchar la puerta abierta - ¡Agh! – Jadeo asustada pero vio que era ella, la joven que la protegía en su camisón y bata para dormir. Patricia la observo pausadamente y solo termino agazapándose entre sus piernas rodeadas por sus brazos, sintiéndose la persona más solitaria del mundo. La infiltrada no esperó más y al ver que todo estaba en orden, que había sido un mal sueño de su protegida, volvió a sus aposentos sin mostrar alguna muestra de afecto o alguna caricia tranquilizadora hacia su protegida. Ella estaba para protegerla, no para mimarla. En realidad, la inquisidora infiltrada pensaba que Patricia estaba muy por encima del límite de aquellos que eran demasiado mimados, o eso, o simplemente estaba mal informada de lo mal que estaba la realidad como para poder estar en bellos sueños rosas.

Patricia en cambio, seguía en su habitación, con lágrimas en sus ojos, sola y dejando que el sonido en aumento de la lluvia cubriera el grito de la soledad que sentía en ese instante. ¿Dónde estaba toda aquella gente con la que había conectado? ¿Dónde estaría Zasha o Walter? ¿Por qué tenía que sufrir en soledad su desdichado destino? Desde que la intromisión de los inquisidores en la fiesta la separaran de su madre y del seno de su familia, desde que le hicieron la marca que ahora se acariciaba con cierta confusión pero que permanecería por el resto de su vida, desde que la volvieron a introducir en la familia como si nada hubiera pasado ahora estaba a solas y viviendo desdichadamente junto con una inquisidora.

Como cambiaban las cosas.

¿Sería por culpa de la inquisidora el por qué nadie se le acerca? Si despedía a la inquisidora bien ella misma se quedaría en completa soledad. Aunque no hablara demasiado con ella, estaba allí presente y no se sentía sola. Un trueno resonó haciendo que Patricia temblara dentro de las sabanas. Al parecer el sueño se había esfumado por el momento dejándola pensativa, acurrucada en la almohada y cubierta hasta arriba con las sabanas. Seguía temiendo como nadie hasta que la inquisidora interrumpió en sus temores despertándola, despejando las sabanas con las que se había cubierto para después ordenarle que se vistiera inmediatamente, la inquisidora estaba alerta y cuando Patricia observo el puñal en una de sus enguantadas manos, se echó hacia atrás, pero quien la protegía parecía no tener paciencia, su vestimenta repentina de cuero oscuro estaba como una segunda piel en la de la inquisidora, esta misma amenazo a Patricia con la muestra de unos colmillos afilados, amenazantes. Patricia entonces se asustó repentinamente y fue a detrás del biombo a ponerse el vestido dorado y borgoña que en la mañana anterior uso como modelo para Walter, se peinó como pudo y se hizo una trenza al lado. Se colocó la capa oscura de terciopelo y rápidamente se colocó al lado de su protectora, para después ser agarrada del brazo y ser arrastrada hacia uno de los carruajes que las llevarían a la catedral de Notre Dame.

por **Constance A. Zaïre** Jue Abr 16, 2015 4:19 pm

La noche ya había caído y su trabajo llegaba a su fin, para la castaña lo más reconfortante era pasar a la catedral a dejar los arreglos de flores que necesitarían para la misa del siguiente día, misma en la que ella estaría en primera fila, no era una monja ni una beata solo era una joven creyente de algo superior a ella y que le ayudaba cuando se encontraba en problema, podía acudir y pedirle su protección, se guiaba por sus palabras y enseñanzas con los más pequeños, era una pequeña hada en medio de un mundo devastador.

La lluvia comenzó a azotar la ciudad por lo que tuvo que apresurar sus pasos para dejar aquellos arreglos; el altar se veía soberbió, para la castaña con suma calma y humildad se acercaba a este para dejar al pie los arreglos en forma de ángeles guardianes, las flores unos pequeños crisantemos adornaban las alas y cuerpo del ángel dejando en las faldas de la vestidura crisantemos más grandes, unidos con alambres delgados para que se viera más las flores, la cabeza del ángel con una pequeña corona de dalias, pero atrás de cada ángel sobresalía una orquídea que las hacía especial puestas ultimas flores no crecían habitualmente todos los días, eran especiales.

Presurosa para salir del recinto santo, se cruzó con el sacerdote que agradecía su ofrenda a la virgen y santos, le tomó las manos de la joven pidiéndole que se quede unos momentos que él tenía que salir a dar las oraciones al orfanato y al albergue y que demoraría por lo que no quería que alguien viniese y encontrara la casa de Dios vacía, sin nadie que pueda recibir a los feligreses, encantada acepto pidiendo a Samuel, aquel joven que le hacía suspirar y desear una vida más, que se encargara de cerrar la florería por ella, despidiéndose de su apuesto ayudante se queda en la iglesia acomodando y limpiando el atrio para dejar todo listo para la misa de mañana.

Los truenos sonaban y los rayos caían a la tierra, al parece los mismos cielos se encontraban en una batalla campal para que sonara tan fuerte en la tierra y así sus hijos supieran que estaban ganando. El eco de los truenos se confundió con el cerrar de la puerta justo cuando las velas se apagaban completamente, la castaña salió preguntando si había alguien a lo que armándose de puro valor salió a revisar si entre las sillas no se había ocultado algún niño, su voz cándida y dulce ante el imaginar que fuera un pequeño oculto le llevo a adentrarse en esa oscuridad sin protección alguna más que su cándida voz.

–Ven, ven no voy a hacerte daño, que tal si te cuento un cuento– – buscaba pero no había nadie en aquel amplio lugar, fue hasta el confesionario y nada, pero entonces en la nada las campanas sonaron haciéndola brincar del susto, parecía que esa noche no podría dormir y tendría que dormir en la sala a la luz de la chimenea. Su mano se fue a su pecho para tranquilizar a su agitado corazón y en eso la voz de alguien que irrumpía aquel silencio, dos mujeres y una de ellas era arrastrada prácticamente hacia la sacristía, con paciencia corrió ante las damas interponiéndose en el camino de ellas –Lo siento pero el sacerdote no se encuentra ¿puedo ayudarles? – enfatizó mirando como esa mujer se ponía molesta y mascullaba palabras muy malsonantes, a lo que la pequeña hada iba a reprenderle por faltar el respeto en aquel lugar santo, pero al parecer la mujer comprendió la mira que la joven le lanzaba y simplemente se dirigió a la otra joven que parecía no entender la razón por la que estaba ahí. [/color]

por **Patricia Montalvo** Miér Abr 29, 2015 8:21 pm

No solo venían por causas personales hasta que aquella muchacha de aspecto dulce se les acerco diciéndole que el sacerdote no estaba presente. Patricia fue dejada sin protección mientras veía a la inquisidora alejarse de ambas jóvenes y meterse dentro del despacho del sacerdote, Patricia no supo porque hacia eso pero simplemente ella estaba percatada de que la joven dulce estaba aún a su lado – Yo...no sé porque estoy aquí –Patricia confundida del contratiempo, estaba preguntándose que si esa muchacha podría ayudarlas, pero solamente, lo único que hizo fue sentarse en la madera de las bancas de la iglesia.

Se puso a esperar a la inquisidora, que amenazante enseño sus colmillos para que dejara de hacer preguntas según la inquisidora estúpidas. Estaba temiendo por lo que estaba pasando, ni sabía si podría estar en paz esa noche. A lo mejor, habían decidido algún plan mejor su familia, a lo mejor pensaron abolir por fin esa tradición estúpida para así poder seguir con su vida, pero su familia siempre iba tras la sangre pura. No permitían nunca que se mezclara nunca jamás.

Además, su gran anciano ancestro que aún vivía, lleva convertido por lo menos 1000 años y seguía igual de pervertido y galán con las jóvenes casaderas, claro, era un armario y demasiado atractivo pero era demasiado antiguo. Su ancestro tenía el aspecto de unos 30 años y atraía todo tipo de miradas, pero para cuando Patricia miro hacia la puerta, vio a varias personas entrar y sentarse en los asientos traseros de la iglesia mientras ella estaba en la parte frontal. Suponiendo que eran ciudadanos de Paris solamente que vinieron para la oración, ella no temió nada. Observo a la muchacha de cabellos cobrizos – Me llamo Patricia –Mostro a la muchacha de cabellos cobrizos oscuros, tez pálida y ojos celestes. Observaba y vestía pura y casta.

Patricia se vio a sí misma y recordó aquella tarde que vino Walter a su mansión. De eso ya fueron unos días. Su sirvienta, la de más confianza había tomado la iniciativa de invitarle seguramente dándole la nueva al pintor de que Patricia, es decir, ella misma quería ser retratada. Por dios, que desfachatez, pensando en aquel día en un lugar tan sagrado como la catedral. Pensaba darse la vuelta y perderse por las calles, pero se quedó sentada en aquel banco de madera en el que se quedó observando las demás vidrieras coloreadas y haciendo las siluetas parecer estar vivas – Este lugar ¿Siempre estás aquí? –Pregunto con curiosidad pues apenas había conversación en el lugar.

por **Constance A. Zaïre** Vie Mayo 15, 2015 11:58 pm

Colmillos mostrándose ante una joven que no conocía ese mundo, una que ignoró la molestia de aquella mujer impetuosa para dirigir su cálida mirada a la joven de cabellos claros, la sonrisa que mostro hacia ella fue la más dulce y cándida para transmitir algo de tranquilidad. Sus pasos apenas y fueron notados, se movía con la gracia de un hada realmente, tan sutil y delicada que parecía ser arrancada de otro mundo y no de este. Se sentó junto a la joven colocando sus manos sobre las de ella con esa sonrisa en su rostro de “todo esta bien” aun sin saber el problema.

Las campanas volvieron a resonar pero esta vez no se percató de ello hasta que algunas personas comenzaron a entrar sentándose en las bancas dispuestas a escuchar la última misa del día, ya se acercaba la hora de que el sacerdote llegara a la catedral y diera las oraciones a los tantos feligreses que noche a noche se reunían. Las flores estaban acomodadas de manera tan galante, con aquel tono blanco y puro en toda forma, desde los pequeños lirios hasta las orquídeas, ejemplares que no encuentran tan fácil en la zona. Los ojos de la castaña fueron directo a sus arreglos con esa sonrisa que no se borra en su rostro. La mano sobre las de la joven Patricia se tensan al sostener con fuerza las manos de la chica, trata de transmitirle fuerza, ladea un poco el rostro para indicar con la mirada a la joven que vea los arreglos; la mujer que les acompaña se sienta tras de las jóvenes en espera del sacerdote, la nota tensa mirando a todos lados y con las manos que sostienen algo, la joven castaña niega para centrarse mejor en la otra joven cuyos nervios son notorios.

–Tranquila Patricia, aquí no le puede ocurrir nada es la Iglesia y aunque sean bandidos también tienen respeto a Dios y su hogar– susurra tan tranquilamente como un pequeño querubín, la sonrisa cambia por una expresión un poco más divertida y suelta que antes –Vengo a dejar arreglos de flores para la iglesia, una ofrenda sabe. Yo tengo una florería muy cerca de la zona comercial ahí por donde todos transitan, es como un invernadero. Aunque podría decirse que también vengo mucho porque me educaron para ello aunque no tomé los hábitos como muchas otras, soy más como una novicia un poco rebelde– ríe por lo bajo cuando escucha el gruñido y mala mirada de la escolta de la joven –Parece que no le agrado mucho a su escolta, al parecer soy mala compañía para usted– otra risita que va mordiéndose los labios para no explotar en una risa más alta.

por **Patricia Montalvo** Jue Mayo 28, 2015 3:09 pm

Patricia observo por el rabillo del ojo a la mujer que era en esos momentos su escolta. Tuvo que sonreír a como la escolta estaba atenta, a como miraba a los demás. De repente se levantó del asiento para ir detrás de un escolta. Tomó a Patricia del hombro con suavidad y también levanto a la que parecía haberse juntado con su prometida. Esperó a que los tres estuvieran en el interior del despacho del sacerdote para entonces meterse ella, quedándose en la puerta para que no entrara ni saliera nadie más.

El sacerdote que en realidad no era un sacerdote de verdad, se quitó la toga marrón y aparecía con un cuerpo ejercitado, vestido con oscuro cuero y encima sacó una capa oscura con la insignia de los inquisidores. Patricia no sabía de qué iba todo esto, pero si la habían sacado de la cama a altas horas de la noche y llevado sin ni siquiera decir nada a la catedral, tendría que ser extraño y algo de extrema preocupación.

-Señorita Montalvo, acérquese – Dijo el que ya no era sacerdote, Patricia sujetaba las manos de su nueva amiga pero al llamarla de nuevo, esta se acercó y se sentó en el asiento que había delante del escritorio. Espero a que comenzara a hablar pero solo aquel inquisidor observaba ficheros y papeles. Pudo ver una foto de su familia y cuando tosió el inquisidor, Patricia se irguió para mirarle – Está a punto de llegar a la edad tradicional de su familia….esto –La voz grave y gruñona era apaciguada y tranquila, miraba unos ojos de anciano unos documentos sobre su familia y Patricia volvía a esperar erguida. Patricia observo mientras a su nueva amiga, le sonrió y le dijo que se sentara a su lado, que se sentara en la silla libre.

-Pero debido a la situación en la que está su familia no se puede seguir adelante y debo decirle que como miembro oculto del clan familiar Montalvo, están todos a salvo –Aquellas palabras fueron lo que quito a Patricia un peso de encima – pero tendrá que tener paciencia para poder estar reunida con ellos de nuevo. Los inquisidores, los que irrumpieron en esa fiesta son almas corruptas por el ansia de obtener beneficios de aquellos que están en contra de los sobrenaturales a pesar de que algunos son inofensivos. Tenemos que llevarla a un sitio seguro, tendrá que abandonar por una temporada su mansión por una un poco más modesta y apartada de la gente…
-¿Podre tener al menos mis pertenencias? La mayoría son recuerdos de mis padres y sobre todo de mi padre biológico que no conocí –Murmura interrumpiendo sin querer al inquisidor.
-Sí, sus pertenencias son suyas pero solamente debe irse de las riquezas, a lo que se refiere como a la mansión que tiene, que llama mucho la atención – Aclaro el inquisidor mientras se rascaba la perilla canosa, a lo que Patricia observo que también miraba otra parte de su anatomía y que no se trataba de su cara – Así que, igual como la casa, le cambiamos el turno de su escolta por uno de nuestros cazadores más experimentados…eh...su nombre está por aquí, espere un momento.
-¿Podría ir un momento a respirar aire? –No dio tiempo a que el inquisidor respondiera, salió de la sala y la siguió la escolta a una distancia para que no se sintiera aún más nerviosa de lo que notaba a su protegida.

por **Constance A. Zaïre** Jue Mayo 28, 2015 11:06 pm

Ojos cándidos que se posan sobre los ojos de la compañera sobre aquel asiento, la mano que busca el hada para calmar a la joven no le sirve porque en segundos ambas son arrastradas a entrar en la sacristía, en el cuarto del sacerdote donde aquel hombre esta cambiándose. La castaña cierra sus ojos y puede oír la risa del sacerdote al verla con pudor y vergüenza al estar frente a él, sujeta la mano de su amiga más fuerte, como para darse ambas fuerzas a estar ahí; apenas y oye la conversación, está más concentrada en mantener los ojos cerrados hasta que la joven le invita a tomar asiento, lo que le obliga a abrir sus ojos en pausa para no ver nada indeseado.

Con presteza toma asiento con la mirada en el suelo, sin poder alzarla en ningún momento porque no entiende lo que está ocurriendo “en que me he metido ahora” es lo único por lo que pasa por su cabeza una y otra vez, hasta que siente como la joven Montalvo, se marcha del lugar, es entonces que aquel que ella consideraba clérigo se acerca tomándole del mentón con una sonrisa en los labios, provocando en ella una alarma de que se aleje de él, y puesto así lo hace, se levanta abruptamente de su asiento para dirigirse y correr a su lugar de trabajo en su florería, pero una mano cerrándose en su muñeca la detiene –Cony, podría pedirte un favor– susurra a la joven pero ella se aleja.

Sale de ahí con a intención de abandonar ese lugar, no comprende nada de lo que ha ocurrido aquella noche y solo quiere irse a su trabajo y terminar los arreglos para luego ir a aquella pequeña casa que posee hasta perderse en el sueño y entre el jardín que posee. Con un suspiro ahogado se mantiene recargada sobre la puerta sosteniendo el pomo de esta, respira hasta encontrar su respiración normal, cuando se halla calmada mira a Patricia abandonar por la parte de atrás de la iglesia hasta los jardines de esta. En su consciencia está no abandonar a nadie, a ninguna alma cristina, pues así lo manda la palaba.

Se acerca a ella a penas y tocándole el hombre, ignora a la mujer que le hace como sombra dándole completamente la espalda –Si gustas te puedes quedar conmigo, no es muy grande mi casa y menos en lujos, pero es cómoda y sencilla, incluso podrías ir a trabajar conmigo en mi florería, nadie sospecharía si te ves como una ayudante de flores ¿Qué dices Patricia?– toma su mano con la suya dándole confianza a aceptar la petición –Sabes, las cosas son solo eso, objetos, lo importante es lo que guardas aquí– señala su propi corazón –Los recuerdos que tienes de tus padres y de tu padre biológico, nadie te podrá quitar y siempre te darán fuerza, será tu pilar de fuerza, siempre– remarca esa palabra con una sonrisa en su rostro –Entonces…¿te animas a esta aventura de un cambio en tu vida? Además te quitarás a tu cuidadora por un tiempo– pregunta con un brillo en sus ojos y entre susurros sobre la guardiana que no deja de verle con malos ojos a la castaña que lleva un mechón de cabello de la joven tras su oreja.

por **Patricia Montalvo** Dom Jun 28, 2015 7:02 pm

-No me llega a ser problema el irme contigo Cony – dijo mirando fijamente a su nueva amiga a los ojos, a la que simplemente estaba agradecida por encontrarse acompañada. Ahora mismo lo que necesitaba era alguien con quien sentirse fuera de toda su familia, lo que le pidió el sacerdote inquisidor seguramente era algo malo, sospechaba después de tanta buena acción. En realidad confiaba más en un cazador que en un inquisidor, pero enseguida Patricia comenzó a sentir mal el cuerpo - ¿Dónde está el aseo? - Pregunto pues enseguida se encontró con ganas de vomitar. La inquisidora y su guardiana la guio hacia dentro sabiendo de uno en el interior de la iglesia. El sacerdote inquisidor se fijó en ambas mujeres y se extrañó. Bueno –“tendrá necesidades” –Pensó el obispo el cual seguía observándolas pero dedico su mirada a Cony, con una mirada ladina, casi lasciva que la estudio de arriba abajo y después se fue a hacer otro tipo de encargos en su despacho.

Pasados unas horas, Patricia ya estaba recompuesta y se sentía mejor. Estaba al lado de su guardiana y fue al jardín donde estaba Cony – lo lamento. Debo encontrarme en mal estado, algo que comí –Dijo, pensando que en las dos semanas había comido de mas, había dormido de mas, como si todo fuera a mas – O quizás…-Entonces dirigió su mirada hacia su barriga, la cual entonces, sentándose al lado de Cony la miro fijamente, enseguida se dio cuenta – Co-Cony…-murmuro casi en un susurro – Creo que me pasa algo y no es una indigestión –murmuro fijándose en el pasado, que es lo que había hecho anteriormente, si, había yacido con Walter por puro desliz, su primera vez, con un pintor ¡OH dios! Como su madre! Ella era la hija de una noble y un artista italiano – Dios mío…-murmuro mirándose las manos que estaban en el vientre ajeno – Cony…-miro a su nueva amiga – Creo que….me pasa algo….-Estaba asustándose, no le había venido el periodo y podría tener un – Creo que tengo un retraso –Murmuro, fijándose en los ojos de su amiga y dándose cuenta de lo mal que sonaba su voz.

Entonces un aullido en la lejanía se escuchó y ella mismo entro en pánico. Su guardiana salió corriendo solamente para coger a ambas jóvenes y tras meterlas en la iglesia, las metió dentro de un baúl que resulto ser unas escaleras que iban hacia el piso inferior, como una sala escondida. Su guardiana no le dijo porque hacia eso y cuando entraron en una sala que se fue encendiendo por candelabros mágicos, Patricia iba con Cony hasta un mullido sofá, lejos de lo que parecía una pelea en el exterior de Notre Dame.

por Contenido patrocinado

Friendship bonds [priv]

Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]

Re: Friendship bonds [priv]