Bonds - Libre -

Estando al borde del final de su ciclo de sueño, Aldana despertaba en el interior de su alcoba sobre el frio suelo de mármol.

De nuevo tuvo una pesadilla, aquel sueño en el que soñaba que su padre la vendía como esclava. No eran pesadillas, o si, no lo distinguía de verdad, porque eran unos recuerdos tan dolorosos que se reproducían en su mente convirtiéndose en pesadillas, soñando así desde que su esposo había abandonado la mansión a causa de una misión que duraría unas semanas más. Lo extraño es que cuando su esposo residía con ella en el interior de la mansión, aquellas pesadillas no aparecían, dormía plácidamente como un recién nacido pero sin embargo, cuando este se ausentaba por varias semanas, pesadillas indicadas con dolor y sufrimiento la abordaban completamente, a veces, despertándose en el suelo de la habitación.


El reloj marcaba las diez de la noche. No había dormido ni media hora y ya estaba como si hubiera dormido una noche entera. Intento volver a la cama que se encontraba a sus espaldas, pero su pie izquierdo estaba paralizado, no podía moverlo, intento movilizarlo pero en cuanto lo hizo su cuerpo se encogió de dolor desde el pie. Parece que cuando se ha caído de la cama, se había torcido el tobillo y del grito de dolor, una doncella que era de la familia de su esposo la socorrió y llamó de inmediato al doctor, pero entre su ama de llaves, su mayordomo que había servido en una guerra anterior como médico y su doncella, entre los tres le recolocaron el tobillo y le vendaron el pie.

Más tarde su médico le hizo un análisis psicológico y esta le confesó que tenía pesadillas cuando el señor de la casa estaba ausente de la mansión, pero que cuando este estaba que solo había bellos sueños en los que no sufría de pesadillas. Una mirada extraña en el mayordomo hubo pero Aldana supo que no fue hacia ella, algo le dijo su intuición femenina que no era por ella, sino por su esposo entonces, su inseguridad apareció diciéndole de que su esposo le ocultaba algo.

Algo de aspecto misterioso de lo que no quería que ella misma se enterase, algo de lo que posiblemente quería protegerla. No sabía que era en realidad.

* * * * *
Las semanas pasaron y su esposo finalmente llego a casa con un brazo vendado, pero Aldana ya estaba recuperada completamente. Atendió a su esposo, le ayudo a llevar unos libros al despacho de su esposo mientras este se acomodaba entre las sábanas de la cama de ambos, Aldana estaba a punto de poner unos libros sobre un escritorio hasta que una hoja de papel cayó sobre el suelo. Dejo los libros en la mesa y recogió el trozo de papel que se había caído. Era un sobre sin remitente o alguna información en concreto. Suspiro y cuando sonó el timbre de la mansión se guardó inconscientemente el sobre en uno de los bolsillos de su falda e inmediatamente fue a abrir la puerta.

¿Quién sería a estas horas de la mañana