AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un café escocés -Libre-
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Un café escocés -Libre-
Un café escocés - Dijo mientras se peinaba el cabello ante la mirada confusa de quien le estaba mirando, acababa de despertar pero no en su casa, más bien había preferido pasar la noche en casa de una mujer que deseaba una noche "juguetona" con él. No tardó en responder, desde que era niño la soledad le había taladrado el cerebro así que por las noches siempre optaba por tener a alguien o entretenerse en compañía de alguien hasta que amaneciese, la oscuridad acentuaba la nostalgia y el sol parecía imponer un extraño triunfo sobre esos instintos; Llevaba la misma ropa que ayer, las mujeres le miraban porque estaba con la camisa casi totalmente abierta, en el hombro derecho tenía una corbata azul que acentuaba el tono oscuro de sus ojos y su cabello, una chaqueta que reposaba sobre los hombros y unos pantalones de color negro que estaban apretados contra su cadera aunque extrañamente no le restaban ninguna movilidad. - Vamos. -Usó su tono condescendiente, el camarero parecía haberse dado cuenta y se corrió a realizar el pedido.
Mientras, despachaba miradas a las mujeres con una sonrisa seductora en los labios que escandalizabas a algunas como sonrojaba a otras, igual a los hombres, que volvían las miradas a los periódicos como si fuese una afrenta cruzar las miradas contra ese hombre, no le preocupó demasiado y optó por una vez que nadie le miraba abrocharse la camisa, ponerse la corbata, sus dedos de nuevo percibían la suavidad de la tela, con que docilidad se dejaba domar mientras él se anudaba la corbata. La chaqueta fue el último "ornamento" que se colocó, se levantó para ir al baño, no es que fuesen demasiado higiénicos a esa hora, se miró en el espejo, se peinó con los cabellos, el perfume de la mujer recorría ahora su espacio personal, a pesar de todo, lo ignoró, la noche había sido divertida, ahora, no le interesaba conocer de nuevo a esa mujer. Podría actuar como poco caballeroso pero lo único que quería era estar triunfar sobre el sol.
Se lavó el rostro, el agua fría despertó sus sentidos, adormecidos por las pocas horas que había logrado dormir, se secó el rostro casi al instante en el que se estaba pasando el efecto del agua fría, calentándose con el contacto contra su piel; Se lamió los labios, miró su figura, era atractivo, giró el rostro mientras veía las puntas de su flequillo completamente húmedas y caminó hacía fuera, cuando volvio a la mesa, ya tenía el café El aroma del licor nada elegante entró a sus fosas nasales, ¿es que no sabían como hacer un auténtico café escocés? , consistía en una mezcla de sabores elegantes, que se entremezclaban entre sí con un ligero toque aderezado con crema de whisky. Aún así, a pesar del gesto de disgusto que pareció a grandes rasgos suavizar sus rasgos dio un sorbo a aquel café, parecía ser nada más que alcohol bañado en algo que parecía café. Se lamió los labios, no había otros sabores, no podía encontrar nada agradable en eso que estaba en frente de sí mismo, así que suspiró. Es mejor hacer las cosas uno mismo, ladeó el rostro viendo con cierta suspicacia al camarero que evitaba su vista, así que imitó a los hombres de alrededor, sacó un libro, un cuento corto, mezclado con poemas filosóficos y empezó a leer, si de pequeño era capaz de tomar los mejunjes que preparaban algunas de las cortesanas, sería capaz de tomarse esa aberración que le habían servido-
Mientras, despachaba miradas a las mujeres con una sonrisa seductora en los labios que escandalizabas a algunas como sonrojaba a otras, igual a los hombres, que volvían las miradas a los periódicos como si fuese una afrenta cruzar las miradas contra ese hombre, no le preocupó demasiado y optó por una vez que nadie le miraba abrocharse la camisa, ponerse la corbata, sus dedos de nuevo percibían la suavidad de la tela, con que docilidad se dejaba domar mientras él se anudaba la corbata. La chaqueta fue el último "ornamento" que se colocó, se levantó para ir al baño, no es que fuesen demasiado higiénicos a esa hora, se miró en el espejo, se peinó con los cabellos, el perfume de la mujer recorría ahora su espacio personal, a pesar de todo, lo ignoró, la noche había sido divertida, ahora, no le interesaba conocer de nuevo a esa mujer. Podría actuar como poco caballeroso pero lo único que quería era estar triunfar sobre el sol.
Se lavó el rostro, el agua fría despertó sus sentidos, adormecidos por las pocas horas que había logrado dormir, se secó el rostro casi al instante en el que se estaba pasando el efecto del agua fría, calentándose con el contacto contra su piel; Se lamió los labios, miró su figura, era atractivo, giró el rostro mientras veía las puntas de su flequillo completamente húmedas y caminó hacía fuera, cuando volvio a la mesa, ya tenía el café El aroma del licor nada elegante entró a sus fosas nasales, ¿es que no sabían como hacer un auténtico café escocés? , consistía en una mezcla de sabores elegantes, que se entremezclaban entre sí con un ligero toque aderezado con crema de whisky. Aún así, a pesar del gesto de disgusto que pareció a grandes rasgos suavizar sus rasgos dio un sorbo a aquel café, parecía ser nada más que alcohol bañado en algo que parecía café. Se lamió los labios, no había otros sabores, no podía encontrar nada agradable en eso que estaba en frente de sí mismo, así que suspiró. Es mejor hacer las cosas uno mismo, ladeó el rostro viendo con cierta suspicacia al camarero que evitaba su vista, así que imitó a los hombres de alrededor, sacó un libro, un cuento corto, mezclado con poemas filosóficos y empezó a leer, si de pequeño era capaz de tomar los mejunjes que preparaban algunas de las cortesanas, sería capaz de tomarse esa aberración que le habían servido-
Axter Moureau- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/01/2015
Re: Un café escocés -Libre-
El sol comienza a colarse por las cortinas entre abiertas de la habitación de Devany haciendo que se dé cuenta de que el día ha empezado, apenas si se mueve en la mullida cama que parece no quererla dejar salir, siente un cansancio extraño, aunque normal, se remueve y termina abrazando la almohada, la realidad es que no pensaba encontrar a nadie en su cama, nunca les ha invitado a pasar una noche ahí, es su espacio, es su mundo y por el momento nadie lo ha ganado, ni tampoco cree que a nadie le interese. Se termina de desperezar y se levanta yendo al cuarto de baño para arreglarse, el agua se encuentra en un punto perfecto, seguro la han preparado hace poco. Deja que sus cabellos rubios se sequen mientras se arregla el corsé, es una de las cosas que siempre ha detestado pero que usa por simple costumbre, apenas si usa un poco de tonos claros en el maquillaje y opta por dejar su melena suelta sobre sus hombros, sujeta apenas por unas cuantas horquillas para que su rostro quede descubierto.
Al bajar las escaleras encuentra el desayuno preparado y lo ignora saliendo de la casa, recibiendo el poco aire que corre sobre sus mejillas para así comenzar su andar por las calles parisinas que apenas comienzan a despertar para brindar un toque colorido y armar un desajuste intentando que todo encaje para formar un día más, dejando una historia que contar y otra que callar. Se dirigió a uno de sus cafeterías favoritas, no por que la atención fuera la mejor, ni tampoco porque los productos fueran realmente exquisitos, sino porque muchas veces se podían observar a las personas como realmente eran, dejando sus facetas ocultas a la vista de quien esté delante. Entró observando a cada una de las personas que estaba ahí, algunas ya tenían un rato despiertas, otras más se encontraban todavía aletargados, ella simplemente sonrió de lado, tomando asiento en una las sillas de una mesa libre -Una infusión de vainilla- respondió antes de que el mesero terminara de acercarse a su lugar.
Uno de los hombres presentes llamó su atención y le observó por un par de segundos, la realidad es que no le interesaba demasiado si la miraba o no, tal vez su aspecto era el más sincero del sitio hasta que se fue a revestir con cierto toque pulcro, se levantó de su silla y se acercó a la mesa ajena, tomando asiento, sin ser invitada ¿Lo necesitaba? No, pero ya vería si era bienvenida o no, por el momento no le importaba -Debo decir que se veía mejor hace rato, cuando se notaba que su vida es más interesante que una simple pose para que las muchachitas no terminen por evitarlo al darse cuenta de que sabe disfrutar de los momentos- comentó con una sonrisa en el rostro, esperando que el libro que se interponía entre ambos terminara por descender, cuando el mesero se acercó, le dio la indicación de que se cambiaría de mesa, cuando menos por un momento.
Al bajar las escaleras encuentra el desayuno preparado y lo ignora saliendo de la casa, recibiendo el poco aire que corre sobre sus mejillas para así comenzar su andar por las calles parisinas que apenas comienzan a despertar para brindar un toque colorido y armar un desajuste intentando que todo encaje para formar un día más, dejando una historia que contar y otra que callar. Se dirigió a uno de sus cafeterías favoritas, no por que la atención fuera la mejor, ni tampoco porque los productos fueran realmente exquisitos, sino porque muchas veces se podían observar a las personas como realmente eran, dejando sus facetas ocultas a la vista de quien esté delante. Entró observando a cada una de las personas que estaba ahí, algunas ya tenían un rato despiertas, otras más se encontraban todavía aletargados, ella simplemente sonrió de lado, tomando asiento en una las sillas de una mesa libre -Una infusión de vainilla- respondió antes de que el mesero terminara de acercarse a su lugar.
Uno de los hombres presentes llamó su atención y le observó por un par de segundos, la realidad es que no le interesaba demasiado si la miraba o no, tal vez su aspecto era el más sincero del sitio hasta que se fue a revestir con cierto toque pulcro, se levantó de su silla y se acercó a la mesa ajena, tomando asiento, sin ser invitada ¿Lo necesitaba? No, pero ya vería si era bienvenida o no, por el momento no le importaba -Debo decir que se veía mejor hace rato, cuando se notaba que su vida es más interesante que una simple pose para que las muchachitas no terminen por evitarlo al darse cuenta de que sabe disfrutar de los momentos- comentó con una sonrisa en el rostro, esperando que el libro que se interponía entre ambos terminara por descender, cuando el mesero se acercó, le dio la indicación de que se cambiaría de mesa, cuando menos por un momento.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : En tu cama
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Re: Un café escocés -Libre-
¿Una pose? No sabía que pensaran eso de mi las mujeres -La sorna de sus palabras no eran un arma arrojadizo contra la mujer que se había sentado en su mesa, es más, lejos de sentir la molestia del espacio invadido parecía entretenido por como se había desarrollado el acercamiento dado que ultimamente lo que hacían las mujeres era obedecer y callar, así que al ver que esa mujer parecía acusarle de ser alguien que se acicalaba para mantener una imagen ante las mujeres, era...¿refrescante?. La sumisión le hastiaba como aquel que se cansa de ver el mismo edificio año tras año no obstante en sus labios solo reflejó un cierto interés, se percibió casi de inmediato pues no iba a esconder que había encontrado su "entretenimiento" mientras estaba tomando su café. Las comisuras del muchacho se abandonaron a la calma, subiendo unos instantes, como una sonrisa premeditada que no llegaba nunca a sofocar sus rasgos pues era débil, apenas solo para indicar que más que molestia tenía ganas de "discutir", si esa era la palabra adecuada- Espero no decepcionarla, mademoiselle -pronunció, interceptando la ironía de cada frase- Pero a estas horas, no me interesa mantener una pose, considero que habría sido una molestia que alguien se me acercase para "aprovechar el momento", ¿No lo dijo de ese modo?. - El libro parecía olvidado, lo colocó como un testigo silencioso a un lado.
El aroma del cafe se había suavizado, parecía que lo que la mujer había pedido camuflaba aquel horror que le habían servido. Miró, sin ninguna pizca por disimular su interés a lo que estaba tomando- Un sabor suave, pero con carácter, como usted -Sus ojos volvieron a centrarse en quien le había hablado, sería ridiculo pues estaba tan deseoso de responder a tan mordaz réplica que no se había percatado de lo hermosa que era. De no ser porque su sistema necesitaba recargarse con la cafeína habría callado aquellos labios con los propios, una bofetada, gritos, una deliciosa forma de empezar el día. Sin embargo, se quedó con los ojos sobre los de ella, era poco caballeroso, a una dama no se le debe de mirar con tanta intensidad, pero el manual de caballero se le quedó olvidado sobre una silla en la que se sentaba y ni aún así, encontraba utilidad para aquello - Hasta ahora -replicó- parece que los cielos han decidido que se acerque la persona adecuada, al menos aunque esa persona piense que soy un hombre dado a las apariencias. - A pesar de lo dicho, bien sabía que eso de las apariencias no se ajustaba precisamente con él.
No usaba ropa apretada como los de su clase, no le interesaban los gorros, dejarse crecer una barba o un bigote poblado y ocultar sus instintos, bueno, solo los más precisos dejando para superar el día el instinto de la vanidad, el deseo de poder y como no de llenar las arcas personales. Utilizaba ropa de lujo, camisas holgadas que escondían su cuerpo, pantalones que no le impedían el movimiento y las corbatas eran su accesorio preferido, las mujeres tenían sus perfumes, maquillajes, sus trajes, él, en cambio, prefería las corbatas, le hacían ver más sexy o adinerado, más seductor o un simple aburrido con dinero- Por favor. ¿Puede rehacer esto? a la dama no le importa pero a mi, el olor del licor me está irritando - Le entregó la taza al camarero- Si piensa que los borrachos no tienen clase, debería de pensarlo dos veces antes de servirme esa porquería. - El camarero asintió, no podía más, un sorbo más y aquello que había pensado extinto volvió a sus sentidos. Con una sonrisa tomó la mano de la mujer, quien sabía, puede que se alejase de él pensando que era otro pretencioso de lo alto de la pirámide que tenía tanto ego como buenas apariencias-
Axter, en caso de que no te haya asustado con mi pose. -Besó la palma de su mano, un beso que no pretendía sino conocer un poco más a la mujer que tenía en frente, sus labios, parecían adueñarse de la piel femenina, pues sus ojos, estaban aún fijos sobre los de su interlocutora, tardó poco más que unos segundos en desvanecer el contacto físico, con renuncia, con desacuerdo pues las comisuras volvieron a bajar antes de recibir un auténtico café escocés. Eso era otra cosa, tomó un sorbo, sus labios enrojecieron por el calor, pero así era como le gustaba tomarlo, tan caliente que su garganta reclamara por los límites que su dueño no estaba dispuesto a escuchar- ¿Qué más piensa de mí?, estoy seguro de que no demasiado bien -Tomó la cuchara de su café y como una "broma" la hundió en la infusión de vainilla de la mujer, tomando así un poco de ese sabor que no conocía, esperando la reacción de ésta-
El aroma del cafe se había suavizado, parecía que lo que la mujer había pedido camuflaba aquel horror que le habían servido. Miró, sin ninguna pizca por disimular su interés a lo que estaba tomando- Un sabor suave, pero con carácter, como usted -Sus ojos volvieron a centrarse en quien le había hablado, sería ridiculo pues estaba tan deseoso de responder a tan mordaz réplica que no se había percatado de lo hermosa que era. De no ser porque su sistema necesitaba recargarse con la cafeína habría callado aquellos labios con los propios, una bofetada, gritos, una deliciosa forma de empezar el día. Sin embargo, se quedó con los ojos sobre los de ella, era poco caballeroso, a una dama no se le debe de mirar con tanta intensidad, pero el manual de caballero se le quedó olvidado sobre una silla en la que se sentaba y ni aún así, encontraba utilidad para aquello - Hasta ahora -replicó- parece que los cielos han decidido que se acerque la persona adecuada, al menos aunque esa persona piense que soy un hombre dado a las apariencias. - A pesar de lo dicho, bien sabía que eso de las apariencias no se ajustaba precisamente con él.
No usaba ropa apretada como los de su clase, no le interesaban los gorros, dejarse crecer una barba o un bigote poblado y ocultar sus instintos, bueno, solo los más precisos dejando para superar el día el instinto de la vanidad, el deseo de poder y como no de llenar las arcas personales. Utilizaba ropa de lujo, camisas holgadas que escondían su cuerpo, pantalones que no le impedían el movimiento y las corbatas eran su accesorio preferido, las mujeres tenían sus perfumes, maquillajes, sus trajes, él, en cambio, prefería las corbatas, le hacían ver más sexy o adinerado, más seductor o un simple aburrido con dinero- Por favor. ¿Puede rehacer esto? a la dama no le importa pero a mi, el olor del licor me está irritando - Le entregó la taza al camarero- Si piensa que los borrachos no tienen clase, debería de pensarlo dos veces antes de servirme esa porquería. - El camarero asintió, no podía más, un sorbo más y aquello que había pensado extinto volvió a sus sentidos. Con una sonrisa tomó la mano de la mujer, quien sabía, puede que se alejase de él pensando que era otro pretencioso de lo alto de la pirámide que tenía tanto ego como buenas apariencias-
Axter, en caso de que no te haya asustado con mi pose. -Besó la palma de su mano, un beso que no pretendía sino conocer un poco más a la mujer que tenía en frente, sus labios, parecían adueñarse de la piel femenina, pues sus ojos, estaban aún fijos sobre los de su interlocutora, tardó poco más que unos segundos en desvanecer el contacto físico, con renuncia, con desacuerdo pues las comisuras volvieron a bajar antes de recibir un auténtico café escocés. Eso era otra cosa, tomó un sorbo, sus labios enrojecieron por el calor, pero así era como le gustaba tomarlo, tan caliente que su garganta reclamara por los límites que su dueño no estaba dispuesto a escuchar- ¿Qué más piensa de mí?, estoy seguro de que no demasiado bien -Tomó la cuchara de su café y como una "broma" la hundió en la infusión de vainilla de la mujer, tomando así un poco de ese sabor que no conocía, esperando la reacción de ésta-
Axter Moureau- Humano Clase Alta
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Re: Un café escocés -Libre-
Tan sólo con escuchar la voz del hombre le hizo sonreír, aquél pequeño tono que se disfrazaba de amabilidad mientras sus ojos y gestos dibujaban una burla que no se podía esconder. Devany encogió los hombros mientras terminaba aquella frase -Tal vez todo el mundo siempre tiene poses o facetas, caras que dar... Como lo quiera ver, pienso que encontrar a alguien sincero es tan... Difícil- la voz de la rubia se iba a quebrar aunque casi salía una risa por aquellas palabras, la verdad es que nunca le había interesado encontrar a alguien que le abriera "su corazón" era como innecesario, algo inútil, algo que a la mujer no le importaba en lo más mínimo, así que simplemente terminó de acomodarse en la silla al ver que aparentemente era bien recibida, dejó que sus espalda se recargara en la silla y sus manos se acomodaron al lado de la taza para guardar un poco de calor en estas.
Terminó por reír después de lo último que había dicho y negó con la cabeza -Lo siento, en eso tiene usted tanta razón, hay demasiada gente aprovechada en este mundo, pero la realidad es que muy pocos se arriesgan, así que está a salvo- le guiñó el ojo, fue un gesto casi natural, estaba tan acostumbrada a comportarse normal, sin pretender ser una mujer a la que le molestaba que un hombre la viera, de hecho nunca le había causado el mayor de los problemas, hasta cierto punto lo disfrutaba -Las apariencias las llevan todas, puede ver a su alrededor, pero supongo que no hay porqué hacerlo, lamento tanto haberlo ofendido...- la sonrisa se mantuvo en sus labios dejando que sus ojos siguieran fijos en los de él, no había desviado la mirada ni un momento aunque él parecía retarla de aquella forma, no era de las que se intimidaba con facilidad.
Sus dedos se movieron con gracia entre los dedos ajenos recibiendo aquél beso que agradeció con un gesto de su cabeza -Es verdad, mi carácter parece desconcertar a la gente... ¿A usted no?- pregunta observando la plática que había mantenido con el mesero, era verdad, el lugar no era el mejor y distaba demasiado de serlo por mucho que se esforzaran, así que simplemente dejó que aquello pasara. Tomó su taza y probó su infusión, estaba bastante agradable, tenía una mezcla de vainilla y canela que podía volverse de sus favoritas, aunque no era de los sabores más finos que hubiera paladeado.
-Devany...- se le quedó viendo cuando el mesero se retiró y cruzó los brazos por debajo de su pecho -No, la realidad es que no me asustaste... Podría decir que me cae bien tu manera de ser... Aunque todavía lo estoy planteando en mi mente, tendrás que seguir hablando- sonrió complacida y observó lo que hacía con su cucharilla ¿En serio así era este hombre? Si es que todo era verdad, Vixen no tendría ninguna queja, hacía tanto que no se encontraba con alguien tan cínico, pero que le llegaba a caer tan bien que le dejaba hacer como quisiera, al menos de momento -Pienso que eres un cínico, bastante desvergonzado, sincero como pocos, creo que sabes como pasar un buen rato y que haces lo que te place sin tener que pedir permiso...- se inclinó un poco hacia él observando sus ojos fijamente -Si no eres así entonces si me decepcionarías...- habló casi en un susurro y sin quitar su mirada de él siguió hablando un poco más -¿Sigues pensando que hay suavidad y carácter?- una de sus cejas se enarcó un poco, con aquél leve sarcasmo que aparecía en sus palabras.
Terminó por reír después de lo último que había dicho y negó con la cabeza -Lo siento, en eso tiene usted tanta razón, hay demasiada gente aprovechada en este mundo, pero la realidad es que muy pocos se arriesgan, así que está a salvo- le guiñó el ojo, fue un gesto casi natural, estaba tan acostumbrada a comportarse normal, sin pretender ser una mujer a la que le molestaba que un hombre la viera, de hecho nunca le había causado el mayor de los problemas, hasta cierto punto lo disfrutaba -Las apariencias las llevan todas, puede ver a su alrededor, pero supongo que no hay porqué hacerlo, lamento tanto haberlo ofendido...- la sonrisa se mantuvo en sus labios dejando que sus ojos siguieran fijos en los de él, no había desviado la mirada ni un momento aunque él parecía retarla de aquella forma, no era de las que se intimidaba con facilidad.
Sus dedos se movieron con gracia entre los dedos ajenos recibiendo aquél beso que agradeció con un gesto de su cabeza -Es verdad, mi carácter parece desconcertar a la gente... ¿A usted no?- pregunta observando la plática que había mantenido con el mesero, era verdad, el lugar no era el mejor y distaba demasiado de serlo por mucho que se esforzaran, así que simplemente dejó que aquello pasara. Tomó su taza y probó su infusión, estaba bastante agradable, tenía una mezcla de vainilla y canela que podía volverse de sus favoritas, aunque no era de los sabores más finos que hubiera paladeado.
-Devany...- se le quedó viendo cuando el mesero se retiró y cruzó los brazos por debajo de su pecho -No, la realidad es que no me asustaste... Podría decir que me cae bien tu manera de ser... Aunque todavía lo estoy planteando en mi mente, tendrás que seguir hablando- sonrió complacida y observó lo que hacía con su cucharilla ¿En serio así era este hombre? Si es que todo era verdad, Vixen no tendría ninguna queja, hacía tanto que no se encontraba con alguien tan cínico, pero que le llegaba a caer tan bien que le dejaba hacer como quisiera, al menos de momento -Pienso que eres un cínico, bastante desvergonzado, sincero como pocos, creo que sabes como pasar un buen rato y que haces lo que te place sin tener que pedir permiso...- se inclinó un poco hacia él observando sus ojos fijamente -Si no eres así entonces si me decepcionarías...- habló casi en un susurro y sin quitar su mirada de él siguió hablando un poco más -¿Sigues pensando que hay suavidad y carácter?- una de sus cejas se enarcó un poco, con aquél leve sarcasmo que aparecía en sus palabras.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Re: Un café escocés -Libre-
Sabes, los virtuosos o los caballeros siempre han dicho que las mujeres tienen que ser sumisas, obedecer al hombre en todo momento porque solo de ese modo se encuentran ellas mismas, no obstante lo encuentro una somera estupidez en especial porque creo que las mujeres son las que mandan en la mayor de las ocasiones. No necesito a una mujer sumisa a mi lado, necesito a alguien con quien hablar. Una mujer con carácter, con sinceridad, aquella con la cual se puede discutir sin temor a perderla - Aún, sus dedos vagabundeaban con la cuchara encontrando un entretenimiento vanal en aquella acción, podía hablar sin necesidad de cortarse o de que la lengua se trabe según con qué palabras, encontraba aquellas charlas las mejores. A veces, era por eso que hablaba más con los hombres, dado que la mayor parte de las veces las mujeres solo se habían escandalizado o actuaban como si fuesen unas meras cortesanas vendiéndose al mejor postor, incluso si eran ambos de la misma clase social. El sonido de la cucharilla era apenas escuchado, ya fuese por el sonido que había alrededor de ambos, las conversaciones de los demás o de ellos mismos, mientras él escuchaba, sus ojos estaban mirando fijamente a aquella mujer.
Sin embargo, no lo hacía con el fin de intimidar, se quedaba meramente observando a aquella mujer que parecía tener más misterios que resolver que los que él mismo- ¿No piensa, que a veces el exceso de sinceridad es más aburrido que el misterio? -Se percató de que había cambiado el hilo de la conversación, encontraba la sinceridad como requisito si alguien quería sentarse a su lado, pero también le gustaba buscar los misterios que escondían las personas ( estos podían ser unos misterios absurdos, como el peso, otros amores. Pero eran entretenidos )- De todos modos, con la sinceridad no sientes un vacío una vez que has descubierto el misterio, porque se ponen todos al alcance de tu mano -Alzó la mano derecha, como si invitase a aquella mujer a un baile, inclinando incluso la cabeza bajando al fin la mirada a los labios de ésta, la sonrisa, cínica, burlesca pero sin ser venenosa- Así, si la gente que está a tu lado, no ha sabido interpretarlos, ha sido culpa de ellos, no tuya.
-Bajó la mano con cierto deje de aburrimiento, tomó la cuchara y se la colocó en los labios, no era un caballero amanerado, cuyos modales debían de estar a la frecuente orden del día, colocó las manos detrás de la nuca, mirando hacía el techo mientras estaba escuchando de boca de aquella mujer, lo que pensaba, ¿hablar más?, era un loro. Axter se convertía en la peor o la mejor de las compañías depende de si le conocías o simplemente te habías dejado guiar por las habladurías sobre su nombre- Creo que su opinión es bastante acertada. Me refiero a que ¿cinismo? todos estamos rodeados de éste, llenos de vanidad y egocentrismo, como si fuesemos el mismo adonis esperando que hasta afrodita nos saque brillo a los zapatos. La falta de vergüenza me hace ser precavido, disfrutar pues los modales no me van a dar de comes y un aumento de vergüenza haría que todos pasaran por encima de mi, queriendo llevarse lo que es mio. Dicen que solo los borrachos conocen el don de la sinceridad, pero los que han sufrido bastante por las mentiras o simplemente se encuentran aburridos de establecerse según las leyes morales descubre lo que es la verdadera sinceridad.
¿Y usted? -Habló colocando la mano en la taza, estaba aún cálida aunque notaba que no duraría demasiado, dio un sorbo, lamiéndose los labios y tras tragar ofreció un sorbo doble, dejando a la mitad el contenido de ésta, una cosa era estar entretenido y la otra olvidar que era un mero humano y que el café tenía que dar vida a su engranaje que poco a poco iba descentrándose de lo que podía ser, la suerte de su día ( porqué él no creía demasiado en el destino como para decir esa idiotez - ¿Si la encuentro suave y con carácter? o si su bebida, me parece suave y con carácter. -Replicó- Mademoiselle Devany, usted me parece una joya como pocas. Una joya que puede parecer mundana pero que si alguien la ojease dos veces encontraría en usted una fortuna. No piense "me está halagando" porque yo no me considero de esos hombres capaces de decir a la mujer que pondría la luna a sus pies; Si usted cree en mi sinceridad o si por el contrario quiere creer en ella, diría eso, una joya en bruto, con carácter para no dejarse domar por el primero con pretensiones de joyero sino por alguien con manos que se puedan adecuar a vos, brilla sin igual, hermosa, burlesca, actriz de sus emociones...y creo que tiene más modales que yo. -De nuevo dejó la cuchara en los labios, dejando las manos en la madera de la mesa, volviendo a estar sentado de una forma más cómoda y sin cesar de dirigir la vista hacía ella-
Sin embargo, no lo hacía con el fin de intimidar, se quedaba meramente observando a aquella mujer que parecía tener más misterios que resolver que los que él mismo- ¿No piensa, que a veces el exceso de sinceridad es más aburrido que el misterio? -Se percató de que había cambiado el hilo de la conversación, encontraba la sinceridad como requisito si alguien quería sentarse a su lado, pero también le gustaba buscar los misterios que escondían las personas ( estos podían ser unos misterios absurdos, como el peso, otros amores. Pero eran entretenidos )- De todos modos, con la sinceridad no sientes un vacío una vez que has descubierto el misterio, porque se ponen todos al alcance de tu mano -Alzó la mano derecha, como si invitase a aquella mujer a un baile, inclinando incluso la cabeza bajando al fin la mirada a los labios de ésta, la sonrisa, cínica, burlesca pero sin ser venenosa- Así, si la gente que está a tu lado, no ha sabido interpretarlos, ha sido culpa de ellos, no tuya.
-Bajó la mano con cierto deje de aburrimiento, tomó la cuchara y se la colocó en los labios, no era un caballero amanerado, cuyos modales debían de estar a la frecuente orden del día, colocó las manos detrás de la nuca, mirando hacía el techo mientras estaba escuchando de boca de aquella mujer, lo que pensaba, ¿hablar más?, era un loro. Axter se convertía en la peor o la mejor de las compañías depende de si le conocías o simplemente te habías dejado guiar por las habladurías sobre su nombre- Creo que su opinión es bastante acertada. Me refiero a que ¿cinismo? todos estamos rodeados de éste, llenos de vanidad y egocentrismo, como si fuesemos el mismo adonis esperando que hasta afrodita nos saque brillo a los zapatos. La falta de vergüenza me hace ser precavido, disfrutar pues los modales no me van a dar de comes y un aumento de vergüenza haría que todos pasaran por encima de mi, queriendo llevarse lo que es mio. Dicen que solo los borrachos conocen el don de la sinceridad, pero los que han sufrido bastante por las mentiras o simplemente se encuentran aburridos de establecerse según las leyes morales descubre lo que es la verdadera sinceridad.
¿Y usted? -Habló colocando la mano en la taza, estaba aún cálida aunque notaba que no duraría demasiado, dio un sorbo, lamiéndose los labios y tras tragar ofreció un sorbo doble, dejando a la mitad el contenido de ésta, una cosa era estar entretenido y la otra olvidar que era un mero humano y que el café tenía que dar vida a su engranaje que poco a poco iba descentrándose de lo que podía ser, la suerte de su día ( porqué él no creía demasiado en el destino como para decir esa idiotez - ¿Si la encuentro suave y con carácter? o si su bebida, me parece suave y con carácter. -Replicó- Mademoiselle Devany, usted me parece una joya como pocas. Una joya que puede parecer mundana pero que si alguien la ojease dos veces encontraría en usted una fortuna. No piense "me está halagando" porque yo no me considero de esos hombres capaces de decir a la mujer que pondría la luna a sus pies; Si usted cree en mi sinceridad o si por el contrario quiere creer en ella, diría eso, una joya en bruto, con carácter para no dejarse domar por el primero con pretensiones de joyero sino por alguien con manos que se puedan adecuar a vos, brilla sin igual, hermosa, burlesca, actriz de sus emociones...y creo que tiene más modales que yo. -De nuevo dejó la cuchara en los labios, dejando las manos en la madera de la mesa, volviendo a estar sentado de una forma más cómoda y sin cesar de dirigir la vista hacía ella-
Axter Moureau- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/01/2015
Re: Un café escocés -Libre-
-Virtuosos y caballeros pocos existen ya, pero sí, son los pensamientos de la mayoría, lo peor de todo es que las mismas mujeres se lo han creído así y ya no conciben la vida de alguna manera diferente, es como... Si ellas fueran el peor juez que pudieron encontrar en su vida, a mí parecer deberían de opinar de la misma forma, mandar siempre a veces puede aburrir...- encogió los hombros, la verdad es que la sumisión nunca había sido lo suyo, tal vez porque sencillamente su vida así lo había exigido o porque se había dado cuenta que ser de otro modo no servía para absolutamente nada, cualquiera de las dos respuestas podía llegar a ser válido en su caso.
Se podría decir que la plática se estaba tornando por demás interesante, eran de esas veces en las que Devany no se había equivocado en acercarse a alguien, el albur de tirar una moneda al aire para saber como te iría a veces podía ser un verdadero desastre, agradecía que en esta ocasión no, pues el aburrimiento estaba haciendo de las suyas y necesitaba quitárselo de alguna manera, el hombre delante de ella ayudaba para eso -Creo que la sinceridad y el misterio no deben ser opuestos, incluso pueden ir de la mano, sólo hay que tener la justa medida, digamos que hay que saber como jugar las cartas, un tira y afloja...- menciona volviendo a tomar su taza de té, bebiendo un poco de aquella bebida, en verdad le podía llegar a relajar, era de las cosas que más disfrutaba, podía decir que eran sus cinco minutos para ella y nada más, pocas veces lo hacía -Exactamente, una cosa es lo que tú digas, otra lo que los demás entiendan, y sobre todo que sepan aprovechar tus palabras, lo cual ocurre muy pocas veces...- sonríe de lado de nueva cuenta y deja la taza sobre la mesa.
Rió ligeramente al ir escuchando lo que va diciendo acerca de su descripción, tal vez no se había equivocado del todo -Entonces debo decir que al acercarme me equivoqué por decir que usted sólo está posando para una sociedad en donde hay todo menos autenticidad- le dedicó una sonrisa apenas y terminó por ver alrededor, todos estaban absortos en sus propias conversaciones, en donde las mujeres bajaban la mirada si un hombre las miraba y los hombres se sentían poderosos en ocasiones, aunque eran incapaces de sostener una mirada de más de cinco segundos, eso era lo correcto pero ¿Lo qué querían? A ella le tocaba ver en las noches lo que todos deseaban, como el gran caballero podía convertirse en un amante voraz que quiere experimentar de mil formas, pero con su mujer no, porque a ella la debe "respetar".
-Las dos cosas o simplemente la infusión o simplemente yo... Como usted guste, no hay una respuesta predeterminada- jugó con la cucharilla entre sus dedos un momento y escuchando lo que iba diciendo una sonrisa ladeada apareció en sus labios por breves instantes para que sus ojos siguieran fijos en los de él -No se preocupe por pensar que me halaga o no, la realidad es que nunca agradezco las palabras que me dan, digamos que las escucho y si me sirven las tomo, si no las desecho, es una costumbre, pocas veces el pensamiento ajeno puede llegar a alterarme, pues hasta este momento, la vida que llevo ha sido por mí y no me arrepiento de nada- había una pequeña mentira, había un error en sus días que quería eliminar a como diera lugar, pero todavía no se había dado la oportunidad -¿Modales? Todo depende, apariencias y cordialidad, suavidad para algunos, tacto para poder entablar buenas conversaciones, tal vez hasta negocios, digamos que he aprendido a navegar en el mundo- un nuevo sorbo a su bebida hizo que si garganta de nuevo se aclarara después de estar hablando tanto.
Se podría decir que la plática se estaba tornando por demás interesante, eran de esas veces en las que Devany no se había equivocado en acercarse a alguien, el albur de tirar una moneda al aire para saber como te iría a veces podía ser un verdadero desastre, agradecía que en esta ocasión no, pues el aburrimiento estaba haciendo de las suyas y necesitaba quitárselo de alguna manera, el hombre delante de ella ayudaba para eso -Creo que la sinceridad y el misterio no deben ser opuestos, incluso pueden ir de la mano, sólo hay que tener la justa medida, digamos que hay que saber como jugar las cartas, un tira y afloja...- menciona volviendo a tomar su taza de té, bebiendo un poco de aquella bebida, en verdad le podía llegar a relajar, era de las cosas que más disfrutaba, podía decir que eran sus cinco minutos para ella y nada más, pocas veces lo hacía -Exactamente, una cosa es lo que tú digas, otra lo que los demás entiendan, y sobre todo que sepan aprovechar tus palabras, lo cual ocurre muy pocas veces...- sonríe de lado de nueva cuenta y deja la taza sobre la mesa.
Rió ligeramente al ir escuchando lo que va diciendo acerca de su descripción, tal vez no se había equivocado del todo -Entonces debo decir que al acercarme me equivoqué por decir que usted sólo está posando para una sociedad en donde hay todo menos autenticidad- le dedicó una sonrisa apenas y terminó por ver alrededor, todos estaban absortos en sus propias conversaciones, en donde las mujeres bajaban la mirada si un hombre las miraba y los hombres se sentían poderosos en ocasiones, aunque eran incapaces de sostener una mirada de más de cinco segundos, eso era lo correcto pero ¿Lo qué querían? A ella le tocaba ver en las noches lo que todos deseaban, como el gran caballero podía convertirse en un amante voraz que quiere experimentar de mil formas, pero con su mujer no, porque a ella la debe "respetar".
-Las dos cosas o simplemente la infusión o simplemente yo... Como usted guste, no hay una respuesta predeterminada- jugó con la cucharilla entre sus dedos un momento y escuchando lo que iba diciendo una sonrisa ladeada apareció en sus labios por breves instantes para que sus ojos siguieran fijos en los de él -No se preocupe por pensar que me halaga o no, la realidad es que nunca agradezco las palabras que me dan, digamos que las escucho y si me sirven las tomo, si no las desecho, es una costumbre, pocas veces el pensamiento ajeno puede llegar a alterarme, pues hasta este momento, la vida que llevo ha sido por mí y no me arrepiento de nada- había una pequeña mentira, había un error en sus días que quería eliminar a como diera lugar, pero todavía no se había dado la oportunidad -¿Modales? Todo depende, apariencias y cordialidad, suavidad para algunos, tacto para poder entablar buenas conversaciones, tal vez hasta negocios, digamos que he aprendido a navegar en el mundo- un nuevo sorbo a su bebida hizo que si garganta de nuevo se aclarara después de estar hablando tanto.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Re: Un café escocés -Libre-
Las mujeres son sus peores enemigos -Reaccionó, cuando ella había expuesto aquella afirmación, no se le había ocurrido pensar en aquello como cierto pero tenía que admitir que algo de verdad tenía en aquel alegato sin más testigos presenciales que los que estaban en la mesa, los ojos del pelinegro alcanzaron a distraerse con cada uno de los movimientos de la mujer que tenía en frente- Pero los verdaderos culpables somos los hombres. - Él no era uno de esos "declarados" que apoyaban al feminismo, sin embargo bien sabía que algunas mujeres eran tan sumisas como si un rol justificado tuviese que ser puesto en obra, pocas eran las mujeres que se alaban o incluso ante la cosa más tonta, ponerse pantalones- Las mujeres siempre han pensado de generación en generación que no son más que una parte del hombre, el hombre decide, trabaja, él necesita ser servido como si fuese un príncipe y la mujer ha de callar. Pocas mujeres o casi ninguna, se han levantado han abofeteado a su marido o sus padres y le han dicho que ella es independiente y puede hacer lo que le plazca. -A él le resultaba aburrido.
Una mujer que solo tiene pensamiento de encontrar un hombre, aprender todo lo que del hogar se refiere y vivir sus días adulando al hombre, tener hijos, criar a los hijos y hacer vista y oidos sordos para cuando él decida irse de burdeles o simplemente venga borracho. Pensó bastante bien que esa no era su guerra pues él, precisamente él, no creía en esa basura que era el amor. Podría decirse e incluso afirmarse que lo único que le aburría era la sumisión. No obstante, la mujer que tenía en frente, era todo lo opuesto en cuanto a la mansedumbre se refería, eso le atraía; Conversar con alguien sin tener que medir las palabras y dado que él, poco le gustaba medirlas, mejor que mejor. De nuevo en aquella secundaria conversación, notó como la muchacha hablaba como si supiera del tema, o por lo menos así lo entendió en una parte- Puedo decir, soy un héroe. Entonces, tu puedes escoger creerlo o no, en caso de que lo creas puedes creer lo que tu quieras y en caso de que no, puedes entender mal lo que estoy diciendo, quiero entregarte un misterio, una verdad a medias pero si solo entiendes lo que quieres aceptar, pienso que es una pérdida de tiempo.
-La gente, depende de la gente con la que hablases podías ser sincero o simplemente no decir toda la verdad, esconderla mientras durase una conversación. Como aquellos conservadores, había visto a ricos golpear a las mujeres que osaban en interrumpirles en una charla y que si se defendía a la mujer, era como si estuvieses en contra tanto de él como de su imperio. Los conversadores, los religiosos, los que solo tienen como miramiento las costumbres, todos esos, tenías que medir la verdad con todos ellos.- ¿Quien ha dicho que deba arrepentirse?, sus acciones son suyas, sería mentiroso si dijese que no me gustaría saber de que se trata lo que quería decir pero sería aún más sincero si le digo que realmente no me importa, si quieres o no hablar, si quieres determinar que has tenido bastante y me estoy metiendo en tus asuntos, después de todo, aún soy un extraño igual que lo eres para mi - Se volvió a acomodar- ¿Desea que le invite a algo más? no es por ser caballeroso, es solo que siento que el te no le va a llenar demasiado la barriga. -Se lamió los labios, mientras miraba el reloj que había cerca de una de las paredes.
Marcaba la hora punta, mientras daba otro sorbo, apenas hubo dejado que el caliente liquido rondase por su garganta para, sin haber apartado del todo la taza volver a hablar- Pensaba invitarle a almorzar pero creo que deberán pasar unas horas antes de que pueda llevarle a algún otro lado -fingió caballerosidad, con las cejas alzadas mientras los labios se humedecían por el vapor que desprendía la taza mientras estaba hablando. La depositó en la mesa, con un pequeño sonido, cada vez que bebía y ésta al encontrarse más vacía se deshacía en varios sonidos, poco a poco más huecos. Le gustaba, le complacía como el café despertaba cada vez más sus sentidos, no había señales del adormecimiento que antes había en sus músculos, incluso la pereza se fundía con su habitual silencio dejando que sus movimientos, fuesen más acertados y menos torpes debido al sueño.- ¿Qué me dices? , no es por caballero -repitió - quiero pasar un buen rato con una mujer que no sonríe a todo lo que digo, hablar y después invitarla al baile que se celebra esta noche. Pero claro, la mujer de la que hablo está en frente de mi y puede preferir a otro hombre como acompañante para pasar el día-
Sobre-actuando colocó la mano en el pecho, como si aquella fuese una noticia que le hubiera partido el corazón. La verdad, es que no había un baile, bueno, puestos a escoger había bailes todos los días pero no había planeado hacer gala en entrar a alguno, él odiaba esos sitios, querían buscarle pareja o decirle donde invertir el dinero. Los nuevos ricos de hoy, querían todo el poder, el poder de los que ellos creían poder timar y el de sus subordinados si fuese necesario-
Una mujer que solo tiene pensamiento de encontrar un hombre, aprender todo lo que del hogar se refiere y vivir sus días adulando al hombre, tener hijos, criar a los hijos y hacer vista y oidos sordos para cuando él decida irse de burdeles o simplemente venga borracho. Pensó bastante bien que esa no era su guerra pues él, precisamente él, no creía en esa basura que era el amor. Podría decirse e incluso afirmarse que lo único que le aburría era la sumisión. No obstante, la mujer que tenía en frente, era todo lo opuesto en cuanto a la mansedumbre se refería, eso le atraía; Conversar con alguien sin tener que medir las palabras y dado que él, poco le gustaba medirlas, mejor que mejor. De nuevo en aquella secundaria conversación, notó como la muchacha hablaba como si supiera del tema, o por lo menos así lo entendió en una parte- Puedo decir, soy un héroe. Entonces, tu puedes escoger creerlo o no, en caso de que lo creas puedes creer lo que tu quieras y en caso de que no, puedes entender mal lo que estoy diciendo, quiero entregarte un misterio, una verdad a medias pero si solo entiendes lo que quieres aceptar, pienso que es una pérdida de tiempo.
-La gente, depende de la gente con la que hablases podías ser sincero o simplemente no decir toda la verdad, esconderla mientras durase una conversación. Como aquellos conservadores, había visto a ricos golpear a las mujeres que osaban en interrumpirles en una charla y que si se defendía a la mujer, era como si estuvieses en contra tanto de él como de su imperio. Los conversadores, los religiosos, los que solo tienen como miramiento las costumbres, todos esos, tenías que medir la verdad con todos ellos.- ¿Quien ha dicho que deba arrepentirse?, sus acciones son suyas, sería mentiroso si dijese que no me gustaría saber de que se trata lo que quería decir pero sería aún más sincero si le digo que realmente no me importa, si quieres o no hablar, si quieres determinar que has tenido bastante y me estoy metiendo en tus asuntos, después de todo, aún soy un extraño igual que lo eres para mi - Se volvió a acomodar- ¿Desea que le invite a algo más? no es por ser caballeroso, es solo que siento que el te no le va a llenar demasiado la barriga. -Se lamió los labios, mientras miraba el reloj que había cerca de una de las paredes.
Marcaba la hora punta, mientras daba otro sorbo, apenas hubo dejado que el caliente liquido rondase por su garganta para, sin haber apartado del todo la taza volver a hablar- Pensaba invitarle a almorzar pero creo que deberán pasar unas horas antes de que pueda llevarle a algún otro lado -fingió caballerosidad, con las cejas alzadas mientras los labios se humedecían por el vapor que desprendía la taza mientras estaba hablando. La depositó en la mesa, con un pequeño sonido, cada vez que bebía y ésta al encontrarse más vacía se deshacía en varios sonidos, poco a poco más huecos. Le gustaba, le complacía como el café despertaba cada vez más sus sentidos, no había señales del adormecimiento que antes había en sus músculos, incluso la pereza se fundía con su habitual silencio dejando que sus movimientos, fuesen más acertados y menos torpes debido al sueño.- ¿Qué me dices? , no es por caballero -repitió - quiero pasar un buen rato con una mujer que no sonríe a todo lo que digo, hablar y después invitarla al baile que se celebra esta noche. Pero claro, la mujer de la que hablo está en frente de mi y puede preferir a otro hombre como acompañante para pasar el día-
Sobre-actuando colocó la mano en el pecho, como si aquella fuese una noticia que le hubiera partido el corazón. La verdad, es que no había un baile, bueno, puestos a escoger había bailes todos los días pero no había planeado hacer gala en entrar a alguno, él odiaba esos sitios, querían buscarle pareja o decirle donde invertir el dinero. Los nuevos ricos de hoy, querían todo el poder, el poder de los que ellos creían poder timar y el de sus subordinados si fuese necesario-
Axter Moureau- Humano Clase Alta
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