Un buen café [Libre]

por Invitado Miér Jul 14, 2010 11:42 pm

Una nueva etapa en esta impredecible vida, de vuelta en esta ciudad. Aún tenía que hacer algunas cosas, pero por ahora me hospedaría en un hotel, por lo menos hasta que encuentre una residencia decente y trasladar mis posesiones y criados desde Suecia... claro, si es que aún estaban allí leales a mi persona. Después de todo, eran años que no visitaba mi antigua mansión, y pasado tanto tiempo ya no podía confiar del todo en la palabra de mi terrateniente.
Había salido del lugar donde hospedaba, y me acerqué a un coche, para que me llevara a uno de los varios cafés de la ciudad. Durante el camino, comencé a observar los edificios... no había estado demasiado tiempo afuera, y sin embargo París era ahora mucho más grande de lo que recordaba.
Me bajé del coche no sin antes darle unas monedas al cochero, y entré al café colgando mi abrigo en la entrada. Quería volver a probar el café de Francia, y ese era el lugar perfecto. Me senté en una mesa, y un camarero se acercó a mi casi inmediatamente.
-Bonjour. ¿Quisiera beber algo, monsieur?
-Sí. Puedes traerme un café negro. Cargado, y no le agregues nada.
Después de un rato, el camarero dejó sobre la mesa lo que quería. Lo tomé con una mano y le di un pequeño sorbo... Ah, hubiera vuelto mucho antes sólo para probar nuevamente esta delicia.

por Invitado Jue Jul 15, 2010 5:31 am

Agathe rara vez se tomaba el día libre. En el burdel siempre había trabajo que hacer, y no precisamente del que todo el mundo imagina: los números, el personal, las bebidas, el mobiliario, ... todo debía estar perfectamente dispuesto para cuando llegaran los clientes, y si ella no se ocupaba de mantenerlo a punto nadie lo haría. No se quejaba, era lo que más le gustaba hacer y el trabajo que ella misma había escogido al verse libre del papanatas de su marido.

- Buenos días. - Saludó al camarero que la atendió, notando cómo la mirada del hombre la recorría de la cabeza a los pies con resultado satisfactorio. - Me sentaré en aquella mesa junto a la ventana. ¿Me trae un capuccino?

Caminó sin prisa hasta el lugar en cuestión y se alisó las arrugas de la falda antes de sentarse. El vestido que llevaba en aquella ocasión era simple, gris y sin vuelo, pero con un generoso escote que dejaba poco a la imaginación. Su abundante maquillaje - que constituía su mejor seña de identidad - hacía el resto. En cinco minutos llegó el camarero con su pedido y le indicó que su cuenta ya había sido pagada "por un caballero".

- Dígale que es muy amable. - Contestó ella preguntándose por su identidad.

Removió la espuma cuidadosamente con la cucharilla antes de llevársela a los labios.

por Invitado Jue Jul 15, 2010 9:21 pm

Dejé suavemente la taza sobre el plato luego de probar el espeso sabor de aquel café, y levanté la mirada para observar con atención como una dama, bastante atractiva, entraba al lugar; una mirada rápida al resto del edificio me mostró con satisfacción que no era el único que había hecho lo mismo.
Luego que ella fuera en dirección a una mesa cerca de la ventana, le hice una seña al camarero para que se acercara y le pasé en seguida un poco de dinero. -Dile que no se preocupe por pagarlo -le dije, seguro de que entre el ruido del lugar era el único que me escucharía.
Volví a tomar la taza para tomar un poco más de aquel exquisito café, mientras fijaba la mirada en ella recibiendo el cappucino.

por Invitado Vie Jul 16, 2010 2:30 am

Seguía tratando de averiguar cuál de todos aquellos hombres había pagado su consumición. No era tarea fácil dado que los ojos de casi todos los caballeros estaban puestos en ella, algunos con la curiosidad propia de la novedad y un par con la complicidad del reconocimiento. Se detuvo en la contemplación de un individuo en particular que bebía de una taza de loza en la otra punta del local. Su expresión era en cierto modo complacida, como si supiera de antemano que ella iba a saber quién era el autor de tan amable gesto. Agathe alzó su vaso en dirección al señor en cuestión, como si ofreciera un brindis. Luego sonrió apenas curvando las comisuras de sus labios profundamente rojos y dio un sorbo. Lo acompañó de un gesto de cabeza, invitándole a sentarse junto a ella.

No le había visto nunca, cosa rara teniendo en cuenta que Agathe Martell se jactaba de estar bien informada respecto a la gente de alta alcurnia de París y aquel hombre parecía ir bien vestido. Su cabello le llamó la atención especialmente por ir peinado en largas trenzas que caían por su espalda, de un modo entre exótico y tal vez ritual. Dedujo que era extranjero.

por Invitado Vie Jul 16, 2010 9:59 pm

Seguí mirándola por unos momentos, sin preocuparme de ser demasiado obvio ya que muchos otros la observaban de la misma forma que yo lo hacía. Hasta que se dio cuenta de mi presencia, lo que no me extrañaba demasiado porque sabía que yo jamás he vestido de una forma común.
Sonreí con mesura y le devolví el gesto, levantando un poco la taza luego de beber otro sorbo de café, y a continuación me puse de pie en dirección a la mesa en la cual ella estaba, ignorando las miradas.
Como si no pudiera ver por qué lo hacen... Envidia. Envidia porque es a un tipo desconocido como yo a quien va dirigido ese gesto. No, eso no era arrogancia, era simplemente ver la realidad.
Moví una silla para sentarme en ella y posé la vista en sus ojos luego de mirar fugazmente el resto de su cuerpo. -Buen día... -le saludé amablemente.

por Invitado Sáb Jul 17, 2010 6:30 am

Dejó la taza sobre el platillo momentáneamente para poder observar como era debido a su interlocutor.

- Buenos días, señor. Mi nombre es Agathe Martell. Le agradezco la invitación.

Tenía muchas preguntas en mente para hacerle a aquel desconocido con tan peculiar apariencia, pero se las reservó quizá para más adelante. No era de buena educación someter a un caballero a un interrogatorio de grado tres al segundo de conocerle. Se contentó con poder disfrutar de un capuccino gratis y añadió un poco de azúcar con la cuchara mientras aguardaba su presentación.

Alzó la mano para saludar a una mujer que entró en ese momento por la puerta y a la que conocía bien. Era una de las modistas más importantes de París, una vizcondesa venida a menos que había decidido salvar el patrimonio familiar dando ideas para diseñar unos vestidos que hacían las delicias de las damas de la corte. La señora le devolvió el gesto y Agathe volvió su atención a su compañero de mesa.

por Invitado Sáb Jul 17, 2010 8:24 pm

Sonreí para mis adentros al verla saludar a una mujer que entraba por la puerta, al parecer ella era una persona con muchos contactos y que conocía a bastante gente en París. Tomé un poco más de café y la seguí vagamente con los ojos, para luego fijar nuevamente la mirada en la dama en frente mío.
-Un gusto conocerla, señorita Martell. Mi nombre es Mikael Ericcson, y le ruego no se preocupe por el capuccino: sólo es algo para beber -me presenté, extendiendo un poco mi mano izquierda para señalar la taza.
-Si me permite decirlo, usted parece ser alguien bastante conocida en París -comenté, mientras tomaba la cucharilla para revolver lentamente el café. Tantos años lejos de Europa habían reducido en mí la llamada etiqueta únicamente para encuentros esporádicos con otras gentes del continente, pero estaba seguro que no me afectaría ahora que había vuelto aquí.
-Suponiendo que estoy en lo correcto, me gustaría preguntarle qué hacía alguien como usted, aquí sin compañía. O mejor dicho, sin nadie sentado a su lado -un dejo de curiosidad asomó en mi voz, mas no lo suficiente para empañar la cortesía que solía imprimir en mis palabras.

por Invitado Dom Jul 18, 2010 4:23 am

- Señor Ericcson. - Repitió intentando imprimir al nombre el mismo acento que su propietario. - ¿Sueco?

No hacía falta devanarse mucho los sesos para saber que aquel apellido no provenía de Francia. Asintió con un solo golpe de cabeza suave a lo de que era alguien conocido. Si el hombre resultaba no ser un mojigato alarmista quizá Agathe terminaría diciéndole a qué se dedicaba. Nunca se sabía de dónde podían salir los clientes, e igual aquel caballero sentiría curiosidad por su local si sabía promocionarse bien. Eso - claro estaba - siempre que no estuviera ante un devoto casado.

- Digamos que de vez en cuando me apetece salir a pasear. - Respondió con sencillez. - Y resulta que todos mis amigos estaban ya ocupados en otros quehaceres. Por otra parte, es así como se conoce a nuevas amistades interesantes, ¿no le parece?

Dio otro sorbo a su café con cuidado de no manchar de carmín la taza. Ya ni siquiera recordaba cuál era la última vez que había salido de su casa sin llevar el pintalabios rojo que tanto la caracterizaba.

por Invitado Lun Jul 19, 2010 12:09 am

-Así es. Provengo de Suecia -asentí ligeramente con la cabeza para dar un poco más de énfasis a mi respuesta.
Dejé de mover la cuchara para tomar un poco más de café, rodeando la taza con una de mis manos. Recorrí el local con la vista, observando con una ligera satisfacción cómo las miradas, unas más furtvas que otras, se dirigían a la mesa en donde estábamos sentados, o mejor dicho hacia Agathe. La conocieran o no, ella parecía concentrar la atención de todos los caballeros, y era evidente por qué lo hacía. Volví la mirada hacia ella para ver el porqué; Agathe Marthell era una mujer atractiva en todo el sentido de la palabra, un caarácter suave y amable hacían compañía a un cuerpo que muchos desearíam... desearían conocer más profundamente.
Sonreí levemente al oírla decir eso. -Tiene toda la razón -acoté secamente. -Quizás eso puede aplicarse directamente a usted. Pero a mí... usted imaginará que cualquier situación desemboca en conocer gente interesante -le dijé mirándola a los ojos.

por Invitado Lun Jul 19, 2010 6:24 am

- Bueno... yo creo que todo el mundo tiene su lado interesante si se busca bien.

Para ilustrar su frase con algún ejemplo señaló discretamente a la pareja que tomaba té en la mesita de al lado. Parecían a todas luces un padre y una hija, incluso tenían el mismo cabello rubio y los ojos claros.

- Esa muchacha es Geraldine Temple, heredera de una de las mayores fortunas de Francia. El caballero que la acompaña se llama Joseph y era su mayordomo. Luego se enamoraron, la esposa de él murió oportunamente y ahora se les ve juntos. ¿Crimen u oportunidad? He aquí un escándalo que iteresaría a los tabloides si se enteraran. Afortunadamente nadie sospecha porque pocos conocieron a la difunta.

Se encogió de hombros como si acabara de comentar el tiempo que hacía y dio otro sorbo con aparente indiferencia.

- Usted también parece interesante. ¿Qué aventuras le han traído hasta aquí?

por Invitado Lun Jul 19, 2010 10:15 pm

Volteé la mirada hacia la mesa a la cual apuntaba con disimulo, escuchando sus palabras. Libres de hacer lo que se les viniera en gana... claro, hasta que un bastardo entrometido se enterara y lo arruinara absolutamente todo. Jamás he entendido esa afición de la clase alta por buscar la "destrucción" de los demás, muchas veces al mismo tiempo que evitan la propia. Pero esa era la realidad y mucho faltaba por hacer para que cambiara en algo.
-Debo decir que son afortunados. -dije volviendo la mirada hacia ella. -Porque si alguien llegara a enterarse... lástima por ellos. Ni siquiera sería su culpa, sino de aquellas gentes entrometidas.
Pero no era eso lo sobre lo que estábamos hablando. Tomé un poco más de café antes de responder a su pregunta. -Lamento decirle que no ha sido ninguna aventura. Irónicamente, pienso quedarme aquí en París luego de experimentar varias...aventuras -murmuré con una pequeña sonrisa.

por Invitado Mar Jul 20, 2010 3:03 am

- Vaya, si me permite decírselo creo que ha escogido un buen lugar para asentarse. Nadie se aburre en París Very Happy

Sacó una tarjeta de su bolso de mano y se la tendió. Allí figuraban únicamente su nombre y una dirección, sin más indicaciones.

- Me temo que tengo que marcharme, monsieur. Ha sido un placer conocerle. Espero que venga a visitarme alguna vez.

Le palmeó una mano con afecto y luego salió del café, no sin antes dedicar una inclinación de cabeza a todos los hombres que se giraron para verla partir.

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