Mal comienzo, buen final {Libre}

por **Thais Giovanni** Miér Mar 23, 2011 2:54 pm

Jez golpeó furiosamente los barrotes de la celda donde estaba encerrada. Sentía rabia por dentro, una rabbia inmensa. ¿Por que estaba allí? Por una estúpida equivocación. Ella no había robado nada en su vida. Y la acusaban de eso. No solo estaba furiosa, sino indignada. Jez podía ser muchas cosas, pero no una ladrona. -¡Sacadme de aquí!- chillaba continuamente. Le molestaba mucho que no quisieran ni escucharla, pero saldría de allí, lo sabía. No podía permitirse el lujo de yacer en un calabozo un día entero. ¡Acababa de llegar de Gran Bretaña, por el amor de Dios! ¿Como podían acusarla de algo así? Dejó de aporrear los barrotes y se dedicó a dar furiosas vueltas por la celda. Caminando y haciendo una barbaridad de ruido. Indignación y frustración. Pero no podía hacer nada más que esperar a que la sacaran los carceleros o fugarse ella solita, pero como el delito no lo había cometido ella, si se fugaba pensarían lo contrario. -¿Hay alguien ahí? ¡Eooo!- intentó atisbar a alguien entre los barrotes, pero estaba desierto, nadie había por allí. Solo esperaba que el forzudo que la había traido la sacara de una maldita vez. -¡Maldición! ¡No teneis pruebas para acusarme!- chilló al aire, sin que nada ni nadie la escuchara. Por primera vez en mucho tiempo, sintió ganas de llorar, de llorar como una niña pequeña. Se apoyó en la pared, para luego dejarse caer lentamente, hiriendo a su dolorida espalda, arañandola. Apoyó su cabeza entre sus rodillas, y sin poderlo evitar, una pequeña lágrima surgió mientras caía y rozaba sus labios. Cerró los ojos y esperó su salvación.

por **Ever Van der Rosso** Jue Mayo 26, 2011 1:50 pm

Ever tuvo suerte, su familia no se hallaba en el cementerio, cosa que le provocó una enorme sensación de felicidad, bien, no estaban muertos. Pero tampoco los había encontrado. Hizo una pequeña visita al calabozo, solo para mirar los registros de personas ingresadas. Solo por si acaso. Cuando entró, un celador la acompañó hasta las celdas, para que echara un vistazo para ver si encontraba lo qie quería. Ever se dio cuenta de que la había ayudado solo porque era bonita y aunque no le molestó, la ofendió un poco. No había demasiadas personas ahí abajo. Un hombre, que agarraba los barrotes y la miraba furioso.

- Ha robado y agredido a una mujer en el mercado ambulante - le explicó el celador con una sonrisa mientras le miraba el busto. Ever se sintió aun más ofendida al percatarse de que ni la miraba a la cara. Mantenía la vista fija en el escote en forma de V de su corto vestido. La joven asintió mientras vigilaba las demás celdas. Hubo una que le llamó la atención. Había una joven que se parecía a ella. De cabellos castaños y tez clara. - ¿Y ella? - la señaló, preguntándole al celador que sucedía con aquella joven que debía de tener su edad. - Acusada por robar - respondió con una sonrisa ladina el hombre. - Aunque sinceramente no creo que lo haya hecho - le guiñó un ojo a Ever, que se paró a mirar a la otra joven, que la miraba suplicante.

- Ya he encontrado lo que buscaba, sir - le dijo al celador mientras depositaba un saquito de francos en su mano - Su fianza - añadió mientras observaba como el hombre abría la puerta a la muchacha.

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