Tau Sayed Cramps

Tau Sayed, nombre curioso igual que su poseedor. Tau goza de un carácter que haría envidiar a cualquier niño entrado en los 10 años. Es risueño, divertido y esta dotado de una cualidad que pocos hombres mantienen en estas épocas, Lealtad. Lealtad a sus creencias, lealtad a su visión del amor, lealtad a llenarse los pies de barro y reírse en vez de irse a limpiar. Se ha demostrado a sí mismo, que al final de la vida es lo que cuenta realmente, qué da igual cuánto pase o el qué...si tú, simple y llanamente, eres fiel a ti mismo.

¿Qué hay más puro que algo incondicional?

La naturalidad con la que trata las cosas es casi comparable a la inocencia de un niño que no rige entre el bien y el mal en sus actos, pero con la diferencia de que Tau es un adulto bastante inteligente y analítico, lo que causa que sus propias acciones no sean tan inocentes como otras.

Su forma de ver en estos momentos la vida es como quien mira una moneda...si hay una cara A, seguro que hay una cara B. ¿Cuál es la adecuada? Quizás cuando te tropiezas y te equivocas es cuando mejor reconoces cuál es la mejor opción para ti. En eso se basa su filosofía o carácter, como vulgarmente se asimila, algo más elaborada que en sus preciados 24 años.

Sayed tiene su origen en la adversidad de un territorio mucho más seco y hostil que las húmedas praderas de Gran Bretaña. Nace de las áridas tierras del Cairo, donde una mujer queda encinta fruto del amor de un comerciante casado inglés, y da a luz en Egipto a un muchacho que no heredará el apellido paterno.

Sin embargo, Thomas Cramps, decide velar por el futuro de su hijo bastardo sin revelar su relación de sangre, y le envía a su ciudad de origen, Londres, separándole de su madre, la cual cede por el bien de su primogénito.

Las rutas comerciales entre Egipto y Gran Bretaña llegaban a su auge durante el siglo XIX, y en el flujo de dicha situación el caballero Cramps decidió sacar provecho y fundar una empresa de comercio. Así es como conoce a aquella joven de tez morena, que dio lugar a una aventura temporal que, desgraciadamente para su reputación, acabó con un embarazo no deseado.

Como se ha mencionado, a pesar de lo que pudiera suponer dicho nacimiento para el hombre de negocios, no pudo enfriar su corazón lo suficiente como para abandonar a su propia sangre. Y, así, sin reconocer en ningún momento que era su retoño, lo admitió bajo su protección y buscó un mejor futuro que aquel que le esperaba como bastardo de una mujer soltera.

La llegada de Thomas con una criatura levantó muchas habladurías en Londres, ya que si no había relación como él aseguraba, nada podía explicar la repentina protección que le brindaba en su propia casa. Como era de esperar, no fue un hecho bien admitido por su mujer, la cual renegó de mantener a un bastardo en el seno de su hogar, pero que, a causa de su inclinación compasiva y maternal, terminó por encariñarse con aquel niño que no tenía culpa de nada.

Aquello supuso la ruptura del amor de aquel matrimonio, que se mantuvo con cierto cariño, pero nunca volvió a ser lo que era. Thomas no quiso faltar a la decisión de su esposa, y se mantuvo como compañero y protector de la extraña familia que había fundado.

Tau creció creyéndose ajeno a su progenitor, como un sirviente favorecido por la casa donde trabajaba. Aunque el parecido evidente con el señor Cramps le hacía sospechar, la única respuesta que obtenía a sus preguntas era la triste historia de un bebé abandonado a las puertas del hogar.

A pesar de su condición de criado, acudió a la escuela y se formó lo suficiente como para llevar una vida digna, aunque nunca al nivel de una persona reconocida.

No fue hasta que cumplió 17 años cuando sus expectativas de futuro dieron un cambio radical. Durante una de sus rutas comerciales, los barcos de la familia Cramps atravesaron una violenta tormenta marítima, que se llevó las vidas y los bienes que éstos transportaban, dejando al hogar con una viuda y un huérfano.

Escasos días tras la tragedia, la señora Cramps le pide a Tau que la acompañe a los aposentos del matrimonio, donde le entrega una caja cerrada y su correspondiente llave. Confundido y todavía inundado por el dolor, el muchacho decide descubrir qué alberga en la privacidad de su dormitorio.

En la seguridad de que se trataría de algún objeto de valor en herencia, se vio sorprendido por una simple carta, pulcramente cerrada y sin nada escrito en el sobre.

Tras despegar el sello de cera, Tau se enfrentó a aquello que cambiaría su porvenir de forma radical. Era de su padre, y le revelaba la relación de sangre que entre ellos existía, y la cual dejaba resueltas las dudas sobre el parecido entre ambos. Se disculpaba por el silencio y las mentiras, pero también con cierta justificación por lo que le iba a desvelar en las siguientes líneas.

Le había adjudicado toda la herencia a él, y únicamente a él, de una forma algo clandestina y que sólo sus más fieles notarios conocían. Viajaría a Europa y acudiría a la universidad para formarse y así continuar con el negocio familiar. Tras aquella breve instrucción, se encargaría de traer a su madrastra a la capital francesa y fundar allí un hogar con el apellido de la familia, como hijo reconocido.

Aun así, debía mantener su pasado en secreto, dando a entender que había nacido de aquel matrimonio y no de una mujer egipcia. Le contó mucho sobre ella también, y cómo había seguido de cerca sus pasos durante los años a través de los viajes que él realizaba al Cairo.

Sin embargo, le recomendó no obsesionarse con la idea de conocerla, ya que aquello pondría en evidencia su condición si no actuaba de forma cautelosa.

Y así, Tau emprendió todos sus planes de futuro sin pararse a reflexionar sobre lo que él mismo pensaba de ello, y movido por el cariño hacia la señora Cramps. En Francia adoptó el apellido de aquella familia y abandonó en Londres aquel resquicio de su origen: Sayed.

El negocio se desarrolló hábilmente bajo sus manos y conocimientos, sin implicarse en los viajes que su padre realizaba, pero negociando para llevar una amplia red de comercio entre París y otros territorios. No adquirió un gran estatus, pero se mantiene como hombre acomodado y con lo suficiente para él y su madrastra.

Actualmente, han pasado 10 años desde que dejó su pasado en Gran Bretaña, y comienza a preguntarse en la relativa estabilidad de su vida si hizo bien en confiar ciegamente en los deseos de su padre.